Remus no fue a buscar la baraja.

Lentamente, se acercó a Ron y se sentó muy cerca de él. Le miró durante un intenso instante, y luego acercó su rostro al del muchacho, rozándole las mejillas con las suyas.

Una parte de Ron no esperaba esta caricia, pero otra, no se sabe cual, sí lo hacía. El pelirrojo cerró los ojos para sentir con más intensidad el tacto de la piel de ese rostro.

Entonces sintió unos labios templados y carnosos sobre los suyos, simplemente posados en ellos. Remus se dio cuenta de que los del muchacho temblaban ligeramente ante ese escaso contacto...

Fue Ron quien empezó el beso, para la sorpresa de Remus, y hundió su lengua en la boca del otro hombre con una prisa húmeda. Lupin, goloso, respondió enroscando su lengua en la de Ron. Los labios fluían y se enganchaban y buscaban un idioma hecho de intercambios, de mensajes del tacto y del gusto, de roces y de sutiles cambios de ritmo.

La ropa iba desapareciendo sola. Es lo que tienen la serie "magic" de Kenzo: la inteligencia suficiente para saber cuándo molesta. Remus no se acababa de creer que tenía Ron entre sus brazos, con todas las venas del cuerpo a punto de florecer. Era tan ese cuerpo tan sabiamente modelado por el Quidditch, bendito deporte... tan fuerte, tan valiente... pero al mismo tiempo tenía ese sentido del humor que le derretía como un pedazo de chocolate Leonidas con setenta por ciento de cacao...

Ron se sorprendió al notar lo suave y fina que era la piel de Remus, mucho más delicada que la mayor parte de las chicas con las que había estado... bueno, que las tres, en realidad. Sin embargo, y a pesar de no tener ni un vello superfluo, su cuerpo no tenía nada de femenino. Era un torso clásico, como recién desenterrado en alguna playa griega... pero olía a vida, tenía los colores del presente, y, sobre todo, se movía con un ritmo casi del futuro.

"Es tan diferente..." pensaba Ron, "ahora entiendo un poco más a Harry...", cogitaba débilmente mientras su mente era arrastrada por una oleada de sensaciones nuevas. Pero no era totalmente cierto.

Ahora entendía un poco más de Remus.

...oooOOOooo...

-Dejemos de hablar de cosas tristes. Hemos venido para que veas esto.

Severus condujo a Harry hasta un profundo cañón en la montaña. Las rocas estaban cortadas a pico, y abajo, muy abajo, podía verse un valle con un riachuelo. Daba vértigo asomarse al final de la pared rocosa.

-Esto es un juego que mi abuelo construyó para todos sus nietos... aunque supongo de vez en cuando, los pájaros se dan un buen susto.

Harry no sabía de qué le estaba hablando Severus... ¿un juego? Pero allí no había nada. Bueno... al menos no se VEIA nada, corrigió Harry, que poco a poco se iba acostumbrando a la manera de pensar de los magos.

Severus, con un gesto continuo que dejó a Harry embobado por su elegancia, se quitó la capa y la arrojó al abismo. En un punto determinado, la capa dejó de caer, se elevó como si rebotara, volvió a caer, rebotó un par de veces más, débilmente, y luego se quedó quieta, en medio del aire.

-¿Hay... una especie de tela mágica?- aventuró Harry.

-¡Mostra res!- pronunció Severus por toda respuesta.

Progresivamente, fue apareciendo en el aire el dibujo de una gran red plateada, como una gran tela de araña.

-Bien, bien... no parece dañada-, comprobó Severus-.

Es una red elástica. Y es muy divertida, por lo que recuerdo. Hace mucho tiempo que no...

-¡Pues ya va siendo hora!- exclamó Harry, al mismo tiempo que agarraba a Severus por el brazo, y lo arrastraba hacia la red.

Severus parecía desconcertado. En un primer momento, no sabía bien qué hacer. Harry, encantado, daba vueltas y más vueltas en el aire.

-¡Venga! ¡Persígueme!

Al instante siguiente, los dos saltaban como locos, entre carcajadas, empujándose el uno al otro, dejándose caer, confiando en la invisible y deliciosa tensión de la red.

...oooOOOooo...

Una gata atigrada ronroneaba como un pequeño motor entre los brazos de una chica más despeinada de lo habitual, que le acariciaba la barriga y el cuello.

-Oye, ¿cómo crees que les estará yendo a esos dos?

Hubo un maullido que venía a significar "no me hagas volver a transformarme ahora para charlar, luego hablaremos", y luego la gata siguió dejándose mimar.

-Bueno, como quieras... la verdad es que estoy intrigada... Espero que por fin se hayan dado cuenta de que son el uno para el otro.

Mac Gonagall volvió a maullar, protestando un poco.

-Sí, bueno, con una pequeña ayuda de sus amigos...- rectificó Hermione.

...oooOOOooo...

-"What would you do if I sang out of tune..."

Harry se distrajo, perdió un bote, y el equilibrio. Alguien se había puesto a cantar desde el acantilado, alguien que, efectivamente, desafinaba un poquito. Pero Severus ya se había dado cuenta y, con un par de hábiles saltos, salió de la red y llegó hasta la hierba.

-"...send me your ears, and I'll give you a song, I will try not to sing out of key..."

Severus interrumpió a Dumbledore:

-De acuerdo, de acuerdo, ya vemos a dónde quieres llegar, querido director.

-¿Un par de saltos, profesor Dumbledore?- le gritó Harry desde la red.

-Oh, no, no, gracias, Harry. Mucho me temo que he tomado demasiadas gummibayas, de esas azules que te vuelven más elástico de lo normal. Corro el riesgo de no dejar de rebotar nunca en la vida, ya sabes...

-¿A qué debo el honor de tu visita?- preguntó Severus, un poco molesto de que le hubiera descubierto haciendo el tonto. Por supuesto que se lo debía todo a Dumbledore, pero empezaba a estar un poco harto de que el director tuviera que saberlo todo de todos (y especialmente de algunos), y, sobre todo, de que, a veces, tuviera que intervenir.

-Oh, ya sabes que estuve observando mucho a Harry para tratar de descubrir qué canastos le estaba ocurriendo. No es que me guste adoptar mi forma de animago...

"Sí sí, viejo pillín, como si fueras el único que puede saber cosas de los demás... ¿te crees que la gente no sospecha nada de tu lío con fawkes cuando se entera de que tu forma animal es una fénix "hembra"?" se permitió pensar Severus. "Eso sí que debe de ser un sexo "ardiente".

-...así que me alegro de lo bien que ha salido todo. Estoy exultante de alegría de ver juntos a mis dos cachorritos preferidos, a mis dos supervivientes, a mis dos héroes...

-Por Merlín, Dumbledore... detente o acabaremos igual que Lockhart.

-¿Quién...? Ahh, aquel... sí. Sólo lo contraté para que Harry supiera lo terrible que puede llegar a ser la fama...

Pero he venido para felicitarte, Severus. Lo que hiciste con Narcissa fue sencillamente genial. Hacer que se enamorara de su propio hijo, y este de ella... los dos están encantadores y desconocidos. Sólo espero que no puedan procrear- murmuró el director, súbitamente preocupado.

-No pensarás que iba a olvidarme de semejante detalle... no, no podría soportar a otro Malfoy como alumno, te lo aseguro. La verdad es que fue muy fácil hacer que cayeran: lo que vi en su interior estaba ya muy cerca de la pasión.

-En cualquier caso, Severus, fue una solución brillante. Nadie herido, nadie triste, todos felices... lo que no sabía yo es que tuvieras semejante dominio de los conjuros amorosos... ¿quieres un guirlache?

Severus sonrió, contento de haber decidido imitar al director en algunos de sus procedimientos.

Harry rebotaba feliz.