Despertó entre sus brazos y dio un reconfortante suspiro.

Habían millones de cosas que no se podían explicar en el mundo…y ésta era una de ellas: el regocijo en el corazón, el alma satisfecha, el cuerpo libre al fin…una completa cercanía.

Sus labios sobre su frente tibia y una de sus manos sobre su rostro, le habían ayudado a darse cuenta de lo que pasaba…y gracias a eso postergaría el famoso viaje.

No dejaría que la felicidad se le llevara el viento, y si era necesario arriesgar mucho más por él; lo haría.

Cuidando de un rival

Por Makita.-

Cuando Horo Horo despertó, lo primero que hizo fue mirar las cuatro esquinas de la habitación. Medio anonadado intentó incorporarse y su susto fue mayúsculo, cuando se percató de que no podía:

Estaba atado de pies y manos.

Entonces la desesperación comenzó a correr por cada uno de sus poros, impidiéndole pensar con claridad.

-¡Len!

La voz salió de su garganta, desentonada. Lo había desconcertado encontrarse en una situación así; prisionero y vulnerable…

Completamente solo.

-¡Sáquenme de aquí! ¡Auxiliooo!

Olvidándose de todo, se arrastró como pudo hasta la puerta. Lo que más le preocupaba de todo esto, es que el chico de china había desaparecido sin dejar rastro alguno; y por lo que recordaba, ellos se encontraban en la alcoba cuando Len le había prometido venganza.

¿A caso a esto se refería?

Su corazón saltó de susto cuando la puerta se abrió de un solo movimiento. El frío del pasillo entró a la tibia habitación, provocándole un entumecimiento total. Y se sintió terriblemente humillado cuando identificó a la persona que había abierto la puerta:

-¡Anna!

…………………..

"¿Porqué estas cosas tienen que pasarme a mí? ¿Acaso soy el tipo mas desdichado del mundo? ¡Que hice para merecer esto!"

Por un momento volteó para mirar por la ventana. Afuera estaba lloviendo torrencialmente…por el empañado cristal se deslizaban las gotas de agua y afuera se escuchaba un sonido constante y relajador; un sonido que lo invitaba a dormir allí mismo.

¡Pero él no podía ponerse a dormir!

Desde que se había encontrado con Anna, había estado trabajando en la casa, para compensar el tiempo que había estado enfermo. Ella había prometido liberarlo de sus cadenas, con la condición de que aseara el baño y limpiara la cocina.

Y justamente eso estaba haciendo.

-Joven Horo horo…-murmuró una voz suave, atrás de él.- ¿Quiere que lo ayude con eso?

-Err, no Tamao…si Anna supiera que me estás ayudando, seguramente te castigaría.

Pero ella ya estaba guardando la loza en la alacena, sin hacer caso de lo que el ainu le había advertido.

En silencio siguieron trabajando, pero Horo no era capaz de concentrarse en lo que estaba realizando. Más bien se sentía demasiado preocupado por lo último que había sucedido en la habitación con Len: Ese bolso y esa actitud tan…estúpida por parte de su compañero.

Mas bien una conducta irritable, intrigante y misteriosa; una conducta odiosa, insoportable, orgullosa, la típica actitud del joven Chino. Aquella que siempre, siempre, lograba sacarlo de sus casillas y que de repente lo dejaban como flotando…

-Tamao…

-¿Diga?-preguntó ella, sin dejar de limpiar el sucio lugar.

-¿Has visto a Len?

Ella giró los ojos, como tratando de recordar, mientras que él la miraba impaciente. Al final, una ampolletita pareció penderse sobre la cabellera rosada y ella habló con delicadeza:

-Salieron de compras, con el joven Yoh, y el joven Ryu…fueron en la moto, y no deberían tardar en llegar.

-¡Pero si está lloviendo!

-La lluvia comenzó repentinamente…el clima ha estado muy extraño en estos últimos días…

Después del último comentario, los dos regresaron a sus labores. Otra vez el sonido neutro y blando de la lluvia, esa frescura que la caracterizaba…se preguntaba en donde estaba metido el tonto de Len Tao.

…………………..

-Porquería, porquería… ¡Porquería!

-Cálmate Len…

-¡Tu déjame!

-Verás que todo saldrá bien…y que pronto estaremos en casa.

Len miró a los ojos a su compañero, y como siempre, no hallaba respuestas. Es que Yoh era capaz de adaptarse a distintas situaciones sin problemas, pero él se estaba desesperando.

Miró una vez más el aparato tirando en el barro, y a su dueño tratando de buscar la falla mecánica que había producido su detenimiento.

-Don Yoh…-ambos voltearon ante la voz preocupada de Ryu.- Tendremos que seguir a pie.

-¡Te volviste loco!- gritó el Tao, llevándose las manos a la cabeza. Estaba todo mojado ya, ¿y ese imbécil proponía que se fueran caminando bajo la lluvia?

-No tenemos otra opción…

No caminaron…corrieron bajo la lluvia, por el dificultoso camino enlodado.

……………………..

-¡Joven Yoh!

Tamao gritó espantada, al ver el estado lamentable con el que había llegado Yoh, de las compras. Alarmados por el grito, Anna, Horo Horo y Manta se acercaron al recibidor.

-Ni se te ocurra entrar así en la casa, Yoh.- determinó la sacerdotisa.-

-Hola Annita.- respondió un poco deprimido el aludido.

Los tres jóvenes enlodados se miraron entre sí, e intentaron quitarse el barro lo más que pudieron. Pero era imposible.

Mientras Yoh y Ryu pensaban en como entrar a la casa sin ensuciar nada, Horo agarró a Len como si se tratara de un bulto y lo llevó hasta el baño. Ni siquiera le importó que su chaqueta quedara enlodada también.

-Al fin estamos solos. Quiero hablar seriamente contigo.

-¿Seriamente?-preguntó Len, mirándose las ropas, sin prestarle mucha atención.-

-Quiero saber porqué me dejaste atado en la habitación y después te fuiste… ¿Qué demonios crees que soy?

-Mh…pues justo Anna me mandó de compras…y no quería que escaparas…eso.

-Pues para tu información, yo no soy ninguna mascotita…ni algo que puedas tener siempre a tu disposición.

-Pero yo siempre estuve a tu disposición cuando estuviste enfermo… ¿o no?

Horo se quedó en silencio, observando el color de los ojos de su compañero, que hacían contraste con el color oscuro del lodo.

-Pero…era tu obligación.

-Ya cállate.

Len se colgó del cuello de su amante y besó sus labios con pasión. Horo tembló al sentir ese cuerpo empapado adherido al suyo, seco y tibio. Ambos representaban cosas completamente opuestas…pero su relación siempre había sido así de cautivante y contradictoria.

El ainu caminó torpemente por el baño, sin dejar de besar al muchacho que tenía entre los brazos. Era raro cuando Len daba el primer paso, cuando era él quien manifestaba el cariño y cuando por fin entregaba algo cálido de su alma.

Había caído otra vez.

Un paso más y ahora estaba la pared, él y el cuerpo de Horo. Sintió como lo obligaba a levantar las piernas, por lo que tuvo que cruzarlas tras la cintura del ainu, para conservar el equilibrio. Por cada segundo que transcurría, el momento se volvía más y más apasionado, dejando libres todos los deseos que habían tenido reprimidos desde que habían comenzado a gustarse.

Y ni siquiera sabían cuando demonios había ocurrido eso.

Len permitió que Horo besara su cuello, entregando y recibiendo de todo. Esto ya no podía alargarse más.

-¿Qué te sucede? ¿Porqué te detienes?- preguntó el chico de cabellos negros, cuando el ainu dejó de acariciarlo.

Horo se alejó un poco más, y Len miraba atentamente el rostro rojo de su amante.

-Escuché las voces de Yoh y de Ryu…cerca.

Len sonrió ante la dulzura que podía demostrar Horo, en momentos como éstos. Porque para él, Horo siempre sería el dueño del alma más fascinante y del cuerpo más hermoso de este mundo.

Y no se esforzaría por buscar otro.

Lo tomó de la mano y se arriesgó a abrir la puerta del baño. Sintió un tirón indeciso de su compañero.

-No voy a dejar que esto se arruine…como aquella vez en el auto.

Entonces volteó y vio la cara de Horo, a punto de ebullir. Y de improviso, los dos avanzaron por los pasillos, justo cuando Yoh y Ryu se aprestaban para entrar al baño.

-Len…

-¿Qué pasa?

-¡Estas dejando sucio todo lo que limpie esta tarde!

-Guarda silencio, ainu tonto.

Horo frunció el ceño al oír el insulto, pero luego miró a su alrededor y se sintió a gusto cuando comprobó que estaban solos en su habitación.

Era exquisita la adrenalina del momento, y lo alteraba aún más ver a Len ahí, con toda la ropa mojada, irradiando sensualidad y con los ojos clavados en él.

-Por lo que veo, ya se te pasó el enojo.

Len comenzó a quitarse la camisa mojada y luego la dejó tirada próxima a un rincón.

-¿Qué estás esperando, grandísimo tonto?

Horo avanzó hacia él, también muy serio, y le levantó el rostro para que lo mirara.

-¡Que no soy tonto, carajo!

Otra vez fue Len quien tomó la iniciativa, y besó al ainu. Y otra vez sentía que se perdía en una infinidad de sensaciones cálidas e irresistibles, sensaciones adictivas, enfermizas, que sólo causaba Horo en él.

Cuando se dio cuenta, ya estaba tendido sobre el futón, besándose con su amante, y sus cuerpos pegados con la fuerza de un imán.

Ya no podía resistirse a él.

Suspiró cuando el ainu comenzó a tocar su pecho desnudo, y cuando lamió sus labios con lentitud. Sabía que con eso le demostraba sus sentimientos, sin necesariamente decírselos con palabras…porque decirle "Te amo" sonaba terriblemente cursi… ¡Y él no decía cursilerías!

-¿Qué?

De pronto se asustó por la cara de asombrado que tenía el ainu.

-¿Qué de qué?- contestó el chino un poco enfadado.

-Me dijiste "Te amo"

-No, es mentira…no lo dije.

-Si lo dijiste, cabeza hueca.

Horo suspiró y mientras se acomodaba mejor sobre el cuerpo pecaminoso de su "rival", bajó la mano hasta sus pantalones, para quitarlos de una buena vez. Pero Len lo detuvo con un movimiento certero.

El ainu ni siquiera alcanzó a contestar, porque Len había dado vuelta la situación. Ahora él estaba abajo.

Tembló cuando los dedos del Tao rozaron sensualmente su hombro, delineando la herida, sanada ya, y cuando se sentó sobre sus caderas, para mirarlo desde arriba.

Horo nunca se había imaginado a su compañero así, ni aún en los más fogosos sueños eróticos. Lo que estaba por vivir era como una entrada a otra dimensión, como un paréntesis en su vida…por eso estaba tan atento a todo…no quería olvidar ni un suspiro, ni un solo toque.

Len se deslizó sobre el cuerpo de su amante, tocando con sus caderas la entrepierna del que yacía bajo él. Y le pareció encantador que él se sonrojara todo y que apretara los dientes…siempre tan espontáneo y libre. Aunque ahora le parecía que estaba demasiado silencioso.

Besó la boca de Horo sin más ceremonias. Su alma se llenó de satisfacción al darse cuenta cuanto lo necesitaba su compañero, como frotaba su cuerpo contra el suyo, buscando más cercanía, y sus brazos anchos cruzados tras su cuello tratando de aumentar la fuerza del beso.

Mientras, Len bajó lentamente el cierre de la chaqueta del ainu, notando la pequeña vibración que sacudió su cuerpo. Su piel era deliciosa, blanca y sutil como un tejido de seda perfecto.

Después de tanto tiempo dudando la relación, era hora de cosechar algo. Y los frutos de este sentimiento habían sido algo mucho más grande de lo que pudiera imaginar. Su vida, su esencia, toda estaba aquí, con él.

-Ah, Len, déjame tomart…

-No…-interrumpió la sensual voz de su compañero, poniendo dos dedos sobre sus labios, sin dejar de mirar su rostro encendido…-¿Recuerdas la venganza?

-No salgas con eso ahora…-dijo en un suspiro-… ¿Y cual se supone que es la temida venganza?

Abrió los ojos al tope, cuando Len le susurró la respuesta al oído.

……………………..

Cuando despertó, de lo primero que se dio cuenta, fue que ya no estaba lloviendo. Tenía mucho sueño aún, y no sabía que hora era.

Intentó sentarse, pero un pequeño dolor interno se lo impidió… ¡Si tan sólo hubiese sabido que él iba abajo, se habría preparado! Pero no…Len siempre se salía con la suya.

Miró el cuerpo dormido a su lado. Tan tibio, tan suave, y tan expuesto, completamente desnudo bajo las sábanas. Gracias a un juego de luz y sombra, podía apreciar como la delgada tela dibujaba sutilmente la figura de su compañero. Desde un boceto fácil, como lo era su configuración general, hasta los pequeños detalles, como los músculos del abdomen.

El tan sólo pensar que ya le pertenecía, le provocaba escalofríos.

Porque si, le pertenecía en todos los sentidos.

Lo abrazó contra su cuerpo, extrañándose del sueño tan pesado de su compañero, y apoyó su mejilla contra su frente.

Pero se asustó al comprobar algo.

-¡Len! ¡Despierta!

El joven Chino despertó un poco molesto por los gritos. Pero inmediatamente sonrió, cuando enfocó el rostro del ainu. Le había agradado despertar entre sus brazos, y suspiró reconfortantemente. Cerró los ojos, acurrucándose contra ese cuerpo perfecto y cálido, mirando a la persona que había liberado su alma y que se había unido a la suya, ambas danzando la misma melodía armoniosa.

Se sonrojó cuando el ainu posó sus labios sobre su frente, en un acto delicado y casi preocupado.

-¿Qué pasa?-preguntó toscamente.

-Tienes fiebre…. ¡Te resfriaste!

El joven Chino lo corroboró, poniendo la palma de su mano sobre su frente, percatándose de que estaba hirviendo. Vio como Horo tomaba su chaqueta y sacaba de allí un papel viejo, desgastado y corroído, con un número anotado con tinta azul. Parecía un número de teléfono.

-Toma.- dijo entregándole el misterioso papel.

-¿Qué es?

-El número del Doctor. Tendrás que ir hoy, para que te atienda.

Len lo miró unos segundos. Y tras pensarlo, lo hizo trizas.

-¡¿Pero que demonios haces, cabeza hueca?!

-Al diablo el doctor…ahora serás tu quien me cuide.

Fin

Notas finales de la autora:

Mh...Que quieren que les diga…¡¡estoy triste!! Mi querido fic… ¡terminado!! Snif…pero es una mezcla de emociones, porque también estoy feliz…

Muchas gracias a las personas que siguieron el transcurso de esta historia, ya sea desde el primer capítulo o desde después…sin sus ánimos quizás nunca hubiera terminado, ¡Gracias!

También quiero pedir disculpas por el atraso n.n U. No sé si querrán leer mis excusas :S pero tuve una de esas crisis que de repente le bajan a los autores (gracias a Meli, que me apoyó en mi depresión literaria :P grashias por tus concejos, amiguis y hermanita!) eso, más el poco tiempo que tengo…además las mañas de ..ñ.

Y weno, espero que les haya gustado el intento de Lemon, que al final salió lime…reconozco que soy mala para estas cosas TT-TT y este es el primer lime que me atrevo a publicar…¡Sé que debía ser Lemon! TTOTT, pero no pude…cuando escriba alguno realmente bueno, lo publicaré…quien sabe P

Saludos a los reviewers del capítulo diez : A Ekko numenes, a la Lizz (te echo de menos, amiga!) Ale (aquí tá el final! Perdón por la demora ), Jacqueline, a Lady tao, a Lucy (grax por las estrellitas XD), Pilikita y Kolorito, a Rei Ishida, a mi niñaa Karin ( karin…¡aparece, o al menos da señales de vida) a Mailyn Asakura, Hayi, a Haruka, a Misuki Yaoi lover, a Maiver XD, y a crazy girl…grachias por su apoyo incondicional…y también a las personas que me nominaron para el concurso de Hayi, ya que me sorprendió mucho ver mi fic allí XD

Ahora me quedé solita, sin mi querido fic ;; , pero tengo a ADL (ansias de libertad), que me consolará n.n tal vez después me anime a publicar algo más.

Ok, me despido con la esperanza de que hayan disfrutado el fic y que sobretodo les agradara el final.

Nos vemos

Fic iniciado el 8 de diciembre del 2003 y finalizado el 14 de septiembre del 2004.-

Por Makita.-