CAPÍTULO 3

-Está bien -dijo Heiji-. Por favor, salgan todos fuera. Sólo podemos estar aquí Kuroba, Kudo y yo.

-Inspector -llamó Shinichi-. ¿Puedo hablar con usted?

-Claro, Shinichi. ¿Qué ocurre?

Shinichi se apartó del grupo para hablar con el inspector a solas.

-Por favor, no le diga nada a Aoko, aun.

-¿Por qué no?

-Pues porque... porque él... aun no se le ha interrogado.

-Se lo diré todo después del interrogatorio, Shinichi.

-Gracias.

"Iba a decirle que me lo pidió Kuroba" -pensó el detective-. "Pero si lo hubiera hecho se hubiera negado".

Shinichi volvió a la oficina y cerró la puerta tras él. Todos habían salido, y allí sólo estaban Kaito y Heiji.

-Kudo -llamó Kaito-, ¿me crees? -preguntó, aunque no muy convencido.

-Ya no sé qué creer.

-¿Crees que si lo hubiera hecho yo habría esperado a que llegáseis todos? Además, ¿qué sentido tendría matarlo cuando estaba hablando por teléfono? Por favor, Kudo, si no lo haces por mí, al menos hazlo por Aoko.

-¡Ja! -exclamó Shinichi, como burlándose-. A estas horas, Nakamori ya debe saber la verdad.

-¡Qué!

-Chicos, ¡chicos! -exclamó Heiji, poniéndoes entre ellos dos-. ¿Queréis dejar de pelearos? No sé que os está pasando ni qué hacías aquí, Kuroba, pero tú no has cometido este crimen y vamos a demostrarlo. ¿Verdad, Kudo? -preguntó mirando al chico de Tokio. Pero él, aunque había oído todo lo que el otro detective había dicho, no contestó y siguió mirando a Kaito, enfadado-. ¿¡Verdad, Kudo!? -insistió Heiji.

Shinichi asintió con la cabeza sin apartar la vista de Kaito.

-Pero que conste que lo hago por que es mi trabajo y porque me gusta, ¿de acuerdo?

Shinichi no esperó respuesta y se dirigió hacia el cadaver. Estaba detrás de la mesa, con un cuchillo clavado en el pecho. Pero ese cuchillo tenía una inclinación exagerada, como si él hubiera estado agachado y su agresor de pie.

-¿Estaba sentado? -preguntó Heiji.

-Si hubiese estado sentado seguiría en la silla -respondió Kaito, irónicamente.

-Pero entonces... -Heiji miró hacia arriba, pero a parte de la lápara, no vio nada.

-¿Estás pensando lo mismo que yo? -preguntó Shinichi.

-Mirad esos puntos blancos que tiene el cuchillo -advirtió Kaito, intentando ayudar.

-Kuroba, mantén tu boca cerrada, por favor -dijo Shinichi, mirándolo con mala cara.

-No, tiene razón -Heiji señaló unos pequeños puntos blancos, como de polvo. Lo tocó y vio que se desprendía con facilidad-. Parece pintura de pared -Hattori miró a Kaito-. Kuroba, dinos exactamente que ha pasado.

-Pues estaba frente a la puerta, mirando el policía. Sonó el teléfono y él lo cogió. Cuando lo hizo oí un ruido extraño. Miré hacia la izquierda y entonces fue cuando él gritó.

-¿Hacia la izquierda? -preguntó Shinichi. Kuroba asintió.

Pasaban los segundos, los minutos, y ya hacía tres horas que estaban en esa habitación. Habían mirado por toda la parte izquierda varias veces pero no habían encontrado nada.

-Empiezo a pensar que eso del ruido te lo has inventado -dijo Shinichi, mirando a Kaito.

-¡Eh! -exclamó Heiji-. No empecéis otra vez, ¿de acuerdo? Que si habéis podido estar tres horas calladitos, podéis estar tres horas más.

-Repasemos lo que tenemos -dijo chico del este, cambiando de tema-. Un ruido a la izquierda deldespacho, el cuchillo clavado en ángulo extraño, pintura en el mango del cuchillo, y además, tal iy como indican los análisis que hemos mandado hacer, no hay ni una sola hella en él, cosa que nos lleva a ti de nuevo, Kuroba. Aun llevas los guantes puestos.

-Kudo, basta. Tampoco han encontrado fibra, ¿recuerdas? Si esto entorpece la investigación tendrás que salir fuera.

-Está bien, está bien.

Shinichi sacó el cuchillo, que estaba en la bolsa.

-¿Eh? ¿Qué es esto? -preguntó el chico. Había un pequeño agujero en el mango del cuchillo-. ¿Lo ves, Hattori?

-Sí. Lo suficientemente pequeño para que pase un hilo.

-¿Qué...? -Kaito había visto el agujero del cuchillo, pero al mismo tiempo, de reojo, había visto algo raro en la pared de la izquierda. Fue hacia allí, se agachó y vio que era un agujero igual de grande (o de pequeño, según se mire) que el del cuchillo.

-Habéis inspeccionado un millón de veces esta pared y no os habéis fijado en esto.

-¿Un agujero? -preguntó Shinichi, agachándose también-. Es un simple agujero.

-No, mira -Kaito señaló un punto rojo oscuro que había al lado del agujero-. Parece sangre -añadió, acercando más el dedo.

-Tienes razón -asintió Heiji.

-¡No lo toques! -exclamó Shinichi, agarrándole el brazo-. ¡Eres tonto o qué! -añadió levantándose y levantándo a Kaito también-. ¡Es una prueba!

-¿Quieres tranquilizarte? -dijo Kaito, quitándose de encima al chico-. No iba a tocarla.

-Pues lo parecía. ¡Y quítate ya esos guantes!

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Aoko estaba sentada en una silla, entre Kazuha y Ran. Estaba llorando y tenía una taza de chocolate caliente entre las manos.

-No puede ser -decía Aoko, llorando-. Él no puede haberlo hecho.

-Claro que no, Aoko -dijo Ran, poniéndole el brazo alrededor del cuello.

-Por supuesto, tú le conoces mejor que nadie -siguió Kazuha.

-Y además, entiendo que parezca culpable de asesinato, pero... ¿de robo? ¿Qué ha robado?

-No sé... Hablando de robo ¿Dónde has dejado el collar? -preguntó Ran, acordándose.

-Eh... Encima de la mesa -respondió Aoko.

-Ran, no creo que Kid lo robe ya -opinó Kazuha-. El dijo a las doce de la noche y son las 4:30.

-¡Dios! -exclamó Aoko, nerviosa-. ¡Sólo falta una hora y media y esos tres aun no han salido del despacho!

-Tranquilízate -dijo Ran sonriendo-. Ya sabes que a Shinichi y Hattori a Hattori no se les escapa ningun caso.

Aoko intentó sonreír para sus amigas, pero le salió una sonrisa muy triste.

Mientras tanto, en ese momento, Shinichi salió del despacho y fue hacia las chicas.

-¿Habéis visto al inspector? -preguntó.

-¿A mi padre? -dijo Aoko-. Sí, está ahí detrás.

-Gracias, Nakamori -el detective fue hacia el inspector para hablar con él.

-Shinichi, ¿habéis descubierto ya quien es? -preguntó Nakamori.

-No, aun no. Una pregunta, la puerta que hay al fondo a la izquierda, ¿que es?

-Un despacho.

-¿Y de quien es?

-De Kino, ¿por qué?

Shinichi sonrió. "Ya está, ya sé quien es y como lo ha hecho."

El chico volvió a la escena del crimen y guiñó un ojo a Heiji.

-¿Teníamos razón? -preguntó el detective de Osaka.

-Sí -respondió shinichi.

-¿Razón de qué? -preguntó Kaito intrigado, pues los dos detectives habían estado hablando a medias todo el rato.

-Ya lo verás, Kuroba -respondió Shinichi, sonriéndole por primera vez en toda la noche.