Capítulo 156: Cuenta atrás

Las esperanzas de todos crecieron como la espuma ante las noticias de Jeremy. Que el mar estaba casi completamente "limpio" de torres hizo que la motivación y las ganas de descender cuanto antes a desactivar las torres creciese en todos salvo en los cuatro encargados de esa misión. Aun así, los ánimos no decayeron.

—Vale, ¿quiénes iremos? —preguntó Yumi, dando por sentado que ella estaría a los mandos del Skid.

—¿Pero vamos a salir ya? —preguntó Odd.

—Cuanto antes acabemos, antes podremos centrarnos en todas las torres que quedan en tierra y que no hemos desactivado porque a esas podemos ir más rápido y mejor preparados que a las del mar —señaló Ulrich.

—Yo me apunto —alzó la mano Katsuharu.

—¡Hacedme hueco a mí también! —pidió Arya antes de hacer un gesto para que se acercasen más y susurrar —. No me apetece seguir siendo una cobaya para Jeremy.

—¿Qué tenía pensado darte ahora? —preguntó Takuya.

—Un generador de armas o no se qué —respondió.

—¡Oh! ¡Eso me gusta! —exclamó el de fuego —. No contéis conmigo. Creo que voy a cubrir el hueco de Arya en esta pelea.

—Pero si como Aldamon tienes más poder que con el invento recién imprimido de Einsten —negó Odd —. Bueno, como prefieras, yo sí me voy al agua. ¿Competimos, Labramon?

—No —suspiró —. Odd, a ver si te queda claro de una vez que no soy el sustituto de Takuya en cualquier competición.

—Bueno, era para hacer más entretenida la misión…

—Las cosas no están como para que te pongas a juguetear —regañó Sissi —. Yo me quedo en tierra para intentar proteger a Aelita si a Xana-Lucemon le da por mandar a su hermano.

—Pues yo sí bajo —dijo con decisión Leire —. Te regalo a Aelita por lo que queda de existencia, Sissi.

—Oh, vaya, estás realmente furiosa…

—Furiosa no, Katsuharu. Cansada. Estoy cansada de gastar toda mi energía en proteger a una cabezota que no atiende a razones.

—Mejor no la encendamos más —pidió Tailmon.

—Y yo que pensaba que estábamos animados —suspiró Ulrich —. Vale, ¿estamos todos?

—Hay dos huecos vacíos —dijo Odd.

—Idiota, son para Renamon y Kitsumon —le golpeó Leire —. En serio, me vengo aquí porque sé que Aelita ni en mil años se metería al agua y podría descansar… Y me tengo que escuchar estas cosas.

—Tranquila, tranquila —dijo Tailmon —. Odd, no la provoques.

—Pero si no he dicho nada… ¿Qué tenéis hoy todos contra mí?

—Déjalo, aún destruirás la neurona que te permite conducir el NavSkid —suspiró Yumi —. ¡Em! ¡Kouji! ¡Salimos ya! ¿Quién se une?

—¡Koichi! —exclamó la chica, tirando del pelo del gemelo oscuro.

—¡Déjame ir, gata traidora! —pataleó.

—Y una leche que te bebas —dijo sin dejar de tirar —. Hoy no me arruinas la caza, amiguito.

—¡Te cedo lo que quieras, pero por el amor del cielo, no me metas en el Skid!

—¿Cómo ha podido atraparlo? —preguntó Katsuharu.

—Me tiene que enseñar ese truco —corearon Sissi y Leire, sorprendiéndose las dos antes de echarse a reír.

—Venga, andando. No quiero que se escape este gato miedica —se les acabó de acercar Emily.

—¡Yumi! ¡Ten piedad y ayúdame! —pidió Koichi.

—Esto… ¿Sabes que los gatos pueden sacar los ojos de un arañazo? Creo que prefiero seguir conservando ambos —dijo con una risita nerviosa.

—¡Traidora!

—Que dejes de quejarte, Koichi —volvió a estirar Emily —. Tú bajas ahí abajo con tu traje y punto pelota.

—¡Estoy muy oxidado!

—Haber bajado más veces y no estarías así. Pero vamos, que es como nadar, solo que por debajo del agua, con más ropa y una máscara que te da oxígeno —dijo.

—En el fondo, Em tiene ganas de acabar con esto también aunque no se suba al Skid para demostrarlo —dijo Arya.

—Vamos. Aún arrancará ella el Skid y se llevará a Koichi sin apoyo —indicó Ulrich.

—La verdad, se lo merece —dijo Leire caminando también hacia el hangar.

—Empieza a preocuparme eso de haberme ofrecido el primero para bajar —murmuró Katsuharu.

En la otra dirección, Zoe no era capaz de contener la risa mientras Kouji le daba vueltas a la espada invocada de Lobomon. Junto a ellos, JP intentaba sermonearles por la forma en la que habían atrapado a Koichi.

—Oh, vamos, no seas aguafiesta —dijo Kouji —. Nadie dijo que retarle a ir más allá fuese en contra de nada.

—Proponerle un duelo a tu hermano a modo de calentamiento para atrapar a Aelita y dejarle caer a Emily desde una ventana no es muy justo que digamos.

—Ahora me dirás que tú tenías un plan mejor para atrapar a un gato escurridizo sin depender de los Crossedmons —negó el de la luz.

—Pues… No tenía nada planeado, la verdad —reconoció el del trueno.

—Lo dicho —se encogió de hombros —. Vamos, Zoe, hay que prepararse por si aparece alguien.

—Sí… voy… —asintió, dejándose arrastrar.

—No me extraña que hayan discusiones con esta forma de actuar —suspiró JP.

—Al final, solo discuten los que quieren —negó Teppei —. Y ya sabes que nunca irían tan allá como para darnos problemas a los demás.

—Eso no quita que me preocupe cada vez que empieza una discusión —dijo.

En su sitio ante el ordenador, Jeremy ultimaba los detalles de la misión, indicándoles a Yumi y a Ulrich la ruta de escape más viable en caso de necesitarla. Tras revisar dos veces el reloj, llamó por última vez a los que iban a bajar en el Skid.

—Anímate, piensa que quizás es la última vez que hay que bajar —dijo Odd a Koichi.

—¿La última? Perdona que te diga, pero sé de sobras que no quedan dos torres nada más y que no voy a tener la bendita suerte de que ese par de traidores a la sangre atrape a Aelita, la meta en el Skid y se las apañen para que encima salga a nadar —señaló el de la oscuridad.

—¿Traidores a la sangre? ¿A quién te refieres?

—Mi hermano y Emily, ¿a quién iba a referirme?

—Creo que Odd pensaba más bien en Yumi o Zoe —se unió Arya —. Yumi es tu prima y Zoe se puede decir que es de la familia siendo la novia de tu hermano, ¿no?

—Evidentemente, la referencia de Koichi va a que Em es otra gata —pasó con los brazos cruzados Leire —. Escúchame bien, Kimura. Yo también soy una gata y mírame, aquí metida en esta lata de sardinas para cubrirte el trasero del mismo modo que he estado haciéndolo todas estas veces con tu hermano y con Emily.

—Teóricamente, tú eres una dragona —señaló el chico.

—Sí, mírame, de la cabeza a los pies soy la más feroz de las criaturas voladoras —asintió Tailmon.

—Va, los de los NavSkids, id bajando y posicionándoos para una salida rápida. Koichi, tú vístete y siéntate por ahí.

—Sí —corearon todos, el de la oscuridad con menos ganas

—Este viaje va a ser muy largo —suspiró Labramon.