Capítulo 6

"El señor Dalton es un amigo de mi familia, señor Wickham," dijo Elizabeth para calmar la situación. Ella se dio cuenta que William estaba un poco alterado y quería evitar que la situación pasara a mayores.

"Entiendo, señorita Bennet. Siento mucho que no podamos seguir conversando, pero creo que debo irme. Fue un gusto verte y espero que en una próxima ocasión podamos conversar más tranquilos y sin interrupciones," dijo Wickham mirando a William. A él no le había gustado para nada ese hombre de apariencia altanera y arrogante y no entendía por qué actuaba como si fuera alguien importante, cuando estaba claro que no era más que un simple comerciante.

"Qué tenga buen día, señor Wickham," replicó Elizabeth fríamente. Ella esperaba no tener que ver nunca más a ese hombre y pensaba hablar con Charles para que tuviera cuidado con él.

"¿Está bien, señorita Bennet?" preguntó William en cuanto Wickham se fue. "Me pareció que ese hombre la estaba agobiando y por eso me acerqué a ver si necesitabas mi ayuda."

"El señor Wickham es un conocido al que no veía hace algún tiempo y me estaba despidiendo de él cuando usted se acercó a nosotros." Elizabeth no quería dar más explicaciones y prefirió no decirle a William que el señor Wickham la estaba importunando.

"¿Me permites que te acompañe hasta tu casa?" preguntó William. Aunque Elizabeth le había asegurado que no había pasado nada, él no estaba tan convencido. Por eso quiso asegurarse de que ella estuviera bien y dejarla en su casa.

Elizabeth le agradeció y aceptó que la acompañara las tres cuadras que debía caminar hasta la casa de los Gardiner. Aunque ella se había hecho la ilusión de que podrían conversar y volver a reconectarse, William casi no le habló mientras caminaban. Él quería asegurarse de que ella estuviera bien pero no volver a tener una amistad porque había decidido alejarse definitivamente de ella.

"Señor Dalton, mañana regreso a mi casa en Hertfordshire," dijo Elizabeth tratando de establecer una conversación.

"Espero que tengas un buen viaje y que hayas disfrutado tu estadía en Londres," replicó William y no dijo nada más.

Elizabeth se sintió herida y rechazada por la forma tan cortante en como él le contestó. Pero le dolió aún más que él pareciera tener cero interés en querer conversar con ella. La última cuadra que caminaron juntos, William ni siquiera la miró porque parecía absorto en su propio mundo.

Cuando finalmente llegaron a la esquina donde estaba la casa de los Gardiners, Elizabeth se detuvo y se despidió. "Gracias su compañía, señor Dalton."

"Fue un gusto acompañarla, señorita Bennet," replicó William. El hizo una pequeña reverencia y comenzó a caminar rumbo a su casa.

Elizabeth decidió que probablemente no volvería a verlo en mucho tiempo, y por eso decidió decirle todo lo que sentía en ese momento. "Señor Dalton, espere por favor."

William se puso muy nervioso porque no deseaba tener que pasar ni un minuto al lado de Elizabeth. Él sentía mucha pena de saber que tal vez no la volvería a ver más, y sabía que entre menos contacto tuviera con ella sería mejor para su paz mental. "Disculpe, señorita Bennet, pero tengo muchas cosas pendientes que debo resolver esta tarde."

"No te quitaré mucho tiempo, no te preocupes. Sólo quiero saber por qué desde hace una semana me has tratado con tanta indiferencia," dijo Elizabeth con la voz quebrada por la emoción. "Antes de irme, me gustaría saber ¿qué hice para merecer que me trates de esta manera?"

William no se esperaba una pregunta tan directa y en un principio no supo qué decir. "No sé a qué te refieres, tal vez debe ser porque he estado muy ocupado…"

"No creo, porque desde que nos conocemos siempre has estado ocupado pero sin embargo eras amable, considerado y parecías disfrutar de mi compañía. Por favor, señor Dalton, te pido que seas honesto porque probablemente no nos vamos a ver en mucho tiempo. Pero yo necesito saber si dije o hice algo que te ofendió porque no puedo seguir con este peso en mi conciencia."

William observó la angustia en el rostro de Elizabeth y se sintió miserable y culpable de causar dolor a la mujer que tanto admiraba. "Señorita Bennet, créeme por favor cuando te digo que no has hecho nada malo. Tú eres una excelente mujer a la que admiro y respeto sinceramente."

"Lo siento, pero no te creo y siento mucho que no puedas ser sincero conmigo porque yo sí te admiraba y respetaba sinceramente. Pero no te preocupes porque no voy a insistir más, sólo sé que he perdido tu amistad y ni siquiera sabré por qué. Buenas tardes, señor Dalton," dijo Elizabeth totalmente decepcionada y sin poder evitar derramar unas lágrimas.

"Elizabeth, no me hables así, por favor," dijo William impulsivamente.

"Es que no te entiendo, William. ¿Por qué no eres honesto y me dice que pasó y por qué cambiaste tanto."

William supo que no podía seguir mintiéndole a Elizabeth y le pidió que fueran al parque para poder conversar más tranquilos. Cuando llegaron allí, ellos se sentaron en la misma banca donde lo habían hecho una semana atrás.

"Tienes razón cuando dices que algo pasó que hizo cambiar mi actitud hacia ti, pero tú no has hecho nada malo, créeme por favor." Cuando William vio la cara de incertidumbre de Elizabeth decidió aclarar todo. "Desde que te conocí sentí una fuerte atracción hacia ti, y en la medida que te conocía mejor, esa atracción se fue transformando en una apasionada admiración. Pero mientras todo esto pasaba, yo pensaba que tú eras la hija de un procurador y no la hija de un caballero terrateniente."

"¿Y qué diferencia hace que yo sea la hija de un caballero? Yo sigo siendo la misma persona," preguntó Elizabeth sorprendida.

"Elizabeth, tú eres muy joven, has vivido una vida protegida y sabes muy poco del mundo real. Las diferencias sociales de nuestras familias hacen que sea imposible proyectar algo más que una amistad entre nosotros, y yo siento que no puedo ser tu amigo."

"¿Pero por qué? ¿Acaso no te interesa saber cuáles son mis sentimientos por ti antes de tomar cualquier decisión?"

"No, porque nada de lo que puedas decirme me hará cambiar de opinión. Cualquier sentimiento que puedas albergar hacia mí, se desvanecerá en el momento que en que tus ilusiones de juventud pasen y te veas enfrentada a la realidad."

"William, ¿de qué hablas?"

"Señorita Bennet, usted quería saber la verdad y yo ya se la he dicho. Permítame acompañarla a su casa…"

"No es necesario," dijo Elizabeth y se alejó corriendo. Ella no quería escuchar más explicaciones que la llenaban de dudas. En ese momento, ella sólo deseaba retornar a su casa lo antes posible y olvidarse de ese hombre lo antes posible.

P&P

"Quiero adornar la iglesia con muchas flores de todos los colores posibles para que todos queden impresionados con la boda más importante que se ha celebrado en esta área en años," decía la señora Bennet feliz mientras cambiaba varias cosas de orden en el gran salón de Netherfield.

"Lo siento señora Bennet, pero en la iglesia sólo habrá flores blancas," respondió Caroline mientras regresaba el jarrón de porcelana al lugar donde ella lo había puesto.

"Eso no puede ser, sólo flores blancas harán que la boda parezca un funeral," retrucó la señora Bennet más bien molesta.

"Pero así será, le guste o no a usted," dijo Caroline con firmeza.

"¿Por qué?" gritó la señora Bennet irritada.

"Porque las flores blancas son símbolo de distinción y elegancia. La boda de mi hermano no es un carnaval," señora Bennet.

"Llenar una iglesia en la que se va a celebrar una boda con flores de muchos colores es una vulgaridad que no podemos aceptar," concluyó Louisa para apoyar a su hermana.

"En el día de mi boda la iglesia estuvo adornada con flores de muchos colores y yo me casé con el caballero más importante de esta zona," concluyó la señora Bennet fastidiada. Luego tomó el jarrón de porcelana y lo volvió a ubicar cerca de la ventana.

"Madre, ¿te parece si me ayudas a arreglar algunas cosas en mi futura habitación?" Jane no quería que su madre siguiera discutiendo con Louisa y Caroline y por eso prefería sacarla de aquel lugar.

Jane era muy feliz porque se iba a casar con el hombre que amaba, pero desafortunadamente había otras cosas que no la dejaban disfrutar plenamente de todo lo hermoso que le estaba pasando. Por una parte, estaban sus cuñadas que eran muy buenas y amables con ella siempre y cuando ella hiciera todo lo que ellas le pedían u ordenaban. Por otra parte estaba su madre, que todo el tiempo estaba tratando de interferir en su vida y de forzarla a hacer lo que ella quería. Jane amaba a la señora Bennet, pero muchas veces le hubiera gustado que su madre no fuera tan controladora y no considerara sus sentimientos. Ella siempre estaba hablando sin césar de asuntos inapropiados y haciendo comentarios que la hacían avergonzarse.

Finalmente, Jane estaba muy triste porque Elizabeth se había quedado en Londres y la había dejado sola lidiando con su familia, la familia de su futuro esposo y todos los preparativos de la boda. Elizabeth le había escrito para preguntarle si la necesitaba, pero ella estaba tan ocupada que no tuvo tiempo de responderle porque cada noche al poner la cabeza en la almohada se quedaba profundamente dormida.

Afortunadamente, la señora Bennet regresó a Longbourn y no insistió en quedarse a cenar en Netherfield. Jane pasaría la noche allí, porque al otro día ella, Louisa y Caroline se levantarían muy temprano porque iban a comenzar a arreglar el salón principal para el desayuno de boda.

Caroline y Louisa cada vez que podían sembraban cizaña en Jane en contra de su familia. Ellas querían alejar a Jane por completo de los Bennet, y para eso tenían un plan muy bien urdido.

"Caroline, Louisa, quiero pedirles disculpas porque a veces mi madre puede ser muy insistente con algunas cosas," dijo Jane sinceramente. Ella notó que sus cuñadas se habían molestado mucho por la actitud de la señora Bennet.

"No te preocupes, querida, nosotras entendemos," dijo Louisa sonriendo.

"Mi querida Jane, todos tenemos personas en nuestra familia que a veces piensan más en ellos que en nuestros sentimientos. Por ejemplo, mi tía Henrietta que vive en Scarborough siempre ha sido muy indiscreta y dice todo lo que piensa sin importar si sus palabras y opiniones me avergonzaban." Caroline había inventado eso para provocar la simpatía de Jane porque tía Henrietta era una mujer muy dulce y considerada.

"Entiendo muy bien cómo te debes haber sentido, Caroline. A veces a mi me pasa lo mismo con mi madre," dijo Jane sin poder evitar ruborizarse.

"Por esa razón, y pese a lo mucho que queremos a nuestra tía, nosotras nos mantenemos lo más alejadas de ella posible," añadió Louisa para sembrar la duda en Jane.

"¿Y Eliza? ¿Todavía está en Londres?" preguntó Caroline distraídamente para no levantar sospechas.

"Sí, pero regresa mañana," contestó Jane.

"Yo pensé que ustedes eran muy unidas, Jane. Me imaginé que faltando tan poco para tu boda ella querría estar aquí ayudándote con todo." Louisa miró a Caroline para que ella siguiera azuzando a Jane.

"Lo somos, de hecho ella me escribió para preguntarme si yo la necesitaba, pero he estado tan ocupada que no tuve tiempo para escribirle," explicó Jane.

"Entiendo, pero cuando Louisa se casó yo no le pregunté si me necesitaba porque sabía muy bien la respuesta. Además, no me hubiera perdido por nada del mundo estar junto a ella en ese momento tan importante," agregó Caroline.

"Y por eso yo me siento tan feliz de tener una hermana tan buena y que me quiere tanto," concluyó Louisa. Luego miró a Caroline y ambas tuvieron que morderse la lengua para no reírse. En realidad, Caroline no soportó estar ni un sólo día con Louisa durante los preparativos de su boda porque ella estaba insoportable.

Caroline y Louisa siguieron contando un montón de anécdotas para probar lo unidas que ellas eran. Por su parte, Jane se había quedado muda reflexionando sobre todo lo que escuchaba sin poder evitar ponerse un poco triste. A ella no le gustaba pensar que Elizabeth la había dejado sola cuando ella más la necesitaba.

Afortunadamente, el señor Bingley llegó más temprano de lo que había proyectado y pasó todo el tiempo que pudo conversando con su prometida y diciéndole lo hermosa que era y lo mucho que la amaba. Gracias a eso, Jane logró sacar de su cabeza las dudas y olvidarse de aquellas cosas que le entristecían.

P&P

William había pasado una pésima noche, y como siempre cuando estaba inquieto soñó con aquella mujer y el río. Elizabeth partiría muy pronto de regreso a su casa y él no la volvería a ver nunca más. Pero lo que más le dolía, era recordar que la última vez que se vieron, ella había llorado por su culpa. Él sabía que lo que estaba haciendo era lo correcto, pero nada de eso le servía para borrar el inmenso dolor que sentía.

Afortunadamente, la cocinera había preparado el café tal como a él le gustaba, y después de tomar dos tazas, sintió que en algo disminuía el dolor de cabeza que tenía.

"Buenos días, hijo," dijo Violet cuando entró al comedor. Ella conocía muy bien a su hijo y sabía que estaba probablemente triste por la partida de Elizabeth. Lo que ella no comprendía era por qué tan abruptamente la amistad entre ellos se había terminado. Ella sabía que no sacaba nada con preguntarle a su hijo porque probablemente él no le hablaría del tema.

"Buenos días, madre. Te levantaste muy temprano hoy," dijo William. Él había planeado desayunar, irse a la bodega del puerto y quedarse todo el día allí para evitar pensar en Elizabeth.

"Querido, recuerda que hoy Madeline, Edward, Lizzy y los niños viajan a Hertfordshire. Me levanté más temprano que de costumbre porque les quiero desear un buen viaje y despedirme de Elizabeth porque no sé cuándo nos volveremos a ver."

"Entiendo, madre. Bueno, siento mucho no poder acompañarte a desayunar pero debo irme al puerto. Tengo cosas urgentes que hacer allí."

"Hijo, sé que eres un hombre muy responsable y ocupado, pero esta vez te voy a pedir que pospongas tus planes por media hora y me acompañes a despedirme de la familia."

"Lo siento madre, pero no puedo."

"William Aaron Dalton, aunque no eres un niño, yo sigo siendo tu madre y no voy a permitir que te comportes como un hombre sin corazón ni modales. El negocio y el dinero son importantes, pero nada es más importante que la familia," dijo Violet enérgicamente.

"Tienes razón madre, lo siento," se disculpó William. Él no podía negarle nada a su madre y menos cuando ella tenía razón. Por lo tanto, él se armó de valor para ver a Elizabeth por última vez. Afortunadamente habrían otras personas presentes por lo que no existía la posibilidad de que ella intentara hablar de asuntos personales con él.

Elizabeth había llorado mucho el día anterior. La conversación con William la había hecho darse cuenta de muchas cosas que le causaron una enorme tristeza pero a la vez la hicieron reflexionar. En ese momento, y más que nunca estaba segura de que jamás se casaría porque los hombres eran criaturas tan extrañas que ella jamás lograría entender.

Pero antes de irse de regreso a Longbourn, ella tenía que decirle unas cuantas cosas a William. De cierta forma sentía que debía comunicarle todo lo que él no le permitió decirle el día anterior. Para desahogarse, le escribió una carta breve en la que quería aclararle algunas cosas y sobre todo, quería que él supiera lo que ella sentía. Una vez que terminó de escribir, se sintió mucho más tranquila y pudo conciliar el sueño.

Lo único que no sabía era cómo se la iba a entregar, pero si él y su madre venían a despedirse, buscaría la forma de hacerlo. De otra forma, tendría que guardarla o arrojarla al fuego.

"Qué divertido va a ser poder asistir a la boda de Jane," dijo Emily muy emocionada.

"No veo qué tiene de divertido una boda," replicó Luke.

"En una boda siempre hay mucha comida deliciosa, hijo, y muchos pasteles," agregó el señor Gardiner para animar a su hijo.

"Entonces supongo que no es tan malo ir a una boda," dijo Luke más resignado.

"Además, Luke, podemos subir a la cima de la colina y jugar con los perros de mi padre los días que no haga tanto frío," agregó Elizabeth.

"Yo también quiero jugar con los perros y subir a la colina," dijo Emily.

"Entonces eso es lo que haremos, los tres nos iremos de excursión y jugaremos con los perros," dijo Elizabeth mientras ayudaba a su prima a ponerse el abrigo.

Justo cuando estaban todos prácticamente listos para salir de la casa y abordar el carruaje, los Dalton llegaron a despedirse. Madeline y Edward los recibieron con mucho cariño y les agradecieron la consideración.

"No queremos que retrasen su partida por nuestra culpa, así que seremos breves. Querida Lizzy, fue un placer volverte a ver después de tantos años, y por favor recuerda que siempre que desees viajar a Londres no sólo tienes la casa de tu tío, sino también la nuestra," dijo Violet abrazándola con mucho afecto.

"Gracias, señora Dalton. Para mí también fue un gusto volver a verla."

Tía Violet abrazó a su sobrina Madeline y los niños comenzaron a contarle muy animadamente los planes que tenían con Elizabeth. William se despidió de los niños, y de los Gardiner.

Luego, se acercó a Elizabeth y dijo muy solemnemente. "Espero tengas un buen viaje, señorita Bennet y que disfrutes del reencuentro con tu familia."

"Gracias, mucho éxito para usted también," replicó Elizabeth. Cuando vio que la familia se dirigió hasta el corredor que llevaba a la entrada principal de la casa aprovechó para entregarle la carta a William. "Señor Dalton, me gustaría pedirle humildemente que me hagas el honor de leer esta carta."

William se sorprendió mucho, pero tomó la carta y la guardó en el bolsillo de su abrigo.

Una vez que William recibió la carta, Elizabeth se fue hacia el corredor con el resto de la familia. Finalmente, y después de unos cuantos abrazos más y deseos de buen viaje de Violet, los Gardiner y Elizabeth abordaron el carruaje y partieron rumbo a Longbourn.

William y su madre se quedaron por casi un minuto parados mirando como el carruaje se alejaba. Finalmente retornaron a casa porque la mañana estaba muy fría.

"Gracias por acompañarme, hijo. Ahora puedes disponer de tu tiempo como lo desees y puedes ir al puerto. Siento mucho si por mi culpa tuviste que retrasar tus planes."

"Sí, mamá," contestó William sin saber qué decir. Él no había escuchado nada de lo que su madre había dicho porque estaba pensando en Elizabeth y aquella carta.

"¿Hijo, estás bien?"

"Sí, estoy bien"

"¿Piensas ir al puerto?"

"¿Al puerto?"

"Sí, al puerto."

"Sí, pero no ahora. Discúlpame, madre, pero tengo algo urgente que hacer." William besó a su madre en la frente y se fue a su estudio.

Violet quedó muy sorprendida al ver a su hijo tan vacilante, pero comprendió que tal vez estaba triste por la partida de Elizabeth. Ella tenía planeado viajar a Hertfordshire después de las fiestas de fin de año para invitarla formalmente a pasar una temporada con ella para darle a su hijo la posibilidad de cortejarla.

William entró a su estudio, se sentó en el escritorio, abrió la carta y comenzó a leerla inmediatamente.

Estimado señor Dalton,

Me he tomado la libertad de escribirle esta carta para poder expresar de forma libre y honesta mis sentimientos hacia usted…

P&P

Gracias a todos los que siempre dejan comentarios y siguen la historia con mucho entusiasmo. Espero les esté gustando esta historia aunque debo pedirles que tengan harta paciencia porque es un poco larga. En esta primera etapa, William resolverá su vida amorosa. En la segunda etapa, por algunas cosas que sucederán, él empezará a recordar algunos eventos que lo llevarán a recordar partes de un pasado que creía perdido. Y en la tercera etapa, se encontrará con su familia biológica.

En el próximo capítulo será la boda de Jane y Elizabeth se llevará una gran sorpresa.

Special thanks to everyone who follows the story through the translator because I know it is much more difficult to understand the plot. Maybe in the future I'll translate it so you can read it again and compare with the original in Spanish. (although I don't know if I can do a better job than Google, LOL)

¡Nos vemos muy pronto!

Saludos,

Yo