Capítulo 6. Oscuridad y Luz

Ya por la tarde, salieron de la clase de transformaciones comentando sus avances mientras subían las escaleras para ir a la clase de DCAO. Eran las últimas horas del día y estaban deseando que acabaran, ya que otra hora en compañía de un Severus Snape más cabreado de lo normal no era un plan muy atrayente. Entraron en el aula y se sentaron en silencio. Al mirar a su alrededor, vieron que tan sólo eran diez alumnos: ellos cuatro, Neville, Draco, Crabbe, Goyle, Pansy y Millicent. La puerta se abrió y entró el profesor con una gélida expresión.

- Comenzaremos la clase por el tema tres del libro.- Dijo sin más preámbulos.- La parte teórica anterior ya la disteis, así que empezaremos con unas cuantas clases prácticas, porque su anterior profesora era una... - se calló cuando vio que todos los alumnos le miraban atemorizados. Todos menos quien más debería haberlo estado: Beatriz.- Va a haber que bajarle los humos- pensó él y continuó- Aunque no esté en el programa, vamos a estudiar dos de las maldiciones imperdonables, Imperio y Cruciatus.

Un murmullo se oyó por toda la clase y fue aumentando de nivel como una avalancha. Pronto los Slytherin lo comentaban emocionados, mientras los Gryffindor pensaban que Snape había perdido completamente el juicio. Harry se quedó callado cuando vio la reacción de Beatriz, que había abierto los ojos como platos espantada. ¿Qué le ocurría? Recordó su reacción al oírle nombrar a Voldemort. Primero se había sobresaltado, luego se había quedado muy seria y más tarde había intentado cambiar de tema.

- ¡No, maldiciones imperdonables no!- pensó ella.

Hubo alguien más a quién no le pasó desapercibido la reacción de la joven.- Bien, sí, parece que ahora la he pillado.- pensó Severus.

Una mano se alzó en la marea de los alumnos. Severus gritó:- Silencio. ¿Sí, señor Malfoy?

- Primero me gustaría felicitarle por el puesto de profesor de DCAO. Creo que se lo merece y que ha sido una injusticia el que no se lo hallan dado antes. Estoy seguro de que mi padre se pondrá muy contento al saberlo.- Dijo el alumno con voz melosa. El profesor sonrió levemente, invitándole a continuar. Beatriz pensó que a pesar del peloteo de Malfoy, la sonrisa de Severus había sido más bien triste.- Me pregunto cómo es posible que demos las maldiciones imperdonables si están prohibidas por el ministerio.

- Sí, señor Malfoy, pero este año se ha permitido enseñarlas y el profesor Dumbledore ha insistido en que se incluyeran en el temario. Así que empezaremos por la maldición Cruciatus.

Les enseñó el movimiento de varita que debían realizar, así como la mejor entonación para las palabras y los sentimientos que debían experimentar.

- La maldición cruciatus se alimenta de todos nuestros odios y rencores, de nuestros fracasos y temores, como la mayor parte de las Artes Oscuras. Por tanto, podríamos decir que están alimentadas por la parte oscura de nuestra alma.

- ¿Por qué sólo la parte oscura? ¿No debemos ser conscientes de lo que hacemos? Entonces, ¿por qué no se alimenta también de la otra parte?

- Buena pregunta, señorita Parkinson. ¿Creéis que sólo se alimenta de la parte oscura? ¿Alguien podría responderla?- Se notaba que el profesor estaba disfrutando como un enano con la clase. No había levantado la voz y parecía que hasta se había olvidado de su mal humor, pues había sido interrumpido por Pansy y no la había regañado. Es más, parecía que no se había dado ni cuenta. Pero como todo lo bueno se acaba, Beatriz levantó la mano.

- ¿Alguien más?- Miró al resto de sus alumnos.- Bien, señorita Eld-Dyr, a ver si es usted tan lista como cree o va a tener que dejar de pavonearse. Y quiero un ejemplo de lo que me diga. – Dijo con voz desagradable. La joven lo fulminó con la mirada.

- El mago Falsardo fue un mago que vivió en la Edad Media y que tenía un espejo con el que podía ver lo que ocurría en diferentes partes del mundo, así controlaba a los magos buenos y veía lo que hacían sus enemigos. Pero hubo un tiempo en el que el espejo ya no respondía a sus órdenes como lo había hecho antaño. Descubrió que si no seguía los movimientos de los que observaba, no los veía con claridad. No distinguía ya lo que estaban haciendo. Sus acciones pasaban a ser como una lengua desconocida, sin sentido, sin pies ni cabeza. Sólo servía que él mismo se arrojara sobre el espejo imitando sus ademanes, sonriendo cuando sonreían. Pero entonces ya no sabía a quién estaba vigilando, si a los otros o a sí mismo. Un día, una sombra apareció en el espejo. Hizo un hechizo para expulsarla, pero algo no salió como debía. La voz le falló a la mitad del hechizo y se hundió en el silencio, por que tuvo la cierta impresión de que las palabras no brotaban de sus labios, si no del espejo. Y ahora... continuaron sin él. Se apartó asustado del espejo y la voz enmudeció. Pero al volver a asomarse al espejo, éste ya no le reflejó. Él seguía estando allí, pero no se reflejaba, ni siquiera su sombra. Al mirar al suelo, vio que ésta tampoco estaba allí. La luz le atravesaba como si no hubiera nada que le opusiera resistencia. Ni siquiera se distinguían los pliegues de su túnica, que se había vuelto blanca, ya que no había sombras que la perturbasen. Pureza, luz, ausencia total de sombras. ¡Qué poder sería el suyo, de allí en adelante! Sin embargo, un monstruo apareció en el reino, un monstruo que nadie podía controlar, que nadie sabía cómo era ni cómo parar. La gente empezó a morir asesinada. Falsardo no supo como atajarlo y se convirtió en un tirano, afirmando que todos estaban equivocados y que él era "el mago de la luz". Pero ocurrió una cosa: el día del hechizo del espejo, perdió toda su magia. Le echó la culpa de la aparición del monstruo a sus enemigos y se enzarzó en una terrible batalla con ellos.

- ¿Qué ocurrió?- Preguntó Ron, totalmente subyugado por la historia. Incluso Severus parecía interesado en sus palabras, al igual que el resto de la clase.

- Empezó a masacrar a su propia gente, pensando que se habían aliado con el enemigo. Desde que perdió la magia, empezó a vivir en un mundo de certidumbre total, al parecer. No tenía ninguna duda, ningún remordimiento, ninguna compasión, afirmando que él poseía el conocimiento total, que estaba en lo cierto...

- Pero yo no entiendo – intervino Draco- que Falsardo pudiera llegar a ser tan malo. Debería haber sido tan puro, tan – y aquí hizo una mueca- tan absoluto.

- Pues por eso mismo. La oscuridad son dudas, incertidumbres. Si destierras la duda, si crees que estás en lo cierto todas las veces y que no corres el riesgo de equivocarte, fíjate el mal que podrías hacer. Fíjate el mal que hizo Falsardo.- respondió Severus

- Pero... ¿por qué perdió toda su magia?- preguntó Crabbe.

- La oscuridad también son las profundidades de la mente, - continuó la joven, con una mirada como pidiendo permiso a Severus. Éste asintió.- esas partes de la persona que no son pensamiento puro, inteligencia pura, si no el ser humano que vive y que respira; lo que se es más que lo que se sabe. El corazón y las pasiones: la alegría, el amor y también el temor y el odio. La potencia vital que actúa en los lugares ocultos de la mente. Al despojarse de eso, Falsardo exorcizó su propia magia. Y si dejas fuera la magia, ¿qué pasa entonces? Que la magia se venga, que te convierte en un monstruo de tinieblas, pero un monstruo que afirmará contra viento y marea que es un ángel de luz.

- Pero la oscuridad de la mente humana... no toda es buena.- insistió Pansy.

- Desde luego que no- convino Severus.-Pero pasa como con la imagen del espejo de Falsardo, que adquirió su propia vida independiente en forma de monstruo porque Falsardo se negó a reconocerle como imagen de sí. Él no podía aceptar las tinieblas de su interior, así que las expulsó. La imagen salió del cristal y se marchó, hecha una realidad a parte, una realidad que quedaba ya fuera del control de su dueño. Por eso sólo pudieron acabar con Falsardo acabando con el monstruo, porque aunque no la controlaba, la sombra seguía unida a él por vínculos mágicos, al igual que el juego de sombras. Si quitas una, todo cae.

- Pero si conoces la potencia vital que llevas dentro, si reconoces su capacidad para el bien y también para el mal, y... ; en fin, no hay otra manera de dominarla.- continuó la joven.

Severus meditó un instante.

- Puede ser que al expulsar su propia oscuridad uno esté guiado por malos motivos. Porque con eso se asegura uno de no conocerla, y por tanto no la puede dominar.

- Oscuridad y luz.- terminó Beatriz.- Se necesita la una para la otra. Los poderes desconocidos de la mente son un peligro mortal, a menos que los ilumine la luz del entendimiento. Y la inteligencia pura, si rechaza lo desconocido, es una vanidad, estática, rígida, cruel en sus certidumbres.

La clase se quedó en silencio, meditando y dándoles vueltas a las palabras dichas por los dos. Severus paseó la mirada por sus alumnos. Es la primera vez que le habían atendido sin que les hubiera amenazado. No podía creerlo. Miró a la joven con un brillo de reconocimiento en sus ojos. Tenía que reconocer que era fantástica. Nunca se lo diría, claro está, y seguiría tratándola como a un trapo, pero era genial.

- Bueno, creo que ya hemos perdido suficiente tiempo. Gracias por su explicación señorita Eld- Dyr.- dijo el profesor volviendo a su desagradable tono de voz.- Ahora practicaremos la maldición, si es que alguno de ustedes consigue recordar cómo tenía que hacerla.-Con un movimiento de varita hizo aparecer diez tacitas de porcelana alineadas sobre su mesa- Quiero que por turnos lancen la maldición cada uno a una de estas tazas. Si consiguen romperlas, será que han realizado bien la maldición, aunque no creo que unos inútiles semejantes consigan siquiera sacar el rayo de sus varitas. Aunque algunos tal vez sí.- terminó mirando a Malfoy. Éste sonrió.

Un temblor incontenible se había apoderado de la chica. Ahora se lamentaba de haber cogido DCAO y de haber hecho caso a Dumbledore.

Snape les hizo ponerse en fila y ella se colocó la última detrás de Draco y Harry. Fueron lanzando la maldición por turno, pero no conseguían nada. Sólo Draco y Harry consiguieron que de su varita salieran sendos rayos, el de Malfoy más débil, que sólo agrietó su taza, el de Harry más consistente, que partió la taza por la mitad suavemente. Llegó el turno de la chica.

No estaba muy segura y sentía cómo le sudaban las manos.

- ¡Contrólate!- pensó.

- ¿A qué está esperando?- ladró Severus.

- Profesor, yo... no creo que...

- ¿Sí?- Disfrutaba muchísimo al verla temblar.

- Es que...

- ¿Tiene miedo?- preguntó con voz burlona.

- No es eso...

- Tiene miedo.- afirmó.

- ¡No!

- Entoces demuéstrelo. ¿O es que acaso piensa que no es suficientemente difícil para sus habilidades? ¿Por qué no prueba lanzándomela a mí?

Ella negó muerta de miedo con la cabeza.

- Le diré lo que haremos. Yo crearé un escudo a mi alrededor y usted me lanza la maldición. Aunque no creo que consiga nada, pues es usted una auténtica inepta.

- Por favor, no...- musitó.

- No pienso hacerle ningún favor, así que vamos.- Creó una esfera protectora de color plateado a su alrededor. Ella levantó la varita y con mano temblorosa le apuntó. Pero volvió a bajarla, provocando el enojo del profesor.

- ¡A QUÉ ESTÁ ESPERANDO, ESTÚPIDA!- bramó.

Ella volvió a levantar la varita y le apuntó, pero su mano ahora la sujetaba firmemente.

- ¡Crucio!- dijo con voz segura. Un compacto rayo de luz roja como la sangre salió de su varita, pero ella, en el último momento, movió el brazo, haciendo que apuntara hacia la tacita, que estaba detrás de Severus, en un lado de la mesa. El rayo de la maldición atravesó la esfera protectora, y sin rozar al profesor por unos milímetros, chocó contra la tacita, haciendo que esta estallara en mil pedazos con gran violencia.

Severus no podía dejar de mirar a la chica. Si no hubiera movido la varita en el último momento, la maldición le habría impactado de lleno, pues había notado que su esfera protectora no había opuesto ninguna resistencia al paso del rayo devastador.

Beatriz estaba inmóvil, con los brazos desmayados a lo largo de su cuerpo, su mano aún sujetando la varita, y sin poder apartar la vista de la taza hecha añicos. Una lágrima se deslizó suavemente por su mejilla, mientras que sus ojos expresaban una tristeza infinita. Severus sintió una punzada en su estómago al ver la mirada de la chica. Ya la había visto antes, pero nunca en alguien tan joven. Era la mirada de quien lo ha perdido todo, a quien ya no le queda nada para seguir luchando, para seguir adelante. Era la mirada de aquellos que lo han visto todo y que desean la muerte para librarse del sufrimiento de este mundo .

- Señorita Eld-Dyr...- llamó Severus suavemente. Ella le miró a los ojos y, dándose media vuelta, cogió sus cosas y salió corriendo de la clase.

En ese momento se oyó la campana que anunciaba el fin de la jornada escolar.

- La clase ha terminado, pueden irse.- Dijo el profesor sentándose cansadamente en el sillón.

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La joven corrió y corrió, y sus pasos la llevaron fuera del castillo, hasta la orilla más alejada del lago. Allí cayó de rodillas y se echó a llorar, sacando todo lo que tenía dentro desde hacía demasiado tiempo. Se recostó en la fina hierba y poco a poco se fue quedando dormida.

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Severus estaba sentado en su despacho, corrigiendo los trabajos de Pociones de los de 3º. El reloj de pared dio las campanadas. Las 19:00. la joven debía estar a punto de llegar para cumplir con su castigo. Pasaron 10 minutos, y el profesor comenzó a ponerse nervioso, no le gustaba que le hicieran esperar. A las 19:30 salió del despacho y caminó por las mazmorras en dirección a la entrada de la sala común de Slytherin. Ésta era una sección de pared fría, lisa y húmeda, sin nada que denotase que detrás había algo. Dijo la contraseña – Basiliscus – y la pared desapareció, dejando un hueco oscuro en el que Severus se internó. Apartó un tapiz y llegó a la sala común. Vio a Pansy y a Millicent sentadas en una de las mesas haciendo sus tareas, a unos de segundo sentados en un sofá discutiendo sobre encantamientos y a Draco, Crabbe y Goyle molestando a unos de primero. Todos callaron al verle.

- Busco a la señorita Eld-Dyr. ¿Alguno de ustedes la ha visto?- inquirió con voz desagradable.

- No, profesor, desde que salió muerta de miedo de clase no la hemos vuelto a ver.- contestó Malfoy.

Se volvió hacia las dos chicas- ¿No está en su habitación?

- No, ni siquiera ha venido a la sala común.- contestó una Pansy con cara de circunstancias.

- Cuando la vean, díganle que vaya inmediatamente a mi despacho.- Ordenó con cara de mala leche y se fue.

Más tarde se encontró con Harry, Ron y Hermione, y después de preguntarles de mala manera, les ordenó lo mismo.

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Cuando Beatriz despertó ya había anochecido y las estrellas titilaban alegremente en el cielo. Oyó al reloj del colegio dar la hora, la 1 de la madrugada. Se arrebujó en su capa sintiendo el frío de la noche, cogió sus cosas y se encaminó hacia el castillo. Una vez en su sala común, subió a su habitación. Se puso el pijama, y el chasquido de sus dedos despertó a Pansy, que se dio perezosamente la vuelta en la cama.

- ¿Beatriz?

- Sí.

- ¿Qué hora es?

- Algo mas de la 1.Vuélvete a dormir, que es muy tarde.- Pero Pansy se sentó en la cama.

- ¿Dónde has estado?

- Por ahí.

- El profesor Snape vino esta tarde preguntando por ti.

-¡Mierda, el castigo!

- Tampoco fuiste a cenar.- Beatriz negó con la cabeza.-Creo que entonces mes estarás agradecida de por vida.- Y abriendo el primer cajón de su mesilla, sacó un paquete.

- ¿Y esto?

- Son mis provisiones. Mi madre sabe lo inquieta que soy y que no puedo estar sin comer porque lo gasto todo, así que todos los meses me manda un paquete lleno de cosas para picar y otras cosas.- Abrió el paquete y sacó una oblea.- Mira, se hace así.- y cogiendo la varita apuntó con ella la oblea.- ¡Comitum crecerum!- La oblea creció y al instante la joven tenía entre sus manos un humeante plato de sopa.

- ¡Gracias!- Y se quedaron comiendo y charlando hasta que cayeron rendidas.

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Eran las 2:00 horas y el profesor Snape daba vueltas en su habitación. La joven no había ido a su despacho en toda la tarde y tampoco había ido a cenar. Nunca reconocería que estaba preocupado, pero aún no había podido irse a la cama. ¿Qué hacer?

- Sólo espero que no se le haya ocurrido hacer nada grave.- pensó recordando su mirada. Era tan triste y melancólica... Pero esa chica tenía carácter, un carácter forjado en medio de un gran sufrimiento, creía adivinar.- Bueno, no aguanto más, a ver si ha vuelto a la sala común de Slytherin.

Y dicho y hecho. Salió de su habitación y caminó por las mazmorras hasta llegar a la sala común. Una vez allí, encendió una de las lámparas. En la sala común no había nadie, y de los pasillos que llevaban a las habitaciones de los alumnos no llegaba ningún ruido.

Intentó entrar en el pasillo de las chicas, pero algo se lo impidió. Puso su mano encima y lo golpeó.

- ¡Un escudo anti-personas!- Exclamó- Pero si está en el pasillo de las chicas, es un escudo anti-hombres. Muy listas... Esto es magia oscura muy avanzada, además con una alarma, muy interesante, me encantaría saber quien ha puesto esto aquí... Además, parece que solo se activa por las noches... Puedo intentar quitarlo, pero si no lo consigo a la primera, se oirá un chillido que despertará a todo el colegio... Mejor lo dejo como está y vuelvo mañana, por que si no lo consigo... ¿cómo explico yo qué hacia intentando entrar en las habitaciones de unas alumnas, aunque sean de mi casa?- Y con una cínica sonrisa, volvió a su habitación.

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Al día siguiente, las clases pasaron tranquilamente, y a las 18:45 Beatriz bajaba por las escaleras del vestíbulo para ir al despacho de Snape cuando una voz la llamó.

- ¡Señorita Eld-Dyr!

- ¿Sí, profesor Dumbledore?

-¿Va al despacho del profesor Snape?

- Sí, estoy castigada con él a las 19:00 horas.

- El profesor Snape no está, ha tenido que marcharse por unos días, así que me pidió que le dijera que su castigo queda suspendido hasta que él vuelva.- La joven puso una gran cara de alegría. -----------------------------

Hola!! La historia que cuenta Beatriz en clase de DCAO es una adaptación libre de dos libros que están genial: Dóneval y el segundo se llama Fávila. Ahora mismo no me acuerdo del nombre del autor, pero si queréis saberlo, os lo pongo en el capítulo 8. Ahora a seguir leyendo, que hoy os subo otro capi!!!