Ya no sé que sucedía a mí alrededor. Me desconecté de todo. Solo corría y corría sin detenerme. El viento golpeaba mi rostro, era una sensación refrescante. La adrenalina recorriendo mi cuerpo. Todo junto me daba la sensación de ser la persona más veloz del planeta.
Sonreí y me pregunté, ¿Así es cómo se sentía ir directo a la muerte? Pues era maravilloso. Por primera vez en mucho tiempo, puedo decir que me siento viva y decidida a cumplir con algo.
—¡Grace, no te detengas! Nosotros te cubrimos —alguien arriba de mí gritó. Volteé un instante, era Ironhide.
Ratchet y Jazz también me seguían, pero estaban enfocados en parar a los Decepticons que venían tras el Cubo. Viendo eso, mi mente regresó al mundo real y no paré de correr. Todo dependía de que pudiera llegar a ese edificio que dijo Lennox. ¿Cómo era? Blanco y con estatuas arriba. Creo que ya podía visualizarlo, tenía que atravesar unas cuantas calles antes de llegar a el. Sonaba a peligro.
Todavía pienso en los ojos de Sam mirándome, recuerdo cómo sus pupilas se agrandaron cuando me alejé. Realmente lo siento. No podía dejarlo arriesgarse. En realidad no quería que nadie lo hiciera. Sé que es así porque no soportaba saber que Bumblebee estaba herido. No quería eso para nadie, tanto humanos cómo Autobots.
Y no es por presumir, pero debo verme genial corriendo y saltando obstáculos ahora mismo. Al menos mi experiencia en esto servía de algo, quién iba a imaginar que sería para tratar de salvar el mundo.
Tuve que detener mis pies y esconderme detrás de un auto abandonado, el tal Starscream aterrizó de repente en medio de la calle y se transformó para comenzar a pelear. No pudo con los tres así que no tardó mucho en volver a convertirse en un avión F-22 e irse. Observé escondida hasta que fue seguro salir y atravesé la avenida.
Algo salió de la nada y me golpeó, caí atontada y sin querer el Cubo se me cayó. Al tocar el suelo, liberó una descarga eléctrica que transformó una máquina de refrescos que estaba en la acera y el volante de la camioneta, dentro de la cual iban dos chicas, en Decepticons que comenzaron a causar terror en las personas que todavía estaban huyendo. Dejé de perder tiempo y recogí el Cubo, entonces unas pesadas pisadas sacudieron el suelo y una temible voz gritó.
—¡Dame el Cubo, niña! —era Megatron. Me había visto.
Mierda. Mierda. Mierda.
Me levanté rápido y recorrí los pocos metros que me faltaban para el dichoso edificio. Podía sentir a Megatron pisandome los talones. Ya no tenía a ninguno de los Autobots conmigo, supongo que se quedaron ocupados con el resto de los Decepticons. Me tocaba hacer esto sola.
Abrí la cerca de una patada, entré al edificio y di varias vueltas sobre mi propio eje. Aquí no había más que ventanales gigantes y muchos pilares. Sentía que el tiempo se me agotaba, me lancé de prisa por un pasillo que me condujo a unas escaleras. Mientras las estaba subiendo, escuché estallar miles de cristales en la parte de abajo. Supuse que él también estaba aquí así que aceleré mis pasos. En cada piso al que llegaba, buscaba las escaleras y repetía el proceso. En menos de lo que esperaba, ya había dado con la azotea.
—Piensa, piensa —me exigí, intentando mantenerme cuerda.
Desde aquí arriba, tenía una vista aérea de toda la ciudad, gracias a eso localicé a un par de helicópteros muy cercanos a mi posición. Recé porque no fueran más enemigos disfrazados. Me arriesgué a encender la bengala, raspándola en una de las paredes al mismo tiempo que me acerqué al borde y sostuve la señal tan alto cómo me permitió mi brazo. Di un grito a todo pulmón. Mis esfuerzos parecieron dar resultado, el helicóptero pronto fijó su rumbo hacia mí.
Reí feliz y tranquila. Pensé que las cosas saldrían bien por una vez.
El helicóptero se estabilizó lo mas cercano posible, entonces me pude deshacer de la bengala y acorté la distancia. Un hombre asomó la cabeza con los brazos extendidos.
—Todo está bien, puedes entregarnos el Cubo —me dijo él.
Yo confié y también estiré los brazos con la intención de obedecer. Sus dedos estuvieron a nada de rozar la superficie. Algo llamó mi atención. De reojo vi una mancha oscura en la punta de otro edificio, para cuando reconocí que era Starscream, un misil que disparó ya se había estrellado contra las hélices. Me tiré al suelo, protegiéndome a mí y al Cubo, la cola de la aeronave estuvo a nada de aplastarme.
Solo escuché al helicóptero caer junto con todas mis esperanzas de que esto tuviera un final sin complicaciones. Hubiera sido demasiado bello para ser verdad. Me reincorporé, sentándome con la espalda apuntando hacia el precipicio. De repente, el techo se partió en dos y Megatron emergió, postrándose frente a mí con una mirada siniestra. Tenía la mitad de la cara llena de rasguños y una evidente quemadura.
—Fuiste muy valiente para haberme atacado de esa forma, niña —su mano se aproximó, dando la impresión de querer agarrarme pero yo me arrastré para alejarme—. Tú me heriste, por eso te concederé una segunda oportunidad. Dame el Cubo y tal vez te deje vivir cómo mi mascota.
—No —declaré rotundamente. ¿De dónde salió esa seguridad? No tenía idea. Lo único que pienso es en como mis manos tiemblan.
—¿En realidad es miedo o valor lo que te impulsa, mocosa?
Seguí retrocediendo sin dejar de sostenerle la mirada. Me sujeté del borde cuando mi espalda chocó en el.
—Si tengo que elegir entre servirte o morir, prefiero la segunda opción —discretamente, eché un vistazo atrás. El estómago se me revolvió de lo alto que estaba.
—No entiendes que aquí, soy yo el qué decide eso —rió con malicia.
—Tú no puedes decidir el destino de otros, eso es lo que te ciega y lo que te hace desear tanto la Chispa Suprema —le tiré en cara, apretando más el Cubo contra mi pecho.
—Ya suenas cómo Prime, es repulsivo —ladró molesto y luego dejó caer su puño con pesadez—. ¿Confías en él y lo que dicen sus patéticos Autobots?
—Más que en ti —fue lo último que dije y salté de la azotea. Pude ver qué intentó agarrarme, sin embargo no lo logró.
Mamá, papá, Sam, los quiero. De verdad lo siento.
Cerré los ojos y acepté mi destino. Tal vez esto era para lo que nací. Tal vez. Era una sensación liberadora. Era como adentrarse en un vacío infinito.
Mi cuerpo tocó algo sólido, dejé de caer.
—¡Te tengo, Grace! —sentí felicidad al reconocer esa voz, abrí los ojos de inmediato. Optimus me sostenía en su mano derecha, la izquierda se apoyaba entre un edificio y otro, al igual que sus piernas.
Me sentía tan feliz que podría llorar. No sé si era porque me alegraba el hecho de no haber muerto, o que me haya salvado, o simplemente que estuviera aquí.
—¡Prime! —Megatron nos vió desde el tejado y no dudó en aventarse también.
—Sujeta bien el Cubo —una mascara de metal salió de la mitad de su rostro hacia abajo. Me colocó sobre su pecho y puso su mano sobre mí cómo protección, después sentí qué saltó y, por el fuerte impacto, pude deducir que caímos. A pesar de que Optimus me estaba cubriendo, mi cabeza se golpeó contra el sólido metal de su mano y por un instante creo que perdí el conocimiento—. ¿Grace?
Alcé la mirada siguiendo su voz, me encontraba aturdida.
—¿Sí? —me sirvió enfocarme en azúl brillante de su mirada. La máscara de su rostro desapareció.
—¿Sabías que yo estaría a tiempo para atraparte? —su pregunta me desconcertó.
—No —sinceramente no lo imaginé.
—Arriesgaste la vida para proteger el Cubo —sus palabras me helaron.
—Sí —no quería admitirlo, pero lo hice. En serio lo hice al saltar sin pensar en las consecuencias.
Mis respuestas eran cortas y justas. Mi cerebro respondía por mí. Es que, todavía no proceso lo que pasó.
Megatron no mentía cuando dijo que hablaba cómo si no fuera yo. ¿Y sí tenía razón? ¿Y si estar en contacto tanto tiempo con el Cubo me estaba afectando? No lo sé.
—Bueno, decidí que ya no quería esperar a que las cosas mejoren solas —sonreí. De nuevo, no sabía si eran los nervios.
—Si no puedo vencer a Megatron, tienes que meter el Cubo en mi pecho. Me sacrificaré para destruirlo.
—¿Qué? —mis labios se separaron y mis cejas se elevaron. La expresión de mi rostro cambió radicalmente—. No. No puedo. Tiene que… haber otra manera.
—No hay tiempo, ponte detrás de mí —la máscara metálica volvió a desplegarse sobre la mitad inferior de su rostro. Hablaba muy en serio.
Cuidadosamente me depositó en el suelo y se levantó. Megatron también había caído, no muy lejos de nosotros. A diferencia de Optimus, él empujó con asco a un hombre que tuvo la mala suerte de estar en el lugar incorrecto. Corrí a esconderme cuando vi que ambos se abalanzaron sobre sí, iniciando un combate mano a mano.
Busqué alejarme lo más posible, convenientemente la pelea terminaba tomando el mismo camino que yo, así que me metí en una zanja para estar a salvo. Antes de seguir escapando, eché un vistazo para ver cómo iban las cosas afuera. No me da gusto decir que Megatron tenía dominado el encuentro.
—Peleas por los débiles, ¡Por eso pierdes! —se burló en su cara. Tenía a Optimus tendido en el suelo, completamente a su merced.
El enojó se apoderó de mí. Me agaché a recoger una roca de los escombros y salí de mi escondite. Centré la cabeza de Megatron y se la arrojé, la roca atinó en su nuca. No le causó daño alguno, en cambio, solo hizo que se volviera hacia mí. Pude percibir la satisfacción de su mirada al localizar el Cubo que llevaba cargando.
—¡Grace, corre! —me advirtió Optimus. Megatron presionó su cara contra el concreto y lo dejó para venir por mí.
Me di la vuelta y empecé a correr aterrada. ¿En qué estaba pensando? ¡Malditos impulsos!
—¡Quieta, humana! —me gritó con la paciencia colmada.
—¡Quieto, tú!
Fue imposible que la curiosidad no me ganara. Di una mirada rápida atrás, el momento preciso en que Optimus alcanzó a patear a Megatron, provocando que cayera. Su pesado cuerpo metálico generó una onda, por la fuerza del impacto, que me golpeó y me llevó abajo.
No supe en que momento aparecieron los militares pero sus disparos fueron muy efectivos para mantenerlo alejado de mí. Tuve tiempo de reponerme y retroceder, entonces Optimus se arrastró hacia mí.
—¡Pon el Cubo en mi pecho!
—¡La Chispa Suprema, es mía! —exclamó Megatron por otra parte.
Seguí caminando en reversa, mi cuerpo se contrajo, no tenía idea de que hacer. Mis ojos se debatían entre los dos. Finalmente se detuvieron en Megatron, que estaba débil. Y pensé que, sí al ponerlo en el pecho de Optimus este se destruiría y él moriría, de otra forma sería el mismo resultado. No estoy segura. Lo intentaré aun así.
Pase lo que pase, es mi decisión.
Tomé suficiente impulso y me deslicé en el asfalto, pasé debajo de Megatron y ahí pude estirarme para alcanzarle el pecho. Le enterré el Cubo con desesperación, deseando que eso lo acabara a él y a nuestros problemas para siempre.
Lo siguiente que ocurrió fue muy extraño. El Cubo se calentó tanto que derritió el metal y le abrió un agujeto en el pecho, lentamente se redujo en pequeñas astillas que se iban desintegrando. Antes de desvanecerse de mis manos, un destello de energía se produjo repentinamente. La colisión nos empujó a Megatron y a mí en direcciones opuestas.
Cuándo me encontraba suspendida en el aire, pude jurar que sentí como si aquella energía hubiera alcanzado a tocar las yemas de mis dedos, viajando por mi brazo y al final por todo mi cuerpo. No se podía ver, pero dentro de mi tenía esa sensación. Al caer, una presión en el pecho me dificultó respirar. Algo me estaba invadiendo.
No puedo describir que era aquello, pero definitivamente algo ajeno a mí nubló mis sentidos. Me costó varias bocanadas profundas recuperar el aliento. Apreté los ojos y sacudí la cabeza. Entonces una mano tocó mi hombro, su voz llamó mi nombre una y otra vez. Me resultaba ensordecedor y su rostro difuso.
—Grace, Grace, Grace —decía Sam repetidas veces. Apenas lo distinguía—, ¡Responde! ¿Estás bien? Dame una señal, lo que sea.
Lo que fuera que estuviera explorando mi cuerpo, se calmó y encontró un lugar para albergarse hasta irse haciendo diminuto. Fue ahí que pude regresar a la realidad. La presión de mi pecho se esfumó y el eco en mis oídos se disipó. Estaba entre los brazos de Sam, quien se hallaba de rodillas sosteniendome.
—Eso estuvo genial —un hilo de voz apenas salió de mí. Me solté riendo despacio. Mi cuerpo aún dolía.
La preocupación en su gesto cambió a una de enfado. Me causó más gracia.
—¿Te divierte? Casi me matas del susto —me reclamó—. ¿Por qué hiciste eso? Pudiste morir, tú de verdad… oh dios, ¿Qué le iba a decir a nuestros padres? ¿Qué haría yo si ya no estuvieras? ¿Pensaste en eso?
—Sam, lo lamento.
En otra situación, me hubiera estresado siendo tan ruidoso. Por primera vez me hacía feliz estar viva para oír sus gritos. Sam debió haber pensado lo mismo porque, sin previo aviso, me atrajo hacia él y me abrazó. Apoyé mi mentón en su hombro, viendo estacionada la grúa detrás nuestro. Bumblebee estaba ahí arriba. Agité una mano para saludarlo, sonreí cuando me correspondió. Me alegraba que estuviera bien.
Nuestro abrazo fraternal terminó con Optimus caminando hacia el cuerpo de Megatron. Se inclinó tristemente a revisarlo. Al mismo tiempo, el equipo de Lennox salió apuntando sus armas hacia el cadáver.
—No me diste alternativa, hermano —murmuró Optimus, confirmando su muerte.
Todos formaron un círculo a su alrededor, incluidos Jazz, Ironhide y Ratchet, quienes aparecieron casi a la par de los militares. Sam me ayudó a levantarme, nosotros también nos acercamos despacio.
—¿Lo llamó "hermano"? —me preguntó Sam al oído. Yo simplemente encogí los hombros.
—Gracias a todos, nos honran con su valor —Optimus repasó a cada uno de los presentes.
Pude notar a algunos sacando el pecho, dichosos supongo, haber sobrevivido a este acontecimiento no era cualquier cosa. Podía adjudicarme algo de ese sentimiento. Prácticamente, ha sido lo más emocionante que he vivido. Y vaya que me ha dejado una gran lección.
—¿Permiso para hablar, señor? —Bumblebee reproduciendo una grabación, nos tomó desprevenidos.
—Permiso concedido, viejo amigo —asintió Optimus.
—Quisiera quedarme con los muchachos —solicitó Bee.
Su petición me llenó de orgullo. Es decir, teníamos el privilegio de ser considerados por él. Nosotros, dos simples chicos ordinarios.
—Si ellos así lo desean...
Bumblebee se giró esperando nuestra respuesta. Sam y yo intercambiamos miradas sonriendo, el lazo de hermanos nos permitía ponernos de acuerdo sin tener que decirlo. La respuesta era clara.
—Sí —habló Sam por los dos. Su conexión con Bee era más fuerte. No lo abandonó a pesar de que yo salí corriendo en medio del campo de batalla. Estuvo con él hasta el final.
Optimus extrajo del cuerpo inerte de Megatron, un fragmento de la Chispa Suprema. Por lo visto, el último.
