17/Agosto/2004

Reto: Zacharias Smith y Pansy Parkinson.

Retadora: Lathenia

Rating y Spoileado: Hombre, algo sí que hay. Digamos PG13, pero creo que es excesivo. Y la misma presencia de Zacharías ya es algo spoileador.

En el momento crucial, ella echó la cabeza hacia atrás, y él ahogó un grito enterrando la cara en el hueco de su cuello.

Minutos después seguían mirándose con intensidad, aunque podía deberse a que ninguno había recobrado aún el aliento.

- Creía que tú no te tirabas a las tías en los baños-. dijo Pansy finalmente.

- Y yo creía que tú no te tirabas a Huflepuffs-. replicó él.

Ella sonrió de medio lado. La verdad es que tenía razón, pero siempre le habían puesto los jugadores de quidditch, y él estaba tremendo con ese uniforme de buscador, y ese pelo rubio oscuro hecho caracoles que se le pegaban a las sienes.

Los dos comenzaron a vestirse, él con una parsimonia casi ceremonial, ella con movimientos ágiles y mecánicos: ropa interior, blusa, falda, calcetines, clap, clap, clap. Le observó, mirándose en el espejo, poniendo toda su concentración en que la corbata amarilla se ajustara a su cuello con la presión justa, y se preguntó cómo debía de ser sustituir en aquella Casa el puesto de Cedric Diggory. Era evidente que la gente les comparaba y era evidente que Diggory era mejor buscador, pero Smith parecía envuelto en un aura de indiferencia que probablemente era una coraza de defensa. Una que, de repente, se parecía bastante a la que Pansy llevaba.

- ¿Qué haces el jueves por la noche? –dijo ella, antes de darse cuenta de que estaba hablando.

Él, que ya había terminado con la corbata y ahora se dedicaba a que los cordones de los zapatos quedaran equidistantes, la miró entre asombrado y divertido.

- Montármelo con Susan Bones en el Invernadero de Herbología. ¿Y tú?

- Montármelo con Blaise Zabini en los vestuarios de Quidditch. ¿Y de verdad?

- Nada.

- Ni yo.

Pansy se cruzó de brazos, impaciente. "Venga, cenutrio, ahora es cuando tú me invitas, que es que os lo tenemos que decir todo".

- Si quieres, podemos dar una vuelta… -.dijo el cenutrio, al fin.

Ella, que estaba obligada por contrato con la casa Slytherin a hacerse la superior, tuvo que responder con un comentario hiriente.

- Ooooh, qué tierno. ¿Y después qué? ¿El Hufflepuff de buen corazón va a redimir a la Slytherin de mala vida? ¿Vas a guiarme por el buen camino? ¿Vas a hacer que deje de acostarme con medio Hogwarts? ¿Nos casaremos en una pequeña capilla de la campiña francesa? ¿Tendremos dos niños y un doxy y nos dormiremos abrazados todas las noches hasta el fin de nuestros días? ¿Y tomaremos el té a las cin…?

Él la besó porque le pareció que era la única forma de hacerla callar. Mentira, la besó porque se moría de ganas de volver a besarla. Y porque si alguien tenía que redimirla, pues la redimiría él.

- De momento vas a dejar de acostarte con medio Hogwarts. Y de los niños ya hablaremos.