CAPITULO DIECISIETE
ROSALIE
Soy un manojo de nervios cuando Emmett me lleva a sus garras a la mañana siguiente para una "visita" a Isabela y Ángela. Me preocupa un poco que Esme piense que la estoy abandonando. Nos hemos hecho muy amigas en las últimas semanas, y es bueno tener una amiga cerca. Después de nuestra agradable aventura de hojear libros ayer, confirma lo estrecha que ha sido nuestra amistad. Por otro lado, he echado de menos a Isabela y Ángela desesperadamente, y no puedo esperar a verlas. Quiero ver por mí misma que están vivas, bien y sanas. Y supongo que quiero saber por qué me abandonaron.
Se siente raro tener ese pensamiento traidor, pero se me ha subido a la cabeza durante la noche y ahora no desaparece. Me digo a mí misma que estoy siendo demasiado dura con ellas. Que podría haberlas encontrado fácilmente con la ayuda de Emmett. Que tal vez Isabela y Ángela no sabían dónde había ido. Excepto que... Isabela también tiene un dragón. Ella sabe que Emmett me robó. Y ha estado con su dragón más tiempo, y su dragón sabía que podía hablar con Emmett... Hay algo que no tiene sentido y me inquieta. Quiero decir, si Isabela quisiera encontrarme, habría buscado un poco más, ¿verdad? No nos estamos escondiendo exactamente.
Te preocupas demasiado. Me regaña Emmett. ¿No quieres ir?
-No, quiero ir- le digo mientras extiende sus alas, listo para lanzarse al aire. Llevo cogida una caja de tampones envuelta para regalo y mi disculpa por haber llegado sin avisar, y me he arreglado el pelo e incluso me he maquillado, lo que hizo que Emmett se confundiera mucho. No entendía por qué me pintaba la cara si no iba a la guerra. Lo cual es otra cosita que tengo que añadir a mi diario cuando volvamos.
Entonces, ¿por qué estás tan preocupada? Creía que deseabas ver a tus amigas.
-¡Y lo hago! Sólo que… no sé- supongo que siento como si ellas realmente estuvieran preocupadas por mí, me habrían buscado. Quizás sean mis propias dudas hablando, pero no puedo evitar preguntármelo. Isabela movió cielo y tierra para conseguir el regreso de Ángela, y sé que ellas son hermanas, pero ¿no podía haberse esforzado un poquito para encontrarme? ¿De verdad?
A lo mejor su compañero es sobreprotector. Sugiere Emmett mientras se eleva en el aire. O quizás ella no desea dejar a su hermana sin protección. Si ella es una mujer sola, su aroma atraerá a otro macho Drakoni al área. Oh, Dios mío. Por supuesto. Isabela todavía sigue protegiendo a Ángela. Inmediatamente me siento como una estúpida. Tiene que ser eso por lo que ella no ha venido a por mí. Le doy palmaditas a las garras de Emmett.
-Espera. Antes de irnos, volvamos. Quiero llevar un poco de perfume para Ángela. Necesita enmascarar su olor como lo hace Esme, y hay suficiente para todas- diez minutos después, tengo los regalos en una bolsa de regalo y estoy de vuelta en las garras de Emmett. Sus palabras me han llenado de una sensación de alivio, y estoy deseando ver a mis amigas una vez más. Dejé que mi propia falta de autoestima se interpusiera en nuestra amistad, y estoy siendo tonta. Envío pensamientos afectuosos a Emmett, tan feliz por su apoyo y su presencia.
Me acaricia mientras volamos.
No pienses así de mí o aterrizaré antes y te llevaré a un rincón tranquilo para reclamar a mi compañera y cubrirla con mi olor. Me río para mí misma, porque sé lo que eso significa y no odio la idea. Pero estoy ansiosa por ver a mis amigas de nuevo.
Tal vez en el camino de regreso. Le digo. Sólo mantente alejado de la gasolinera de Esme. No queremos traumatizarla más de lo que ya está por ver tu "gran cosa".
Dices una cosa, pero tus pensamientos indican otra cosa. Es muy extraño. Me río y me río. Algunos días, el mundo está lleno de promesas y emociones, y hoy es uno de esos días.
Volamos alto durante un tiempo, y Emmett se divierte volando a través de algunas nubes bajas y luego las quema. Es como un gato con un juguete, y no señalo que las nubes y su humedad están arruinando todo el cuidado que le di a mis trenzas esta mañana. Parece una tontería hacer un escándalo cuando nos lo estamos pasando tan bien. Descendemos más abajo, y puedo ver los techos altos de los edificios del Viejo Dallas. Emmett inclina un ala, y nos balanceamos, dando vueltas en círculos mientras nos acercamos al suelo.
Le he hecho saber a Edward que venimos. Me dice Emmett.
Esta bien. Intento no estar muy nerviosa por eso, o por el hecho de que veo a un dragón volar a lo lejos, con escamas doradas que brillan. Tiene que ser él.
Es él. Emmett se muestra de acuerdo. Aunque dice que ha habido otros dragones en la zona últimamente. Ha tenido que perseguir a varios, sus mentes han desaparecido por completo. Eso me llena de punzadas de preocupación.
¿Rojos o dorados?
Ambos.
Pero dijiste que no atacarían si nos apareábamos. Empiezo a sentirme un poco más vulnerable, aunque estoy protegida por las garras de Emmett, agarrada a su pecho.
No te atacarán. El tono es relajante. Pero Edward también protege a la hermana de su pareja, y ella lanza un débil olor.
Oh, no. Pobre Ángela. ¿Puedes olerla? Pregunto, curiosa.
Débilmente. Está tratando de ocultarlo, pero un macho más decidido seguirá el olor.
Eso no es bueno. Estoy más contenta que nunca por haber pensado en traer un poco de perfume. Afortunadamente podemos ayudar con las cosas. Le digo.
Tienes un buen corazón, mi compañera.
Es una amiga. Haría cualquier cosa para ayudarla. Isabela también.
Edward es mi amigo, pero con los Drakoni, es diferente. Lucharía a su lado, pero si tuvieras el más mínimo indicio de peligro, lo abandonaría para salvarte. Eso es muy dulce... creo.
Nos dirigimos hacia el edificio con el dragón dorado volando a su alrededor. Me pongo más nerviosa cuando nos acercamos, mi mirada pegada a lo que nos rodea. Es una de las torres más altas de las viejas ruinas, con muchas de las ventanas de los pisos inferiores rotas. Un lado del edificio parece tener un agujero gigante, y dentro, puedo ver una columna de humo y lo que parece ser mobiliario y una alfombra. Este debe ser el lugar.
Damos otra vuelta, lentamente, y estoy rebosante de impaciencia cuando Emmett dobla sus alas y aterriza suavemente en la cornisa. El otro dragón dorado aterriza junto a él un momento después, y me asusto momentáneamente al ver otro dragón tan cerca. Este es de un dorado más pálido que mi Emmett, sin embargo, y tiene una cicatriz en el hocico. Le miro fijamente por un momento, pero sus ojos son de un dorado intenso.
-¡Rosalie!- mi nombre prácticamente se lo llevan los fuertes vientos, pero no necesito escucharlo. Veo a Isabela de pie abajo, su cabello rojo azotado por la brisa. Está más delgada de lo que recuerdo, y está pálida. Mi corazón se estremece al verla, y odio haber dudado de ella por un momento. Es mi amiga. Las lágrimas brotan de mis ojos, y para cuando Emmett me deja caer suavemente, estoy llorando abiertamente. Está bien, porque Isabela también está llorando.
-¡Rose!- grita, abriendo los brazos mientras se aproxima a mí.
-¡Bella! Oh, Dios mío. ¡Cuánto me alegro de verte!- la abrazo de cerca, enterrando mi cara contra su cuello. Ella huele... diferente. Picante. Su piel se siente caliente contra la mía, y sé que ha cambiado como yo. Me aprieta fuerte y luego da un pequeño silbido de dolor.
-El costado aún se está curando- cuando retrocedo sorprendida, se frota las costillas y hace una pequeña mueca -recibí un disparo del alcalde cuando nuestra pequeña visita al Fuerte Dallas se fue al sur- jadeo, tapándome la boca con la mano.
-Pero, ¿Estás bien? ¿Y tienes a Ángela?-
-Viví, aunque Edward trajo a Melina aquí por unas semanas. Ahora estoy saliendo de la cama otra vez- me da una sonrisa irónica -te ves increíble, sin embargo. El cautiverio te sienta bien- su mirada se mueve sobre mí, y me toca el brazo. -¿No hay más cabestrillo?-
-No, ya estoy mejor- doblo un poco el brazo y giro mi muñeca, sólo para mostrarle -¿Dónde está Ángela?-
-Abajo en su búnker. No es seguro para ella subir en los días de viento fuerte. Probablemente sea mejor que bajemos a hablar- su sonrisa es brillante -¡Puedo hacerte un café!- no señalo que tengo todo el café que podría querer en la tienda, porque eso sería de mala educación -te traje un regalo- le digo, empujando la bolsa en su dirección. Ella parece sorprendida, y aún más sorprendida cuando saca el frasco de perfume.
-Para Ángela- le explico -te diré más en un momento. La otra parte es para ti. Son tampones- una extraña mirada cruza su rostro, y mira por encima de mi hombro, de vuelta a su dragón.
¿De qué se trata todo eso? Pregunto.
Ella está con un niño. Me dice Emmett. Puedo olerlo.
Oh, Dios mío. Sigo sonriendo, sin embargo. Parece descortés señalar que mi dragón reveló su secreto. ¿Estarás bien si bajo y tomo un café con las chicas?
Te esperaré aquí. Sus pensamientos están llenos de afecto.
¿Vas a pasar el rato con Edward y tener una charla de chicos? Sus pensamientos están desconcertados.
No. ¿Deberíamos? Ahogo mi risa.
No si no quieres. ¿No es eso una cosa de los Drakoni?
Yo... no lo recuerdo. Sus pensamientos se iluminan. Debería preguntarle a Edward qué es lo que recuerda.
Ahí lo tienes. Estoy un poco melancólica, no seré capaz de sacar esos trozos de su mente, pero Isabela me pone una mano en el brazo y me hace un gesto para que la siga, así que me concentro en mi amiga.
-Te acostumbras después de un tiempo- dice Isabela mientras bajamos las escaleras.
-¿A qué?- Pregunto, curiosa.
-A las conversaciones mentales. Hacer malabares con ellas. Has estado callada por casi un minuto seguido, y reconozco esa mirada pensativa en tu cara. Ángela dice que la tengo todo el tiempo- Isabela sonríe -en realidad, dice que parezco constipada, pero creo que es agradable- me río, y todo se siente muy luminoso y soleado.
-No puedo creer que estés aquí y que estés bien. Estaba muy preocupada por ti, Bella- exclamo -no tienes ni idea. He estado muy estresada. Durante mucho tiempo no sabía si tú o Ángela salieron de Fort Dallas vivas. Todo lo que sabía era que había caído y me desperté con un dragón diferente- su expresión está llena de simpatía.
-Debes haber estado muy asustada. Lo siento mucho, Rosalie. Si hubiera sabido que te caerías de la espalda de Edward, nunca habría intentado llevarte. Sólo nos disparaban, y tuve que tomar una decisión rápida, y Emmett no prestaba atención a nuestros planes de batalla…-
-¿No lo hacía?- inmediatamente me siento a la defensiva por Emmett -debe haber tenido una razón.-
-Se olvidó de todo en el momento en que se acercó a la ciudad- ella agita una mano -no estoy tratando de acusarlo. Es sólo algo que deberíamos haber anticipado. Sin una pareja, sus mentes son como un queso suizo lleno de agujeros- me mira con curiosidad mientras bajamos el siguiente tramo de escaleras -por cierto, ¿Cómo está Emmett? La última vez que lo vi, estaba súper, súper loco.-
-Es genial- le digo -desde que nos unimos, su mente ha estado muy clara. Los cuervos se han ido casi completamente.-
-¿Cuervos?- Isabela parece confundida. Se detiene frente a una pesada puerta dy hierro -¿Es eso lo que ve? Edward compartió su 'locura' conmigo una vez, y fue como un televisor con todos los canales encendidos a la vez. Sólo una avalancha interminable. ¿Pero Emmett ve cuervos?- asiento, con curiosidad.
-Lo hace. Dice que se posan sobre sus hombros y le dicen cosas malas. Pero se han ido, más o menos. Aunque todavía le cuesta recordar algo de antes de atravesar la Fisura.-
-A Edward, también- parece triste -siento que hay tanto que necesitamos saber, y que todo está perdido- se muerde el labio, la frustración es evidente en su rostro cuando pone una mano en la puerta -nunca le he dicho nada a Ángela, pero a veces Edward me dice algo un día y lo olvida al siguiente. Es como si todo su pasado, su historia, se le escapara de la cabeza sin un ancla- suena desgarradoramente familiar.
-Lo mismo con Emmett. He estado llevando un diario de todo lo que Emmett me dice. Espero poder llegar a recomponerlo todo- sus ojos se abren de par en par.
-Oh Dios mío, es una buena idea. Necesito conseguir cuadernos la próxima vez que Edward salga.-
-Puedo traerte unos cuantos- le digo. Isabela golpea la puerta tres veces.
-¡Ángela se va a sorprender tanto cuando te vea!- me siento un poco incómoda con sus elogios. ¿Me veo tan diferente? Sé que he engordado desde mis días en Fort Dallas, cuando no había dinero para la comida y ninguna esperanza.
Con Emmett, tengo carne fresca si quiero, y he estado trabajando constantemente en los alimentos menos caducados de los estantes de la tienda. El otro día Esme y yo sacamos un libro de cocina e hicimos pan fresco en un horno holandés sobre el fuego. Me siento un poco culpable de que ya no lo tenga tan difícil.
No seas tonta. Me dice Emmett desde lejos, sus pensamientos llenos de afecto. Una lucha por comer no es algo de lo que estar orgulloso. Y tu cuerpo necesita estar sano para que mi semilla pueda crecer dentro de tu cuerpo, como en la pareja de Edward.
Erm, las cosas de una en una, por favor. Todavía me estoy acostumbrando a la cosa del dragón-esposa. No echemos un bebé a la mezcla todavía. No estoy segura de estar lista para tener un huevo.
¿Un huevo? Puedo oír la risa en sus pensamientos. No es probable. Los niños Drakoni son lanzados desde la barriga a las arenas calientes y gritan su rabia a sus madres antes de que el cordón se corte.
Bueno, eso suena encantador. Esperemos que se guarden el aliento de fuego para ellos mismos hasta la edad adulta.
No hasta que tengan el ritual. Emmett se está divirtiendo. No puedo imaginar que seamos muy diferentes a los humanos en ese aspecto.
Cero respiración de fuego con los humanos, puedo asegurártelo. Y me alegra escuchar que no hay bebés que escupan fuego.
No hay nada de eso. Toman del fuego de la madre y éste mantiene al niño hasta que alcanza una edad para producir el suyo propio. Una vez que nazca nuestro hijo, tendrás que tomar mis fuegos de nuevo para reponer los tuyos, pero será una experiencia placentera, creo.
-Hombre, es muy hablador, ¿no?- menciona Isabela, sonriéndome -Edward es muy callado. Creo que le gusta espiar mi cabeza- puedo sentir que me ruborizo.
-Hay muchas cosas que le gusta comentar, supongo. Lo siento. No estoy tratando de ser grosera.-
-No lo eres en absoluto- la mirada en su cara es de comprensión -es difícil concentrarse en la gente que te rodea a veces cuando tienes un dragón muy persistente en tu cerebro.-
-No estás bromeando- oigo el sonido de cerraduras que se abren y luego un cerrojo que se desliza hacia atrás. Un momento después, Ángela se asoma por la rendija de la puerta.
-Entra.-
-Ángela- digo calurosamente en saludo -¡Me alegro de verte!-
-Entra rápido- me dice Isabela -estamos tratando de mantener su olor al mínimo- entramos deprisa, y las mujeres cierran la puerta rápidamente tras nosotros otra vez. Inmediatamente, Ángela se mueve a un estante y enciende una vela perfumada con un encendedor de tallo largo.
-Todo bien- dice Ángela después de un momento, y luego extiende sus brazos para un abrazo -¡Ahora ven y dame un saludo apropiado, Rosalie!- le doy un abrazo entusiasta, consciente de su pierna mala.
-¡Te ves increíblemente bien, Ángela! ¿Cómo es el nuevo hogar?-
-Silencioso- dice con una voz suave, y su sonrisa es brillante pero no llega a sus ojos. Uh oh.
Edward dice que la hermana tiene problemas. Le preocupa ser una carga, y su nido es atacado regularmente. Debe esconderse constantemente. Pobre Ángela.
-Bueno, es mejor que Fort Dallas, ¿no?- tomo sus manos en las mías y las aprieto -no sé tú, pero yo disfruto estando lejos de ese autobús escolar en el que vivíamos. Hacía mucho calor en los días soleados. Estás bien y fresca aquí abajo- miro a mi alrededor, admirando la habitación de Ángela. Es una gran habitación, tal vez una sala de reuniones de algún tipo, y hay un futón contra una pared y un estante lleno de libros a lo largo de otra. Hay costura y algunas sillas plegables esparcidas por ahí, y velas perfumadas. Muchas velas perfumadas. A Ángela siempre le han gustado las cosas bonitas, así que veo bufandas brillantes y coloridas colgadas en las paredes de colores aleatorios y un montón de almohadas alegres en su cama -veo que han estado buscando elementos de decoración- me burlo -me gustan las chispas de color.-
-Me gusta- dice Ángela tímidamente -ayuda que esté bonito aquí abajo cuando hace sol y es agradable afuera y no puedo salir.-
-Pero estás a salvo aquí- digo firmemente -eso es lo importante. Estás con tu familia y estás a salvo- a un lado, Isabela parece aliviada de que esté de acuerdo con ella. Ángela debe sentirse un poco loca atrapada aquí. No la culpo, pero ahora mismo se trata de sobrevivir -¿Han vuelto a Fort Dallas desde que os fueron?-
-Nop- dice Isabela, y vuelve a frotarse las costillas -he estado ocupada curándome. Aunque estoy bien con no volver nunca más. No hay nada para mí allí. Ven, siéntate y hagamos un poco de café, ¿sí?- me siento en el sitio que Ángela señala, curiosa de cómo van a hacer el café sin electricidad. No hay fuego aquí abajo, que es como Emmett, Esme y yo normalmente hacemos nuestro café en la tienda. Pero Isabela coge la cafetera y la llena de agua, y luego hace un gesto hacia la puerta -voy a correr y hacer que Edward le eche fuego a esto. Volveré en un santiamén- bueno, así es como, parece.
-Está bien- ella desaparece por la puerta, cerrándola rápidamente detrás de ella una vez más, y me vuelvo hacia Ángela -tu hermana parece delgada. ¿Va todo bien?- la sonrisa de Ángela es temblorosa.
-Esta mejor de lo que estaba. Ella estuvo inconciente por un tiempo- odio oír eso.
-Entonces, ¿Estaba tan malherida?-
-Sí, lo estaba- Ángela se retuerce las manos en su regazo -Edward se aseguró de que tuviera un médico, sin embargo. Él la cuida muy bien. No quiero que te preocupes por Isabela. Ella está mucho mejor, lo prometo.-
-Sé que Edward la cuidará fantásticamente si se parece a mi Emmett- me siento triste por Ángela, porque parece un poco perdida.
Es curioso como siempre he estado un poco celosa del vínculo que ella y Isabela tenían, y ahora que Isabela está con su dragón, Ángela probablemente se siente un poco sobrepasada. Sumado a las extrañas circunstancias de su casa aquí en las afueras de Fort Dallas y a que probablemente no se sienta segura en ningún lugar. No es que Isabela deje que le pase algo a su hermanita, pero entiendo perfectamente la incertidumbre que debe estar sintiendo.
-¿Y cómo estás? ¿Cómo lo estás llevando?-
-Me siento como una carga, por supuesto- Ángela se encoge de hombros -¿Cómo no voy a hacerlo? Tienen que protegerme y mantenerme en esta habitación todo el tiempo, y aún así nos atacan otros. No puedo ayudar con mucho de nada. Me preocupa que mi hermana empiece a resentirme por el hecho de que ella y Edward estén atrapados aquí... Conmigo.-
-Nunca- le digo -tu hermana te quiere. Siempre te cuidará.-
-Eso es en parte por lo que me siento tan culpable, creo- dice Ángela. Ella coge el dobladillo de su larga túnica, sin mirarme a los ojos -siempre soy el problema, nunca la solución. Siento que no puedo hacer nada para ayudar. Y todo cambia en el día a día. Yo... simplemente no sé qué me depara el futuro- extiendo la mano y la agarro.
-Todo va a estar bien, Ángela. Te lo prometo. Si lo necesitas, puedes venir a vivir conmigo. Emmett y yo nos hemos instalado en un viejo SuperMart en las afueras de las ruinas. No tenemos los ataques de dragones que tiene el viejo Dallas. Y tenemos mucho perfume y puedes disfrazar tu olor, como mi amiga Esme.-
-¿Esme?- Ángela frunce las cejas.
-Una amiga que he hecho- le digo -vive sola, y disfraza su olor de los dragones para estar a salvo.-
-¿Quién está a salvo?- pregunta Isabela, volviendo a la habitación, con la cafetera en la mano. El vapor se eleva de ella, y el aroma del café preparado llena el aire.
-Esme. La conocí cuando Emmett y yo paramos en un SuperMart de una de las viejas autopistas. Está bastante lejos, pero es muy tranquilo- les cuento cómo conocimos a Esme y cómo Esme enmascaraba su olor con orina de ciervo al principio, y ahora con perfume -hay maneras de hacerlo- les digo con entusiasmo. Quiero darle esperanza a Ángela, y sé que debe estar luchando ahora mismo -Esme no ha estado en el radar de nadie. Su olor está bien escondido. Emmett dice que huele fatal. Si podemos hacer que Ángela huela horrible, entonces ella también tendrá un poco de libertad- las hermanas intercambian una mirada.
-Es una buena oferta- dice Ángela, con los dedos todavía escarbando en su dobladillo -pero, ¿Qué voy a hacer aunque tenga libertad de movimientos? No puedo ir a ninguna parte con mi pierna mala. Tengo que estar sentada todo el tiempo- se encoge de hombros -probablemente lo más inteligente sea continuar como hasta ahora- odio oír esa derrota en su voz, pero no puedo obligarla a ser más valiente.
-La opción está ahí, al menos.-
-Lo está. Gracias- me sonríe -¿Y puedo decir lo asombroso que es verte de nuevo, con un aspecto tan saludable? Después de que no supimos nada de ti, temí lo peor- Isabela vierte el café en una taza y me lo entrega.
-Admito que tengo curiosidad por saber qué pasó. Me encantaría escuchar tu versión de las cosas.-
