¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODO EL MUNDO POR LEER EL FIC!!! Y especialmente a PeKe, mi compañera de fatigas que me echa muchas veces una mano para que esta historia siga adelante ¡¡¡GRACIAS ''MUSA''!!!

¡¡GRACIAS POR LOS REVIEWS!! ¡¡ME ALEGRA MUCHO QUE OS GUSTE ESTA HISTORIA!!

Y bueno, ahora algo más de seriedad puesto que los personajes no son míos sino que son propiedad de la señora Joanne Kathleen Rowling menos Elizabeth Wrigthman sobre la cual tengo todos los derechos y si alguien osa utilizarla sin mi permiso se verá con mis abogados (es mentira, pero a que acojona ¿eh?)

¡¡¡DISFRUTAD DE ESTE CAPÍTULO EXTRALARGO!!!


CHAPTER VII: WITH YOU.-

El vestíbulo de Hogwarts era un hervidero de estudiantes y baúles, la mayoría del colegio se iba a casa a pasar las vacaciones de Navidad. Allí se encontraban los merodeadores junto con Elizabeth y Lily charlando animadamente antes de partir.

Canuto ¿estás seguro de que te quieres quedar? - preguntó insistente Remus - Vais a estar Elizabeth y tú solos en todo Gryffindor...

Precisamente por eso - le susurró Peter a su amigo dándole un codazo, por una vez éste había sido más avispado que el licántropo.

Ejem, ejem... Bueno, ya os escribiremos para ver que tal os va - dijo Lily tomando su bolsa de viaje.

¡Alumnos de Gryffindor! ¡Silencio por favor! - exclamó McGonagall desde las grandes puertas de roble - Seguid al señor Filch para dirigiros a los carruajes ¡Felices vacaciones!

Hey Lily, deja eso, yo te lo llevo - se ofreció un James sonriente - Por cierto Canuto.... Espero que no hagas nada raro... Tú ya me entiendes ¿no?

Pe... Pero... ¡Pero James! ¿Estás loco? - tartamudeó Sirius poniéndose de un tono escarlata que hacía juego con las bolas del árbol de navidad del vestíbulo. Todos rieron al ver la cara de Sirius.

Bueno chicos, lo dicho, ya os escribiremos para ver que tal lo estáis pasando - finalizó Remus, dio unas palmaditas en el hombro de Sirius y cogió su baúl para arrastrarlo hacia fuera.

Adiós hermano - dijo James a Sirius abrazándole - Y cuidado con lo que haces... - le dijo al oído mientras Sirius se volvía a poner colorado.

Ya basta James, déjales en paz - dijo Lily tirando de la túnica al chico - Elizabeth, cuídate por favor ¿ok? - le dijo a su amiga.

Por supuesto - dijo ella sonriendo.

Bueno Lily, vámonos - dijo James cogiéndola del brazo.

Oye Cornamenta, desde cuando Lily y tú... - dijo extrañado Sirius.

Eso digo yo, Lily... - dijo también extrañada Elizabeth interrogando a su amiga con la mirada.

Esto... Veréis... Es que... Estabais tan ocupados el uno con el otro que... - intentaron excusarse mientras se iban alejando poco a poco.

¡Traidora, no me contaste nada! - le gritó Elizabeth a su amiga.

Pero si ya te has enterado ¿qué más da? - le contestó James a la chica.

¡No me lo puedo creer! ¡Qué traición por tu parte Cornamenta! - dijo Sirius haciéndose el ofendido intentando ocultar su sonrisa mientras pensaba 'Al fin lo logró, parecía que nunca iba a pasar...'

¡Alumnos de Gryffindor por favor! Abandonen ¡ya! el castillo - les ordenó McGonagall.

Bueno, ahora sí que os tenéis que ir si no queréis que McGonagall aumente los deberes de Transformaciones que mandó para las vacaciones - dijo Elizabeth abrazando a su amiga.

Pasadlo muy bien ¿ok? - les dijo Sirius a los merodeadores - E id pensando en nuevas bromas - esto último lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Por supuesto - le respondió James mientras los demás merodeadores asentían con una pícara sonrisa dibujada en sus caras.

¡Adiós! - se despidieron todos de la pareja cuando ya traspasaban las puertas de Hogwarts.

¡¡Adiós!! - respondieron ellos cuando sus amigos ya se encontraban caminando hacia los terrenos de Hogwarts.

Una vez hubieron salido todos los estudiantes la puerta se cerró y en el vestíbulo sólo quedaron Sirius y Elizabeth. Ella apoyó su cabeza en el hombro del chico y éste agarró con uno de sus brazos su cintura y con el otro tomó la mano de Elizabeth.

Bueno, dime que te apetece hacer ahora que estamos solos - dijo Sirius soltándose de la chica y poniéndose frente a ella - Tus deseos son órdenes para mí - añadió haciendo una profunda reverencia a Elizabeth, lo que provocó que esta comenzara a reírse de él

Mmmm tal vez... - comenzó a decir Elizabeth adquiriendo una postura pensativa - Podríamos ir a pasear por la orilla del lago...

Vayamos pues al lago - dijo él y extendió su brazo hacia Elizabeth - ¿Aceptáis tomar del brazo a vuestro humilde siervo mi bella dama? - dijo haciendo reír nuevamente a Elizabeth.

Elizabeth tomó el brazo a Sirius y los dos se dirigieron hacia los terrenos en los que solían pasar sus ratos libres. Pasearon por toda la orilla del lago cogidos del brazo mientras contemplaban el paisaje nevado. Hogwarts era realmente bonito en invierno, las montañas nevadas y el lago cubierto por una fina capa de hielo. Cansados ya de caminar decidieron sentarse recostados en el tronco de uno de los sauces que rodeaban la orilla del lago, Sirius apoyando su cabeza en las piernas de Elizabeth mientras ella acariciaba su pelo.

Ya sólo quedan dos días para Navidad... – dijo Elizabeth con un suspiro.

Sí, es verdad... ¿Qué quieres que te regale? – preguntó Sirius mientras jugueteaba entrelazando sus manos con las de la chica.

Oh, no quiero nada Sirius... - replicó ella.

Pero si desde que nos conocemos siempre te he hecho regalos por Navidad – le respondió.

Pero sabes que nunca me ha gustado que lo hagas...

Además, esta vez tiene que ser algo especial... Como tú – dijo él besándole la mano a la chica.

Sirius, deja ya el tema. No quiero nada, de verdad... - respondió la chica.

Demasiado tarde – dijo el chico incorporándose y sentándose frente a ella – Ya te lo he comprado – le confesó riendo pícaramente.

¿Entonces para qué me preguntas? – le dijo Elizabeth algo contrariada – Siempre acabas haciendo lo que te place...

Oh vamos, no te enfades... - dijo acariciando el rostro a la chica – Te daré ahora un adelanto de mis regalos – él tomó suavemente su rostro entre las manos y besó sus labios de una manera dulce y pausada, sin prisa alguna.

Vaya, al final creo que no me va a importar que me hagas un regalo si es como este – dijo ella cuando se separaron – Yo también tengo un regalo para ti... - Sirius sonrió creyendo que ella haría lo mismo que él – Pero no te lo voy a dar ahora – y dicho esto Elizabeth se levantó dejándole sentado y algo sorprendido.

Elizabeth se dirigió a la orilla del lago caminando lentamente mientras Sirius la observaba desde el árbol, cada movimiento, cada gesto que ella hacía provocaba que, poco a poco, enloqueciera de amor por ella.

Ella miraba las aguas del lago tranquilas y cubiertas en algunas partes de pequeñas placas de hielo, fijó su mirada en su reflejo, vio reflejada en las aguas la felicidad que sentía, pero también el temor por la vida de sus padres, no sabía donde estaban ni si se encontraban bien, esas iban a ser unas Navidades agridulces para ella.

De repente sintió las manos de Sirius en su cintura, al principio tan sólo se posaron en ella, pero después fueron moviéndose por su costado buscando sus cosquillas, hasta que las encontraron... Elizabeth no podía parar de reír e intentaba caminar para huir de aquella "tortura" a la que le estaba sometiendo Sirius. Él reía alegremente al ver a la chica así, se veía tan hermosa cuando reía. En un despiste de Sirius, Elizabeth pudo echar a correr, pero él la siguió. Corrieron por la orilla del lago y cuando Elizabeth se detuvo exhausta también Sirius lo hizo, pero con tan mala suerte que al frenar cayeron los dos al suelo rodando por la orilla. Pero para Sirius no era suficiente y ya que se encontraba encima de ella tras la caída aprovechó la situación y siguió haciéndole cosquillas.

Si... Sirius... pa... para... para por fa – dijo ella entre carcajadas.

Eres muy ingenua si piensas que voy a parar tan fácilmente – dijo él inclinándose más sobre ella.

Basta Sirius por favor – consiguió decir de un tirón aguantando la risa.

No, no, no, esto te pasa por ser una niña mala – dijo riendo el chico.

De repente, mientras Elizabeth se retorcía para apartarse de las manos de Sirius le empujó haciendo que el chico perdiera el equilibrio por completo y acabara dentro del lago empapándose de agua helada.

¡Sirius! – exclamó la chica corriendo hacia donde él estaba - ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?

No... Tal vez me mojé "un poquito"– dijo él irónicamente mientras se incorporaba y observaba el estado en el que había quedado.

Sirius, vamos a la torre, deberías cambiarte si no quieres coger un buen resfriado – dijo Elizabeth cogiendo la mano al chico.

¿Pero qué dices? Estás hablando con el hombre del agua – dijo soltándole la mano y adoptando la pose de un guerrero griego

Sirius... ¡¡VAMOS!! – le dijo al chico ya enfadada.

¡Achís! – estornudó Sirius – Está bien, vamos a la torre... - dijo resignado.

Entraron al castillo mientras Sirius seguía estornudando y dejando un rastro de agua por todas las escaleras que conducían a la torre de Gryffindor. Cuando llegaron Elizabeth se paró en las escaleras de los dormitorios...

Venga Sirius, ve a cambiarte – le dijo Elizabeth frotando su mano contra el hombro empapado del chico – Yo te espero aquí.

¿No vas a subir conmigo? – preguntó él inocentemente.

Sabes que está prohibido, yo no puedo ir a tu habitación – le respondió.

Oh, vamos Elizabeth ¿cuántas veces he ido yo a tu cuarto? ¿Cuántas veces ha visitado James vuestro cuarto para ver a Lily? ¿Qué más da que subas? Además, no hay nadie... - le dijo intentando convencerla.

Sirius no...

Vamos, ven...- tomó de la mano a la chica y subió las escaleras hacia su cuarto.

Elizabeth suspiró, no sabía cómo lo hacía Sirius, pero siempre conseguía que ella se doblegara a su voluntad. No era que no tuviera ganas de subir a la habitación de Sirius, lo que pasaba era que tenía miedo de que la situación se le fuera de las manos y pudiera dejarse llevar.

Llegaron a la habitación de los chicos de séptimo y Sirius la hizo entrar primero para asegurarse de que no se escapaba. La habitación estaba completamente ordenada exceptuando una esquina junto a la ventana, allí estaban la cama y el escritorio de Sirius y la verdad es que resultaba difícil pensar que se pudiera encontrar algo en semejante desorden. El chico cogió ropa de su baúl y se acercó a Elizabeth, que estaba de pie junto al escritorio.

Espérame aquí ¿Vale? – dijo mientras la hacía sentarse sobre su cama – Yo sólo voy a cambiarme, no tardo – le dio un fugaz beso en los labios y se dirigió hacia el baño.

Elizabeth se dedicó a observar el cuarto mientras esperaba a que Sirius volviera. El cuarto era muy amplio y al lado de cada una de las cuatro grandes camas con dosel que se encontraban en la habitación había un gran ventanal frente al cual estaban situados los escritorios. En el centro una chimenea que crepitaba calentando la habitación en esos fríos y húmedos inviernos que pasaban en Hogwarts.

A los cinco minutos volvió Sirius, aún estornudando, pero por lo menos se había desprendido de las ropas húmedas que traía. Se tumbó junto a Elizabeth en su cama y cerró los ojos dejando que el calor de las llamas de la chimenea le calentara la piel que se le había quedado fría tras el chapuzón.

Siento haberte estropeado el paseo – le dijo a la chica acariciando su espalda – Ya sabes que me encanta bromear y...

Tranquilo, no pasa nada – dijo ella recostándose junto a él y mirándole directamente a la cara – Me da igual el lugar, mientras esté contigo...

Sirius abrió los ojos y la miró fijamente, extendió su mano y con ella rodeó la cintura de la chica acariciándola lentamente subiendo hacia su espalda. Elizabeth cerró los ojos un segundo, se estaba tan bien así, sin nadie que molestara, sin nada de qué preocuparse, tan sólo el silencio y ellos... Ella acercó lentamente su cara a la de Sirius y buscó sus labios con los suyos, besó todo su rostro hasta por fin llegar a sus labios, esos que tanto le gustaban... Nuevamente perdieron la noción del tiempo, estaban juntos, eso era lo único que les importaba. Sirius no paraba de prodigarle pequeños y dulces besos a la chica mientras la acariciaba suavemente; ella jugueteaba con el cabello del chico y acariciaba los brazos que la rodeaban. Entonces él deslizó una de sus manos hacia abajo y comenzó a acariciar las piernas de Elizabeth, lo que provocaba que su falda se levantara un poco. Pero ella al sentir el contacto de la aún fría mano de Sirius contra su piel se estremeció y la apartó rápidamente incorporándose en la cama.

Lo siento Elizabeth, yo... Yo no pretendía hacer nada, te lo prometo – intentaba excusarse Sirius mientras se incorporaba en la cama y se situaba a la espalda de la chica – Perdóname.

Sirius... Yo... Yo no creo que sea el momento, no ahora, aún no... - le dijo la chica mirando hacia el suelo.

Lo sé, y perdóname por haber hecho esto, te lo juro, yo... Yo me dejé llevar, no soy de hielo... Tú sabes como somos los hombres ¿no? Que llega un momento en que nos entra una "fiebre"... Y la verdad es que ahora... – le dijo Sirius fingiendo seriedad.

¡¡SIRIUS!! – dijo la chica algo molesta volteándose para mirarle a la cara.

No te pongas así, era una broma – dijo él sonriendo ante su reacción.

Tú y tus bromas... - refunfuñó ella.

No te enfades – dijo él con una irresistible sonrisa mientras depositaba en los labios de la chica un dulce beso.

Bueno... - dijo ella resignada esbozando una media sonrisa.

¿Te había dicho alguna vez cuanto te quiero? – preguntó a la chica retirándole el cabello de la cara.

Sí...

Pues permíteme que te lo repita, te quiero... - y besó nuevamente aquellos labios que tanto deseaba.

Elizabeth y Sirius se recostaron de nuevo en la cama y comenzaron a hablar mientras miraban hacia el techo.

Elizabeth... ¿Cuál era el encantamiento que usaste para poder ver el cielo en el dosel de tu cama? – le preguntó el chico – Me gustaría hechizar este, sobre todo para las noches que no pueda dormir.

Ah, pues es fácil – dijo ella mientras sacaba su varita de la túnica – Ya lo hago yo por ti ¡Caelum videre! – y con un movimiento de varita se reveló en el dosel el cielo exterior.

¡Hey! ¡Es fantástico! – exclamó el chico sin apartar la vista del dosel – Mira, esa es mi estrella. (Nda: Sirius, la estrella más brillante de la constelación Canis maior, resumiendo, la estrella más brillante de la constelación del perro)

Sirius, ya sabes que soy muy mala en Astronomía... - dijo ella mirándole de reojo.

Serás muy mala en Astronomía, pero yo tampoco tengo mucha idea de Pociones... De verdad, aún no sé como puedes saber tantas cosas - dijo Sirius sonriendo – Me sorprendes...

Ya ves, una que va a la biblioteca, no como otros... Que parece que le tienen alergia – dijo riendo.

No es que le tenga alergia, simplemente es que no me gusta tener que estar todo el tiempo callado, me parece aburrido – explicó el chico.

¿Qué no es para ti aburrido a parte del Quidditch y las bromas? – le preguntó la chica.

Estar contigo – respondió él sonriendo.

Ah, mmm, vale...

Jajajaja te has puesto colorada – rió Sirius y besó la mejilla de la chica.

Es que me has pillado de sorpresa – se excusó ella.

No importa, también estás muy guapa cuando te sonrojas – le dijo sonriente.

¡Calla Sirius! – se quejó ella.

Oye Elizabeth... Tú... ¿Te gustaría quedarte a dormir hoy en esta habitación? – preguntó inseguro y la chica lo miró sorprendida – No digo en esta cama ni nada parecido, sólo que como estamos los dos solos en la torre no me parece que debas estar tu sola en ese cuarto...

La verdad es que me da un poco de miedo dormir allí sola, pero no creo que debamos...

Venga Elizabeth, aprende a no seguir de una vez por todas las reglas a rajatabla, no tiene nada de malo, no vamos a dormir en la misma cama – le dijo el chico – A menos que tú quieras... – susurró para sí mismo.

Aquella noche, y tras pasar todo el día de aquí para allá, entraron en la sala común rendidos del cansancio. Eran las once y media, pero a pesar de su cansancio ninguno de los dos tenía ganas de irse a la cama...

Sirius ¿tienes sueño? - le preguntó Elizabeth mientras se dejaba caer en uno de los sofás frente a la chimenea.

No, pero estoy cansado, llevamos todo el día caminando... - contestó él sentándose junto a ella.

Ya, tienes razón... Si como mínimo hubiera alguien mas aquí pues podríamos distraernos... – dijo ella recostándose sobre el chico.

¿Alguien más? Yo más bien diría alguien... - dijo sirius colocando sus brazos alrededor de la cintura de la chica.

Por lo menos estás tú - dijo ella tomándole del cuello de la camisa para acercarle más.

Elizabeth... Al final... ¿Dónde quieres dormir? – le dijo intrigado.

Mmmm lo he pensado y... - dijo Elizabeth con una expresión pícara en el rostro - Creo que dormiré contigo - contestó y atrapó los labios del chico con los suyos.

Entonces te aseguro que no pasarás frío esta noche - le dijo Sirius a la chica entre besos.

¿Y quién te ha dicho que íbamos a dormir en la misma cama Black? - le dijo ella sonriendo maliciosamente.

¡Oh bien Sirius Black! Pareces tonto ¿Cómo iba a dormir ella en tu misma cama? - se recriminó en voz alta sin darse cuenta.

Todo a su tiempo... - dijo la chica sonriéndole y acercándole de nuevo para besarle.

Pero Sirius rechazó el beso de Elizabeth y apartándola se levantó del sofá.

¡Hey Sirius! ¿Qué pasa? ¿Estás enfadado de verdad? - le preguntó ella siguiéndole.

¿Yo? ¡Qué tonterías dices! - dijo caminando rápidamente por las escaleras sin siquiera voltearse a mirarla en ningún momento - Sólo soy un estúpido sin sentimientos.

Pero ¿Qué pasa? ¿Me he perdido algo? ¿A qué viene esa frase? - le dijo ella confusa entrando tras el chico a la habitación antes de que este la cerrara con un leve portazo.

Estoy muy cansado. Tú puedes elegir cualquiera de las otras tres camas ¿Entendido? – le dijo severamente - Buenas noches - y se metió dentro de la cama.

¡¡¡SIRIUS BLACK!!! - gritó la chica poniéndose al pie de su cama - ¡¡Si estás enfadado conmigo, ahora mismo me dices los motivos!! ¡Y si con quien estás enfadado es contigo mismo, problema tuyo es pero conmigo no la pagues! ¡¿Entendido?! - le espetó ella arrancándole de un tirón las mantas.

¡Estoy enfadado contigo porque no confías en mi Elizabeth! – le contestó levantándose y colocándose delante de la chica,

¡¿Qué no confío en ti?! - se enfrentó a él - ¡Muy bien Black! ¡Me alegra que pienses eso! ¡Sobre todo cuando a ti te confiaría mi propia vida si hiciera falta!

¿Y entonces porque no eres capaz de dormir conmigo en la misma cama? ¿Qué pasa? ¿De que tienes miedo? ¿Me crees capaz de hacerte algo que tú no quieras?- dijo con un tono de voz algo más suave tras escuchar las palabras de la chica.

¿Sabes qué? Déjalo Sirius ¿vale? - le contestó con voz quebrada - Tal vez no sea la persona adecuada para ti...

Yo sólo te pido que confíes en mí – le dijo dulcemente tomándola por el brazo - No hay nadie tan perfecto para mi como tú.

Lo... Lo siento... Yo... No sé por qué... - dijo entrecortadamente mientras las lágrimas resbalaban por su rostro.

Schhh - susurró mientras secaba con sus pulgares las lágrimas que le resbalaban por las mejillas, las suaves mejillas de Elizabeth - Lo siento yo también... No... No debería haberme comportado de esa manera. Perdóname por favor...

Yo... - comenzó a decir ella - Yo te quiero Sirius... - levantó su rostro y miró fijamente a los ojos del chico.

Y yo a ti también – le susurró acercándose a ella y le dio un apasionado beso que tan solo se cortó cuando el aire empezó a faltarles – Entonces... - dijo Sirius más alegre - ¿En qué cama vas a dormir?

Bueno... ¿Para qué vamos a deshacer otra cama más no? - dijo ella esbozando una media sonrisa.

Entonces madame, sea bienvenida a la cama de Black, poseedora de las más maravillosas vistas del magnifico cielo británico – dijo apartándose de la chica sonriente y haciendo un gesto ampuloso.

Nunca cambiarás - le dijo sonriendo mientras se metía en la cama y esperaba a que él hiciera lo mismo.

Por supuesto que no - le contestó él tumbándose a su lado y arropándose con las mantas - ... Gracias - le susurró mientras le daba un dulce beso en los labios y pasaba su mano por su cintura.

No me tienes que agradecer nada... En el fondo he sido algo estúpida - le dijo ella acariciándole el cabello.

¿Estúpida? ¿Por qué? - preguntó él.

Por pensar que tú eras como los demás - contestó y le besó suavemente.

Nena, Sirius Black sólo hay uno – le dijo sonriendo.

Y yo he tenido la suerte de encontrarlo - dijo besándolo nuevamente.

Por cierto... - dijo mientras la chica apoyaba la cabeza en su pecho - Quieres dormir o prefieres..... Ver las estrellas.... ¿Elizabeth? ¿Cariño? – pero al ver que no le contestaba se dio cuenta de que se había quedado dormida encima suyo - Ese es tu encanto Sirius – murmuró para sí mismo mientras cerraba los ojos para dormir igual que ella.

Aquél día amaneció nevado, tras las ventanas se podía ver la nieve caer y cubrirlo todo con un espeso manto blanco. Hacía rato que Sirius había despertado y miraba distraídamente el cielo exterior en su dosel esperando impaciente a que Elizabeth despertara...

Buenos días Sirius - murmuró la chica al despertar aún sobre su pecho.

Hey, por fin has despertado – le dijo besando su cabello - pensaba que pasaríamos el día de Navidad aquí...

Eres un exagerado - le dijo y besó sus labios - Feliz Navidad - lo besó nuevamente.

Feliz Navidad – le devolvió el beso – Liz, no es que no me guste estar así contigo pero... Es que no puedo mover el brazo derecho y a los pies de mi cama me espera una pila de regalos suplicando que los abra...

La verdad es que no debería dejarte levantar - dijo ella divertida mientras le retenía - Eres como un niño pequeño...

No disimules, se que te encanta que sea así – dijo sonriéndola – Mira, tú también tienes muchos regalos - dijo señalando otro montón de regalos al pie de la cama intentando distraer a Elizabeth.

Está bien... - dijo resignada levantándose de encima del chico - Vete a ver los regalos... Pero no esperes encontrar el mío, no está ahí...

Entonces ese tan grande de ahí ¿De quien es? - dijo en un intento de parecer indiferente aunque en realidad miraba a su alrededor en busca de alguna pista sobre su regalo.

Mmm no sé, supongo que será de los tuyos... - supuso Elizabeth

Y... ¿Dónde tienes mi regalo? -dijo levantándose de la cama y acercándose corriendo hacia los paquetes.

Ya te lo daré luego - dijo ella mientras se levantaba y se tapaba con una de las mantas debido al frío que hacía a pesar de estar la chimenea encendida - ¡Mira! El primero es el de Lily - tomó entre sus manos un paquete de tamaño considerable.

No es justo, el tuyo es mas grande – dijo poniendo cara de perrito abandonado - A mi Lily solo me a mandado... - mientras rebuscaba entre los paquetes - Esto - señaló un pequeño paquetito envuelto en papel azul brillante - Lily no me quiere – murmuró haciendo una mueca de niño triste que provocó la risa de Elizabeth.

Bueno, no te quejes - dijo todavía riendo la chica - El de James es más grande... - abrió el paquete de Lily - ¡Voy a matarla! ¡¿Cómo lo ha conseguido?! ¡¡El uniforme de Quidditch de la selección galesa!!

Creo que James se lo consiguió. Como el es medio galés, supongo que conocerá a alguien por ahí... ¡Ah! Por cierto... - dijo, y con un movimiento felino cogió un pequeño paquetito de los regalos de Elizabeth - El tuyo también te lo daré más tarde - y le regaló una preciosa sonrisa de niño inocente.

Como quieras, no soy tan materialista como tú - le dijo sacándole la lengua - A ver ahora... ¡¡Los de mis padres!! - dibujó una amplia sonrisa en su rostro.

¿Ves? Yo de esos no tengo - le dijo sonriendo pero con un ligero amargor en su voz - Aunque... ¡Mira! ¡De los padres de James!

Los Potter te quieren como si fueras su propio hijo... - dijo sonriéndole - ¡¡Adoro a mis padres!! - exclamó cuando abrió un paquete que contenía una túnica nueva de gala verde oliva, un precioso libro para escribir encuadernado en cuero rojo y con grabados en oro, una pluma color escarlata y algunas prendas de vestir muggles, entre ellas un precioso abrigo negro de cuello alzado

Seguro que ese abrigo te queda como un guante... - murmuró despreocupadamente pero sin apartar la vista del paquete que estaba desenvolviendo - ¡¡Que grande que eres Jamsie!! - exclamó tan fuerte que sorprendió a la chica. Lo que había desenvuelto era una extraordinaria cazadora de cuero negro que no dudó un segundo en ponerse.

Oh sí, irresistible Sirius, con pijama y chupa de cuero - le dijo irónicamente - ¡Hey! ¡Tengo un regalo de los demás merodeadores! - exclamó algo extrañada – Pero... ¿De todos juntos? Y también tiene una carta...

¿Qué? ¿Te han hecho un regalo sin decírmelo? Ya hablaré yo con ellos cuando vuelvan... ¿Qué dice la carta? - preguntó colocándose tras la chica para ojearla por encima de su hombro.

Querida Elizabeth - comenzó a leer la chica - Como eres la novia de nuestro querido Canuto, hemos decidido que debes saber algo más de él... - dejó de leer en voz alta y empezó a reírse - Por eso te regalamos un álbum de fotos con los mejores momentos del mayor playboy de Hogwarts, Sirius Black - la chica, sin parar de reír, abrió el álbum de cuero rojo y empezó a ver algunas fotos un tanto cómicas. (Nda: Sobre todo cuando vio aquella en la que Sirius está dormido en el expreso de Hogwarts y cayéndosele la baba, ahí mataron el mito erótico de Black...)

¡Eh! ¡Tú no puedes ver eso! - dijo Sirius sonrojado hasta la punta de las orejas - ¡Dámelo! - intentó arrebatarle el álbum, pero en el forcejeo acabo tapando los ojos de la chica con su mano derecha y con la izquierda la agarró la cintura.

Ahora podrías darme mi regalo ¿no? - le susurró la chica al oído mientras acariciaba la mano que sujetaba su cintura - Ya no tenemos más regalos por abrir que los nuestros...

Claro... - dijo Sirius sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda al sentir a la chica tan cerca - Toma – le dio un pequeño paquete color oro y la giró hacia el para mirarla a los ojos - Feliz Navidad - dijo a la chica y le dio un ligero beso.

A ver... - murmuraba la chica mientras abría el pequeño paquete dorado que Sirius le había dado - Sirius... Esto... Esto es demasiado para mí, yo no.... - dijo muy sorprendida al encontrarse con una alianza de oro blanco con las iniciales de Sirius y las suyas grabadas en el interior.

¿Te gusta? Me costó mucho decidirme, pero pensé que esta era perfecta, deja que te la ponga... - le dijo feliz al ver su cara de sorpresa ignorando su comentario. Cogió la alianza de las temblorosas manos de la chica y se la puso en el dedo entrelazando después sus manos.

Pe... Pero... ¿Por qué? Sirius, esto... - le dijo aún sorprendida.

Porque te quiero... ¿Hacen falta más motivos? Y por favor, no me vengas con eso de que es muy caro y esas cosas ¿Vale? Lo vi y quise regalártelo.

Gracias - le dijo al chico y abrazándolo le dio un largo y dulce beso.

¡Y ahora mi regalo! – dijo el chico entusiasmado extendiendo la mano para pedir su regalo rompiendo así el romanticismo que antes les rodeaba.

Ah sí, se me había olvidado - dijo la chica esbozando una sonrisa - Aunque no sea tan bueno como el tuyo.... Tómalo - depositó el paquete en las manos del chico.

Si eres tú quien me lo hace para mí es el mejor - dijo mientras liberaba rápidamente el paquete alargado de su envoltorio color bronce - Pero... ¿Cómo que esto no es bueno? Esto es... ¡Gracias cariño! ¡Te quiero! - le dijo mirando embelesado dos entradas para la final del mundial de Quidditch que se celebraría en agosto. Un partido histórico, Inglaterra vs. Escocia - ¡Y además para tribuna!

Me alegra mucho que te guste - dijo ella sonriéndole y tomando una de sus manos - Pero aún te falta otro regalo...

¿Ah sí? ¿El qué? – preguntó intrigado.

Esto - contestó tomándole del cuello para atraerle hacia ella y besó sus labios lentamente mientras le abrazaba.

Mmmm - dijo saboreando los labios de la chica - Me gusta... Éste es el mejor de todos los regalos... - dijo mientras le devolvía el beso que cada vez se iba tornando más y más apasionado.

Sirius... - dijo ella una de las pocas veces que paró para coger aire - ¿Sabes que estás algo ridículo así vestido? - le susurró al oído.

¿Eso que es? - dijo arqueando pícaramente una ceja - ¿Acaso una invitación para que me quite la ropa?

Eso te gustaría a ti Black - le sonrió ella y depositó un suave beso en los labios del chico.

Por qué negarlo... Aunque... Ejem, ejem, mejor dejarlo aquí... - dijo separándose un poco de ella por miedo a no poder controlarse si seguían así.

Sí jajaja - Elizabeth rió divertida al ver la reacción del chico - Mmmm creo que estrenaré hoy la ropa que me han regalado mis padres... Porque digo yo que bajaremos a desayunar y luego saldremos ¿no? - le dijo mientras cogía la ropa que se iba a poner.

¡Claro! ¿Donde te apetece ir antes de comer? – le preguntó mientras él también buscaba la ropa en su baúl.

Mmmm, no sé... Podríamos dar un paseo por los terrenos del colegio... O acercarnos al campo de Quidditch... No sé, algo... - dijo ella pensativa apoyada en el borde de la cama.

¡Ya sé! Te voy a llevar a un lugar que estoy seguro de que te encantará. Está bastante cerca del bosque... Pero es un sitio increíble... – le dijo sonriendo a la chica.