Mil gracias por los reviews... de verdad.

Dany Black, gracias por el comentario. Me he mirado uno de tus fics, está bastante bien, pero es que no puedo soportar imaginarme a Severus con alguien que no sea Harry, se me parte el corazón... ;P

A las dos Potter, ¿no quieren salir en "el Profesor Potter"?

Ni€a y Nevi: Besazos. Estoy escribiendo sobre ustedes...

Harry se despertó con un perfume maravilloso a pan y bollos tostándose, pero más maravillosa fue aún la caricia que recibió antes incluso de ponerse las gafas.

-Severus... -murmuró, mientras se dejaba mimar.

Su antiguo profesor le estaba masajeando la espalda con sus manos alargadas y precisas.

-Buenos días, Harry... ¿tienes hambre?

Harry se dio la vuelta de pronto, derribando a su amante, y se situó encima de él.

-Sólo tengo hambre de ti...

Se besaron con ternura. El aliento de Severus era fresco como el aire de las montañas, y su mirada expresaba una calma profunda, una paz que Harry nunca le había visto. Estuvieron un rato retozando, y luego se dieron cuenta de lo tarde que era.

Mientras se vestían para desayunar, Severus dijo:

-¿Te apetece posar hoy para mi madre, por la mañana? Así yo puedo resolver un par de asuntos, y esta tarde estaré libre para llevarte de excursión.

-Está bien, pero te voy a echar mucho de menos toda la mañana...

Entonces Severus sacó de su bolsillo una especie de gran sortija.

-Harry, este anillo es un comunicador. Siempre que quieras hablar conmigo, sólo tienes que besarlo, y entonces podremos vernos y hablar.

-¡Muchísimas gracias! – le dijo Harry, colgándose de su cuello.

Llegaron muy tarde al desayuno.

...oooOOOooo...

Después de la maravillosa comida a la que Remus le había invitado, sin duda una de las mejores de su vida (y eso era mucho decir para Ron Weasley), el hombre y el chico estaban tomándose un café en una terraza del barrio de Trastevere, en Roma. Remus tenía una colección de trasladores que conducían a lugares fascinantes de todo el mundo.

Remus le contaba a Ron, que le escuchaba fascinado, mil y una aventuras de los merodeadores, entre risas y chistes. Le hablaba de las excentricidades de Dumbledore, de cómo era Flitwick cuando lo tuvieron como profesor novato, de los partidos históricos de Quidditch. Ron se dio cuenta de que nunca hablaba de Snape, ni para bien ni para mal. Y también se dio cuenta de que su rostro estaba bastante bien dibujado... para ser un hombre, claro. Su boca y sus ojos sonreían todo el tiempo, con una expresión entre sabia y pícara, y las pequeñas arrugas que empezaba a tener le daban un aspecto muy... interesante. Ron se dio cuenta de que tanto las camareras como otras chicas que estaban sentadas en la terraza miraban a Remus con algo más que curiosidad. Pero él sólo estaba pendiente de Ron.

-Bueno, puede que lo más prudente sea ir volviendo...- dijo Lupin-, para que tome otra dosis. Quiero acabar cuanto antes con todo esto. No sabes lo mal que lo he podido llegar a pasar en mi vida.

Lupin pagó la cuenta, con billetes italianos que llevaba en la cartera, y tomaron el traslador de vuelta. Al cabo de un rato, se encontraban de nuevo en las habitaciones preparadas para el lobo, Ron con su cinturón puesto, y Lupin desnudándose.

-Estoy harto de que se me destroce la ropa con esta historia. No sabes la cantidad de dinero que mi ligera licantropia le ha proporcionado a Prada y a Gucci.

Ron había estado mil veces en los vestuarios de Quidditch, incluso en presencia de individuos notoriamente ambiguos, pero ver desnudarse a Lupin, con gestos elegantes, le estaba trastornando más de lo calculado.

-Bueno- dijo Lupin, una vez que hubo guardado su ropa- allá voy.

Y se tomó un frasco de poción. Ron estaba alerta, esperando que la trasformación ocurriera en cualquier momento, pero por alguna razón no sucedía.

-Vaya- dijo Remus-. Sigo siendo yo. Recuerdo que la doctora dijo que era posible que esto ocurriese. Bueno, podemos esperar. ¿Te apetece jugar a algo?

Remus fue a buscar una baraja de cartas, y al darse la vuelta el pelirrojo miró hacia otro lado... un segundo.

Menos mal que había poca luz, porque Ron, sólo de pensar que iba a estar "jugando" con ese hombres desnudo, que en cualquier momento podría convertirse en una bestia feroz y atacarle... se estaba poniendo del color de las cerezas.

...oooOOOooo...

Harry llevaba varias horas posando, y la verdad era que estaba empezando a cansarse, a pesar de que Siena le estaba retratando de medio perfil, leyendo un libro, para que estuviera entretenido. Pero cuando la madre de Severus dio por terminado su retrato, y se lo mostró a Harry...

-¡Es increíble!- exclamó el muchacho -. Siena, eres muy buena pintora.

Harry, dentro del retrato, movía los ojos en la dirección de la lectura, y de vez en cuando pasaba alguna página.

-Bueno, bueno, gracias. La verdad es que ha sido muy fácil retratarte, no todo el mundo tiene la paciencia de posar, y no todo el mundo sabe hacerlo. Tú has estado quieto en la postura perfecta. Sin embargo, por ejemplo, mi hijo... es imposible de retratar. Nunca se ha dejado.

-¿Quieres decir que no has pintado ningún cuadro suyo?

Siena negó con la cabeza.

-Vaya- dijo Harry.

-Ya sabes que a veces tiene un carácter...

-Sí, sí. Ya lo sé- dijo Harry, recordando todas las veces que Gryffindor había perdido puntos por capricho de Severus.

Claro, que comparados con los actuales caprichos de Severus, no le importaban tanto los puntos de Gryffindor.

...oooOOOooo...

-¿Verdad o atrevimiento?- preguntó Remus.

Había convencido hábilmente a Ron para que jugaran a ese juego adolescente, para pasar el rato hasta que sucediera la transformación. Ron ya había confesado unas cuantas cosas, y no le apetecía seguir. Era la sexta vez que perdía la partida.

-Atrevimiento- se atrevió a decir por fin.

-Como quieras. Entonces besame- contestó sencilamente Lupin.

Ron, un poco tembloroso, acercó su boca a la de Remus... hasta que sus labios se rozaron. Entonces, de repente, Remus le agarró del cuello y convirtió ese tímido contacto

en un beso apasionado y embriagador, que hizo a Ron sentirse el único en el mundo.

-Bueno, siguiente partida- dijo Lupin, intentando mantener un tono neutro de voz.

Ron se había quedado completamente fuera de órbita. Pero había otro detalle: incluso a pesar de la penumbra, la desnudez de Lupin le impedía ocultar cierto... alzamiento; aunque el hombre lobo mantenía una perfecta calma.

Así que volvieron a jugar, y Ron, cada vez más nervioso, volvió a perder.

-Oye, Remus...

-¿Sí, Ron?- preguntó Lupin mientras barajaba.

-¿Si vuelvo a decir atrevimiento me vas a volver a besar?

-Me parece que sí- contestó sinceramente el hombre lobo.

-Atrevimiento.

...oooOOOooo...

Severus volvió de sus gestiones en Londres a la hora de comer. Harry se alegró tanto de verle que empezó a preocuparse por el brutal estado de enamoramiento en el que se encontraba.

-Ya he arreglado la cuestión Malfoy- dijo Severus, pero no dijo cómo.

-¿Has hecho que parezca un accidente?- preguntó Siena.

-Por supuesto, madre- respondió con seriedad su hijo, mientras se servía patatas asadas.

Harry no sabía si hablaban en broma o en serio, así que, por si acaso, no preguntó.

-Esta mañana Harry ha estado posando muy bien. Ya he terminado el retrato.

-Ya sabes que me lo prometiste, madre... ¿cómo le has pintado?

-Leyendo. Me ha parecido que era la actitud que mejor reflejaba su expresión...

Harry y Severus se miraron. Los dos conocían la escasa afición del muchacho a la lectura, y estallaron en una carcajada compartida.

-Pero bueno, ¿qué pasa?- preguntó Siena.

...oooOOOooo...

Por la tarde, Severus y Harry volvieron a subir al coche de thestrals, y se dirigieron hacia las montañas que habían sobrevolado a la ida

-Harry- le dijo Severus, mientras guiaba a los caballos negros.

-¿Sí?

Entonces, el serio profesor de pociones dijo algo que Harry nunca hubiera esperado oír fuera de los arranques del dormitorio:

-Te he echado de menos esta mañana.