Leyenda de la rosa de Hogwarts o el paje y la lechuza
Y finalmente actualizado, después de una época de vagancia inmensa en la que me costaba tantísimo conectarme... Mi Explorer se suicida. Espero que os guste la última parte, y debo decir que el final es de cosecha propia, así que quejas pa mi saca.
Mis tres reviews:
Erika Azakura Malfoy: Hola!! Cuanto tiempo... ¿Lo de sentimental era para bien o para mal? Jeje, no, es broma. Te dejé con la duda? Bueno, debajo de todo, al final de la historia, te digo que parte me gusta más. Hasta luego.
Vesta: Hola. Me encanta tu resumen de la historia: "q obsesion d la otra con q no se junte con ningun hombre!, juer no la deja disfrutar ni un pokito. Pero es q tampoco se puede una fiar... mira q estar esperando año o asi y q el otro no le mande ni una lechuza ni na d ná." Vale, me has pillado, era para rellenar un poco, pero está gracioso. Sí, tiene que ver que sea descendiente del amante de Morgana, pero también se podría pensar que es la única que tiene cerca y por eso le pide que la bautice... Xaoxao
Mike granger: Gracias por decir que es muy linda! Si es que me subís la moral como nada. Bueno, eso de actualizar pronto se me ha quedado un poco... atrás. Drakie pooh?
LEYENDA DE LA ROSA DE HOGWARTS o EL PAJE Y LA LECHUZA (III)
- Pues
acércate y nada temas; mete tu mano en la fuente, rocía
el agua sobre mí y bautízame según la costumbre
de tu religión; así concluirá el encantamiento y
mi alma en pena alcanzará el descanso.
La tímida
doncella se aproximó con paso vacilante, introdujo la mano en
la fuente y, tomando de ella un poco de agua, verificó la
aspersión sobre el pálido rostro de la lúgubre
aparición. Se sonrió con inefable benignidad la bella
visión y, dejando caer su violín a los pies de
Hermione, cruzó sus blancos brazos sobre el pecho y se
desvaneció, tornándose, al parecer, en una lluvia de
gotas de rocío que caían cual perlas sobre la fuente.
Hermione se retiró del salón con cierto terror mezclado de asombro. Difícilmente pudo conciliar el sueño en aquella noche y cuando se despertó al romper el día, por la misma agitación con la que había dormido, le pareció que todo ello había sido un delirante ensueño. Mas cuando bajó al saloncito vio confirmada la realidad de la aparición, pues al borde de la fuente se encontró el violín de plata, brillando a los rayos fúlgidos del sol naciente.
Se apresuró a buscar a su tía y le contó todo lo que le había sucedido, exhortándola para que fuese a ver el violín, en testimonio de la veracidad de su historia. Si la buena señora abrigaba alguna duda se desvaneció completamente cuando Hermione agarró el arco y frotó con él el instrumento, pues le arrancaba melodías tan arrebatadoras que se conmovió tiernamente hasta el helado corazón de la inmaculada Minerva McGonnagall, región de perpetuo invierno. ¿Qué otra cosa sino una melodía sobrenatural podía producir efecto tan prodigioso? La extraordinaria virtud del maravilloso violín se hizo cada día más famosa: cuantos transitaban por el pie de la torre se detenían encantados, sin atreverse a respirar; enteramente arrombados; y hasta los pájaros mismos se posaban en los árboles cercanos, enmudecidos, escuchando con extraordinario silencio aquellas divinas armonías.
La fama de este prodigio cundió rápidamente por todas partes. Los habitantes de Hogsmeade subían a Hogwarts para oír siquiera algunas notas de la música sobrenatural que, aunque débilmente, se percibía en los contornos de la Torre de Gryffindor.
La encantadora joven salió al fin de su retiro, pues los ricos y poderosos del país se disputaban a porfía el agasajarla y colmarla de distinciones; en unas palabras: que hacían todos los mayores esfuerzos para llevar las soberanas delicias del divino violín a sus espléndidos salones para atraer a ellos lo más selecto de la sociedad aristocrática. Acompañaba a la maravillosa artista su diligente tía, como vigilante dragón, para tener a raya el enjambre de apasionados admiradores que se acercaban a la niña enloquecidos por las notas de su violín. La celebridad de su maravilloso poder siguió extendiéndose de ciudad en ciudad, y en toda Escocia no se hablaba de otro asunto, sino de la bella artista de Hogwarts. ¿Y cómo no había de ser así en un pueblo tan apasionado a la música y tan voluptuoso y galante como el pueblo escocés, si el violín estaba dotado de mágico poder y la tañedora se sentía divinamente inspirada por el amor?
Mientras que Escocia entera se hallaba poseída de esta vehemente pasión musical corrían diferentes vientos en la corte de Inglaterra, pues a Nicolás I, desgraciado hipocondríaco, sujeto a toda clase de manías, unas veces le daba por guardar cama semanas enteras, quejándose de dolencias imaginarias, y otras se obstinaba en querer abdicar la corona, con gran disgusto de su real esposa, a quien halagaban por todo extremo el esplendor de la corte y del trono, tanto más cuanto que ella, por consecuencia misma de la imbecilidad de su esposo, era la que cierta habilidad y firmeza manejaba el cetro de Inglaterra.
No se encontró otro remedio más eficaz para calmar las melancolías del augusto monarca que el poder de la música; la reina, por consiguiente, cuidó de rodearse de los más celebrados músicos y cantores de la época, haciendo venir a su corte a manera de médico de cámara a la famosa cantante francesa Fleur Delacour.
En la época a que se refiere nuestro relato se había apoderado del ilustre Flamel una monomanía infinitamente más rara que todas las suyas anteriores. Después de un largo período de enfermedad imaginaria, contra la que se habían estrellado todo el arte de Fleur Delacour y los conciertos de una escogida orquesta de cuerda de la corte, el desdichado rey se obstinó en que había entregado su espíritu, en creerse realmente difunto; cosa, en verdad, bastante inocente y que hasta hubiera sido algo cómoda para la reina y los cortesanos si se hubiese conformado con permanecer en el reposo consiguiente de los muertos; pero, con gran apuro de todos, se encaprichó en que se le hicieran las exequias fúnebres y, con sorpresa de cuantos le rodeaban, empezó a encolerizarse reconviniéndoles duramente por su negligencia y falta de respeto queriéndole dejar insepulto. ¿Qué hacer en tal conflicto? Desobedecer las órdenes del monarca era asunto gravísimo a ojos de aquellos respetuosos y ceremoniosos cortesanos; pero obedecerle y enterrarle vivo era cometer un verdadero regicidio.
Encerrados se hallaban en este insoluble dilema cuando llegó a la corte el renombre de la tocadora de violín que estaba causando admiración en toda Escocia, e inmediatamente despachó la reina emisarios para que la condujeran a Buckingham, sitio de residencia de la corte por aquellos tristes días.
Poco tiempo había pasado cuando, al hallarse paseando la reina en compañía de sus damas de honor por aquellos encantadores jardines, construidos para eclipsar las glorias de los de Versalles, llevaron a su presencia a la celebrada artista escocesa. La augusta soberana se fijó en la noble a la par que modesta apariencia de aquella joven, admiración y pasmo a la sazón de todo el mundo, la cual venía ataviada con pintoresco traje de Escocia y trayendo en la mano el precioso violín de plata, mas con los ojos bajos, mostrando su modestia y aquella hermosura, sencillez y distinción que dejaban ver todavía a "la Rosa de Hogwarts".
La acompañaba, según queda dicho, la vigilante Minerva McGonnagall; ésa impuso a la reina en la historia y genealogía de la preciosa muchacha, por haber mostrado la soberana deseos de conocerla. Pero si la augusta Perenela se sintió interesada por el aspecto de Hermione, creció de punto su interés cuando supo que era oriunda de una familia noble, aunque empobrecida, y que su padre había muerto peleando con honor por el servicio de sus reyes.
- Si tu habilidad corre pareja con tu nombradía –dijo la reina –y si consigues desterrar el mal espíritu de que está poseído tu soberano, la suerte tuya quedará de aquí en adelante a mi cuidado y te colmaré de honores y riquezas.
Impaciente para hacer la prueba, la condujo a la habitación del maniático monarca. Hermione la siguió con los ojos bajos por entre la muchedumbre de guardias y de cortesanos, hasta que llegaron a una imponente y suntuosa cámara tapizada de negro. Las ventanas se hallaban cerradas para impedir que penetrara la luz del día, y en su lugar numerosos blandones de cera amarilla sustentados en candelabros de plata despedían sus lúgubres resplandores, iluminando las tétricas figuras de los severos enlutados señores que iban llegando cautelosamente y sin cesar, revelando el disgusto de que estaban poseídos en sus tristes semblantes; y, por último, sobre un catafalco que se hallaba de cuerpo presente el monarca, que se había obcecado en que le dieran sepultura con las manos cruzadas sobre el pecho y dejando ver solamente la punta de la nariz.
Penetró la augusta señora silenciosamente en la regia cámara, y, señalando un escabel que había en un oscuro rincón, dio a entender a la bella Hermione que tomara asiento, y que podía comenzar.
Rozó ésta al principio las cuerdas de su violín con el arco en su mano temblorosa; pero se serenó después y se entusiasmó más y más conforme iba tocando, y dejó oír una melodía tan celestial, que todos los presentes dudaban si era producida por una persona humana. En cuanto al monarca, como ya se consideraba en el mundo de los espíritus, creyó que sería alguna melodía de ángeles o la música de las esferas. La sublime artista fue cambiando insensiblemente de tema, y, acompañada de su instrumento, empezó a cantar un romance heroico primoroso, en el que se ensalzaban las antiguas glorias de Hogwarts y las empresas guerreras de los vikingos. Su alma entera se comunicó a su canto, pues el recuerdo de Hogwarts estaba íntimamente unido a la historia de su amor. Resonaban en el fúnebre aposento las notas varoniles de aquel hermoso canto vivificador, que al fin pudieron levantar el entristecido corazón del monarca. Alzó éste la cabeza y miró a su alrededor; se sentó en su féretro y empezaron sus ojos a animarse; hasta que, por último, se arrojó al suelo y pidió su espada y su broquel.
El triunfo de la música –o, mejor dicho, del mágico violín –fue del todo completo; el demonio de la melancolía fue arrojado, y pudo decirse, en verdad, que un difunto volvía a la vida. Se abrieron las ventanas del departamento; los brillantes resplandores del sol inglés bañaron la cámara que poco antes era mansión de tristeza, y todos los ojos buscaron a la hermosa cantora; pero el violín se había deslizado de su mano, y ella misma hubiera caído tal vez en tierra desmayada, si en el mismo momento no la hubiera recibido en sus brazos el noble joven Draco Malfoy.
Los jóvenes permanecían abrazados en el centro de la sala, bajo la atenta mirada de todos los presentes, quizás a excepción del rey, que asomaba la cabeza por la ventana y retaba a la lucha a los criados del patio blandiendo la espada. El paje apretaba a la muchacha contra su pecho y le pedía mil perdones, mientras ésta sólo sonreía entre lágrimas de felicidad.
- ¿Conocíais a esta dama acaso, joven Draco? –La reina los miraba con compasión.
- Sí, mi señora. La conocí en Hogwarts, y si mi padre, aquí presente, lo permite, me casaré con ella.
- ¡No permitiré que mi hijo se case con una plebeya! –Lucius Malfoy saltó de su asiento y señaló a la niña acusadoramente.
- ¡Lucius! –La reina Perenela se frotó las sienes con cansancio –Esta niña no es una plebeya, tiene grandes antepasados. A partir de ahora, además, se convertirá en mi protegida, y le concederé grandes recompensas por el favor prestado a Inglaterra.
El Malfoy gruñó sordamente y agachó la cabeza, dando la causa por perdida.
- Así sea.
Se celebraron con gran aparato las nupcias de la feliz pareja. Los jóvenes que se aman sinceramente hacen pronto las amistades y perdonan y olvidan las faltas pagadas cuando vuelven a encontrarse de nuevo. La dichosa novia, después de pasar por el altar, paseó con su ya marido por el patio de la catedral, y, presa de una súbita alegría, desenganchó la rosa que le adornaba los cabellos y que había sido bendecida y la arrojó entre las mujeres solteras, recibiéndola con sorpresa Minerva MGonnagall.
- ¡Buena tía, tú serás la próxima en casarte! –corearon todas las jóvenes que habían saltado dispuestas a conseguir la rosa.
No muy lejos de allí, un anciano señor se acariciaba la barba. Con un fugaz suspiro, se alisó la barba, se acercó a la comitiva y tomó con suavidad a Minerva de una mano.
- Albus Dumbledore a su servicio, madame.
FIN
Y muchas se preguntarán: ¿Qué fue del singular violín? Pues durante un tiempo fue un tesoro familiar, pero más tarde fue robado y la pieza de plata fue fundida, pero las cuerdas se utilizaron para crear otro maravilloso instrumento. ¿Quién no ha oído hablar de las campanas de Mike Olfield, las tubular bells?
Ida de olla de última hora.
Erika Azakura Malfoy: Siii! Mi parte favorita es cuando a la Hermione le da un yuyo y el otro la recoge en brazos (y recoger de agarrar, no me seáis mal pensados)
...Elbereth...
