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Primera Parada

-Bien. Ya hemos llegado. –dijo Shiva.

-¿Dónde estamos?-preguntó Harry

-En 1667. En una colina cercana a Hogsmeade.

-¡¡¡En plena revolución de los duendes!!!-gritó Hermione

-Bueno, Señora Weasley, sí. Pero las anomalías proceden en general de tiempos turbulentos como éste, ya se lo expliqué.

En eso, Hermione se retrotrajo a una de las aburridas clases de Historia de la Magia, en Hogwarts.

La escena, mostrando al fantasmal profesor, le recordó la época en la que Ron y ella se peleaban constantemente.

"En la revolución de los duendes de 1667, estos se rindieron cuando se propagó la historia de que seis magos, ayudados por una extraña criatura, derrotaron un regimiento entero de duendes y se llevaron el objeto que custodiaban. Naturalmente, se parece a tantos otros relatos fantasiosos...

Volviendo a la situación en la que estaba.

-Shiva, ¿Qué hemos venido a buscar?

-Un objeto, en realidad, parte de un sistema personal de Salto.

-En lenguaje común, por favor...-rogó Seth.

-Se trata del núcleo energético de cierto aparato que permite el viaje entre mundos alternos... el problema es que si se manipula incorrectamente, podría estallar, reduciendo todo este planeta a la ruina, señor Garner.

"Y si eso ocurriera, ustedes no existirían, y yo seguramente habría crecido sin que mis padres se reconciliaran, y...

Entonces, Ron intervino

-Dos cosas.

"Deja de llamarnos "señor" y "señora", y busquemos ese regimiento que custodia ese objeto.

"Me está entrando un dolor de cabeza terrible.

-De acuerdo... Ron. Busquémoslo.

Desplegó una especie de mapa tridimensional de la zona.

-La huella energética está aquí. Hay una docena de centinelas, 125 duendes dentro, moviéndose y holgazaneando y un líder. Es el que tiene el objeto en cuestión. Se trata de un tubo alargado. Produce una gran cantidad de energía, por lo que debe de haber despertado su curiosidad.

"Una cosa más. El núcleo ya está activado. Si no se le pone la traba de seguridad en menos de –consultó extraño reloj que llevaba encima- 45 minutos...

-¡Volaremos por los aires!-gritó Ron.

-Entonces, entramos, matamos al líder y a quien se oponga y nos llevamos el núcleo.-conluyó Anna.

-Vaya, veo que mi padre no exageraba cuando decía que eras una mujer muy directa.

"Tanto derramamiento de sangre...No, mejor hagámosles creer que atacamos de frente... pero sólo para hacerlos salir de su escondrijo.

Sólo quedarán algunos dentro. Yo me encargo."

A Harry no acababa de gustarle la situación, pero...

-Ahora mismo.-Anna corrió con la ligereza de una pantera. A sus treinta y dos años, era aún muy capaz de sorprender a su marido.

El resto de magos la imitó.

Shiva el dolor debido a la transformación.

"Nunca me acabaré de acostumbrar."

Y una oscura figura se deslizó entre los matorrales, dispuesta a entrar en la fortaleza.

Tal como esperaban, los centinelas dieron la voz de alarma. Más de un centenar salieron en persecución de aquellos magos entrometidos y engreídos.

-¡Juro que es la última vez que me meto en algo parecido!-dijo Ron, saliendo a la carrera y lanzando hechizos a diestro y siniestro.

-¡Ya somos dos!-le respondió Harry.

Seth, Spica rememoraban viejas andanzas con la Orden.

Anna y Hermione se preguntaban por qué no plantarles cara.

Dentro de la fortaleza, la situación era bien distinta.

-¿Qué eres?-preguntó el líder de los duendes.

-Eso da igual. Tienes algo que no te pertenece. Dámelo.

-Ni pensarlo. Acabad con él.

-Te doy la oportunidad de evitar una matanza, duende.

-Y yo te dio que no.

-Pues así sea.

Sólo quedaban doce minutos para anular el núcleo.

Lo último que vieron algunos de los duendes de dentro de la fortaleza fue la extraña transformación de los brazos de aquél ser en cuchillas afiladas.

Cuando quince de ellos ya habían muerto, el líder se quedó paralizado por el terror. Soltó el cilindro.

-Bien. Esto quizá te baje un poco los humos. Llama a los que han salido, o correrán la misma suerte. Te lo juro.

Y acto seguido desapareció de su vista.

Fuera, los duendes habían conseguido acorralar a los seis magos en un claro del bosque.

-Me temo que esto sea nuestro fin.-comentó lacónicamente Seth.

-No tan deprisa.

Sajando la garganta de algunos duendes cercanos, Shiva se abrió paso hasta los magos.

A pesar de conocer la misma forma de su padre, los seis volvieron a sobrecogerse ante aquél gigante.

Del cilindro brotaron algunos sonidos. Querían decir: "Ignición cancelada".

-Vámonos.

Otra vez la luz. Y en el claro no quedaron más que duendes aturdidos, sorprendidos por el ataque.

Cuando fueron a buscar a su líder, lo encontraron derrotado.

-Yo me rindo. Ya veis lo que han hecho esos. Podrían hacerlo con todos los duendes, estoy seguro.

-¿Entonces? –preguntó uno de los lugartenientes.

Lo discutió durante horas con los demás líderes, pero sólo ver la muerte que aquél grupo había sembrado, les bastó para mostrar su absoluta rendición a las autoridades mágicas.

-¿Y dónde se ha ido ese famoso grupo?-comentó el actual Ministro de la Magia.

-Va, tonterías que se inventan para justificar su derrota.

Pero el Ministro no estaba tan seguro. El estilo le era vagamente conocido.

-Seguro que se han inspirado en todas esas leyendas que hablan de un gigante negro que destruye a sus enemigos a su paso.

"Así que era eso.

De todas formas, dejó una carta consignada para los siguientes Ministros.