Capítulo 9. Halloween. Algo que no debería haber pasado.

La semana transcurrió sin incidentes, aunque se podría destacar la desazón con la que la vivieron los tres Gryffindor. No habían podido olvidar lo que ocurría y su comportamiento les delataba. No era que hubiesen dejado de hablar con Beatriz, pero tenían más cautela con ella. La joven no entendía nada de la actitud de sus amigos.

Aún así, ayudaron a Hagrid con las calabazas y la decoración del castillo. Rápidamente llegó el Sábado. A las 16:00 las chicas se fueron a sus habitaciones a prepararse, puesto que el baile empezaba a las 20:00.

Beatriz estaba sentada en su cama. Al ver que Millicent y Pansy se habían atrincherado en el baño, decidió vestirse y maquillarse en la habitación. Conjuró un tocador en una de las paredes y se arregló. Sacó de su baúl un vestido precioso de gasa y seda bordado, en color beige y una capa del mismo color. La capa era la misma que llevaba el día en que conoció a Harry, Ron y Hermione en el Callejón Diagon. Se puso el vestido y sacó unas joyas que también se puso. Cuando Millicent y Pansy salieron del baño, vestidas de vampiresa y de india respectivamente, se quedaron asombradas. La joven estaba bellísima y desprendía una luz que no habían notado hasta entonces.

- Tu vestido de princesa es espectacular.- Comentó Millicent.

- Vosotras también vais muy guapas.- respondió.

- Son las 19:45, vamos bajando o llegaremos tarde.- dijo Pansy.

Las tres cogieron los antifaces, y cuando iban a salir por la puerta para bajar a la sala común, una neblina envolvió las muñecas de Beatriz y Millicent. Al disiparse, pudieron ver que en sus muñecas habían aparecido unas pulseras a juego con sus trajes. Las miraron y observaron que tenían un número y un lugar.

- ¡Qué lástima!- se lamentó Pansy- tendría que haber echado mi nombre pero como Draco me pidió ir con él al baile...

- Ya, y tú no querías ir con él, ¿verdad?- la pinchó Millicent. Pansy le sacó la lengua y luego preguntó:

- Bueno, ¿qué pone en vuestras pulseras?

- En la mía el número 25 y el lugar es... ¿la sala común de Slytherin? ¿Me ha tocado con un Slytherin?

- Bueno, eso no lo sabrás si no bajamos, ¿no?

- Vamos abajo.- terció Beatriz.

Así lo hicieron. En la sala común sólo quedaban dos chicos: Draco, vestido de Peter Pan y Crabbe, vestido de pitufo, que al verlas bajar se quedaron con la boca abierta. Crabbe puso cara de circunstancias y enseñó una pulsera con el número 25.

Salieron por el tapiz, pero Beatriz se quedó rezagada, pues en ese momento no le apetecía salir, sintió que algo iba a suceder, no sabía si malo o bueno. Draco se dio cuenta.

- ¿Vienes?

- Sí, ahora voy, es que he olvidado una cosa en la habitación.

- ¿Seguro?

- Sí, estoy bien, no te preocupes. Id adelantándoos y ahora os alcanzo. Hala, vete con Pansy.

Draco se dispuso a salir, pero se volvió en el último momento.

- Beatriz.

- ¿Sí?

- Estás preciosa.- Dijo con una sonrisa.

- Gracias.- Dijo ella devolviéndole la sonrisa. Draco salió.

Ella miró su pulsera. Tenía el número 13 y ponía: Vestíbulo, al final de la escalera. ¿con quién la habría tocado?

Se alisó el vestido y, tras coger aire, salió por el tapiz.

**************

En la torre de Gryffindor todo era una locura. Las chicas corrían y los chicos las esperaban. Poco a poco se fue vaciando y al final sólo quedaron Hermione y Ginny en las habitaciones de las chicas, que daban los últimos retoques a sus disfraces de Luna y de Hada, respectivamente. Sendas pulseras aparecieron en sus muñecas, la de Hermione tenía el número 9 y la de Ginny el 1.

- ¿Con quién nos habrá tocado?- preguntó la última muy nerviosa.

- Ni idea. ¿Para qué son los lugares?

- Me lo explicó Fred, es el lugar en el que nos esperan nuestras "parejas ideales"- dijo con una sonrisilla traviesa.

- Pues en ambas pone sala común de Gryffindor.- aseguró Hermione.

Ginny las miró asombrada.

- ¿Dos Gryffindor?- Hermione asintió con la cabeza.

- ¿Bajamos y lo vemos?

Ginny negó con la cabeza, entre asustada y nerviosa.

- ¿Y esa valentía tan característica de los Gryffindor?- preguntó la mayor con una sonrisa burlona.

- Ha desaparecido como por ensalmo.- Ambas rieron.

- Bajemos.

Salieron de la habitación y bajaron por las escaleras. Al llegar a la sala común, vieron que entre el caos de gente allí congregada, estaban Ron y Harry.

- ¿Qué número tenéis?- preguntó Harry, muy guapo en su traje de pirata, al igual que Ron.

- El 1 y el 9.- Contestó señalando primero a Ginny y luego a sí misma.

Ambos chicos se sonrojaron violentamente.

- ¿Qué ocurre?

- Pues que yo tengo el 1.- Contestó Harry mirando a Ginny, que bajó la cabeza avergonzada, tan roja como su pelo.

- Y yo el 9.- dijo Ron en un susurro. Todos bajaron la cabeza avergonzados, más rojos que un tomate, pero pronto se echaron a reír a carcajadas, disipando de ese modo la tensión acumulada.

- Bueno, señoritas, están ustedes hermosísimas. Si me hace el honor, mi bella hada...- dijo Harry con una sonrisa en los labios y le ofreció el brazo a Ginny, que lo aceptó gentilmente. Lo mismo hizo Ron y las dos parejas salieron de la torre en dirección al Gran Comedor.

**************

Severus estaba parado al final de las escaleras del vestíbulo, esperando impaciente a su "pareja ideal". La verdad es que no estaba muy convencido de la eficacia del invento de los gemelos Weasley, aunque debía reconocer que siempre habían sido buenos en encantamientos y sus inventos habían dado mucho que hablar en el colegio, sobre todo las galletas de canario, una de las cuales había podido investigar. Aún así, no las tenía todas consigo.

- ¿Quién será la "afortunada"?- pensaba.- Porque estar conmigo no es nada agradable. YO no soy agradable. Pobrecita, compadezco a la que tenga la desgracia de ser mi pareja, pues si se descubre quién es, va a ser objeto de todas las burlas del colegio. De todas formas... ¿ y a mí qué diablos me importa? Allá ella, que no hubiera echado su nombre en la bolsa. Además, seguro que es una estúpida que sale corriendo al verme... Si es que no le tenía que haber hecho caso a Albus. ¿Quién me manda a mí prestarme a estas estupideces? Si tan sólo fuera...- Sacudió la cabeza.- Ni de coña, no tendría esa suerte en la vida...

El vestíbulo se encontraba lleno de parejas, vestidas con los disfraces más variopintos y con máscaras, caretas y antifaces. Severus se había disfrazado de príncipe. Bueno, decir que se "había disfrazado" es decirlo de manera suave. Más bien le habían obligado a disfrazarse los profesores, tras una fuerte discusión con Dumbledore, quien le había elegido el traje, un jubón, una camisa, unos pantalones bastante ajustados y una capa. También llevaba un sombrero con una larga pluma, un anillo y un medallón haciendo juego Lo único bueno que tenía era que era de colores oscuros, negro y verde, y llevaba un antifaz con flecos que le tapaba toda la cara. Los alumnos pasaban a su lado como si tal cosa y ninguno se había dado cuenta aún de quien era él. Es más, incluso había oído a un par de alumnas criticarle a media voz. Sonrió levemente. Con un poco de suerte, pasaría la velada sin que nadie se percatase de nada.

Sonó una campanilla y poco a poco los murmullos que había en el vestíbulo se fueron apagando. Las puertas del Gran Comedor se abrieron y las parejas comenzaron a pasar.

Severus se impacientó.

- Ya llega tarde, se va a enterar cuando llegue.

Fue viendo pasar a las diferentes parejas, tratando de averiguar quién se escondía bajo el disfraz. Con algunos alumnos era muy fácil, con otros más difícil, pero no imposible. Paseó la vista a su alrededor, buscándola entre las parejas, pero no la encontró.

En ese momento, alguien en el vano que daba acceso a la escalera de bajada a las mazmorras llamó la atención de los que quedaban en el vestíbulo. Se abrió un pasillo por el que ella avanzó, buscándole entre la gente. Él la vio avanzar suavemente, con el porte de una reina. Iba vestida de princesa, con un vaporoso vestido color beige, largo hasta los pies, con los hombros y los brazos al descubierto y con un generoso escote. Llevaba un collar con piedras verdes y una perla pendiendo de él. Así mismo, llevaba el pelo en un elegante moño bajo, dejando los hombros y el cuello libres, con diminutas perlas sujetas a él. Un antifaz impedía saber de quién se trataba.

Todas las parejas que aún quedaban en el vestíbulo se habían quedado con la boca abierta de la impresión, pero pronto volvieron los murmullos y las indagaciones para saber quién era aquella bellísima desconocida.

Se había quedado tan embobado mirándola que no se había dado cuenta de que ella había avanzado hasta él con una sonrisa en sus carnosos labios. Creyó que el corazón se le iba a salir del pecho, pues se había puesto a latir aceleradamente.

- ¿El número 13?- preguntó ella tranquilamente, aunque dándose cuenta de la conmoción que había causado en el hombre.

- Ss..sí.- atinó a balbucir, enseñándole su pulsera. La sonrisa de la joven se acentuó.

- Entonces creo que somos pareja.- él asintió y caballerosamente le ofreció su brazo, ya repuesto de la impresión.

Ella le cogió suavemente del brazo y entraron en el Gran Comedor, causando sensación. Severus no podía evitar admirar sus hombros, su cuello, su cuerpo...

El gran comedor estaba decorado de forma espectacular. Además, las mesas de las casas habían desaparecido dando paso a mesas para cuatro personas. Beatriz miró hacia donde estaba Dumbledore, que a pesar de todos sus esfuerzos no había podido esconder su larga barba blanca, y le vio sonreír abiertamente al verlos juntos. Severus la guió hasta una mesa en la que se sentaron solo ellos dos y se dispusieron a cenar.

- Está preciosa esta noche, señorita Eld-Dyr.

- Vaya, veo que me ha reconocido, profesor Snape. Usted también está muy bien.- si él había pretendido que se azorara con esa afirmación no lo había conseguido.

- Veo que usted también me ha reconocido.- Ella asintió con la cabeza.

- No ha sido difícil.

- Me extraña, ya que nadie más lo ha hecho.- dijo él siendo un poquito desagradable. Ella lo fulminó con la mirada.

- Creí que esta noche sería más agradable.

- ¿Por qué debería serlo?

- Es una celebración, se supone que uno ha de divertirse y pasárselo bien.

- A mí no me gustan las celebraciones, no van con mi carácter.

- Lástima. Y, si no es molestia... ¿podría decirme cuáles van con su carácter? Los velatorios, supongo.- dijo con intención de pincharle. Él le lanzó una gélida mirada.

- No me provoque.

- No lo haría si usted no entrara al trapo tan fácilmente.- dijo con una mirada divertida y una mueca burlona en los labios, esperando una explosión por parte de él. Sin embargo, él sólo rió quedamente.

- Necesita bastante más que un tonto comentario para que entre al trapo.

- ¿Quién es ahora el que provoca a quién?- Ambos mantuvieron su vista fija el uno en la del otro, hasta que de repente se echaron a reír.

- Vaya, veo que a pesar de todo va a ser una cena interesante.

- Eso creo, profesor.- Él tomó una decisión para evitar más tiranteces.

- Vamos a hacer una cosa. Como vuelva a llamarme profesor le quitaré cien puntos a Slytherin.

- ¿Sería capaz?

- Ni lo dudes.- contestó con un brillo de malicia en los ojos.

- Así que ahora nos tuteamos, ¿no?

- Sí, pero sólo por esta noche. ¿De acuerdo?- preguntó con una sonrisa

- De acuerdo.- contestó ella devolviéndole la sonrisa.

Se quitaron los antifaces al aparecer la cena en la mesa. Comenzaron a conversar animadamente mientras cenaban, sin darse cuenta de que eran el centro de atención de parte del Gran Comedor, de algunos profesores y de dos gemelos bastante traviesos, que tenían en sus caras una expresión igual a si les hubiera tocado el premio gordo de la lotería; y su conversación fue derivando inevitablemente hacia las artes oscuras. Pronto Severus se dio cuenta de que ella tenía un amplio conocimiento de ellas, casi comparable al suyo. Pero ella, con un poco de tacto, fue cambiando de tema y pronto descubrieron que les gustaban los mismos autores, los mismos libros, la misma música...

Cuando terminaron de cenar, Dumbledore hizo desaparecer las mesas y conjuró un escenario, donde subió un grupo a tocar, dejando el Gran Comedor de sala de baile. A un lado, conjuró una larga mesa que se llenó de bebidas sin alcohol. La mayor parte de los alumnos se puso a bailar.

Los gemelos Weasley cuchichearon un momento entre sí, con cara de conspiradores y se fueron acercando lentamente hacia donde estaban Severus y Beatriz. Éstos seguían conversando y no se enteraron de nada. Con una mirada cómplice, Fred echó en la copa que estaba al lado de Severus unos polvos de la alegría, una de sus últimas invenciones, mientras George les distraía hablando con Beatriz. Una vez terminada su pequeña venganza hacia Snape, se despidieron rápidamente y se alejaron.

- ¿Tú crees que funcionará?- preguntó Fred a su hermano.

- Creo que sí, los polvos son incoloros, inodoros e insípidos, así que no hay problema de que los detecte. Ya verás que divertido.

- No serán nocivos, ¿no?

- ¿Qué contenía la copa?

- Zumo de piña.

- No sé... hasta ahora sólo lo hemos probado con agua o con alcohol...- contestó con una pícara sonrisa.

- Sí, mientras no lo mezcle con lo último todo va bien, recuerda que con alcohol los efectos son imprevisibles, no lo hemos estudiado aún.

- Aquí no hay alcohol, así que no debemos preocuparnos, hermano.- terminó George con un guiño.

Mientras tanto, Severus y Beatriz seguían hablando ajenos a lo que los gemelos habían hecho. Decidieron salir al exterior a tomar un poco el aire. Beatriz miró a su alrededor, pero no encontró su copa.

- ¿Qué buscas?

- Mi copa, juraría que la dejé por aquí, pero ahora no está.

- Coge la mía, dijo él acercándosela.- ella se quedó sorprendida por su amabilidad. Él se dio cuenta y reaccionó a tiempo.- Pero luego me la devuelves.

Ella soltó el aire teatralmente.- ¡Uff, qué susto!- él la miró interrogadoramente- Es que creí que estabas siendo amable.- Explicó con una mueca burlona.

Él rió- Vamos.- Y cogiendo la copa, le ofreció el brazo y salieron al exterior. Una vez allí, fueron recorriendo los jardines. En uno de ellos, detrás de un seto, presenciaron algo que les dejó atónitos. Harry y Ginny se estaban besando dulcemente.

- Vaya, veo que el señor Potter ha encontrado por fin alguien que le soporte.- Comentó Severus en voz baja, con una mueca de desprecio en los labios.

- No seas malo.- contestó ella, tirando de él para alejarse de allí.- ¿Se puede saber por qué le odias tanto? No, déjalo, mejor no me contestes.

Él la miró inquisitivamente. Llegaron hasta llegar a un claro en el que había una fuente de agua cristalina y unos bancos. Se sentaron allí y se pusieron a observar el cielo.

- Es precioso.- Dijo Beatriz.

- Sí, esta época del año es la mejor para observar las estrellas.

- ¿Sabes? Cuando estuve en Egipto me sorprendió un montón su mitología. Creían que las estrellas eran las hijas de Nut, la diosa del cielo, que las alumbraba al atardecer y se las tragaba al amanecer. También creían que eran las almas de los muertos que esperaban la llegada de Ra, dios del Sol, para que les guiara en su camino al más allá.

- Es cierto, es fascinante. ¿Sabías que cuando enterraban a sus muertos, hacían rituales mágicos para conseguirles una vida mejor? – Comentó dándole un sorbo a su copa mientras la joven asentía.

Severus miró la copa con cara rara.

- ¿Qué ocurre?

- Pues que este zumo de piña está demasiado ácido.

- Se supone que debe ser un poco ácido.

-Pero no tanto.

- ¿Qué sabrás tú?

- ¿Quién es el profesor de Pociones?

- Vale, está bien. Yo, personalmente, prefiero otro tipo de bebidas.

- Yo también. – Y con un movimiento, Severus hizo que un licor se deslizara desde la punta de la varita hasta dentro de la copa. Se la llevó a los labios y saboreó.-Mmm... Mucho mejor.

- ¿Puedo?- Preguntó Beatriz. Él la miró, no muy seguro.

- Vamos, ¿cómo crees que soportaba las torturas de mi padre?- Él la miró.

- Está bien, pero solo un sorbito.

Ella así lo hizo. Severus de pronto sintió como si el calor de la noche aumentase, y se sintió sumamente atraído por la joven que tenía al lado. A ella le ocurrió lo mismo. Una gota del licor de la copa se deslizó por sus labios y por su cuello. Severus no pudo evitarlo y con un dedo, paró el avance de la gota, y fue subiendo el dedo por donde la gota se había deslizado, acariciando suavemente el cuello, el mentón y los labios de la chica, abrasándo su piel con cada roce.

Ella no lo evitó. Cuando él apartó el dedo, se quedaron mirándose a los ojos, y de pronto, como en un impulso, ambos acercaron sus labios y se besaron suavemente. Se separaron, pero ella no pudo evitar posar su cabeza en el pecho de él, que la rodeó con sus brazos. La levantó suavemente la cabeza y la volvió a besar.

- Si supieras cuanto he deseado esto...- dijo él con un suspiro.

- Yo también.- contestó ella.

- Volvieron a besarse, y pronto el beso se volvió más intenso, uniendo sus lenguas en un baile ensayado durante años por la humanidad.

Ella pasó sus brazos por el cuello de él, mientras el hombre la acariciaba y la besaba el cuello y los hombros. Ninguno de los dos sabía qué estaba ocurriendo, ni por qué sentían ese deseo y esa pasión, pero sí sabían que no podían parar.

Se abrazaron un momento, que él aprovechó para musitarle en su oído:

- Te deseo. – Ella se separó y le miró pícaramente.

- ¿Me está haciendo una proposición indecente?- Él levantó una de sus cejas.

- ¿Te molestaría?

- En absoluto. Yo también te deseo.

Él la cogió de la mano y se acercó a uno de los muros del castillo. Apoyó la mano en una de las piedras y ésta se transformó en una puerta, que él abrió, dejándola pasar primero galantemente. Recorrieron las mazmorras hasta llegar a la habitación de él, entrando y cerrando la puerta con un hechizo.

- ¿Estás segura?- preguntó mirándola a los ojos.

- Completamente.- contestó ella. Pronto vió que la mirada tierna de Severus se transformaba en una de fuego y deseo.

Volvieron a besarse, acariciándose, disfrutando con cada momento, con cada beso, con cada caricia. Se fueron quitando lentamente la ropa. Severus la cogió en brazos y la llevó hasta la cama, donde se amaron con locura, pasión y deseo, y donde la noche los envolvió con su cálido manto.

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Bueno, bueno, bueno. Este capítulo va dedicado a todas las que queríais que Sev y Bea se liasen. De todas formas, he de advertiros que no es oro todo lo que reluce. Espero que este capítulo os haya gustado. ¡¡Sois fantásticas!!

Ahora, a contestar a los reviews:

Amsp14: ¡Hola! Bueno, como habrás visto, tus deseos son órdenes. He de decirte que parece que me lees la mente. Ayer escribí la mayor parte del capítulo, y esta mañana me encuentro tu review pidiéndome lo que he escrito. ¡Parece magia! ;) Por cierto, me ha encantado tu nuevo capítulo, ¡sigue escribiendo!

Narua_Black: Bueno, ya ves que la relación entre Sev y Bea va viento en popa, pero... fíjate en el título del capítulo. Algo no funcionará, y es que estos dos tortolitos están habituados a verlo todo negro, lo que hará... ¡¡uy, casi se me esacapa!! Lo sabrás en el siguiente capítulo.

Clau de Snape: Bueno, por partes. A ver, aver... La historia de Bea es cierta en un 99%. Lo que pasa es que su padre no era mortífago, era... Pues ya sabéis quien era. Estaba siendo totalmente sincera cuando dijo que Sev le importaba, lo que pasa es que cuando dijo que "esa noche había descubierto quien era él y que Voldy había matado a su padre" hablaba en sentido figurado. ¿Cómo te sentirías tú si te enterases de lo mismo? Yo, fatal, como una fregona. Con relación al trío maravilla, no te preocupes, no la dejarán sola, pero pasarán unos días desconfiando hasta que una charla bastante seria les haga recapacitar. Más cositas...Bueno, sí, ya sabes que dumbledore es omnipresente y omnipotente, parece Dios, lo sabe todo y todo lo puede. He de decir que él tendrá algo que ver en que ellos acaben juntos o no.

Samara_Snape: Aquuí está el capítulo, espero que te haya gustado y lamento el haberos liado tanto con el padre de la chica. El problema es ¿qué pasará a partir de ahora? Algo ocurrirá...A seguir leyendo!!

Barbi_Black: Bueno, aquí tienes el lío romántico entre los dos tortolitos. He de contestarte que vas bien por la primera opción, pero no del todo. Su padre no le procesó cariño paternal porque es totalmente incapaz de amar a nadie. Así que ella quiere pararle los pies. Ya verás, o, mejor dicho, leerás, ya... ;)

Annie: Me alegro de que sigas fiel al fic, eso me hace actualizar mucho más rápido. No puedo creérlo. Cuatro capítulos en una semana!! Creo que esto debe constituir algún record, porque si no no me lo explico. ;)

Bueno, un saludo a tod@s aquellos que leéis el fic, me dejéis o no reviews.

Luna_Kitty_Lovegood,

Miembro de la Orden Severusiana

Miembro de la Orden Siriusiana