Ya traigo un nuevo capítulo Sirius por fin desvela su secreto X3 espero que les guste. Hoy no tengo mucho que contar, solo que espero que disfruten con este capítulo -

Mod-Luna G Hiwatari Potter B: muchas gracias por tu review y ya le sigo.

the angel of the dreams: ya he actualizado este fic y estoy preparando el siguiente capítulo. Ahora mismo estoy trabajando duro en este fic, por lo que mis otros fics quedaran levemente estancados == gomen!! Pero los actualizaré los más pronto posible. Muchas gracias por tu review -

Sorasakuyolei-Hermi: ya verás que peligro sis XD los gemelos aprenderán muchas cosas de Sirius que no serán nada gratificantes para la señora Weasley XDDDD Muchas gracias por tu review

Amazona Verde: me alegro de que te guste como aparece Sirius, aunque él es perfecto de todas formas Dentro de pocos capítulos se desvelarán muchas cosas w dentro de muy poco!! Muchas gracias por tus reviews!!!
Capítulo 7º: La sorpresa de Sirius

Dos días más tarde, Harry, Hermione y Ron estaban nerviosos e impacientes por saber cuál era la sorpresa que había dicho Sirius. Durante la clase de Pociones del martes, los tres conversaban las posibles sorpresas que haría Sirius mientras preparaban una poción para deshacer algo sólido en líquido.

-A lo mejor es una caja llena de bombas fétidas –dijo Ron emocionado.

-No creo –respondió Harry. –Sabiendo como es Sirius, seguro que tiene planeado algo asombroso.

-Tal vez está pensando en arrojar una caja de bombas fétidas a la sala común de Slytherin.

Hermione lanzó un largo suspiro mientras mezclaba escamas de serpiente y púas de puercoespín.

-¿Qué ocurre? –bufó Ron.

-Tienes unas ideas muy infantiles.

-¿Ah, sí? ¿Y tú en qué piensas?

-Yo creo que algo muy interesante, tal vez una excursión por los terrenos de Hogwarts.

-¿Y qué tiene eso de interesante?

Harry removía su poción a la vez que añadía un par de gotas de veneno de escorpión. Uno calderos más a la izquierda, Neville intentaba preparar su propia poción, pero las cosas no le iban tan bien como él quisiera. De su caldero salía una humareda roja y muy densa.

-Neville, ¿necesitas ayuda?

-Sí, por favor –suplicó Neville.

-¡Ni hablar! –gruñó una voz detrás de ellos. –Potter, deje que Longbottom haga su poción a solas. Cinco puntos menos para Gryffindor por tu intromisión en el trabajo de un compañero. –Snape giró sobre sus talones y se fue hacia su mesa. Harry lo miraba con el entrecejo fruncido, y al escuchar unas risitas provenientes de detrás suya volteó a ver, un grupo de Slytherin, liderado por Draco Malfoy, lo señalaban y se reían de él. Harry apretó los puños y los miró de forma amenazadora.

-Harry, no te busques más líos –le advirtió Hermione, tomándole del brazo. –Solo te están buscando para que te quiten más puntos.

-Que me busquen, que al final me van a encontrar.

-Harry...

¡TOC-TOC!

Toda la clase se giró hacia la puerta de la clase.

-Adelante –dijo Snape sin inmutarse.

El hombre de ojos dorados, que estaba el otro día con McGonagall mientras esta detenía la pelea entre Malfoy y Black, entró en la clase, trayendo consigo varios pergaminos.

-Buenos días, Severus, Dumbledore me ha mandado para que te traiga esto.

-Gracias, Lupin.

-Dice que quiere todo para el almuerzo.

-¿Qué? –Snape dejó de examinar el pergamino que tenía entre manos. –No creo que me dé tiempo. ¡Escuchad! –gritó dirigiéndose a la clase. –No quiero escuchar ningún ruido ni quiero ningún incidente mientras examino estos pergaminos. Quien lo haga, le quitaré 30 puntos a su casa.

-¿Si quieres, Severus, puedo vigilarlos mientras tú haces tu trabajo? –se ofreció Lupin.

-¿Tú? –Snape parecía un poco desconcertado.

-Puedo dar vueltas por la clase para vigilarlos.

Snape meditó unos segundos, pero al final cedió: -Bien, haz lo que quieras.

Lupin comenzó a andar entre las mesas de los alumnos mientras que estos hacían su poción. Harry y Hermione aprovecharon para ayudar a Neville, quien estuvo muy agradecido. Parvarti y Lavender cuchicheaban sobre Lupin, el cual les parecía muy atractivo e interesante.

-¿Pero qué le ven? –se quejó Ron. –Se ve muy pálido y debilucho.

-¡No es ningún debilucho! –protestó Harry molesto. –Te sorprendería de las cosas que es capaz de hacer. O es que, ¿estás celoso? –añadió con picardía.

-¿QUÉ? ¡Claro que no!

Harry rió en voz baja para no llamar mucho la atención, mientras que Ron seguía con su poción mientras decía por lo bajo cosas in entendibles.

-Remus es una persona muy inteligente y sabia. Aparte de que es muy amable.

-¿Remus? –preguntó Ron desconcertado por no saber de quién hablaba.

-Él se llama Remus –dijo Harry mientras señalaba con la cabeza a Lupin. –Lupin es su apellido.

-¡Ah, vale! Por cierto, ¿le conoces de algo?

-Sí, un poco –dijo Harry mientras se encogía de hombros, cuando escuchó unos comentarios de parte de unos Slytherin.

-Mírale las ropas.

-¿Y has visto lo pálido que está?

-Seguro que es un muerto de hambre que Dumbledore recogió de la calle –dijo la característica voz de Malfoy, quien miró a Harry con malicia. En un impulso repentino, Harry tomó un tarro lleno de moco de mapache, dispuesto a tirar el tarro en la cara de Malfoy, cuando Remus se colocó delante de Harry, mirándole con sus profundos ojos dorados.

-Creí haberte enseñado a no ser tan impulsivo.

-Han hablado mal de ti –susurró Harry, apretando los dientes.

-¿Acaso arrojándole eso a Malfoy hará que rectifique? ¿Acaso no te enseñé a ignorar los comentarios de las personas que en tu vida no pintan nada?

A Harry le empezaron a temblar las manos de rabia contenida.

-¿Ocurre algo, Lupin? –preguntó Snape poniéndose en pie.

-No, nada. Solo ayudaba a Harry con la poción.

-Está bien. Os faltan 30 minutos para terminar la poción y dejarla reposar.

Harry dejó el tarro en la mesa y respiró profundamente un par de veces.

-Así me gusta –Remus apoyó su mano en el pelo despeinado de Harry –Remus apoyó su mano en el pelo despeinado de Harry. –A veces la serenidad y la calma son la mejor salida.

-¿Hoy te has levantado muy filosófico, no?-dijo Harry, mirando a Remus. –Aunque pensándolo mejor, siempre lo estás.

-¿Sabes que tienes algunas cosas que me recuerdan a Sirius?

-Es lo malo de que te críe alguien como él –bromeó Harry.

-Se acabó la clase –dijo Snape. –Meted dentro de un frasco una muestra de vuestras pociones y dejadlas sobre mi mesa. En la próxima clase tendréis los resultados de vuestros penosos intentos.

Harry, Hermione y Ron hicieron los que les dijo Snape. Harry había dejado su frasco sobre la mesa de Snape y se giró para recoger sus cosas y salir de esa clase tan apestosa, cuando el ruido de unos frascos chocar llamó la atención a Harry y se giró para ver qué era. Draco Malfoy había chocado "accidentalmente" contra todos los frascos, tirando algunos que rodaban por la mesa del profesor. Harry pudo ver como su frasco se acercaba al borde de la mesa y se precipitaba hacia el suelo. Pero una voz detrás de Harry dijo un encantamiento y el frasco levitó hasta posarse en la mesa.

-Por muy poco –sonrió Remus con una cálida sonrisa. Harry volvió a respirar después de haber contenido el aliento durante unos segundos. Mientras que Malfoy regresaba a su sitio gruñendo. Harry le devolvió la sonrisa a Remus, regresó a su sitio, recogió sus cosas y salió de la aula de Pociones junto a Ron y Hermione.

-¿Has visto lo que ha hecho ese estúpido de Malfoy? –gruñó Ron. –Yo lo vi, lo hizo aposta, seguro. Por suerte Lupin estaba allí para salvar tu frasco.

-No fue nada –dijo alguien detrás del trío que hizo que saltasen del susto. –Perdón si os he asustado –se disculpó Remus.

-No fue nada –dijo Harry mientras tenía una mano sobre el pecho y esperaba que su corazón volviera a su ritmo habitual.

-Buenos días, señor Lupin.

-Buenos días, Hermione. Supongo que tú debes de ser Ronald Weasley. Encantado –Remus le tendió su mano a Ron, la cual este estrechó, -yo soy Remus Lupin. He oído hablar muy bien de ti. –Este comentario sonrojó al pelirrojo.

-¿Y Sirius, Remus? –preguntó Harry.

-No lo sé. No lo he visto por ninguna parte. Desde hace varios días está haciendo cosas a escondidas. Y para ser sinceros, viniendo de Sirius no debe de ser nada bueno.

-¡Qué bonito! Mi amigo me pone verde delante de mi ahijado y de sus amigos –gruñó Sirius que había escuchado todo desde la esquina que Harry y los demás acababan de pasar.

-¡Oh, vaya! Bueno días, Padfoot, ¿qué tal? –sonrió Remus afablemente.

-Ahora no me vengas con tus sonrisas angelicales. Lo he oído todo.

-Vamos Sirius, que no es para tanto.

-Hmm –Sirius ignoró a Remus y puso una mano sobre el hombro de Harry. –Ven, Harry, quiero hablar contigo.

-Ahora tienen que almorzar, Sirius –reclamó Remus.

-Lo sé, tranquilo que comerá –añadió Sirius.

Remus, Ron y Hermione siguieron andando hacia el Gran Comedor y Harry y Sirius se quedaron a solas.

-¿De qué me quieres hablar? –le preguntó Harry curioso.

-Quiero enseñarte una cosa –susurró Sirius y empujó la pared que tenían al lado y esta se echó a un lado. Harry abrió los ojos todo lo que pudo. –Por aquí Harry.

Sirius entró y se perdió en la oscuridad. Harry miró a ambos lados para asegurarse de que no había nadie y entró también, la pared se cerró tras Harry, dejándolo en la oscuridad absoluta.

-¿Sirius? ¿Sirius, dónde estás?

Harry palpó para encontrar una pared cercana, que encontró a su derecha. Con una mano sobre la pared húmeda, anduvo en la oscuridad buscando a su padrino. Harry en ningún momento sintió miedo, tal vez porque sabía que Sirius debía de estar cerca o tal vez porque él era un aventurero nato. Más de una vez se metió en problemas cuando era pequeño, al entrar en cuevas perdidas en medio del bosque o por entrar en casas abandonadas. Siempre se llevaba una que otra bronca por parte de Sirius y Remus, pero luego sonreían y decían que era igual de curioso y osado que James.

Harry siguió caminando cuando se golpeó la cabeza contra la pared por no haber caído antes. Sacó su varita y dijo un pequeño hechizo: "Lumos". La punta de la varita de Harry brilló, iluminando todo el lugar, y Harry pudo ver que se encontraba al pie de unas escaleras.

-Caray, si no llego a encender mi varita me la hubiese pegado. ¡¡Sirius, eoeoeeeeeee!! ¡¡Sirius!! ¡¿Dónde te has metido?!

No hubo respuesta, asi que Harry decidió seguir el camino por las escaleras. Estas estaban húmedas y muy viejas, dando a entender que el señor Filch no las había limpiado nunca. Bajó y bajó más escaleras, parecían que no iban a acabar nunca. A Harry le dio la impresión de que estaba más debajo de las mazmorras o incluso muchísimo más. Miró sobre su hombro y las escaleras que había dejado atrás se perdían en la oscuridad, y aún seguía sin haber rastro de Sirius. Harry miró otra vez al frente y se dio cuenta de que las escaleras habían llegado a su fin, ante una puerta de madera. Harry se acercó a examinarla, parecía vieja y destartalada, como si nunca hubiese sido abierta. Empujó la puerta para intentar abrirla pero estaba fuertemente cerrada. Sobre la puerta había una pequeña placa que ponía: "El club del Merodeador".

-¿El club del Merodeador? –dijo Harry. -¿Qué hace un club aquí abajo?

-¿¡QUÉ TE PARECE!? –gritó Sirius detrás de Harry quien gritó del susto. -¿Te he asustado?

-¿Tú qué crees? ¡PUES CLARO QUE SÍ! Entre tú y Remus me matáis del susto.

-Ja ja ja ja ja... Tampoco es para tanto.

-¡Prueba tú a que alguien de repente salte y grite detrás tuya! –gritó Harry.

-Lo que pasa que eres un debilucho.

Harry, molesto, intentó golpear a Sirius, pero este lo esquivó y agarró las muñecas de Harry.

-Es broma... Perdona, no pensaba que iba a asustarte tanto. –Sirius pasó una mano por el pelo de su ahijado.

-¿Y qué es esto? –preguntó Harry señalando a la puerta.

-Esto es nuestro antiguo club. Tu padre, Remus y yo veníamos aquí a trazar nuestras travesuras o simplemente para reunirnos. –Sirius pasó una mano por la puerta con nostalgia. –Nosotros éramos los únicos que sabíamos de esta habitación.

-¿Cómo se entra?

-Tienes que poner una mano en el centro de la puerta –Sirius puso su mano- y decir: "De la cabeza a los pies, soy un merodeador al 100%".

Se escuchó el sonido de una cerradura abrirse y la puerta giró sobre sus goznes. Sirius y Harry entraron, y el rostro de Sirius palideció ante el espectáculo. Había una mesa con cuatro sillas, todas llenas de polvo y entre las patas había telarañas enormes. Al fondo del cuarto había una estantería llena de libros, frascos y pequeñas cajas. Y en otro lado de la habitación había un gran sofá y delante una pequeña mesa camilla con unas polvorientas botellas encima. Al lado, una gran chimenea apagada y llena de cenizas de un antiguo fuego. Cerca había un armario cerrado con un candado oxidado. Y al lado de la puerta había un enorme baúl gris del polvo.

Sirius miró todo lleno de nostalgia. Se quedó mirando a la mesa con las sillas durante unos segundos, hasta que sus recuerdos hicieron mella en él y formaron un nudo en su garganta. Poco a poco, una figura vuelta de espalda estaba sentada en una de las sillas, un chico de unos 16 años, de pelo negro azabache y desordenado, se dio la vuelta y un joven James sonrió a Sirius: "Hola Padfoot, cuánto has tardado, amigo. Te estaba esperando".

-¿Sirius? –dijo Harry tirando de la manga de su padrino.

Sirius volvió a la realidad, confuso. Miró a su ahijado, quien tenía un semblante preocupado.

-¿Te ocurre algo? –Sirius sonrió a Harry.

-No es nada. Solo estaba recordando viejos momentos.

Harry supo de inmediato que Sirius estaba acordándose de su padre.

-Bueno... –añadió Sirius, acercándose al baúl y rebuscando dentro de él. –Creo que estaba por aquí, recuerdo que lo habíamos guardado aquí. –Sirius introdujo medio cuerpo dentro del baúl –Pero no lo encuentro.

-¿Qué estás buscando?

-Ahora lo verás, si lo encuentro. ¡Aquí está! –Sirius sacó su cuerpo del baúl y en la mano llevaba lo que parecía ser un pergamino viejo y desgastado.

-¿Qué es?

-Esto, Harry, es algo que te será muy útil durante toda tu estancia en Hogwarts.

Sirius se acercó con paso rápido a la mesa, desenrolló el pergamino y lo colocó en ella.

-Ven, acércate.

Harry hizo lo que le dijo y se colocó al lado de Sirius, mirando al pergamino.

-Y ahora fíjate bien.

Sirius sacó su varita y tocó con ella el pergamino, diciendo: "Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas".

Desde el punto en el que Sirius había tocado con su varita, una finas líneas verdes se extendieron por todo el pergamino, parecidas a una tela de araña, las cuales formaron lo que parecía ser el castillo. En la parte superior del pergamino, escritas con letras floreadas y adornadas, aparecieron las siguientes palabras: Los señores Moony, Wormtail, Padfoot y Prongs proveedores de artículos para magos traviesos están orgullosos de presentar EL MAPA DEL MERODEADOR".

-¿El mapa del Merodeador? –preguntó Harry con el entrecejo fruncido.

-Sí, este mapa lo creamos entre tu padre, Remus, cierta persona –Sirius apretó los dientes- y yo. Nos costó mucho hacerlo. Deberías de ver cuantos pasillos ocultos hay en este castillo.

-¡Vaya! –Harry miró más de cerca el mapa. –Es fantástico.

-Y eso no es todo. Fíjate aquí –Harry miró donde estaba señalando Sirius, donde había muchas motas de tinta con bocadillos que tenían escrito nombres, Harry logró distinguir: Hermione Granger, Albus Dumbledore, Minerva McGonagall, Oliver Wood y otros nombres que Harry no conocía.

-¿Son todos en el Gran Comedor, no?

-Exacto. Este mapa también muestra donde está cada persona que habita en el castillo.

-¡Qué chulada! –Harry tomó el pergamino, emocionado.

-Y también te quiero dar otra cosa, de parte de tu padre. –Harry se volvió hacia Sirius.

-¿De papá?

Sirius sonrió.Metió una mano dentro de su capa y sacó lo que parecía ser una tela plateada y ligera, y se la dio a Harry. La tela tenía una textura extraña, como si fuera agua convertida en sólido.

-¿Qué es?

-Una capa de invisibilidad, perteneció a tu familia desde hace varias generaciones. Tu padre me la dio para entregártela en su momento.

-¿De verdad que es una capa de invisibilidad? –preguntó Harry incrédulo.

-Sí, mira. –Sirius cogió la capa y se la puso encima, volviéndose totalmente invisible.

-Ja, ja, ja, ja –rió Harry emocionado. -¡Es genial! ¿Dónde estás?

-Aquí –Sirius apareció detrás de Harry.

-¡Fantástico! –Harry cogió la capa de las manos de Sirius. –Con esto se puede ir a muchos sitios.

-Sí, imagínate la de cosas que podrías hacer con el mapa del merodeador y la capa de invisibilidad, podrás ir a cualquier lugar cuando quieras.

A Harry se le iluminó el rostro. Sirius pensó que su ahijado era un merodeador al que se le acababa de ocurrir alguna travesura. Pero el estómago de Harry sonó con fuerza y Harry se sonrojó levemente.

-Vaya, parece que tienes hambre –rió Sirius. –Vamos a comer, Harry.

-Vale.

Harry guardó la capa y el mapa en su mochila y los dos salieron del club, subieron las escaleras y salieron de nuevo al pasillo.

-Por aquí, Harry.

-Pero si el comedor está en dirección contraria.

-Ya lo sé. Pero no vamos al comedor.

-¿No?

Harry siguió a su padrino hasta un pasillo parecido a las mazmorras, pero más iluminado y más cálido. Llegaron ante un cuadro de un bodegón de frutas. Sirius se acercó y hizo cosquillas a una pera, que soltó una pequeña risa y se transformó en un pomo, que Sirius giró. El cuadro giró como si fuese una puerta.

-¿Dónde estamos?

-En la cocina de Hogwarts.

Era una estancia igual de grande que el Gran Comedor, incluso había 4 mesas que representaban a la de cada casa. De aquí para allá, corrían unas pequeñas criaturas que llevaban platos, bandejas y jarras.

-¿Qué son?

-Son elfos domésticos, son seres muy serviciales y responsables con las tareas domésticas. Y también cocinan de lujo. Vamos –Sirius y Harry entraron en la cocina e inmediatamente los elfos que estaban más cerca se fueron hacia ellos, ofreciéndoles todo tipo de manjares.

-¡Uauh! –exclamó Harry.

-Vamos, Harry, sírvete –le dijo Sirius mientras cogía un muslo de pollo y lo mordía.

Los elfos domésticos les trajeron unas sillas para que se sentasen y siguieron ofreciéndoles más comida.

-Tú padre, Remus y yo solíamos venir aquí cuando teníamos hambre en mitad de la noche. Tu padre tenía la cualidad de come todo lo que quisiera y nunca engordaba. Parece ser que tú también.

Harry miró a su padrino, estaba hablando mucho de James ese día, algo que casi siempre evitaba.

-¿Estás bien?

Sirius tomó un largo trago de zumo de calabaza y se quedó pensativo.

-¿Por qué me has enseñado todo esto?

-Verás –Sirius miró a Harry, profundamente –quiero que tus amigos y tú traigas de nuevo el espíritu de los merodeadores a Hogwarts.

-¿Qué?

Continuará...

Hikaru in Azkaban

hakiruwanadoo.es

Miembro de la Orden Siriusana