Ya de vuelta en la casa de los Snape, Severus y Harry estaban dándose un gran baño de burbujas. Conversaban acerca de los planes de futuro de Severus.

-¿La verdad es que sería estupendo... así no tendría que ponerme celoso de los otros alumnos porque no existirían- confesó Harry.

-Entonces, decidido. Quería consultarlo contigo, de todas formas, pero no sabes las ganas que tengo de dejar de dar clase de pociones... es malísimo para mi pelo.

Harry cogió una esfera de espuma y sopló sobre ella, haciéndole un agujero del que salieron pequeñas burbujas voladoras. Le encantaba jugar con el jabón.

-¿Y qué tienes pensado hacer?

-Tengo una oferta muy bien pagada de una casa de cosméticos muggle, cuyos dueños son padres de magos, y por eso conocen nuestro mundo. Sería una oportunidad muy interesante de conocer su química. Aún no lo tengo decidido. Por cierto, Dumbledore ya tiene muy claro quien me va a sustituir al frente de la clase, si ella quiere...

-¿Ella? ¿La conozco yo?- dijo Harry con un tono de sospecha.

-Sí, es la señorita Granger.

Hary lo pensó un momento.

-Supongo que aceptará... ahora que se lleva tan bien con Mac Gonagall- dijo inocentemente.

Una sonrisa imperceptible surcó el rostro de Severus.

Entonces Harry se dio cuenta de otra cosa:

Demonios... te podrías haber decidido un año antes, ¿sabes? Ella nunca me hubiera suspendido.

-Sí, pero entonces nada de esto hubiera pasado...

-Ah, entonces cambio por completo de opinión... suspéndame todo lo que necesite si es a cambio de su cuerpo, profesor Snape.

Severus le hizo una aguadilla a Harry, cariñosamente, pero casi le ahoga. A veces no controlaba su gran fuerza. El chico de ojos verdes salió resoplando, y se fijó de pronto en algo que colgaba del cuello de su profesor.

-Oye, ¿eso que llevas ahí es un giratiempo?

-Sí. Lo necesito a menudo en el colegio. Imagínate: tengo catorce grupos de clase, dos de cada curso, y con cada uno de ellos, dos sesiones de dos horas. ¿Te crees que todo eso cabe de lunes a viernes?

-Ya... estaba pensando...

Los ojos de Harry brillaban con una luminosidad peculiar.

-¿Me... me lo prestas?

Severus le miró, intentando adivinar sus intenciones.

-Qué peligro tienes, Harry...

-Confía en mí...- pidió el muchacho.

Severus le miró. Lentamente, se quitó el giratiempo del cuello y se lo puso a Harry, que ya no jugaba con la espuma. El chico aprovechó este acercamiento para abrazar fuertemente a Severus, mientras las burbujas de la bañera les ponían cada milímetro de piel sobre aviso.

Un segundo después, apareció en la habitación, completamente desnudo y mojado, otro Harry Potter...

con un giratiempo en la mano.

...oooOOOooo...

Ya habían pasado seis días del tratamiento de Remus, con resultados excelentes. La previsión de la doctora Oldoil resultó exacta: cada vez, el lobo en que se convertía Remus tenía unas características más humanas.

El chico pelirrojo y el elegante rubio subian las escaleras hacia el acolchado y protegido piso superior. Remus tenía cara de aburrimiento.

-No te preocupes, te quedan ya muy pocas sesiones- le animó Ron-. Además, cuando hayas terminado este tratamiento, tendrás un gran placer añadido al de no tener que ser un lobo nunca más.

-¿Ah, sí? ¿Y cual será?- preguntó Remus, juguetón.

-Redecorar esta planta, por supuesto- contestó Ron con seriedad.

Remus sonrió para sus adentros. Ron se había pasado la semana hojeando las revistas de interiorismo, descubriendo ese apasionante mundo, y estaba cada vez menos decidido a ser auror cuando terminara la escuela...

Llevaron a cabo el ritual ya conocido. Ron se puso el cinturón, aunque cada vez le hacía menos falta, y Remus se desnudó para tomarse la poción. Al cabo de un rato, se transformó...

Pero aquello no era un lobo. Es decir, estaba mucho más cerca del hombre que del lobo. Ron le miró a los ojos, y por primera vez creyó reconocer la mirada de su amigo.

-¿Remus?- preguntó, con cautela.

El animal emitió un tierno gruñido y asintió con la cabeza.

Ron acercó una mano lentamente, y la posó sobre su ya escaso pelaje. Sólo lo conservaba allí donde un humano peludo lo tiene, pero en vez de ser gruesas y ásperas cerdas se trataba de un vello dorado y suave. Sus músculos eran alargados, y su cabeza, con las orejas en punta y los colmillos largos, era casi la de Remus.

El lobo-humano posó con delicadeza su zarpa-mano en el hombro de Ron, acariciándolo delicadamente, en lo que era toda una invitación a la zoofilia.

...oooOOOooo...

Severus se quedó un poco sorprendido: había dos chicos iguales en la habitación, pero Harry no había utilizado el giratiempo aún... entonces comprendió. El segundo Harry había venido desde un futuro cercano, utilizando el giratiempo, con algún motivo.

-Severus, este es mi regalo para felicitarte por tu decisión... bueno, nuestro regalo.

El segundo Harry entró en la bañera, con una mirada golosa al cuerpo de Severus, y los dos chicos iguales empezaron a atacar sin piedad a su ex profesor. Uno de ellos se sumergió bajo el agua.

-He pensado que gracias al giratempo, que usaré dentro de un rato, podría desdoblarme... para darte el doble de placer...

Pero Severus no oía. Tenía una boca lamiendo su oreja y otra besándole los muslos bajo el agua, una mano acariciándole la espalda, otra la cintura, una más hundiéndose bajo su espalda, y una última agarrándole fuertemente la pierna... por no hablar de todas las demás superficies de contacto. Acababan de empezar a jugar y ya estaba al borde de la tormenta eléctrica.

Era un sufrimiento intolerable... exquisito... Severus se desintegraba como una perla en ácido... veinte dedos de buscador rozaban, presionaban, masajeaban o acariciaban veinte puntos estratégicos de su vulnerable piel, al mismo tiempo que millones de burbujas estallaban al contacto con ella. Esas manos... imposibles de controlar... y esas lenguas, más húmedas que el agua...

Sentía que se le iba a fundir el cerebro. No podía evitar que los gemidos se escaparan de su boca: es más, parecía que los dos competitivos Gryffindor que le acosaban estaban haciendo una especie de competición por ver cual de los dos conseguía más gemidos de Severus. Su pobre miembro, ya doloroso, del que nadie se ocupaba, acusaba el impacto de cada burbuja como si fuera una granada de mano.

Entonces los dos Harrys se miraron, con total complicidad, y decidieron que ya era hora de empezar con la acción. Cogieron aire exactamente al mismo tiempo, como si fueran la misma persona, y bucearon hasta encontrar un tesoro en las profundidades, que besaron cada uno por un lado. Sus lenguas competían y se entremezclaban, presionando y modelando bajo el agua la carne expectante de Severus, haciéndole temblar de anticipación. De nuevo, cuatro manos se desplegaron por todo su cuerpo, como arañas húmedas, decididas a buscar los huecos más sensibles de su piel. Y las burbujas...

Al cabo de un largo rato, los dos Harrys salieron del agua, buscando el aire. Severus no podía creer sus ojos: dos espléndidos chicos, de idéntica mirada verde cielo (sí, el cielo era verde para Severus en ese momento), con el cabello insinuantemente empapado, y goteando perlas de espuma, competían por darle placer.

Cada uno se colocó a un lado de Severus. Con un ritmo perfectamente sincronizado, empezaron a lamerle en cuello, uno por la izquierda y el otro por la derecha, mientras que, bajo el agua, sus manos rozaban y sobrevolaban la zona urgente del mago de ojos negros. Esos contactos leves e imprecisos le estaban excitando más que nada, pero en ese momento, excitarse más aún podría sobrecargarle hasta el infinito; ya llevaba un rato necesitando una presión un poco más intensa y duradera... Severus Snape nunca antes había suplicado en ese tono:

-Por favor...

Como si se tratara de una orden, dos dedos de dos manos diferentes se introdujeron dentro de Severus bajo el agua, moviéndose en direcciones opuestas. El golpe de placer fue tan intenso que se le nublaron los ojos: al mismo tiempo, las dos bocas volvieron a encontrarse bajo el agua, y a ocuparse del centro de Severus, esta vez con más intensidad, con más prisa... La cabeza de Severus daba vueltas... no se puede disfrutar tanto sin sentir vértigo... el final era inminente... un segundo más, sólo un segundo más...

Pero, de repente, Severus sintió cómo le aferraban cuatro fuertes brazos, y le giraban dentro del agua. Sin siquiera tener tiempo de pensarlo, se encontró empalado entre dos Harrys, uno que le llenaba y otro que le ceñía. La plenitud. Los tres se oyeron gemir simplemente por encontrarse en esa postura, inmóviles, y la saborearon hasta que no fue posible soportar más la ausencia de movimiento: fue Severus quien perdió el control y empezó a marcar el ritmo, fogosamente, entre miles de burbujas, hasta provocar un estallido inevitable y triple.

No hacía falta hablar. Llevaban un rato descansando, ya fuera del agua, cuando uno de los Harrys, con un guiño de ojos, le dio una vuelta a su giratiempo y desapareció. El otro se acercó a Severus, le devolvió su colgante, y se frotó amorosamente contra él.

-Harry, muchísimas gracias... ha sido una de las experiencias más intensas de mi vida...- dijo un Severus aún con la mirada borrosa de quien ha visto el placer abierto en canal.

Harry, más feliz que en su vida por haber conseguido hacer disfrutara así a su amante, no hizo otra cosa que apelotonarse aún más contra él.

...oooOOOooo...

Ron Weasley yacía junto al cuerpo desnudo de Remus Lupin. Los dos se habían dejado caer al suelo, agotados tras la relación sexual más intensa de sus vidas. Ron tenía el cuerpo lleno de rasguños, pero le daba completamente igual, porque su cabeza estaba igualmente llena de serotoninas liberadas, que le embalsamaban de felicidad.

-Remus...

-¿Ron?

-Ya sé que te va a sonar precipitado, pero ¿Quieres casarte conmigo?

...oooOOOooo...

Dos días después, los tres amigos de Gryffindor volvieron a encontrarse en Hogwarts. Hermione preguntó a sus amigos qué tal les había ido.

-Bueno... no muy mal- dijo Ron, poniéndose colorado. Les contó el tratamiento al que se había sometido Remus, pero no al que se había sometido él...

Luego fue el turno de Harry. Este, al contrario que Ron, se decidió a confesar a sus amigos su felicidad y su amor por Snape. Extrañamente, Ron no hizo ningún comentario...

Entonces Hermione les explicó que iba a ser la próxima profesora de pociones, y no sólo eso...

-Además, creo que estoy embarazada.

Los dos chicos la abrazaron impetuosamente y se pusieron a dar gritos de alegría.

-¿Y quién es el padre?- preguntó Ron.

-Pues... la verdad es que es Minerva- declaró sencillamente Hermione.

Ron palideció.

-¿cómo?

-Pues eso. Llevamos cierto tiempo juntas, y nuestro amor se ha convertido en un futuro bebé.

Ron tragó saliva. Tardó un buen rato en asimilar la noticia, intentando dominar las imágenes que llenaban su cabeza.

-No me digas que entre magas es posible...

-¡Y entre magos también! ¿Es que no estudias nunca?- rió Harry.

Ron Weasley se desmayó. Venía de una familia demasiado conservadora.

...oooOOOooo...

Aquella misma noche, en el dormitorio de Snape, Harry le contaba las noticias de Hermione y Mac Gonagall.

-Por la Dama del Lago, van a llenar el colegio de gatitas sabihondas... me escapo en el momento justo- dijo Snape. Pero Harry adivinó un tono de tristeza en su voz.

Llamaron a la puerta, con el soniquete del final de "Hey Jude". No podía ser otro que...

-¡Dumbledore! ¡Qué agradable sorpresa!- le recibió Severus.

-Hola Severus, hola Harry... cómo me alegro de que ya no seáis profesor y alumno, porque en ese caso os tendría que haber construido un pasadizo secreto. Pero así, Harry puede venir cuando quiera.

Harry enrojeció. La sola idea de que su vida privada fuera tan familiar para Dumbledore le hacía sentirse tímido.

-Bueno, Sevrus, he venido para hacerte una proposición... pero no te preocupes, Harry, no es nada indecente...

Hasta las orejas se ruborizó el chico. Pero Severus permanecía imperturbable, con una vaga mueca de fastidio.

-No me hagáis caso, por favor... qué tonto soy. Bueno, Severus, sin más rodeos: ¿Te gustaría ocupar la cátedra de Defensa contra las Artes Oscuras'

-Lo pensaré, Albus, muchas gracias... ¿Algo más?- respondió Severus.

-Sí, la verdad es que sí... qué bien que estés aquí, Harry. La otra cosa es que me gustaría contar contigo como profesor de vuelo, a media jornada, mientras completas tus estudios. ¿Qué te parece?

-Vaya... muchísimas gracias, profesor Dumbledore. Pero creo que yo también necesito... pensarlo.

-Bien, bien... me parece bien. Bueno, muchachos, ya me marcho. Buenas noches...

Y se fue.

-Me ha llamado muchacho- gruó Snape-... Claro, que para él lo soy. ¿Sabes que en realidad tiene 370 años?

-Qué coqueto... quitándose años- dijo Harry, muy serio.

Snape estalló en una carcajada.

-Eres terrible, ¿sabes?

-Síiiii....- susurró Harry, agazapándose bajo él-. Por cierto, ¿Qué vas a hacer con la oferta de Dumbledore?- preguntó el chico.

-¿Por qué quieres saberlo?- respondió Snape.

-Para saber qué hacer yo- dijo llanamente el chico de ojos verdes.

Severus le miró un segundo.

-¿Lo dices en serio?

-¿No te das cuenta de que voy muy en serio contigo?- dijo mimosamente el chico.

Todo el cuerpo de Snape fue sacudido por una especie de descarga eléctrica, como si hasta ese momento en concreto no se hubiera querido creer el amor de Harry, y pensara que se trataba de un error, de algo que no debería estar pasando... Y de repente se dio cuenta de que era así.

-Harry, tengo que confesarte una cosa- le dijo cabizbajo.

El chico se dio cuenta de que su tono era serio, y dejó de retozar. Se sentó a su lado para escucharle.

-¿Te acuerdas de cuándo empezaste a sentirte atraído por mí?

-Pues... a mediados de tercero, ¿por qué?

Snape dio un brinco en su asiento.

-¿De verdad? Harry, piénsalo bien, es muy importante...

-Lo tengo muy claro, Severus. Han sido muchos años de pasarme tus clases mirándote las manos, la boca, las cejas, el perfil...- Harry iba recorriendo con sus dedos esas zonas mientras hablaba-. Mucho tiempo sin ser capaz de escuchar en pociones, con la cabeza en las nubes. Por eso era tan malo, no te creas que soy tan tonto. Pero reconozco que me costó un poco reconocerlo, aceptarlo. Me daba mucha rabia que me atrajeras de semejante manera... necesité un pequeño empujón.

-...pues ese empujón te lo di yo... o mejor dicho, yo y Dumbledore. Un día le confesé lo que sentía por ti, supongo que necesitaba contárselo a alguien, y ya sabes que él siempre consigue que se lo diga todo. Me insinuó que él se encargaría. Así que me temo- la voz de Severus tembló, con miedo de la posible reacción de Harry-...me temo que es posible que te diera un filtro amoroso. Me mandó prepararlo, y yo lo hice. Supongo que te lo dio.

Harry pareció pensar un momento.

-Pues no veo nada de malo en eso... yo ya estaba loco por ti, y gracias a ese "empujón", palabra que por cierto me gusta mucho y me está dando ideas, ahora estamos juntos... y eso es lo mejor que me ha pasado nunca.

Severus se sintió profundamente aliviado. Le estaba empezando a pesar bastante la culpa. Atrajo a Harry hacia su cuerpo y le abrazó fuertemente.

Harry sonrió, malévolo. Si su amado ex profesor supiera que ERA EL quien le había hecho tomar cierta poción, hacía unos meses, con la ayuda de Dumbledore... "Pero bien está lo que bien acaba, por tanto, lo que acaba muy bien..."

...oooOOOooo...

Dumbledore destripaba caramelos mientras miraba en su pantalla privada de televisión imágenes de todas las habitaciones del castillo...bueno, al menos de aquellas en las que estaba sucediendo algo interesante. Se reía por lo bajo.

"Si ellos supieran que no existió ninguna poción en absoluto, que no hizo falta... jijijij... hay que ver lo complicado que es a veces emparejar a la gente..."

Levantó un caramelo hacia el retrato del abuelo de Severus, "A tu salud...", y este le devolvió el saludo, sonriendo.

...oooOOOooo...

-Por cierto... casi me haces olvidarlo... estoy tan bien enroscado a tu lado...- dijo Severus, deshaciendo su nudo con Harry-. Pero tengo una cosa muy importante que hacer.

Severus se levantó de la cama, majestuosamente. Harry gruñó, sin ninguna gana de separarse del cuerpo de su amado... pero este sonreía como ocultando información.

Al instante siguiente, había dos Severus, idénticos en todo.... Ambos miraban a Harry con una intensidad previa al deseo, pero también más fuerte que éste.

Uno de ellos, con su voz profunda y armoniosa, susurró sólo dos palabras muy cortas.

Harry, emocionado, supo que era la primera vez que Severus las pronunciaba en su vida.

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Saludos gigantes a Nevi, Anna Potter, Ni€a, Lilith, Diana-Lily Potter, Olga x TomFelton, Dany Black, Amazona verde, Anita Puelma, Ana Rickman, Kanoe Middlenight, niña y nunu ... tienen bastante parte de culpa de este fic.

Espero de verdad que se lo pasen ustedes la mitad de bien leyéndolos que yo al escribirlos...

...pero me doy cuenta de que cuando las historias están completas y llevan un tiempo colgadas, nadie deja ya reviews, quizá porque piensen que el autor no los lee, no sé... esto me pone un poco triste, es como si la historia ya no tuviera vida. Agradecería mucho que todos a quienes les haya gustado esta, sea cuando sea, me dejen un mensajito... (un beso para Peggy Cannon, no me sonrojaba tanto desde que Poppy alabó mis calcetines, como diría Albusito...)

Mil graciaSalamander.