Bueno aquí un nuevo capítulo sobre esta fascinante pareja. Espero que os siga gustando.
2. Cambiando conceptos
.
—No me extraña que Harry esté enfadado, Hermione. ¡Le ha tocado Malfoy como compañero! ¿Qué mayor desgracia hay que esa? —dijo Ron con voz exasperada, mientras el trío se dirigía a su clase de pociones, inmediatamente después de la funesta clase de Defensa Contra las Artes Oscuras—. Tener que aguantar a un arrogante insoportable durante todo el año… Yo mismo preferiría ser devorado por una manada de arañas furiosas, y con eso te digo todo.
—Ron, ¡No estás ayudando precisamente! —le susurró Hermione—. Se supone que tenemos que intentar animar a Harry, no hundirlo más.
—¿Animarlo? ¿A qué, al suicidio? —Ron se giró hacia su amigo y le dio unas amistosas palmaditas en la espalda—. Yo te apoyo, colega. Tírate de la Torre de Astronomía, será lo más efectivo.
—Ron, eres idiota —dijo Hermione apartándolo de Harry para ocupar su lugar—. Harry… —hizo una pausa, insegura de qué decir, mientras él suspiraba resignado—. Bueno… sé que no es el mejor compañero del mundo, pero estoy segura de que con el tiempo se acostumbrará y…
—Sí —la interrumpió Ron, asomando la cabeza por encima de su hombro—, sólo necesitarás un millón de años, Harry. Con un poco de paciencia se te pasarán volando.
—¡Ron! —gritó Hermione exasperada. Y volvió a darle la espalda para continuar hablando con Harry—. Es en serio. Ni siquiera él puede ser un idiota inaguantable todo el tiempo, ¿no? Quiero decir, en algún momento bajará la guardia…
—Probablemente cuando duerme. Así que ya sabes, métete en su cuarto para ver si logras que te ayude estando inconsciente. Es la opción más segura.
Hermione le dio un codazo en las costillas a Ron. Este profirió un quejido de dolor mientras Harry volvía a suspirar con resignación.
—Chicos, no empecéis —dijo, viendo avecinarse una de sus acostumbradas peleas—. Estaré bien…
Su voz sonó tan convencida como cuando había dicho en cuarto curso que se las arreglaría para encontrar el remedio para aguantar sin respirar dentro del agua durante una hora.
—Harry… vamos, nunca le has dado la espalda a un reto, ¿no? Considéralo… no sé, parte de un experimento —dijo Hermione nuevamente, tratando de animarlo.
—Sí, uno sobre serpientes venenosas, ya sabes. Pon una cerca de un humano sin más alimento que agua y espera a ver cuánto tiempo tarda en morderle —sugirió Ron en el mismo tono que había empleado su amiga.
—Ron, si realmente no tienes nada constructivo que decir, ¡entonces quédate callado!
—Chicos —repitió Harry, viendo que se aproximaban ya al aula de pociones. Era el lugar menos indicado para empezar una pelea—, en serio, ya me encargaré yo de poner a esa pobre imitación de ser humano en su sitio, no voy a permitir que me altere lo más mínimo, así que relajaos, ¿vale?
Los dos lo miraron con aprensión, dudando de que fuera humanamente posible, pero sabiamente no dijeron nada al respecto. Lo último que Hermione dijo antes de cruzar las puertas del aula fue:
—Tampoco te vayas a obsesionar con hacérselo pasar mal, no te vayas a convertir en alguien como él. Trata de buscar lo positivo… Ya sé que es Malfoy y todo eso, pero podrías tratar simplemente de ignorarlo, ¿no?
—Eso es fácil de decir, Hermione…
Abatido se dirigió hacia la mesa del fondo, donde siempre se sentaba en esa clase, y se derrumbó sobre la silla, lanzando fuertemente su mochila sobre el pupitre.
Ron ni siquiera había terminado de acomodarse a su lado cuando la ponzoñosa voz de Snape los alcanzó, con un punto de diversión.
—Creo que el profesor LaMieux les ha explicado ya el nuevo sistema de trabajo, ¿verdad? Así que, como todos tienen ya una pareja, deben sentarse con ella hasta el final de curso.
El regocijo en su voz fue ahora evidente, mientras clavaba una mirada envenenada en Harry. Y supo, sin tener ni la más mínima duda, que el profesor ya poseía una lista de todos los equipos. Y con ella una nueva forma de tortura para él.
Harry le sostuvo la mirada unos instantes, con odio, y luego bajó la vista para coger sus cosas y dirigirse lo más lentamente posible al otro lado del aula, donde el rubio Slytherin ya estaba sentado. Tiró su mochila sobre el pupitre con fuerza innecesaria, haciendo temblar el tablero, y se sentó lo más lejos posible de su compañero.
Estaba empezando a considerar seriamente la idea de Ron de tirarse de la Torre de Astronomía, y eso que ni siquiera habían comenzado a trabajar juntos. Estaba claro que si el profesor LaMieux pensaba que podrían llegar a trabajar armoniosamente en algún momento, era única y exclusivamente porque no había estado en Hogwarts durante los seis años anteriores. Y no dudaba ni por un instante que en ese mismo momento el claustro de profesores en pleno estuviese intentando estrangularlo por no haber aceptado la sugerencia de separarlos.
—Bien —la mortífera voz del maestro de pociones lo devolvió a la realidad. A pesar de ser apenas un susurro era capaz de captar siempre la atención de toda la clase—, como estoy seguro de que ya les han explicado, primero tendremos una clase teórica. Al final de esta les entregaré el primer desafío que tendrán que llevar a cabo. Recuerden —dijo marcando la palabra, en velada amenaza—, que deben hacerlo en equipo, y que no está permitido hechizar a los compañeros.
Nuevamente la mirada divertida del profesor se clavó en él, y Harry se la devolvió con evidente disgusto, mordiéndose la lengua para no responder airadamente en ese mismo momento por dónde podía meterse sus sugerencias.
La tediosa clase dio comienzo, mientras el profesor se paseaba entre sus pupitres, explicando brevemente los objetivos que esperaba que alcanzasen ese año. Mientras hablaba, algunos alumnos iban tomando apuntes y lo miraban expectantes, como Hermione, y Harry se preguntó nuevamente cómo podía encontrar interesante una materia como pociones. Sin embargo, un ligero movimiento a su izquierda le dijo que no era la única persona en el aula que parecía verdaderamente interesada en lo que el profesor estaba diciendo, ya que el entusiasmo de Malfoy mientras tomaba notas era más que evidente.
Se fijó en cómo apenas levantaba la vista hacia el profesor, concentrado en su explicación, listo para anotar cualquier información que considerase necesaria. Y vio como el pergamino se iba llenando poco a poco con la letra esbelta y elegante de Draco. De vez en cuando giraba la vista para echar un vistazo al libro 'Elaboración de pociones avanzadas' que tenía al lado, y volvía a hacer una anotación, como complementando lo que el profesor iba diciendo. Parecía haberse leído el libro varias veces para saber dónde encontrar cada cosa.
—Señor Potter, ¿podría explicarnos a todos cuál fue la última poción que hizo el año pasado?
Harry lo miró, perplejo, sin saber durante un instante qué estaba diciendo. Luego las palabras penetraron en su mente y trató, de forma infructuosa, de buscar una respuesta. Nunca le prestaba atención a las pociones que hacía, y mucho menos memorizaba sus nombres. Se limitaba a seguir las pautas lo mejor que podía y olvidar los desastres que solía protagonizar en cuanto ponía un pie fuera del aula.
—¿Ni siquiera es capaz de recordar algo que ya ha realizado? Está usted superando sus límites, señor Potter. Diez puntos menos para Gryffindor por una falta de memoria absolutamente deplorable. Hay pociones para evitar eso, ¿lo sabía?
Harry volvió a mirarlo con odio, mientras todos los Slytherin a una se reían de él, y volvió a morderse la lengua para evitar decir algo que pudiera ponerlo en una peor situación de la que ya estaba. Aunque era francamente difícil imaginarse algo peor.
Finalmente, diez minutos antes de que terminara la tortura, Snape sacó la varita y repartió un montón de pergaminos que había apilados sobre su mesa, destinando uno a cada equipo.
—El mío será el primer desafío que llevarán a cabo. En esta hoja encontrarán las instrucciones clave para realizar el primer proyecto de pociones. Todo lo que necesitan está en ese pergamino, así que no lo pierdan.
Cuando la hoja se apoyó suavemente entre Harry y Draco, el Slytherin la cogió al instante y comenzó a leerlo para sí, ignorando completamente a su compañero. Cabreado, Harry esperó pacientemente a que terminara, pensando que sería poco productivo empezar una pelea en la clase de Snape, a menos que quisiera pasarse todo el trimestre intentando sacarle brillo a los lavabos con un cepillo de dientes. Pero una vez que los ojos de Malfoy llegaron al final del pergamino, Draco se limitó a apoyarlo en su lado de la mesa, fuera del alcance del alcance de Harry.
Más enfadado todavía lo fulminó con la mirada, poco dispuesto a que Draco monopolizara algo que era expresamente de los dos. Así que estiró su brazo izquierdo hacia el otro lado de la mesa, pero sus intentos fueron inútiles. El pergamino estaba fuera de su alcance.
Malfoy lo miraba divertido, preguntándose cómo podía alguien ser tan obtuso, especialmente un mago. Probablemente se debía a su considerable trato con muggles, porque no tenía sentido que estuviese contorsionándose de esa manera para alcanzar un pergamino que fácilmente podría haber logrado con un encantamiento convocador. Pero ahí estaba, poniendo caras y estirándose hasta un límite difícilmente imaginable. Y todo para nada, porque era obvio hasta para un niño de cinco años que el pergamino estaba demasiado lejos.
Había sido pura mala suerte que le tocara Potter como compañero. De todos los idiotas que le podían haber encasquetado como pareja, le fue a tocar el premio gordo, el héroe, aquel que encontraba gloria y fama a su alcance sólo con levantar un dedo. Cuando el profesor LaMieux había dicho el nombre de Potter, seguido del suyo, casi no había podido contener su mal humor. Aunque nadie podría acusarlo de no haber esperado algo parecido, por supuesto. El maldito destino siempre se encargaba de fastidiarlo en forma del condenado Harry Potter. Draco se preguntaba vagamente si en alguna vida anterior había recibido una maldición que lo condenara invariablemente a ese tipo de situaciones...
Pero tenía que admitir que el horror inicial de tener a Harry como compañero había pasado una vez analizada la situación, como solía analizarlo todo siempre. Sí, él había salido perdiendo con ese compañero, pero a Potter le gustaba tanto la pareja que le había tocado en suerte como a él mismo. Y ahora podría encargarse en primera persona de que cada vez le gustara menos. Al fin y al cabo, si el Gryffindor se acababa largando de Hogwarts antes de que terminase el año, nadie podría acusarlo de ser el culpable, ¿no?
Además, la situación tenía sus ventajas. Estaría en primera fila para ver cada nuevo desastre que Harry organizara, ya fuera genuino o inducido. Podría regodearse a gusto con cada fallo o cada bronca de los profesores por su obvia falta de atención, sin que nadie pudiese decirle que se largara. Podría cabrearlo con facilidad, aprovechándose del impulsivo carácter de Harry, sin tener que esforzarse lo más mínimo en lograrlo. Y, además, dispondría de ocasiones inmejorables para planear y llevar a cabo todas y cada una de las venganzas que se le pasaran por la cabeza, puesto que tendrían que pasar una considerable cantidad de tiempo solos… ¡Y no habría testigos que lo acusaran!
Inconscientemente Draco ensanchó su sonrisa ante los esfuerzos inútiles que todavía estaba haciendo Harry para alcanzar el pergamino. ¡Era tan fácil hacer que se enfadara sabiendo que no podía arriesgarse a una pelea en clase de pociones, donde él y su casa saldrían perdiendo! Probablemente era todavía más manipulable de lo que él creía, y eso era… perfecto para sus planes.
—Como pueden ver en sus pergaminos —dijo de pronto Snape, volviendo la atención de Draco a la clase—, tendrán que trabajar sobre la poción Hiperódica. Ahí podrán encontrar los cuatro pasos que deben llevar a cabo para este desafío. Tienen exactamente quince días para presentar todo lo que se les pide, pero les aviso que si ningún equipo es capaz de llevar a cabo el proyecto en el tiempo estipulado, todas las casas perderán treinta puntos.
La declaración del profesor causó cierto estupor en los alumnos, que guardaron silencio acongojados, pensando en lo difícil que podría ser el desafío para que Snape pareciese tan contento.
—No obstante —continuó el profesor—, es absolutamente obligatorio entregar el proyecto una vez llegada la fecha límite, o esos treinta puntos se convertirán en cien, ¿lo han comprendido?
La temblorosa mano de Hermione se alzó unas mesas más atrás, y el profesor la miró con creciente fastidio. Odiaba que lo interrumpieran en clase. Bueno, odiaba que lo interrumpiera en clase cualquier alumno que no fuese un Slytherin.
—¿Sí, señorita Granger?
—Bueno… esto, ¿y si no se puede acabar el desafío antes de la fecha límite? ¿Lo entregamos igual?
—Veo que por lo menos admite que no será capaz de acabarlo, ya es un gran paso —dijo el profesor, con una sonrisa arrogante—. Por supuesto que hay que entregar el proyecto, aunque no esté acabado. Pero claro, su nota trimestral puede sufrir un terrible revés. ¿Alguna otra duda?
Nadie levantó la mano esta vez. O bien estaban demasiado asustados por el profesor, o bien la impresión de saber que tantos puntos estaban en juego hacía que los alumnos se mantuvieran callados y quietos. En cualquier caso, cualquiera de las dos opciones parecía encantar a Snape, que añadió con un deje de satisfacción en la voz:
—Recuerden, tienen quince días. Pueden marcharse.
Harry recogió sus cosas tan rápido como pudo y salió detrás de Draco con intención de abordarlo en el pasillo, lejos del profesor de pociones. No iba a permitir que se apoderase de las cosas como si fuesen suyas y lo ignorase. No era que le importara si el rubio le hacía más caso que a una cucaracha. Es más, si fuera por él bien podría considerarlo parte del mobiliario de Hogwarts, pero por desgracia estaban obligados a trabajar juntos, en equipo, y tal palabra implicaba necesariamente a más de una persona.
—¿Qué te crees que haces, Malfoy? —exclamó Harry, enfadado, cuando por fin lo alcanzó cerca de la escalera que llevaba hacia el vestíbulo.
Draco ni siquiera se detuvo. Siguió su camino como si no lo hubiese escuchado, a pesar de que su voz había sonado varias octavas por encima de lo normal.
—Quiero leer ese pergamino, y lo quiero leer ahora —insistió.
Fue como si hubiese hecho tal declaración a los muros del castillo, porque respondieron con el mismo entusiasmo y atención que el Slytherin que tenía delante. Y eso colmó completamente la ya de por sí volátil paciencia de Harry, que se precipitó hacia él y lo empujó contra la pared de forma violenta, provocando un sonido sordo y un quejido de dolor por parte de Draco.
—¿Qué diablos te crees que estás haciendo, Potter? —gritó esta vez, incapaz de seguir ignorándolo, mientras un dolor agudo le recorría la columna vertebral.
—No voy a permitir que te adueñes de algo que es de los dos. Yo también necesito ver ese pergamino, y lo quiero ver ahora, o sino…
—¿O sino qué? —lo desafió Draco, furioso—. ¿Qué vas a hacer, Potter? ¿Lanzarme una maldición? Qué considerado por tu parte, sobre todo teniendo en cuenta que medio castillo te ha oído gritarme. Iba a ser muy difícil descubrir al culpable de lo que quiera que me hicieras.
—O no te ayudaré con el proyecto —continuó Harry, como si Draco no lo hubiese interrumpido.
Esa pobre amenaza hizo sonreír al Slytherin, que levantó una ceja de modo arrogante antes de preguntar:
—¿Crees que necesito tu ayuda, Potter? Sé más de pociones que cualquiera de esta escuela, sin contar con que es mi asignatura favorita, y que el profesor Snape es el jefe de mi casa. Cualquier cosas que yo le entregue obtendrá una nota mínima de siete, lo que en este momento sería un desastre para mi expediente en pociones, cuando mi media es de nueve con cinco —empujó a Harry con una mano, apartándolo de su camino, y añadió—. No necesito ni quiero tu miserable ayuda, Potter, así que piérdete.
Draco volvió a darle la espalda, comenzando a subir las escaleras hacia el vestíbulo.
—Oh, entonces déjame agradecértelo —exclamó sarcásticamente Harry—. Gracias por subir mi media, Malfoy. ¡Nunca creí que obtuviera un gesto semejante de tu parte! ¡Por mi puedes irte al maldito infierno y llevarte ese puñetero pergamino contigo! ¿Sabes qué? No me importa. Si quieres llevarte toda la gloria, ¡adelante! Mientras tu trabajas me dedicaré a disfrutar del maravilloso clima en los terrenos del colegio, esperando impacientemente la fantástica nota que vamos a compartir —Draco se giró furioso hacia él, fulminándolo con la mirada, y Harry se permitió sonreír con suficiencia—. Es una pena que si tratas de fastidiarme haciéndolo mal, también afecte a tu fabulosa media, ¿verdad?
En lugar de irse tras su apasionado discurso, Harry se quedó para ver cómo las emociones pasaban rápidamente por las facciones de Draco, que estaba haciendo un obvio esfuerzo por controlarse. Su expresión se volvió imperturbable en cuestión de segundos, como si no le importase realmente lo que él acababa de decir. Pero Harry sabía el gran dilema interno que estaba teniendo Malfoy en ese instante. Por una parte no quería trabajar con Harry, quería hacerlo solo y sabía que era perfectamente capaz de lograrlo. Pero eso suponía regalarle una magnífica nota sin que él la mereciese, y eso era algo que definitivamente no estaba dispuesto a hacer.
Por otro lado, si lo hacía mal a propósito, su nota también se vería afectada, y eso era algo que tampoco estaba dispuesto a consentir.
Era el dilema entre orgullo y ambición, y aunque Harry sabía que el orgullo de Draco era muy grande, sin duda era superado por su ambición. Harry pudo ver esa respuesta formarse en la mente de Draco, y su satisfacción creció todavía más. Había obligado a Malfoy a trabajar con él, a que no pudiese negarse a enseñarle el pergamino. Lo había bajado de su pedestal de autosuficiencia y había puesto a prueba su determinación.
Obviamente Draco no estaba acostumbrado a ser retado y vencido de forma tan aplastante, y su voz estaba más impregnada de odio que habitualmente cuando, con los dientes apretados, contestó:
—Está bien, Potter, tu ganas.
Giró la mochila sobre su hombro, la abrió y rebuscó durante unos instantes hasta encontrar el rollo de pergamino que el profesor de pociones les había dado. Con más fuerza de la necesaria, lo empujó contra el pecho de Harry, que tuvo que retroceder un paso ante el impacto.
En el pergamino, en letra cursiva y grande, estaba escrito 'Poción Hiperódica', seguido de los cuatro puntos de que constaba el proyecto:
Averiguar qué ingredientes se necesitan y modo de preparar la poción.
Buscar los ingredientes necesarios para llevarla a cabo, teniendo en cuenta las propiedades de los mismos.
Realizar la poción, de la cuál se guardará un frasco para entregarlo junto al proyecto.
Hacer un ensayo sobre el modo de cocción y los diferentes efectos que puede tener sobre una persona (mínimo requerido 120 centímetros).
—¿Todo esto en sólo quince días? —exclamó Harry, asombrado.
Sabía que algunas pociones necesitaban un mínimo de cocción determinado, incluso podía llegar a ser de un mes, como la multijugos. Si a eso se le añadía que no había oído hablar de esa poción en su vida, que no sabían cómo llevarla a cabo, ni con qué ingredientes se realizaba, sin hablar de dónde podían encontrarse estos… iban a andar muy justos de tiempo.
—¿Asustado, Potter? ¿No tenías tantas ganas de trabajar? —preguntó Draco, destilando veneno en cada sílaba.
Harry ignoró su comentario, y a cambio preguntó:
—¿Habías oído hablar de esta poción antes? —hizo una pausa y volvió a preguntar—. ¿Por dónde vamos a empezar?
Draco abrió los ojos con sorpresa, arqueando las cejas mientras miraba a Harry con incredulidad. Potter había ignorado su comentario, destinado única y exclusivamente a provocar su rabia. Quería seguir discutiendo, porque era la única forma en que Draco lograba expulsar de sí todo ese cabreo que el Gryffindor siempre le provocaba. Pero Harry, al parecer, no estaba por la labor.
Y no era sólo que no quisiese seguir discutiendo. Potter estaba reclamando su ayuda. No lo había dicho expresamente, claro, sería demasiado pedir, pero las palabras, el tono de voz y la postura hablaban por si solos. Estaba pidiendo su criterio, asumiendo con ello que él no tenía ni idea, y que era él, Draco, quien tenía más posibilidades de salir adelante.
También pedía su colaboración, como si fuesen verdaderos compañeros, sin exigir, a pesar de toda la perorata que le había soltado antes. Y lo más curioso era que no parecía realmente avergonzado por admitir su obvia inferioridad en la materia.
Realmente estaba dispuesto a ayudar, y contra todo pronóstico parecía que valoraba su opinión.
Entonces Draco dudó. ¿Por qué estaba Potter ahí? Como él mismo había dicho, no tenía por qué ayudarlo con el desafío, y desde luego Draco no necesitaba su compañía. Eso colocaba a Harry en la posición perfecta para desentenderse de todo y dejarlo sumido en su propia amargura e impotencia ante el dilema de si hacerlo bien por su propio interés o hacerlo mal para fastidiar a su compañero.
Sin embargo, ahí estaba Potter, exigiendo que lo dejase participar sin aceptar una negativa por respuesta. ¿Por qué? Si la situación fuera al revés, Draco estaba seguro de que ni siquiera habría movido un dedo. Habría dejado a Harry con la obligación de hacer el proyecto por los dos y se habría desentendido. La tentación habría sido demasiada como para rechazarla, especialmente considerando que la persona a la que iba a "ayudar" era prácticamente un enemigo. Cualquier persona normal habría caído en la tentación y habría aprovechado su buena suerte…
Pero ahí estaba Harry, obviando toda lógica y pensamiento racional.
—Esta tarde, después de Herbología, nos vemos en la biblioteca —dijo, todavía aturdido por su razonamiento—. No llegues tarde, Potter, no me valdrá la excusa de que se te estropeó el reloj.
No dijo más, ni esperó una respuesta. Draco arrancó el pergamino de las manos de Harry y terminó de subir las escaleras, con todas esas dudas todavía presentes.
Harry, a su espalda, sonrío.
"Bien" pensó eufóricamente. "Esto ya es más parecido a la idea que yo tenía de equipo".
.
Continuará...
Espero que os haya gustado. Para cualquier duda, comentario o sugerencia, estoy a un review de distancia.
Anny Pervert Snape, aquí tienes la actualización, espero que te siga gustando.
Amaly Malfoy, mmm, con estos dos nunca se sabe, lo que es seguro es que unas veces ganarán los sentimientos, otras las ganas de "estudiar", la pregunta es, ¿estudiar que? ¿Los libros o uno al otro? xD
Goettia, pues la forma de soportarse, mmmm, la encontrarán, ¿o no? Lo harán. Gracias por el post, linda.
Malfoy Slytherin, bueno, aquí tienes algo más de lo que pasa entre esos dos ^^
Nigriv, mi niña, ¡Que alegría ver un post tuyo por aquí! No me lo esperaba, en serio. Uff, gracias mi niña, y bueno, aquí el segundo capi, que luego te quejas de que no subo seguido. Y aunque sé que tu ya lo leíste, bueno, que espero que te haya gustado igualmente. Besos Alma, amiga.
missginni
