Diana- Lily Potter: bienvenida. Pero el amor se disfruta más cuanto más se ha tardado en llegar a él... Oh que romáaaantico...
Olga Tom Felton: ¿me has llamado muñeca? Por cierto, sigue el "Qué me estará pasando", ¿no? Me gusta mucho.
Ana Rickman, NiEa, Amazona Verde y Lilith: sí, es un capítulo un poco sádico, qué le voy a hacer. Gracias por enviarme los datos para "El profesor Potter".
Nevi: ¿a qué esperas para mandármelos? Si no, me los robo de tu perfil...
Besos Salamanders.
El rubio de hielo, con su uniforme lleno de escarcha después del largo y precipitado vuelo, vio confirmados sus peores temores al ver a Harry y a Severus desnudos y abrazados. Sus ojos estaban hinchados y doloridos por las lágrimas comprimidas que querían salir de ellos, pero su odio era más fuerte que la tristeza.
-Maldito Potter, ha llegado tu hora.
Harry estaba demasiado lejos de su varita para reaccionar. Desnudo y desconcertado, no entendía muy bien qué le pasaba al rubio de la casa serpiente.
-¡Crucio!- chilló agudamente Malfoy.
Harry cayó al suelo, retorciéndose de dolor. Era un calor hirviente que, en vez de llegar de fuera, parecía iniciarse en su interior, como si todas sus vísceras hubieran entrado en combustión. Pero Snape era rápido. Convocó velozmente su varita y deshizo fácilmente el cruciatus de Draco.
-¿Se puede saber qué demonios te pasa, niñato?- le gritó Severus. En su voz había una ira amenazante que hicieron saber a Draco lo mucho que le había dolido ver a Harry sufrir. Y eso no lo podía soportar.
-Ya es hora de que alguien le de una lección a ese maldito... a ese...
Draco volvió a levantar su varita. Pero Snape fue más rápido.
-¡Estupefacta!
Draco se quedó bloqueado, inmóvil en el espacio y en el tiempo; sin embargo, su mente seguía funcionando. Snape se acercó a socorrer a Harry, le examinó detenidamente y luego le dio una poción para que se recuperara por completo. Los dos se cubrieron con mantas, y severus reparó rápidamente la vidriera rota. Sólo una vez que Harry estuvo abrigado, sentado en una cómoda butaca frente al fuego, y con su taza de poción en la mano, Severus se acercó a leer la mente de Draco.
-Vamos a ver qué mosca le ha picado a este...
Severus clavó sus ojos en Draco, y leyó lo que tanto había temido: después de la profunda capa de odio hacia Harry Potter, latía un amor secreto y desesperado, un amor no correspondido hacia... ¡Severus!
-Harry, mucho me temo que acabo de ver en la mente de Draco algo no muy agradable... parece que está enamorado de mí.
-Pero... aquel día que me descubriste en Slytherin, ¿te acuerdas?, Hermione y yo veníamos de espiarle... bueno, queríamos robarle el muñeco horrible aquel... y le vimos... bueno, utilizándolo. Y lo llamaba Barry...
Severus se puso a pensar unos minutos.
-Yo he pensado a menudo que Draco tenía gustos extraños... y es verdad que yo nunca he notado nada. Pero ahí está, en su mente, esa especie de sentimiento posesivo hacia mí- dijo Severus, con expresión pensativa.
-Puede ser que cuando se dio cuenta de que entre tú y yo pasaban cosas, su rivalidad hacia mí se centrara en tí... después de todo, no debía de parecerle justo que yo me quedara con lo mejor de Slytherin- dijo Harry cariñosamente, mientras miraba a Severus -. Quizá no se traten de celos amorosos... sino simplemente que no soporta que su tutor y protector deje de preferirle a él.
-Pues vamos a tener que hacer algo, porque no tenemos por qué estar soportando este tipo de agresiones- dijo la voz grave de Severus.
-Y justo en el mejor momento... - susurró Harry, mimoso.
Empezaron a besarse, cariñosamente, continuando con lo que había sido interrumpido. Las manos de Severus descubrían la carne tierna de Harry, cuya única sensación era la impaciencia por ser acariciado y domado. El fuego de la chimenea hacía que la piel de Severus se viera dorada, cálida, y sus ojos negros parecían de fuego también, al reflejarse en ellos las llamas.
Harry Potter y Severus Snape. No podía ser, y sin embargo estaba siendo. Harry, delicadamente, se quitó las gafas, y luego, mirando fijamente a Snape, empezó a desabrochar su camisa negra. Muy lentamente. Casi sin darse cuenta, Snape tenía la boca del muchacho de nuevo en su boca...
Harry le hizo sitio en el amplio sillón. Los dos cuerpos encajaban como un puzzle perfecto, con sólo dos piezas móviles que buscaban a toda costa encontrar el mayor número de puntos de contacto. Severus descubrió un par de perlas de sudor en el borde del cuello de Harry, y se apresuró a lamerlas para quedarse con todo el sabor del chico al que adoraba. Poco a poco, y a pesar de la horrible maldición que Harry acababa de sufrir, su cuerpo se fue despertando ante las caricias de Severus. Al cabo de muy poco rato, Harry se vio a sí mismo suplicándole a Severus que lo tomara.
Severus sonrió.
-Pero aún estás débil, Harry, no quiero hacerte daño...
-No me lo harás... te... te necesito, Severus... de verdad.
La sinceridad de las palabras de Harry alcanzó de lleno su objetivo, desarmando a Severus. Con una boca de lobo ávido, recorrió el cuello entero de Harry, haciéndolo gemir.
A pocos metros, un par de lágrimas de rabia salieron de los ojos de la estatua de Draco.
...oooOOOooo...
-Por aquí, Ron.
Lupin estaba guiando al pelirrojo a la parte superior de la casa. La doctora y su ayudante ya se habían ido, tras terminar las primeras dosis de la poción. Al final de las escaleras, Remus le explicó que ya habían llegado: era un piso igual de grande que el de abajo, sólo que completamente cerrado, muy oscuro, con todas las ventanas selladas y sólo luces de emergencia. Las puertas estaban protegidas con tabiques, maderas clavadas y mantas. Casi no había muebles, sólo varios colchones en el suelo.
-El tiempo que ha de transcurrir entre las transformaciones es, como mínimo, de seis horas, es decir que cada vez que me haya convertido podremos bajar a la casa. Pero mientras tanto, tendremos que estar aquí, para evitar los riesgos. El cuarto de baño y la cocina están cerrados con llave para que un lobo no pueda entrar. ¿Entendido?
Ron, que había dejado su maleta al lado de uno de los colchones, asintió con la cabeza. Pero intuía que todo iba demasiado rápido para él.
-Ponte el cinturón... eso es. Es muy posible que me transforme en lobo inmediatamente después de tomar esta dosis... ¿Estás preparado?
Ron volvió a sacudir la cabeza de arriba abajo. ¿Qué demonios se suponía que tenía que hacer si Remus se volvía lobo? ¿Atacarle? Tanteó los diferentes componentes del cinturón, como para asegurarse de que seguían allí. Estaba demasiado oscuro para ver bien.
Remus, lentamente, se tomó el contenido de la primer ampolla. Ni siquiera había terminado de bebérselo cuando empezaron las primeras convulsiones.
Era un espectáculo aterrador. Ron ya lo había presenciado aquella vez, en tercero, cuando Snape interpuso su cuerpo entre el lobo y ellos. Ese fue un gesto inesperado que sorprendió a Ron, ¿por qué Snape les había protegido, a Harry, Hermione y él, justo después de que los tres le atacaran en la casa de los gritos? Ahora creía conocer un poco más de la respuesta.
Pero el lobo gigantesco ya había terminado su transformación, y olisqueaba el aire, confundido por no estar al aire libre. En seguida encontró el rastro olfativo de Ron, y se arrojó contra él. El chico, preparado, primero le aturdió con el spray, y después utilizó la pistola para dispararle un dardo calmante.
El lobo cayó sobre uno de los colchones, haciendo un ruido retumbante. Al cabo de un rato, y siempre en la misma posición, se fue convirtiendo de nuevo en Remus... en un Remus completamente desnudo.
Ron contempló por un instante la perfección del cuerpo de Lupin. Pero en seguida se quitó ciertos extraños pensamientos de su cabeza, lo tapó con una manta, y se echó en uno de los colchones vacíos para dormir, poniendo la alarma de su reloj para que le despertara seis horas después.
No se quitó el cinturón.
...oooOOOooo
Harry, en un avanzado estado de excitación, buscaba a su amante con suaves pero enérgicos movimientos de cadera. Pero Severus jugaba con el chico, tentándole para luego alargar su suplicio. Además sonreía, lo cual hacía enloquecer aún más a Harry.
-Severus... por favor... no me dejes así.
Entonces, por fin, el mago se apiadó, y recorrió a lenguetazos todo el camino a través del torso de Harry hasta su vientre.
Cuando los labios de Severus encontraron la cima más alta de Harry, y la tomaron golosamente, el chico dejó escapar un gemido de placer total, al mismo tiempo que cerraba los ojos. Era fácil darse cuenta de mucho que estaba disfrutando Severus de semejante caramelo por la entrega, dedicación y empeño que estaba poniendo en el asunto: su lengua resbalaba rápidamente, se cerraba sobre toda la longitud de Harry, succionándola con firmeza y dulzura... Harry no controlaba sus suspiros, que encendían cada vez más a Severus, cuyo majestuoso miembro golpeaba sin piedad la tela del sillón.
-Severus...- murmuraba entrecortadamente Harry, como borracho-... Severus... te necesito dentro de mí, ya...
Severus tampoco estaba en condiciones de esperar mucho más. Con un rápido gesto, convocó unas gotas de poción elástica, y la introdujo dentro de Harry con tres dedos expertos.
-¡Aahhhhh!- suspiró fuertemente el chico, deshaciéndose de placer, mientras apretaba fuertemente el sillón con sus manos.
Severus perdió la cabeza al oír este profundo gemido, y levantó a Harry en el aire para colocarlo en una posición adecuada. Lo penetró lentamente, con mucho cuidado.
-Sí... sí... muévete... haz que te sienta dentro...- susurró Harry, con un hilo de saliva cayéndole por la comisura.
Severus no se hizo de rogar, y fue aumentando el ritmo y la profundidad de sus golpes. En cada embestida, Harry dejaba escapar un encantador suspiro, cada vez más ansioso...
De repente, un ruido inesperado los interrumpió.
En la chimenea se erguía, orgullosa y desafiante, varita en mano, Narcissa Malfoy.
