Ya sé que poner el cuarto capítulo ahora es precipitado y que no he recibido ningún review (es más, no creo que nadie lo haya leído), pero es que el sábado 24 de julio me voy a Oxford (Inglaterra) y no volveré hasta el día 13 de agosto, así que tomad esto como un regalito hasta que vuelva con el fic terminado (eso espero, y habrá sorpresa con el final, lo aseguro...) y pueda actualizar todo.
¡¡Disfrutad y dejad reviews!!
P.D.: ¡¡Se me olvidaba!! Los personajes de esta historia pertenecen a la señora J.K. Rowling a excepción del personaje de Elizabeth Wrightman que ha sido creado completamente por mí.
CHAPTER IV: ABOUT A GIRL.-
Tras el "incidente" de la visita a Hogsmeade Elizabeth no había vuelto a dirigir la palabra a Sirius y había procurado encontrarse con él lo menos posible. Por más que Lily intentaba sonsacarle el por qué de esa actitud ella se negaba a darle explicación alguna a su mejor amiga y se escudaba en la excusa del cansancio debido a los exámenes de preparación a los ÉXTASIS que tenían por costumbre hacer en Navidad. Pasaba sus ratos libres en la biblioteca, si estudiaba o no ese era otro tema, pero cualquier cosa era mejor que encontrarse cara a cara con Sirius y, al fin y al cabo, de todos era sabido que uno de los sitios del colegio al que más aversión tenía el chico era la biblioteca.
Sirius estaba preocupado, toda una semana sin hablar con ella ¿tan malo había sido su comportamiento? Él tan sólo quería acercarse a ella algo más, no podía ignorar sus sentimientos pero... ¿Y si Elizabeth no sentía lo mismo? Seguramente sería eso, por eso había salido corriendo aquél día de la Casa de los Gritos, ella no le quería y por eso había reaccionado así, por eso le había molestado tanto, por eso se había enfadado. Ella sólo le consideraba un amigo, sólo un amigo...
El sábado, algo abatido y cansado por la semana, Sirius decidió quedarse en la sala común. Tampoco ese día había visto a Elizabeth, aquello se le estaba yendo de las manos, había pensado que en un par de días todo volvería a ser normal, pero no había sido así y eso le tenía preocupado.
James había observado a su amigo durante la semana, le veía apagado, ni siquiera se había reído cuando habían hecho que Snape cayera al lago y eso no era normal en él. No había querido preguntarle nada sobre lo que había pasado en la visita a Hogsmeade, no le parecía adecuado debido al estado de ánimo de su amigo, pero definitivamente había llegado el momento de hacerlo, así que aprovechó que Sirius se quedaba en la sala común para hablar con él.
¡Hey Sirius! – dijo James sonriendo y sentándose junto a su amigo en una butaca junto al fuego - ¿Te apetece hacer algo hoy?
No, gracias James – dijo Sirius con voz cansada – Mejor vete a la conquista de Lily, será más provechoso para ti...
No, he decidido darle un respiro... ¿Por qué tan abatido Canuto? – preguntó a su amigo interrogándole con la mirada.
Psss no es nada Cornamenta, los exámenes, el quidditch, Eli.... Esto... Ya sabes, es cansado – dijo fingiendo un bostezo.
Venga Canuto, no seas pesado ¿Por qué no me lo cuentas ya?– le dijo James sin apartar la mirada de los ojos de su amigo - ¿Qué pasó el otro día en Hogsmeade con Elizabeth?
Ya te he dicho todas las veces que me has preguntado que no pasó nada – le respondió algo molesto.
Y yo te sigo diciendo que no me lo creo, Elizabeth nunca ha sido tan distante con nosotros, y menos contigo... ¿Qué fue lo que hiciste? – preguntó James seriamente.
¿Tú qué te crees? ¿Qué soy un pervertido? - dijo Sirius ofendido apartando la vista de su amigo – El problema es que no le hice nada, al menos si hubiera hecho algo se hubiera enfadado con razón...
Pero qué pasó – dijo James ya algo desesperado por las respuestas de su amigo.
Está bien, te lo diré... - dijo con un suspiro – El día de la visita llevé a Elizabeth a la Casa de los Gritos...
Muy romántico Canuto – murmuró James por lo bajo.
Te he oído – dijo Sirius molesto – Bueno, pues como te estaba diciendo la llevé allí, al principio no quería entrar, pero cuando conseguí que lo hiciera y que subiera a la habitación se sorprendió, le gustó el sitio... Estuvimos hablando y vio el piano... Me preguntó si podía tocarlo y yo le dije que sí....
¿Y? ¿Qué pasó? – preguntó James curioso.
¿Me quieres dejar respirar? – le contestó Sirius mirándole de reojo.
Vaaale – replicó.
Ella empezó a tocar el piano y... Estaba más guapa que nunca... Yo quería besarla, me contuve... Pero acabé acercándome a ella... Sólo me apoyé en sus hombros... Pero ella se molestó, se fue corriendo y desde entonces no me habla... - terminó de explicar Sirius desanimado.
Ahora entiendo por qué me dijiste que ojala hubieras hecho algo – le dijo James a su amigo apoyando la mano en su hombro en señal de apoyo – Pero ¿no has intentado hablar con ella?
¿Cómo? Me evita por cualquier lado, no me habla... - dijo Sirius dejándose escurrir en la butaca.
Pues síguela, hasta arreglarlo... Tú ¿la quieres? – dijo James mirando fijamente a su amigo.
Sí. Al principio creía que sólo era un capricho pero... Es distinto, la conozco desde hace años y me encanta su forma de ser, de actuar, me gusta toda ella James – dijo él fijando sus ojos azules en los de su amigo.
Entonces no tienes nada que perder por intentarlo Sirius, ve a por ella – le animó.
No creo que...
¿Qué no crees qué? – le dijo algo enfadado James – Ve a buscarla, donde sea... Seguro que está en el sitio que más odias...
¿En la sala común de Slytherin? – preguntó extrañado Sirius.
No, idiota... Ya sabes, en la biblioteca... - le dijo James- Venga ¡ve allí y díselo!
Gracias James – dijo el chico sonriendo por primera vez en toda la semana y salió a toda prisa de la sala común hacia la biblioteca.
Aquella carrera se le hizo eterna, los pasillos y corredores le parecieron interminables, pero finalmente llegó hasta la biblioteca jadeante y sin aliento. Se paró en la puerta, tomó aliento y entró en busca de Elizabeth, James le había dado muchos ánimos y no sabía como agradecérselo. Buscó por todas las partes de la biblioteca pero sin encontrar ni rastro de ella hasta que llegó a un oscuro rincón situado entre varias estanterías y bloqueado por otra más de estas, tan sólo había un pequeño hueco para pasar. Se asomó y allí la encontró, descansando, recostada en la silla con la cabeza mirando al techo y con los ojos cerrados.
Una vez más la veía hermosa aunque estaba bastante mal arreglada, algo raro en ella. Se acercó lentamente a ella, sin hacer ruido y se situó a su espalda, pero no pudo resistir la tentación de probar aquellos labios y decidió besarla. Se inclinó sobre ella y suavemente le robó un beso, el tacto de sus labios era cálido y su sabor dulce, como él había imaginado. Pero ella despertó de su sueño y al ver a Sirius inclinado sobre ella y besándola no pudo hacer más que gritar.
¡Estúpido Black! Creo que te lo dejé bien claro el otro día, yo no soy ninguno de tus juguetes – le espetó furiosa Elizabeth apartándose de él.
Escúchame un momento por favor Elizabeth – dijo Sirius mirándola fijamente – Quiero pedirte disculpas por lo del otro día, yo... No quería hacer nada, sólo...
No quiero escucharte, acepto tus disculpas, pero no quiero escucharte – dijo ella levantándose de la silla, pero Sirius la sujetó por el brazo.
Esta vez no vas a huir, no te dejaré – le dijo él haciendo que se volviera a sentar en la silla – Me vas a escuchar quieras o no quieras...
Elizabeth intentaba resistirse, no quería, no quería hablar con él ¿Y si él le decía que la quería? ¿Qué iba a hacer ella? ¿Qué iba a hacer? Ella... Ella también le quería, pero no quería ser una más en su lista, no quería convertirse en un simple nombre después de todos esos años de amistad.
Sirius yo... - quiso protestar Elizabeth.
No te admitiré ninguna excusa – dijo Sirius mirándola fijamente – Elizabeth, yo... Yo te quiero.
