hola les traigo el 2do cap de la adaptación de TERESA SOUTHWICK "LOCA POR TI" (LOCA POR AMARTE) DESTINO, TEXAS#01 y los personajes de Stephenie Meyer. espero que les guste

CAPITULO 2

N o sabía que te habías enterado de lo suyo de esa forma –dijo ella abriendo los ojos de par en par.

Edward miró a todas partes excepto a Bella. Cuando por fin la miró a los ojos, la irritación que sentía se disolvió y se sintió ligeramente culpable, pues se dio cuenta de que su intención había sido conmocionarla. ¿Por qué? ¿Porque ella le hacía recordar todo lo que intentaba olvidar? Parecía una mujer franca, pero también había pensado lo mismo de su hermana y ella lo había dejado por otro. ¿Por qué iba ser Bella distinta? De todos modos, le daba igual, pues no andaba en busca de pareja, pero algo en ella lo atraía, y por aquella sola razón, se dijo a sí mismo, debía andarse con cuidado.

Además, le resultaba difícil creer que Bella no sabía que había encontrado a los amantes en el coche de James, porque las dos hermanas siempre fueron como uña y carne. No obstante, aunque no recordaba muchas cosas de Bella, sí recordaba que era incapaz de fingir.

¿No te contó Irina por qué rompimos? –preguntó Edward.

No supe nada hasta que se fugaron –dijo ella, y sus ojos reflejaban tristeza y furia al mismo tiempo.

¿Cómo se lo tomó tu padre?

Mejor de lo que esperaba.

Así que no signifiqué mucho ni para el padre ni para la hija.

Ella lo miró fijamente.

No lo planeó, Edward. Simplemente ocurrió, se enamoró y…

Y pasó por encima del que se pusiese en su camino –interrumpió él.

Ya no sentía ningún interés por Irina, así que, ¿por qué estaba reviviendo aquello? ¿Para apartar de sí a Bella? No tenía necesidad, ya que ella pertenecía a la familia fundadora de Destiny y su padre había dejado claro que odiaba a Edward. O al menos que a su hija le gustase. Y Bella probablemente compartía aquel sentimiento de su padre y tenía mala opinión de él.

Irina nunca te habría traicionado deliberadamente –dijo ella, y una sombra nubló su cara–. Creo que todo ocurrió muy deprisa y no quería hacerte daño. Conozco a mi hermana y sé lo mal que se sentía.

«Pues entonces me cuesta creer que no supieses nada. Y que no me lo dijeses» añadió para sí.

¿Me estás llamando mentirosa?

¿Te apellidas Swan?

Nadie quiso ponerte en ridículo a propósito, Edward.

La creyese o no, el hecho era que aquello ocurrió hacía diez años. Hacía mucho tiempo que no pensaba en Irina, ¿por qué salía todo de nuevo a la luz al volver a Destiny?

Tienes razón. Lo siento –dijo él pasándose la mano por la nuca.

Aquel primer año en el circuito de rodeo debió de ser duro para ti –dijo Bella–, pues tenías que ver a Irina y a James todo el tiempo.

Lo último que él quería era su compasión.

Solo fue duro porque quedé segundo.

Bella iba a decir algo, pero él siguió hablando del campeonato.

La competición fue buena para la publicidad. La aprovecharon al máximo.

Hasta que James se mató –dijo ella–. ¿Estabas allí?

En aquella ocasión no participé –dijo él negando con la cabeza–, tenía un tirón.

Pero se había enterado, e intentó contactar con Irina. Sin embargo, o no la localizó o ella no quiso hablar con él. De cualquier modo, había pasado mucho tiempo.

Irina rehízo su vida y siguió adelante –dijo Bella suspirando–. Pero fue injusto, disfrutaron muy poco tiempo juntos.

¿Injusto? Desde luego. Pero él también sabía algo sobre la injusticia. La mujer que creía suya lo dejó por su rival, y él lo superó. Solo en otra ocasión se volvió a arriesgar y resultó ser otro gran error.

Había decidido no volver a bajar la guardia con ninguna mujer, y no iba a dejar de hacerlo en aquel momento.

Miró alrededor y se dio cuenta de que había toques femeninos por todas partes, toques caseros. Una sensación de vacío se apoderó de él.

Aprendí también otra cosa –dijo él con más aspereza de la que pretendía.

¿Qué?

Que la vida no es justa, y que a las personas no les importa mucho la justicia. Se forman una opinión sobre algo y no hay forma de cambiarlo. Por ejemplo, dan por supuesto siempre que, de tal palo, tal astilla. Tu padre me lo recordaba constantemente.

Sí. Pero yo sé que no eres precisamente una astilla –dijo ella y se mordió el labio para contener una sonrisa.

A Edward se le había olvidado que Bella ya era capaz de ironizar de aquella forma cuando tenía catorce años. Ahora se le daba mucho mejor; con pocas palabras le había dicho que se estaba excediendo y al mismo tiempo lo había hecho sonreír.

Tienes razón sobre mi padre –dijo–, pero no creo que sirva de nada decirte que lo siento.

Fue hace mucho tiempo –dijo él cruzando los brazos–. Es agua pasada.

¿De verdad? –preguntó ella–. ¿Lo dices también por Irina?

Edward intuyó que su respuesta significaría mucho para ella.- Sí. Yo no soy el mismo chico inmaduro, y según me has dicho, Irina ha seguido adelante. Ahora que está casada y seguramente con un par de hijos…

Bella negó con la cabeza.

No ha habido nadie más desde James.

Resulta difícil creerlo.

¿Por lo guapa que es? –dijo ella, y continuó antes de que él contestase–. Ha estado dedicada a la carrera y después a su trabajo, pero creo que hay otra razón. Es mujer de un solo hombre –añadió como si intentase convencerlo.

¿Tú también? –preguntó Edward.

Bella se sonrojó y bajó la mirada.

No estamos hablando de mí.

Podríamos hacerlo.

No –dijo ella negando con la cabeza–. Preferiría que hablásemos de ti.

Edward asintió. No tenía nada que perder por hacerlo.

De acuerdo. Después de Irina, yo también seguí adelante.

Lo sé –dijo ella, aunque no lo miraba–. Aún recuerdo los artículos en la prensa. ¿Qué se siente al estar en la lista de los vaqueros más solicitados de Texas? ¿Tenéis una novia en cada puerto?

Eso es para los marineros. Además, no te creas todo lo que lees –contestó él.

La tensión que sentía en su cuerpo hacía que Bella quisiera subirse a la silla de montar y domarlo. Pero no podía.

Me alegro de que Irina esté bien y le deseo lo mejor. No le guardo rencor – añadió.

Me alegro –dijo ella con convencimiento–. Me gustaría que mi padre te viese ahora; eres una persona con éxito.

¿Tendría tanto éxito si James estuviese aún vivo? Le gustaba pensar que la rivalidad los había hecho mejorar a los dos, y que habría podido ganar a James Adams. Él quería ser el número uno, pero, al faltar James, ya nunca sabría si realmente lo era.

Me enteré del fallecimiento de tu padre –dijo Edward.

Sí. Fue de un ataque al corazón, hace poco más de un año.

Lo siento.

Bella asintió.

No era un hombre duro, sino todo lo contrario –comentó.

Si tú lo dices.

Le costaba demostrar sus sentimientos, incluso con Irina y conmigo. Era su forma de ser. Pero nunca se perdió ningún acontecimiento del colegio, ni deportivo. No creo que le desagradase el rodeo, sino el hecho de que yo participase en él.

No tengo nada que decir al respecto. Tú lo conocías mejor que yo.

Sí, y sé que se alegraría de que te vaya tan bien; de verdad –dijo ella–. Pero no manifestaba sus sentimientos por los demás. Solo lo hacía en relación con el rancho. La verdad es que tú me recuerdas mucho a él –añadió–; creo que tú también escondes tu lado sensible.

Solía hacerlo cuando era más joven, porque tenía mucho que demostrar.

Bella le lanzó una mirada especulativa.-¿Por qué cosas se preocupa tu lado sensible? –le preguntó.

Por el rodeo –contestó él.

Así que, ¿no has vuelto para demostrar nada? –preguntó ella. Parecía ver algo de lo que él no era consciente.

Estoy aquí para asegurarme de que se celebra el campeonato. Eso es todo. Sin embargo, aún no sabía por qué había aceptado la sugerencia de Jasper para ser presidente. Iba a decir que no, pero cuando se quiso dar cuenta había aceptado.

Ya sabrás que estoy interesada en que se celebre aquí –dijo Bella.

Jasper me lo dijo –asintió él–. Y supongo que tú sabrás que él se ha hecho cargo del negocio de su padre.

Sí. Seguimos alimentando y cuidando algunos de sus animales para los rodeos.

Yo trabajaba en la gasolinera para conseguir el dinero que tu padre me cobraba por practicar con los toros –dijo él rememorando imágenes en su mente y hablando más para sí mismo que para ella–. Así es como conocí a tu hermana –añadió, e inmediatamente se enfadó consigo mismo por no ser capaz de olvidar todo aquello.

¿De qué hablasteis Jasper y tú? –preguntó Bella ignorando el comentario de Edward y reconduciendo la conversación a los negocios.

Mejor así, pensó él. Tenía que terminar con aquel constante retorno a los recuerdos.

Le pregunté si había pensado dónde celebrar el campeonato, y él me sugirió

este rancho. Tengo que confesar que me sorprendió, pero luego me enteré

del fallecimiento de tu padre, que era a quien no le gustaban demasiado los

rodeos.

Eso no es del todo cierto. Criaba ganado para vender en los campeonatos; lo

que ocurría es que no le gustaba que yo participase en las carreras. Verme

competir fue lo que lo apartó del rancho.

Edward sonrió al recordar.

Eras la más rápida: catorce segundos la última vez que te vi.

Después no volví a competir.

¿Por qué? Eras muy buena.

No tenía el apoyo de mi padre –dijo frunciendo el ceño. Aquel gesto indicaba que había otras razones, pero se cerró en banda–. Me sorprende que te acuerdes de mis marcas.

Él no estaba menos sorprendido. A pesar suyo, todos los recuerdos de aquella época estaban volviendo.

Tu tiempo era igual que tu edad –dijo él.

Estoy impresionada. Memoria asociativa; es una buena técnica.

¿Me estás halagando?

¡Cielos! Tu ego es el doble del tamaño de Texas.

Él se rio. Le gustaba su sinceridad; le habían hecho demasiados cumplidos

falsos a lo largo de su vida.

Volviendo al rodeo…

Ella se apoyó en la encimera.

¿Te dijo Jasper que yo estaba interesada?

Me contó que tienes un proyecto en marcha, y que el campeonato te vendría bien para financiarlo –dijo él. La verdad es que cuando se enteró, había sentido verdadera curiosidad.

Si ya conoces el rancho –dijo ella–, ¿por qué tienes que inspeccionarlo?

Era una buena pregunta. La primera reacción de Edward había sido buscar otro sitio, pero los participantes se merecían el mejor sitio para demostrar su talento.

Mis recuerdos del rancho son de hace diez años. Tengo que comprobar que reúne condiciones para los espectadores y los animales, y que las instalaciones son adecuadas. Hay muchas cosas a tener en cuanta además de programar la fecha y la hora: el equipo necesario, los vendedores, los suministros… y eso sin mencionar el presupuesto.

Ella sonrió.

Hablas como un auténtico hombre de negocios.

Él se encogió de hombros.

Aquella sonrisa iluminó la cara de Bella. Y Edward se sorprendió por su propia reacción. Hasta aquel día ella había sido la vecina de al lado, la hermana pequeña, pero ahora tenía algo diferente a lo que él recordaba. La miró más detenidamente. Sus ojos castaños eran acogedores y cálidos, y parecían más grandes y más bonitos; su cara era la de una mujer, al igual que su cuerpo. Seguía siendo menuda, pero tenía unas perfectas proporciones y la camisa de algodón que llevaba resaltaba la forma y el tamaño de su pecho.

No era como las admiradoras que lo habían perseguido en el circuito, pero se amoldaría perfectamente a las manos de un hombre. A sus manos… Apartó aquel pensamiento rápidamente; no quería saber cómo se adaptaría a sus manos.

Pero no podía apartar su mirada de ella, y bajó la vista hasta su delgada cintura. Los pantalones ciclistas de color caqui que llevaba dejaban a la vista las estilizadas piernas, y Mitch se preguntó qué aspecto tendría con unos vaqueros viejos lo suficientemente suaves como para acariciar su trasero como si fuese la mano de un amante.

Apostaría cualquier cosa a que podría dejar a todos los hombres del público con la boca abierta. Pero se dijo que aquella era solo una observación imparcial e impersonal en la que no encajaba ningún sentimiento suyo. Nada más.

Ella era una mujer por la que cualquier hombre se sentiría orgulloso de tener a su lado.

Cualquier hombre menos él.

¿Quieres que te enseñe el lugar o prefieres ir tú solo? –le preguntó.

Después de los pensamientos que acababa de tener, estaría loco si aceptaba su oferta. El sentido común le decía que fuese solo, como hacía siempre.

Sería una ayuda si me lo enseñas tú –dijo antes de darse cuenta.

¿A quién ayudaría? Desde luego a él no. Las mujeres lo habían estado traicionando desde que tenía diez años. Habría preferido hacer negocios con el padre de Bella; al menos con él habría sabido a qué atenerse, sin sorpresas. Edward odiaba las sorpresas.

De acuerdo –dijo ella–. Mi furgoneta está detrás.

Vamos en la mía –replicó él.

¿No serás uno de esos hombres que tienen prejuicios hacia las mujeres conductoras? –le preguntó enarcando una ceja.

Él atrapó su mirada y vio un brillo en sus ojos. Sonrió de forma burlona; su sangre se estaba calentando al calor del fuego de ella.

¿Qué pasa si lo soy?

Pues que tendremos más problemas que el de qué furgoneta llevar –dijo ella.

¿Por qué?

Me apellido Swan, estoy al cargo de esto y vas a tener que hacer negocios conmigo.

No tengo ningún problema con eso.

¿Estás seguro? –le preguntó como si hubiese algo que él debiera saber.

Completamente –contestó él.

Era la verdad. Por mucho que deseara lo contrario, tenía ganas de hacer negocios con ella, más de las que había tenido por algo en mucho tiempo.

Bien –dijo ella asintiendo–. Déjame decirte que conozco esto como la palma de mi mano, y si yo conduzco tú podrás ver más cosas.

De acuerdo. Y nada me gustaría más que tener a una mujer guapa como chófer.

¿Qué te parece? –le preguntó ella.

¿Que qué me parece? –musitó él.

Bella había aparcado la furgoneta junto al granero y fueron andando hasta los corrales. Estaban de pie uno al lado del otro con los brazos apoyados en lo alto de la valla; él estaba sobre la tierra y ella en el primer barrote, por lo que tenían los hombros a la misma altura y el ocasional roce de sus brazos generaba unas chispas que amenazaban con incendiar el agostado corazón de Bella. ¿Qué ocurriría si dejaba que las chispas se convirtiesen en llamas?

Bella intentó con todas sus fuerzas no notar la sutil fragancia de su loción de afeitado, o el calor de su cuerpo. Intentó apartar de su mente todas aquellas sensaciones; tenía cosas más importantes en las que pensar, como conseguir el contrato para el campeonato u olvidar que él no era el hombre enfadado que le había dicho que besaba como una niña pequeña. Él era ahora un hombre de verdad, y ella una mujer que estaba lo suficientemente cerca como para sentir los desenfrenados efectos de su masculinidad.

Se quedó sin aliento cuando sus miradas se encontraron y no pudo evitar preguntarse qué estaría pasando por la mente de él.

¿Qué te parece? –repitió ella.

El rancho tiene buen aspecto –dijo él con cuidado–, incluso mejor de lo que yo recordaba. Has cambiado algunas cosas. ¿Me vas a hablar del proyecto en el que estás trabajando?

Quería decirle que no. La asustaba que él se diese cuenta de lo mucho que lo necesitaba; ya era suficientemente malo cuando solo tenía que preocuparse por los recuerdos que él pudiera tener de lo que ella hizo. Pero ahora sabía cómo había averiguado él que la chica a la que amaba, amaba a otra persona, y ella sabía mejor que nadie lo que dolía aquello.

Si él estuviese esperando para vengarse, en aquel momento tenía la oportunidad perfecta: lo único que tenía que hacer era celebrar el rodeo en otro lugar. Los planes de Taylor no fallarían, pero le llevaría mucho más tiempo llevarlos a cabo, y el tiempo era su enemigo. La publicidad que le brindaría el rodeo le sería de mucha ayuda.

Quizá pudiese evitar la pregunta.

¿Qué es lo que buscas para celebrar el rodeo? –le preguntó.

Edward se alzó el sombrero ligeramente.- Lo primero, muchas tierras. Hace falta sitio para un aparcamiento, además de sitio para caravanas y campistas. No estás demasiado lejos de la carretera, así que eso es una ventaja.

¿Qué más?

Espacio para tribunas portátiles y casetas de comida, y un corral lo suficientemente grande para celebrar los torneos.

Lo tengo todo –dijo señalando las zonas delimitadas por las vallas–. Hay tres ruedos, y uno es lo suficientemente grande como para albergar tres de los eventos.

Ya me he dado cuenta. Lo que quiero saber es ¿por qué?

¿Qué? –preguntó ella.

¿Por qué tienes tres? ¿Para qué los necesitas y por qué está la tierra tan blanda y removida? –dijo él mirándola de nuevo–. ¿Qué tienes guardado en la manga? –le preguntó.

Haces que parezca que estoy intentando conseguir dinero rápido.

No quería decir eso –dijo él, se dio la vuelta para apoyarse en la valla y cruzó los brazos sobre su impresionante pecho.

Para apartar sus pensamientos de aquella masculina pose, Bella sostuvo su mirada. Después, se bajó de la valla y se irguió.

Estoy preparando el rancho para abrirlo al público –le dijo.

¿No te referirás a un rancho de vacaciones? –dijo con la misma expresión de sorpresa que cuando se cayó a la piscina.

Ella asintió.

Los rodeos son para distintas actividades: montar a caballo, enlazar. Si un principiante se cae, es mejor que lo haga sobre tierra blanda.

¿Por qué?

Porque es más blanda y…

Mitch negó con la cabeza.

Lo que quiero decir es: ¿por qué dejar de ser un rancho de trabajo?

Seguirá siendo un rancho de trabajo; mientras a mí me quede aliento, yo haré ese tipo de trabajo. Pero es algo que siempre he querido hacer, enseñarles lo que es el silencio a las personas que viven un ritmo de vida acelerado. Dejar que saboreen el auténtico estilo de vida del oeste.

¿Y qué más?

Ella no quería aparentar que no lo había entendido; cualquiera en Destiny podía contárselo si preguntaba.

Quiero hacer algo que no esté tan ligado a la agricultura. La sequía, y el precio del ganado y la comida, todo puede suponer una diferencia económica.

¿Por qué es tan importante de repente?

Tengo una hipoteca.

¿Desde cuándo? –preguntó él frunciendo el ceño–. Creía que tu padre era el dueño de la tierra. ¿Ha ocurrido algo?

Él murió y mi madre puso el rancho en venta.

¿Por qué?

¿Por qué te sorprende? –le preguntó mientras estudiaba la expresión de su cara.

Tu familia es orgullosa, es un pilar de esta comunidad. Habéis sido terratenientes durante muchas generaciones y no me imaginaba que un Stevens fuese capaz de deshacerse de la tierra.

Bella suspiró. – Mi madre nació y se crió en el norte de Dallas; es una mujer de ciudad sofisticada. Ella fue feliz aquí cuando mi padre vivía y se encargaba de todo.

Después, lo echaba de menos y había demasiados recuerdos. Él heredó la tierra, así que a ella no le ataba ningún lazo emocional.

Pero venderla estando tú aquí parece un poco duro –dijo él.

Incluso para un Swan –terminó ella.

Lo has dicho tú, no yo –contestó él encogiéndose de hombros.

No es que importe, pero ella era Swan por matrimonio.

Y eso que él era el que había hablado de agua pasada y de no guardar rencor.

Decidió que sería mejor no contar con recibir ayuda de él.

Mi madre necesitaba dinero para vivir en Dallas –le explicó Bella–. No podía quedarse aquí y tampoco tenía recursos para marcharse. Era su única opción.

Y tú no podías dejar que la tierra dejase de pertenecer a la familia.

Aquello no era una pregunta y ella se preguntó cómo la conocía tan bien.

Supongo que en ese sentido soy como mi padre. Para mí significa mucho que siempre haya habido un Stevens en el rancho; unas raíces tan profundas son duras de sacar.

A mí me ha ido muy bien sin raíces –dijo él apretando los labios.

No te lo estoy echando en cara, Edward, solo te explico por qué estoy yo al

cargo ahora.

De acuerdo, pero ¿por qué un rancho de vacaciones?

Me gusta la idea de tener huéspedes y poder enseñarles el modo de vida que a mí me gusta. Y… –añadió, pero se detuvo y se preguntó si se atrevería a mostrarle siquiera un pequeño asomo de debilidad. Pero no tenía mucho que perder si se lo contaba.

Creo que puedo hacer que sea rentable.

¿Qué ocurrirá si no lo consigues?

Aquello era algo en lo que intentaba no pensar. Había invertido todas sus energías en planteamientos positivos y se decía continuamente que el fracaso no era una opción. Ahora que estaba a punto de meterse de cabeza, estaba completamente asustada.

¿Bella?

Si no funciona, podría perder el rancho –dijo ella en voz baja–. Mi madre e Irina podrían ayudar, pero quiero hacerlo sola.

Supongo que si el campeonato se celebrara aquí, conseguirías publicidad.

Eso es. Si la gente apropiada tiene una experiencia positiva, la publicidad sería incalculable. Y eso sin mencionar… –dijo pero se detuvo.

Había tenido suerte de que él no se desternillara de risa, pero no había forma de que él la ayudase si no servía a sus propósitos también.

¿Qué?

Nada –dijo ella, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la casa.

Edwar caminó junto a ella. - Dímelo.

Primero dime tú a mí si me vas a dar el visto bueno para que se celebre aquí.

Durante un rato caminaron en silencio. Edward se metió las manos en los bolsillos y ella recordó algo con la claridad de un rayo. Él siempre fruncía el ceño y se metía las manos en los bolsillos cuando se concentraba en algo.

¿Por qué tenía que acordarse de aquello? No quería recordar nada sobre él ni sobre lo que ocurrió en el pasado.

Resultaba cruel y cómico descubrir que ella y su futuro dependían de un hombre que no sentía ningún amor por su familia, y que tenía todas las razones del mundo para quedarse de brazos cruzados y ver cómo se hundía.

Ella no era la que le había hecho daño, pero tenía la sensación de que aquello no importaba y sospechaba que Edward no tenía mucha experiencia en perdonar. Pero habían pasado diez años y todo el mundo cambia.

¿Edward?

Él la miró.

Aún no me he decidido, tengo que ir a ver otro sitio.

Al menos dime si crees que el rancho funcionará.

Si me dices lo que me ibas a contar antes.

¿Acaso estaban destinados a hacer negocios mutuamente con un cebo?, ¿Acaso era aquella la forma de llevar un rodeo? Deseaba simplemente poder decirle que la avisara cuando hubiese tomado una decisión, pero había llegado demasiado lejos como para echarse atrás.

Iba a decir que una promoción por parte de un campeón de rodeo famoso ayudaría bastante a correr la voz –dijo enarcando una ceja–. Una persona como tú atraería la atención incluso de las personas que no van a los rodeos.

¿Publicidad gratuita? –preguntó él, aunque empezaba a sonreír y aquello hizo que Bella también sonriese.

Una chica tiene que hacer lo que tiene que hacer. No me licencié en Dirección de Ranchos para nada. ¿Cómo puede salir mal algo que es gratis? Estaban llegando a la piscina y al jacuzzi que ella había instalado. Tenía sentido que los huéspedes quisiesen relajarse y refrescarse después de un acalorado y polvoriento paseo a caballo. Su idea era atraer a los huéspedes con la experiencia del rancho al mismo tiempo que les ofrecía todas las comodidades de una casa.

Desgraciadamente la visión de la piscina la hizo sentirse incómoda. ¿Lo ayudaría a recordar lo que ocurrió hace diez años? Si hubiese estado atenta, habría aparcado al otro lado de la casa, pero desde que estaba él allí no había tenido un solo pensamiento coherente.

Ojalá él no se fijase en la piscina.

A medida que se acercaban, ella se puso entre él y la piscina y deseó ser más alta para taparle la vista.

Bella señaló en la dirección contraria. - Mira qué nubes. ¿Crees que habrá tormenta?

Él se dio la vuelta para ver de qué estaba hablando y volvió a mirarla a ella.

No lo creo, son nubecillas muy pequeñas.

Mientras continuaban andando, ella le señaló otra cosa para enseñarle.

Quiero plantar flores allí –dijo ella esperando distraerlo. Un poquito más lejos y llegaría a casa a salvo–. Para darle color al rancho.

Edwar la miró.

Muy bien.

Y allí –dijo señalándole un punto vacío junto a la casa–, estoy pensando en hacer un huerto.

¿Todo eso en tu abundante tiempo libre?

¿Por qué no?

¿Desde cuándo eres granjera? –le preguntó sorprendido.

Haré lo que sea y me convertiré en lo que haga falta para que esto funcione.

Si yo puedo evitarlo, nadie que no sea mi familia pondrá las manos en este rancho.

Tu determinación es digna de admiración –dijo él deteniéndose junto a la piscina. Miró al agua cristalina y cuando se encontró de nuevo con su mirada, vio un brillo de algo en sus ojos–. Pero incluso aunque elija otro lugar, tus ideas son buenas. No deberías tener ningún problema en atraer turistas.

No con la suficiente rapidez –dijo ella.

¿Qué quieres decir?

Mientras hacía la pregunta, Edward miró por encima de su hombro al agua.

Cuando Bella volvió a verle los ojos, la expresión que vio en ellos la hizo temblar.

Ella lo tocó en el brazo para volver a tener su atención, pero el calor del fuerte antebrazo de Edward calentó la piel de su mano y atrajo la atención de ella.

Rápidamente retiró la mano como si se hubiese quemado. En cierto sentido era lo que había ocurrido.

Si no sale bien este año, el siguiente funcionará, o el siguiente –le dijo él.

Bella negó con la cabeza.

Dispongo de un año, después mi capital se habrá terminado. El rancho tiene que estar pagando sus propios gastos para entonces. Tengo un presupuesto publicitario limitado, y esta sería la mejor forma de que la gente se enterase.

Ya veo –dijo él volviendo a mirar la piscina de nuevo–. No recuerdo esta piscina.

Ella quería decirle que se olvidara de ese tema pero no lo hizo. Tenía la sospecha de que él acababa de recordarlo todo.

Es nueva –dijo ella–. ¿Vas a darme el contrato a mí?

El rancho cumple todos los requisitos –comentó él. De repente sonrió–. Pero no quisiera meterme en nada de cabeza antes de tener todos los datos.

Bella tragó saliva.

Los datos siempre son buenos.

«Todos» los datos, para no hacer algo de lo que arrepentirse. No es que haya aprendido eso de ti.

Y sin avisar, la tomó en brazos como si fuese una muñeca y la sujetó por encima de la piscina.

GRACIAS A…

Twilight all my love 4 ever , Diannita Robles. Mar91. Guest. Mrs puff. Lilia. Moni Belmudes. Cary. Dryzzila. Tata XOXO. Adriana Molina.

POR SUS COMENTARIOS Y ESPERO QUE LES SIGA GUSTANDO.