Final imaginario del siglo XIX
En estos tiempos, las personas que poseen extraños poderes provenientes de su cuerpo o incluso de misteriosas y poderosas armas, son conocidas como ladrones, escoria de la humanidad que roba hermosas y valiosas obras de arte, estatuas o joyas de diversos museos de todo el mundo, con la esperanza de reunir los 108 trozos de inocencia perdidos.
OOOOO
FFFFF
-¡Hay que volver a divertirnos! - exclamó Road, haciendo aparecer detrás de ella una elegante puerta de marco dorado y con forma de corazón.
Al otro lado del claro en el bosque, Susan sostenía a Megumi, quien había sido gravemente lastimada de su pierna izquierda.
-Pero, esta vez, en el escenario del Conde. - soltando una carcajada, abrió la puerta y se marchó.
FFFFF
El Conde del milenio está buscando.
Buscando su precioso sombrero.
Vayamos a comprobar a ver si lo eres tú.
El Conde del milenio está buscando.
Está buscando un apreciado corazón.
Vamos a ver si lo tienes tú.
-P-Por favor... - escuchando la voz de una mujer, Megumi abrió despacio sus ojos castaños. - d-déjame ir...
-Si mueres, lo haré.
Al otro lado de aquella oscura habitación; con velas puntiagudas y regalos de todos los tamaños flotando en el techo, se encontraba Miranda, con las manos cruelmente atravesadas, sobre los lados de su antiguo reloj. Unos metros a su izquierda, Lavi y Umiko estaban atados de sus torsos con cuerdas. Bookman se encontraba inconsciente en una silla.
Megumi, al despertar por completo, quiso moverse para ayudar a Miranda. Por desgracia, al igual que el abuelo de Lavi, también estaba atrapada en una silla. Pero no en una cualquiera. Los soportes de los brazos y las patas tenían adheridos unos picos metálicos, los cuales, le desgarraban la piel, al menor movimiento.
-Hasta que al fin despiertas.
Y como si las cosas no pudieran empeorar, la mismísima Road Kamelot la observaba sentada sobre un paraguas rosado, aguantando el peso de su cabeza sobre la palma de su mano izquierda. Aprovechando que estaba desmayada, le quitó su abrigo de Exorcista, usándolo como si se tratara de un suéter común y corriente.
Mientras se miraban por ese corto lapso de segundos, la guardiana aprovechó para ver sus recuerdos, a través de sus ojos color ámbar. Sus compañeros habían hecho todo lo que estuvo a su alcance para proteger a Miranda. Sin embargo, al recibir las balas de los Akuma, cayeron rápidamente, siendo víctimas de las ilusiones corrompidas de la Noé.
FFFFF
-Bajo ninguna circunstancia, debes mostrar la rosa plateada en tu uniforme. Si alguno de los miembros del clan Noé se entera de que escapaste del sello del eterno anochecer... no descansarán hasta verte muerta.
FFFFF
-Todo esto es mi culpa. - pensó Megumi, apretando los dientes con frustración. - Si les hubiera dicho lo que pasó en el cementerio de Londres...
De repente, Road la miró de cabeza, despertándola de sus pensamientos.
-Te ves terrible. - dijo con una sonrisa. - Creí que al estar 50 años en el sello del eterno anochecer, tu rostro sería más agradable de ver.
La joven, pese a tener tan cerca a su antigua enemiga, se mantuvo tranquila.
-¿Cómo supiste donde encontrarme?
-Después de que Lero me informara de tu encuentro con el Conde... - respondió, dando una voltereta para bajar de la sombrilla rosada. - ...volví al arca y revisé las memorias de los Akuma escondidos en Londres.
-¿Al arca? - preguntó asustada. - Imposible... nosotros...
La niña sonrió. Se aproximó a ella y le colocó su pie sobre su brazo izquierdo, encajándolo con fuerza sobre los picos en el respaldo. El grito de dolor; sumado a los ríos de sangre que caían al suelo, asustó tanto a Miranda que cerró los ojos.
-Qué lástima, guardiana. Lo que tú, tu hermana y los generales restantes hicieron esa noche, fue darle una victoria falsa a la orden oscura. - comentó la Noé, haciéndola enfurecer. - Nunca consiguieron destruir el arca, ya que Tyki se encargó personalmente de transferir todo su contenido a una nueva. Y a ustedes... - se apartó de Megumi y extendió sus brazos a los lados. - ¡Los dejamos jugar con un cascarón vacío! ¡JAJAJAJAJAJAJA!
-Maldita... - susurró, moviéndose sin querer y encajando más sus tobillos en las patas de la silla.
-Espero disfrutes el regalo que te hice. - habló Road nuevamente, agachándose frente a ella, antes de cambiar su sonrisa por una expresión más tenebrosa. - Es lo menos que te mereces después de haber matado a mi hermano.
La guardiana gruñó.
-Pero, si tu agonía es demasiada, tranquila... - sonriendo de nuevo, se puso de pie y agarró la primera vela puntiaguda que flotaba a su lado. - ¡PODEMOS SOLUCIONARLA FÁCILMENTE! - exclamó, con la intención de clavarle el objeto en su ojo derecho.
Sin embargo, a tan solo unos centímetros de poder conseguirlo, los ojos castaños de Megumi se volvieron de color ámbar, obligándola a dar un gran salto hacia atrás para alejarse.
-¿Qué fue eso? - pensó confundida. - Su presencia cambió... como si fuera otra persona.
De repente, el filo de una espada la hizo girar, esquivándolo para encontrarse de frente con la chica de cabello purpura, cuyos lentes tenían una grieta en el redondo vidrio derecho. Al ver aquello, Road sonrió. Saltó hacia atrás y aterrizó sobre Lero.
Chasqueando los dedos, les ordenó a los Akuma de su padre que le dispararan. La joven esquivó hábilmente las balas, usando incluso la espada que tenía en su mano derecha para cambiar su dirección. En cierto momento de la pelea, su pie terminó tropezando sin querer con una caja, dejándola a merced de las balas de hielo que tanto la habían lastimado con anterioridad.
En ese instante, Lavi apareció, girando su martillo gigante para deshacerse de los proyectiles... aunque parte de sus dedos se congelaron en el proceso. La joven miró aquello con una gotita de sudor bajando por su nuca.
-Se supone que sus mentes debieron quedar varadas un rato en la oscuridad... - dijo la Noé. - ¿Cómo salieron de mi técnica?
-Con mi brazalete durmiente, puedo ir y venir a cualquier lugar del mundo de los sueños. - explicó Umiko, despareciendo la espada en su brazo derecho, para mostrarle el guante metálico en su verdadera forma. - Para mí, fue como un juego de niños salir de tu espantosa habitación y buscar a Lavi-senpai.
-Qué interesante. - la niña sonrió, entrelazando los dedos de sus manos antes de sonreír. - Pero dudo mucho que tu juguetito pueda prevenir lo que se viene. - sentándose en la sombrilla, colocó su dedo índice derecho sobre la calabaza en la punta. - Lero, cuenta regresiva.
-1-10 lero, 9 lero, 8 lero...
-Guardiana, tú puedes ver el alma de los Akuma, ¿Verdad? - cuestionó, dirigiendo sus ojos ámbar a la joven de cabello castaño. - ¿Sabías que si se autodestruyen, será imposible salvarlas después?
Megumi palideció.
-4 lero, 3 lero... - la joven de cabello purpura, dispuesta a atacar a los monstruos, transformó nuevamente su brazalete durmiente.
-¡No, Umiko! ¡Es peligroso! - sin embargo, Lavi la detuvo, rodeándola con los brazos, justo antes de que saltara.
Entonces, la cuenta regresiva culminó, haciendo explotar a uno de los hombres. El sonido fue tan fuerte para los presentes que apenas y podían escuchar las carcajadas desquiciadas de Road. Sin embargo, para la sorpresa de Megumi, sus palabras no se hicieron realidad, ya que, en ningún momento, vio el alma del Akuma. La Noé también se percató de esto, por lo que dejó de reír de inmediato y volteó hacia el paraguas.
-Oye, Lero, ¿Qué pasó? - cuestionó seriamente.
-Yo te diré qué pasó. - dijo un muchacho, apareciendo entre el humo de la explosión. Bookman se encontraba en su hombro izquierdo y en sus brazos, cargaba a una nerviosa y aliviada Miranda. - Encontré este lugar, justo a tiempo para detener tus planes.
-¿Shippo? - murmuró Megumi, con dudas.
Su fiel compañero, aquel que había entrado con ella, al interior del sello del eterno anochecer, ya no era un niño pequeño. Era un joven alto. De largo cabello anaranjado; atado en forma de cola de caballo. Sus ropas continuaban siendo las mismas, pero ajustadas a su nueva apariencia.
Sonriendo, se colocó delante de su ama, bajando a Bookman y a Miranda, para luego envolverla en una enorme llama azul, con la cual, no solo deshizo la silla donde estaba atrapada. Sino que también curó la mayor parte de sus heridas, sentándola gentilmente en el piso. Mientras Lavi y Umiko revisaban a la mujer y al anciano, Shippo se arrodilló a la altura de Megumi, entregándole en sus manos a colmillo sangriento.
-La encontré en el techo. - comentó. -¿Aún tienes fuerzas para luchar?
La joven, al tener su espada de vuelta en sus manos y con lo recién acontecido, tuvo ganas de llorar. Por desgracia, ese no era el momento adecuado para derrumbarse. Decidida, le devolvió la sonrisa.
-A tu lado... siempre las tengo, Shippo.
El mencionado se puso de pie, extendiéndole su brazo derecho para ayudarla a levantarse. Road frunció el ceño. No esperaba que el amigo zorro de la guardiana apareciera para arruinar su venganza. Quedándose sin opciones, les dio una última indicación a los dos Akuma restantes, los cuales, comenzaron a disparar balas de materia oscura y fuego.
Al ver aquello, Shippo levantó una barrera delante de Lavi y los demás para protegerlos. Mientras tanto, él y Megumi se desplazarían en los alrededores, esquivando las balas antes de darle su merecido final a las criaturas, con el fuego azul del muchacho zorro y la sangre divina de colmillo sangriento. Al culminar, la risa de Road retumbó en todos los rincones de la habitación. Un segundo después, el suelo se agrietó, destruyéndose justo debajo de los ladrones.
-¡Muchachos! - gritó Megumi, al verlos caer en un hueco oscuro.
Por tratar de alcanzarlos, no se dio cuenta de que su pie quedó atrapado en otro agujero. Shippo consiguió llegar a su lado, abrazándola antes de perderse en la oscuridad. Habían estado tan asustados por la inesperada caída que, por unos minutos, no se dieron cuenta de que volvieron con bien al departamento de Miranda.
La joven de ojos castaños no podía creer lo que miraba. Las paredes y los muebles, destruidos por los Akuma, habían vuelto a ser como antes. Además, sus compañeros se hallaban dormidos en el piso. Bookman estaba encima de Lavi y Umiko se encontraba junto a uno de los sillones. Suspiró aliviada.
De pronto, el antiguo reloj comenzó a sonar, llamando tanto su atención, como la de Shippo. Un segundo después, Miranda apareció tras la puerta de la cocina y se acostó en su cama. El reloj volvió a sonar, con su manecilla, pasando de estar de las 12, a moverse de izquierda a derecha, regresando al punto de inicio.
-¡WAAAAAAA! - Lavi despertó de golpe, inclinándose hacia adelante y moviendo sin querer a su abuelo. Megumi y Shippo lo vieron con una gotita de sudor bajando por su nuca. - ¿Q-Qué pasó? - cuestionó confundido, volteando a todas las direcciones posibles - ¿Dónde estamos? - al encontrar a Bookman inconsciente, se arrastró hacia él y lo movió de los hombros. - ¡A-Abuelo, abuelo! ¡Despierta!
El anciano no tardó en reaccionar, haciendo que su nieto se sintiera más tranquilo.
-AY, AY, AY... - la próxima en abrir los ojos fue Umiko, sobándose la espalda baja mientras se sentaba. - ...prometo no volver a excederme con los dulces, Anita-sama...
Shippo quiso reírse por su comentario, pero Megumi le frunció el ceño y le dio un codazo en las costillas.
-Así que el lugar donde esa niña nos llevó era una ilusión. - concluyó Bookman, revisando el departamento. Entonces, cuando sus pequeños ojos se encontraron con los de la guardiana, comentó: - rápido, hay que sacar el trozo de inocencia.
Megumi asintió. Se acercó al reloj y lo revisó de arriba abajo con sus ojos.
-¿Qué ocurre? - preguntó Lavi, al verla fruncir el ceño.
-No percibo la energía de la inocencia. - respondió seriamente. - Hay algo más.
Levantó su mano y con curiosidad, tocó el círculo con los números. De repente, sus dedos fueron rechazados, por lo que se vio forzada a quitar su mano. Al mismo tiempo, un objeto pequeño rebotó en el piso, llegando a donde Umiko estaba sentada.
-¿Un cubo rojo? - cuestionó extrañada, teniendo la intención de tomarlo con sus dedos.
Por fortuna, Shippo pudo detenerla a tiempo, tomándola del brazo.
-Tiene una alta concentración de energía maligna. - advirtió, volteando hacia su ama. - Si un humano la toca, podría quedar contaminado.
Umiko, Lavi y Bookman vieron asombrados como los dedos de Megumi comenzaban a optar un color morado oscuro.
-On. - al menos, hasta que, con una pequeña palabra de su conjuro y sus llamas blancas, consiguió devolverlos a la normalidad.
-Abuelo, ¿Esto qué significa? - preguntó el pelirrojo.
-Posiblemente, sea el principio del fin.
PPPPP
-Lamento no haberlos ayudado más. - a la mañana siguiente, Miranda acompañó al grupo de ladrones a la entrada de la ciudad. - No sé en qué momento me quedé dormida.
-¡No se preocupe por eso, Miranda-san! - exclamó Umiko con una gran sonrisa. - Lo más importante, es que el pueblo ya volvió a ser como antes y que usted consiguió un magnífico trabajo en la sastrería.
-¡Es cierto, Miranda! - prosiguió Lavi. - ¡Muchas felicidades!
-Sigo sin entender como lo conseguí... - comentó la mujer, viendo pensativa la tierra del bosque.
Bookman y los jóvenes voltearon hacia Megumi.
-¡N-Nosotros nos ocupamos de enviar su currículum! - la joven mintió, al mismo tiempo que Shippo resoplaba.
En realidad, convenció al muchacho zorro de que coqueteara con la dueña del lugar y así, la convenciera de darle una oportunidad a Miranda.
-Bueno, es hora de partir. - dijo el anciano, tomando el maletín que llevaba consigo. - Hay que comentarle a Hevlaska y a Komui lo del cubo rojo lo más pronto posible.
Los muchachos asintieron. Lavi, con su martillo extensible, creó un círculo en el aire, abriendo un portal negro con estrellas y planetas, que los llevarían de regreso a la orden oscura.
-¡M-Megumi, espera! - exclamó Miranda, luego de ver como Umiko había desaparecido. Al voltear hacia la mujer, la guardiana recibió en sus manos su antiguo abrigo de Exorcista. - Lo encontré tirado en la cocina. Quería lavarlo antes de dártelo.
Conmovida por el gesto, le sonrió.
-¡Megumi, date prisa! - pidió Lavi, habiendo cruzado medio portal junto con Shippo.
La mencionada extendió su chamarra y se la colocó de nuevo.
-¡Gracias por todo, Miranda! - se despidió, corriendo hacia el portal y moviendo de un lado a otro su brazo derecho.
-Gracias... - la palabra fue tan mágica para ella, que no pudo evitar sonrojarse y repetirla constantemente en sus pensamientos.
Un segundo después, el portal desapareció del sitio, por lo que caminó de regreso a su hogar, mientras las lágrimas se desbordaban de sus ojos.
Fin del capítulo.
