Sueños de verano Capítulo 8

= Cruel revelación

Aviso: Pido de antemano una disculpa a todas las admiradoras de Saito, porque de seguro complotearan para asesinarme cuando terminen de leer el capi... y es que... pobre Saito...

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Kaoru ahogó un grito que resultó bastante audible, las otras también miraban hacia Kenshin sorprendidas, ¿Cómo? Si él era tan gentil y lindo... El filo de una katana acarició la tersa piel del cuello de Megumi, ésta gritó fuertemente bastante asustada. Una mano se cerró sobre su boca.

-Como se muevan la mato -declaró el hombre a las asustadas Misao y Kaoru

Ellas asintieron casi paralizadas por el miedo, las sombras que allí existían impedían ver el rostro del hombre.

-¡Suéltala bestia! -rugió Sanosuke abalanzándose sobre el tipo, un gemido de Megumi lo hizo detenerse

-Mejor así -susurr

-Maldito asesino, tú y tu noviecita van a morir hoy

-Ellas no tienen nada que ver con esto, Enishi, ni tampoco Aoshi y Sano -musitó Kenshin lentamente-. Déjalos ir

-¡Ah! Pero si ellos también tienen que ver -respondió Ranko-, es sólo Enishi quien quiere matarte a t

-¿Entonces?

-Yo estoy aquí para vengarme de tí -la mujer avanzó sensualmente hacia Aoshi con un cuchillo de caza en mano-, por haberme rechazado

Los gestos que aparecían en el rostro de Aoshi indicaban que no entendía ni pío de lo que decía la mujer

-¿De que hablas?, jamás te había visto. No te conozco -Aoshi estaba muy confundido

-¡De eso hablo!, ¡Jamás me prestaste atención!, ¡Yo estaba enamorada de tí!

-¿De que estas hablando?, ¿Cuando me conociste? -Aoshi estaba todavía mas confundido

-¡Estuvimos juntos en el kinder!, ¡Y jamás te fijaste en mí!

Una gran gota apareció en la cabeza de todos

-Tenía 4 años... estaba en mi fase de odiar a las niñas

-¡Detrozaste mi corazón!

-¿Y por eso vas a matarme?

-¡SI!

-¡Ya basta de pláticas tontas! -interrumpió Enishi molesto-. Los recluté para que me ayudaran, no para cumplir sus tontos caprichitos

-¡No es un tonto capricho! -exclamó Ranko enfadada

-Si lo es -musitó el hombre tras las chicas, y volviéndose hacia Enishi-. Te ayudaré, pero primero ajustaré cuentas con Sagami

-¿Quién eres y que quieres? -preguntó Sanosuke, desafiante

El hombre avanzó unos pasos, empujando a Megumi con su pecho y sin retirar la katana del cuello de ella. Quedó al descubierto, delgados flequillos caían por su rostro huesudo, unos ojos ambar miraban fijamente a Sanosuke.

-Saito...

-Así es, compañero

Sanosuke miró furiosamente a Saito

-¡Basta ya!, ¡Esto ha ido demasiado lejos!,

-No, no, no. Apenas es el principio, Sanosuke -una sonrisa maquiavélica afloró a sus labios

-Nunca pensé que cumplirías tu amenaza -musitó, con los puños cerrados y los ojos entornados

-Y ese es tú problema: nunca piensas

Una sirena comenzó a sonar cerca de allí, Ranko, Enishi y Saito se miraron. Y con un gesto se pusieron de acuerdo. Saito apretó más la Katana contra el cuello de Megumi mientras avanzaba hacia la salida, Ranko y Enishi habían corrido y pronto se perdieron en la lejanía. Saito empujó a Megumi y tambien salió corriendo. Cuando los policías llegaron, no había rastro de los agresores.

-¿Estan todos bien? -preguntó un obeso uniformado

-Si, estamos bien -respondió Kenshin mientras ayudaba a Megumi a incorporarse, se había lastimado la muñeca con la caída

Sanosuke rugía enfadado, Aoshi lo miraba perspicaz. Kaoru estaba sentada en una banquita tomando turrones de azúcar que Misao había sacado de algún lugar, según ella eran buenos para calmar los nervios.

El lugar había sido tomado por los policías para buscar alguna pista de los agresores, pero parecía que el viento había borrado su estancia allí mismo. Finalmente, los desconcertados policías abandonaron el lugar entre confundidos murmullos:

-No encontramos nada

-¿Fue una falsa alarma?

-Creo que fue una broma de esos jovencitos

-¡Ah! La juventud de ahora... no encuentra nada más divertido que molestar a los viejos como yo

Kaoru miraba con sus grandes ojos azules el retiro de los polícías, aunque en realidad su mente estaba en otra parte.

"Kenshin... ¿Porqué? De entre tantos ¿Porqué tú?"

Sus ojos se nublaron y agarró con fuerza un pliegue de su ropa en un intento por desahogar todo lo que por dentro la estaba comenzando a trastornar.

"Kenshin, mi Kenshin ¿Un asesino?... ¡No! Eso no puede ser... ¿O sí?"

Unas pocas lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, se incorporó rápidamente y sin mirar atrás salió corriendo con rumbo desconocido. El viento robaba las lagrimas que corrían furiosas por su rostro.

"Yo confiaba en él, le dí mi amor ¿Que eso no le importó?, ¿Porqué Kenshin no confió en mí?"

Al ver a Kaoru alejarse, Misao intentó correr tras ella, pero una mano masculina la tomó del brazo deteniéndola. Misao volteó y se encontró mirando los profundos y tristes ojos color violeta de Kenshin. Misao lo interrogó con la mirada pero Kenshin simplemente negó con su cabeza. Soltó lentamente a Misao y fue tras Kaoru.

Misao se abrazó a sí misma, un ligero escalofrío la recorrió. Siguió con la vista a Kenshin hasta que desapareció. Luego suspiró y sorprendida, vió a Aoshi acercarse y abrazarla súbitamente con sus cálidos brazos. Su cara se tiñó de color rosa al sentir el aliento de Aoshi susurrándole suavemente en su oído:

-No te preocupes, todo va a estar bien

Misao apoyó su cabeza en el pecho de Aoshi, escuchando los latidos del corazón y comparándolos con los del suyo, ambos palpitaban al mismo son. Sonrió levemente, seguía preocupada, pero Aoshi le había prometido que todo estaría bien y ella confiaba plenamente en él.

Aoshi suspiró cuando sintió el delicado rostro de Misao apoyándose en sí. El solo pensar que su cuerpo encajaba perfectamente con el suyo hizo que su corazón se acelerara, no podía evitarlo. La miró tiernamente y se prometió que ella sería para él. La respiración de Misao se había regulado y sus ojos, cerrado. Estaba dormida. La tomó entre sus brazos y antes de dirigirse al hotel, se permitió besar su cabello. Estaba totalmente enamorado.

Megumi estaba enfadada con Sanosuke y aún así dejó que le vendara la muñeca, dándole instrucciones para que lo hiciera bien, después de todo ella seguía siendo estudiante de medicina. Trataba de no pensar en él ni en el contacto con su piel, pero era imposible. Imposible estar enfadada tanto tiempo con un hombre tan dulce como su él. Su mirada comenzó a suavizarse mientras seguía mirando la sincera concentración de Sanosuke, estaba teniendo algunos problemas con las vendas y su ceño se fruncía frecuentemente.

Levantó la mirada al mientras alcanzaba a ver a Aoshi abrazando a Misao. Suspiró quedito mientras volvía su vista a Sanosuke y le contemplaba. Sano maldecía por lo bajo cada vez que la venda se aflojaba, se detuvo y levantó su rostro sintiéndose observado sólo para encontrarse con aquella dulce mirada en los ojos de Megumi. Sonrió y continuó su trabajo. Al rato la venda estaba perfectamente puesta en la muñeca de Megumi.

Se incorporaron justo cuando Aoshi caminaba hacia ellos con Misao en sus brazos.

-¿Está bien? -preguntó Megumi preocupada

-Está bien, se ha quedado dormida. Iré a dejarla a su habitación

-Te acompañamos -convino Sanosuke

Juntos caminaron de regreso al hotel.

Saladas. Las aguas del mar eran saladas. Igual que las lagrimas que formaban ondas al caer. Igual que la brisa que alborotaba su pelo y chocaba contra su rostro desnudo. Suaves huellas en la arena eran borradas por las olas que se mecían en el infinito océano. Olas que chocaban contra sus piernas. Allí estaba Kaoru, observando como el sol comenzaba a ocultarse tiñendo el agua de anaranjado y cada ola de dorado. Suspiró y cerró los ojos dejando que la brisa la acariciara. Cuando los abrió alguien más estaba comtemplando el firmamento junto a ella.

Kenshin la había seguido sin que ella se diera cuenta. La había seguido siempre, desde que sus sueños se la mostraron hasta ese día y no iba a permitirse perderla. Observó que ella había dejado de correr y caminaba lentamente por la húmeda arena hacia el mar. Se detuvo cuando el agua cubría sus rodillas y se quedó allí, abrazándose. Kenshin la comtempló, su silueta a contra luz y el brillo dorado de su cuerpo la convertían en una diosa para él. Podía ver sus lagrimas caer y aún así pensó que era hermosa. La escuchó suspirar y caminó hacia ella.

Ojos zafiro miraron el perfil de Kenshin, Kaoru pensó que nunca había visto a Kenshin tan serio y con el semblante sombrío. Pero no dijo nada, se limitó a seguir mirando el horizonte.

-Kaoru -susurró Kenshin quedito

Un suspiro salió de los labios de la muchacha.

-¿Podrías escucharme por favor?

-¿Confías en mi?

-¿Qué? -preguntó Kenshin algo sorprendido por la pregunta

-Que si confías en mi, Kenshin

-Por supuesto, Kaoru

Kaoru no pareció satisfecha por la pregunta porque lo miró fijamente y dijo:

-Esos... hombres pudieron matarnos, Kenshin ¿¡Lo comprendes!? ¡Podían matarnos! ¡Tenían amagada a Megumi!

-Kaoru, yo...

-¡Déjame hablar! -Kaoru lo miró con lagrimas en los ojos, luego, bajando la voz a un susurro musitó- No me lo dijiste, Kenshin, no puedo creerlo, no quiero creerlo... ¿Cómo puedes...?, ¿Cómo es que tú...?

-¿Soy un asesino? -interrumpió Kenshin las acusaciones de Kaoru

Ella guardó silencio. Esperando.

-De verdad lo crees, ¿No es cierto? -la interrogó, ella bajó los ojos sintiéndose repentinamente mal por lo que dijera contra él- Tienes derecho a pensar así de mí, pero... creí... que tú de entre todos... tendrías más fe en mí.

Kaoru no se atrevía a levantar la vista. Como no hablaba, Kenshin prosiguió:

-Me estás exigiendo confianza, cuando no puedes brindarme la tuya. Escuchaste su versión y te formaste un juicio precipitado sobre mí... sin siquiera darme el beneficio de la duda, sin darme oportunidad de explicarme ante tí.
Kenshin la miró con enfado, en sus ojos se leía la decepción.

-Lo siento, Kaoru. Pero no puedo confiar en tí si tu confías en m

Y dicho esto se alejó. Cuando los pasos de Kenshin ya no se escucharon, Kaoru se dejó caer y el mar la cubrió por completo. La marea estaba alta.

Aoshi contemplaba al ángel dormido sobre la cama, su Misao. Podía escuchar a Megumi hablar con Sanosuke, y eso le hizo recordar algo. Acarició el largo cabello de Misao y suspirando, se obligó a apartar la vista de ella. Se volteó hacia Sanosuke.
-Sano, necesito hablar contigo

-¿Acerca de qué?

-De lo que acaba de suceder, específicamente de ese Saito

Megumi lo observaba con mirada penetrante.

-Está bien -asintió Sano algo pálido-. Vayamos a nuestra habitación

Se disponían a salir cuando Megumi agarró a Sanosuke del brazo con su mano ilesa. Lo miraba decidida.

-Yo también quiero escuchar

-Será mejor que no... -trató de convencerla pero...

-¡Ese tipo estuvo a punto de matarme! ¿O ya lo olvidaste? -espetó, agitando su mano vendada enfrente de él

Sanosuke tragó lo que iba a decir, en lugar de hablar fue a sentarse en la cama de Megumi.

-Tienes razón, también tienes derecho a escuchar

Inhaló y comenzó a platicar. Iba a ser una larga historia.

-Hajime Saito, lo conocí hace cuatro años cuando ya llebava un buen tiempo jugando y apostando en el "Camarón ganador" (-¿Que es eso? -preguntó Megumi, -Un establecimiento clandestino para jugar -respondió Aoshi, ¬¬ -lo miró Sano). Bueno, un día entró Saito con una pinta horrible pero con bastante dinero. Nadie dijo nada, ya saben, el dinero es la llave que abre todas las puertas del mundo (-¿No era el sexo? -preguntó Megumi) Ejem... como decía: Saito era muy astuto, pero no quería tomar riesgos y por eso siempre perdía. En especial conmigo (soy un veterano, añadió) y parecía odiarme por alguna razón yo tambien comenzé a cogerle rencor.

Cada vez que iba a apostar llevaba consigo una especie de reloj antiguo, de ésos redondos que los abres y en la parte de arriba pegas una foto y en la parte de abajo está el reloj. Siempre que perdía lloraba y suplicaba perdón al reloj (Megumi: oO) todos lo veíamos como un bicho raro, pero no así Koge que comenzó a trabar amistad con él. Un día, nos encontrabamos tres sentados a la mesa, jugando a los dados cuando a mí se me ocurrió burlarme de él. Koge me miró como enfadado y nos dijo que Saito tenía su razón de ser así.

-Saito ha sufrido mucho -nos dijo con voz grave

-¿Sufrido? Ese tipo tiene una cara que se nota que le gusta hacer sufrir a los demás -dijo Nishiki, riendose

-Bueno, era policía, pero eso fue antes del... accidente

-¿Accidente?, ¿Que accidente? -pregunté yo

Koge procedió a contarnos los que Saito le había dicho a él. Fue policía y uno bueno, al parecer. Cierto día, participó en una toma de un cártel, escaparon varios narcotraficantes pero Saito se encargó de atrapar al jefe. Como sabrán, fue enjuiciado y llevado a la cárcel. Mientras lo esposaban él gritaba que se vengaría de Saito, que lo golpearía en donde más le doliera. Saito no le dió importancia y se olvidó del narco. Días después, cuando regresó de la comisaría a su casa... bueno... la encontró totalmente quemada. En las paredes antaño claras, había un mensaje escrito con sangre. Creo que decía "Te dije que te dolería", totalmente lleno de pavor entró corriendo por entre los restos de su casa, en la sala encontró una gran flecha, de sangre también, que señalaba los dormitorios. Saito corrió hacia su habitación, casi no podía pasar entre las columnas caídas y entre tanta destrucción vió algo que... bueno... algo que lo trastornó. Sólo sé que su esposa y sus tres hijos murieron. Después de eso renunció a su puesto y se dedicó a tomar sake sin control. Algo debió pasar porque de pronto dejó la bebida y se metió a la adicción del juego.

Después de eso, comenzé a verlo con ojos diferentes. Estaba completamente traumado y Nishiki decía que cuando Saito se creía solo, comenzaba a hablarle a la nada, como si estuviera conversando con su esposa en la cocina de su casa en un día normal. Pero no nos dimos cuenta de lo trastornado que estaba hasta un día. Koge había llevado sake para todos y estabamos muy emborrachados para cuando Saito llegó. Comenzamos a jugar una partida apostando el todo por el todo. Saito pensó que podría ganar y apostó tres boletos con destino a Cancún, como ya saben, perdió los boletos y alterado por la bebida le recriminé que sólo un estúpido como él apostaria algo como eso y él... se puso como loco y comenzó a destruir el local gritando que esos boletos eran para él, su esposa y su hijo mayor y que se vengaría de ese ultraje. Yo no le tomé importancia y me alejé de allí. No volví a ver a Saito y creí que se había olvidado del asunto. Fui un tonto... lo siento tanto, Megumi... el solo pensar que pudo hacerte daño...

Sanosuke terminó su relato con un suspiro y con su cabeza entre sus manos. Megumi y Aoshi intercambiaron una mirada, sin saber que hacer o decir.

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Pido perdón nuevamente a las admiradoras de Saito...

Les pido perdón por este considerable retraso, pero si creí que tendría mas tiempo por estar en vacaciones... pues estaba equivocada. Tuve algunos problemas con mi compu (esta obsoleta), con mi timepo (estuve fuera bastante tiempo), con el internet (no lo habíamos pagado... jeje) y con (no me funcionaba el document manager, así que no podía subir los nuevos capis) por todo esto... gomen...

Lamento no poder contestar sus reviews, prometo contestarlos en el proximo capi, oki?

Gracias a todas ustedes

Matta ne! . Blue ningyo