Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.
Tokyo Ghōul, pertenece a Sui Ishida.
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Fem-Harry (como siempre).
Será convertida en una Ghōul, de forma igual a Kaneki.
Iniciará desde 1991 y no desde 1993. No tendremos a Fem-Harry (Artemisa), viajando atrás en el tiempo, como en el otro Fic.
Harem: Lily Potter (de una línea de tiempo alternativa), Hermione Granger, Daphne y Astoria Greengrass, Padma y Parvati Patil, Susan Bones (¿alguna otra Hufflepuff que se les ocurra, por favor?), Tōka Kirishima.
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Artemisa: Una Ghōul en Hogwarts (Versión 1.5) (O versión 1, pero modificada)
Capítulo 2: La Historia de una Ghoul.
—Olvidé decírtelo, mamá: pero con el tío Vernon, la tía Petunia y Dudley, fuimos a Japón, y...
—Espera un momento, cariño —le interrumpió Lily sonriente, con los ojos brillantes, cuando una idea, cruzó por su cabeza. —Ven, quiero que veas algo más. Igualmente es mágico —Artemisa sonrió, ante eso y siguió a su madre al instante. Ascendieron por las escaleras. —Esta mansión, ha pasado de un Potter a otro, —explicó, acercándose a una puerta, abriéndola y dejando ver, una oficina —y esta de aquí, es la oficina de tu abuelo Fleamont. —Las paredes tenían un papel tapiz rojo, con detalles plateados. Fue hasta un armario y al intentar abrirlo, estaba cerrado. —Mira esto, cariño —la niña, volvió a prestar atención a su madre, quien tenía la varita levantada, apuntando hacía la puerta —Alohomora —se escuchó un "Clic", y la puerta se abrió, para asombro de la niña de cabello negro y ojos verdes, mientras que Lily, extraía...
— ¿Un pedestal, con un baño para pájaros? —preguntó la niña confundida. Eso solo le trajo a Lily, una gran carcajada.
—Se le llama, Pensadero —explicó —y permite ver, los recuerdos de las personas. —Artemisa asintió, mientras que Lily, acercaba la punta de su varita, a la sien de su hija y luego la alejaba. Artemisa dio un paso para atrás, al ver como su madre le había extraído, una especie de... ¿hebra plateada, de la cabeza? Lily colocó eso, en el Pensadero, y con su varita, tocó algunas runas, formando una esfera en medio. —Entonces, cariño, ¿Qué es lo que veré, aquí?
—Algunos de mis recuerdos, mamá —dijo ella. —Quieres saber más de mí, y yo quiero saberlo todo de ti—ambas se sonrieron.
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Recuerdo
Desde que tengo recuerdo, mis tíos solían golpear, cuando pasaban cosas extrañas en casa. O cuando pasaban en la escuela.
En una ocasión, tía Petunia, cansada de que volviéramos de la peluquería como si no hubiera ido, cogió unas tijeras de la cocina y me cortó el cabello casi al rape, exceptuando el flequillo, que le dejó «para ocultar la horrible cicatriz». Dudley se rio como un tonto, burlándose de mí, mientras que yo, por mi parte pasé la noche sin dormir imaginando lo que pasaría en el colegio al día siguiente, donde ya se reían de mi ropa holgada de niño y mis gafas remendadas. Sin embargo, a la mañana siguiente, descubrí al levantarme que mi cabello estaba exactamente igual que antes de que mi tía lo cortara. Como castigo, me encerraron en la alacena durante una semana, aunque intenté decirles que no podía explicar cómo me había crecido tan deprisa el cabello.
En una ocasión, me enfadé con mi profesor y su peluca se volvió azul.
Y.… bueno: hace cuatro días, tuve un problema terrible cuando lo encontraron en el techo de la cocina del colegio. El grupo de Dudley me perseguía como de costumbre cuando, tanto para mi sorpresa como de los demás, me encontré sentado en la chimenea. Los Dursley recibieron una carta amenazadora de la directora del colegio, diciéndoles que yo andaba trepando por los techos del colegio. Pero lo único que trataba de hacer (como le grité a tío Vernon a través de la puerta cerrada de la alacena) fue saltar los grandes cubos que estaban detrás de la puerta de la cocina. Supongo que el viento lo había levantado en medio de su salto.
Fin del Recuerdo
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Existía mucho en la magia. Mucho más, de lo que Artemisa descubriría, en los próximos meses, junto a Lily. Pero algo que Lily quería retrasarle a su hija, era conocer, sobre las Maldiciones Imperdonables, que fácilmente podían ser llamadas Maldiciones Emocionales, pues se necesitaba convicción, poder y deseo puro. El deseo más visceral de asesinar a alguien, permitiría arrojar la Maldición Asesina, a la cual su hijo Harry y su ahora hija Artemisa, había sobrevivido. El deseo de controlar a alguien, permitiría usar el Imperius. Y el deseo de torturar a alguien, permitiría usar el Cruciatus.
Y Lily deseaba en esos momentos, hacer dos de esas tres cosas.
—Mamá, creo que es hora, de que lo veas —Artemisa la sacó de sus pensamientos. Lily asintió, y tomó los nuevos recuerdos de su hija, colocándolos en el Pensadero, nuevamente. —Esto ocurrió, hace solo un mes.
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Recuerdo
Los Dursley, estaban listos para irse a unas vacaciones. En realidad: al tío Vernon le darían un puesto más elevado, en su negocio de taladros, si lograba que taladros Hitachi de Japón, firmaran el contrato.
Tía Petunia volvió, enfadada y preocupada a la vez. —Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry. La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto. Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas. Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido. —¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty.
—Podemos llamar a Marge —sugirió tío Vernon.
—No seas tonto, Vernon, ella no aguanta a la chica. —Los Dursley hablaban a menudo sobre Harry de aquella manera, como si no estuviera allí, o más bien como si pensaran que era tan tonto que no podía entenderlos, algo así como un gusano.
— ¿Y qué me dices de tu amiga...? —pensó un poco más— ¿cómo se llama...? ¡Yvonne!
—Está de vacaciones en Mallorca —respondió enfadada tía Petunia. Pasaron todo el día discutiendo entre ellos, y gracias a eso, Janeth pudo alimentarse muy bien, porque se distraían mucho, se gritaban cada dos segundos, discutiendo con quien mandarla, solo para no recordar pedirle que les hiciera el almuerzo o la cena, y ella aprovechaba, para cocinar algo, para sí misma. Comida en buena calidad y en abundancia, no lo que ellos solían darle.
Janeth sonreía encantada, cuando se fue a acostar, ¡los Dursley ni siquiera habían almorzado, o desayunado, debido a su enfado de (aparentemente), tener que llevarla a ella, a su viaje a Japón! Ella colocó su cabeza en la almohada, y no supo más, de sí misma.
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— ¡MOCOSA! —Rugió un día el tío Vernon. Janeth, quien estaba durmiendo en la alacena, se despertó con el grito, y golpeó su cabeza, contra un escalón, pues la alacena estaba bajo las escaleras. Se arrastró y abrió la puerta, tío Vernon le entregó una maleta, con ropa. —Vístete con algo que encuentres allí, y ven a la puerta, nos vamos a Tokio, ahora mismo. —Cuando se vistió, salió con una falda larga y azul, medias negras y una camiseta blanca de botones. Vernon la agarró por el brazo, y por sorpresa, haciéndola chillar, más del susto, que de la fuerza con la cual, le apretaba el brazo. —Te lo advierto, desde ahora. Ni. Una. Sola. Cosa. Rara. —Ella asintió, y la familia fue hasta el automóvil del tío Vernon, y desde allí, todo el camino hacia el aeropuerto.
El despegue, fue una locura para todos. Pero la más asustada, era Artemisa, quien jamás se había subido, en un avión. Los minutos de movimiento del avión, cuando iba por la pista de despegue y las turbulencias, mientras se ganaba altitud, fueron de lo peor que ella, podía haber sentido.
Vernon y Petunia, se durmieron. Dudley estaba molesto, porque no lo dejaban corretear, ni podía jugar con su videoconsola, ni nada divertido, no le gustaba leer, ni había una televisión, pues al llevar a Artemisa, sus padres tuvieron que abaratar costos.
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Cuando aterrizaron, su tío Vernon le ordenó leer el diccionario ingles japonés, para que aprendiera más del idioma. Artemisa supo, que su auténtico deseo, era que ella les tradujera en todo momento. Eso era obvio para ella. Y así lo hizo.
Lo más enfadó a los Dursley, fue que estaban obligados a darle de comer a la mocosa. Eso obviamente era malo para ellos, pero bueno para ella. Hicieron algo de turismo, los primeros días, se maravillaron con la tecnología del país y descubrieron que Tokio (así como casi toda ciudad de Japón, estaba distribuida en distritos) ellos, se quedaron en el Distrito 20, donde las compañías de taladros Hitachi y Grunnins coordinaron que se quedarían en un hotel de buena calidad y no muy lejos de Hitachi, para las conversaciones entre Vernon y los encargados de Hitachi.
—Esto es lo que haremos, mocosa —dijo el tío Vernon —Buscarás trabajo y a cambio, te dejaremos en paz, desde las 7:00, hasta las... digamos: 11:30, te sacamos de aquel trabajo que encuentres, y nos ayudas a encontrar, un restaurante para comer y otro para cenar, recuerda que las conversaciones, son las 13:00, ¿parece justo?
—Sí, tío Vernon —dijo Artemisa. —En realidad, hay una cafetería en esa dirección —señaló un local. Vernon sonrió y asintió. —Puedo preguntarles, si necesitan una trabajadora extra, ¿no? —Vernon asintió. Ella caminó en esa dirección, y ni sus tíos, ni su primo, le dijeron nada, ni hicieron nada. Pronto, estaba ante la Cafetería, leyó el nombre. — "Anteiku" —susurró, mientras ingresaba en el establecimiento, haciendo sonar la campanita.
— [Bienvenida a Anteiku] —dijo un hombre de avanzada edad de cabello blanco y peinado hacía atrás, era alto, tenía los ojos cerrados, vestía con una camisa de botones y un chaleco sin mangas, por encima. — [Soy Yoshimura, ¿Qué desea ordenar?]
Ella le sonrió al hombre, y se aclaró la garganta. — [En realidad, quería preguntarle, si no le sobraba una vacante, para recibir a una trabajadora temporal, en su país]
El hombre se sorprendió. — [¡Por supuesto, jovencita!] —dijo feliz. — [¡Tōka-Chan!] —Una niña de su edad, apareció. Tan esbelta como ella, con cabello corto estilo bob y un largo flequillo que cubría su ojo derecho, tenía ojos azules, vestía igual que el señor Yoshimura: camisa blanca de botones, chaleco sin mangas.
— [¿Sí, Yoshimura-San?]
— [Te presento a.…] —el hombre la miró, con un gesto amable.
Lo pensó, por un momento. — [Por favor, llámeme Misa]
— [Te presento a Misa-Chan,] —dijo el sr. Yoshimura, amablemente— [quiere trabar aquí, hasta que tenga que volver a su país]
Tōka miró fríamente a la chica, y apretó los puños. — [Ven conmigo] —la chica, la llevó hasta la parte trasera de la cafetería, y suspiró. Le enseñó cómo usar la cafetera, pero ella ya lo sabía. Tōka asintió y se estiró sobre la superficie de la mesa, apoyando primero su brazo en la mesa y luego, su mejilla en su propio brazo. Entonces, habló con lentitud, señalando la cafetera, cuando el café estuvo listo, y luego la taza de café. — [Por favor, enséñame como servirías una taza de café] —extrañada, Artemisa así lo hizo, pero Tōka se acercó a ella. — [No. Así no]
— [¿Por qué no?] —preguntó confundida, mientras Tōka agarraba la taza, y derramaba el contenido, en el lavaplatos, volviendo a colocar la taza, ante la pelinegra.
— [Hazlo de nuevo, pero ahora: lenta y calmadamente] —ordenó. Cuando lo hizo, le enseñó a preparar el café. Colocar el café ya tostado y molido, en la licuadora de tela y la hizo cargar una tetera llena de agua caliente. — [Lenta y calmadamente, derrámalo todo, haciendo un circulo] —Tōka siguió enseñándole, a preparar distintos tipos de café, de distintos sabores. Y salió de su primer día de trabajo, casi seis horas más tarde. Cuando fue a encontrarse con los Dursley, vio a su tío sonriente, debido a un nuevo automóvil. Subió a él, y fueron a dar una vuelta, al barrio Akihabara, que era reconocido como la zona comercial de Tokio, con las grandes pantallas, presentando nuevas series de anime de temporada o videojuegos.
La tía Petunia, iba leyendo en su libro. —La mayoría de los comercios de allí se dedican a la venta de productos electrónicos, computadoras, accesorios y gadgets; además de entretenimiento audiovisual, como anime, manga y videojuegos en su mayoría se encuentran en la calle principal, Chūōdōri, con muchos tipos de artículos utilizados en las callejuelas de Soto Kanda 3-chome. Herramientas, partes eléctricas, cables, cámaras microscópicas y elementos similares se encuentran en los pasillos estrechos de Soto Kanda 1-chome (cerca de la estación). Los turistas extranjeros suelen visitar las tiendas de grandes nombres como Laox o tiendas especializadas cerca de la estación, aunque hay más variedad y precios más bajos en lugares un poco más lejos. Akihabara ha adquirido cierta fama por ser el hogar de una de las primeras tiendas dedicadas a la robótica.
Visitaron algunos locales, pero decidieron dejar a Artemisa en su automóvil, mientras ellos iban a divertirse.
La niña comenzaba a aburrarse cada vez más, hasta que escuchó las llantas chirriantes de otro automóvil, un choque, una explosión. Sintió dolor, y luego, no supo nada más.
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Cuando abrió los ojos, le costó mucho, reconocer que hablaban en japonés, pues no era su idioma nativo. Escuchó algo de perder sangre, algo de un hígado y estómago, antes de volver a quedar inconsciente. Algo de alguien que quería salvar una vida...
Fin del Recuerdo
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— ¿Qué ocurrió? —preguntó Lily aterrorizada.
Artemisa sonrió con tristeza. —Los investigadores Ghoul. Una especie de... fuerza especial, que caza Ghouls, quienes no pueden evitar comer carne humana. Ellos, siguieron a una pareja. Ella... estaba embarazada. Los investigadores los seguían en una camioneta, los arrollaron y se estrellaron contra el automóvil de mi tío. La sangre de la Ghoul, era igual a la mía. Me salvaron, al trasplantarme los órganos de la mujer y su sangre.
