LA ROSA DE HOGWARTS O EL PAJE Y LA LECHUZA (II)
Rewiers:
Vesta: Lokaaa!! ¿Qué tal todo? A mí también me encanta esta historia, es mi leyenda favorita, así que decidí hacerle algunas "modificaciones" y subirla a la fanfiction. No te preocupes, lo voy a continuar. Ya lo tengo todo escrito (aunque es cortito) menos el final, que se me resiste y me queda muy soso. Nos vemos!
Mileryth: Hola! ¿Nunca habías escuchado esta leyenda? El título original es "La Rosa de la Alhambra o El paje y el halcón", ya ves que imaginativa soy para cambiar títulos ^^. Espero que sigas leyendo la historia. Byes y encantada de conocerte!!
Aislinn: Me felicitas?? A mi?? Muchas gracias!! Adoro la Alhambra, la venero casi, sus historias... Pero nunca he estado en ella (buaaaa!!). Cuando estuve en Málaga de vacaciones di mucho la lata para que me llevasen, pero no pudo ser... Me encanta el Patio de los Leones (o algo así, yo me entiendo), es precioso, y esas fuentes... Feliz de conocerte, la Elbereth cada día un apellido nuevo.
Erika Azakura Malfoy: Qué bien que te gustase el primer capítulo, la verdad es que mi parte favorita es cuando se conocen y otra que sale más adelante, pero no te diré que ocurre. Soy mala... Mantengo la intriga. Wahahahaha!! Espero que sigas leyendo esto... Adiosss
Nicol-Aru: hell'o!!! ¿Te parece ingenioso que Hermione tenga menos edad que Draco? Jeje, así todo es más romántico (Aagh, yo diciendo esas cosas!!! Sal! Sal de ahí! ¿Qué malvado espíritu me ha poseído??) Lamento decirte que no es que la historia se vaya a tornar muy interesante (ya conoces mi carácter de empeorar las cosas todo lo que pueda para que los personajes se las arreglen), pero me baso en una leyenda y no me quiero alejar mucho del tema principal. Nuss vemoss.
Malena: No te preocupes por no haber podido dejar review, la fanfiction es maaala. Los dos tienen la misma edad, pero como hace tiempo, unos cuatro o tres siglos, las parejas tenía edades distintas, me pareció interesante ponerlo. El Lazarillo de Tormes? Te lo has tenido que leer? A mí aún no me lo han mandado, seguro que pronto lo hacen (y mataré a la profesora de L.Castellana por poner tanto trabajo). Definitivamente soy rara, leo libros que les mandan leer en el instituto a los más mayores... Ejem, dejémoslo. Byes, chica!!!
No os asustéis, aviso. La historia no parece provenir de mi, ciertamente no ya que es una leyenda, pero es tan romántica y se aleja de mi obsesión con el carácter vampírico de Draco... No, no me estoy dejando vencer por el lado Flower Power, y para demostrarlo me he comprado el cd de My Dying Bride, gran grupo y que recomiendo, sobretodo la canción Catherin Blake. Y sin más idas de olla por mi parte, el segundo capítulo.
Notas de la Autora, yo: Si algún lector no cree en Dios, no se enoje al leer lo siguiente, pues yo tampoco tengo firmes convicciones religiosas. Resumiendo: Ateo guidance, no me comáis por lo que sale del bautismo ^^.
- Vuestro nombre, mi señora.
- Hermione. –susurró ésta.
El paje se deslizó por el jardín, repitiendo el nombre de la niña y llevándose consigo el corazón de la hermosa Hermione.
Cuando la celosa tía penetró en la torre notó la agitación de su sobrina y el desorden que había en el saloncito; mas con unas pocas palabra se lo explicó suficientemente todo: "Una lechuza ha venido persiguiendo su presa hasta el mismo salón".
- ¡Dios nos ampare y nos asista! Con que, ¿hasta dentro mismo de la torre han de penetrar las lechuzas?... ¿Habrase visto nunca un ave más insolente? ¡Ay, Dios mío! ¡El pobre pájaro ni aun en la jaula misma está ya seguro!
La vigilante Minerva McGonnagall era una dueña muy anciana y experimentada; miraba con gran terror y desconfianza a lo que ella llamaba el "sexo opuesto", recelo que se había ido aumentando más y más con su largo celibato. Y no obedecía esto a que la buena señora hubiera sufrido en cualquier ocasión algún desengaño, pues la Naturaleza la había dotado de una salvaguardia con su rostro que impedía traspasar los justos límites; mas las mujeres que tienen poco que temer por sí mismas se hallan a toda hora apercibidas en la custodia y guardia de sus seductoras vecinas.
La sobrina, huérfana de un oficial que pereció en el campo de batalla, se había educado en un convento y había sido sacada hacía poco tiempo de aquel sagrado asilo para encomendarla a la inmediata vigilancia de su tía, bajo cuya celosa tutela vegetaba oscurecida la pobre niña, como el capullo que florece oculto en un matorral. Y no empleamos esta comparación meramente al caso, pues es la verdad, la fresca y virginal hermosura de la muchacha había sido ya vista y admirada por las gentes, a pesar de vivir encerrada en su solitaria morada, y, siguiendo la poética costumbre del pueblo escocés, la apellidaban sus vecinos "la Rosa de Hogwarts".
La cautelosa tía venía guardando con grandísimo recelo a su tentadora sobrina mientras la corte permanecía en Hogsmeade, lisonjeándose del buen éxito que obtenía con su exquisita vigilancia. Sin embargo, a la pobre señora dueña la turbaban de vez en cuando los acordes de las guitarras y las coplas amorosas que cantaban desde la espesa arboleda del pie de la torre; entonces redoblaba sus exhortaciones a la sobrina para que no prestara oídos a aquellos pérfidos cantos, asegurándole que eran una de las muchas mañas de las que se valía el "sexo opuesto" para atraer y seducir a las jóvenes incautas; mas ¡ay!, ¿qué valen todos los severos razonamientos contra una serenata dada a la luz de la luna?
Por último, el rey don Nicolás I abrevió su permanencia en Hogsmeade y partió de repente con todo su séquito. La recelosa Minerva miraba con ojo atento a la real comitiva conforme iba saliendo por el Portón y bajando la pendiente alameda que conduce al pueblo. Cuando perdió de vista el último estandarte se volvió gozosa a su torre, pues ya habían concluido todos sus cuidados y desvelos; pero con gran sorpresa suya vio un hermoso potro árabe piafando en el portillo del jardín; y luego, con gran horror, apercibió al través de los rosales a un elegante joven tiernamente rendido a los pies de su sobrina. Al ruido de las pisadas se apresuró el mozo a dar el último adiós a su adorada; y, saltando ágilmente el enverjado de cañas y mirtos y montando a caballo, se perdió de vista con la rapidez del rayo.
La enamorada Hermione, embargada por su profunda pena, no tuvo en cuenta la que causaba a su buena tía; y arrojándose en sus brazos, empezó a deshacerse en un mar de lágrimas.
- ¡Ay de mí! –decía -¡Se ha marchado! ¡Se ha marchado! ¡Ya no le veré más!
- ¡Que se ha marchado!... ¿Quién se ha marchado? ¿Qué joven es ése que he visto a tus pies?
- Un paje de la reina, querida tía, que ha venido a despedirse de mí.
- ¡Un paje de la reina, hija mía! –gritó la vigilante Minerva con voz alterada -. Y ¿cuándo, cuándo has conocido tú a ese paje de la reina?
- El día que la lechuza entró en la torre. Era la lechuza de la reina, y venía en su persecución.
- ¡Ay, niña inocente! Debes saber que no hay lechuzas tan temibles como estos pajes libertinos; y, sobre todo, si hacen presa de pájaros tan inexpertos como tú.
Gran indignación se apoderó de la tía cuando supo que a pesar de toda su ponderada vigilancia, se había entablado aquella tierna correspondencia entre los dos jóvenes amantes casi en sus mismas barbas; pero se tranquilizó al fin cuando vio que la cándida niña había salido pura y victoriosa de la prueba peligrosa –aun sin la protecció de cerrojos y rejas –en que la habían puestolas maquinaciones del "sexo opuesto"; todo lo cual atribuía la buena dueña a las prudentes y cautelosas máximas que ella le había inculcado.
Mientras la pobre anciana pensaba en todas estas cosas, la sobrina sólo y constantemente tenía fijos en su memoria los continuos juramentos de amor y fidelidad de su amante; pero ¿qué es el amor del hombre errante sino arroyuelo que juguetea por algún tiempo con las florecillas que encuentra a su paso, dejándolas inundadas de lágrimas?
Pasaron días, semanas y meses, y nada se volvió a saber del doncel de la reina. Maduró la granada, dio su fruto la viña, las lluvias torrenciales del otoño corrieron por las montañas, cubriéndose la cordillera con su túnica de nieve y gimieron los vientos de Septentrió por los desiertos salones de Hogwarts; y, sin embargo, el paje no volvía. Pasó el invierno y volvió de nuevo la primavera, con los cantos de los pájaros, con sus flores y con su perfumado céfiro; se derritió la nieve de las montañas hasta que no quedó más que una ligera capa en la cima de la cordillera, y, con todo, nada se supo del inconstante paje.
Entre tanto, la infeliz joven Hermione se iba quedando pálida y melancólica; abandonó sus ocupaciones y entretenimientos, sus madejas de seda se quedaron sin devanar; su guitarra, muda; sus flores, descuidadas; ya no escuchaba los trinos de los pájaros; y sus ojos, antes alegres y brillantes, se iban marchitando de tanto llorar en secreto. Si se hubiera de buscar una mansión propia para alimentar la pasión de una triste doncella de tal modo abandonada, no sería posible encontrar en el mundo otra más adecuada que Hogwarts, donde todo parece evocar tiernos y románticos sueños. La Alhambra es un verdadero paraíso de los enamorados; pero ¡cuán triste debe ser encontrarse sola y abandonada en ese paraíso!
- ¡Ay inexperta niña mía! –le decía la severa y casta Minerva cuando sorprendía a su sobrina en los momentos de aflicción -¿No te advertí de los enredos y engaños de esos cortesanos? ¿Qué podías, pues, esperar de un joven arrogante, que pertenece a una de las familias más nobles y encumbradas, siendo huérfana y nacida en pobre y humilde cuna? Ten la seguridad de que, aunque ese joven se hubiera propuesto serte fiel, su padre, uno de los nobles más orgullosos de la corte, le prohibiría terminantemente su unión con una joven humilde y desheredada como tú. Toma, por tanto, una resolución enérgica, y desecha de tu imaginación esas locas esperanzas.
Las palabras de la virginal Minerva sólo servían para acrecentar la melancolía de su sobrina, por lo que la infeliz criatura tomó el partido de entregarse a solas a su dolor. Cierta noche de verano, y en horas bastantes avanzadas, después que la tía se retiró a descansar, se quedó la sobrina en el saloncillo de la torre, sentada junto a la fuente de alabastro; allí donde el desleal amante se había arrodillado y besado su mano por primera vez: allí donde le había jurado tantas y tantas veces eterno amor y fidelidad. El corazón de la apenada doncella se comprimía con estos tristes recuerdos, y sus lágrimas corrían abundantemente, cayendo hilo a hilo en la taza de la fuente. Poco a poco comenzó a agitarse el agua cristalina y a bullir formando burbujas, hasta que apareció ante sus ojos una hermosísima figura de mujer ricamente ataviada con traje nórdico.
Hermione se asustó de tal manera que huyó del salón y no se atrevió a volver a él. A la mañana siguiente contó cuanto había visto a su tía; pero la buena señora lo creyó todo pura invención quimérica de su perturbada imaginación, que tal vez, dormida, habría estado soñando junto a la supuesta maravillosa fuente.
- Habrás estado meditando en la historia de las tres princesas que habitaban en otros tiempos esta torre –añadió -, y eso te habrá hecho soñar con ellas.
- ¿Qué historia era ésa, tía? No sé nada de ella.
- Pues qué, ¿no has oído hablar de las tres bellas princesas Morfaith, Moana y Morgana, que estuvieron encerradas en esta torre misma por el rey vikingo su padre, y que se resolvieron a huir con tres caballleros cristianos, pero de las cuales sólo las dos mayores llevaron a cabo su proyecto, habiendo faltado valor a la menor para seguirlas, que es la que, según se cuenta, murió en esta misma torre?
- Ahora recuerdo haber oído esa historia –dijo Hermione –,y aún he llorado muchas veces por la desventura de la infortunada Morgana.
- Hacías muy bien en dolerte de su desventura –continuó la tía -, pues el amante de Morgana fue uno de tus antepasados. Por largo tiempo lloró por su adorada princesa vikinga; pero el tiempo mitigó su dolor y se casó con una noble escocesa, de la cual tú eres descendiente.
Hermione quedó pensativa al oír estas palabras; pero se decía interiormente "¡Ah, no! No ha sido una vana quimera de mi imaginación; estoy segura de ello. Ahora bien; si la visión es, en efecto, el alma de la hermosa Morgana, la cual, según me cuentan, anda vagando en esta torre, ¿qué puedo yo temer? Voy a velar esta misma noche junto a la fuente y acaso repita su visita".
Cerca de la medianoche, cuando todo estaba en completo silencio, fue Hermione a colocarse de nuevo junto a la fuente del saloncito. No bien la campana de la lejana Torre de Astronomía anunció la hora de las doce, cuando la fuente se agitó de nuevo y empezó a bullir el agua hasta que apareció la extraña visión. Era joven y hermosa; sus vestiduras estaban adornadas de riquísimas joyas, y llevaba en la mano un argentino violín. Hermione quedó trémula y a punto de perder el sentido; pero se tranquilizó al oír la dulce y doliente voz de la aparición y al ver la cariñosa expresión de su melancólico y pálido rostro.
- ¡Hija de los mortales! –le dijo -. ¿Qué te aqueja? ¿Por qué turba tu llanto el agua de mi fuente? ¿Por qué interrumpen tus suspiros y tus quejas el tranquilo silencio de la noche?
- Lloro la ingratitud de los hombres y me quejo de mi triste soledad y abandono.
- ¡Consuélate, hija mía! Tus penas pueden concluir. Mira en mí una princesa vikinga que, como tú, fue también muy desdichada en amores.Un caballero cristiano, antecesor tuyo, cautivó mi corazón y me hubiera llevado a su país natal y al seno de tu Iglesia. Me había convertido de todo, pero me faltó vigor que igualara a mi fe y vacilé en el momento supremo; por lo cual el espíritu del mal se apoderó de mí y estoy encantada en esta torre hasta que un alma cristiana quiera romper el mágico hechizo. ¿Quieres tú acometer esta empresa?
- ¡Ay, sí; quiero! –contestó la joven, conmovida.
- Pues acércate y nada temas; mete tu mano en la fuente, rocía el agua sobre mí y bautízame según la costumbre de tu religión; así concluirá el encantamiento y mi alma en pena alcanzará el descanso.
La tímida doncella se aproximó con paso vacilante, introdujo la mano en la fuente y, tomando de ella un poco de agua, verificó la aspersión sobre el pálido rostro de la lúgubre aparición. Se sonrió con inefable benignidad la bella visión y, dejando caer su violín a los pies de Hermione, cruzó sus blancos brazos sobre el pecho y se desvaneció, tornándose, al parecer, en una lluvia de gotas de rocío que caían cual perlas sobre la fuente.
CONTINUARÁ... Elbereth Dyondye Ang Clarimonde Gilthoniel Agarwaen Edain de Lioncourt Gray Harker, puede que Blake, puede que no.
Rewiers:
Vesta: Lokaaa!! ¿Qué tal todo? A mí también me encanta esta historia, es mi leyenda favorita, así que decidí hacerle algunas "modificaciones" y subirla a la fanfiction. No te preocupes, lo voy a continuar. Ya lo tengo todo escrito (aunque es cortito) menos el final, que se me resiste y me queda muy soso. Nos vemos!
Mileryth: Hola! ¿Nunca habías escuchado esta leyenda? El título original es "La Rosa de la Alhambra o El paje y el halcón", ya ves que imaginativa soy para cambiar títulos ^^. Espero que sigas leyendo la historia. Byes y encantada de conocerte!!
Aislinn: Me felicitas?? A mi?? Muchas gracias!! Adoro la Alhambra, la venero casi, sus historias... Pero nunca he estado en ella (buaaaa!!). Cuando estuve en Málaga de vacaciones di mucho la lata para que me llevasen, pero no pudo ser... Me encanta el Patio de los Leones (o algo así, yo me entiendo), es precioso, y esas fuentes... Feliz de conocerte, la Elbereth cada día un apellido nuevo.
Erika Azakura Malfoy: Qué bien que te gustase el primer capítulo, la verdad es que mi parte favorita es cuando se conocen y otra que sale más adelante, pero no te diré que ocurre. Soy mala... Mantengo la intriga. Wahahahaha!! Espero que sigas leyendo esto... Adiosss
Nicol-Aru: hell'o!!! ¿Te parece ingenioso que Hermione tenga menos edad que Draco? Jeje, así todo es más romántico (Aagh, yo diciendo esas cosas!!! Sal! Sal de ahí! ¿Qué malvado espíritu me ha poseído??) Lamento decirte que no es que la historia se vaya a tornar muy interesante (ya conoces mi carácter de empeorar las cosas todo lo que pueda para que los personajes se las arreglen), pero me baso en una leyenda y no me quiero alejar mucho del tema principal. Nuss vemoss.
Malena: No te preocupes por no haber podido dejar review, la fanfiction es maaala. Los dos tienen la misma edad, pero como hace tiempo, unos cuatro o tres siglos, las parejas tenía edades distintas, me pareció interesante ponerlo. El Lazarillo de Tormes? Te lo has tenido que leer? A mí aún no me lo han mandado, seguro que pronto lo hacen (y mataré a la profesora de L.Castellana por poner tanto trabajo). Definitivamente soy rara, leo libros que les mandan leer en el instituto a los más mayores... Ejem, dejémoslo. Byes, chica!!!
No os asustéis, aviso. La historia no parece provenir de mi, ciertamente no ya que es una leyenda, pero es tan romántica y se aleja de mi obsesión con el carácter vampírico de Draco... No, no me estoy dejando vencer por el lado Flower Power, y para demostrarlo me he comprado el cd de My Dying Bride, gran grupo y que recomiendo, sobretodo la canción Catherin Blake. Y sin más idas de olla por mi parte, el segundo capítulo.
Notas de la Autora, yo: Si algún lector no cree en Dios, no se enoje al leer lo siguiente, pues yo tampoco tengo firmes convicciones religiosas. Resumiendo: Ateo guidance, no me comáis por lo que sale del bautismo ^^.
- Vuestro nombre, mi señora.
- Hermione. –susurró ésta.
El paje se deslizó por el jardín, repitiendo el nombre de la niña y llevándose consigo el corazón de la hermosa Hermione.
Cuando la celosa tía penetró en la torre notó la agitación de su sobrina y el desorden que había en el saloncito; mas con unas pocas palabra se lo explicó suficientemente todo: "Una lechuza ha venido persiguiendo su presa hasta el mismo salón".
- ¡Dios nos ampare y nos asista! Con que, ¿hasta dentro mismo de la torre han de penetrar las lechuzas?... ¿Habrase visto nunca un ave más insolente? ¡Ay, Dios mío! ¡El pobre pájaro ni aun en la jaula misma está ya seguro!
La vigilante Minerva McGonnagall era una dueña muy anciana y experimentada; miraba con gran terror y desconfianza a lo que ella llamaba el "sexo opuesto", recelo que se había ido aumentando más y más con su largo celibato. Y no obedecía esto a que la buena señora hubiera sufrido en cualquier ocasión algún desengaño, pues la Naturaleza la había dotado de una salvaguardia con su rostro que impedía traspasar los justos límites; mas las mujeres que tienen poco que temer por sí mismas se hallan a toda hora apercibidas en la custodia y guardia de sus seductoras vecinas.
La sobrina, huérfana de un oficial que pereció en el campo de batalla, se había educado en un convento y había sido sacada hacía poco tiempo de aquel sagrado asilo para encomendarla a la inmediata vigilancia de su tía, bajo cuya celosa tutela vegetaba oscurecida la pobre niña, como el capullo que florece oculto en un matorral. Y no empleamos esta comparación meramente al caso, pues es la verdad, la fresca y virginal hermosura de la muchacha había sido ya vista y admirada por las gentes, a pesar de vivir encerrada en su solitaria morada, y, siguiendo la poética costumbre del pueblo escocés, la apellidaban sus vecinos "la Rosa de Hogwarts".
La cautelosa tía venía guardando con grandísimo recelo a su tentadora sobrina mientras la corte permanecía en Hogsmeade, lisonjeándose del buen éxito que obtenía con su exquisita vigilancia. Sin embargo, a la pobre señora dueña la turbaban de vez en cuando los acordes de las guitarras y las coplas amorosas que cantaban desde la espesa arboleda del pie de la torre; entonces redoblaba sus exhortaciones a la sobrina para que no prestara oídos a aquellos pérfidos cantos, asegurándole que eran una de las muchas mañas de las que se valía el "sexo opuesto" para atraer y seducir a las jóvenes incautas; mas ¡ay!, ¿qué valen todos los severos razonamientos contra una serenata dada a la luz de la luna?
Por último, el rey don Nicolás I abrevió su permanencia en Hogsmeade y partió de repente con todo su séquito. La recelosa Minerva miraba con ojo atento a la real comitiva conforme iba saliendo por el Portón y bajando la pendiente alameda que conduce al pueblo. Cuando perdió de vista el último estandarte se volvió gozosa a su torre, pues ya habían concluido todos sus cuidados y desvelos; pero con gran sorpresa suya vio un hermoso potro árabe piafando en el portillo del jardín; y luego, con gran horror, apercibió al través de los rosales a un elegante joven tiernamente rendido a los pies de su sobrina. Al ruido de las pisadas se apresuró el mozo a dar el último adiós a su adorada; y, saltando ágilmente el enverjado de cañas y mirtos y montando a caballo, se perdió de vista con la rapidez del rayo.
La enamorada Hermione, embargada por su profunda pena, no tuvo en cuenta la que causaba a su buena tía; y arrojándose en sus brazos, empezó a deshacerse en un mar de lágrimas.
- ¡Ay de mí! –decía -¡Se ha marchado! ¡Se ha marchado! ¡Ya no le veré más!
- ¡Que se ha marchado!... ¿Quién se ha marchado? ¿Qué joven es ése que he visto a tus pies?
- Un paje de la reina, querida tía, que ha venido a despedirse de mí.
- ¡Un paje de la reina, hija mía! –gritó la vigilante Minerva con voz alterada -. Y ¿cuándo, cuándo has conocido tú a ese paje de la reina?
- El día que la lechuza entró en la torre. Era la lechuza de la reina, y venía en su persecución.
- ¡Ay, niña inocente! Debes saber que no hay lechuzas tan temibles como estos pajes libertinos; y, sobre todo, si hacen presa de pájaros tan inexpertos como tú.
Gran indignación se apoderó de la tía cuando supo que a pesar de toda su ponderada vigilancia, se había entablado aquella tierna correspondencia entre los dos jóvenes amantes casi en sus mismas barbas; pero se tranquilizó al fin cuando vio que la cándida niña había salido pura y victoriosa de la prueba peligrosa –aun sin la protecció de cerrojos y rejas –en que la habían puestolas maquinaciones del "sexo opuesto"; todo lo cual atribuía la buena dueña a las prudentes y cautelosas máximas que ella le había inculcado.
Mientras la pobre anciana pensaba en todas estas cosas, la sobrina sólo y constantemente tenía fijos en su memoria los continuos juramentos de amor y fidelidad de su amante; pero ¿qué es el amor del hombre errante sino arroyuelo que juguetea por algún tiempo con las florecillas que encuentra a su paso, dejándolas inundadas de lágrimas?
Pasaron días, semanas y meses, y nada se volvió a saber del doncel de la reina. Maduró la granada, dio su fruto la viña, las lluvias torrenciales del otoño corrieron por las montañas, cubriéndose la cordillera con su túnica de nieve y gimieron los vientos de Septentrió por los desiertos salones de Hogwarts; y, sin embargo, el paje no volvía. Pasó el invierno y volvió de nuevo la primavera, con los cantos de los pájaros, con sus flores y con su perfumado céfiro; se derritió la nieve de las montañas hasta que no quedó más que una ligera capa en la cima de la cordillera, y, con todo, nada se supo del inconstante paje.
Entre tanto, la infeliz joven Hermione se iba quedando pálida y melancólica; abandonó sus ocupaciones y entretenimientos, sus madejas de seda se quedaron sin devanar; su guitarra, muda; sus flores, descuidadas; ya no escuchaba los trinos de los pájaros; y sus ojos, antes alegres y brillantes, se iban marchitando de tanto llorar en secreto. Si se hubiera de buscar una mansión propia para alimentar la pasión de una triste doncella de tal modo abandonada, no sería posible encontrar en el mundo otra más adecuada que Hogwarts, donde todo parece evocar tiernos y románticos sueños. La Alhambra es un verdadero paraíso de los enamorados; pero ¡cuán triste debe ser encontrarse sola y abandonada en ese paraíso!
- ¡Ay inexperta niña mía! –le decía la severa y casta Minerva cuando sorprendía a su sobrina en los momentos de aflicción -¿No te advertí de los enredos y engaños de esos cortesanos? ¿Qué podías, pues, esperar de un joven arrogante, que pertenece a una de las familias más nobles y encumbradas, siendo huérfana y nacida en pobre y humilde cuna? Ten la seguridad de que, aunque ese joven se hubiera propuesto serte fiel, su padre, uno de los nobles más orgullosos de la corte, le prohibiría terminantemente su unión con una joven humilde y desheredada como tú. Toma, por tanto, una resolución enérgica, y desecha de tu imaginación esas locas esperanzas.
Las palabras de la virginal Minerva sólo servían para acrecentar la melancolía de su sobrina, por lo que la infeliz criatura tomó el partido de entregarse a solas a su dolor. Cierta noche de verano, y en horas bastantes avanzadas, después que la tía se retiró a descansar, se quedó la sobrina en el saloncillo de la torre, sentada junto a la fuente de alabastro; allí donde el desleal amante se había arrodillado y besado su mano por primera vez: allí donde le había jurado tantas y tantas veces eterno amor y fidelidad. El corazón de la apenada doncella se comprimía con estos tristes recuerdos, y sus lágrimas corrían abundantemente, cayendo hilo a hilo en la taza de la fuente. Poco a poco comenzó a agitarse el agua cristalina y a bullir formando burbujas, hasta que apareció ante sus ojos una hermosísima figura de mujer ricamente ataviada con traje nórdico.
Hermione se asustó de tal manera que huyó del salón y no se atrevió a volver a él. A la mañana siguiente contó cuanto había visto a su tía; pero la buena señora lo creyó todo pura invención quimérica de su perturbada imaginación, que tal vez, dormida, habría estado soñando junto a la supuesta maravillosa fuente.
- Habrás estado meditando en la historia de las tres princesas que habitaban en otros tiempos esta torre –añadió -, y eso te habrá hecho soñar con ellas.
- ¿Qué historia era ésa, tía? No sé nada de ella.
- Pues qué, ¿no has oído hablar de las tres bellas princesas Morfaith, Moana y Morgana, que estuvieron encerradas en esta torre misma por el rey vikingo su padre, y que se resolvieron a huir con tres caballleros cristianos, pero de las cuales sólo las dos mayores llevaron a cabo su proyecto, habiendo faltado valor a la menor para seguirlas, que es la que, según se cuenta, murió en esta misma torre?
- Ahora recuerdo haber oído esa historia –dijo Hermione –,y aún he llorado muchas veces por la desventura de la infortunada Morgana.
- Hacías muy bien en dolerte de su desventura –continuó la tía -, pues el amante de Morgana fue uno de tus antepasados. Por largo tiempo lloró por su adorada princesa vikinga; pero el tiempo mitigó su dolor y se casó con una noble escocesa, de la cual tú eres descendiente.
Hermione quedó pensativa al oír estas palabras; pero se decía interiormente "¡Ah, no! No ha sido una vana quimera de mi imaginación; estoy segura de ello. Ahora bien; si la visión es, en efecto, el alma de la hermosa Morgana, la cual, según me cuentan, anda vagando en esta torre, ¿qué puedo yo temer? Voy a velar esta misma noche junto a la fuente y acaso repita su visita".
Cerca de la medianoche, cuando todo estaba en completo silencio, fue Hermione a colocarse de nuevo junto a la fuente del saloncito. No bien la campana de la lejana Torre de Astronomía anunció la hora de las doce, cuando la fuente se agitó de nuevo y empezó a bullir el agua hasta que apareció la extraña visión. Era joven y hermosa; sus vestiduras estaban adornadas de riquísimas joyas, y llevaba en la mano un argentino violín. Hermione quedó trémula y a punto de perder el sentido; pero se tranquilizó al oír la dulce y doliente voz de la aparición y al ver la cariñosa expresión de su melancólico y pálido rostro.
- ¡Hija de los mortales! –le dijo -. ¿Qué te aqueja? ¿Por qué turba tu llanto el agua de mi fuente? ¿Por qué interrumpen tus suspiros y tus quejas el tranquilo silencio de la noche?
- Lloro la ingratitud de los hombres y me quejo de mi triste soledad y abandono.
- ¡Consuélate, hija mía! Tus penas pueden concluir. Mira en mí una princesa vikinga que, como tú, fue también muy desdichada en amores.Un caballero cristiano, antecesor tuyo, cautivó mi corazón y me hubiera llevado a su país natal y al seno de tu Iglesia. Me había convertido de todo, pero me faltó vigor que igualara a mi fe y vacilé en el momento supremo; por lo cual el espíritu del mal se apoderó de mí y estoy encantada en esta torre hasta que un alma cristiana quiera romper el mágico hechizo. ¿Quieres tú acometer esta empresa?
- ¡Ay, sí; quiero! –contestó la joven, conmovida.
- Pues acércate y nada temas; mete tu mano en la fuente, rocía el agua sobre mí y bautízame según la costumbre de tu religión; así concluirá el encantamiento y mi alma en pena alcanzará el descanso.
La tímida doncella se aproximó con paso vacilante, introdujo la mano en la fuente y, tomando de ella un poco de agua, verificó la aspersión sobre el pálido rostro de la lúgubre aparición. Se sonrió con inefable benignidad la bella visión y, dejando caer su violín a los pies de Hermione, cruzó sus blancos brazos sobre el pecho y se desvaneció, tornándose, al parecer, en una lluvia de gotas de rocío que caían cual perlas sobre la fuente.
CONTINUARÁ... Elbereth Dyondye Ang Clarimonde Gilthoniel Agarwaen Edain de Lioncourt Gray Harker, puede que Blake, puede que no.
