Fic

Historias de Albert y Candy

Hechizo de Amor

Por Mayra Exitosa

Inspirada en la Imagen de Lulú Mtz.

Lejos de ahí, el principal heredero, William Albert, cabalgaba cuidadoso su precioso corcel, para no dañar la bella rosa azul la cubría acomodándola en medio de su pecho, así evitar que no fuera a lastimarse, observaba a lo lejos como le volaban los rizos dorados de la joven a la que siempre se encontraba por todos lados, una tarde la vio en la colina, otra mañana cerca del río, cuando salía hostigado de tantas presiones que su legado incluía, a ella cercana por los campos veía así a donde fuera sin poderlo evitar por cada momento que buscaba estar a solas a esa bella joven se solía hallar, pues gozaba de los paseos a aire libre, con el día radiante o la luna llena en su esplendor como muy seguido a él le pasaba saliendo cuando el sol se ocultaba, en los mejores momentos a ella observaba, si estaba distanciado se ocultaba para no ser visto y desde cierta distancia a la rubia había estado espiando, pues la joven en el río la sorprendía duchando y con los animales del bosque también charlaba, como una doncella inesperada, fueron múltiples ocasiones en la que siempre se la encontraba, y aunque en muchas de esas no se dejaba ver, a ella a la distancia gozaba de observar, pues su manera alegre le llamaba la atención y es que la joven lo hipnotizaba, su sonrisa al viento, el carisma innato y esa paciencia a todas las bestias lo atraía, incluido a él, pues muchas veces la soñaba como una ninfa que en los bosques merodeaba y de todos esos animalitos ella los cuidaba, por lo que eso a él mucho le llamaba, ahora que podía estar en algún hechizo por ese dichoso pastel, deseaba evitar que se hiciera daño a esa bella mujer.

Así a la distancia cuidando de su rosa color azul brillante, se iba más aprisa para alcanzarla a encontrar, para poderle cuestionar si había comido del pastelillo y notado algún brillo o un síntoma similar como les había sucedido a todos los que comieron en la merienda esos postres que cada tarde ella solía llevar, por más que trataba de darle alcance, parecía alejarse a tal grado que estaba decidido con la joven encontrarse, por lo que se hizo un atajo para llegar por el frente y poder por fin con la joven rubia dar. - ¡Vamos, Duncan, podemos alcanzarla! Le decía al corcel como si este fuera su cómplice para atrapar a la joven rubia, a lo que brioso respondía con su relinchido, apretando el galope para veloz y si era posible llevar a su dueño con la joven que habían estado persiguiendo.

En el carruaje del Duque Legan algo extraño pasaba, una llanta se le dañaba y un carruaje por ahí también se acercó, de su vista una joven hija de un comerciante llamada Diesi Stamford, quién por su ventana se asomaba con una brillante sonrisa le comentaba, - Qué hermosa rosa trae usted mi Lord, qué bello es su color, a lo que el Duque mientras su chalan continuaba reparando la rueda, se acercaba galante y mencionaba, - ¿le gusta a usted, mi Lady? - ¡Oh sí, mucho! es realmente muy hermosa. Como si la pareja se hubiese puesto de acuerdo, el atractivo caballero se subía a su carruaje, cerrando la puertilla cual cuarto cero, la dama le hacía una señal a su cochero, quien con real amabilidad avanzaba el carruaje para así dejar a la pareja encerrada íntimamente habiendo cerrado hasta las cortinillas para así a continuar con su deleite a solas en la cabina olvidándose del mundo exterior, oliendo a rosas violetas el coche se sentía con un encanto especial, donde por todas las ventanas lucían bellas rosas como en plena primavera de mayo, sin poder ver que la pareja se amaba con una pasión desbordada, la cual ninguno de los dos esperaba, pues hechizados por esa preciosa rosa el Duque y la señorita ignoraban lo que les estaba sucediendo, solo el carruaje que iba a cierta velocidad, rebotaba cual movimiento de una pasión desbordante en el interior se suscitaba, el cochero por su parte, desconocía la situación tenía a su lado comida en su asiento y le daba latigazo ara el avance de los corceles que ajustaban el paso, distraído como si nada pasara, más contento que de costumbre continuaba a la mansión de la jovencita Stamford.

Su alteza, el joven príncipe Archivald buscaba a su hermano mellizo por todo el lugar, veía al ayudante de su mayordomo, que con una mujer del servicio de los aposentos, se besaban apasionadamente para luego sin medir su presencia, se abrazaban con alta estima, este ladeaba la cabeza, al no importarles que se encontrara él ahí, ambos parecían engullirse a besos y el cuerpo de la dama en un columpio parecía haberse subido pues tenía un vaivén encima del joven que no se detenían a meditar sobre el lugar en el que ambos yacían luego de continuar en esa danza sobre natural por su lado osaron colarse, vio como el costado se iban colmando de rosas de color lilas por todo el lugar, mientras el hombre los pantalones abajo, la mujer las enaguas arriba y el con las quijadas sueltas giraba a verlos de nuevo, pues el ayudante alzaba con habilidad la falda de la mucama mientras él con toda su pasión se acunaba columpiando el cuerpo de la dama escondiéndose entre todas las telas de las enaguas, continuaban andando y las rosas apareciendo por todo el pasillo como si los fueran persiguiendo, dejándolo tan sorprendido que el príncipe se asustaba y se iba corriendo para avisarle a sus hermanos que podían tomar a una mujer a placer creando malentendidos si los dos se amaban comprometidos por estar hechizados, al llegar a los aposentos de su hermano luego de haberlo buscado abría la puerta, donde las rosas amarillas invadían advirtiendo que Alistar ya había sido atrapado, solo podía vislumbrar a su hermano como al igual que la pareja que había visto danzaba un baile antiguo en el vaivén de su cama, donde yacía subiendo y bajando entre las piernas de una dama, por lo que evidentemente ruborizado y avergonzado, salía sin hacer el menor de los ruidos, pues realmente se sentía demasiado confundido, si eso no le había sucedido a su hermanito el menor y al recordar los jardines notaba que ambos se habían alejado dejándolos a solas, ahora que lo meditaba quien sabe a dónde se irían y si también se encontrarían de ese modo tan apasionado, por lo que salía corriendo con su bella rosa, para irse a buscar a todos los demás.

Continuará...


Gracias por comentar cada capítulo , esperando finalizarla próximamente.

Agradecida por no tomar mis escritos, ni adaptar ni utilizar por ningún medio auditivo o plataforma alternativa, en parte o completa ninguno de estos.

Con sincero aprecio,

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa