Seto de Noche, Kaiba de Día

By Gochi Glay Lover

Salió de esa estúpida junta con estúpidos socios sobre estúpidos proyectos que, de no ser por que necesitaba impresionar inversionistas el jamás hubiera aceptado. Entró en su limosina y de nuevo lo sintió, se tomó la cabeza entre las manos, pero el dolor era tal que no tardó e dejarse llevar por la oscuridad causada por la inconsciencia.

Cuando despertó se topó con unos ojazos violetas por demás conocidos, coronados por una mata de pelo negro azabache.

- Hermano – escuchó como el pequeño le llamaba, la preocupación presente en cada rasgo infantil.

- Mokuba – respondió el con tono cansino, así como también lo hizo a las preguntas que el pequeño le asestó, o al menos hasta que un doctor llegó y pidió hablar a solas con el mayor.

No, no podía ser, se repetía una y otra vez repasando lo que el doctor le acababa de decir, aun había tantas cosas, que escuchar eso no le reconfortaba… había tantas cosas… su hermano, su compañía… y él.

Lo amaba y lo sabía, pero jamás había cedido a ese sentimiento largamente olvidado y solo hacía poco redescubierto…. Él.

Y entonces lo supo, sabía lo que debía hacer, quizás fuese doloroso, pero no podía aceptar ese inevitable destino, no al menos sin haberle dicho lo que sentía.

Días después del incidente decidió tomar valor y en una noche del casi terminado otoño fue a su hogar. Él no tardó en llegar, se quedaron viéndose en cuanto estuvieron uno junto al otro, Allí estaba él, era el momento, pero lo que vio en esos ojos miel le dijo más de lo que podía o necesitaba saber, era un torbellino de emociones que danzaban a un inusitado ritmo, algo que seguro también reflejaban los suyos, ya que no tardaron en entregarse a un abrazo, juntando su labios en un beso, uno que había esperado largamente, uno al que siguió otro y otro…

Partió antes del amanecer, no podía dejar que Mokuba se enterase, y así lo hizo por varios días. Al llegar al colegio ninguno hablaba, no era necesario, las miradas y los gestos sutiles lo expresaban todo.

Así hubiese seguido, de no ser porque una tarde cayó de nuevo presa del dolor: tuvo que ser internado en casa y tuvo que pagar una fuerte suma para que nadie se enterase, no podía parecer débil frente a nadie, inclusive él. Desde ese momento asistir a juntas o clases quedaba fuera de contexto, tenía que reposar todo el día en su hogar, pero no podía faltar a sus citas con él. Comenzó a escaparse cada noche para verle, sabía lo que le costaba, sabía el precio que cada noche le cobraba por su osadía, pero no podía faltar, no podía, al menos no hasta que llegó esa noche, en la que el dolor y la enfermedad minaron sus fuerzas. Rió, y lo hizo porque sabía que era el final.

Prendió la radio y una tenue melodía le recibió, sonrió para sus adentros, esa canción era como un retrato a voz de su situación. Buscó la hora en su Citizen, pero recordó que lo había olvidado en casa de él, mejor, así este tendría algún recuerdo material suyo.

Cerró los ojos, ya no podía mantenerlos abiertos por más tiempo… y escuchando la última estrofa de la melodía dejó escapar un último suspiro:

- Oh Joey… te amo…

Luego, la oscuridad le envolvió, con su último pensamiento racional deseó con todo el corazón que su hermano fuera capaz de cuidarse y guiar Kaiba Corp. Y que Joey, su amado cachorro encontrase la carta que le había dejado cerca del quicio interior de la ventana de su habitación… y al final… la nada.

FIN

XD Si ya saben, entonces para que se hacen, este es el final de la segunda parte, así que, no pierdan mas su valiosos tiempo, que la tercera les espera a la maravillosa distancia de picar un botón… ¡HAGANLO!