Capítulo 3. Regreso a Hogwarts
- La verdad es que no entiendo a Dumbledore, de verdad que no. Ahora me toca hacer el viaje con el estúpido de Potter y esa nueva, a ver si aparece pronto. Esperemos que el muy idiota haya usado bien el giratiempo, no sé por qué Dumbledore le protege tanto y le hace tanto caso, ni que se fuera a despeinar. A veces me gustaría que el señor tenebroso se lo cargara de una vez por todas, a ver si a sí conseguía librarme de él. Es peor que un dolor de muelas. Se parece tanto a su padre... ¡Ajj! El odioso de Potter. Y pensar que tengo que cuidar de su hijo... Aunque, pensándolo bien... ¿por qué no le tiro por la ventanilla cuando el tren esté en marcha? Nadie se daría cuenta hasta que llegáramos al colegio... – pensaba con una malvada sonrisa en su rostro y un brillo en sus ojos negros. A pesar de todo, sabía que no lo haría. Sabía dónde estaban sus lealtades: con Dumbledore.
El profesor Snape estaba de pié en el andén de la estación, apoyado en la pared, esperando a que apareciera Harry Potter. Vestía completamente de negro, el mismo color que su pelo. Pero aún así no podía ocultar su pálida piel, ni sus facciones, con una despectiva expresión en su rostro.
**************
Cuando abrió los ojos, Harry se encontró con Ron y Hermione que le miraban sonrientes, ya vestidos con la ropa de Hogwarts y con las insignias de prefectos prendidas en el pecho.
- Hola, Harry.-le saludaron.
- Hola, chicos.- contestó.
Vio que tenían a su lado todas sus cosas, incluida su lechuza, que ululó contenta al verle.
- ¿Dónde están los demás?- preguntó refiriéndose a Remus, Tonks y los Weasley.
- Fred y George están ya subidos en el tren con Lee Jordan ( los gemelos ya no iban a Hogwarts, pero habían pedido permiso a Dumbledore para ir en el tren a Hogsmeade, ya que allí es donde habían abierto su nueva tienda, Sortilegios Weasley, para poder estar con sus amigos), Ginny está esperando con Luna, Neville y Seamus en un compartimento y... – empezó Ron
- Al resto no les han permitido pasar.- Terminó Hermione. Al ver la cara de sorpresa del chico, se lo explicó.- Este año Dumbledore solo ha permitido pasar al andén a los alumnos y a los que tengan algo que ver con el colegio. El resto se han tenido que quedar fuera. Es por seguridad, tú sabes.
- Harry, hay otra cosa que deberías saber. Dumbledore le pidió que te acompañara...
De pronto, una voz fría a su espalda le sobresaltó.
- ¡Potter!- Al volverse vio que era el profesor Severus Snape, el odiado maestro de Pociones.- El giratiempo.- Pidió de mal humor, extendiendo la mano. Harry se quitó la cadena de alrededor del cuello y se lo entregó, sorprendido de encontrársele allí. Normalmente, ninguno de los profesores hacían el viaje en el tren con los alumnos, y mucho menos Snape.
Sonó la campana del andén, indicando que quedaban sólo cinco minutos para que el tren partiera de la estación.
- Ustedes dos, Weasley y Granger, váyanse al vagón de prefectos en vez de quedarse ahí plantados como pasmarotes.- continuó Snape groseramente.- Usted, Potter, coja sus cosas y venga conmigo. – Y sin darle tiempo a reaccionar, comenzó a andar hacia el tren.
Los chicos se despidieron, lanzándole una mirada de aliento al chico. Ellos ya sabían lo que pasaba, Dumbledore se lo había explicado. Harry cogió rápidamente sus cosas y siguió al profesor, que ya había entrado en el tren. Le llevó hasta un compartimento, y al entrar pudo observar que allí estaban las cosas de Snape, su baúl y la jaula con su cuervo negro.
- Este hombre lo tiene todo negro.- pensó el chico.- ¿También llevará la ropa interior de ese color?- Echó una mirada de miedo a su alrededor, asustado ante la perspectiva de viajar con él.
Éste, al ver que se quedaba mirando asustado, le dijo- A mí tampoco me agrada, Potter, pero al director se le metió en la cabeza que tenía que acompañarte en el viaje a Hogwarts para que no te pasara nada, como si fueras tan importante, a ti y a otra persona que ya llega tarde. Voy a salir un momento, ni se te ocurra moverte de aquí o te las verás conmigo.- y dicho esto, salió con un frufrú de su capa.
Pronto, Harry sintió como el tren empezaba a ponerse en marcha. El profesor no había vuelto. ¿Y si Snape se había quedado en la estación y había perdido el tren?
- Sería divertido- pensó sonriendo. No es que el profesor de pociones le cayera muy bien, para ser exactos, se odiaban mutuamente. Y el odio que ambos se profesaban había ido creciendo durante estos últimos cinco años. Así que la idea de que le "cuidara" durante el viaje le ponía los pelos de punta. No iba a ser agradable el estar los dos solos encerrados sin poder moverse.
**************
Una joven de unos 16 años, alta, esbelta, con el cabello liso, de color castaño oscuro con matices rojizos, los ojos marrones y la tez clara caminaba rápidamente empujando un carro de equipajes con su baúl por la estación de King's Cross. Iba vestida a la manera muggle, con una camisa azul, un jersey azul marino, unos vaqueros, y calzaba unos zapatos beige de tacón bajo. Sacó de su bolsillo un sobre arrugado y consultó una vez más la carta.
- Andén 9 ¾ -leyó. No se había equivocado. Se encontraba en la plataforma entre los andenes 9 y 10. Miró el reloj. Faltaban apenas 7 minutos para que el tren del colegio saliera, y como no se diera prisa, iba a perderlo.
Un detalle en una de las vigas que estaban en medio de la plataforma y que sujetaban el techo le llamó la atención. Juraría que la había visto reverberar. En ese momento, una niña de unos 12 años acompañada por los que parecían ser sus padres se paró en frente de la viga. Los padres se despidieron de ella, y la niña cogió con fuerza el asa del carrito y corrió hacia la viga, atravesándola y desapareciendo de la vista. Los padres se marcharon conversando animadamente.
- Así que así es como se entra. Ingenioso.- pensó la joven. Se movió hasta colocarse delante de la viga, miró hacia todos lados y en el momento en que nadie la observaba, corrió hacia la viga y la atravesó sin sufrir ningún daño.
Al llegar al otro lado no pudo evitar sorprenderse. Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en un anden lleno de jóvenes cargados con sus equipajes. Un rótulo decía: "Expreso de Hogwats, 11h". Miró hacia arriba y vió una arcada de hierro en el lugar por el que ella había entrado, con las palabras "Andén nueve y tres cuartos". Por fin había llegado.
El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de los estudiantes. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles ( esta última parte es copia del libro de Harry Potter y la Piedra Filosofal).
Un hombre joven, vestido con un uniforme rojo y negro se acercó a ella. En su pecho había una plaquita en la que ponía: "Jim McEnrow, Vigilante del Tren de Hogwarts".
- Dése prisa, señorita, el tren está a punto de salir. Si quiere le ayudo a subir el equipaje.
- Muy bien, muchas gracias.- Respondió la joven. Y dicho y hecho. Jim la ayudó a subir el equipaje al tren y se quedó con el carrito.
En ese momento el sonó el silbido del tren indicando su marcha y comenzó a andar, cogiendo cada vez mayor velocidad. En el andén ya no quedaba nadie, excepto Jim, que saludaba a los jóvenes que se marchaban en el tren. Poco a poco su figura se fue empequeñeciendo y salieron de la estación.
La chica suspiró. ¡Por poco! Decidió buscar un compartimiento vacío, pero alegres risas salían de todos ellos. Al pasar por delante de uno, la sorprendió el silencio que parecía haber en su interior. Al mirar por el cristal, pudo ver que dentro solo estaba un chico que al principio le resultó conocido, pero al fijarse mejor, se dio cuenta de que era él. Era el chico que se había encontrado un par de semanas antes en el Callejón Diagon, cuando tuvo un "problemilla" con unos cuantos mortífagos ( pues sí, era ella). Sin pensárselo dos veces, abrió la puerta y entró. El chico se sobresaltó al salir bruscamente de sus pensamientos y la miró asustado.
- Lo siento.- Dijo ella con una sonrisa.
- No ha sido nada – Contestó él. – Creí que eras otra persona.
- ¿Puedo quedarme? Es que el resto del tren está lleno.- El chico asintió con la cabeza, mostrando una inusitada alegría.
- Por supuesto, pasa y acomódate.- dijo con una gran sonrisa en los labios. Al menos, no tendría que viajar solo con Snape. A menos que éste echara a la chica del compartimento. Harry pensaba que tal vez sería capáz, sólo por hacerle la puñeta.
- Creo que no nos han presentado- dijo ella. - Me llamo Beatriz Eld-Dyr.
- Encantado, yo me llamo Harry Potter.- dijo esperando ver en ella la misma reacción que tenían todos cuando oían su nombre. Se sorprendió al ver que acogía su nombre con la misma indiferencia con que otros piden la sal. Sólo notó un estremecimiento en sus ojos y una gran sonrisa apareció en su cara.
Harry no pudo evitar por más tiempo la pregunta que le quemaba en los labios- Disculpa, ¿eres nueva? Es que creo que no te he visto antes.
- Sí, este es el primer año que voy a Hogwarts.
- ¿A qué curso irás?
- Creo que a Sexto.
- Entonces igual que yo. ¿Sabes ya a qué casa quieres ir?
- Las casas es en lo que se divide a los alumnos según sus cualidades, ¿no?
-Sí, Griffindor, Slytherin, Ravenclaw y Huffelpuff.A Griffindor van los valientes, a Slytherin los ambiciosos, a Ravenclaw los inteligentes y a Huffelpuff los trabajadores. ¿Tienes alguna casa en especial? Yo voy a Griffindor.
- No, creo que la tarea de seleccionarme se la dejaré a otro. No sé como me seleccionarán.
- Bueno, supongo que como a todos, aunque no seas pequeña, eres igualmente nueva. Tendrás que ir con los de primero a la ceremonia y ponerte el Sombrero Seleccionador. Él es el que se encarga de decidir a qué casa vamos cada uno.
Continuaron hablando animadamente, tanto que Harry hasta se olvidó de Snape. Beatriz había visto el baúl y el equipaje de otra persona en el compartimento, pero prefirió no preguntar. Un chico rubio, pálido, delgado, vestido con el uniforme del colegio, con el emblema verde y plata de Slytherin y que llevaba prendida una P de Prefecto en la túnica negra, entró en el compartimento, seguido de otros dos chicos grandotes. Harry se levantó de un salto.
- ¡¡¿Qué quieres, Malfoy?!!- inquirió bruscamente, antes de que al otro chico le diera tiempo a decir nada. La chica también le recordaba, era al que le había hecho la broma de la ilusión óptica en la tienda de Madame Malkin.
- He oído por ahí que han visto a una alumna nueva, y como soy prefecto, tengo que conocerla. – dijo mirando a Beatriz en un tono burlón que no gustó nada a la chica.- a no ser... – lo dejó en el aire, ya que ella se había levantado.
- Me llamo Beatriz –dijo ella lo más friamente que pudo sin dejar de ser cortés. Al chico no le gustó su tono. Ella se volvió a sentar
-Soy Malfoy, Draco Malfoy –dijo él. Se volvió hacia Harry.- ¿Qué, Potter? ¿no acaba de llegar y ya estás haciendo campaña para que se una a tu club de fans?
Harry le dedicó una auténtica mirada de odio. Pero antes de que pudiera decir nada, la chica no pudo evitar saltar
- ¿No me digas que tiene un club de fans?- dijo burlonamente. Se dirigió a Harry - No me lo habías dicho. -Se volvió hacia Malfoy sin poder evitar un tono de sarcasmo en su voz.- Por cierto... ¿podrías presentarme a la presidenta del club de fans?
- ¡¿QUÉ?!
- Sí, lo digo porque como pareces tan enterado... supuse que tú también pertenecías al club.-respondió poniendo la cara más inocente que pudo.
Fuera, en la puerta, sin que los del interior pudieran verle, estaba el profesor de Pociones. Se estaba divirtiendo mucho. Así que esa era la otra chica a la que tenía que "escoltar" hasta el colegio. Lo de Potter, bueno, el chico no tenía remedio, seguía decidido a acabar con el señor tenebroso él solito, pero la chica... no sabía por qué Dumbledore había insistido tanto en que cuidara de ella, incluso aún más que de Potter. Al no verla en la estación se había asustado, pensó que Dumbledore le echaría una buena bronca por haberla perdido, pero parece que la chica le había encontrado. Aún no la había visto, pero no podía negar que tenía carácter.
- Pues la verdad es que no le hace falta ninguna ayuda, ¡se defiende muy bien sola! Es la primera vez que una chica no se achanta delante de Malfoy. Bueno, está Granger, que también tiene su carácter, pero sólo cuando tiene al lado a alguno de sus amiguitos. Creo que va a ser la primera persona que me va a caer bien. Al final va a resultar que el viaje no va a ser tan aburrido- Sonrió levemente, dispuesto a seguir escuchando, y a intervenir cuando hiciera falta, para, evidentemente, quitarle puntos a Harry y a Griffindor.
- ¡¡¿YO?!! ¡¡NI EN SUEÑOS!!- Gritó Malfoy exasperado. Decidió darle una advertencia a esa estúpida nueva – Pronto descubrirás que no es bueno juntarse con ciertas... personas.
- ¿Y sí con otras?- preguntó Beatriz burlonamente.
- Aún hay clases- respondió él.
- ¿Clases?- No pudo evitar echarse a reír, lo que desconcertó y enfadó aún más a Malfoy.
- ¿Sabes? Es mejor que no me hagas enfadar. No creo que te gustara el tenerme por enemigo.- dijo con una ira mal contenida.
Beatriz se levantó con los ojos echando chispas. Sin embargo, cuando habló su voz sonó serena, pero extremadamente fría y peligrosamente suave.
- No, Malfoy, creo que es a tí a quien no le gustaría tenerme como enemiga. Y ahora, hazte el favor de dejar de decir chorradas. No sabes a lo que te enfrentas.
Malfoy estaba empezando a asustarse. Esa chica le recordaba algo, pero, ¿el qué?
- Pues por muy desconocida que seas, no puedes conmigo. Provengo de una de las más antiguas y con más tradición familias magas, y tu apellido no me suena. Seguro que eres una sangre sucia descarada a la que hay que bajarle los humos.
Beatriz volvió a soltar una carcajada, pero esta vez fue fría, dura, cruel, despectiva... Hizo que Malfoy se encogiera de miedo. Snape no pudo evitar que un escalofrío recorriera su espalda. Ya había oído esa carcajada antes, pero, ¿dónde?
-[Ay, Malfoy, si tu supieras quien soy en realidad...- pensó- te tragarías todas tus palabras una a una. Es más, es posible que tu querido papaíto fuera el que te hiciera comértelas.]
- Ya, Malfoy, ¿por qué no te largas?- se metió Harry, que hasta entonces se había mantenido inusitadamente silencioso.
- Tranquilo, Harry.- dijo, y se encaró con Malfoy.- Mira, te voy a dar un consejo: no sigas. Te enfrentas a algo que no conoces, y lo desconocido puede resultar a veces muy peligroso.
- Eso lo veremos- dijo Malfoy sacando su varita.
- ¡Hum, hum! – Era Snape apareciendo en el marco de la puerta, que había decidido intervenir antes de que la cosa fuera a mayores.
- Señor Malfoy, guarde esa varita. Creo que le necesitan en la parte delantera del tren. Vaya a ver.- éste se marchó, no sin antes echar una mirada a Beatriz de miedo y rencor. Snape seguía a lo suyo- Usted, Potter, no hemos llegado al colegio y ya se está metiendo en problemas. 20 puntos menos para Griffindor por no controlar a su compañera, y dé gracias de que no sean más.- dijo viendo que Harry abría la boca para protestar. – Y en cuanto a usted, señorita, no permitiré más altercados de este tipo, ¿entendido?- dijo volviéndose por primera vez hacia ella.
Su expresión desafiante le hizo gracia, debía reconocerlo, la chica tenía carácter. Sus miradas se cruzaron y cada uno se sumergió en los ojos del otro. Ella no podía dejar de mirar esos ojazos negros, que hicieron que su cuerpo se viera recorrido por un montón de sensaciones. Él no podía no podía apartar la mirada de esos preciosos ojos marrones, que le hicieron sentirse vulnerable, de una forma que no había vuelto a experimentar desde su juventud.
- Así que usted es la señorita Eld- Dyr.- ella asintió desafiante.- Debería haber estado en la estación. Bien, ahora eso no es problema- dijo levantando una mano al ver que ella iba a replicar - el director me pidió que la informara de que irá con los de primer año y pasará la prueba del Sombrero Seleccionador. ¿Alguna pregunta?- dijo con tono desagradable.Ella negó con la cabeza.
- Debería cambiarse de ropa y ponerse ya el uniforme del colegio. No entiendo por qué no lo ha hecho ya.
- Lo habría hecho si hubieran sido tan amables de dejarme sola un momento. No creo que pretenda que me desnude delante de usted.- dijo ella con una expresión de desafio en la mirada.
Se levantó y ordenó a Harry que saliera, pero se quedó mirando al interior del compartimento por las cristaleras, como dando a entender que el que mandaba era él. La chica, al verlo, le corrió las cortinas en las narices con una sonrisa irónica.
Ella no necesitaba realmente que salieran del compartimento para cambiarse. De hecho, no necesitaba ni desnudarse. Con un chasquido de los dedos podía cambiarse de ropa. Pero lo había hecho por fastidiar a ese hombre que la miraba de forma insistente. Sólo para incomodarle, para demostrarle que ella no se iba a plegar a sus deseos.
- Sí, niña, unos ojazos impresionantes, pero un grosero, un maleducado y un creido a fin de cuentas. Sí, puede que sea atractivo, pero no olvides lo que sabes de él. Estuvo a su lado, y es posible que continúe ahí, así que no te confíes.- dijo hablando consigo misma
Chasqueó los dedos y apareció vestida con el uniforme del colegio. Su túnica era diferente a las demás en una cosa: no llevava emblema distintivo de ninguna de las cuatro casas.
- ¿Dónde me pondrá ése sombrero? Espero que no sea con ese Malfoy y sus gorilas.- pensó.
Severus no podía dejar de preguntarse quién era ella. Notaba que tenía algo especial, y le recordaba vagamente a alguien, pero no conseguía situarla en ningún punto concreto de su memoria. Algo en sus ojos le decía que ella era serena y calmada, pero que si se la provocaba, podía estallar como una tormenta de verano y llegar a ser muy peligrosa.
Poco a poco, el tren fue aminorando la velocidad hasta detenerse por completo. Habían llegado a la estación de Hogsmeade. Cuando bajaron del tren, Snape le indicó a Beatriz que fuera con un hombre grande y ancho, que llamaba a los de primero. Ella se despidió de Harry – Ve con Hagrid, es buena persona, nos veremos en la ceremonia de selección- dijo él, y se fue con el semigigante.
Severus Snape no pudo evitar seguirla con la mirada mientras se alejaba rodeada por los de primer año, entre los que destacaba como un faro. No podía evitar sentirse admirado por esa chiquilla que le había plantado cara y que había puesto en su sitio a Malfoy. Ella notaba los ojos del profesor fijos en su espalda, pero se obligó a seguir adelante y a no volverse, porque sabía que si lo hacía le podía costar caro, ya que era capaz de soltarle cuatro barbaridades.
Caminaron por un estrecho sendero rodeado de tupidos árboles que impedían ver lo que había al otro lado. En uno de los recodos, el sendero terminaba súbitamente en la orilla de un gran lago negro. Los alumnos de primero no pudieron evitar exclamaciones de asombro. Al otro lado del lago, en la punta de una alta montaña se erguía imponente y majestuoso el castillo de Hogwarts, iluminadas sus cientos de ventanas brillando bajo el cielo estrellado. Beatriz no pudo evitar sentirse impresionada. La voz de Hagrid la sacó de sus pensamientos.
- ¡Todos a los botes! ¡No más de cuatro por bote!- decía señalando a una flotilla de botecitos alineados en la orilla, al borde del agua.
Beatriz se subió en uno, y pronto se dio cuenta de que al ser la más mayor, nadie quería subirse con ella, les daba un poco de miedo. No la importó, iría sola. A una palabra de Hagrid, los botecitos se pusieron en marcha, cruzando el lago, liso como un espejo, en dirección al castillo.
Severus se había tenido que cambiar de ropa, puesto que Peeves, el poltergeist de la escuela había pensado que sería muy divertido si ese año les recibía tirándoles huevos que había robado de la cocina. Subía corriendo las escaleras de las mazmorras hacia el Gran Comedor cuando en el vestíbulo se encontró con la Profesora McGonagall, jefa de la casa de Griffindor, que salía a recibir a los nuevos alumnos, y no pudo evitar pararse a hablar con ella cuando ésta le preguntó sobre su viaje y sobre los dos alumnos a los que había tenido que cuidar. Al mirar hacia el lago se quedaron en silencio, viendo cómo los alumnos bajaban de sus botes.
El bote de Beatriz era el último, y pudo ver como algunos de los botes de sus compañeros no llegaban del todo a la orilla, y para evitar que se mojaran demasiado, un tentáculo empujaba los botes hasta la orilla. Supuso que sería el calamar gigante que habitaba en el lago.
Su botecito tampoco llegó hasta la orilla, y cuando ya estaba preparada para que le diera el empujón, una gran masa rosa emergió del lago al lado de su bote y un par de ojillos negros como el carbón la miraron de forma traviesa. Ella le sonrió. El calamar se acercó aún más al bote, provocando que Severus y McGonagall se estremecieran al no saber que iba a ocurrir. Y de pronto, uno de sus tentáculos sobresalió por encima del agua, formando una pasarela por la que la chica andó sin mojarse hasta la orilla. Cuando llegó allí, acarició el tentáculo – Gracias- susurró. El calamar se dirigió al centro del lago, y allí se sumergió.
Beatriz se volvió. Nadie decía nada, pero los chicos la miraban con caritas asustadas. Hagrid no salía de su asombro, era la primera vez que veía al calamar gigante hacer algo así. Caminó hacia la escalinata que daba acceso a la entrada del castillo, seguida por los demás alumnos. Severus se despidió y entró al Gran Comedor. Aún no podía creer lo que había ocurrido. ¿Era realmente esa chica tan especial que hasta el calamar lo había notado? El ruido de las puertas del Gran Comedor al abrirse para dar paso a los nuevos alumnos le sacó de sus cavilaciones. Ahí estaba ella, otra vez sobresaliendo como una amapola entre la nieve.
Los alumnos se acercaron al sombrero, que cantó su canción. Harry la saludó desde la mesa de Griffindor, y tras un rápido cuchicheo con un chico pelirrojo y una chica castaña con el pelo encrespado, estos también la sonrieron y la saludaron.
El Sombrero seleccionador cantó su canción.La profesora McGonagall fue llamando a los alumnos para q se fueran poniendo el sombrero. Cuando hubieron finalizado todos los de primer año, Dumbledore se levantó reclamando la atención de los estudiantes.
- Y ahora, una alumna nueva que se incorporará este año a las clases de Sexto. Beatriz, si eres tan amable.- Dijo indicando el taburete. La chica se sentó y McGonagall le puso el sombrero. Todos pudieron advertir cómo éste se estremecía al entrar en contacto con sus cabellos, pero después se relajaba.
- Lo siento, nunca pensé que nadie con su sangre vendría aquí.
- No te preocupes, no pasa nada.
- Bueno, entonces.... Mmmm... A ver... Bien, sí, eres una joven muy inteligente, serías perfecta para Ravenclaw... pero también eres muy constante y trabajadora, en Huffelpuff estarías como en casa... Pero no, definitivamente no.
- ¿Entonces?
- Espera, espera, no te impacientes, eres una persona difícil de situar, eso es todo. Inteligente, despierta, trabajadora, constante, muy valiente, sin temor a decir lo que piensas, ¿eh? Pero a pesar de que eres bastante Griffindor, tienes un lado Slytherin muy fuerte, que te viene de familia.
- Por desgracia.
- Eso es según se mire. Podrías ser muy grande, ¿sabes?, más aún que tu padre.
- No pienso convertirme en mi padre.
- ¿Segura? Con el paso de los años las cosas cambian. Bueno, Griffindor y Slytherin empatadas, pero creo que gana la última.
- Ni se te ocurra ponerme en Slytherin.
- Debes aprender a superar tus miedos, y eso sólo lo conseguirás si te enfrentas a ellos. Slytherin te ayudará a vencerlos.- Y antes de quee pudiera replicar, el sombrero gritó:
-¡¡SLYTHERIN!!
- Ya hablaremos tú y yo- pensó enojada Beatriz antes de quitarse el sombrero.
Se acercó a la mesa de su nueva casa, viendo como sus nuevos compañeros aplaudían su selección, mientras Harry, Ron y Hermione le echaban una mirada de tristeza. Le tocó sentarse al lado de Malfoy, que había hecho un sitio a propósito, pues después de lo del tren, había pensado q sería mejor tenerla como amiga en vez de cómo enemiga.
Levantó la vista, y recorrió con la mirada la mesa de los profesores. Sus ojos se encontraron con los de Severus, que la miraba intensamente, haciendo que se sintiera rara. Le mantuvo la mirada desafiándole, y pudo ver cómo él hacía una inlinación de cabeza como saludo y bienvenida. Ella correspondió con otra inclinación de cabeza sin sonreir y apartó la mirada. Sus ojos fueron a encontrarse con los de Dumbledore, y le pareció ver un deje de melancolía en ellos, pero enseguida la sonrió.
Cenó completamente en silencio, sin hacer caso a Pansy Parkinson que intentaba hablar con ella como fuera. Cuando terminaron, siguó a Malfoy por ser el prefecto de su casa hasta las mazmorras, y le sorprendió el frío que hacía en ellas. No en vano había vivido los dos últimos años en España, con un clima bastante más caluroso. Sin despedirse, subió hacia la habitación de las chicas de Sexto curso. No preguntó, no le hacía falta, una intuición la guiaba, y sonrió perversamente cuando Pansy entró detrás de ella con otra chica, Millicent Bullstrode. Ambas empezaron a hablar con ella, pero argumentando que estaba muy cansada, se despidió y se dio media vuelta. De las tres q había en la habitación, le había tocado la cama del fondo, pegada a la ventana. Las dos chicas, al ver que no iba a hablar, bajaron a su sala común. No se sorprendió al ver su baúl a los pies de su cama. Con un simple chasquido de los dedos, se puso el pijama y se acostó. Desde allí podía ver el cielo estrellado.
- Ojalá estuvieras aquí, mamá. No sabes lo que te echo de menos y la falta que me haces. Ahora ese maldito sombrero me ha puesto en Slytherine con esos estúpidos. "Enfrentarte a tus temores" ¡Será estúpido! No quiero, mamá, no quiero ser como él, no quiero convertirme en alguien sin corazón y sin alma. Pero sé que si estoy aquí... ¿Qué he de hacer?...
Y con una lágrima recorriendo su mejilla, se quedó dormida.
*********************************** Bueno, aquí está el siguiente capítulo. Es un poco largo ( unas 10 hojas de word), xo mejor, ¿no? Más para leer!!!! No os preocupéis, este capítulo termina un poco tristón, pero las cosas mejorarán en un par de capítulos. Gracias a Narua Black por tu review. Me has dado ánimos para terminar este capi, ya no le veía el final!!! Sí, me he dado cuenta de que sólo admite revews firmados, pero no sé como quitarlo. ¿Tienes alguna idea? Saludos, Luna_Kitty_Lovegood
- La verdad es que no entiendo a Dumbledore, de verdad que no. Ahora me toca hacer el viaje con el estúpido de Potter y esa nueva, a ver si aparece pronto. Esperemos que el muy idiota haya usado bien el giratiempo, no sé por qué Dumbledore le protege tanto y le hace tanto caso, ni que se fuera a despeinar. A veces me gustaría que el señor tenebroso se lo cargara de una vez por todas, a ver si a sí conseguía librarme de él. Es peor que un dolor de muelas. Se parece tanto a su padre... ¡Ajj! El odioso de Potter. Y pensar que tengo que cuidar de su hijo... Aunque, pensándolo bien... ¿por qué no le tiro por la ventanilla cuando el tren esté en marcha? Nadie se daría cuenta hasta que llegáramos al colegio... – pensaba con una malvada sonrisa en su rostro y un brillo en sus ojos negros. A pesar de todo, sabía que no lo haría. Sabía dónde estaban sus lealtades: con Dumbledore.
El profesor Snape estaba de pié en el andén de la estación, apoyado en la pared, esperando a que apareciera Harry Potter. Vestía completamente de negro, el mismo color que su pelo. Pero aún así no podía ocultar su pálida piel, ni sus facciones, con una despectiva expresión en su rostro.
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Cuando abrió los ojos, Harry se encontró con Ron y Hermione que le miraban sonrientes, ya vestidos con la ropa de Hogwarts y con las insignias de prefectos prendidas en el pecho.
- Hola, Harry.-le saludaron.
- Hola, chicos.- contestó.
Vio que tenían a su lado todas sus cosas, incluida su lechuza, que ululó contenta al verle.
- ¿Dónde están los demás?- preguntó refiriéndose a Remus, Tonks y los Weasley.
- Fred y George están ya subidos en el tren con Lee Jordan ( los gemelos ya no iban a Hogwarts, pero habían pedido permiso a Dumbledore para ir en el tren a Hogsmeade, ya que allí es donde habían abierto su nueva tienda, Sortilegios Weasley, para poder estar con sus amigos), Ginny está esperando con Luna, Neville y Seamus en un compartimento y... – empezó Ron
- Al resto no les han permitido pasar.- Terminó Hermione. Al ver la cara de sorpresa del chico, se lo explicó.- Este año Dumbledore solo ha permitido pasar al andén a los alumnos y a los que tengan algo que ver con el colegio. El resto se han tenido que quedar fuera. Es por seguridad, tú sabes.
- Harry, hay otra cosa que deberías saber. Dumbledore le pidió que te acompañara...
De pronto, una voz fría a su espalda le sobresaltó.
- ¡Potter!- Al volverse vio que era el profesor Severus Snape, el odiado maestro de Pociones.- El giratiempo.- Pidió de mal humor, extendiendo la mano. Harry se quitó la cadena de alrededor del cuello y se lo entregó, sorprendido de encontrársele allí. Normalmente, ninguno de los profesores hacían el viaje en el tren con los alumnos, y mucho menos Snape.
Sonó la campana del andén, indicando que quedaban sólo cinco minutos para que el tren partiera de la estación.
- Ustedes dos, Weasley y Granger, váyanse al vagón de prefectos en vez de quedarse ahí plantados como pasmarotes.- continuó Snape groseramente.- Usted, Potter, coja sus cosas y venga conmigo. – Y sin darle tiempo a reaccionar, comenzó a andar hacia el tren.
Los chicos se despidieron, lanzándole una mirada de aliento al chico. Ellos ya sabían lo que pasaba, Dumbledore se lo había explicado. Harry cogió rápidamente sus cosas y siguió al profesor, que ya había entrado en el tren. Le llevó hasta un compartimento, y al entrar pudo observar que allí estaban las cosas de Snape, su baúl y la jaula con su cuervo negro.
- Este hombre lo tiene todo negro.- pensó el chico.- ¿También llevará la ropa interior de ese color?- Echó una mirada de miedo a su alrededor, asustado ante la perspectiva de viajar con él.
Éste, al ver que se quedaba mirando asustado, le dijo- A mí tampoco me agrada, Potter, pero al director se le metió en la cabeza que tenía que acompañarte en el viaje a Hogwarts para que no te pasara nada, como si fueras tan importante, a ti y a otra persona que ya llega tarde. Voy a salir un momento, ni se te ocurra moverte de aquí o te las verás conmigo.- y dicho esto, salió con un frufrú de su capa.
Pronto, Harry sintió como el tren empezaba a ponerse en marcha. El profesor no había vuelto. ¿Y si Snape se había quedado en la estación y había perdido el tren?
- Sería divertido- pensó sonriendo. No es que el profesor de pociones le cayera muy bien, para ser exactos, se odiaban mutuamente. Y el odio que ambos se profesaban había ido creciendo durante estos últimos cinco años. Así que la idea de que le "cuidara" durante el viaje le ponía los pelos de punta. No iba a ser agradable el estar los dos solos encerrados sin poder moverse.
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Una joven de unos 16 años, alta, esbelta, con el cabello liso, de color castaño oscuro con matices rojizos, los ojos marrones y la tez clara caminaba rápidamente empujando un carro de equipajes con su baúl por la estación de King's Cross. Iba vestida a la manera muggle, con una camisa azul, un jersey azul marino, unos vaqueros, y calzaba unos zapatos beige de tacón bajo. Sacó de su bolsillo un sobre arrugado y consultó una vez más la carta.
- Andén 9 ¾ -leyó. No se había equivocado. Se encontraba en la plataforma entre los andenes 9 y 10. Miró el reloj. Faltaban apenas 7 minutos para que el tren del colegio saliera, y como no se diera prisa, iba a perderlo.
Un detalle en una de las vigas que estaban en medio de la plataforma y que sujetaban el techo le llamó la atención. Juraría que la había visto reverberar. En ese momento, una niña de unos 12 años acompañada por los que parecían ser sus padres se paró en frente de la viga. Los padres se despidieron de ella, y la niña cogió con fuerza el asa del carrito y corrió hacia la viga, atravesándola y desapareciendo de la vista. Los padres se marcharon conversando animadamente.
- Así que así es como se entra. Ingenioso.- pensó la joven. Se movió hasta colocarse delante de la viga, miró hacia todos lados y en el momento en que nadie la observaba, corrió hacia la viga y la atravesó sin sufrir ningún daño.
Al llegar al otro lado no pudo evitar sorprenderse. Una locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en un anden lleno de jóvenes cargados con sus equipajes. Un rótulo decía: "Expreso de Hogwats, 11h". Miró hacia arriba y vió una arcada de hierro en el lugar por el que ella había entrado, con las palabras "Andén nueve y tres cuartos". Por fin había llegado.
El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían entre las piernas de los estudiantes. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento de los pesados baúles ( esta última parte es copia del libro de Harry Potter y la Piedra Filosofal).
Un hombre joven, vestido con un uniforme rojo y negro se acercó a ella. En su pecho había una plaquita en la que ponía: "Jim McEnrow, Vigilante del Tren de Hogwarts".
- Dése prisa, señorita, el tren está a punto de salir. Si quiere le ayudo a subir el equipaje.
- Muy bien, muchas gracias.- Respondió la joven. Y dicho y hecho. Jim la ayudó a subir el equipaje al tren y se quedó con el carrito.
En ese momento el sonó el silbido del tren indicando su marcha y comenzó a andar, cogiendo cada vez mayor velocidad. En el andén ya no quedaba nadie, excepto Jim, que saludaba a los jóvenes que se marchaban en el tren. Poco a poco su figura se fue empequeñeciendo y salieron de la estación.
La chica suspiró. ¡Por poco! Decidió buscar un compartimiento vacío, pero alegres risas salían de todos ellos. Al pasar por delante de uno, la sorprendió el silencio que parecía haber en su interior. Al mirar por el cristal, pudo ver que dentro solo estaba un chico que al principio le resultó conocido, pero al fijarse mejor, se dio cuenta de que era él. Era el chico que se había encontrado un par de semanas antes en el Callejón Diagon, cuando tuvo un "problemilla" con unos cuantos mortífagos ( pues sí, era ella). Sin pensárselo dos veces, abrió la puerta y entró. El chico se sobresaltó al salir bruscamente de sus pensamientos y la miró asustado.
- Lo siento.- Dijo ella con una sonrisa.
- No ha sido nada – Contestó él. – Creí que eras otra persona.
- ¿Puedo quedarme? Es que el resto del tren está lleno.- El chico asintió con la cabeza, mostrando una inusitada alegría.
- Por supuesto, pasa y acomódate.- dijo con una gran sonrisa en los labios. Al menos, no tendría que viajar solo con Snape. A menos que éste echara a la chica del compartimento. Harry pensaba que tal vez sería capáz, sólo por hacerle la puñeta.
- Creo que no nos han presentado- dijo ella. - Me llamo Beatriz Eld-Dyr.
- Encantado, yo me llamo Harry Potter.- dijo esperando ver en ella la misma reacción que tenían todos cuando oían su nombre. Se sorprendió al ver que acogía su nombre con la misma indiferencia con que otros piden la sal. Sólo notó un estremecimiento en sus ojos y una gran sonrisa apareció en su cara.
Harry no pudo evitar por más tiempo la pregunta que le quemaba en los labios- Disculpa, ¿eres nueva? Es que creo que no te he visto antes.
- Sí, este es el primer año que voy a Hogwarts.
- ¿A qué curso irás?
- Creo que a Sexto.
- Entonces igual que yo. ¿Sabes ya a qué casa quieres ir?
- Las casas es en lo que se divide a los alumnos según sus cualidades, ¿no?
-Sí, Griffindor, Slytherin, Ravenclaw y Huffelpuff.A Griffindor van los valientes, a Slytherin los ambiciosos, a Ravenclaw los inteligentes y a Huffelpuff los trabajadores. ¿Tienes alguna casa en especial? Yo voy a Griffindor.
- No, creo que la tarea de seleccionarme se la dejaré a otro. No sé como me seleccionarán.
- Bueno, supongo que como a todos, aunque no seas pequeña, eres igualmente nueva. Tendrás que ir con los de primero a la ceremonia y ponerte el Sombrero Seleccionador. Él es el que se encarga de decidir a qué casa vamos cada uno.
Continuaron hablando animadamente, tanto que Harry hasta se olvidó de Snape. Beatriz había visto el baúl y el equipaje de otra persona en el compartimento, pero prefirió no preguntar. Un chico rubio, pálido, delgado, vestido con el uniforme del colegio, con el emblema verde y plata de Slytherin y que llevaba prendida una P de Prefecto en la túnica negra, entró en el compartimento, seguido de otros dos chicos grandotes. Harry se levantó de un salto.
- ¡¡¿Qué quieres, Malfoy?!!- inquirió bruscamente, antes de que al otro chico le diera tiempo a decir nada. La chica también le recordaba, era al que le había hecho la broma de la ilusión óptica en la tienda de Madame Malkin.
- He oído por ahí que han visto a una alumna nueva, y como soy prefecto, tengo que conocerla. – dijo mirando a Beatriz en un tono burlón que no gustó nada a la chica.- a no ser... – lo dejó en el aire, ya que ella se había levantado.
- Me llamo Beatriz –dijo ella lo más friamente que pudo sin dejar de ser cortés. Al chico no le gustó su tono. Ella se volvió a sentar
-Soy Malfoy, Draco Malfoy –dijo él. Se volvió hacia Harry.- ¿Qué, Potter? ¿no acaba de llegar y ya estás haciendo campaña para que se una a tu club de fans?
Harry le dedicó una auténtica mirada de odio. Pero antes de que pudiera decir nada, la chica no pudo evitar saltar
- ¿No me digas que tiene un club de fans?- dijo burlonamente. Se dirigió a Harry - No me lo habías dicho. -Se volvió hacia Malfoy sin poder evitar un tono de sarcasmo en su voz.- Por cierto... ¿podrías presentarme a la presidenta del club de fans?
- ¡¿QUÉ?!
- Sí, lo digo porque como pareces tan enterado... supuse que tú también pertenecías al club.-respondió poniendo la cara más inocente que pudo.
Fuera, en la puerta, sin que los del interior pudieran verle, estaba el profesor de Pociones. Se estaba divirtiendo mucho. Así que esa era la otra chica a la que tenía que "escoltar" hasta el colegio. Lo de Potter, bueno, el chico no tenía remedio, seguía decidido a acabar con el señor tenebroso él solito, pero la chica... no sabía por qué Dumbledore había insistido tanto en que cuidara de ella, incluso aún más que de Potter. Al no verla en la estación se había asustado, pensó que Dumbledore le echaría una buena bronca por haberla perdido, pero parece que la chica le había encontrado. Aún no la había visto, pero no podía negar que tenía carácter.
- Pues la verdad es que no le hace falta ninguna ayuda, ¡se defiende muy bien sola! Es la primera vez que una chica no se achanta delante de Malfoy. Bueno, está Granger, que también tiene su carácter, pero sólo cuando tiene al lado a alguno de sus amiguitos. Creo que va a ser la primera persona que me va a caer bien. Al final va a resultar que el viaje no va a ser tan aburrido- Sonrió levemente, dispuesto a seguir escuchando, y a intervenir cuando hiciera falta, para, evidentemente, quitarle puntos a Harry y a Griffindor.
- ¡¡¿YO?!! ¡¡NI EN SUEÑOS!!- Gritó Malfoy exasperado. Decidió darle una advertencia a esa estúpida nueva – Pronto descubrirás que no es bueno juntarse con ciertas... personas.
- ¿Y sí con otras?- preguntó Beatriz burlonamente.
- Aún hay clases- respondió él.
- ¿Clases?- No pudo evitar echarse a reír, lo que desconcertó y enfadó aún más a Malfoy.
- ¿Sabes? Es mejor que no me hagas enfadar. No creo que te gustara el tenerme por enemigo.- dijo con una ira mal contenida.
Beatriz se levantó con los ojos echando chispas. Sin embargo, cuando habló su voz sonó serena, pero extremadamente fría y peligrosamente suave.
- No, Malfoy, creo que es a tí a quien no le gustaría tenerme como enemiga. Y ahora, hazte el favor de dejar de decir chorradas. No sabes a lo que te enfrentas.
Malfoy estaba empezando a asustarse. Esa chica le recordaba algo, pero, ¿el qué?
- Pues por muy desconocida que seas, no puedes conmigo. Provengo de una de las más antiguas y con más tradición familias magas, y tu apellido no me suena. Seguro que eres una sangre sucia descarada a la que hay que bajarle los humos.
Beatriz volvió a soltar una carcajada, pero esta vez fue fría, dura, cruel, despectiva... Hizo que Malfoy se encogiera de miedo. Snape no pudo evitar que un escalofrío recorriera su espalda. Ya había oído esa carcajada antes, pero, ¿dónde?
-[Ay, Malfoy, si tu supieras quien soy en realidad...- pensó- te tragarías todas tus palabras una a una. Es más, es posible que tu querido papaíto fuera el que te hiciera comértelas.]
- Ya, Malfoy, ¿por qué no te largas?- se metió Harry, que hasta entonces se había mantenido inusitadamente silencioso.
- Tranquilo, Harry.- dijo, y se encaró con Malfoy.- Mira, te voy a dar un consejo: no sigas. Te enfrentas a algo que no conoces, y lo desconocido puede resultar a veces muy peligroso.
- Eso lo veremos- dijo Malfoy sacando su varita.
- ¡Hum, hum! – Era Snape apareciendo en el marco de la puerta, que había decidido intervenir antes de que la cosa fuera a mayores.
- Señor Malfoy, guarde esa varita. Creo que le necesitan en la parte delantera del tren. Vaya a ver.- éste se marchó, no sin antes echar una mirada a Beatriz de miedo y rencor. Snape seguía a lo suyo- Usted, Potter, no hemos llegado al colegio y ya se está metiendo en problemas. 20 puntos menos para Griffindor por no controlar a su compañera, y dé gracias de que no sean más.- dijo viendo que Harry abría la boca para protestar. – Y en cuanto a usted, señorita, no permitiré más altercados de este tipo, ¿entendido?- dijo volviéndose por primera vez hacia ella.
Su expresión desafiante le hizo gracia, debía reconocerlo, la chica tenía carácter. Sus miradas se cruzaron y cada uno se sumergió en los ojos del otro. Ella no podía dejar de mirar esos ojazos negros, que hicieron que su cuerpo se viera recorrido por un montón de sensaciones. Él no podía no podía apartar la mirada de esos preciosos ojos marrones, que le hicieron sentirse vulnerable, de una forma que no había vuelto a experimentar desde su juventud.
- Así que usted es la señorita Eld- Dyr.- ella asintió desafiante.- Debería haber estado en la estación. Bien, ahora eso no es problema- dijo levantando una mano al ver que ella iba a replicar - el director me pidió que la informara de que irá con los de primer año y pasará la prueba del Sombrero Seleccionador. ¿Alguna pregunta?- dijo con tono desagradable.Ella negó con la cabeza.
- Debería cambiarse de ropa y ponerse ya el uniforme del colegio. No entiendo por qué no lo ha hecho ya.
- Lo habría hecho si hubieran sido tan amables de dejarme sola un momento. No creo que pretenda que me desnude delante de usted.- dijo ella con una expresión de desafio en la mirada.
Se levantó y ordenó a Harry que saliera, pero se quedó mirando al interior del compartimento por las cristaleras, como dando a entender que el que mandaba era él. La chica, al verlo, le corrió las cortinas en las narices con una sonrisa irónica.
Ella no necesitaba realmente que salieran del compartimento para cambiarse. De hecho, no necesitaba ni desnudarse. Con un chasquido de los dedos podía cambiarse de ropa. Pero lo había hecho por fastidiar a ese hombre que la miraba de forma insistente. Sólo para incomodarle, para demostrarle que ella no se iba a plegar a sus deseos.
- Sí, niña, unos ojazos impresionantes, pero un grosero, un maleducado y un creido a fin de cuentas. Sí, puede que sea atractivo, pero no olvides lo que sabes de él. Estuvo a su lado, y es posible que continúe ahí, así que no te confíes.- dijo hablando consigo misma
Chasqueó los dedos y apareció vestida con el uniforme del colegio. Su túnica era diferente a las demás en una cosa: no llevava emblema distintivo de ninguna de las cuatro casas.
- ¿Dónde me pondrá ése sombrero? Espero que no sea con ese Malfoy y sus gorilas.- pensó.
Severus no podía dejar de preguntarse quién era ella. Notaba que tenía algo especial, y le recordaba vagamente a alguien, pero no conseguía situarla en ningún punto concreto de su memoria. Algo en sus ojos le decía que ella era serena y calmada, pero que si se la provocaba, podía estallar como una tormenta de verano y llegar a ser muy peligrosa.
Poco a poco, el tren fue aminorando la velocidad hasta detenerse por completo. Habían llegado a la estación de Hogsmeade. Cuando bajaron del tren, Snape le indicó a Beatriz que fuera con un hombre grande y ancho, que llamaba a los de primero. Ella se despidió de Harry – Ve con Hagrid, es buena persona, nos veremos en la ceremonia de selección- dijo él, y se fue con el semigigante.
Severus Snape no pudo evitar seguirla con la mirada mientras se alejaba rodeada por los de primer año, entre los que destacaba como un faro. No podía evitar sentirse admirado por esa chiquilla que le había plantado cara y que había puesto en su sitio a Malfoy. Ella notaba los ojos del profesor fijos en su espalda, pero se obligó a seguir adelante y a no volverse, porque sabía que si lo hacía le podía costar caro, ya que era capaz de soltarle cuatro barbaridades.
Caminaron por un estrecho sendero rodeado de tupidos árboles que impedían ver lo que había al otro lado. En uno de los recodos, el sendero terminaba súbitamente en la orilla de un gran lago negro. Los alumnos de primero no pudieron evitar exclamaciones de asombro. Al otro lado del lago, en la punta de una alta montaña se erguía imponente y majestuoso el castillo de Hogwarts, iluminadas sus cientos de ventanas brillando bajo el cielo estrellado. Beatriz no pudo evitar sentirse impresionada. La voz de Hagrid la sacó de sus pensamientos.
- ¡Todos a los botes! ¡No más de cuatro por bote!- decía señalando a una flotilla de botecitos alineados en la orilla, al borde del agua.
Beatriz se subió en uno, y pronto se dio cuenta de que al ser la más mayor, nadie quería subirse con ella, les daba un poco de miedo. No la importó, iría sola. A una palabra de Hagrid, los botecitos se pusieron en marcha, cruzando el lago, liso como un espejo, en dirección al castillo.
Severus se había tenido que cambiar de ropa, puesto que Peeves, el poltergeist de la escuela había pensado que sería muy divertido si ese año les recibía tirándoles huevos que había robado de la cocina. Subía corriendo las escaleras de las mazmorras hacia el Gran Comedor cuando en el vestíbulo se encontró con la Profesora McGonagall, jefa de la casa de Griffindor, que salía a recibir a los nuevos alumnos, y no pudo evitar pararse a hablar con ella cuando ésta le preguntó sobre su viaje y sobre los dos alumnos a los que había tenido que cuidar. Al mirar hacia el lago se quedaron en silencio, viendo cómo los alumnos bajaban de sus botes.
El bote de Beatriz era el último, y pudo ver como algunos de los botes de sus compañeros no llegaban del todo a la orilla, y para evitar que se mojaran demasiado, un tentáculo empujaba los botes hasta la orilla. Supuso que sería el calamar gigante que habitaba en el lago.
Su botecito tampoco llegó hasta la orilla, y cuando ya estaba preparada para que le diera el empujón, una gran masa rosa emergió del lago al lado de su bote y un par de ojillos negros como el carbón la miraron de forma traviesa. Ella le sonrió. El calamar se acercó aún más al bote, provocando que Severus y McGonagall se estremecieran al no saber que iba a ocurrir. Y de pronto, uno de sus tentáculos sobresalió por encima del agua, formando una pasarela por la que la chica andó sin mojarse hasta la orilla. Cuando llegó allí, acarició el tentáculo – Gracias- susurró. El calamar se dirigió al centro del lago, y allí se sumergió.
Beatriz se volvió. Nadie decía nada, pero los chicos la miraban con caritas asustadas. Hagrid no salía de su asombro, era la primera vez que veía al calamar gigante hacer algo así. Caminó hacia la escalinata que daba acceso a la entrada del castillo, seguida por los demás alumnos. Severus se despidió y entró al Gran Comedor. Aún no podía creer lo que había ocurrido. ¿Era realmente esa chica tan especial que hasta el calamar lo había notado? El ruido de las puertas del Gran Comedor al abrirse para dar paso a los nuevos alumnos le sacó de sus cavilaciones. Ahí estaba ella, otra vez sobresaliendo como una amapola entre la nieve.
Los alumnos se acercaron al sombrero, que cantó su canción. Harry la saludó desde la mesa de Griffindor, y tras un rápido cuchicheo con un chico pelirrojo y una chica castaña con el pelo encrespado, estos también la sonrieron y la saludaron.
El Sombrero seleccionador cantó su canción.La profesora McGonagall fue llamando a los alumnos para q se fueran poniendo el sombrero. Cuando hubieron finalizado todos los de primer año, Dumbledore se levantó reclamando la atención de los estudiantes.
- Y ahora, una alumna nueva que se incorporará este año a las clases de Sexto. Beatriz, si eres tan amable.- Dijo indicando el taburete. La chica se sentó y McGonagall le puso el sombrero. Todos pudieron advertir cómo éste se estremecía al entrar en contacto con sus cabellos, pero después se relajaba.
- Lo siento, nunca pensé que nadie con su sangre vendría aquí.
- No te preocupes, no pasa nada.
- Bueno, entonces.... Mmmm... A ver... Bien, sí, eres una joven muy inteligente, serías perfecta para Ravenclaw... pero también eres muy constante y trabajadora, en Huffelpuff estarías como en casa... Pero no, definitivamente no.
- ¿Entonces?
- Espera, espera, no te impacientes, eres una persona difícil de situar, eso es todo. Inteligente, despierta, trabajadora, constante, muy valiente, sin temor a decir lo que piensas, ¿eh? Pero a pesar de que eres bastante Griffindor, tienes un lado Slytherin muy fuerte, que te viene de familia.
- Por desgracia.
- Eso es según se mire. Podrías ser muy grande, ¿sabes?, más aún que tu padre.
- No pienso convertirme en mi padre.
- ¿Segura? Con el paso de los años las cosas cambian. Bueno, Griffindor y Slytherin empatadas, pero creo que gana la última.
- Ni se te ocurra ponerme en Slytherin.
- Debes aprender a superar tus miedos, y eso sólo lo conseguirás si te enfrentas a ellos. Slytherin te ayudará a vencerlos.- Y antes de quee pudiera replicar, el sombrero gritó:
-¡¡SLYTHERIN!!
- Ya hablaremos tú y yo- pensó enojada Beatriz antes de quitarse el sombrero.
Se acercó a la mesa de su nueva casa, viendo como sus nuevos compañeros aplaudían su selección, mientras Harry, Ron y Hermione le echaban una mirada de tristeza. Le tocó sentarse al lado de Malfoy, que había hecho un sitio a propósito, pues después de lo del tren, había pensado q sería mejor tenerla como amiga en vez de cómo enemiga.
Levantó la vista, y recorrió con la mirada la mesa de los profesores. Sus ojos se encontraron con los de Severus, que la miraba intensamente, haciendo que se sintiera rara. Le mantuvo la mirada desafiándole, y pudo ver cómo él hacía una inlinación de cabeza como saludo y bienvenida. Ella correspondió con otra inclinación de cabeza sin sonreir y apartó la mirada. Sus ojos fueron a encontrarse con los de Dumbledore, y le pareció ver un deje de melancolía en ellos, pero enseguida la sonrió.
Cenó completamente en silencio, sin hacer caso a Pansy Parkinson que intentaba hablar con ella como fuera. Cuando terminaron, siguó a Malfoy por ser el prefecto de su casa hasta las mazmorras, y le sorprendió el frío que hacía en ellas. No en vano había vivido los dos últimos años en España, con un clima bastante más caluroso. Sin despedirse, subió hacia la habitación de las chicas de Sexto curso. No preguntó, no le hacía falta, una intuición la guiaba, y sonrió perversamente cuando Pansy entró detrás de ella con otra chica, Millicent Bullstrode. Ambas empezaron a hablar con ella, pero argumentando que estaba muy cansada, se despidió y se dio media vuelta. De las tres q había en la habitación, le había tocado la cama del fondo, pegada a la ventana. Las dos chicas, al ver que no iba a hablar, bajaron a su sala común. No se sorprendió al ver su baúl a los pies de su cama. Con un simple chasquido de los dedos, se puso el pijama y se acostó. Desde allí podía ver el cielo estrellado.
- Ojalá estuvieras aquí, mamá. No sabes lo que te echo de menos y la falta que me haces. Ahora ese maldito sombrero me ha puesto en Slytherine con esos estúpidos. "Enfrentarte a tus temores" ¡Será estúpido! No quiero, mamá, no quiero ser como él, no quiero convertirme en alguien sin corazón y sin alma. Pero sé que si estoy aquí... ¿Qué he de hacer?...
Y con una lágrima recorriendo su mejilla, se quedó dormida.
*********************************** Bueno, aquí está el siguiente capítulo. Es un poco largo ( unas 10 hojas de word), xo mejor, ¿no? Más para leer!!!! No os preocupéis, este capítulo termina un poco tristón, pero las cosas mejorarán en un par de capítulos. Gracias a Narua Black por tu review. Me has dado ánimos para terminar este capi, ya no le veía el final!!! Sí, me he dado cuenta de que sólo admite revews firmados, pero no sé como quitarlo. ¿Tienes alguna idea? Saludos, Luna_Kitty_Lovegood
