La Sala está situada en el centro de Hogwarts. Bueno, todo lo que algo puede estar "en el centro de Hogwarts". Llevó más de diez Consejos de Profesorado y Personal el darle una localización que resultara lo más equidistante de las Mazmorras de Pociones, la Torre de Astronomía, el Invernadero y los terrenos de Quidditch (la Sra. Hooch era una auténtica fanática de los bollitos de pasas), para que ninguno tardara demasiado en llegar. Todos los esfuerzos eran pocos para que los profesores pudieran ir cinco minutos a relajarse después de sufrir durante dos horas a unos Slytherins de 6º especialmente impertinentes o unos Huffepuffs de 1º especialmente desorientados.
Cada profesor de Hogwarts había aportado su granito de arena desde hacía años. La Profesora Sprout había colocado Relaxias que desprendían un gas ligeramente aturdidor, lo suficiente para relajar al mismísimo Snape, pero no lo bastante como para dormir en clase (más de lo que ya lo hacía) al Profesor Binns. Snape había preparado varios tipos de pociones distintas, y con solo añadir unas gotas a tu té, podía tener sabor a cereza, a vainilla o a macarrones con queso (porque a media tarde te entraba un hambre que no veas). Había sillones encantados por Flitwick para estar más blanditos, libros de la Sra Pince que reproducían en vivo tus escenas favoritas, elfos domésticos entrenados en Fisioterapia por la Sra. Hooch que te daban masajes, y un cuadro mágico, aportación de Dumbledore, que te mostraba cualquier paisaje del mundo que quisieras contemplar. Trelawney, cuando se dignaba a aparecer, siempre buscaba algún lugar donde fuera de noche para ver las estrellas. La Profesora Sinistra prefería las coloridas y bulliciosas calles italianas, y Hagrid siempre pedía un recóndito lugar de la selva, esperando que apareciera un bicho raro nunca visto.
La Sala era el tesoro del Profesorado.
*************************************
12:46
Minerva McGonagall contempló con dureza el cartel colgado en la puerta. "Decreto Educacional Nº 27. Por orden del Ministerio de Magia, se anuncia que el Profesorado y Personal de Administración y Servicios de Hogwarts no podrá reunirse sin autorización expresa de la Suma Inquisidora de Hogwarts. Cualquier amago de desobediencia será sancionado con el despido inmediato. La Sala de Profesores quedará clausurada a partir de mañana hasta nueva orden. Dolores Jane Umbridge. Suma Inquisidora de Howgarts".
Se recolocó las gafas, porque le temblaba todo el cuerpo de rabia.
- Esto... -murmuró entre dientes-. ...acaba de pasar de castaño oscuro.
***********************************
16:54 (Osea, ese mismo día, pero justo antes de la hora del té)
McGonagall entró en la Sala y miró al resto de profesores.
- ¿Todos listos?
Nadie habló, pero todos asintieron con la cabeza. En ese momento sonó un graznido ensordecedor, como si al pájaro que lo producía le estuvieran haciendo la cera en su partes sensibles por primera vez.
- ¿Es tarde para decir que no ha sido buena idea encargar a Hagrid el dar la alarma cuando se acercara la Umbridge? -dijo Hooch, o al menos, eso entendió McGonagall que decía, porque no llegó a escucharla.
De pronto el graznido infernal cesó y todos hicieron como el que estaba tranquilamente pasando el rato hasta que escucharon un ruido que era casi peor que el estertor de muerte del pájaro de Hagrid.
- Ejem Ejem
****************************************************
La Umbridge miró de soslayo al resto de profesores, que no le dirigieron la palabra. Se dirigió al carrito, donde un Dobby que temblaba de los pies a la cabeza le sirvió un taza de té.
- Lo quiero con gusto a eucalipto. Me ayuda a mantener el tono de voz -Lo dijo en voz alta, aunque no se dirigía a nadie en concreto.
Dobby hizo lo más parecido que le salió a una sonrisa cuando le dio la taza, aunque la Umbridge lo miró con cara de asquito.
Se sentó sola. Bebió. Un sorbo largo que hizo mucho ruido, como si lo estuviera pasando por los huecos entre los dientes. Un Ejem Ejem como pidiendo atención. Otro sorbo.
Era el momento. Minerva se levantó y se dirigió a ella.
- Profesora Umbridge. -La otra levantó la vista y la miró con sus ojos pequeños-. Hablo en nombre de todo el profesorado cuando expreso mi profunda disconformidad con el Decreto Educacional Número 27. Nos gustaría preguntarle si cabría alguna posibilidad de que se replanteara su decisión.
Otro sorbo. Meditaba la respuesta.
- Profesora McGonagall... -le salió un gallo y se aclaró la voz-. Ejem ejem. Lamento comunicarle que la decisión no la he tomado yo, sino que viene directamente del Ministerio de Magia. Parece que hay determinadas personas que piensan que han disfrutado ustedes de un libertad excesiva, aquí en Hogwarts. Esta Sala, por ejemplo. Parece que en este colegio no saben distinguir entre quienes son los niños y quienes los adultos.
Hooch abrió la boca para contestar, pero Sprout le dio un codazo e hizo como la que tenía un ataque de tos repentino. Umbridge se volvió a mirar.
- Alguna planta... cof cofff, del invernadero.... cofff, la alergia, ya sabe... coff...
Minerva volvió a hablar y la Umbridge puso de nuevo su atención en ella.
- Comprendo. Pero Hogwarts siempre ha contado con gran independencia respecto a su gestión interna y nos preocupa que pueda verse afectada. Se está atacando nuestro Derecho de Reunión, que está reconocido por las Leyes mágicas desde el Decreto de Winderburg de 1842. –suspiró-. En fin, no me quiero enrollar. Vamos a seguir reuniéndonos. Y no vamos a cerrar la Sala de Profesores. Y si se interpone, vamos a presentar tantas demandas, quejas, instancias y recursos ante el Departamento de Educación que estará metida en litigios y ahogada por el papeleo hasta que Quien-Usted-Sabe críe pelo. ¿Estamos?
La Umbridge se rió, aunque más que una risa parecía un cacareo.
- ¡Esto es fabuloso! ¡He esperado durante tanto tiempo que dejara caer esa fachada de frialdad y perfección! ¡La voy a...!
Entonces se le heló la risa en el rostro.
Minerva habló con voz muy dulce, como si se hubiera pasado a su forma de gato y ronroneara.
- ¿Le pasa algo, Profesora?
Umbridge parecía hacer un gran esfuerzo.
- No, no, en absoluto... Yo... Decía que voy a...
- ¿A despedirla? -interrumpió la voz chillona de Flitwick-. No creo que lo haga. O tendrá que despedirme también a mí.
- Y a mí.
Fue Sinistra.
- Y a mí también.
Ahora fue Sprout
El resto de las voces de los profesores se unieron a las primeras. Umbridge estaba tan pálida que parecía una Malfoy y tenía muy mala cara. McGonagall recuperó la palabra. Pero ya no ronroneaba.
- No puede despedirnos, porque alegaríamos despido improcedente y le duplicaríamos las demandas. ¿Y cómo va a despedir a una plantilla entera? Hablaremos con la prensa. Removeremos su pasado. No piense, ni por un segundo, que no sabemos cómo ha llegado donde está. Y no piense, ni por un segundo, bruja, que vamos a dudar en contarlo a todo el que quiera oírlo.
- Yo... tengo que irme... ahora... - Y mirando hacia el suelo, se encaminó a la salida.
- No -McGonagall le cerró el paso-. Usted no se irá hasta que eche una firmita aquí, donde pone que revoca sin posibilidad de remisión, el Decreto Educacional Nº 27. Firme. -Y Flitwick le tendió un pergamino y una pluma-. O no se mueve de aquí.
Las dos mujeres se mantuvieron la mirada durante un instante, y Minerva creyó por un segundo que Umbridge no iba a ceder. Pero entonces algo hizo estremecerse a la Suma Inquisidora, que con un rápido movimiento, cogió la pluma, apoyó el pergamino en la mesa, y firmó. Estaba demasiado indignada para hablar, pero murmuraba entre dientes algo como "Esto no quedará así" cuando salió por la puerta como una exhalación.
Los murmullos de satisfacción pronto se convirtieron en gritos de alegría de los profesores, y Minerva pensó que podía ser cierto eso de que a veces era difícil distinguir a los niños de los adultos en Hogwarts. Se dejó caer en una silla con los ojos cerrados, así que no reconoció a todos los que la palmeaban en la espalda. Una duda fugaz le cruzó por la mente y levantó la cabeza para buscarle en la habitación.
Estaba, evidentemente, solo. Se apoyaba en la pared con una pierna flexionada, los brazos cruzados sobre el pecho, la cabeza gacha, la nariz picuda asomando ligeramente entre los mechones de pelo. Minerva pensó que así, todo de negro y mirando al suelo, parecía una auténtica gárgola de Howgarts. Se acercó a él.
- ¿Cómo sabía que tomaría el de eucalipto?
Snape levantó la cabeza
- Porque yo le dije que aclara la voz, aunque es mentira. En el fondo es una ingenua crédula. -le dedicó una sonrisa maliciosa-. Me parece increíble que no fuera una Griffyndor.
Ella le devolvió la sonrisa, aunque sin maldad.
- Severus, me preguntaba... ¿Qué era en realidad? ¿De dónde lo sacó?
- Ah. Sin que sirva de precedente, Profesora McGonagall, y solo porque ha estado realmente bien antes, le confiaré un secreto. No lo he preparado yo. Incauté el material de los Gemelos Weasley después de su salida triunfal y me lo encontré ahí.
Minerva intentó sonar lo menos interesada posible, pero no le salió muy bien.
- Pero... ¿ha averiguado su composición? ¿Podría ser peligroso... a largo plazo?
Él se hizo el interesante un par de segundos antes de contestar.
- No lo creo. Aunque me temo que los Weasley también lo robaron. He investigado un poco, y creo que el Profesor Hagrid -dijo "Profesor" con un poco de retintín, pero Minerva se lo perdonó-, si se molestara en inventariar su material, echaría de menos bastante del laxante para hipogrifos estreñidos.
A ella se le iluminó la cara y hubiera soltado una carcajada, pero se contuvo.
- Brillante.
- Gracias. Por cierto, controle a sus jugadores de Quidditch. No me gusta que lesionen a mis buscadores.
- Ese mocoso malcriado les provocó. Lo sabe bien. No es culpa nuestra si nos envidia porque siempre ganamos.
- No es culpa nuestra si los insultos de un niño de quince años hacen que pierdan la compostura. ¿Dónde está la histórica caballerosidad Gryffindor?
La campana que anunciaba que había que volver a clase cortó el enfrentamiento, aunque ambos sonreían.
- Bueno, le veré en la cena, supongo.
- Supone bien -dijo Snape-. Si Umbridge no saca un Decreto durante la tarde prohibiendo cenar.
Salieron juntos de la Sala de Profesores, y cada uno tomó una dirección opuesta. Pero ninguno de los dos volvió la cabeza para ver si el otro miraba.
****************************************************************
Sé que este más que un drabble es un one-shot cortito, pero juro que no fue culpa mía, es la historia, que no paraba de escribirse XDXDXD
Por cierto, lofffff Sev!!
