Capítulo 7
Estimado señor Dalton,
Me he tomado la libertad de escribirle esta carta para poder expresar de forma libre y honesta mis sentimientos hacia usted. No sé si te sorprenderá saber que yo también te admiraba profundamente, pero tengo claro que mis sentimientos hacia ti son totalmente irrelevantes porque como usted es hombre, lo único que importa es lo que usted crea, piense y sienta. Pero por favor, no quiero que te sientas culpable porque no has sido el único hombre que me ha declarado su admiración sin importarle mis sentimientos.
Por eso quiero hablarte un poco más de mí y de lo que pienso de todo lo que me has dicho. Es cierto que yo soy la hija de un caballero, pero mi supuesta superioridad social sobre ti existirá sólo mientras mi padre esté vivo…"
Elizabeth le explicó en gran detalle la situación de la hacienda de su padre, que no podía ser heredada por una mujer y su padre sólo tenía hijas. Fue muy elocuente en remarcar que una vez que su padre falleciera, ella, su madre y sus hermanas solteras quedarían prácticamente en la calle viviendo de la caridad del resto de la familia.
Lo que más me duele de todo esto es darme cuenta que más allá de mi buena disposición y alegría, no hay nada que pueda recomendarme a los ojos de un hombre como usted. Mis sentimientos y mis anhelos a nadie le importan porque parece que soy demasiado insignificante para que alguien pueda verme por lo que simplemente soy y no por lo que represento. Lo irónico de todo esto, es que estoy segura que si usted hubiera sido un rico heredero probablemente me hubieras rechazado por ser demasiado pobre y por tener una familia inadecuada.
En la segunda hoja de la carta, Elizabeth le contó todo sobre la situación de su familia y lo disfuncional que era su hogar. Finalmente, le dijo que estaba totalmente desilusionada de la vida en general y no esperaba nada de nadie.
Hoy más que nunca sé que mi futuro sólo depende de mí y que no puedo y no debo esperar nada de nadie. Yo estaba dispuesta a darte una oportunidad si tú hubieras estado dispuesto a darle una oportunidad a nuestra relación, pero sé que eso jamás pasará. Sinceramente te deseo lo mejor y espero que puedas conseguir todo lo que te propones.
Atentamente,
Elizabeth Bennet
William leyó la carta varias veces sin saber mucho qué pensar. Él se dio cuenta que había herido profundamente a la mujer que amaba asumiendo muchas cosas que no estaban ni cerca de ser realidad. Ella le había estado dispuesta a darle una oportunidad al amor de ellos mientras él se había comportado como un cobarde.
William no pudo evitar llorar y se preguntaba ¿qué había hecho? La noche anterior, él casi no había dormido y la tristeza y desesperanza lo abatieron por completo. Por eso, y sin darse cuenta, se quedó dormido con su cabeza sobre el escritorio y la carta de Elizabeth entre sus manos. Como siempre, tuvo horribles pesadillas en donde veía a aquella mujer gritándole mientras lo empujaba al río.
Violet estaba un poco preocupada porque su hijo se había encerrado hace más de una hora en el estudio y no había salido de allí. Por eso, decidió cerciorarse si todo estaba bien. Cuando entró al estudio, ella vio a su hijo dormido balbuceando cosas incoherentes, al parecer estaba en medio de una pesadilla.
"William, hijo, ¿estás bien?" dijo Violet mientras intentaba despertarlo.
William despertó abruptamente, se puso de pie y abrazó a su madre por varios minutos sin decir absolutamente nada. Violet le acariciaba el pelo mientras le decía palabras cariñosas para reconfortarlo. Desde que su amado hijo era pequeño, solía tener pesadillas y ella siempre lograba calmarlo de la misma forma.
"Lo siento, madre, me quedé dormido y creo que estaba teniendo una pesadilla. Es mejor que me vaya al puerto," dijo William un poco más calmado.
Violet notó que su hijo había estado llorando y se preocupó mucho. Él era un hombre que mantenía el control absoluto de sus emociones y de adulto, sólo lo había visto llorar el día que su padre falleció. "Lo siento, hijo, pero no irás a ninguna parte hasta que me expliques qué está pasando." Violet se dio cuenta que su hijo tenía una carta entre sus manos y preguntó. "¿Es por esa carta que estás así de tenso? ¿Hay problemas con los negocios?"
"No, madre, en los negocios todo marcha excelente." William suspiró e invitó a su madre a sentarse en un sillón cerca de la chimenea.
"Hijo, no me asustes, ¿qué te pasa?"
"Creo que soy el hombre más estúpido de toda Inglaterra, madre." Al ver la cara de pregunta de Violet, William le contó todo lo que había pasado entre Elizabeth y él y el contenido de la carta.
A Violet no le sorprendió que su hijo estuviera enamorado de Elizabeth, pero sí le sorprendió en la forma en cómo se había comportado con ella. Pero además, ella no conocía la situación real de Elizabeth porque su sobrina Madeline era una mujer muy discreta.
"¿Qué piensas hacer, hijo?"
"No lo sé, madre."
"Pero me imagino que no estarás pensando en rendirte tan fácilmente."
"Madre, hay tantas cosas que debo considerar. Además, no deseo volver a ofenderla y me temo que ella ha perdido todo el respeto que sentía por mí." William se puso de pie y comenzó a ordenar algunos documentos en su escritorio. "Creo que es mejor que me vaya al puerto antes que se me haga más tarde."
"Tú eres igual que tu padre, hijo. Siempre piensas y sobre piensas cada cosa, lo cual está bien cuando estás haciendo negocios pero no para tu vida personal. Has conocido a una mujer maravillosa que te admira y que además necesita desesperadamente la protección y el amor de un hombre bueno. Hijo, no dejes pasar esta oportunidad, tú y ella merecen ser felices y algo me dice que una vez que resuelvan vuestras diferencias todo irá bien para ustedes."
"Entonces, ¿qué crees que debo hacer madre?" preguntó William inmediatamente.
"Creo que debes viajar a Hertfordshire lo antes posible y decirle a Elizabeth lo mucho que la quieres." Violet se acercó a su hijo, lo besó en la frente y le dijo con voz emocionada. "Hijo, no le tengas miedo a ser feliz."
William se quedó por varios minutos pensando, y antes de salir rumbo al puerto habló con su asistente para dejar todo en orden y comunicarle que al día siguiente partirían rumbo a Hertfordshire.
P&P
"No sabes lo mucho que me alegra verte recuperado, querido padre," dijo Georgiana emocionada mientras abrazaba cariñosamente a George Darcy. Él se sentía mucho mejor y el doctor le había dado permiso para levantarse, pero no para salir de casa. Él había tenido un fuerte resfriado, que junto a sus otros problemas de salud lo habían tenido muy débil.
El señor Darcy estaba en su amplia biblioteca, sentado en un sofá al lado de su hija leyéndole el último libro del autor favorito de ambos. Él adoraba a su hija, le encantaba pasar tiempo con ella y la mimaba y consentía en todo lo que podía. "A mí también me encanta estar mejor y poder compartir más tiempo contigo, mi querida y amada hija. ¿Pero qué te ha parecido este capítulo? Debo confesarte que me ha sorprendido un poco."
"A mí también, padre. Pensé que el Capitán Owen era una especie de pirata despiadado y jamás imaginé que era un oficial de nuestra majestad infiltrado." A Georgiana le encantaba que su padre le leyera porque le gustaba pasar tiempo con él.
"Las apariencias suelen engañar, hija. Por eso uno no debe confiar en nadie ciegamente, sólo en la familia más cercana."
Mientras su padre le hablaba, Georgiana pensaba en el ahijado de su padre y se preguntaba si era alguien que mostraba una cara al señor Darcy, y otra muy distinta a ella. Georgiana quería hablarle a su padre de lo incómoda que últimamente se sentía en la presencia de George Wickham, pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Ella había pensado hablar con Richard, pero sabía que su primo inmediatamente encararía a Wickham y tenía miedo de estar cometiendo un error.
"Buenas días, querido padrino. No sabes el gusto que me dio saber que estabas mejor y que ya no tenías que estar acostado en cama y aburrido," dijo George Wickham ingresando a la biblioteca.
"Mi querido George, no sabes el gusto que me da verte. Te extrañé mucho estos días," dijo George Darcy contento de ver a su ahijado.
Georgiana también saludó al señor Wickham pero mucho menos efusiva que su padre. Ella prefería mantenerse alejada de él porque no le gustaba cuando comenzaba a acariciarle las manos o la cara, y menos cuando la miraba y le hablaba de una manera tan insinuante, como si tuviera otro tipo de intenciones con ella. Georgiana siempre había estimado al ahijado de su padre, pero lo veía como a un familiar cercano y nada más.
Como siempre, George Wickham utilizó todo su carisma para envolver al señor Darcy con falsas palabras de preocupación. La verdad era que mientras su padrino estuvo enfermo, él no se tomó ni un sólo minuto para visitarlo y menos para hacerle compañía.
"Padrino, frente a la residencia para varones donde vivo hay una pequeña iglesia, y te juro que no hubo día en que no pasara allí a rezar por tu salud y pronta recuperación."
"Muchas gracias, mi querido George. Sé que Dios probablemente debe escucharte porque tu madre debe haberle hablado de ti. Las personas buenas y desinteresadas como ella, cuando fallecen se transforman en ángeles que están siempre muy cerca de Nuestro Señor."
"Y tú, Georgiana, ¿cómo has estado? Supe que Fitzwilliam tuvo que viajar y estará fuera de Londres por varias semanas. Si necesitas quien te acompañe a pasear por el parque, sólo tienes que decirme, porque estaré encantado de poder pasar tiempo contigo." Él sabía que debía aprovechar el tiempo que Richard estuviera lejos para acercarse a Georgiana.
"Gracias, George, pero los días han estado muy fríos y no me he sentido muy bien. Además, tengo un poco de tos y prefiero cuidarme," explicó Georgiana para evitar aquellos encuentros. Ella sabía que su padre no insistiría si pensaba que estaba enferma.
"Gracias ahijado, pero si mi hija no se siente bien creo que es mejor que evite exponerse al frío," reafirmó George Darcy.
"Por supuesto, tío," dijo George Wickham no muy contento. Él pensaba que todo lo que estaba ocurriendo era mala suerte porque no se le pasaba por la cabeza que una niña tan poco agraciada y tonta no pudiera sentirse atraída hacia un hombre tan guapo como él.
George Darcy y su ahijado aprovecharon de conversar de política, la situación económica y amigos de la familia, por lo que Georgiana se excusó diciendo que debía estudiar y se retiró. Ella se encerró en la sala de estar de su cuarto con la señora Annesley para evitar que George Wickham la fuera a importunar.
"¿Y cómo te ha ido en tus asuntos, mi querido ahijado?" preguntó George Darcy sinceramente interesado.
"Lo mismo de siempre, tío. Le presté dinero a un buen amigo que estaba en problemas y aún no me lo devuelve. Lamentablemente, gran parte de mi dinero está invertido en fondos de interés y no tendré acceso a efectivo hasta por lo menos dos meses más. Como te imaginarás, este mes y el siguiente tendré problemas para pagar el alquiler de la residencia donde vivo." Mientras George contaba aquella triste historia, ponía todo tipo de caras de angustia para convencer a su padrino. La verdad era que no tenía dinero porque tres noches atrás había tenido una muy mala noche jugando a las cartas y había perdido el poco dinero que tenía.
"Mi querido George, debes aprender a decir que no. Tú no puedes siempre resolver los problemas de tus amigos. Aunque siendo hijo de quien eres, no me extraña que siempre pongas a los otros por sobre ti mismo. Pero no te preocupes, espérame aquí porque yo te daré el dinero que necesitas."
"No, padrino, no es necesario."
"Por supuesto que lo es, eres mi ahijado y prometí que jamás te abandonaría."
"Es que no sé cuando te pueda pagar, tío, y tú siempre eres tan generoso conmigo que me da vergüenza molestarte.."
"Págamelo cuando puedas, y si no puedes, no me importa." George Darcy se puso de pie y se fue rumbo a su estudio para escribir una nota bancaria.
George Darcy se quedó en la elegante biblioteca sonriendo. Él sabía muy bien cómo obtener lo que quería y estaba seguro que el señor Darcy le daría mucho más dinero del que él le había pedido. Con eso tendría para unos dos o tres meses, pero estaba cansado de vivir así. Por eso deseaba poder concretar lo de Georgiana lo antes posible. En el momento en que se casara con ella, recibiría treinta mil libras. Pero el gran premio vendría a la muerte de George Darcy porque en ese momento él se transformaría en el dueño de todo el patrimonio de aquella familia.
Mientras esperaba que su tío regresara a la biblioteca, él se puso a mirar todo lo que había a su alrededor con ojos codiciosos. Pero de repente hubo algo que le llamó particularmente la atención. En una de las paredes de la biblioteca estaban los retratos de Eustace y George Darcy.
Padre e hijo eran prácticamente idénticos. Él había visto esos cuadros en múltiples ocasiones, pero en ese momento le llamaron la atención más que nunca y no sabía por qué. Hasta que súbitamente se le vino a la memoria el recuerdo de aquel hombre que había interrumpido su conversación con la deliciosa Elizabeth Bennet.
"¿Será que este Dalton es el nieto de algunas de las queridas del viejo Eustace?" pensó Wickham sin poder evitar reírse.
P&P
En Longbourn todo era una locura. Faltaban tan sólo cuatro días para la boda de Jane, y la señora Bennet prácticamente no tenía ningún control sobre sus nervios de tanta emoción. Por una parte ella estaba extremadamente complacida con que su hija más hermosa hubiera logrado atrapar a un hombre rico, guapo y amable como el señor Bingley. Pero al mismo tiempo, cada vez tenía menos paciencia con las hermanas del señor Bingley que insistían en interferir en todo lo que ella decía, hacía o planeaba hacer.
Por su parte, Elizabeth estaba cada día más triste y melancólica y por las noches, antes de dormir, lloraba amargamente. Aunque ella intentaba decirse a sí misma que todo pasaría y que muy pronto sería la misma de antes, no podía negar que tenía el corazón roto.
Jane la recibió con mucho afecto y le dijo que estaba muy feliz de tenerla cerca de ella, pero prácticamente no pasaba tiempo en Longbourn porque, o estaba con su futuro esposo, o con las hermanas de él. A Elizabeth le hubiera encantado poder contarle a Jane todo lo que le estaba pasando, pero comprendía que su hermana estaba en medio de los preparativos de su boda y no tenía tiempo para nada más. Después de la boda, ella y Charles se irían de luna de miel por varias semanas a la playa por lo que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran pasar tiempo juntas y compartir como lo hacían antes.
Elizabeth agradecía que los Gardiner estuvieran en Longbourn porque ellos agregaban la cuota de cordura que su casa solía no tener. La señora Gardiner se encargaba de moderar los exabruptos de la señora Bennet y el señor Gardiner las impertinencias del señor Bennet.
Aquella velada, la señora Bennet invitaría a las familias más importantes del área a una cena en honor de Jane y Charles y cuando estaba organizando todo, llegaron las hermanas del señor Bingley a dar órdenes e intentar cambiar los planes de ella. Elizabeth se había dado cuenta que Caroline y Louisa parecían divertirse provocando a la señora Bennet y cuando lo conversó con Jane, ella sólo le dijo que sus futuras cuñadas sólo deseaban ayudar y hacían todo con las mejores intenciones.
"Lo siento, señorita Bingley, pero esta es mi casa y no pienso reducir la lista de invitados. Nuestra mesa es lo suficientemente grande como para acoger a todos."
"Usted ve a su hermana y cuñado prácticamente todos los días, no creo que sea necesario que estén siempre metidos en esta casa," retrucó Caroline. A ella no le gustaba la señora Philips porque era igual de vulgar y maleducada como su hermana.
"Cómo se le ocurre, señorita Bingley que no voy a invitar a mi hermana. Ella no sólo es un familiar cercano mío sino también la esposa de uno de los caballeros más destacados de Meryton."
"¿Se refiere al procurador del pueblo? No entiendo por qué es tan importante como usted dice, señora Bennet," dijo Louisa con desdén.
"Nuestro hermano Philips no es sólo el procurador del pueblo, sino también el magistrado, señora Hurst. Usted concordará conmigo en que eso lo hace una persona destacada dentro de esta comunidad." El señor Gardiner con su educación y serenidad logró que las hermanas Bingley desistieran de provocar a su hermana. Esas mujeres eran muy insoportables, pero él ante todo era un caballero.
"Querida Fanny, con estas flores que recolectaron Lizzy y los niños, qué te parece si preparamos unos lindos adornos para la mesa de esta velada," dijo la señora Gardiner para calmar a su cuñada.
"Gracias, Madeline. Tú siempre tienes tan buenas ideas y tan buen gusto," replicó la señora Bennet mirando a las futuras cuñadas de su hija.
Entre el señor y la señora Gardiner, sacaron a Fanny del salón y la llevaron al comedor donde se encargaron que permaneciera hasta que se hubiese calmado.
Lydia y Kitty no soportaban a Caroline y Louisa porque siempre las estaban criticando con comentarios hirientes y ofensivos. Por eso en cuanto esas mujeres llegaron a la casa, le pidieron permiso al señor Bennet para ir a visitar a Maria Lucas. El señor Bennet no tuvo ningún inconveniente porque de esa forma estaría tranquilo en su estudio. Él había comenzado a leer un nuevo libro de historia de Grecia que un amigo le había recomendado y no deseaba que nadie lo interrumpiera.
Elizabeth y Mary permanecieron en el salón acompañando a Jane y los Bingley pero ambas estaban pensando en alguna excusa para poder irse de allí.
"Lizzy, me imagino que lo pasaste muy bien en Londres porque te quedaste varios días más de lo inicialmente proyectado," dijo el señor Bingley de muy buen humor a su futura cuñada.
"Sí, hice muchas actividades entretenidas y mi tía me invitó a quedarme con ellos. Como Jane regresó con tus hermanas, mi tío no quiso que viajara sola."
"Entiendo, pero quiero que sepas que te extrañamos mucho," dijo el señor Bingley sinceramente.
"Yo también los extrañé mucho a ustedes," replicó Elizabeth con la misma sinceridad. "Charles, cuando estaba en Londres me encontré con tu amigo el señor Wickham. No quiero ser injusta con él, pero se comportó de una manera muy impertinente conmigo y…"
"Eliza, ese hombre no es amigo de nuestro hermano. Él es el hijo de un sirviente que tiene la suerte de tener un padrino importante. Pero ni Louisa ni yo confiamos en él."
"Caroline, Wickham es mi amigo y es un excelente hombre. No te voy a permitir que hables mal de él. Lizzy, precisamente porque hay mucha gente que lo discrimina, muchas veces Wickham actúa de una forma impulsiva como mecanismo de autodefensa."
"Entiendo," dijo Elizabeth. Ella comprendió que el señor Bingley probablemente era ciego ante las faltas de su amigo como lo era a las de sus hermanas.
El señor Bingley se sentía en deuda con Wickham. Ellos se habían conocido a través del señor Darcy, y en Cambridge, gracias a la protección de su amigo, el señor Bingley había logrado sobrevivir a los malos tratos y abusos de otros estudiantes que lo miraban por debajo del hombro por ser el hijo de un adinerado comerciante. Lo que él nunca comprendió, era que Wickham había hecho todo por interés material y que su preocupación nunca fue genuina. Él era varios años mayor que Bingley, y no le fue difícil sacar provecho del joven e inocente muchacho. Además, Wickham se encargó de esconder sus vicios y mal vivir por lo que Charles nunca conoció la parte oscura de la vida del que creía su amigo.
"Eliza, mi querida Jane estaba muy triste por no tener a su querida hermana junto a ella," dijo Caroline con malicia.
"¿En serio, Jane?" preguntó Elizabeth muy sorprendida.
"Sí, Lizzy, pero no te preocupes. Yo estuve tan ocupada todos estos días que agradezco que hayas estado en Londres disfrutando de la compañía de los Gardiner," dijo Jane conciliatoriamente.
Mary notó lo que estaban tratando de hacer las hermanas Bingley y para que no siguieran provocando a Elizabeth dijo, "Lizzy, me puedes ayudar encontrar las partituras que me regalaste porque quiero practicar para esta noche."
"Sí, claro, Mary," dijo Elizabeth.
En cuanto ellas salieron del salón, Caroline y Louisa comenzaron a criticar todo lo que pudieron mientras Charles y Jane trataban de calmarlas diciéndoles que después de la boda todos podrían descansar y estar mucho más tranquilos.
"Dime dónde crees que dejaste las partituras, Mary."
"Las dejé al lado del pianoforte. Sólo inventé una excusa para poder salir de ese cuarto y no tener que soportar más a esas mujeres," dijo Mary un poco avergonzada. "Siento mucho haber mentido."
"Esa fue una mentira blanca, Mary, gracias," dijo Elizabeth y abrazó a su hermana.
Mary se encerró en el cuarto de música para tratar de aprender la nueva pieza que llevaba días practicando. Por su parte, Elizabeth prefirió ir a caminar por el jardín.
Aquel día estaba soleado y en la mañana habían ido a caminar y recolectar flores con sus primos. A ella siempre la relajaba estar en contacto con la naturaleza, y en ese momento necesitaba más que nunca mantener la calma.
Ella se alejó un poco del jardín y caminó rumbo al pequeño riachuelo que pasaba por la parte oeste de la hacienda de su padre. Ese era el lugar más lindo de Longbourn y escuchando el sonido del agua siempre se relajaba.
William había dejado su carruaje en Meryton y había reservado una habitación para él y sus sirvientes. Luego tomó un caballo y cabalgó hasta Longbourn. Él había practicado todo lo que le diría a Elizabeth, tal como su madre le había aconsejado. Primero se disculparía y luego le pediría una segunda oportunidad.
Cuando finalmente pudo ver Longbourn le llamó la atención lo hermoso que eran los alrededores y el jardín aunque la casa le pareció bastante antigua y que necesitaba unas cuantas reparaciones. Cuando llegó al final del sendero que llegaba a la casa, le entregó las riendas de su caballo a un muchacho y se arregló la chaqueta. Pero cuando estaba listo para caminar los pasos que faltaban para llegar al porche de la casa, vio a Elizabeth alejándose del jardín y fue tras ella.
Elizabeth caminaba tarareando una canción cuando sintió que alguien la seguía. Ella pensó que tal vez era Luke que se aburrió de estar en casa y prefirió caminar con ella, pero cuando se volteó se llevó una gran sorpresa.
"Señor Dalton, ¿qué haces aquí?"
William se quedó fijo mirando a Elizabeth y sin poder controlar sus palabras dijo espontáneamente. "Señorita Bennet, he venido a decirle cuan ardientemente la admiro y amo."
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios de apoyo y siguen la historia con entusiasmo.
Espero que les esté gustando porque se vienen muchas aventuras para nuestra pareja favorita. Como les dije, deben tener mucha paciencia porque esta es una historia larga con muchos giros y vueltas.
Mañana no publicaré un capítulo porque no tendré acceso a mi computadora, pero pasado mañana prometo tendrán un nuevo capítulo. Las historias en español las siguen muy pocas personas, pero son generalmente los lectores más leales por eso intentaré publicar capítulos lo más a menudo que pueda.
En el próximo capítulo, los Bingley conocerán a William Dalton.
Saludos,
Yo
