Hola de nuevo. He tardado un poco porque no tenía muchas ganas de pasar el capi n.nU es que ... no tenga excusa XD Bueno, al menos el capítulo siguiente ya está en camino y estoy trabajando en ello.
Por cierto, he cambiado casi todos los jugadores de Ravenclaw y Hufflepuff porque al jugar al juego de playstation 2 de quidditch, los nombres no me eran conocido, así que nada, me los inventé XD Los único que he dejado son Cedric Diggory y Cho Chang. Ale, eso es todo XP
Disclaimer: Harry Potter es de J.K.Rowling y de la Warner BROS.
Amazona Verde: perdona mucho si he tardado en actualizar pero estaba con los estudios, pero ahora estoy libre n.n así que seguramente actualizaré más seguido. Me alegra mucho de que te haya gustado la pequeña historia de los merodeadores. Muchas gracias.
Sorasaku-YoleiHermi: sí, sí, muy largo XD yo misma me quedé flipada de todo lo que me ocupó. Y la verdad es que quería dar una imagen de McGonagall más jovial y simpática =/ no sé si ha agradado. Y bueno, las pelucas eran iguales que sus peinados de siempre XDDD Muchas gracias.
Anita Puelma: todo está en este capítulo n.n Perdona si he tardado en actualizar. Muchas gracias.
ooooooooooooooo
9º: Revelación
Era un día despejado pero soplaba una fría brisa que hizo que todos los alumnos cogieran de ante mano sus túnicas, bufandas y guantes para protegerse del frío. El segundo partido de quidditch del trimestre se llevaba a cabo ese día. Hufflepuff contra Ravenclaw. Harry se había sentado en las gradas de Gryffindor con sus amigos para presenciar el partido sin tener que inmiscuirse en absoluto.
-Ahí va el cazador de Ravenclaw, Ash Join, esquiva a los cazadores de Hufflepuff y la lanza a su compañero, Latre Froboth, pero Tina Taylor de Hufflepuff bloquea el pase y consigue la quaffle, se la pasa a su compañera Mandy Virgin y ésta a Ed Sonfish... uf, qué partido tan emocionante, tengo los nervios a flor de piel –comentó Lee Jordan, tomando aliento. –Ahí va Davis Hogam, el mejor cazador de Ravenclaw, va directo a Sonfish y... ¡Se la arrebata de las manos con gran facilidad! Hace un giro brusco para esquivar a Virgin y un pase largo hacia su compañero Froboth, quien se lanza hacia la portería, penetra en la defensa de Hufflepuff, directo hacia la portería, lanza y...¡Andy Wallem la para! ¡Qué estupenda parada del guardián de Hufflepuff. Recuerden que el partido va a 20 a 40 a favor de Ravenclaw.
-¡Qué paradón! –exclamó Ron, aplaudiendo.
-¡Sí! ¿Has visto como se ha lanzado para atrapar la quaffle? Casi se cae de la escoba –comentó Harry.
-La quaffle en posesión de Hufflepuff, Taylor la retiene, lanza y ¡UY! Se ha equivocado y se la ha pasado al cazador Join de Ravenclaw. Menudo fallo Tina, te tienes que revisar la vista... Pero ¿qué veo? A Join se le resbala y la pierde y Virgin la recupera para su equipo. Cielo santo, qué panda de patosos.
-Jordan.
-Sí, ya me centro, profesora. Es broma, ¿eh? Virgin cerca de los aros de Ravenclaw, lanza y el guardián de Ravenclaw, Kevin Robinn, la detiene por muy poco. ¡Ánimo Virgin! Te ha faltado muy poco para marcar. La quaffle en posesión de Ravenclaw, Robinn manda un pase largo a Hogam, se la pasa a Join, Join esquiva a los cazadores de Hufflepuff y a una bludger. Por lo que veo, Join quiere resarcirse de su error anterior. Join muy cerca de los aros de Hufflepuff, la defensa de Ravenclaw se le echa encima, ¿qué hará el cazador de Ravenclaw? ¡Madre mía! Un pase largo a su izquierda, Froboth la recoge y aprovecha el hueco en la defensa de Hufflepuff, tira, ¡y entra! ¡Bonito ataque de Ravenclaw! Para que luego digan que no son inteligentes. ¡50 a 20 a favor de Ravenclaw! ¡Y ahí van! Los dos cazadores de se lanzan a por la snitch que revolotea sobre las gradas de Gryffindor, giro brusco hacia la izquierda, se lanzan en picado, Chang está muy cerca, estira un brazo y...¡ATRAPADA! ¡RAVENCLAW GANA EL PARTIDO!
-¡Menudo partido! –exclamó Ron. Harry, Ron, Hermione, Neville, Dean y Seamus regresaban al castillo por los terrenos verdes de Hogwarts.
-Sí, pero sigo prefiriendo el fútbol –añadió Dean.
-Por favor, Dean. ¿Qué tiene de emocionante un deporte con veintidós jugadores corriendo detrás de una simple pelota? –protestó Ron.
-Lo dices porque tú nunca has visto un partido.
-Ha estado muy bien –dijo Hermione. –Pero lo lamento por Hufflepuff, ahora van los últimos en la liga –Hermione miró el gráfico de puntos mágico que tenía en las manos. –Les van a costar mucho remontar.
-Pero es lógico –añadió Harry, que andaba junto a ella, mirando también el gráfico. –El equipo de Hufflepuff está compuesto en su mayoría por jugadores nuevos y también muy jóvenes. Supongo que tendrán que entrenar mucho para llegar a tener un buen nivel.
-Creo que el primer partido del próximo trimestre es Gryffindor contra Ravenclaw y el siguiente Hufflepuff contra Slytherin –dijo Seamus. –Esperemos que Hufflepuff venza a Slytherin porque sino...
-Se pondrán los segundos en la clasificación –terminó Harry.
-Pero si Gryffindor gana a Ravenclaw sacarán varios puntos al segundo –dijo Hermione. –Solo tenéis que ganar el partido contra Ravenclaw y no tendréis que preocuparos.
-Sí, tendrás que atrapar la snitch primero, Harry –dijo Neville.
-Pero no te será fácil. La buscadora de Ravenclaw es muy buena –dijo Seamus.
-Y muy guapa –añadió Ron que acababa de dejar de discutir con Dean sobre el fútbol.
-A mí me ha resultado algo patosa –comentó Harry, encogiéndose de hombros. Hermione lo miró, interrogante. –Quiero decir que es muy buena volando y muy ágil, pero cuando suelta las manos del mango de su escoba se le nota insegura.
-¡Uouh! Habló el experto –bromeó Seamus.
-De experto nada –protestó Hermione y miró su gráfico. –Según esto, Cho Chang está en segundo, y por lo tanto, ella ha entrado este año en el equipo. Así que podría decirse que Chang y Harry están al mismo nivel. Además –Hermione miró a Seamus- Harry tiene muy buen ojo. Seguro que él había localizado la snitch antes que los otros buscadores, ¿a que sí? –Hermione miró a Harry y éste se encogió de hombros, un tanto nervioso y molesto. –Eso significa que sí. ¡¿Lo ves?!
-Bueno, bueno, tranquila.
En ese momento el equipo de Ravenclaw los adelantó. Iban celebrando su victoria, seguidos de más compañeros de su casa.
-Creo que esta noche va a haber una celebración en la sala común de Ravenclaw –dijo Dean.
-Y durará toda la noche, por lo que veo –dijo una voz apagada y ronca detrás de ellos. Se dieron la vuelta, Lee iba detrás de ellos, acompañado de Fred y George Weasley.
-¿Qué te pasa? –preguntó Hermione.
-Estos dos –respondió, señalando con la cabeza a los gemelos. –Me han gastado una broma.
-¿Qué habéis hecho?
-Simplemente le dimos una poción que le ayudaría a tener una voz clara y atronadora –dijo Fred, riendo.
-Pero que después te deja afónico e incapacitado para hablar durante tres días.
-Menos mal que este trimestre no hay ningún partido más –dijo Lee, tan bajo que todos tuvieron que acercarse a él para oírlo.
-Creo que McGonagall lo iba a lamentar mucho –bromeó Dean.
Regresaron todos juntos a la sala común de Gryffindor, Dean y Seamus se fueron al cuarto de los chicos a cambiarse, Neville decidió acabar todos los trabajos que tenía atrasados y los gemelos y Lee se fueron a hacer de las suyas, así que Ron, Harry y Hermione se quedaron sentados al lado del fuego, para calentarse un poco.
-Uf, esto ya es otra cosa –Ron acercó las manos al fuego.
Hermione cogió un pesado libro y comenzó a leerlo, Harry se quitó los guantes y cogió la revista El Fisgón y comenzó a hojearla.
-¿Dice algo interesante? –preguntó Ron.
-No... Bueno –Harry pasó un par de hojas- una entrevista con un cazador de dragones... Sección de contactos... ¡Vaya! Un reportaje sobre el equipo Montrose Magpies.
-¿Los Montrose Magpies? –dijo Ron, pensativo. –Ese equipo es el que más veces ha ganado la liga, ¿no?
-Sí.
-Yo prefiero los Chudley Cannons.
Harry reprimió una risa, bufando.
-¿Chudley Cannons? ¿Eres aficionado a ese equipo?
-Sí, ¿qué pasa? –le espetó Ron, molesto.
-Nada, nada –dijo Harry, encogiéndose de hombros.
-¿Ese no es el peor equipo de la liga? –añadió Hermione. Ron la miró molesto.
-¿Y tú qué sabes de quidditch?
-¡Ey! Que sepas que he cogido de la biblioteca varios libros de quidditch y en todos dicen que los Chudley Cannons son los peores de la liga, perdiendo todos los partidos.
-Pero que sepas... –protestó Ron pero en ese momento se acercó Percy, llevando un pequeño paquete en las manos.
-Ronald, toma, un paquete de mamá y la carta. Llegó esta tarde.
-Gracias, Percy.
-¿Te ha escrito tu madre? –preguntó Harry. -¿Y qué te manda?
-A ver... –Ron desgarró el papel y abrió la caja de cartón. –Una carta, galletas caseras y ... ¡oh! Ropa interior.
-¿Ah sí? –dijo Hermione, intentando mirar dentro de la caja.
-¡Quita de ahí! –Ron apartó el paquete de la chica. -¿Quieres una galleta, Harry? Toma –le pasó una galleta.
-¿Y yo qué?
-Tú hasta que no te apartes de mi ropa interior nada.
-Está bien, está bien. Pero no es gran cosa la ropa interior de chico. Además, no es la primera que las veo. Una vez vi los calzoncillos de Harry.
Harry tosió la galleta que se estaba comiendo.
-¡No cuenta! Tenía 7 años, era muy pequeño. ¡Ron, deja de reírte!
-¿Desnudo o solo con calzoncillos? –rió Ron, intentando respirar.
-¡Caaallaaaa! –Harry se lanzó sobre Ron y le metió la galleta en la boca a la fuerza. -¡Como me obligues te quito los pantalones!
-¿Alguien ha dicho quitarle los pantalones a alguien? –preguntaron los gemelos entrando en la sala común.
-¡A Ron! ¡A Ron! –gritó Hermione.
-¡Eso está hecho! –Fred sacó su varita y se acercó a Ron que se había ocultado detrás de Harry quien estaba riendo a carcajadas.
-¡ALTO! –gritó una chica, morena con el pelo recogido en una larga trenza y ojos color miel, se acercó a ellos empuñando su varita. Tenía una insignia con una P en el lado izquierdo de su uniforme.
-¡Uuuh! Mira, George, una prefecta.
-Sí, soy prefecta. ¿Qué le ibais a hacer a estos chicos de primero?
-Es nuestro hermano.
-Por mí que sea vuestro hijo ilegítimo. Soy prefecta y no voy a permitir que le hagáis nada a estos chicos. ¿Acaso os haría gracia que os quitarán los pantalones en medio de la sala común?
-¿A nosotros? ¡Claro! ¿Cuántas chicas nos quieren ver en calzoncillos?
Varias chicas levantaron las manos y otras tantas rieron por lo bajo.
-¿Ves?
-Entonces...
La prefecta hizo un giro con su varita y los gemelos estuvieron de pronto levitando cabeza abajo, y con otro movimiento les quitó los pantalones. Varias chicas rieron y otras lanzaron varios silbidos. Mientras que los chicos comenzaron a aplaudir. Los gemelos no parecían avergonzados, sino que también reían y saludaban a todo el mundo.
-Bien –la prefecta los dejó otra vez en el suelo y los miró con las manos en jarra. –Que os quede de escarmiento.
-Sí, mucho, mucho –dijeron los gemelos, riendo y subiéndose los pantalones.
-¿Estáis bien? –preguntó la prefecta a Harry, Ron y Hermione, quienes tenían una mano en el costado y controlando la risa.
-Sí, sí... Gracias –dijo Ron, mirándola y se quedó mudo y perplejo. La chica, bien mirada, era muy guapa.
-Bien, menos mal. Soy Penny Bauer, prefecta, voy a quinto año.
-¡Oh! Con Percy –titubeó Ron.
-Sí, y tú debes de ser Ronald Weasley. Tu hermano Percy habla mucho de ti.
-¿En serio? –dijo Ron, extrañado.
-Sí. Bueno, si tenéis alguna duda de lo que sea podéis acudir sin mí.
-Vale –añadió Hermione.
La chica se despidió con una mano y se reunió con un grupo de chicas que había al lado de una ventana.
-Por los pelos, ¿eh, Ron? –le dijo Harry pero éste miraba hacia donde estaba sentada la prefecta.
-Vaya, vaya, parece ser que a Ron le gusta Penny.
-¡No es verdad! –protestó el chico, mirando severamente a Hermione que soltaba una risita.
Dean y Seamus bajaron del cuarto de los chicos, cargando varios libros y pergaminos, y se sentaron con Neville a hacer los deberes. Harry, Ron y Hermione ya los habían hecho, claro está, gracias a la insistencia de la chica en adelantar el trabajo para tener tiempo libre. Y aunque a Harry y a Ron les costara admitirlo, ahora tenían el fin de semana libre para hacer lo que quisieran.
Harry se tumbó boca abajo en la alfombra que había ante el fuego, leyendo la revista, Hermione se enfrascó de nuevo en su libro y Ron comía las galletas caseras de su madre y leía la carta.
Leyó el artículo de Montrose Magpies y comenzó a hojear la revista. El Fisgón era una publicación reciente, hecha directamente para la gente joven, y en poco tiempo, llegó a ser tan leída como El Profeta. Había artículos muy variados, pociones para gastar a tus amigos (Harry descubrió que los gemelos habían sacado la receta de ahí), entrevista a las Brujas de Macbeth y uno sobre los Peregrinos de Letargos...
Harry se detuvo ahí y comenzó a leer.
"Los Peregrinos de Letargos somos muy mal vistos, porque la gente suele pensar que lo que tenemos son simples sueños, pero no es así. Si yo tuviera simples sueños no había podido predecir que iba a perder la llave de mi caja fuerte en el Banco Gringotts, cosa que sucedió a la mañana siguiente: dijo el señor Rogers, aficionado en esta materia."
-¿Peregrinos de Letargos? –dijo una voz sobre su hombro. Giró la cabeza y vio a Ron leyendo. -¿Te interesa?
-No, simplemente me llamó la atención –contestó con indiferencia.
-Mi madre piensa que son unos farsantes –añadió el pelirrojo mientras se comía otra galleta. –Yo creo que son unos pobres desgraciados que solo viven del cuento.
-Ron, no deberías hablar así de esa gente.
-Pero si es lo que son.
-Yo los creo –susurró Harry, casi inaudiblemente, pero Ron y Hermione se enteraron perfectamente.
-¿Ah sí?
-Harry –Ron se echó al lado de su amigo, muy entusiasmado. Harry se extrañó por el cambio radical de humor de su amigo. -¿Has tenido alguno de esos sueños raros?
-Bueno... últimamente he tenido un sueño muy raro... que se repite cada noche.
-¡Cómo mola!
-Ron, ¿no acababas de decir que esa gente es una farsante?
-Perdona, esa gente, pero Harry no. Es El Niño Que Sobrevivió, él no puede ser un farsante. –Ron se volvió con renovado interés hacia Harry. -¿Qué es lo que sueñas?
-Pues con una gran sala con cinco pedestales y un hombre encapuchado que se desliza... una mujer que canta una canción de cuna y después grita de pánico –Harry se estremeció. –Ese es el peor momento del sueño.
-¿Una mujer que canta? –preguntó Hermione y dejó su libro a un lado, miraba a Harry muy seria.
-Sí.
-A lo mejor... –Hermione meditó las palabras, Harry la miró y ésta lo miró a los ojos- Era tu madre.
-¿Mi madre?
-Bueno... quiero decir... tú apenas tienes recuerdos de tu madre y los que tendrás será cuando te cantaba para que durmieras.
-¿Tú crees? –añadió Ron, extrañado.
-Puede ser.
-Tenía una voz muy suave y clara –dijo Harry. Tenía la mirada perdida en el fuego y sonreía. Hermione lo miró, compadeciéndolo, ella no sabía qué haría si no tuviera padres; Harry siempre se mostraba muy seguro e intentaba no pensar nunca en eso.
-Pueden que seas premoniciones o ...
-¡Chicos, ¿sabéis las posibilidades que tendríamos sin Harry tuviera sueños premonitorios?! –exclamó Ron, de repente y sobresaltando a ambos.
-¿Qué?
-Tendríamos todas las respuestas de los exámenes, hasta el de Transformación de la semana que viene.
Harry tuvo que hacer un gran esfuerzo para no pegarse contra el suelo.
-¡Ron, no digas estupideces!
-No digo estupideces. Imagínate si tuviéramos las preguntas del examen, los aprobaríamos todos.
Hermione hizo un ademán de lanzarle el libro a Ron, pero al final se contuvo.
-Si son o no son premoniciones no me agradan nada –dijo Harry, para quitarle la importancia al asunto y dejarlo de lado.
-Pero si algún día sueñas con el examen de Transformaciones, ya sabes que estoy aquí.
-¿Qué os parece si vamos a comer ya? –propuso Hermione, poniéndose en pie. –Ya tengo hambre.
-Vale, vamos.
Los tres bajaron al Gran Comedor para comer. Después decidieron ir a pasear por los extensos terrenos de Hogwarts, visitaron a Hagrid, quien los invitó a tomar el té con unas pastas caseras que él mismo había hecho y que los chavales se habían negado a probar (Harry tenía cierta sospecha de porqué eran tan crujientes) y regresaron al castillo a la hora de la , cena. Por la noche, se quedaron charlando y jugando al ajedrez mágico hasta muy entrada la noche. Se despidieron de Hermione y subieron al dormitorio de los chicos.
Harry abrió su baúl, sacó su pijama y se cambió.
-Toma –le dijo Ron, colocando una pluma y un pergamino en la mesa de noche de Harry.
-¿Para qué me das eso?
-Por si acaso las preguntas llegan de improviso y no tienes nada a mano para apuntarlas.
-Estás muy convencido de que soñaré esas preguntas.
-La esperanza es lo último que se pierde y para esto puedo llegar a ser muy paciente.
-Ron, no estoy seguro de que esos sueños sean premoniciones y si lo son, dudo mucho que sueñe con las preguntas.
-Todo en esta vida es posible –añadió Ron, fervientemente.
-Sí, puede ser –dijo Harry, pensativo, y se metió en su cama. -¿Quién sabe? A lo mejor sueño cuál es la próxima tragedia que te sucederá.
El rostro de Ron palideció y miró a Harry, aterrorizado, éste, al ver la cara de su amigo se echó a reír.
-No tiene gracia...
-Lo sé, lo sé –rió Harry. –Pero tranquilo, intentaré no soñar con eso y si lo hago no te lo contaría.
-Je, me alegra saberlo –Ron hizo un amago de sonrisa muy poco convincente. Se cambió de ropa y se metió en su cama. –Buenas noches.
-Buenas noches, Ron –Harry se quitó las gafas, corrió las cortinas y las luces se apagaron.
Se tapó hasta la barbilla y se sintió tan calentito y confortable que el sueño comenzaba por embargarlo. Pero en ese momento, acostado en su cama, se había dado cuenta de que se había tomado lo de sus sueños muy a la ligera, a broma, cuando lo había hablado con Ron y Hermione. No le hacía ninguna gracia volver a soñar con todo eso. A pesar de que soñaba siempre lo mismo, cada vez le daba más miedo, y lo peor era la escena de la habitación de piedra con aquel encapuchado que se acercaba a él, deslizándose. En cada sueño se acercaba cada vez más, hasta que la última vez que lo soñó, llegó a cogerlo por la ropa y pudo sentir su respiración, jadeante y entrecortada. Pero para su suerte siempre despertada, empapado, sudoroso y con lágrimas en los ojos; se levantaba y se vestía el primero de todos, como todas las mañanas, hasta que al final Dean y Seamus acabaron por llamarlo "Despertador con Patas". Harry sonrió, no le molestaba esa broma ya que no era malintencionada. "Pueden que seas premoniciones" dijo la voz de Hermione dentro de su cabeza y un escalofrío le recorrió el cuerpo. ¿Y si era verdad? ¿Y si lo que soñaba eran premoniciones? ¿Y si en alguna ocasión soñaba con algo con relacionado con Hermione y Ron? Esa idea no le agradó en absoluto. No quería que alguien cercano a él le pasase algo... no quería...
-Nadie quiere eso, Harry.
Harry abrió los ojos de golpe y se reincorporó en su cama. Lo había oído con claridad y estaba seguro de que no se había quedado dormido y lo había soñado. Descorrió las cortinas, allí no había nadie, se puso sus gafas y miró el reloj que había en la mesa, medianoche, hacía pocos minutos que se había acostado, no lo había soñado. Segundos antes alguien había estado allí, junto a su cama y había leído sus pensamientos y le había respondido.
-Je, je, je, te veo intrigado, Harry. Si quieres saber quién soy yo, sigue mi voz.
Harry se levantó de la cama y miró por toda la habitación, no había nadie más aparte de él y sus compañeros en sus camas, las cosas estaban en sus sitios, baúles, la puerta de la habitación abierta... ¿La puerta de la habitación abierta? Instintivamente se puso las zapatillas, cogió su varita, rebuscó dentro de su baúl, cogió su capa invisible y el mapa del merodeador y salió corriendo de allí. La idea de que Filch u otro profesor lo pillara no le importó. Llevaba la curiosidad y las ansias de aventura en la sangre y no podía evitarlo.
Se echó la capa encima y activó el mapa, se aseguró de que no había nadie cerca y salió al pasillo de la Señora Gorda. Volvió a mirar el mapa, Filch estaba en el primer piso y su gata hacía la ronda en el cuarto piso, los profesores estaban en sus respectivas habitaciones, al igual que los alumnos en sus salas comunes y no había nadie más en el mapa. ¿Entonces quién lo había llamado?
-Por aquí, Harry, por aquí. Sigue mi voz.
Harry miró a su derecha pero allí no había nadie; miró el mapa de nuevo y tampoco había nadie. Así que se guardó el mapa y se dejó llevar por su sentido del oído.
Siguió la voz por los pasillos, las escaleras ocultas y por pasadizos secretos, siempre embargado por la emoción. Si Hermione se enterara de lo que estaba haciendo le hubiera regañado diciéndole que era un imprudente por andar a esas horas por el castillo y siguiendo la voz de algo desconocido. Pero no lo podía evitar, además, parecía divertido.
Estuvo siguiendo la misteriosa voz durante largo rato, hasta que la perdió el rastro ante una gran gárgola. Miró a la derecha y a la izquierda, pero la voz había desaparecido. Se giró sobre sus talones y miró al pasillo por el que había venido, estaba a oscuras, solo iluminado por un par de antorchas. Pensó que la travesura había llegado a su fin y que debía volver a la sala común.
-¿Ya te vas, Harry?
Miró sobre su hombro, la gárgola había cobrado vida y se había echado hacia un lado, la pared se abrió y mostró una escalera de caracol que giraba hacia arriba. Harry dudó durante unos segundos pero al final decidió subir, ya que había llegado hasta allí... Giró y giró hacia arriba hasta que llegó ante una puerta con una aldaba con forma de grifo. Se quitó la capa y se acercó a ella, giró el pomo y asomó la cabeza, intrigado.
-Buenas noches, Harry –lo saludó Dumbledore. Estaba sentado detrás de su escritorio y lo miraba afable y sonriendo.
El corazón de Harry se detuvo y palideció hasta quedar más blanca que la cera. Pegó un grito de terror y salió de allí, corriendo. De todas las personas con las que se podía encontrar, tuvo que ser el director. Ya se veía expulsado y sin varita. Bajó las escaleras lo más rápido que pudo, luchando contra estas, ya que seguían girando hacia arriba. Entonces el director lo llamó:
-¡Espera, Harry! ¡No voy a castigarte! ¡Vuelve!
Harry se detuvo y se dejó llevar por las escaleras, que poco a poco lo llevaron ante Dumbledore, quien se encontraba al pie de estas.
-¿No me va a castigar?
-No, ya que he sido yo quien te ha traído hasta aquí.
-¿Usted? –preguntó, incrédulo. Pero se percató de que era cierto, era la misma voz.
-Ven, pasa –lo invitó Dumbledore.
Entró en el despacho. Era una estancia circular, llena de estanterías con muchos libros y aparatos de plata, una mesa llena también de esos aparatos de plata, pergaminos, y detrás una gran ventana redonda. Harry reconoció ese lugar, era el despacho en el que Godric mantenía una conversación con aquella anciana, Rowena.
-Siéntate, ¿quieres tomar algo?
-Bueno, con un té me basta.
-Bien –y una bandeja con una par de tazas de té y un plato lleno de galletas apareció en la mesa, ante Harry. –Toma –Dumbledore le pasó una de las tazas, -coge galletas también.
Dumbledore se sentó en su silla, cogió la otra taza y miró a Harry, quien tomó un sorbo y miró al director.
-Estoooo... lo siento –titubeó- yo no debería estar andando por los pasillos a estas horas.
-No pasa nada, además, mi intención siempre fue traerte hasta aquí. Al principio dudé de que vendrías, pero no debí subestimar tu curiosidad.
-¿Y para qué quería que viniese?
-Porque quería tener una charla contigo.
-¿Qué? ¿Conmigo? ¿Una charla?
-Sí... Veamos, ¿por dónde empiezo? –dijo Dumbledore, pensativo, y dejando su taza sobre la mesa. Harry lo miraba mientras cogía una galleta y le pegaba un mordisco. –Sé que has tenido un sueño que se repite constantemente.
-Es verdad, ¿cómo lo sabe?
-Porque te he estado controlando. Tu sueño al principio es inocente, pero a medida que avanza se introduce en un plano en el que otras personas ajenas a ti pueden llegar a entrar en él.
-¿Qué? –exclamó Harry. –Espere un momento, ¿quiere decir que alguien ha estado entrando en mi sueño? ¿Para qué?
-Para poder llegar hasta ti de una forma en la que no te puedas defender y nosotros protegerte.
Harry meditó durante unos segundos.
-¿Se refiere al encapuchado que aparece en mi sueño?
-Sí, te habrás dado cuenta de que en cada sueño se aproximaba cada vez más a ti.
Harry asintió, no había tenido en cuenta ese detalle.
Dumbledore dudó durante un breve instante pero al final respondió:
-Creo que es Lord Voldemort.
-¿Voldemort? –exclamó Harry. –Pero si yo creía que estaba...
-¿Muerto? Eso es lo que muchos piensan pero no es así. Creo que ha conseguido su poder de antaño aunque bastante reducido y está esperando a recuperarlo. Y ahora más que nunca está actuando para llegar hasta ti, ahora que has salido de tu escondite.
-¿De mi escondite? Si todos estos años he estado viviendo con Sirius y Remus.
-Pero tu casa fue encantada con el encantamiento Fidelio y yo me ofrecí como guardián secreto.
-¿En serio? No lo sabía... ¿Pero para qué me quiere? No lo entiendo...
-Creo que debo empezar por el principio... Nuestras vidas están escritas desde el momento en el que nacemos, y solo unos pocos logran cambiarlo, los que tienen una gran fuerza de voluntad y un gran poder.
-¿Personas que pueden cambiar sus vidas?
-Que pueden burlar a la muerte.
A Harry se le cayó la galleta que tenía entre las manos y miró fijamente a Dumbledore.
-¿Usted conoce a alguien que lo haya hecho?
-Sí, Godric Gryffindor, Lord Voldemort y yo mismo.
-¿Usted?
-Así es, cuando era muy joven, mi vida estuvo en un grave peligro y en ese momento vi mi muerte; pero me negué a dejar este mundo. Tal vez porque era un egoísta o tal vez porque no quería lastimar a mis seres queridos, de formas, burlé a la misma muerte y aquí estoy.
-¡Vaya!
Dumbledore sonrió ante la expectación de Harry y prosiguió:
-Como ya te he dicho, uno de los que también lo lograron fue Godric Gryffindor, uno de los fundadores de Hogwarts y de nuestra casa. Pero Gryffindor llegó más lejos de burlar a la muerte, consiguió llegar hasta ella en más de una ocasión. Fueron tantas las veces que se vieron que al final entablaron un vínculo y conseguir abrir un portal entre la vida y la muerte.
-¿Eso qué significa?
-Que quien abra ese portal podrá decirle a la muerte qué personas quiere que muera.
-A mí no me gustaría llegar ante ese portal –comentó Harry, mordiendo otra galleta.
-No es un lugar al que se pueda llegar fácilmente. Para serte franco, ni yo mismo sé donde está.
-¿Ah, no? ¿Y Voldemort?
-Tampoco. Por eso quiere llegar hasta ti.
-¿Hasta mí? Pero si me acabo de enterar de la existencia de la puerta, ¿cómo voy a saber dónde está?
-Lo sabes, aunque no lo creas. Verás, hace años, cuando Godric Gryffindor creó esa puerta, se tomó muchas precauciones para que nadie pudiera abrirla tan fácilmente, sólo una persona en concreto.
-Esa persona...¿soy... yo?
-Sí, el heredero de Gryffindor.
Harry tosió, casi atragantándose con la galleta que se estaba comiendo en ese momento, miró a Dumbledore, boquiabierto durante unos segundos.
-Espere, espere –dijo sonriendo, nervioso. -¿Quiere decir que yo soy heredero de Gryffindor? ¿Su descendiente?
-Sí, ¿no sé qué te sorprende?
-Bueno –sonrió- es que no todos los días sabes que eres descendiente de uno de los fundadores de Hogwarts.
-Deberías estar orgulloso, Gryffindor fue uno de los magos más poderosos de todos los tiempos.
Harry sonrió, aunque precisamente orgulloso no se encontraba en ese momento. Cogió otra galleta y le pegó un mordisco, mientras masticaba una idea pasó por su cabeza.
-¿Por qué construyó Gryffindor esa puerta? Quiero decir, si tan preocupado estaba para que nadie la emplease, ¿por qué la hizo?
-Porque quería morir –respondió Dumbledore. Harry se asombró por la repuesta del director. –Es normal que no lo entiendas, pero cuando Gryffindor venció a la muerte su vida se volvió larga y prospera, pero los años no perdonan y él ya estaba cansado. Pero la muerte se negaba a llevárselo porque le había cogido cierta estima y no quería matarle. En cierto modo, la muerte le estaba otorgando la inmortalidad, pero no es un don muy apreciado cuando todos tus seres se marchan uno tras otro y tú te quedas solo con tus años y recuerdos.
-¿Pero la muerte no es mala?
-No, matar es el trabajo de la muerte, simplemente.
-¿Usted también es inmortal?
-No, yo no llegué a entablar amistad con la muerte.
Pegó otro mordisco a la galleta. La idea de que Voldemort lo estaba buscando no le produjo demasiado temor ya que sabía que en Hogwarts estaría seguro.
-¿Y para qué quiere la puerta? ¿Se quiere morir o algo así?
-¡Qué va! Lo que quiere es acabar con todas las personas que se entrometen en su camino de un solo golpe.
-¿Usted –Harry dudó en seguir la pregunta- es una de esas personas?
-Sí, y creo que la primera.
-¿Y no está asustado?
-El temor es el mejor paralizante, Harry. No puedo estar aterrorizado con la de cosas que tengo que hacer. –Dumbledore tomó un sorbo de té y miró a Harry. –Ahora lo que más me preocupa es tu seguridad. Aún no sabes controlar tus sueños y Voldemort se aproxima cada vez más a ti.
-¿Y qué puedo hacer?
-Te voy a llevar con un gran maestro en la materia de los sueños y también –sonrió- parte de tu familia.
Continuará...
Hikaru
Miembro de la Orden Siriusana
