Como ya saben nada de esto nos pertenece, la dueña de estos personajes es Stephenie Meyer y la historia es de la increíble Drotuno. AlePattz tiene su permiso para la traducción al español, pero debido a su situación de salud, un grupo de personas estamos colaborando para aligerar la carga que esto le pueda causar ;)
[Traducido por EriCastelo en apoyo a AlePattz]
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Capítulo 34
BELLA
Tuve un déjà vu cuando tomé asiento en la sala de sonido del auditorio. Recordé un acto conmemorativo similar al que íbamos a presenciar en honor a mi padre. Aunque, esta vez, no me quedaría escondida en la sala de sonido.
Me senté junto a Mack mientras ella controlaba a los empleados que entraban en la gran sala. No todos habían sido requeridos para venir, pero parecía que la mayoría estaba asistiendo. Ella buscaba gente sospechosa. Vigilaba a Jacob, que era consciente de que tenía una reunión con Carlisle cuando terminara el acto conmemorativo.
Sin embargo, primero se reuniría conmigo.
—Está aquí—, susurró Mack, señalando la pantalla que mostraba a Jake atravesando las puertas.
—Bien. Eso significa que no tiene ni idea a lo que se va a enfrentar hoy.
—Mmhm—, tarareó ella, asintiendo un poco. —Le desearía suerte, pero siempre le han faltado unas cuantas papitas fritas para ser una Cajita Feliz, así que no estoy segura de que la suerte le ayude.
Sonriendo, besé el lado de su cabeza. —Deberías haberle visto en el instituto.
—No, gracias.
Riendo, eché un ojo a las pantallas con ella. Vi a Darren, el jefe de seguridad de Twi Tech, apoyado en el escenario con Carlisle a su lado. La seguridad de Gravity estaba repartida por todo el auditorio. Jasper tenía a Lock en las puertas del lado izquierdo, y Edward tenía a Load, pero sabía que estaba justo en la puerta de la sala de sonido. Los dos perros llevaban sus chalecos, y todos los miembros de mi equipo iban vestidos para intimidar: todos de negro, armas atadas a los hombros, botas de tipo militar y gorras de béisbol negras con la palabra "Seguridad".
Me ajusté mi propia gorra justo cuando oí la voz de Edward por el auricular.
—Bella, Mack, quizá deseen salir ya.
Mack arrugó el ceño, pero ambas nos levantamos. Cuando abrí la puerta de la sala de sonido, no estaba exactamente segura de qué esperar, pero no era el apuesto rostro de Wes Mitchell.
—Oh, maldición—, susurré, mi brazo inmediatamente rodeando los hombros de Mack.
Wes tenía un aspecto simplemente horrible. Necesitaba un afeitado, un corte de pelo y una comida caliente, porque parecía que había perdido algo de peso. Sus ojos estaban tristes, su cara cetrina, y apenas podía apartar los ojos de Makenna cuando le preguntó.
—¿Podemos hablar, por favor, Mack?
—¡¿Ahora?!—, siseó ella, señalando con una mano a la gente que entraba. —Estoy un poco ocupada. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vi esta mierda caer y...
—¿Hace falta un ataque terrorista para que vuelvas arrastrándote a ella? — Edward soltó un chasquido, sus ojos se llenaron de asco y rabia. —Siéntate de una puta vez. Si quiere verte después de que esto termine, es cosa suya.
La lealtad de Edward no conocía límites. Todos habíamos rodeado a Makenna cuando su relación no sobrevivió a la distancia o a su deseo de quedarse en Washington. Wes había querido que se mudara con él a Virginia y ella le había rogado que no se fuera, que aceptara otro puesto en el FBI. Mack amaba su trabajo con nosotros y nos consideraba su familia.
Habíamos apoyado su decisión.
—Wes, realmente la necesito durante la próxima hora. Después, depende de ella—, le dije, tirando de la manga de Edward para que se calmara. Me volví hacia Mack, tirando de ella hacia la sala de sonido. —¿Quieres hablar con él? — le pregunté, sin importarme una mierda si Wes podía oírme o no.
Sus ojos se encontraron con los míos y tragó grueso mientras las lágrimas brotaban. —No hará daño hablar, ¿verdad?
—No, es cierto—, acepté, secándole las lágrimas que se derramaban. —Puedes escuchar lo que tiene que decir, y no importa la decisión que tomes, sabes que Edward y yo te respaldamos. Todos lo hacemos.
Ella asintió, dándome una pequeña sonrisa. —Sé que lo hacen.
—Ahora, ¿puedes encargarte de esto? — Pregunté, señalando el ordenador. —¿O lo hago yo?
—No, Bellsy. Yo me encargo—. Respiró hondo y lo soltó lentamente. —Puedo hacerlo.
Sonreí ante su valentía, besando su frente, porque parecía que estaba hablando de Wes y del trabajo. Ella todavía lo amaba; lo sabía con certeza. Pero el amor era difícil cuando la vida tendía a acumular mierda en el camino.
—Entonces te dejaré con ello. Edward y yo nos pondremos en posición—, le dije, abriendo la puerta para ver a Edward y a Wes frente a frente.
—No sabes de qué coño estás hablando, Edward—, dijo Wes con una mueca y los dientes apretados.
—¿Sabes lo que sé? — Preguntó Edward de forma sarcástica. —Sé que tuvimos que levantarla y limpiarle las lágrimas. Tuve que hacerla comer. Se quedó en nuestra habitación de invitados durante semanas porque no podía soportar ver el apartamento que compartieron.
—Edward, ya es suficiente—, reprendí suavemente, y aunque dio un paso atrás, sus ojos siguieron ardiendo y enfadados. —Tenemos que ir al punto—, le dije, y dirigió a Load hacia el auditorio, pero me volví hacia Wes antes de seguirle. —En cuanto termine este memorial, hablará contigo, pero por favor, espera hasta el final. Necesito sus ojos en esto. ¿De acuerdo?
—Gracias, Bella—, respondió.
—No me des las gracias. Porque si crees que Edward es el único que está cabreado contigo, entonces no sabes nada de mi equipo—, le dije, levantando una ceja hacia él.
Hizo una mueca, asintió y se metió las manos en los bolsillos del pantalón. Me siguió al auditorio y tomó asiento en la última fila. Me acerqué a Jasper, quitándole a Lock, y fui a situarme en las puertas dobles junto a Edward, que seguía un poco enfadado.
—No debería hablar con ella—, murmuró beligerante.
Me giré para mirarle. —Querría hablar contigo, si fuéramos nosotros, Edward.
Eso llamó su atención. Sus ojos ardieron y su ceño se arrugó. —Yyo nno tte haabría ddejado ppara eempezar, balbuceó adorablemente.
—Sí, pero tú no trabajas para una agencia federal—, repliqué. —Y hubo algunas de nuestras discusiones que, si se hubieran dejado sin hablar, quizá no estaríamos aquí ahora, cariño. Ella todavía lo ama.
Edward estudió mi cara durante unos segundos, y finalmente asintió. —Yyo nno ppueddo vvivir ssin tti, aasí qque... es un puto punto discutible.
Sonreí ante la hermosa dicotomía que era mi apuesto y gruñón marido. —Te amo, Edward. Solo quédate callado, y la apoyaremos de cualquier manera. ¿Entendido?
Se rio, asintiendo, y gruñó: —Sí, señora.
La gran sala se silenció cuando Carlisle subió al podio. Detrás de él había una gran pantalla de proyección. Quince imágenes de rostros se desplazaban lentamente por ella con sus nombres. De todas las vidas perdidas durante todo este asunto, esas vidas eran las que más me molestaban.
Mi familia y mi equipo habían luchado y matado antes, y cualquier vida que se perdiera corría por nuestra cuenta. Pero este ataque había sido más grande, más mortal. Había arrastrado vidas inocentes. Varios eran simplemente empleados de Twi Tech, como Jessica, de Nómina, y algunos de los empleados de Darren, de Seguridad. Lauren, que era la madre del hijo de Jacob, y a pesar de que se había quedado embarazada mientras él me engañaba, nunca le había deseado la muerte. De hecho, había defendido su caso cuando mi padre la había despedido a ella por el incidente y no a Jake, también. Esa mierda había sido una suma de todo tipo de injusticias.
Mis ojos se posaron en Jake, y con la inminente conversación que aún tenía que tener, intenté con todas mis fuerzas ver al amigo que había tenido de pequeño, pero me costaba recordar esa amistad. Amigos o no, Jacob necesitaba escuchar lo que tenía que decir hoy.
Lock se movió un poco y se sentó a mis pies cuando Carlisle pidió un momento de silencio por las vidas perdidas en la Torre Twi. Cuando terminó el silencio, habló de reconstrucción, de reestructuración y de lealtad. Prometió a sus empleados una paga, aunque no reanudarán el trabajo hasta la semana siguiente.
Lo que realmente hacía era darse tiempo para acabar con Cho, pero eso no era precisamente información para las masas.
Cuando terminó el acto conmemorativo, entregué a Lock a Edward, que iba a llevarlos fuera mientras yo subía al despacho de Carlisle. Mi charla con Jacob iba a empezar solamente conmigo. Carlisle y Edward se unirían a nosotros eventualmente. Besé a Edward antes de salir del auditorio hacia los ascensores.
Entré en el ascensor con Angela y le sonreí. —¿Cómo te sientes?
Ella gimió, poniendo los ojos en blanco. —Como si nunca pudiera retener la comida.
Hice una mueca, asintiendo en señal de simpatía. —Sí, yo estaba así con los dos míos. Con Bethy más que con Sammy.
—Hannah no me dio muchas náuseas, pero maldita sea... ¿este? Santo cielo—, dijo, sacudiendo la cabeza mientras salíamos del ascensor y entrábamos en su zona de recepción.
—Cuando llegue Jacob Black, hazlo pasar—, le dije, y ella hizo una mueca y asintió.
Me senté en el escritorio de Carlisle y abrí mi propio portátil. Alice me había enviado toda la información sobre sus comunicaciones con Cho, pero antes de abordar ese tema, quería hacerle algunas preguntas.
Pulsé el comunicador en mi oído. —Voy a abrir la comunicación antes de que empiece esta reunión.
—Entendido, dulzura—, respondió Edward.
—Estoy en camino, Bella—, añadió Carlisle. —Subiremos pronto, pero estaremos escuchando.
Jake entró por las puertas, con cara de curiosidad al verme a mí en lugar de a Carlisle.
—Carlisle está subiendo, pero quería hablar contigo antes. Por favor, siéntate—, le pedí, señalando la silla frente al escritorio.
Hizo lo que le pedí, pero sus ojos lo traicionaron. Echó un vistazo a la habitación y se fijó en las manchas de sangre y en la ventana rota, que ahora tenía una tabla que la cubría. Lo miré en silencio por un momento, negando con la cabeza, pero le hice una pregunta a la que realmente quería la respuesta antes de seguir adelante.
—¿Cómo están JW y tu padre?
Jake respiró profundamente y negó con la cabeza. —Papá está bien. Le está gustando la jubilación, porque ahora puede llevarse a JW cuando quiera. JW está... confundido y enfadado. Le hemos contado lo de su madre, pero tiene doce años, así que aún no lo ha asimilado.
Asintiendo con la cabeza, dije: —Bueno, si es como tú a los doce años, seguirá enfadado. Recuerdo cuando tu madre murió.
—Mm—, tarareó Jake, asintiendo un poco. —Sí, bueno... no estaríamos aquí si no fuera por esa familia tuya.
Ahí estaba. Lo estaba esperando. Edward me había dicho que Jake le había echado la culpa el día del ataque, y mi marido casi le había metido una bala en la cabeza.
—Ah, ya veo—, canté suavemente con una sonrisa. —Oh, sin embargo, creo que lo tienes un poco mezclado, pero ya llegaré a eso.
—No tengo una mierda mezclada. El imbécil con el que estás casada empezó esta mierda.
Me reí, como... con fuerza y con lágrimas saliendo de mis ojos. Jake se enfadó, como siempre hacía cuando alguien se reía de él.
—Oh, demonios, Jake—, dije entre un suspiro. —¿O estás muy parcializado, o estás tan enfermo que no puedes ver la verdad... o admitirla?
—¿Qué verdad? —, preguntó, con las fosas nasales dilatadas mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.
Le miré fijamente y volví a negar con la cabeza. —Estoy dispuesta a aceptar que Carlisle y mi padre tienen alguna mierda por ahí. He estado en el extremo receptor de algunas de ellas. Pero hace dos años, tuve que cargar con mi equipo y volar a Moscú porque Carlisle hizo un viaje de negocios que tú debías haber hecho en su lugar. Y aunque había algunas historias allí que se remontaban a décadas atrás, luchamos contra el tiempo y recorrimos kilómetros para recuperar unas armas nucleares que estaban a la venta en el mercado negro... a Corea del Norte. Y tuvimos que hacerlo para salvar la vida de Carlisle.
Eso llamó su atención. —¿De qué diablos estás hablando?
—Kim Min-Jun, el pendejo que te retuvo a punta de pistola en esta misma oficina, el pendejo que mató a quince jodidas personas dentro de este edificio iba a comprar armas nucleares hace dos años. Y lo detuvimos. Encontramos y destruimos esas armas, y eliminamos al traficante de armas al mismo tiempo.
—¿Así que estaba aquí como venganza? Contra ustedes, imbécil.
Riendo, me encogí de hombros. —Qué manera de ver el panorama, Jake.
—¿Qué? No, quiero decir. Es bueno que lo hayas detenido, pero mira las repercusiones.
Puse los ojos en blanco ante su retroceso. —Esta es la cuestión, Jake. Nunca has visto el panorama general. De niños, tu temperamento se disparaba por la más mínima mierda, y nunca entendiste cuando Billy te castigaba—, dije, levantándome para caminar un poco. —Cuando estabas conmigo, nunca viste el panorama general de hacia dónde íbamos o lo que podía hacer con Gravity. Desde luego, no tienes nada de lealtad. JW es la prueba de ello.
—Bella, yo...
—No—, le interrumpí, levantando una mano. —No he terminado—. Me puse de pie frente a él, apoyándome en el escritorio. —Siempre me pareció jodidamente fascinante que intentaras mentir, engañar y manipularme, teniendo en cuenta a qué me dedico, Jacob. Me sorprende que pienses que no te van a atrapar.
—Sí me atraparon, Bells—, resopló, encogiendo un hombro.
—Y te han vuelto a atrapar—. Me mordí el labio inferior por un momento, tratando de mantener mi temperamento bajo control.
—¿Atrapado haciendo qué?
—¿Qué compañía se está mudando en los pisos cuarenta y cinco, -seis y -siete?
A pesar de la piel bronceada de Jacob, se puso pálido, casi verde. Esperé casi sesenta segundos completos, y cuando no respondió, me aparté del escritorio y me senté de nuevo en la silla de Carlisle.
Las comunicaciones entre Jake y Cho eran interesantes. Todo lo que se enviaba a su correo electrónico de Twi Tech estaba libre de cualquier tipo de plan o agenda, pero las cosas que discutían en el teléfono o en el correo electrónico personal de Jake estaban llenas de nombres, horas y un montón de putas agendas. No lo habríamos atrapado originalmente porque Alice no tenía motivos para entrar en las cosas personales de Jake.
—Tus correos a Cho se remontan a mucho antes de los planes de su viaje original a Twi Tech. Sabías que iba a venir. También sabías que tenía problemas con Carlisle. Y como no sientes lealtad hacia tu jefe, empezaste a hacer planes para cambiar de trabajo—, le dije, observando cómo su cara recorría toda la gama de emociones: ira, miedo, culpa.
Como no dijo nada, continué. —Sabías que traer a Cho aquí era un problema de seguridad. Sé que Carlisle te lo explicó. Sabías que era Gravity quien se encargaría de comprobar los antecedentes de su gente y que los vigilaríamos a ti y a Carlisle durante la estancia de Cho aquí.
—Bella, yo...
No le dejé hablar. Estaba demasiado enfadada, y estaba completa y totalmente harta del tipo que tenía delante. Fue todo lo que pude hacer para permanecer sentada en la silla del escritorio de Carlisle y no abofetear la expresión idiota de su cara.
—Tú sabías estas cosas, joder, y sin embargo no has tenido los putos huevos de hacernos saber que habías estado en comunicación no solo con Cho, sino con Kim Min-Jun. O, como lo conoces... Chung Sung-Woo. Y fuiste lo suficientemente turbio como para comunicarte con él desde tu teléfono personal.
—¿Cómo coños sabes eso? —, espetó, empezando a levantarse.
Saqué mi pistola de la funda y la puse sobre el escritorio. —Si te mueves, te vuelvo a mandar al hospital por segunda vez en tu vida. Siéntate de una puta vez. Escúchame, porque si salgo de esta habitación, serán Carlisle y Edward quienes decidan tu destino.
Jake volvió a sentarse lentamente, sus ojos se entrecerraron en mí y luego en la pistola que tenía en la punta de los dedos.
—Lo sé porque las comunicaciones desde tu correo electrónico de Twi Tech hicieron saltar las alarmas, así que me permití un control más profundo y exhaustivo sobre ti—, le dije, sin que mi voz contuviera ninguna disculpa por haberle espiado. —Estabas tan empeñado en traicionar a Carlisle que no pensaste ni por un maldito segundo que tú eras el riesgo de seguridad.
—No, yo...
—¡No me vengas con tonterías, Jake! No se trataba de un mejor trabajo o dinero. Se trataba de vengarse de mí... a través de Carlisle—. Suspiré, sacudiendo la cabeza. —Fuiste leal a mi padre, y honestamente, esa es la única razón por la que estamos hablando ahora. Ignoraste las banderas rojas, conspiraste contra Twi Tech, y al hacerlo, les ayudaste a poner el pie en la puerta.
La puerta del despacho de Carlisle se abrió y Edward y Carlisle entraron, soltando a Lock y Load de sus correas. Ambos hombres se quedaron en el fondo de la habitación, sin decir absolutamente nada. Estaban dejando que terminara.
Jacob volvió a palidecer al verlos, pero me encaró. —Bella, yo... no lo sabía.
Resoplé una risa nasal sin humor. —Lo sabías. Simplemente elegiste dejar que la mierda se desarrollara, Jake. Tus prejuicios contra ellos te cegaron—. Levanté la barbilla hacia mi marido y Carlisle. —Para ellos, este es tu tercer golpe. Te permitieron vivir después de traicionarme, porque lo compensaste cuidando de Charlie. Sin embargo, tus acciones en esta misma habitación el día del ataque fueron tu segundo golpe. Si yo no te hubiera callado, podrías haber delatado al mismo hombre que intentaba detener a los que intentaban matarnos a todos nosotros.
Me levanté de nuevo, recogiendo mi pistola del escritorio, lo que puso a Jake muy nervioso.
—Toda mi vida estaba dentro de este edificio, Jacob. Mi marido, mi padrino, Esme, la mayor parte de mi equipo... por no hablar de mis hijos. Toda mi maldita vida pudo haber sido arrebatada. Tus acciones permitieron que se perdieran muchas vidas, y no fue tan solo en este edificio. La lucha fue por toda esta ciudad, este estado, y nos siguieron, nos rastrearon. Perdimos amigos, y tú perdiste a la madre de tu hijo. El destino de Lauren descansa sobre tus hombros, Jake. Había marineros inocentes en el puerto, y yo casi me ahogo cuando estallaron las bombas. Mis hijos estaban en un granero cuando lo incendiaron.
Volví a apoyarme en el escritorio, con el arma a mi lado, pero con el seguro puesto. Estudié a mi ex, sacudiendo la cabeza.
—El tercer golpe fue tu comunicación con Cho y Kim. Ocultar información hizo que todo esto cayera sobre nuestras cabezas—, dije, señalando a los hombres del fondo de la sala. —Si digo la palabra, JW será criado por tu padre—. Me encogí de hombros. —Sin embargo, la amistad de Billy con Charlie es lo único que salva tu vida en este momento.
—¿Me estás amenazando? —, espetó, y antes de que pudiera volver a respirar, mi pistola estaba en medio de su frente.
—Ahora sí te estoy amenazando. ¿Entiendes la maldita diferencia? — le pregunté con los dientes apretados, quitando el seguro.
Edward y Carlisle ni siquiera se inmutaron, ni hicieron un movimiento para detenerme. Siguieron apoyándose despreocupadamente en la puerta.
—¿Lo haces? — le pregunté, y cuando asintió contra la boca de mi pistola, mis fosas nasales se encendieron con mi temperamento. —Bien, entonces tengo una propuesta para ti. Una elección para que hagas.
—De acuerdo—. Su voz era apenas un susurro.
Bajé mi arma, pero me quedé de pie frente a él. —Tienes opciones, Jake. Tres para ser exactos. Y quiero que consideres cada una cuidadosamente.
Miré por encima de su cabeza a Carlisle y a Edward. El primero se limitó a asentir una vez, dándome el visto bueno. A pesar del deseo de Edward de meter una bala en la cabeza de Jacob, Carlisle y yo habíamos decidido dejarle elegir su destino.
—Primera opción. Puedes hacer las maletas junto a JW y Billy y mudarte a Nueva York. Mantienes tu situación laboral en Twi Tech, pero trabajarás en otra oficina. Seguirás respondiendo ante Carlisle, serás supervisado en todo lo que hagas, y estarás muy, muy, jodidamente lejos de mí—. Hice una pausa, levantando una ceja. —Esa es la primera. La segunda opción es liberarte de Twi Tech, le doy toda la información que he encontrado sobre ti a nuestro amigo de la CIA, y te arrestará por conspiración en cuanto salgas del puto ascensor al final de esta reunión.
Los ojos de Jake se abrieron de par en par, y estaba empezando a sudar de verdad y a sentir pánico.
—Tu última opción... te dejo con ellos—. Levanté la barbilla hacia Edward y Carlisle. —Han matado por crímenes menores, Jacob, así que realmente es su respeto por mí lo que permitieron que esta reunión se esté realizando. Por favor, compréndelo. Si Lauren estuviera cerca para criar a JW, si pudiera dejarle un padre, les habría dejado hacer esta llamada. Ya habrías desaparecido. Pero tu hijo te necesitará, y eso aplastaría a Billy. No tengo más que respeto por tu padre.
Lock y Load vinieron a ponerse a mi lado, con sus fríos ojos azules mirando a Jake. No estaba segura de si podían oír los latidos de su corazón o sentir su pánico, pero parecían pensar que yo los necesitaba.
—Tienes que elegir antes de salir de esta oficina, Jake.
Jake se burló, se le escapó una risa sin humor. —Eres una perra rencorosa, Bells.
Sonriendo, levanté la mano para detener a Edward y a Carlisle, porque inmediatamente empujaron la puerta. Sin embargo, Lock y Load se mantuvieron en pie, con el pelo erizado y gruñidos bajos dirigidos a Jacob.
—Ahí está el insulto que estaba esperando—, canté, sonriéndole. —Bien, estoy fuera. Las opciones están fuera de la mesa. Es todo tuyo—, le dije a mi marido, que parecía que le había dado un regalo de Navidad anticipado.
—¡Espera! — gritó Jacob con pánico. —¡Está bien, está bien! Me mudaré. A Nueva York. Esa es mi elección.
—Excelente—, elogió Carlisle, pero no había humor, ni sonrisa. —Mi oferta original iba a ser la mina de Norilsk, en Siberia, pero no quería que Billy tuviera que sufrir tanto—. Se dirigió a su escritorio, abrió un cajón y sacó un sobre de manila. —Todo lo que necesitarás está ahí, incluidas las llaves de tu nuevo apartamento. Si te desvías de lo que hay en ese paquete, volveremos a la última oferta que te hizo. ¿Queda claro?
Jacob no dijo nada por un momento, y Edward dio un paso adelante, alcanzando su Glock y gruñendo: —¡Contesta, pendejo!
—Sí... ¡Sí! Entendido—, murmuró Jake, echándonos a todos una última mirada antes de volverse hacia la puerta.
—Bien. Tu vuelo sale el viernes. Te esperan en la oficina de Nueva York el lunes por la mañana—, le dijo Carlisle. —No llegues tarde, no le des a nadie de allí ni una puta pizca de mala actitud, y no vuelvas a mostrar tu cara en el noroeste del Pacífico. La primera vez que te pases de la raya, te cazaré. Y ni siquiera nos verás llegar.
Jake asintió, abrió la puerta y salió del despacho de Carlisle.
—¿Crees que seguirá las instrucciones? — preguntó Edward a su padre, pero fui yo quien respondió.
—No—, afirmé con firmeza. —Intentará encontrar un resquicio. Lo que no sabe es que Alice ya ha puesto alertas en sus teléfonos, en sus cuentas de correo electrónico, en la oficina en el trabajo y en ese apartamento. Si la caga, es todo tuyo. Y me da igual que lo caces o lo entregues a Eleazar—. Me encogí de hombros.
Edward miró a su padre, con una expresión tan parecida a la de sus hijos que simplemente negué con la cabeza. —Será divertido—, dijo con una sonrisa.
Resoplé, poniendo los ojos en blanco. —Vamos. Quiero ver cómo está Makenna y luego tenemos que volver a casa de tía Kate para prepararnos para Seúl.
Ambos asintieron, diciendo: —Sí, señora.
~o~H&E~o~
EDWARD
No podía decir que no estuviera decepcionado. Durante mucho tiempo, he querido tener mis manos alrededor del cuello de Jacob Black. Y probablemente había empezado cuando había sacado a Bella del sótano de Miller. Empezó cuando ella le dijo repetidamente que no, y él no hizo ni puto caso. El estúpido hijo de puta tenía a la mujer más hermosa, y la tiró a la basura. Su pérdida. Mi ganancia. Y él lo sabía. Lo sabía cada vez que miraba hacia nosotros.
Sin embargo, yo tenía esperanza.
Era arrogante, pensaba que siempre podía escabullirse para hacer lo que quería, y esta vez, si tomaba una decisión tonta, su culo desaparecería.
—Edward—, dijo Bella, resoplando entre risas mientras ella y yo nos dirigíamos al vestíbulo de Twi Tech con mi padre. —Parece que estás soñando despierto con todas las formas en que él va a meter la pata.
—Oh, sí, señora—, dije con una sonrisa de lo más cursi.
Papá se rio y se encogió de hombros. —No es el único.
—Jesús—, susurró en voz baja, pero su diversión era clara como el día.
Papá le besó el costado de la cabeza y me dio un apretón en el hombro. —Sinceramente, pensé que no sobreviviría a su encuentro contigo, cariño.
—Mmm—, tarareó ella. —Apenas. Y no tiene ni idea de que la única razón por la que sigue respirando es porque su padre y su hijo son inocentes en todo esto.
—No, realmente no lo entiende—, estuve de acuerdo, mirando hacia arriba cuando los ascensores se abrieron al vestíbulo. —Ahora, hablando de hijos de puta despistados... Vamos a ver si Mack nos necesita.
La sonrisa de Bella brilló, pero negó con la cabeza. —Te lo digo, Edward, deja que lo solucionen ellos.
—Quizá—, gruñí, encogiendo un hombro.
—En serio, ¿apareció después de que atacaran el edificio? —. preguntó papá, con el rostro sombrío e incrédulo.
Señalé en su dirección, mirando a mi muy divertida esposa. —Sí. ¿Ves?
—Basta. Los dos—, siseó ella, apartándonos. —Les estoy diciendo a los dos que se relajen. Les pido a los dos que piensen en las peleas y los malentendidos y las malas comunicaciones—. Levantó una ceja en mi dirección. —¿Qué hay de narices rotas, lágrimas y secuestros? ¿Hmm? Si no hubiéramos hablado, Edward, esto podría haber sido nosotros. No lo hagas—. Levantó la mano cuando empecé a decir algo. —No todo el mundo resuelve la mierda de la misma manera. Eso es todo lo que digo. Y lo único que me mantiene con la boca cerrada es el hecho de que Mack sigue amando a Wes. Eso es lo que hay. Eso es todo.
Sacudí la cabeza, pero estaba viendo lo que ella estaba tratando de decir.
—Como dije antes—, continuó. —Si fuéramos nosotros, querría escuchar lo que tienes que decir. Querría saber qué te ha llevado de un lado a otro del país. A la mierda el momento. Se merece una oportunidad para hablar.
—Está bien, está bien, está bien—, canté, sonando mucho como Alice. —Tal vez haya aprendido la lección, porque seguro que tiene una pinta tremenda.
Bella nos llevó a la sala de sonido y abrió la puerta para ver un beso que haría sonrojar a una prostituta.
—Eso no es hablar—, murmuré, sonriendo cuando mi padre resopló en una carcajada.
Bella negó con la cabeza cuando la pareja se separó. Mi chica cruzó los brazos sobre el pecho, apoyándose en la puerta.
—Así que...—, arrastró la voz. —¿Debo suponer que no vas a volver a casa de tía Kate?
Mack se sonrojó, sonriendo un poco. —Um, ¿vacaciones?
Me reí, mi cabeza cayendo hacia atrás. —Concedido, Mack. Aunque te perderás toda la diversión de Seúl.
—Aw, diablos—, susurró Makenna para sí misma, pareciendo incómoda. —Me necesitarás para eso.
Sabíamos que en realidad tendríamos que llevarnos a casi todo el mundo, y eso incluía al equipo de información. Alice estaba realmente ilusionada, porque aseguraba que Seúl tenía el Wi-Fi más rápido del mundo, y no podía esperar a probarlo con IGOR. Mi padre iba a utilizar su avión privado para llevarnos allí. Mi única preocupación era Rose, teniendo en cuenta que estaba embarazada de nuevo, pero dijo que estaría bien simplemente trabajando la información.
Wes miró a Mack, y reconocí a un pendejo agradecido cuando lo vi. Estaba simplemente feliz de que ella hubiera hablado con él, sin importar el beso. Había vivido sin ella, y lo había odiado. Caería a sus pies solo para charlar. Apreté un beso en la cabeza de Bella porque conocía esa sensación. Sabía lo que era mirar a una chica y saber -en el fondo, muy en el fondo- que era ella, que era la razón de despertarse cada mañana.
Le apretó la mano. —Mack, adelante. Me dará la oportunidad de renunciar.
Mis cejas se dispararon, pero no dije nada, recordando la aguda advertencia de mi Bella de antes. Bella sonrió y dejó escapar una suave carcajada.
Mack estudió su rostro y finalmente asintió. —De acuerdo, pero luego las vacaciones.
Riéndome, dije: —Diablos, Mack, después de Seúl, todos estamos de putas vacaciones.
~o~H&E~o~
—Esto es una mierda pretenciosa—, murmuré, mirando la casa de Cho en el portátil de Alice.
La ridículamente cara mansión de Cho estaba situada en la región de Gangnam, en Seúl, lo que, al ser descubierto, había hecho que Emmett cantara la canción que se había hecho completamente viral tiempo atrás (1). Incluso había hecho el baile, y esa mierda había sido muy divertida.
Habíamos aterrizado en Seúl a altas horas de la madrugada, unos días después de que Bella hubiera insertado el culo de Jacob Black en un puto palo. Papá nos había traído a todos para esta misión. Había utilizado su avión privado para poder cargar cualquier equipo sin mucho alboroto, pero nos habían permitido aterrizar en una base militar. Eleazar había movido algunos hilos y habíamos aterrizado en el Campamento Humphreys. Nos registramos en el hotel, donde dormimos unas horas, porque íbamos a ir a buscar a Cho cuando cayera la noche.
—¿No hemos tenido esta conversación antes, niño bonito? — preguntó Mickey, dándome un codazo en el hombro. —Toda esta palabrería y tonterías sobre compensar las carencias—. Levantó el pulgar y el índice con una separación de unos centímetros.
Riendo, asentí con la cabeza.
—Pobre señora Cho.
La adición de Bella nos hizo reír a todos.
—Vale, tranquilos—, dijo papá entre una sonrisa y una carcajada. Se dirigió al gran televisor de pantalla plana que Alice había convertido en monitor temporalmente. Tocando la pantalla, dijo: —La casa de Cho se encuentra en el borde de una zona boscosa. Una especie de pequeño parque o reserva. Hay una carretera de acceso justo al otro lado. Vamos a usar el bosque para tomar la casa.
—Una vez que estén en posición, cortaré el suministro eléctrico—, añadió Alice, asintiendo y tecleando al mismo tiempo. —Podrán entrar en silencio y a oscuras.
—Estoy asumiendo que esto es solamente acerca de Cho—, reflexionó Alec. —No de la esposa, ni de la hija.
—Correcto—, respondió papá, apoyándose en la pared y metiendo las manos en los bolsillos delanteros del pantalón. —Chicos, por mucho que me gustaría decir que esto es lo último con lo que tendremos que lidiar, no puedo. Se perdieron demasiadas vidas porque impedimos que se vendieran algunas bombas nucleares en el mercado negro hace dos años. Pero la red de esa acción se extendió mucho más de lo que había previsto—. Señaló a Dean, que asintió lentamente. —Su equipo de asalto cayó tratando de detener al mismo hombre. Su mujer y su hijo se vieron envueltos en todo ello. No importa cómo manipularon a Jacob Black, no es que él fuera precisamente leal.
Papá miró al suelo por un momento. —Sé que la broma actual es cuándo me voy a retirar, pero no lo haré. No puedo. No puedo abandonar mi puesto cuando sé que todavía hay mierda ahí fuera. Cuanto más me aferro a las armas que Charlie escondió, más me rompo el culo para convertir Twi Tech en algo mejor, más limpio, y más veo a diario... Me mantiene al tanto de lo que podría volver a salir.
—Sin embargo, este hombre solía ser un colega. No solo me utilizó para poner en peligro a gente inocente, sino que fue el único respaldo financiero de Kim Min-Jun. El hecho de que no podamos probarlo en papel es la única razón por la que estamos aquí. De lo contrario, habría dejado que El se lo llevara, porque Cho habría sufrido mucho en la cárcel.
—¿Simplemente estamos acabando con él? — Le pregunté. —¿O quieres que sea consciente de su sentencia de muerte?
—Oh, realmente quiero que sea consciente—, gruñó papá, con el labio curvado en una mueca. —Lo que significa que tenemos que eliminar a su gente de seguridad. Y considerando que su gente de seguridad son simplemente más hombres de Kim, entonces...
—Matamos a todos, y dejamos que Dios los juzgue—, afirmó Emmett.
—Exactamente. Estamos listos para ir. Edward, tú tomarás el mando. Una vez que tenga la atención de Cho, el mando es mío para decidir. Damas, ustedes serán nuestros ojos y oídos—, dijo, señalando a Rose, Mack y Alice. —Mickey, Bella, ustedes abrirán las puertas y se encargarán del equipo de seguridad con Emmett. Jasper, tú te instalarás en algún lugar en lo alto. Alec, tú vienes conmigo.
—Señor—, le respondimos todos, dejando a las chicas en la habitación del hotel.
La mayor parte del equipo estaba en la gran furgoneta que habíamos alquilado. Así que mientras Dean conducía, todos nos preparamos para la oscuridad y el silencio. Revisamos las armas, nos pintamos las caras y nos pusimos gorras de béisbol. Alice nos guio hasta un lugar para guardar la furgoneta justo al lado de una carretera de acceso.
Una vez aparcados, comprobados los comunicadores y escondida la furgoneta detrás de unas ramas, les hice un gesto a todos para que se acercaran a mí.
—Bien, llevaremos esto a la carrera hasta nuestro punto de entrada. Una vez que se haya cortado la electricidad, ya saben dónde tienen que estar—, declaré, dando un golpecito a la visera de la gorra de béisbol de Bella. —Comunicación constante, dulzura. Mantente alerta.
—Mantente a salvo—, susurró ella, rozando sus labios con los míos.
Ella y Mickey se pusieron en marcha y nosotros las seguimos. Alice nos mantuvo apuntando en la dirección correcta. Cuando las luces de la casa más innovadora que jamás había visto se pusieron a la vista, todos nos detuvimos justo dentro de la línea de árboles.
—Alice, entramos cuando estés lista.
—En ello, en ello, en ello.
A través de mis prismáticos, pude ver a los guardias de paso a lo largo de la zona de la piscina, la cancha de tenis, y el lado de la casa. Sabía que había una puerta vigilada con un pequeño edificio en la parte delantera de la casa. Por suerte, este pendejo se había colocado lo suficientemente lejos de sus vecinos como para que no nos vieran accidentalmente.
Se oyó un suave golpe cuando toda la zona se quedó a oscuras. Las luces de la piscina, las farolas y la iluminación del jardín se apagaron. Y la casa estaba completamente a oscuras.
—Bien. Despejado—, susurré, haciéndoles señas a todos para que se adelantaran. —Jasper, eres nuestra última defensa si a alguien se le ocurre huir.
—Entendido—, murmuró con calma.
Había decidido colocarse en uno de los árboles más altos, lo que lo situaría por encima de la casa con una vista de casi todo el terreno.
Dean y yo hacíamos guardia en la cubierta trasera y, a través de los IVN (2), podía verlos por sus radios.
Utilizando los arbustos, nos abrimos paso hacia delante mientras Mickey y Bella avisaban de que estaban bordeando el bosque para atacar a las puertas delanteras y a sus guardias. Sabía que Emmett las mantendría a salvo, pero en realidad no lo necesitaban. Eran un par mortal por sí mismas, y después de todo lo que habíamos pasado por culpa de ese pendejo, también estaban cabreadas. Así que esto fue un poco de desquite para ellas.
Dean también estaba jodidamente feliz de poder vengarse del hijo de puta que había financiado a Kim. Sin todo ese dinero, su familia podría haber estado a salvo. Y tenía que darle crédito al tipo. Estaba dentro. Estaba decidido a ganarse nuestra confianza, a reunirse con su familia, a compensar toda la mierda que había hecho, y había sido advertido. Por todos.
Bella y yo nos habíamos sentado con él antes de salir de Alaska hacia Seúl. Le habíamos dicho que estaba en la cuerda floja, pero todos nosotros, entendíamos completamente por qué había hecho lo que había hecho. Llegamos a una especie acuerdo de periodo de prueba. Dean comprendía ahora que, si volvía a traicionarnos, no solo sería despedido, sino que desaparecería.
Ese pensamiento me hizo sonreír para mis adentros porque él no iba a ir a ninguna parte. Después de ver todas las filmaciones, de luchar yo mismo junto al hombre y de ver cómo se partía el culo en casa de tía Kate, había visto que nunca había dado un golpe ni había fallado un tiro a propósito. Simplemente había hecho lo que tenía que hacer para mantener a su familia a salvo.
No podía juzgarlo por esa mierda en absoluto.
Deslizándonos por los setos junto a la piscina, le indiqué a Dean que tomara al guardia de la izquierda. Yo iba a tomar al pendejo de la derecha. Mi objetivo estaba hablando por radio de espaldas a mí mientras me deslizaba lentamente detrás de una jardinera de cemento. Una vez que la radio volvió a su sitio en su cinturón, me puse sobre él con una mano sobre su boca. El chasquido de su cuello fue fuerte en mis oídos, pero un rápido vistazo a la zona de la piscina, y pude ver que Dean ya también había eliminado su objetivo.
—El área de la piscina está despejada—, susurré.
—El frente estará despejado en treinta segundos—, comentó Jasper. —Las chicas han despejado la caseta de seguridad, las puertas delanteras, y están dando un último barrido al frente.
—Copiado. Cuando terminen, estaremos listos para la siguiente etapa—, dije en voz baja.
—Entendido—, respondió papá.
—El frente está despejado—, dijo Bella. —Mickey está a punto de tomar la puerta principal.
—Entendido—, respondió papá, y esperé a que él y Alec se acercaran antes de dirigirme al equipo de información.
—Alice, ¿algún movimiento en la casa? — pregunté antes de comprobar la puerta trasera para ver si estaba cerrada.
—Espera, espera, espera—. La radio quedó en silencio mientras escuchábamos su tecleo, pero volvió con: —Está bien. No hay movimiento, tres cuerpos calientes arriba, y dos cuerpos calientes abajo. Esos serían su gente de la casa.
—Recibido—. Giré el pomo de la puerta y traté de no poner los ojos en blanco por la forma en que estaba decorada la casa. —Hablando de carencias—, murmuré, sonriendo ante las risitas por la radio.
Era demasiado elegante para mi gusto. Dorados y rojos, alfombras caras, mármol y obras de arte que no tenían ningún puto sentido. Algunos de los muebles probablemente costaban más que mi coche... diablos, tal vez incluso mi helicóptero. Sacudí un poco la cabeza porque tenía dinero y no veía el puto sentido de vivir así.
Mientras papá y Alec subían, Dean y yo vigilábamos la puerta trasera, mientras Bella y Mickey se quedaban en la delantera. Estábamos allí simplemente para mantener todo tranquilo. La esposa y la hija de Cho debían permanecer dormidas.
A través de la radio, oímos a mi padre sacar a Cho de la cama tan rápido que no tuvo oportunidad de reaccionar hasta que estuve seguro de que tenía una pistola en medio de la frente y un trozo de cinta adhesiva en la boca.
Sabía que estaba tomando la iniciativa con este pendejo. No estaba muy seguro de dónde quería tener su encuentro con Cho, pero estaba claro que había encontrado una habitación arriba, porque empezó a hablarle en voz baja.
—Estúpido hijo de puta—, murmuró papá. —¿Creíste que podías incendiar mi maldito mundo y no pensar que vendría por ti?
—Hmmhmm— fue todo lo que se escuchó como respuesta.
—¿Qué dijiste? — Preguntó papá, sabiendo que el bastardo estaba encintado.
—Maldición—, dijo Dean con una suave risa y un lento movimiento de cabeza.
Sonriendo, me encogí de hombros, porque si el pendejo no hubiera puesto en marcha toda esta mierda, lo sentiría por él, pero tal como estaba, sólo quería que todo terminara. Estaba listo para las últimas semanas de vacaciones de verano con mis hijos, para terminar el granero de la tía Kate y para envolverme en mi esposa. Eso es todo. Yo era un simple hijo de puta, y quería recuperar mi simple normalidad.
El suave golpe de un arma silenciada llegó a través de las radios, y entonces papá estaba siguiendo a Alec por las escaleras.
—Salgamos—, ordenó papá, y todos salimos por donde habíamos venido: por el patio y entre los árboles. —Alice, tienes permiso para devolver la energía.
—Ya estoy en ello. En cuanto estén en la carretera, la volveré a encender—, le dijo ella.
—Diez-cuatro.
La furgoneta estaba no solo en calma, sino silenciosa mientras regresábamos al hotel donde haríamos las maletas. Bella se inclinó hacia mí, y yo la rodeé con un brazo, presionando con besos la parte superior de su cabeza. Ella y Mickey ya se habían quitado las gorras, y todos se limpiaban lentamente la pintura de la cara para no asustar a los empleados del hotel.
Una vez que Dean entró en el aparcamiento y apagó el motor, papá se giró para mirarnos.
—Si todo el mundo está de acuerdo, creo que deberíamos hacer las putas maletas e irnos a casa—, dijo con una media sonrisa.
—Claro que sí—, dijeron Mickey y Emmett al mismo tiempo.
—Definitivamente—, dijo Bella entre una carcajada.
Asintiendo una vez a su manera, abrí la puerta lateral de la furgoneta. —Entonces vamos a casa.
(1) «Gangnam Style» canción interpretada por el cantante y rapero surcoreano PSY, lanzada el 15 de julio de 2012. «Gangnam Style» es un coloquial del idioma coreano que hace referencia a un exigente estilo de vida lujoso en Gangnam, un distrito del sur de Seúl conocido por ser el hogar de las personas adineradas y por su vida nocturna alocada, donde se puede encontrar numerosos centros comerciales y de entretenimiento y que concentra en sus alrededores galerías de arte, boutiques y cafés. La crítica a las Doenjang Girl (chicas que comen comida barata —doenjang— con el fin de comprar caros Frappuccinos en Starbucks) ha sido una de las claves de su éxito, sumada a su peculiar coreografía.
(2) Los IVN (en inglés Night Vision Goggles) son instrumentos de visión nocturna que amplifica la poca luz del ambiente, muy usada en el Ejército, por lo general se acopla al casco del soldado que la usa, viendo todo de un tono verdoso.
