Capítulo 2. Encuentros en el Callejón Diagon.
Los días fueron pasando y llegó el ansiado sábado 15. Harry y sus tíos estaban terminando de desayunar en la cocina. Dudley aún dormía. Lo habían hecho así porque éste tenía un miedo terrible a los amigos de Harry desde que Hagrid le pusiera una cola de cerdito el primer año que su primo fue al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y los gemelos Weasley le hicieran la broma del caramelo longuilinguo en cuarto.
A las 9 en punto de la mañana, sonó el timbre de la puerta. Al abrir, Harry se encontró con tres jóvenes altos, pecosos, con el cabello rojo como el fuego. A su lado se encontraban una mujer con el pelo del azul más eléctrico que Harry había visto jamás, el señor Weasley y un hombre delgado y atractivo, vestido con ropa muggle de color gris y un poco raída. Al verle, no pudo evitarlo y se abrazó a él con fuerza.
-¡Remus!
- Hola.- Respondió este.
- Chicos, Tonks, Sr. Weasley.- saludó.
- ¡Hola Harry!- dijeron los gemelos a coro
- Hola- contestó Ron.
- Hola- dijo Tonks mascando chicle.
- ¿Listo?- preguntó el Sr. Weasley.
Harry asintió con la cabeza. En ese momento salió tío Vernon de la cocina, para ver si su sobrino ya se había marchado. Al ver a tanta gente su cara se volvió roja de ira contra Harry, ya que temía lo que pudieran decir los vecinos al ver a gente tan extraña en la puerta de su casa. Pero cuando vio el pelo de Tonks casi le da un patatús, y sus ojos se dilataron por el miedo al ver a los gemelos Weasley. Harry, para evitar males mayores, cogió su cazadora, gritó un saludo de despedida a su tío y salió rápidamente cerrando la puerta. Los gemelos no podían evitar partirse de risa al recordar la cara que había puesto tío Vernon cuando los había visto.
- Veo que nos recuerda.- dijo Fred
- Sí, hermano.-respondió George.- Pero... ¿será un recuerdo cariñoso?
- Seguro. – y todos estallaron en carcajadas.
Caminaron hacia dos coches que estaban aparcados a la puerta de la casa. En uno de ellos se subieron Tonks y Remus, tras indicarle a Harry que se subiera en el otro acompañando a los Weasley. Así lo hizo. El interior había sido ampliado mágicamente, de forma que ahora cabían holgadamente ocho personas. Ginny y la señora Weasley, que se había quedado en el coche le saludaron.
- Hola, Harry, cariño, ¿cómo estás? Nos tenías muy preocupados.
- Hola, sra. Weasley, Ginny.
Llegaron al Caldero Chorreante. Nada más atravesar la puerta, el chico sólo atinó a ver una mata de pelo castaño que se movía rápidamente hacia él. Cuando se quiso dar cuenta, Hermione ya le estaba abrazando.
- Oh, Harry, qué preocupada me tenías.- Dijo separándose.- ¡Hola Ron! ¡Hola!
- Hola-la saludaron los Weasley.
- Bueno, chicos- dijo el señor Weasley- id a comprar lo que necesitéis, nosotros nos quedaremos aquí. No os alejéis mucho y tened cuidado.
- Arthur, no crees que necesitarían...
- Tranquila, Molly, esto está lleno de magos del ministerio. No pasaría nada aunque quisieran.
La señora Weasley puso cara de no estar muy convencida, pero aceptó las palabras de su marido.
- ¿Magos del ministerio?- preguntó Harry cuando ya habían salido en dirección al Callejón Diagon y se habían quedado solos los tres.
- Sí. Desde que Dumbledore controla parte del ministerio, ha reforzado la seguridad, y cuando te dio permiso para venir, llenó el Callejón Diagon de magos del ministerio. Mira, allí está Mundungus Fletcher.- dijo Hermione señalando a un mago y saludándole con la cabeza.
- Bueno, chicos, ¿dónde queréis ir primero?
- Pues... ya sé, podemos ir a comprar tinta y pergamino, y luego a la librería a por los libros de este curso.- Dijo Ron
- Y luego me tenéis que acompañar a comprar una nueva túnica de gala, porque la del año pasado se me ha quedado pequeña.- apostilló Hermione.
- Pues vamos primero a por la túnica, para no ir todo el rato cargados con los libros- decidió Harry.- Contadme como han sido vuestros veranos.
- Bueno, verás...
Y así hablando llegaron a la tienda de Madame Malkin, en cuya puerta les alcanzó Tonks. Al final Molly Weasley se había salido con la suya, y Tonks se había ofrecido para acompañarles. No en vano era una de las mejores aurores. Ellos entraron y ella se quedó fuera, charlando con uno de los magos del ministerio amigo suyo.
Hermione estuvo un buen rato eligiendo túnicas, y cuando por fin se decidió, entró en el probador con al menos diez, de diferentes colores y estilos. Harry y Ron seguían a lo suyo hablando de quidditch, cuando el sonido de las campanillas de la puerta les sacó de su conversación. Una persona con una capa beige larga hasta los pies, con la capucha puesta que la tapaba completamente entró en la tienda y se acercó al mostrador (para el que no lo entienda, la capucha es como la de los abrigos, tapa solo la parte del pelo, pero ésta era tan grande que no se le veía ni la cara. Es como la caperuza de Caperucita Roja ;) ). Era más o menos de la altura de Hermione, es decir, un par de dedos más baja que los chicos, que habían crecido mucho.
- Buenos días- dijo la desconocida.
- Buenos días. contestó Madame Malkin.
- Encargué hace unos días una túnica de gala, su elfo me dijo que para hoy estaría lista.
- ¿A qué nombre dejó el pedido?
- Al de Liria Nolight
Madame Malkin consultó el libro de pedidos, recorriéndolo con el dedo, hasta que encontró el nombre. Cuando lo hizo se le iluminó la mirada.
- ¡Ah, sí! ¡El diseño español! ¿Es para usted?
- Sí, es para mí.
- He de decirle que tiene un gusto exquisito, es una de mis mejores creaciones.
- Gracias. Hay que reconocer que es un diseño magnífico, en cuanto lo vi me quedé prendada de él.
La campanilla de la puerta volvió a sonar, esta vez dando paso a un chico pálido, rubio de ojos azules, delgado, vestido con una capa negra y con un rictus de desprecio en su boca, que se acentuó al ver a Ron y Harry, y al observar las miradas de odio que éstos le dirigían. Pasando olímpicamente de ellos, se dirigió al mostrador
- Quería una túnica de gala- dijo, ignorando también a la desconocida.
- Ahí las tienes- le indicó Madame Malkin.- Si tienes alguna duda o necesitas algo, no tienes más que pedírmelo.- Luego se dirigió a la encapuchada.- Voy dentro a buscar lo suyo, no tardo nada.- Y salió por una puerta interior.
En ese momento, Malfoy se volvió con una túnica verde botella en las manos.
- Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí, pero si son el pobretón y el caracortada. ¿Vais a comprar algo o solo estáis mirando? Lo digo porque no creo que el pobretón de Weasley se lo pueda permitir.
-Piérdete, Malfoy.- le espetó Harry, sujetando a Ron por la túnica. La desconocida, al oír el nombre del chico, prestó más atención a lo que estaba pasando.
En ese momento se descorrió la cortina del probador de Hermione, quién salió con una túnica azul celeste en sus manos y una gran sonrisa en los labios, que se transformó en una mirada de odio al ver a Malfoy. La desconocida no perdía detalle de lo que estaba ocurriendo.
- ¡¡¿Qué haces tú aquí?!!
- Vaya, si también está la sangre sucia. Y parece que ha adquirido algo de carácter.- dijo arrastrando las palabras.
- Mira, Malfoy, como no cierres ahora mismo esa enorme bocota...
- Como no la cierre, ¿qué?- dijo con una sonrisa burlona.
- Te la coseré al modo muggle sin anestesia. Y te aseguro que duele.
La desconocida no pudo evitar sonreír bajo la capucha. Antes de que Malfoy pudiera replicar, apareció Madame Malkin con un paquete. Al verlos enfrentados, decidió intervenir.
Bien, señor Malfoy, ¿ya ha elegido? Veo que sí. Ya sabe dónde están los probadores.- Malfoy entró en uno de ellos.
- Señorita Granger, ¿se lleva esa?- Hermione asintió.- Una buena elección.- y cogió la túnica celeste para envolverla y cobrársela.
La desconocida no había vuelto a hablar y se mantenía al margen, pero Harry no pudo evitar ver como hacía un gesto con el dedo índice en dirección al probador de Malfoy. De pronto, éste dio un alarido y un estruendo de cristales rotos se oyó en el probador. Malfoy salió con la túnica a medio poner, mirando asustado dentro del probador y señalando algo con el dedo. Madame Malkin se acercó rápidamente.
- ¡¡Señor Malfoy, ¿¿se puede saber qué ha hecho??!!- dijo al ver el espejo hecho añicos en el suelo.
- Yo... había... había... muy grande... - tartamudeó señalando las paredes.
- Señor Malfoy, ¡es una simple hormiga!
- Pero... pero...
-¡Si cree que no le cobraré el espejo, va listo!¡Hablaré con su padre!- dijo Madame Malkin muy enfadada, volviendo detrás del mostrador.
Malfoy cogió rápidamente su ropa y pasó al probador de al lado, mientras los chicos estallaban en carcajadas y Ron no podía evitar burlarse de Malfoy. Harry miró a la desconocida, pues estaba seguro de que ella había tenido algo que ver en lo que había pasado, y pudo intuir una gran sonrisa debajo de la capucha beige. Al mirarla más atentamente, se percató de que la figura bajo la capa le resultaba familiar. Mientras tanto, Madame Malkin ya había terminado con Hermione y en ese momento le tendía un paquete a la desconocida.
- Lo suyo ya fue pagado. Aquí tiene.
- Muchas gracias. Adiós.
Y salió de la tienda, con los chicos detrás de ella, aún riéndose a carcajadas de Malfoy. Fuera se reunieron con Tonks. La desconocida caminaba delante y ellos detrás. No habían andado ni diez metros cuando oyeron gritos y exclamaciones y vieron a al gente correr asustada. Pero lo que les impresionó fue el ver a siete mortífagos completamente vestidos de negro dirigirse hacia ellos. El que iba en cabeza, con un simple movimiento de varita dejó sin sentido a Tonks, y, volviéndose a los lados, a los dos magos del ministerio que había en esa zona. Los chicos y la desconocida sacaron sus varitas e intentaron retroceder, pero otros dos mortífagos les cerraron el paso por detrás. El que había dejado sin sentido a Tonks habló.
- Al fin la encontramos, mi señor estará muy contento.
- Eso será si consigues cogerme.- Replicó la desconocida en tono burlón.
- Vamos, somos 9 a 1- dijo en tono conciliador.
- 9 a 4- saltó Harry con su varita en alto, listo para defenderse.
- Mira a quien tenemos aquí, ¡pero si son Potter y sus amiguitos! Dos pájaros de un tiro. Mi señor se va a poner muy contento. Enano, ¿ realmente crees que podrás con tu varita con 9 mortífagos bien entrenados?
La desconocida captó por el rabillo del ojo el movimiento de los magos del ministerio, que se despertaban del desmaius que les había lanzado el mortífago. Sujetó la mano de Harry impidiéndole usar la varita.
- Dejadlos, tienen razón, no podemos hacer nada contra ellos, son demasiados.
Los mortífagos sonrieron triunfantes, hablando entre sí, momento que aprovechó la desconocida para susurrar a los chicos:
- Cuando os diga, tiraos al suelo, ¿entendido?- los tres asintieron.
El jefe de los mortífagos levantó su varita y apuntó hacia la chica.
- ¡¡YA!!- los chicos se tiraron al suelo y se apretaron contra él.
Por encima de ellos sintieron como el aire se movía formando un remolino, y como de pronto se movía hacia fuera como si fuera una onda expansiva, cuyo centro y punto de detonación era la desconocida, golpeando a los mortífagos y haciéndoles caer al suelo, dejando a la mayoría sin conocimiento. Los que habían quedado aturdidos se desaparecieron, mientras que la desconocida, con un movimiento de varita, ataba al resto. Harry, Ron y Herminone se levantaron impresionados. La desconocida, tras cerciorarse de que estaban bien, les saludó con un elegante movimiento de cabeza y se desapareció, justo cuando llegaban corriendo el resto de magos del ministerio encabezados por Lupin y Arthur Weasley. Los chicos ayudaron a Tonks a levantarse, mientras los recién llegados miraban asombrados a los mortífagos atados en el suelo.
- ¿Estáis bien?- preguntó Remus con preocupación. Los cuatro asintieron, mientras algunos de los magos del ministerio les quitaban las capuchas a los mortífagos.
- Menudo regalito nos habéis hecho, chicos.- exclamó uno mirándoles emocionado.- Sois fantásticos.
- ¿Cómo lo habéis hecho?- preguntó Tonks.
- No hemos sido nosotros- aclaró Harry.
- Es verdad, fue la mujer de la capa beige. La desconocida- le apoyó Hermione.
- ¿Qué desconocida?- preguntó el señor Weasley, que no entendía nada
- La chica de la capa beige... la que salió antes que nosotros de la tienda.- dijo Harry volviéndose hacia Tonks para que ésta confirmara sus palabras. Tonks asintió.
- Y... ¿cómo lo hizo?- preguntó Remus. Los chicos se lo explicaron
- ¡Guay!
- ¡Alucinante!
- ¡Fred, George! ¡No es gracioso! Les podía haber pasado algo... No, no quiero ni pensarlo.- dijo la señora Weasley abrazando a Harry, Ron y Hermione. Los gemelos, Ginny y ella se habían acercado sin que ninguno de ellos se diera cuenta.
- Hay que decírselo a Dumbledore.- comentó el señor Weasley- si te vuelven a atacar...
- No le buscaban a él, papá. Ni siquiera parecían saber que estaba aquí. Buscaban a la desconocida.
- Es cierto- dijo Harry.- Al principio ni se fijaron en nosotros.
- ¿Por qué la buscarían?
- Ni idea, pero debe ser una maga muy poderosa si puede hacer magia con las manos, sin necesidad de la varita- contestó Remus.- Volvamos al Caldero Chorreante.
Así lo hicieron. Mientras Tom, el dueño del Caldero Chorreante les servía algo de comer en una salita aparte, Remus y el señor Weasley hablaban con Dumbledore en otra habitación por medio de la chimenea. Cuando volvieron, sus caras no eran alegres.
- Harry, hemos hablado con Dumbledore y...
- Y después de una larga conversación, hemos decidido que uses un giratiempo para adelantar tu regreso a Hogwarts.
- Pero...
- No te preocupes, Harry, cariño. Dime lo que te falta y yo lo compraré.- dijo la señora Weasley. Harry se lo agradeció con una sonrisa. Pero, aún así, no entendía. Dirigió una suplicante mirada hacia sus amigos, pero ambos también parecían pensar que era la mejor solución.
- Dumbledore llegará en cualquier momento. Sólo tenía que pasar por el ministerio a por el giratiempo y venir derecho hacia aquí.
Sólo tuvieron que esperar unos minutos. La puerta de la habitación se abrió dejando pasar a una figura alta, erguida, con pelo y barba blancos. Dirigió una amable sonrisa de saludo a los allí presentes y se acercó a Harry.
- Harry.
- Profesor Dumbledore.
- Creo que ya te han explicado lo que vamos a hacer, ¿no?- dijo mirándole por encima de sus gafas de media luna. El chico asintió.
- Pero, profesor Dumbledore... – titubeó Hermione.
-¿Sí, señorita Granger?
- Yo creía que los giratiempos sólo podían ser utilizados para volver al pasado. Si se utilizan para ir al futuro, a un tiempo que aún no hemos vivido, eso podría provocar alteraciones en el espacio- tiempo, la profesora McGonagall me lo explicó cuando me dio el mío en tercero.- La buena de Hermione, siempre preocupándose.
- Eso es cierto.- concedió Dumbledore. Harry le miró con cara de susto.- Pero el giratiempo que va a usar Harry es especial. Hay tres giratiempos que el ministerio guarda a buen recaudo, que permiten a las personas viajar al futuro sin que sufran ningún daño. Uno de ellos lo utilizará Harry.
- ¿Cómo lo hará?- preguntó Ron.
- Primero iremos a la estación de King's Cross, ya que es allí donde va a aparecer Harry. El que usa el giratiempo del futuro, aparece en el mismo sitio de donde desaparece, no como con los giratiempos del pasado.
- Profesor, y...
- ¿Tus cosas? Remus y Nymph (Nymphadora Tonks) se encargarán de ellas. Entonces, si todo está claro, partamos.
Y sin más dilación salieron a la calle. A Harry y a Dumbledore les acompañaban Tonks, Lupin, el señor Weasley, Ron y Hermione, a quienes no habían podido hacer desistir de su intención de ir con ellos. El resto se habían marchado a la Madriguera.
Llegaron a la estación y caminaron decididamente por el andén que separaba las vías 9 y10. Allí les esperaba un hombre de sobra conocido por todos: el guarda que controlaba la entrada y la salida al andén 9 ¾ .
- ¿Todo listo?
- Sí, profesor Dumbledore, todo arreglado. Podéis pasar cuando deseéis.
- Está bien. Chicos, cuando queráis.
Y disimuladamente, fueron pasando al andén 9¾. Allí, Dumbledore sacó un giratiempo, sujeto a una cadena, de uno de sus bolsillos. Se la puso a Harry al cuello y le hizo sujetarlo con la mano, separándose de él.
- Faltan dos semanas, creo que con dos vueltas será suficiente. Mientras le das las vueltas, piensa en la hora a la que quieres aparecer, en este caso a las 10:50. Que no se te olvide, si no perderás el tren, ya sabes que sale a las 11:00. Te veré el 1 de Septiembre. Adiós.
-Adiós - se despidió Harry. Y pensando fuertemente en la hora, le dio 2 vueltas al giratiempo. Pronto sintió una punzada en el estómago y como si algo le levantara del suelo. Los demás le vieron desaparecer. Y comentando lo ocurrido, salieron de la estación. Tenían aún mucho que preparar.
Hola!!! Gracias a Tasha Dawn por leer mi historia, este es el primer fic que publico, y de momento eres la única que me ha dejado un review. Aquí tienes el siguiente capítulo como me pediste, y , si con un poco de suerte lo termino, también subiré el tercero hoy. Saludos!!
Los días fueron pasando y llegó el ansiado sábado 15. Harry y sus tíos estaban terminando de desayunar en la cocina. Dudley aún dormía. Lo habían hecho así porque éste tenía un miedo terrible a los amigos de Harry desde que Hagrid le pusiera una cola de cerdito el primer año que su primo fue al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, y los gemelos Weasley le hicieran la broma del caramelo longuilinguo en cuarto.
A las 9 en punto de la mañana, sonó el timbre de la puerta. Al abrir, Harry se encontró con tres jóvenes altos, pecosos, con el cabello rojo como el fuego. A su lado se encontraban una mujer con el pelo del azul más eléctrico que Harry había visto jamás, el señor Weasley y un hombre delgado y atractivo, vestido con ropa muggle de color gris y un poco raída. Al verle, no pudo evitarlo y se abrazó a él con fuerza.
-¡Remus!
- Hola.- Respondió este.
- Chicos, Tonks, Sr. Weasley.- saludó.
- ¡Hola Harry!- dijeron los gemelos a coro
- Hola- contestó Ron.
- Hola- dijo Tonks mascando chicle.
- ¿Listo?- preguntó el Sr. Weasley.
Harry asintió con la cabeza. En ese momento salió tío Vernon de la cocina, para ver si su sobrino ya se había marchado. Al ver a tanta gente su cara se volvió roja de ira contra Harry, ya que temía lo que pudieran decir los vecinos al ver a gente tan extraña en la puerta de su casa. Pero cuando vio el pelo de Tonks casi le da un patatús, y sus ojos se dilataron por el miedo al ver a los gemelos Weasley. Harry, para evitar males mayores, cogió su cazadora, gritó un saludo de despedida a su tío y salió rápidamente cerrando la puerta. Los gemelos no podían evitar partirse de risa al recordar la cara que había puesto tío Vernon cuando los había visto.
- Veo que nos recuerda.- dijo Fred
- Sí, hermano.-respondió George.- Pero... ¿será un recuerdo cariñoso?
- Seguro. – y todos estallaron en carcajadas.
Caminaron hacia dos coches que estaban aparcados a la puerta de la casa. En uno de ellos se subieron Tonks y Remus, tras indicarle a Harry que se subiera en el otro acompañando a los Weasley. Así lo hizo. El interior había sido ampliado mágicamente, de forma que ahora cabían holgadamente ocho personas. Ginny y la señora Weasley, que se había quedado en el coche le saludaron.
- Hola, Harry, cariño, ¿cómo estás? Nos tenías muy preocupados.
- Hola, sra. Weasley, Ginny.
Llegaron al Caldero Chorreante. Nada más atravesar la puerta, el chico sólo atinó a ver una mata de pelo castaño que se movía rápidamente hacia él. Cuando se quiso dar cuenta, Hermione ya le estaba abrazando.
- Oh, Harry, qué preocupada me tenías.- Dijo separándose.- ¡Hola Ron! ¡Hola!
- Hola-la saludaron los Weasley.
- Bueno, chicos- dijo el señor Weasley- id a comprar lo que necesitéis, nosotros nos quedaremos aquí. No os alejéis mucho y tened cuidado.
- Arthur, no crees que necesitarían...
- Tranquila, Molly, esto está lleno de magos del ministerio. No pasaría nada aunque quisieran.
La señora Weasley puso cara de no estar muy convencida, pero aceptó las palabras de su marido.
- ¿Magos del ministerio?- preguntó Harry cuando ya habían salido en dirección al Callejón Diagon y se habían quedado solos los tres.
- Sí. Desde que Dumbledore controla parte del ministerio, ha reforzado la seguridad, y cuando te dio permiso para venir, llenó el Callejón Diagon de magos del ministerio. Mira, allí está Mundungus Fletcher.- dijo Hermione señalando a un mago y saludándole con la cabeza.
- Bueno, chicos, ¿dónde queréis ir primero?
- Pues... ya sé, podemos ir a comprar tinta y pergamino, y luego a la librería a por los libros de este curso.- Dijo Ron
- Y luego me tenéis que acompañar a comprar una nueva túnica de gala, porque la del año pasado se me ha quedado pequeña.- apostilló Hermione.
- Pues vamos primero a por la túnica, para no ir todo el rato cargados con los libros- decidió Harry.- Contadme como han sido vuestros veranos.
- Bueno, verás...
Y así hablando llegaron a la tienda de Madame Malkin, en cuya puerta les alcanzó Tonks. Al final Molly Weasley se había salido con la suya, y Tonks se había ofrecido para acompañarles. No en vano era una de las mejores aurores. Ellos entraron y ella se quedó fuera, charlando con uno de los magos del ministerio amigo suyo.
Hermione estuvo un buen rato eligiendo túnicas, y cuando por fin se decidió, entró en el probador con al menos diez, de diferentes colores y estilos. Harry y Ron seguían a lo suyo hablando de quidditch, cuando el sonido de las campanillas de la puerta les sacó de su conversación. Una persona con una capa beige larga hasta los pies, con la capucha puesta que la tapaba completamente entró en la tienda y se acercó al mostrador (para el que no lo entienda, la capucha es como la de los abrigos, tapa solo la parte del pelo, pero ésta era tan grande que no se le veía ni la cara. Es como la caperuza de Caperucita Roja ;) ). Era más o menos de la altura de Hermione, es decir, un par de dedos más baja que los chicos, que habían crecido mucho.
- Buenos días- dijo la desconocida.
- Buenos días. contestó Madame Malkin.
- Encargué hace unos días una túnica de gala, su elfo me dijo que para hoy estaría lista.
- ¿A qué nombre dejó el pedido?
- Al de Liria Nolight
Madame Malkin consultó el libro de pedidos, recorriéndolo con el dedo, hasta que encontró el nombre. Cuando lo hizo se le iluminó la mirada.
- ¡Ah, sí! ¡El diseño español! ¿Es para usted?
- Sí, es para mí.
- He de decirle que tiene un gusto exquisito, es una de mis mejores creaciones.
- Gracias. Hay que reconocer que es un diseño magnífico, en cuanto lo vi me quedé prendada de él.
La campanilla de la puerta volvió a sonar, esta vez dando paso a un chico pálido, rubio de ojos azules, delgado, vestido con una capa negra y con un rictus de desprecio en su boca, que se acentuó al ver a Ron y Harry, y al observar las miradas de odio que éstos le dirigían. Pasando olímpicamente de ellos, se dirigió al mostrador
- Quería una túnica de gala- dijo, ignorando también a la desconocida.
- Ahí las tienes- le indicó Madame Malkin.- Si tienes alguna duda o necesitas algo, no tienes más que pedírmelo.- Luego se dirigió a la encapuchada.- Voy dentro a buscar lo suyo, no tardo nada.- Y salió por una puerta interior.
En ese momento, Malfoy se volvió con una túnica verde botella en las manos.
- Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí, pero si son el pobretón y el caracortada. ¿Vais a comprar algo o solo estáis mirando? Lo digo porque no creo que el pobretón de Weasley se lo pueda permitir.
-Piérdete, Malfoy.- le espetó Harry, sujetando a Ron por la túnica. La desconocida, al oír el nombre del chico, prestó más atención a lo que estaba pasando.
En ese momento se descorrió la cortina del probador de Hermione, quién salió con una túnica azul celeste en sus manos y una gran sonrisa en los labios, que se transformó en una mirada de odio al ver a Malfoy. La desconocida no perdía detalle de lo que estaba ocurriendo.
- ¡¡¿Qué haces tú aquí?!!
- Vaya, si también está la sangre sucia. Y parece que ha adquirido algo de carácter.- dijo arrastrando las palabras.
- Mira, Malfoy, como no cierres ahora mismo esa enorme bocota...
- Como no la cierre, ¿qué?- dijo con una sonrisa burlona.
- Te la coseré al modo muggle sin anestesia. Y te aseguro que duele.
La desconocida no pudo evitar sonreír bajo la capucha. Antes de que Malfoy pudiera replicar, apareció Madame Malkin con un paquete. Al verlos enfrentados, decidió intervenir.
Bien, señor Malfoy, ¿ya ha elegido? Veo que sí. Ya sabe dónde están los probadores.- Malfoy entró en uno de ellos.
- Señorita Granger, ¿se lleva esa?- Hermione asintió.- Una buena elección.- y cogió la túnica celeste para envolverla y cobrársela.
La desconocida no había vuelto a hablar y se mantenía al margen, pero Harry no pudo evitar ver como hacía un gesto con el dedo índice en dirección al probador de Malfoy. De pronto, éste dio un alarido y un estruendo de cristales rotos se oyó en el probador. Malfoy salió con la túnica a medio poner, mirando asustado dentro del probador y señalando algo con el dedo. Madame Malkin se acercó rápidamente.
- ¡¡Señor Malfoy, ¿¿se puede saber qué ha hecho??!!- dijo al ver el espejo hecho añicos en el suelo.
- Yo... había... había... muy grande... - tartamudeó señalando las paredes.
- Señor Malfoy, ¡es una simple hormiga!
- Pero... pero...
-¡Si cree que no le cobraré el espejo, va listo!¡Hablaré con su padre!- dijo Madame Malkin muy enfadada, volviendo detrás del mostrador.
Malfoy cogió rápidamente su ropa y pasó al probador de al lado, mientras los chicos estallaban en carcajadas y Ron no podía evitar burlarse de Malfoy. Harry miró a la desconocida, pues estaba seguro de que ella había tenido algo que ver en lo que había pasado, y pudo intuir una gran sonrisa debajo de la capucha beige. Al mirarla más atentamente, se percató de que la figura bajo la capa le resultaba familiar. Mientras tanto, Madame Malkin ya había terminado con Hermione y en ese momento le tendía un paquete a la desconocida.
- Lo suyo ya fue pagado. Aquí tiene.
- Muchas gracias. Adiós.
Y salió de la tienda, con los chicos detrás de ella, aún riéndose a carcajadas de Malfoy. Fuera se reunieron con Tonks. La desconocida caminaba delante y ellos detrás. No habían andado ni diez metros cuando oyeron gritos y exclamaciones y vieron a al gente correr asustada. Pero lo que les impresionó fue el ver a siete mortífagos completamente vestidos de negro dirigirse hacia ellos. El que iba en cabeza, con un simple movimiento de varita dejó sin sentido a Tonks, y, volviéndose a los lados, a los dos magos del ministerio que había en esa zona. Los chicos y la desconocida sacaron sus varitas e intentaron retroceder, pero otros dos mortífagos les cerraron el paso por detrás. El que había dejado sin sentido a Tonks habló.
- Al fin la encontramos, mi señor estará muy contento.
- Eso será si consigues cogerme.- Replicó la desconocida en tono burlón.
- Vamos, somos 9 a 1- dijo en tono conciliador.
- 9 a 4- saltó Harry con su varita en alto, listo para defenderse.
- Mira a quien tenemos aquí, ¡pero si son Potter y sus amiguitos! Dos pájaros de un tiro. Mi señor se va a poner muy contento. Enano, ¿ realmente crees que podrás con tu varita con 9 mortífagos bien entrenados?
La desconocida captó por el rabillo del ojo el movimiento de los magos del ministerio, que se despertaban del desmaius que les había lanzado el mortífago. Sujetó la mano de Harry impidiéndole usar la varita.
- Dejadlos, tienen razón, no podemos hacer nada contra ellos, son demasiados.
Los mortífagos sonrieron triunfantes, hablando entre sí, momento que aprovechó la desconocida para susurrar a los chicos:
- Cuando os diga, tiraos al suelo, ¿entendido?- los tres asintieron.
El jefe de los mortífagos levantó su varita y apuntó hacia la chica.
- ¡¡YA!!- los chicos se tiraron al suelo y se apretaron contra él.
Por encima de ellos sintieron como el aire se movía formando un remolino, y como de pronto se movía hacia fuera como si fuera una onda expansiva, cuyo centro y punto de detonación era la desconocida, golpeando a los mortífagos y haciéndoles caer al suelo, dejando a la mayoría sin conocimiento. Los que habían quedado aturdidos se desaparecieron, mientras que la desconocida, con un movimiento de varita, ataba al resto. Harry, Ron y Herminone se levantaron impresionados. La desconocida, tras cerciorarse de que estaban bien, les saludó con un elegante movimiento de cabeza y se desapareció, justo cuando llegaban corriendo el resto de magos del ministerio encabezados por Lupin y Arthur Weasley. Los chicos ayudaron a Tonks a levantarse, mientras los recién llegados miraban asombrados a los mortífagos atados en el suelo.
- ¿Estáis bien?- preguntó Remus con preocupación. Los cuatro asintieron, mientras algunos de los magos del ministerio les quitaban las capuchas a los mortífagos.
- Menudo regalito nos habéis hecho, chicos.- exclamó uno mirándoles emocionado.- Sois fantásticos.
- ¿Cómo lo habéis hecho?- preguntó Tonks.
- No hemos sido nosotros- aclaró Harry.
- Es verdad, fue la mujer de la capa beige. La desconocida- le apoyó Hermione.
- ¿Qué desconocida?- preguntó el señor Weasley, que no entendía nada
- La chica de la capa beige... la que salió antes que nosotros de la tienda.- dijo Harry volviéndose hacia Tonks para que ésta confirmara sus palabras. Tonks asintió.
- Y... ¿cómo lo hizo?- preguntó Remus. Los chicos se lo explicaron
- ¡Guay!
- ¡Alucinante!
- ¡Fred, George! ¡No es gracioso! Les podía haber pasado algo... No, no quiero ni pensarlo.- dijo la señora Weasley abrazando a Harry, Ron y Hermione. Los gemelos, Ginny y ella se habían acercado sin que ninguno de ellos se diera cuenta.
- Hay que decírselo a Dumbledore.- comentó el señor Weasley- si te vuelven a atacar...
- No le buscaban a él, papá. Ni siquiera parecían saber que estaba aquí. Buscaban a la desconocida.
- Es cierto- dijo Harry.- Al principio ni se fijaron en nosotros.
- ¿Por qué la buscarían?
- Ni idea, pero debe ser una maga muy poderosa si puede hacer magia con las manos, sin necesidad de la varita- contestó Remus.- Volvamos al Caldero Chorreante.
Así lo hicieron. Mientras Tom, el dueño del Caldero Chorreante les servía algo de comer en una salita aparte, Remus y el señor Weasley hablaban con Dumbledore en otra habitación por medio de la chimenea. Cuando volvieron, sus caras no eran alegres.
- Harry, hemos hablado con Dumbledore y...
- Y después de una larga conversación, hemos decidido que uses un giratiempo para adelantar tu regreso a Hogwarts.
- Pero...
- No te preocupes, Harry, cariño. Dime lo que te falta y yo lo compraré.- dijo la señora Weasley. Harry se lo agradeció con una sonrisa. Pero, aún así, no entendía. Dirigió una suplicante mirada hacia sus amigos, pero ambos también parecían pensar que era la mejor solución.
- Dumbledore llegará en cualquier momento. Sólo tenía que pasar por el ministerio a por el giratiempo y venir derecho hacia aquí.
Sólo tuvieron que esperar unos minutos. La puerta de la habitación se abrió dejando pasar a una figura alta, erguida, con pelo y barba blancos. Dirigió una amable sonrisa de saludo a los allí presentes y se acercó a Harry.
- Harry.
- Profesor Dumbledore.
- Creo que ya te han explicado lo que vamos a hacer, ¿no?- dijo mirándole por encima de sus gafas de media luna. El chico asintió.
- Pero, profesor Dumbledore... – titubeó Hermione.
-¿Sí, señorita Granger?
- Yo creía que los giratiempos sólo podían ser utilizados para volver al pasado. Si se utilizan para ir al futuro, a un tiempo que aún no hemos vivido, eso podría provocar alteraciones en el espacio- tiempo, la profesora McGonagall me lo explicó cuando me dio el mío en tercero.- La buena de Hermione, siempre preocupándose.
- Eso es cierto.- concedió Dumbledore. Harry le miró con cara de susto.- Pero el giratiempo que va a usar Harry es especial. Hay tres giratiempos que el ministerio guarda a buen recaudo, que permiten a las personas viajar al futuro sin que sufran ningún daño. Uno de ellos lo utilizará Harry.
- ¿Cómo lo hará?- preguntó Ron.
- Primero iremos a la estación de King's Cross, ya que es allí donde va a aparecer Harry. El que usa el giratiempo del futuro, aparece en el mismo sitio de donde desaparece, no como con los giratiempos del pasado.
- Profesor, y...
- ¿Tus cosas? Remus y Nymph (Nymphadora Tonks) se encargarán de ellas. Entonces, si todo está claro, partamos.
Y sin más dilación salieron a la calle. A Harry y a Dumbledore les acompañaban Tonks, Lupin, el señor Weasley, Ron y Hermione, a quienes no habían podido hacer desistir de su intención de ir con ellos. El resto se habían marchado a la Madriguera.
Llegaron a la estación y caminaron decididamente por el andén que separaba las vías 9 y10. Allí les esperaba un hombre de sobra conocido por todos: el guarda que controlaba la entrada y la salida al andén 9 ¾ .
- ¿Todo listo?
- Sí, profesor Dumbledore, todo arreglado. Podéis pasar cuando deseéis.
- Está bien. Chicos, cuando queráis.
Y disimuladamente, fueron pasando al andén 9¾. Allí, Dumbledore sacó un giratiempo, sujeto a una cadena, de uno de sus bolsillos. Se la puso a Harry al cuello y le hizo sujetarlo con la mano, separándose de él.
- Faltan dos semanas, creo que con dos vueltas será suficiente. Mientras le das las vueltas, piensa en la hora a la que quieres aparecer, en este caso a las 10:50. Que no se te olvide, si no perderás el tren, ya sabes que sale a las 11:00. Te veré el 1 de Septiembre. Adiós.
-Adiós - se despidió Harry. Y pensando fuertemente en la hora, le dio 2 vueltas al giratiempo. Pronto sintió una punzada en el estómago y como si algo le levantara del suelo. Los demás le vieron desaparecer. Y comentando lo ocurrido, salieron de la estación. Tenían aún mucho que preparar.
Hola!!! Gracias a Tasha Dawn por leer mi historia, este es el primer fic que publico, y de momento eres la única que me ha dejado un review. Aquí tienes el siguiente capítulo como me pediste, y , si con un poco de suerte lo termino, también subiré el tercero hoy. Saludos!!
