Antes que nada quiero dar las gracias a Pekenyita, CoNnY-B y Latnetzi por sus reviews ¡Me han animado mucho!
Y ahora viene la parrafada de siempre lo de que ningún personaje es mío ya que todos son propiedad de la señora J.K. Rowling menos el de Elizabeth Wrightman que está creado completamente por mí....
CHAPTER III: TALK TO ME.-
Sirius y Elizabeth caminaban entre risas y bromas por la nieve que lo cubría todo y, de vez en cuando, se lanzaban bolas de nieve cuando uno de los dos se distraía. Lo estaban pasando realmente bien y eso que aún no habían llegado al pueblo... Sin duda alguna se llevaban estupendamente, desde el primer día que pisaron Hogwarts habían sido grandes amigos.
Al llegar al pueblo lo encontraron rebosante de vida, muchos estudiantes de aquí para allá... Honeydukes estaba atestado de golosos y Zonko hacía las delicias de los más bromistas de la escuela. Pero indudablemente el local más abarrotado era Las Tres Escobas, lleno de gente que degustaba con placer la mejor cerveza de mantequilla del país mientras se resguardaba del frío que reinaba en la calle.
Sirius – dijo Elizabeth tirando de la manga de su chaqueta – Yo había quedado con Lily en Las Tres Escobas...
Oh no Elizabeth – dijo él con fastidio – Me prometiste que vendrías conmigo – la miró suplicante como un cachorrito desamparado.
Está bien... - dijo ella sonriendo – Pero por lo menos déjame avisarla...
Elizabeth... - dijo él mirándola fijamente.
Vaaaale – dijo ella resignada y colgándose de nuevo del brazo de Sirius.
Gracias – dijo Sirius sonriente y le dio un beso en la mejilla – Te voy a llevar a un sitio que te va a gustar – le dijo conduciéndola hacia una pequeña colina.
Eh ¿a dónde me llevas Sirius? – dijo Elizabeth con curiosidad.
A la Casa de los Gritos – dijo él sonriente mientras siguen avanzando hacia la colina.
¡¿Qué?! ¡¿Qué me vas a llevar a dónde?! – dijo ella sobresaltada parándose en la mitad del camino.
Tranquila, que no te va a pasar nada, vas conmigo... - dijo guiñándole un ojo – Además, ya deberías saber que allí es donde Remus pasa... Bueno, ya sabes, las noches de luna llena... Y James y yo le acompañamos...
Más te vale que no pase nada raro Sirius – dijo ella un poco enfadada y continuando el camino.
Te lo prometo – le dijo él sonriendo – Y si pasa algo... Te dejo pegarme – dijo él como si acabara de descubrir la pólvora.
No hacía falta tanto... - dijo ella arqueando la ceja.
Continuaron caminando hasta llegar a la entrada de la casa... La verdad es que era un lugar escalofriante, y la nieve le daba un brillo blanco un tanto tétrico a los ventanales. Elizabeth sintió un escalofrío al observar la casa y Sirius al notarlo la arrimó más hacia él.
Venga Elizabeth, vas conmigo, no va a pasar nada... - dijo Sirius rodeando con el brazo sus hombros y haciendo que avanzaran juntos hacia el interior de la casa.
Al entrar en la casa Elizabeth observó que a pesar de la apariencia exterior de ésta era acogedora, aunque claro, con el frío que hacía fuera cualquier cosa era mejor...
Bueno, pues ya hemos entrado – dijo Sirius abriéndose la chaqueta – Ven conmigo, vamos a arriba.
¿Qué hay arriba? – preguntó Elizabeth que ya dudaba si debía fiarse de Sirius.
Tranquila, es la habitación. Está en mejor estado que esto, créeme. Yo duermo aquí una vez al mes – dijo él sonriente.
Subieron las escaleras y Sirius abrió una de las puertas del segundo piso. Era una habitación cálida, con un gran ventanal y ocupada por una gran cama con dosel algo destartalada, un escritorio, un piano y un par de de sillas. También había algunos envoltorios de golosinas, Elizabeth supuso que serían los restos de la última visita de los merodeadores a la casa...
Oh vaya, no está mal – dijo Elizabeth examinando la habitación detenidamente.
No, si al final te gustará la casa y todo... - dijo Sirius divertido a lo que Elizabeth respondió sacándole la lengua – Pero venga, quítate el abrigo – le dijo quitándose la chaqueta, dejándola sobre la cama y acercando las dos sillas al escritorio situado al lado del ventanal.
Elizabeth se desabrochó el abrigo rojo de cuello alto que llevaba mientras Sirius la miraba fijamente. "Está realmente guapa" pensaba Sirius sin quitarle ojo de encima. Ella se deshizo del abrigo y lo dejó encima de la cama, llevaba puesta una falda de tablas corta de color negro, una camisa blanca y encima un chaleco rojo con rombos; unas botas altas negras completaban el conjunto que dejó a Sirius boquiabierto sentado en una de las sillas.
Sirius... ¿qué miras con esa cara de estúpido? – le preguntó ella mirándolo con extrañeza.
Nada... Sólo me preguntaba si te gusta tanto el uniforme que lo usas hasta para salir los fines de semana – le dijo él mirándola fijamente.
¡¿Qué?! – exclamó ella Pues que sólo te falta la túnica para ir vestida con el uniforme – dijo él en tono burlón y sacándole la lengua.
Voy a hacer como que no he oído nada – dijo Elizabeth respirando profundamente y sentándose frente a Sirius.
Al sentarse, la falda de Elizabeth se subió un par de centímetros, los justos para dejar ver a Sirius la mayor parte de las piernas de la chica.
¿Sirius? – dijo Elizabeth agitando las manos frente a la cara del chico para hacerle reaccionar - ¿Qué miras?
Na... na... nada – dijo el chico levantando la vista hacia ella y poniéndose algo rojo.
Eh... - Elizabeth miró hacia su falda y rápidamente la bajó hasta las rodillas.
Bueno... ¿Qué te apetece hacer? – dijo Sirius sonriendo.
Mientras, en Las Tres Escobas, Lily y los demás merodeadores se preguntaban dónde diablos estaban Sirius y Elizabeth.
No lo entiendo, pero si Liz me dijo que les esperáramos aquí... - dijo Lily mirando su reloj - ¡Ya tardan más de media hora! – le enseñó el reloj a los demás dando unos toquecitos en la esfera señalándoles la hora.
Bueno, no te preocupes Lily, seguro que están... Por ahí – dijo Remus intentando excusar a su amigo a pesar de estar haciéndose él la misma pregunta que Lily.
¡Pues menuda consideración! Sobre todo por parte de Liz, que soy su mejor amiga... - se quejó Lily.
James era incapaz de articular palabra, sólo tenía ojos para Lily y estaba totalmente embobado, a penas había tocado su cerveza de mantequilla desde que se habían sentado en la mesa.
James ¿te pasa algo? – le preguntó Lily con una sonrisa divertida.
Eh... ¿Qué?... ¡No!... Nada – dijo él volviendo al mundo real y alborotándose el pelo (siempre lo hacía delante de Lily) – Anoche estuve practicando "quidditch" con una chica y...
Prefiero no saber las andanzas de "Casanova Potter" – dijo Remus dando un trago a su cerveza de mantequilla. Peter comenzó a reír y Lily le miró seriamente.
Decidieron dar por perdida la idea de encontrar a Sirius y a Elizabeth, así que ellos siguieron bromeando en el local y luego visitarían algunas tiendas.
En la Casa de los Gritos se escuchaba una suave melodía procedente del piano de cola que se encontraba en el piso alto de la casa... Elizabeth estaba tocando y Sirius no apartaba su vista de ella. Deslizaba sus estilizados y largos dedos por cada tecla del piano acariciándolas y haciendo que de ellas brotaran los más hermosos sonidos. Elizabeth tocaba con los ojos cerrados una sonata un tanto triste que sorprendió a Sirius, pues la chica habitualmente mostraba un carácter muy alegre.
Sintió el impulso de acercarse a ella, de rodearla con los brazos, de acariciar su piel, de besarla... Pero tuvo que contenerse, no quería romper ese momento, esa imagen a contraluz, Elizabeth tocando el piano. Sirius se levantó de la silla y se dirigió a la chica, se colocó tras ella y puso las manos sobre sus hombros. Al instante ella cesó de tocar, sintió el aliento del chico en su cuello y decidió levantarse del taburete.
¡¿Qué crees que estás haciendo Sirius?! – dijo Elizabeth enfadada mirándole fijamente.
Yo... Esto... Elizabeth lo siento, no sé que me pasó... - intentó excusarse el chico.
¿Sabes lo que te digo? Que me voy. No soy ninguna de esas estúpidas niñatas que se mueren porque las beses. ¡Adiós! – dijo ella furiosa poniéndose el abrigo y saliendo rápidamente de la habitación para bajar las escaleras.
¡Elizabeth! – gritó Sirius desde las escaleras, pero ya era demasiado tarde, la chica ya había salido de la casa.
Elizabeth salió de la casa furiosa, con el paso acelerado haciendo que su abrigo ondeara tras ella debido al viento frío de la tarde. Para ella ya se había acabado la visita a Hogsmeade, ahora tan solo deseaba regresar al castillo, encerrarse en los dormitorios y no ver la cara de Sirius.
Sirius... ¿qué era lo que sentía por él? Le conocía desde que había entrado en Hogwarts y siempre habían sido grandes amigos; siempre había estado con ella en los momentos difíciles y la había apoyado. Pero ahora... Ahora todo era confuso, hacía tiempo que no era sólo amistad lo que sentía; pero tenía miedo, miedo a ser rechazada, ¿cómo iba a fijarse en ella uno de los chicos más codiciados del colegio cuando éste además la consideraba su mejor amiga? Para ella esto era imposible, pero Sirius no pensaba lo mismo...
