De repente, los expertos labios de Remus se convirtieron en unos afilados y amenazantes dientes...
Ron, asustado, se separó del lobo. Pero este no le atacaba: se limitaba a mirarle con un interés feroz.
El pelirrojo se dio cuenta de que, cada vez, la transformación en lobo de Remus era diferente, menos animal. La bestia que tenía delante tenía bastantes semejanzas con los humanos. Pero Ron percibió que su mirada era aún muy distinta a la de Sirius, y se puso a la defensiva
Se llevó una mano al cinturón, donde tenía todas las armas necesarias para defenderse del lobo, y este bufó amenazador. Ya se había dado cuenta de dónde estaban las armas defensivas del pelirrojo, y no le iba a poner fácil que las utilizara. Ron sentía la intensa mirada de la bestia, dispuesta a atacarle en cualquier momento, y creía distinguir en su mirada cierto brillo...
Antes de que pudiera darse cuenta, el lobo se había arrojado sobre Ron, tirándolo al suelo, inmovilizando inteligentemente sus brazos con las patas delanteras, y se disponía a arrancarle las orejas de un mordisco, como aperitivo. Pero, en ese instante, Ron oyó como las pequeñas esferas que contenía el cinturón, al caer contra el suelo bruscamente, se rompían, librando una nube de gas.
El lobo agitó la cabeza, desconcertado, antes de perder la mirada, relajar la presión de sus zarpas, y caer al suelo, narcotizado. Inmediatamente después, Ron perdió también el conocimiento.
...oooOOOooo...
Mientras, en un coche tirado por thestrals...
-Te voy a enseñar el sitio donde mi abuelo nos llevaba a jugar, a todos sus nietos, cuando éramos pequeños, hace ya de esto mucho tiempo- dijo Severus-. Yo recibí mi nombre de él.
-¿Era el padre de Siena?- preguntó Harry.
-Así es-, contestó el profesor, y por un instante se ensombreció su mirada.
-¿Os llevaba a jugar a todos los nietos? ¿Cuántos érais?- le interrogó Harry, sintiendo la misma envidia que le daban la tribu de los Weasley.
-Pues un montón... Severus tuvo muchos hijos, y todos ellos tuvieron bastante descendencia también, excepto mi madre, que sólo me tuvo a mí.
-Qué suerte... un montón de chicos de tu edad.
-¿Tú también tienes un primo, no?- le preguntó Severus. Harry se dio cuenta de que nunca habían hablado de su familia.
-Sí, vivo con él. Pero no nos llevamos bien. Es aún peor que con Draco.
Severus sonrió al ver fruncirse el ceño del chico, sólo de acordarse de Dudley.
-Pues yo me llevaba muy bien con algunos de mis primos... lo pasábamos en grande cuando veníamos aquí- el coche volador seguía recorriendo las montañas.- Pero también había algunos con los que no tenía nada en común, claro. Algunos se parecían un poco a Malfoy, ahora que lo mencionas. Casi todos esos terminaron siendo mortífagos.
-Pero... tú estabas en el otro grupo, ¿no?- preguntó Harry.
-Ya sé lo que vas a preguntarme. Sí, yo me levaba muy bien con los hijos de mi tía Silva, por ejemplo, o de mi tío Sandro. Ninguno de ellos pasó nunca al lado oscuro, es más, algunos fueron aurores... pero a mí no se me dio esa oportunidad.
Harry volvió a ver apagarse los ojos de Severus.
-Cuando Voldemort empezó a cobrar poder, la parte de la familia de mi madre que no estaba de acuerdo con él dejó de lado a los otros. Se dividieron: la gran familia de mi abuelo dejó de ser el gran círculo que conocíamos para convertirse en una red cada vez más complicada y difícil de entender. Y cada vez más rota.
Severus se interrumpió, con la voz quebrada.
-Mi abuelo se refugió en su casa, que ahora es de mi madre, junto con sus hijos Silvia y Sandro, y los hijos de estos. Los demás se alejaron, porque a Voldemort no le gustaba que sus seguidores estuvieran con quien no lo era.
-¿Y tu madre y tú? ¿dónde fuisteis?
-Mi padre, como puedes imaginar, fue de los primeros y más entusiastas partidarios de la nueva encarnación de lado oscuro. Pero mi madre estaba en contra de él. Ella, a pesar de todo, seguía amando a mi padre, y quería que los tres permaneciéramos juntos. Pero no fue posible.
Severus se quedó pensativo, mientras hacía aterrizar a los thestrals con habilidad. Ya en el suelo, le contó a Harry su historia.
-Una noche, Harry, sentí cómo mi padre me envolvía en una manta y me sacaba de casa. Yo tenía diez años, pero frente a mi padre, que era grande como un oso y muy irascible, era demasiado pequeño; y sobre todo, estaba demasiado asustado como para enfrentarme a él, así que me hice el dormido. El debía de haber narcotizado a mi madre, porque ella no se dio cuenta de nada. Al día siguiente, cuando despertó, mi padre y yo ya estábamos en Albania.
Harry pensó en lo horrible que eso debió ser para Siena.
-Mi abuelo, después de todo, era un hombre rico y poderoso, tanto en el mundo mágico como en el muggle. Nos estuvieron buscando por todo el mundo, sin éxito: Voldemort protegía bien sus escondrijos.
-Quieres decir que...
-Sí. Pasé diez largos años en el castillo de Albania, junto con el grupo de mortífagos más cercanos a Voldemort. Pero en mi cabeza nunca dejaba de pensar en mi madre, aunque no se lo podía decir ni siquiera a mi padre, que cada día se volvía más violento y más extraño. Según pasaba el tiempo, nos iban llegando noticias terribles: el brutal asesinato de mi abuelo y de Sandro, las terribles muertes de muchos de mis primos, los únicos amigos que había tenido... Voldemort los recibía con una carcajada que resonaba en todas las bóvedas, y entonces hacía una fiesta con carne cruda de palomas blancas y espeso vino negro. Y yo tenía que comer, que beber esa sustancia que te llenaba la mente de pesadillas, y que reírme como los demás, sin encontrar nunca un momento ni un rincón para dejar que las lágrimas me limpiaran de todo aquello.
Harry sintió un temblor. Pasar diez años, siendo aún un niño, rodeado de mortífagos, sufriendo toda clase de pruebas, torturas y crueldades... Eso sí que era peor que los Dursley.
-¿Y cómo volviste a Inglaterra? ¿Cuándo encontraste de nuevo a Siena?
-A los diecisiete años, ya completada mi formación de mortífago y recibida la marca, se me ocurrió un plan. Yo sabía que era imposible escapar de aquel castillo, que conocía perfectamente, así que mi única posibilidad de escapar de allí fue convencer gradualmente a Voldemort de lo conveniente que sería tener un espía en el mundo mágico, y que yo era la persona adecuada. Y tuve suerte, aunque tardé tres años en convencerle: al cabo de un tiempo, se creía incluso que la idea había sido suya. Pensaba que me acabaría enviando al ministerio de magia, o algo así, pero un día se me comunicó que iba a realizar una entrevista con un tal Dumbledore para el puesto de ayudante en la asignatura de pociones- Severus sonrió con cierta nostalgia-. Así que fui a Hogsmeade, pueblo que sólo recordaba brevemente de algunos paseos de la infancia con mi abuelo.
Harry le miraba, admirando su rostro, en el que se reflejaban por fin todas las emociones que le estaba transmitiendo al muchacho.
-No te puedes imaginar lo que ese viaje significó para mí. Salir del castillo, cuyo aire estaba viciado y siempre atravesado por algún grito o sollozo, y sentir el aire en mi cara, volar, viajar, ver otros países... retornar a los lugares de mi infancia... mientras caminaba por Hogsmeade, y veía los niños jugando, las tiendas, las personas saludarse amablemente, simplemente no me lo podía creer. Había pasado mi vida en un lugar de oscuridad, sufrimiento y dolor totales.
Harry sabía que ni siquiera podría imaginar la vida cotidiana con Voldemort.
-Y entonces conocí a Dumbledore. Habíamos quedado en una de las tabernas. Simplemente estar allí, hablando con él, y verle sonreír, me parecía una escena irreal, era tan diferente de todas las personas a las que yo estaba acostumbrado... Me recordaba a mi abuelo.
-Y te aceptó como profesor...
-Fue algo más que eso. No sé cómo lo hizo, pero me miró profundamente, y en seguida lo supo todo sobre mí. Yo le estaba contando mi historia preparada acerca de unos años de experiencia como aprendiz de pociones en Turquía, con un nombre inventado, por supuesto, pero todo ese pasado falso no parecía importarle mucho. Al cabo de un rato, me dijo que le gustaría hacerme una prueba práctica en los laboratorios del castillo. Nos dirigimos hacia allá, y mientras me pedía que realizara varias pociones, me observaba y me hacía preguntas sobre las cosas que me gustaban. Yo sólo pude responderle con los recuerdos de mi infancia, los únicos que tenía, y él acabó de entender.
"Ya sé quién eres, Severus. Tu abuelo, que descansa en paz, me pidió ayuda para buscarte en muchas ocasiones, pero nunca conseguimos encontrarte. Por eso pensábamos que tu padre te había llevado directamente con Voldemort. Has pasado allí diez años, y ahora vuelves, con una identidad falsa, para ser un espía. ¿Es eso cierto?"
Me quedé helado. El miedo a las represalias de Voldemort era paralizante, total. Sentía una gran necesidad de confiarme a Albus, de contárselo todo, pero no podía. Había visto demasiadas veces, y demasiado de cerca, lo que pasaba con los traidores.
"Por cierto, te he traído aquí porque este castillo es el lugar más seguro de la tierra. Puedes hablar sin miedo"
Me fui calmando. Después de todo, yo sabía los grandes problemas que tenía Voldemort para conseguir informaciones acerca de Dumbledore, así que me di cuenta de que, efectivamente, en ese castillo estaba a salvo... Esa sensación fue la más maravillosa que he tenido en mi vida.
Sentí que mi corazón se liberaba de un gran peso, y creo que no pude evitar echarme a llorar. Dumbledore vino hacia mí, y su simple cercanía fue reconfortante. Le pregunté que si era capaz de hacer legeremancia, y me contestó que sí.
"Entonces le agradecería que lo leyera en mi mente. Me temo que sea demasiado difícil para mí tener que contarlo todo..."
"Por hoy no será necesario, Severus. Ya he visto en ti todo lo que necesitaba ver. Te pido que aceptes mi protección."
Era la primera vez en mi vida que podía derrumbarme, y lo hice. Los restos de miedo se disipaban con la mirada tranquila y segura de Albus. Y por primera vez sentí que había cosas por las que merecía la pena seguir viviendo. Le pregunté a Dumbledore por mi madre.
"Tu madre está bien, podrás verla dentro de muy poco. Pero ahora tienes que dormir, ¿de acuerdo? No querrás que te vea en este estado."
Entonces me di cuenta del aspecto miserable que ofrecía. Estaba demacrado, convertido sólo en un puñado de piel transparente y huesos pelados, y mis ojos eran espejos de todos los horrores de la casa de Voldemort.
"Comunícate con quien tengas que hacerlo, y diles que has sido aceptado, y que a partir de ahora vivirás aquí. Luego ven al comedor, es esa sala grande que hemos visto al pasar, en el piso de abajo. Por cierto...
¿Qué quieres de cena?
Harry se rió. Mira que preguntar cosas así en los momentos trascendentes... típico de Dumbledore.
Severus le cogió entre sus brazos y lo apretó con fuerza.
...oooOOOooo...
Ron se despertó, pero no estaba en las habitaciones oscuras y acolchadas, sino en la cómoda cama del piso de abajo. Remus debía haberle traído. Se puso en pie, y lo llamó.
-¡Hola, Ron! ¿qué tal has dormido?- dijo con un poco de malicia.
Remus vestía una túnica oscura de aspecto árabe, que le daba un aire exótico muy seductor.
-Hummm... me tomaría un café, creo.
-Ya me había tomado la libertad de preparartelo...- dijo Remus mientras le acercaba una taza aromática y humeante.
-Buff... gracias.
Los dos bebieron en silencio durante un tiempo. Ron no pudo evitar darse cuenta de que a través del cuello de la túnica se veía gran parte del pecho de Remus. Extrañamente, eso era aún más insinuante que verlo desnudo del todo.
-Ron, ¿qué tal te va con el lobo? Espero que no esté resultando demasiado duro.
Ron se lo pensó un momento.
-Cada vez es más humano, ¿sabes?. Y más inteligente.
-Debe de ser por eso que esta vez conservo un vago recuerdo... te estaba sujetando con los brazos...
-Sí. Y no eran brazos, sino patas. Menos mal que el cinturón ese tiene un montón de trucos...
-Me fío bastante de la doctora Oldoil, como comprenderás. Nunca te hubiera puesto en peligro. Pero tampoco podía confiar en cualquiera para vigilarme.
-¿Quieres decir que me elegiste a mí por ser valiente?
Remus asintió con la cabeza, llenando a Ron de orgullo.
-Por haber resuelto muchas situaciones. Aunque no lo parezca, muchos nos damos cuenta de que Harry no lo hace todo solo.
Ron se ruborizó un poco ante ese comentario. El no podía compararse con harry...
-Bueno, ¿qué hacemos hoy? Nos quedan casi cinco horas.
-Pues... me preguntaba sí...
Los ojos del pelirrojo se encontraron con los del profesor, que lo miraban fijamente.
Ron tragó saliva para atreverse a preguntar:
-¿Tienes una baraja?
69 reviews... jejeje... qué número más apropiado.
Lilith, NiEa, Nevichi, OlgaxTom y Amazona: Me alegro de que os guste la historia de Ron, creo que es bastante tierna, y que la dualidad bestia-hombre queda más resaltada cuanto más delicado y sensible sea el hombre... ;P
Hay una historia preciosa de Ron y Remus escrita por Incantatem, se llama "Té, menta y chocolate". Muestra todo lo que estos dos personajes tienen en común.
Anna Potter y Dany Black: muchas gracias por el comentario... ya saben que así va todo más rápido porque me emociono.
DianaLily Potter: Me refiero al fic llamado "El profesor Potter". En el cap. 1 se explica cómo hacer.
Bueno, pues "69" (jijiji...)...
...besoSalamanders.
