Capítulo beteado por Yani y Flor. Infinitas gracias por toda su ayuda, chicas.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 2
Bella
Cuando Edward me pidió matrimonio imaginé que su progenitora se convertiría en una segunda madre para mí. En mi inocencia creía que las suegras eso venían siendo para las esposas de sus hijos, quizá en este mundo puede que sí exista una relación de esa forma, pero no en mi vida.
Esme desde un principio me dejó claro que entre más lejos estuviera de ella sería mejor. Sin embargo, ahora estoy rompiendo una de sus peticiones.
Respiré ruidosamente cuando bajé del coche y me encaminé hacia la entrada principal de la casa.
Presioné varias veces el timbre hasta que Esme abrió la puerta. No le causó ninguna alegría mi presencia puesto que hizo una mueca malencarada. La que usaba siempre cuando me veía, nada nuevo.
—Buenos días, Esme. —Me adentré en la estancia sin permiso.
Pocas veces había estado en su casa, ¿qué serían? Quizá tres o cuatro veces cuando mucho. Una casa normal, sencilla y sin nada ostentoso, esa era la residencia Cullen.
—¿Qué haces aquí? —inquirió rudamente—, no sabes que es de mala educación llegar a una casa sin ser invitado.
—No estoy por ninguna visita social —le aclaré—. Solo quiero saber, ¿por qué con mi hijo? ¿Por qué le dijiste que Edward nunca será su papá?
Ella elevó ambas cejas endureciendo más su semblante. Era una mujer fría, calculadora y manipuladora. ¿Cómo nadie podía darse cuenta?
—Porque es la verdad —verbalizó—. Los hijos de Edward son los que llevan su sangre y hasta donde sé, Ariel es la única, a menos que exista por ahí otro hijo que no haya sido reconocido.
No pude evitar sonreír mientras mi mandíbula se mantenía tensa.
Rosalie tenía razón; Esme era una bruja, o peor que eso, era el mismísimo diablo.
—Estarías feliz si llegara a salir otro hijo de Edward, ¿verdad? Porque así podrías restregarlo en mi cara como haces con tu nieta.
—No sabía que odiabas a Ariel —se atrevió a pronunciar palabras que nunca había dicho—, es bueno saberlo, porque si mi nieta sufre en esa casa será por tu culpa, porque no la quieres.
Cerré fuertemente los párpados un par de segundos y después la miré.
—No discutiré contigo. Solo te exijo que no vuelvas a decirle nada a mi hijo, no lo hagas si no quieres conocerme de verdad.
—¿Me estás amenazando? —Intentó acercarse, pero yo retrocedí—. ¿Cómo te atreves?
Crucé los brazos bajo mi pecho viendo cómo caminaba de un lado a otro completamente histérica mientras espetaba palabras ininteligibles.
—He querido que nos llevemos bien, de verdad quise intentarlo. Pero es imposible con una mujer como tú, si vuelves a molestar a mi hijo le diré a Edward y será él quien te ponga en tu lugar.
—No te atrevas a poner a Edward en contra mía, ¿escuchaste? No lo hagas.
Rodé los ojos.
—Entonces, ¡tú no te acerques a mi hijo! —advertí.
—Maldigo la hora en que Edward te conoció. Él estaba bien, a punto de reconciliarse con su esposa y tú tenías que aparecer. —Me miró con una mueca de asco—. Eres tan poca cosa, tan gris.
—Tu hijo no piensa lo mismo cuando estamos en la cama. —Sabía que era descender a su nivel y expresarme de una forma vulgar, sin embargo, parecía no existir otra manera de detener su verborrea contra mí.
Mi querida suegra abrió la boca y yo reí caminando hacia la puerta con ella pisando mis talones. Fue entonces que vi el Volvo plateado que sabía a quién pertenecía, volteé a mirar a Esme cuando Chelsea bajó de su flamante coche.
Con esa melena rubia despampanante y ese modo de caminar tan propio de ella, se acercó a nosotras, sin perder oportunidad de saludar de beso a Esme y de ser recibida como una diosa entre sus brazos.
Ellas parecían estar en su propio círculo de hipocresía.
—Llegas justo a tiempo, Chelsea —Esme se dirigió a ella con una sonrisa—, el café está listo.
—Gracias, suegra.
Mi boca se abrió. Ella dijo ¿qué?
La rubia no me dedicó ni una sola mirada, al contrario, siguieron hasta adentrarse cerrando la puerta en mi cara.
—Par de brujas —murmuré soportando las ganas de patear la puerta.
.
Llegué a la cafetería veinte minutos tarde de mi hora de entrada.
Harry, mi jefe, solo hizo una mueca al ver el reloj, dejándolo pasar, no obstante Rose apenas me vio y tiró de mi mano para envolverme en sus brazos.
Mi mejor amiga no dejaría pasar el verme de nuevo con ellos. Ella juró que después de casada no volvería a trabajar.
—Estás de vuelta —murmuró la rubia y luego se alejó un par de pasos para escudriñar mi cuerpo entero y sonreír—. Sí luces como recién casada.
Escuché las carcajadas de Jacob provenientes de la cocina. Era el cocinero y uno de mis mejores amigos junto a Rose, quien era la mesera del pequeño establecimiento.
Caminé detrás del mostrador y me puse frente a la computadora a esperar que los clientes pagaran sus cuentas. Era la cajera.
—Cuéntame todo. —Rose se sentó frente a mí en una de las sillas altas—. ¿Qué se siente estar casada?
Reí.
—Es increíble, Rose. De verdad me siento muy feliz y creo que a veces estoy flotando en el aire. —Traté de describir mis emociones aunque simplemente no existían palabras para hacerle sentir lo que estaba viviendo.
Ella exhaló con pesadez. Luego de unos minutos volvió a sonreír.
—Creo que Harry se tendrá que acostumbrar a tus constantes llegadas tardes —bromeó.
—Larga historia —murmuré—, fui a casa de Esme. Necesitaba ponerla en su sitio por meterse con Matt.
—¿Ahora qué hizo esa cretina?
—Olvídalo, no quiero que le saques los ojos cuando la veas. Solo te diré que llegó Chelsea ¿y qué crees? Le sigue llamando suegra, no te imaginas cómo se revolvió mi estómago al escucharla.
—¡Te lo dije! Te había dicho que esa mujer seguía encaprichada con tu esposo, pero no me quisiste creer. Yo no me equivoco cuando sospecho algo, y por supuesto que ella lo manipula con su hija, de mí te acuerdas si no.
Resoplé.
»Mira quién viene. —Señaló con su barbilla hacia afuera del local.
Mi corazón empezó a retumbar como loco al verlo, sonreí. Edward venía junto a su hermano Emmett como cada mañana.
—Hola —dije. Edward se acercó sonriente sentándose en el lugar que hacía minutos ocupaba Rose—. ¿Lo de siempre?
—No, nena —respondió—, ahora tengo un hambre voraz. Quiero un omelet, un café cargado y un cruasán, pero hecho por ti.
Sonreí cuando sus dedos juguetearon discretamente con mi alianza de matrimonio. En el restaurante teníamos prohibido las muestras de afecto hacia nuestros clientes.
—¿Y tú, Emmett?
El hermano de Edward no dejaba de ver hacia Rosalie y ella no paraba de dedicarle sonrisas y miradas indiscretas. ¿Qué pasaba aquí?
—Solo un café expreso, Bella —respondió sin mirarme y todavía concentrado en las curvas de la rubia.
—Iré a prepararte el almuerzo —le dije a Edward.
Edward
No despegué mis ojos del culo de Bella hasta que se perdió en la cocina y mi móvil vibró.
Era un mensaje de Chelsea:
¿Cómo le fue a la niña en su primer día de clases?
Respondí:
¿Por qué no le preguntas a Ariel? Ella tiene celular.
Bufé al mismo tiempo que apagaba el celular y lo dejaba sobre la encimera. Chelsea llevaba cerca de una hora haciendo todo tipo de preguntas, acordaba que debíamos hablarnos por el bienestar de Ariel, pero también deducía que era contraproducente porque eso le daba acceso libre para empezar con conversaciones que no eran apropiadas entre los dos.
Teníamos siete años divorciados oficialmente. Luego de pasar por infinidad de crisis matrimoniales y de asistir a terapia de pareja, no pude seguir con ella, sus celos enfermizos acabaron con el cariño que pude tenerle.
Llegué a creer que tras el divorcio nuestra situación tendría una mejora, fue un grave error suponer. Porque no sucedió sino que fue peor, ambos terminamos envueltos en situaciones legales y de pensión alimenticia donde ella salió ganando y quedándose con la custodia de la niña.
—¿Problemas? —indagó Emmett haciéndome salir de mis pensamientos.
—No sé qué pasa con Chelsea, pero créeme que me está enfadando.
—Te dije que se pondría peor después de tu matrimonio porque tu noviazgo con Bella solo fue un ensayo para ella. No es casualidad que te haya enviado a Ariel y ahora ella tenga carta abierta para entrar y salir de ahí.
—No permitiré que se meta con Bella —sentencié.
Mi esposa apareció con los platos de comida y la taza de café. Sabía que su intención era conversar conmigo, aunque ambos éramos conscientes que estaba en su trabajo y debía estar atenta a los comensales que estaban por pagar sus cuentas.
—¿Los cubiertos? —pregunté insinuante. Disfrutando de su hermoso rostro volverse carmesí al comprender de lo que hablaba.
La seguí cuando caminó hacia el fondo del lado derecho de la barra, ahí estaban los cubiertos y servilletas para los comensales.
La atrapé entre mis brazos mientras ella se mantenía de espaldas hacia mí y me acerqué a su cuello.
—Te extraño mucho —musitó fingiendo ordenar los cubiertos.
Suspiré hondamente llenando mi sistema de su delicioso olor, su fragancia a jazmines que era capaz de meterse en mis poros.
Di un paso hacia ella y me presioné contra su cuerpo. Haciéndole saber lo mucho que la extrañaba.
Era curioso que no tuviera suficiente de ella, a pesar de las pocas horas de sueño que lográbamos dormir después de largos maratones de sexo.
Dejé un beso en el cuello y su cuerpo se estremeció.
—Isabella —la llamó Harry con una expresión poco amigable—, tu lugar es detrás del mostrador.
Rechiné los dientes. Empezaba a odiar a su jefe.
Y antes de que se alejara sostuve su mano izquierda.
—No quiero que te preocupes por Matt —le dije—, iré por él a la hora de salida.
Sus ojos se ampliaron.
—¿Hablas en serio?
—No tengo por qué bromear, Bella. Sé cuán difícil te resulta usar tu hora de comida para ir por él, yo puedo hacerlo y llevarlo a casa.
Ella asintió cuando Harry volvió a pedirle que volviera a su lugar de trabajo. Había una fila de clientes malhumorados queriendo pagar.
Emmett rio cuando me volví a sentar a su lado y empecé a degustar mi almuerzo.
—No cabe duda que estás enamorado —mencionó.
—Lo estoy, completamente.
.
Ahí estaba él con su mochila sobre sus hombros y su mirada hacia todos lados en busca de Bella. Parecía desanimado y un poco asustado al no encontrar el coche de su joven madre.
Empecé a tamborilear los dedos en el volante esperando pacientemente mi turno en la larga fila de coches y cuando la van del trabajo estuvo frente a él, abrió la boca sorprendido.
—Matt. —Agité la mano en su dirección.
—Señor E —expresó con una enorme sonrisa.
—Sube —le dije abriendo la puerta del copiloto para él.
El niño con movimientos ágiles y con gesto de asombro se subió al asiento y cerró fuertemente la puerta sacudiendo la mano hacia algunos niños que lo observaban desconcertados, supuse que eran sus amigos.
—¿Y mamá? Ella siempre viene por mí.
—Bueno, quizá de ahora en adelante lo haré yo. Tu mamá tenía que usar su hora de comida para venir por ti, así que no será necesario dejarla sin comer cuando puedo hacerlo yo y ayudar. ¿Te molesta?
El chico negó con la cabeza mientras se aferraba a su mochila que estaba en su regazo.
—¿Por qué vino en su van? —preguntó asomando la cabeza hacia la parte trasera que estaba llena de materiales y herramientas.
Rasqué la cabeza.
—Estaba trabajando. Y como soy mi propio jefe, elegí salir y venir por ti para llevarte a casa.
De reojo, lo vi asentir y seguir con su mirada hacia el frente.
—Mamá nunca me permite venir enfrente, ella dice que en las reglas de tránsito los niños deben ir en la parte trasera y en su silla de seguridad. Yo tengo una silla en el coche de mamá.
—Como verás esta van no tiene más que dos asientos —le expliqué—, atrás siempre hay herramientas para trabajar.
Él parecía ser un chico preocupado y sobre todo respetuoso por seguir las reglas de tránsito.
—Señor E, ¿hasta cuándo viviremos en su casa?
Sonreí ante su inocencia. Sabía de todas las veces que Bella le había explicado sobre nuestra unión y él parecía no comprender del todo el significado de matrimonio.
¿Qué tan difícil puede ser que un niño entienda que ahora tiene una familia?
—La casa es nuestra, Matt. De Bella que es mi esposa, tuya que eres su hijo, de Ariel y mía, es nuestra casa porque somos una familia.
—Por eso duermes con mamá. —Claramente no era una pregunta sino una afirmación.
—Sí, ahora yo debo cuidar de ustedes.
—Bien —sonrió animado—, como un papá.
La sensación que experimenté fue conmovedora. Me había negado tantas veces a seguir con mi vida después del divorcio con Chelsea, me dediqué al trabajo en cuerpo y alma y a tratar de ser un mejor padre para mi hija, en mis pensamientos jamás estuvo una familia y menos la oportunidad de amar hasta que Bella apareció en mi vida con toda su alegría y energía junto con su pequeño hijo.
—Sí, Matt —despeiné su pelo—, como un papá.
El pequeño abrió los ojos muy grandes, completamente emocionado.
.
Entramos a casa y Ariel salió de la cocina con un tazón de cereal en sus manos, nos observó. Lo hizo con el ceño fruncido y una mueca en los labios.
—Hola, Ari —me acerqué dejando un beso en su frente—, ¿qué tal tu primer día de clases?
Mi hija se alejó de mi toque.
—¿Fuiste por él? —cuestionó. Estreché los ojos al no comprender—. ¿Preferiste ir por alguien que no es nada tuyo a ir por mí a la escuela? —añadió—. Es increíble que ese niño sea más importante que yo.
Matt salió corriendo y subió las escaleras, podía apreciar su pequeña figura mientras nos miraba desde su escondite.
—Ariel, no empieces. Tú tienes transporte que viene por ti y te deja justo enfrente de la puerta de casa, Matthew no tiene autobús porque sigue asistiendo a su escuela anterior, la cual no pertenece a este vecindario.
—¿Y Bella? ¿Por qué no fue por él? Es su hijo, no tuyo.
Exhalé.
—¡Basta! Somos una familia y entre todos nos vamos a ayudar cuando sea necesario.
Su rostro enrojeció mientras sus lágrimas rodaban una a una. Sintiéndome como una mierda, la abracé con fuerza queriendo deshacer su frustración y la mía.
Esperaba que esto no se complicara más.
¡Hola! Vamos poco a poco descubriendo personajes importantes en la vida de Edward y Bella, solo puedo decir que viene drama muy pronto.
Les agradezco por unirse a este viaje; por dejarme saber con sus comentarios, sus favoritos, alertas y por leer que están interesados.
Recuerden que cada martes hay adelantos en el grupo de Élite y a quienes gustan echar un vistazo a los personajes de la historia pueden unirse a mi grupo: link en el perfil.
Gracias Li 🍋 por toda tu ayuda.
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