"Ah, no es un sueño"
Capítulo 2: Miradas que se cruzan.
Las clases en los días fríos se hacían cada vez más largas y aburridas. Los estudiantes de Griffindor y Slytherin se hallaban en una sala bastante oscura y tenebrosa, llena de calderos y pociones extrañas. Normalmente tenían dos horas de Pociones en las mazmorras –como ese mismo día –impartidas por el odioso profesor Severus Snape (aunque para los Slytherins era alguien a quien admirar).
Hermione como de costumbre solo levantaba la mano en las clases, Harry y Ron cuchicheaban sobre los próximos entrenamientos de quiddicht y en una esquina, estaba Draco Malfoy. Reía por lo bajo las estupideces que decía Blaise Zabinni, y de vez en cuando –y sin poder evitarlo –dirigía una de sus miradas congelantes a la castaña que se sentaba varios sitios adelante.
-Hoy realizaremos una poción por parejas. –anunció el profesor Snape fríamente –Tenéis las instrucciones ahí.
Señaló con la varita una tabla enorme con varios puntos a seguir. Hermione se acomodó entre sus amigos, pero el profesor le dedicó una mirada despectiva y negó con la cabeza. La prefecta bufó.
-Señorita Granger, creo que esta poción es lo suficientemente fácil como para que sus queridos amiguitos la puedan realizar sin su ayuda. Póngase con el señor Malfoy.
-¿¡Qué!? –gritó ella –Pero señor...
-¿Algo que objetar, Granger? –pronunció paulatinamente el profesor con todo amenazante.
La Griffindor bajó la cabeza y resopló malhumorada. Se sentó junto al rubio, que la miraba pícaramente. Ella intentó sonreír falsamente, pero Draco se dio cuenta y negó con la cabeza. Harry y Ron los miraban desconfiados, y en especial el moreno.
-Volvemos a encontrarnos, Granger –comentó el Slytherin ampliando su sonrisa.
-Lamentablemente opino lo mismo.
-¿Molesta?
-Contigo siempre, oxigenado. Ahora –miró el tablón –ve a buscar los ingredientes, yo prepararé el caldero.
-Ni hablar –rió –A mi no me das órdenes. Tú irás a por los ingredientes y yo esperaré.
Hermione se había levantado feliz, pero aquel incidente y la actitud de Draco la habían echo enojar. Caminó hasta el estante donde se encontraban varias especias y cogió las que necesitaba. Iba a regresar con su compañero de trabajo cuando un joven de cabello negro y gafas se acercó a ella disimuladamente. Sonrió dulcemente.
-¿Cómo te va con ese hurón? –preguntó Harry graciosamente.
-He de reconocer que es muy insoportable, –le devolvió la sonrisa –pero es mejor no contradecir a Snape.
-En eso estamos de acuerdo.
-Señorita Granger, señor Potter –los llamó una voz arrogante -¿Algo que aportar a la clase?
-No, profesor –negó Hermione rápidamente.
-Diez puntos menos para Griffindor.
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Draco observó como la prefecta se paseaba por los estantes buscando los ingredientes que necesitaba. Más de una vez tuvo que estirarse para alcanzar alguno, y el chico se sonrojó levemente al ver la cara de esfuerzo que mostraba Hermione. Pero sus fantasías fueron interrumpidas por una chica. Pansy Parkinson.
-¡Draky! ¿Por qué miras a esa estúpida sangre sucia? –preguntó con tono meloso.
-Solo me aseguraba de que no se equivocara al coger los ingredientes –afirmó –Ahora desaparece de mi vista.
-Dentro de poco será el baile de Halloween... ¿Sabes con quién irás?
Draco iba a contestar cuando escuchó la voz del profesor Snape regañar y quitar puntos a dos Griffindors. Granger y Potter. Los dos murmuraban cosas entre sí y se hacían señas antes de volver a sus respectivas mesas. Ella sonreía tiernamente. Sonreía. Pero... le sonreía a él. Una inmensa oleada de inquietud lo invadió. Sentía un gran recelo hacia ese Potter, y quizá también... no, imposible. Jamás. Nunca sufriría el poder de la envidia y los celos. No. Se negaba completamente, y menos por unas sonrisa de esa castaña. Ella podía sonreírle solo a él cuando quisiera. Sí.
-Venga, Granger, no tengo todo el día –dijo el rubio fulminándola con la mirada.
-Parece que al gran Malfoy le ha cambiado el humor en un abrir y cerrar de ojos –objetó.
-Cállate. Ahora empieza.
Hermione no estaba dispuesta a ser manejada por el chico. Rió entre dientes y con un pequeño movimiento, hizo que el bote donde había un líquido extraño –uno de los componentes de la poción –cayese accidentalmente en la túnica del Slytherin. Él se levanto mojado y la observó con un deje de amenaza y advertencia.
-¿¡Pero que has hecho, Granger!? –chilló éste furioso.
-¡Vaya! Creo que se me ha caído... no me he dado cuenta –fingió la muchacha, sonriendo maliciosamente.
-¡Draky! ¿Estás bien? –preguntó socarronamente Pansy. –No te preocupes, yo te secaré.
-Lárgate Parkinson.
-¿Qué está sucediendo aquí? –preguntó Snape -¿Algo va mal? ¿Está bien, señor Malfoy?
-La sang... Granger –corrigió Pansy –ha vaciado un ingrediente en la pierna de Draco.
-Muy bien, señorita Granger. Hoy la suerte le persigue, diez puntos menos para Griffindor.
La Slytherin hizo una mueca de superioridad a la prefecta y ésta arqueó una ceja. Las dos chicas se odiaban mutuamente. Ese odio cada día se hacía más grande.
Ella se retiró a su sitio y de nuevo quedaron solos. Hermione realizó sola gran parte de la poción –aunque de vez en cuando Draco también ayudaba a su manera -. Cuando ya terminó la clase, la Griffindor se dispuso a recoger el caldero, pero su mano chocó con otra. Con la de Draco. Alzó rápido la mirada y lo vio. Los dos estaban sorprendidos y desarmados. Malfoy pudo sentir la calidez de la joven, y ella a su vez, la fría sangre que corría por las venas de él.
¿Qué ocurría? ¿Otra vez aquel sentimiento? Primero pensaba que era muy bonita, después vinieron los ¿celos? Y ahora... ahora... ahora su corazón no podía latir más agitado.
Volteó la cabeza y se dirigió hacia sus dos "gorilas".
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-Odio a Snape, ¡Nos ha quitado 20 puntos injustamente! –protestó Ron, mientras caminaban por los pasillos hacia su próxima clase.
-Ron tiene razón –opinó el chico de cabello oscuro –Nos quitó puntos por hablar, está bien, pero... ¡No fue tu culpa que se te cayera aquel bote asqueroso!
-Yo no estaría tan segura –rió divertida.
-¿¡Lo has ensuciado de ese moco verde a propósito, Hermione!?
-Shh... -llevó el dedo índice hacia sus labios –no habléis tan alto.
-Desde hace unos días te comportas más... -Ron buscó una palabra adecuada.
-Rebelde –se adelantó Harry -¡Creo que ese Malfoy ya tiene su merecido por un tiempo!
-Sólo lo hice por ver su cara, no por vengarme.
-Pero en tal caso, ¡Ha sido alucinante!
-Granger, –se escuchó una voz gélida –creo que tienes que darme una explicación.
-Ya te lo he dicho, no ha sido mi culpa que el bote estuviese mal cerrado, Malfoy –le regaló una mirada de victoria.
Draco perdió los nervios y acorraló a Hermione contra la pared y su cuerpo. Él examinó cada detalle de su cara, la piel tersa y suave, sus ojos castaños intentando ocultar que estaba asustada, sus labios apetecibles y los rasgos que le daban un aire intelectual. Estaba tan cerca de ella, y sin embargo tan lejos... No podía besarla. No debía.
Hermione, por su parte, intentaba rehuir la mirada persuasiva de su enemigo, pero no podía. El cabello rubio del chico caía sobre sus ojos, ofreciéndole una pose seductora y sensual. La Griffindor se sonrojó tanto, que Malfoy sonrió por lo bajo.
Él la miraba. Ella lo miraba. Ellos se miraban. Tan solo ellos dos, nadie más parecía rodearlos.
Pero muchos estudiantes los observaban boquiabiertos, incluidos Ron y Harry. Éste último casi se lanza al Slytherin, pero una chica rubia se lo impidió.
-¡Draky! ¿¡Qué estas haciendo, sangre sucia!? –gritó Pansy Parkinson enfurecida.
-No vuelvas a tirarme mocos repugnantes a la túnica ¿entiendes? –disimuló Draco, para evitar una escena incómoda y dar explicaciones.
Hermione asintió todavía sorprendida. El joven tomó la dirección contraria y lentamente desapareció de la vista de todos los que contemplaban la situación. Balanceó su cabeza de un lugar a otro, recapacitando. Pero de repente, el corazón se le encogió.
Un dolor la dominó. Un intenso y sofocante dolor. Sentía que se ahogaba. Otra vez aquel interminable calor. «Oh, dios... ahora no, por favor... resiste Hermione, solo un poco más.» pensó para sí misma la chica castaña.
La rubia Slytherin se acercó a ella, con expresión despreciable. Se plantó delante de ella, impidiéndole el paso. Se desafiaron con la mirada y Pansy sacó su varita. Las dos se pusieron en guardia, no necesitaban palabras para comunicarse que no se podían ni ver. La rubia estaba a punto de pronunciar un hechizo, pero los pasos de la profesora McGonagall la interrumpió. Guardaron velozmente sus varitas.
-Recuerda Granger, –susurró Parkinson –estaré esperando el momento oportuno para darte tu merecido.
-Espero encantada, Parkinson.
-No te vuelvas a acercar a mi Draky.
-Haré lo que me plazca –sentenció la Griffindor.
La Slytherin se perdió de vista y Hermione se alejó de sus amigos. Ellos fueron hacia sus clases, ya que no coincidían. Ella se sentó en un rincón oscuro y se llevó una mano hacia el pecho.
Dolía.
Tosió ruidosamente –más de lo normal –y un nudo se le formó en la garganta. Respiró agitadamente y tragó varias veces. El dolor ya se había extendido hasta su cabeza, y sentía que le iba a estallar. Tantos pensamientos juntos, tantos datos que recordar, tantas ocasiones que no debía olvidar... era demasiado.
Se limpió las gotas de sudor que recorrían su cara, y con las pocas fuerzas que todavía no había perdido, levantó su cuerpo. Pesaba, pero tenía que regresar a la clase de su asignatura favorita.
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Últimamente Draco estaba más pensativo de lo normal, él escondía sus secretos, eso era cierto, pero aquellos días eran especiales. En su mente solo estaba la frágil figura de una joven de cabello castaño y ondulado, con un rostro perfecto. Solo podía pensar en ella, día y noche.
La comida no le sabía igual, las clases eran más aburridas y las mañanas más largas. Estaba harto de esa situación.
Ahora le tocaba clase de Encantamientos junto a los Hufflepuff, debía darse prisa o llegaría tarde. Aunque pensándolo bien, no era tan importante asistir a esa clase. Paseó por los solitarios y anchos corredores de Howarts hasta escuchar una tos. Se aproximó silenciosamente hasta un rincón y allí estaba ella, apoyada contra la pared, respirando ahogadamente.
¿Qué le ocurría a esa chica? Ya era la segunda vez que la encontraba en aquel estado, tan vulnerable y con la mirada perdida en el infinito. Quería abrazarla. Deseaba hacerlo. Pero se contuvo.
Vio como Hermione se alejaba hacia la derecha y quedó pensando. Todo eso era muy raro. Más de lo normal.
Tras todas las clases y unos duros entrenamientos de quiddicht, decidió descansar en su nueva sala común. Era relajante ir allí, no solo porque ya era tranquilo el lugar en sí, sino que los prefectos de Ravenclaw y Hufflepuff nunca iban a esa hora. Solían ir después de la comida, pero nunca al anochecer. Solamente él y la Griffindor coincidían de cuando en vez.
Iba escoltado por Crabbe y Goyle, cuando se cruzó con Zabinni y Parkinson.
-Mierda –masculló.
-¡Draky! –exclamó Pansy aforrándose al brazo del Slytherin.
-¿Por qué la has traído? –preguntó Draco dirigiéndole una mirada de odio a Blaise.
-Ella me lo pidió a cambio de un beso, no pude negarme.
-Perfecto, Zabinni. Me has traído a la persona que en estos momentos más deseaba ver –dijo sarcásticamente.
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Ginny y Hermione hablaban animadamente sobre los chicos más guapos de Howarts. La Weasley sin duda, pensaba que Harry era el más atractivo y encantador. La castaña no podía dejar de reír por los comentarios tan esperanzadores y el optimismo de la chica.
Cruzaron una esquina y allí estaban varios Slytherins. Entre ellos estaba el rubio en el que no podía dejar de pensar. A su lado se encontraba Parkison, cogiendo fuertemente el brazo del chico.
No lo podía evitar. Era tan guapo... deseaba estar allí, en lugar de esa Pansy, sosteniendo la mano de Draco y no dejarlo escapar nunca. Tenerlo solo para ella, sin preocupaciones ni prohibiciones.
Malfoy se percató de su presencia, y ella pensó que era todavía más fascinante cuando intentaba ignorarla. Pero no lo conseguiría. Hermione se acercó decididamente hacia donde estaban ellos, acompañada por Ginny. Ellas iban a cruzarse con los Slytherins cuando Pansy besó la mejilla de Draco. La prefecta comenzó a arder de furia.
¿Por qué sentía tantas ganas de cambiarse con Pansy? ¡Hermione Granger no estaba celosa! ¡No! ¡Ella se había prometido no enamorarse nunca de ese estúpido!
Le dedicó una sonrisa de asco al jugador de quiddicht y una mirada asesina.
-¿Celosa, Granger? –adivinó Draco, con un deje de burla.
-De un pulpo como tú, jamás.
Se despidió con una expresión que la delataba. Ginny la obsevó descolocada, primero a Hermione y después al rubio platinado, pero maravillada por lo que había descubierto. Vaciló unos instantes y por fin habló.
-A si que... ¿Malfoy?
-¿De qué hablas? –disimuló ella.
-¡Te gusta!
-No digas más tonterías. Nunca me gustaría un chico como él, es arrogante, egocéntrico y odioso.
-Solo era una broma... -se avergonzó Ginny –Por cierto, el baile de Halloween es dentro de poco... he pensado en invitar a Harry ¿Me ayudarás?
-¡Claro!
Ginny y Harry hacían una perfecta y linda pareja. Eran adorables. Estaba dispuesta a hacer todo lo posible por unirles.
Hermione estaba exhausta y precisaba descansar, por lo que decidió ir a su propia sala común. No había nadie, genial. Se tumbó en un sillón frente al fuego y comenzó a pensar.
Se preguntó como sería abrazar a Malfoy. Reposar en sus fuertes brazos, mientras los dos se fundían en un tierno beso. Sería algo tan romántico... el amor entre dos enemigos.
-¡Hermione! ¿¡Pero que estás pensando!? –murmuró para sí, sonrojada –Malfoy es Malfoy. Olvida esas ideas.
Pero la escena con Pansy la tensó bastante. Un horrible sentimiento se había apoderado de ella y solo quería golpear esa cara de niña tonta.
Otra vez.
Dolor.
Angustia.
Celos.
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Draco Malfoy pronunció la contraseña para entrar a la sala común de los prefectos, pues estaba demasiado cansado de que Pansy lo siguiera a todas partes, necesitaba un poco de paz. Iba a entrar cuando escucho de nuevo aquella tos. Era ella. Tembloroso se acercó al sillón donde se sofocaba la muchacha. Esperó dos minutos, hasta que se calmó. Ya no tosía.
Lentamente se aproximó a la Griffindor, poniendo su cuerpo de rodillas para quedar a su altura. Estaba dormida. Acarició su mejilla, era cálida. Hermione hizo un movimiento y cogió la mano del Slytherin, éste se sonrojó. Se apartó violentamente.
-Estúpida Granger... pues ahora pasarás ahí la noche –susurró mosqueado.
-Duele... -atinó a decir en un murmullo casi inaudible.
Draco suspiró e inconscientemente se le escapó una risa dulce. Posó su mano sobre la frente de la chica y pronto se le calentó, pues ardía. Apartó su cabello a un lado y la observó. Cerró los ojos perdiéndose en la inmensidad de sus sentimientos.
Nunca antes había besado a alguien por que sintiese algo más fuerte que un capricho. Con ella era diferente. La quería tener para siempre, a su lado. La necesitaba.
Rozó con sus dedos los labios de Hermione y se acercó, hasta que se produjo un estallido entre ellos. El beso era suave y dulce, pero una extraña electricidad no dejaba que Draco se distanciase.
Un embriagador aroma y una respiración a su lado la despertó. La Griffindor entreabrió sus ojos y sintió como su aliento se mezclaba con el de el chico que la estaba besando. No tenía fuerzas para empujar al rubio –ni siquiera ella estaba segura de querer hacer eso –y de nuevo apagó su mirada. Se dejó besar.
Malfoy todavía extrañado por lo que había hecho, se sentó junto a la chica y pronto cayó en un profundo e intenso sueño, como ella. Instintivamente la abrazó.
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La luz del día la despertó. Era sábado, por lo que no había clases. La castaña miró el techo y luego hacia su izquierda, había una chimenea. Ese no era su dormitorio. Se asustó, pues no recordaba nada de lo que había ocurrido. Bajó la vista y se sobresaltó al ver unos brazos sujetarla fuertemente.
¿Y si había pasado la noche con alguien? ¡No había sido consciente de sus actos! ¿Quién sería el chico?
Asustada y aterrada miró a su lado y allí estaba él, durmiendo con cara inocente. Ella se ruborizó coloridamente.
-¿Malfoy? –susurró, al acordarse de lo que había pasado la noche anterior. Nada malo. Solo... un beso.
-Hmm... -musitó despertando -¿¡Granger!?
-No grites, que me duelen los oídos.
-Esto... ¿Qué hago yo aquí? –pensó –Ah... ya recuerdo.
Draco parecía haberse percatado de que besó a la chica, y un color entre rosa y rojo se le asomó en las mejillas. Se miraron en silencio. Estaban muy nerviosos para hablar. Se llevó una mano a la nuca y se la frotó.
-¿Estás mejor?
-¿Mejor? –repitió ella.
-No es la primera vez que veo que estas a punto de ahogarte. Deberías ir a la enfermería. –sugirió.
-¡Estoy bien! Métete en tus asuntos.
-No volveré a aconsejarte, no sabes aceptar la realidad.
-No entiendes absolutamente nada. Si estuvieras en mi posición, no pensarías eso –objetó Hermione.
-¿En qué posición, Granger? ¿Es un simple resfriado lo que tienes?
-Por cierto, –dijo cambiando de tema –veo que te gusta besar a tus enemigos.
-¿Estabas despierta? –preguntó indiferente Draco.
-Al principio no. Cuando se enteren todos los Slytherins que has besado a una sangre sucia... -rió por lo bajo.
Malfoy se mordió el labio inferior y acorraló a Hermione, tumbando su cuerpo en el sillón. La atrajo hacia sí, haciendo ademán de besarla. Ella no puso resistencia, al contrario, se acercó más a él. Posó las manos en el pecho de Draco y antes de que sus bocas se juntaran definitivamente, se escuchó la voz del chico.
-No digas nada a nadie sobre eso ¿entendido?
-Diré lo que quiera –titubeó ella.
-No, no dirás nada. Mi reputación está en juego.
-¿Por qué me besaste? –preguntó en un murmullo.
-¿Y tú por qué me correspondiste?
-¡Yo no te correspondí!
-Claro que lo hiciste, al no apartar tu cara cuando te besé.
Iban a rozar ya sus labios cuando la puerta se abrió de un golpe, y las voces de Cho Chang se escucharon a gran distancia. Estaba gritando. Ellos se alejaron lo más rápido posible, y cuando entraron los dos prefectos de Ravenclaw y Hufflepuff, reinó un silenció que Cho rompió.
-Estoy harta de ese Potter, –gruñó la chica con rasgos chinos –ahora resulta que irá con esa Weasley al baile de Halloween.
-¿¡Con Ginny!? –preguntó sorprendida Hermione -¡Es fantástico!
-¿Fantástico? –repitió asqueada Cho –Es lo peor que podía pasarme. ¿Tú con quién irás, Granger?
-Todavía no lo he decidido... -dijo pensativa.
-Yo he pensado en pedírselo a Malfoy –susurró la Ravenclaw al oído de Hermione, que sintió una punzada en el pecho –Pero seguro que ya tiene pareja...
-¿A-a Malfoy?
-Si habláis de mí, podéis hacerlo un poco más alto, a sí nos enteramos todos –informó Draco.
Las chicas vacilaron unos momentos, pero no dijeron absolutamente nada.
Hermione no estaba segura de qué era lo que sentía por el Slytherin. Ese odio tan fuerte se había convertido en todo lo contrario con tan solo un chasquido de los dedos. ¿Draco Malfoy estaba comenzando a... gustarle?
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Un muchacho de cabello negro azabache y despeinado a no poder más, observaba el tranquilo lago. Le encantaba sentarse junto a él y escuchar el viento. Lanzó con todas sus fuerzas una piedra al agua, una tras otra. Estaba enfadado.
¿Por qué sentía eso? ¡Ella era su mejor amiga! Pero la necesitaba, precisaba su presencia para poder sonreír y quería ver su rostro enojado cuando los regañaba a Ron y a él por no hacer los deberes. Aunque ella siempre estaba ahí para prestarles su ayuda.
¿Cuándo fue? Ah, sí. Ocurrió en sexto año, cuando sus dos mejores amigos comenzaran a salir. No duró mucho –por suerte -, pero recordaba con exactitud la envidia que sentía por él en aquellos días.
Ahora ella, Hermione Granger, parecía no darse cuenta de lo que pasaba por la mente del chico. Estaba desesperado por tocarla. Rozar sus labios. Perderse en un mundo en el que solo existieran ellos.
-Necesito que estés aquí, Hermione... Hermione... -susurró.
-¿Me llamabas? –preguntó con una mueca graciosa en su rostro, la castaña.
-¿¡Hermione!? –se sobresaltó.
-Sí, Harry... soy yo.
La chica se sentó a su lado y le dedicó una sonrisa de soslayo. El Griffindor se sonrojó y ella se dio cuenta, lo que provocó otra risa entre ellos.
Era preciosa. Simplemente preciosa.
-H-hermione... -balbuceó.
-¿Qué sucede?
Dejaría las cosas claras en ese día. Confesaría todo lo que sentía por aquella chica de ojos miel. Bajó la mirada y se llevó una mano a la frente, apartando de un manotazo el sudor. Suspiró hondo.
Debía luchar por lo que más quería. Lucharía por Hermione hasta el final.
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Comentarios: Siento haberme demorado tanto en escribirlo... aunque siendo sincera, tardé cuatro horas y media xD
Hermione y su resfriado... bueno... juju... en el próximo capítulo se verá que sigue igual, y puede que los profesores comenten algo sobre su enfermedad. Pero será en el capítulo 4 o 5 dónde Draco se de cuenta de qué es lo que le ocurre.
¡Harry enamorado! Ayy, el amor --
Pues... ¡Hasta el próximo capítulo!
Gracias por vuestros rvws!!! Espero que sigáis leyendo!!
Contestaciones a los RVWS:
Sweet-ally: Gracias por tu review!!! La verdad es que no tardé tanto en actualizar... verdad?.... juju...... en la conversa, Draco y Hermy se ven muy amigos!! Juajua. Aish, no me hagas eso de no dejarme review.... Es muy cruel T.T
Kairi Akade: Pues aquí está el siguiente capítulo!! Gracias por tus ánimos, guapísima
Leonysse Weasley: Gracias, xika!! Pues... bueno, te adelantaré algo... la enfermedad de Hermione no es una simple gripe, ni mucho menos, sino que es algo más... mm... fuerte xD Todavía no sé exactamente como hacer lo de la enfermedad, pero como dice Draco en el summary: Pero aquel hechizo la hizo vulnerable, la intentó matar. Eso ya es una gran pista XDDD Sobre Draco y Hermy... tienes razón, e suna pareja muy interesante --
Herms16: ¡Wola! Pues... sí, será todo flash back hasta los capítulos finales, cuando acabe de relatar la historia. Cuando comencé el fic pensé en poner pedazos del presente al principio de cada capítulo, pero sería un poco lioso... por lo que opté por hacerlo todo en pasado... aunque la otra forma también era original!
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO ········ Déjenme ReViEWs!!!!!!!!!!!!
