Bueno, aquí os subo un nuevo capítulo. Espero que os siga gustando la historia.

A leer y disfrutar.


3. Sesión de estudio

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A última hora de la tarde Harry se hallaba exhausto. Por ser la primera semana, les habían puesto sólo el desafío de pociones, pero teniendo en cuenta que solamente tenían una clase semanal de cada asignatura, los profesores habían aprovechado el tiempo, dando clases muy intensas y acompañándolas con una pila de deberes que casi alcanzaba el número total de tareas del último trimestre. Si a eso se le sumaba el tener que compartir cada clase con Malfoy como compañero, sin la ayuda o la distracción de sus amigos, daba como resultado uno de los peores días que recordaba haber pasado en Hogwarts.

Draco, lejos de suavizar su actitud sabiendo que tenían la obligación de soportarse mutuamente, había redoblado sus esfuerzos por hacer que Harry se sintiera lo peor posible, dejándole la impresión de estar atrapado en una pesadilla.

Afortunadamente pudo contar con dos inesperados descansos: la clase de Transformaciones y la de Herbología. Malfoy había dejado ambas clases tras sus TIMOS, la primera por no alcanzar la nota mínima para seguir cursando la asignatura, y la segunda por obvio desinterés en la materia. Con seguridad estaba convencido de que cuidar plantas no era lo que estaba destinado a hacer en el futuro, al fin y al cabo, para eso estaban los elfos domésticos.

Esas horas en las que no había tenido que compartir pupitre con Draco habían sido acogidas como una bendición por parte de Harry. Dado que su compañero oficial no estaba, lo habían emparejado mediante sorteo con otro de los alumnos cuya pareja no cursaba dichas asignaturas: Ernie MacMillan. El chico siempre le había parecido algo pomposo y un tanto pelota con los profesores, pero tras pasar tantas horas seguidas al lado de Draco no podía dejar de pensar que había sido injusto con el Hufflepuff.

Aunque esa última hora de Herbología había ayudado a Harry a relajarse, no pudo quitarse del todo el peso que cargaba a sus hombros, y el aturdimiento que le provocaba la cantidad ingente de información que llevaba en la cabeza tras las clases. Él había pensado equívocamente que los profesores no les pondrían muchos más deberes de los habituales, ya que los desafíos iban a quitarles una gran cantidad de tiempo, pero obviamente no se había parado a pensar que el número de clases por trimestre también se vería afectado, reduciéndolas a una cuarta parte de las habituales para dar la misma materia de todos los años. Así que la alternativa eran clases casi exclusivamente teóricas, cuya práctica debía correr casi por completo a cargo del alumno.

La sola idea era abrumadora, pero no era lo peor. A Harry todavía le quedaba reunirse con Malfoy en la biblioteca para comenzar el proyecto de pociones. El día todavía podía acabar mucho, mucho peor.

Harry dejó las cosas en su dormitorio de Gryffindor y se sentó en la cama, apoyando los codos sobre las rodillas y escondiendo la cara entre las manos. Debía relajarse antes de ir a la biblioteca, o su ya de por sí impulsivo carácter podía jugarle una mala pasada ante la primera palabra de Malfoy, y no quería poner las coas peor de lo que ya estaban.

Dean entró en el dormitorio a dejar su mochila antes de ir a cenar. Al verlo en esa postura, sonrió afectuosamente en su dirección.

—Que, ¿Malfoy te lo está haciendo difícil?

Harry levantó la cabeza para mirar a su compañero, con la mortificación escrita en su rostro.

—Es Malfoy —dijo simplemente, incapaz de expresar lo que sentía en palabras.

—Colega, si sobrevives a este año no creo que tengas ningún problema en acabar con Quien-tu-sabes —dijo Dean casi riéndose, mientras se dirigía hacia la puerta—. Habrás aprendido a controlarte tanto que será incapaz de provocarte para que lo ataques.

Harry gruñó, mientras Dean cerraba la puerta, todavía riéndose. Luego suspiró y se puso en pie, decidido. Ya estaba bien de perder el tiempo. Cuanto antes terminara su suplicio mucho mejor.

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~oOo~—

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Faltaban diez minutos para las ocho, y aunque Draco no había especificado la hora de la reunión, Harry suponía que ya se encontraría en la biblioteca. El Slytherin podía ser cualquier cosa que uno quisiera llamarle, pero si había algo en lo que destacaba era en puntualidad.

Tan pronto como cruzó la puerta de la biblioteca lo vio sentado en una mesa de las más alejadas, junto a la sección de pociones, con dos pergaminos extendidos sobre los que escribía notas de vez en cuando. Aparte de la señora Pince, que leía tras su escritorio, la biblioteca parecía vacía, pero para no provocar al monstruo en que se transformaba la amable señora, Harry procuró acercarse a la mesa de Draco sin hacer demasiado ruido.

A medida que se acercaba se dio cuenta de que no había llevado nada sobre lo que trabajar: ni pergamino, ni tinta, ni pluma… Había ido a la biblioteca para buscar información, pero no había caído en la cuenta de que iba a necesitar papel sobre el que anotar las secciones que ya hubieran revisado, los libros vistos, o las páginas que pudieran resultar de interés.

Harry se sentía estúpido, caminando por la biblioteca con pinta de estar dando un paseo. ¿En qué estaba pensando?

Suspiró, cerrando los ojos, sin dejar de caminar. Ahora era absurdo volver a la torre a por sus cosas porque, aunque el tiempo no era un problema —los alumnos de séptimo podían estar en la biblioteca hasta medianoche—, quería acabar cuanto antes con su sesión de estudio con Draco Malfoy. Cuanto menos tiempo estuviera con él, mucho mejor.

—Llegas tarde —lo saludó Draco, con ese tono suyo particular que arrastraba las palabras. Ni siquiera se molestó en levantar la vista del pergamino que leía tan aparentemente concentrado.

—No llego tarde —lo contradijo Harry, sintiendo cómo el cansancio se apoderaba de él después de haber discutido con su compañero todo el día—. No especificaste hora, Malfoy, dijiste después de Herbología.

—¡La clase de Herbología terminó hace veinte minutos, Potter! ¿Qué has estado haciendo desde entonces aparte de perder el tiempo? —preguntó, levantando por fin la vista hacia Harry—. ¿Y dónde están tus cosas? ¿Piensas escribir sobre la mesa? Porque te aviso que no es muy práctico transportar una mesa por todo el castillo. Por si no te habías dado cuenta, existe una cosa llamada pergamino, que es donde la gente normal suele escribir.

—¡Cállate, Malfoy! Pensé que hoy íbamos a buscar información, no creí necesario venir cargado con todo el material escolar para algo tan tonto —mintió.

—¿Y tu cerebro? ¿Te lo has traído o tampoco crees que sea necesario utilizarlo? Aunque bueno, vistas tus maravillosas deducciones pienso que todavía está por estrenar.

—¿Podemos ponernos con el trabajo? —lo cortó Harry, con las mejillas ardiendo, no tanto de rubor como de furia—. No creo que ponernos a discutir sea muy productivo para el desafío, así que, ¿podríamos dejar de lado los insultos y ponernos a buscar?

Draco no dijo nada, sólo siguió mirándolo con su acostumbrada expresión de desprecio, y Harry tomó su falta de comentarios hirientes como un alto al fuego, que aprovechó para intentar saber qué había averiguado Draco hasta el momento.

—¿Has traído el pergamino que nos dio Snape? ¿Qué sabemos hasta ahora?

Draco arqueó ambas cejas, incrédulo.

—¿Sabemos? —preguntó sarcástico—. Querrás decir sé, porque es obvio que tu no tienes ni idea de cómo empezar. Y sí, he traído el pergamino, es la parte esencial del desafío, y yo, al contrario que tu, no me voy dejando las cosas atrás.

—¿Por dónde vamos a empezar a buscar? —preguntó Harry lentamente, cerrando los ojos, mientras trataba de calmarse y de ignorar las palabras de Draco al mismo tiempo—. La sección de pociones es enorme, y ni siquiera sabemos si se encuentra en alguno de estos libros o en la sección prohibida.

—Definitivo: no te has traído el cerebro.

—¿Quieres callarte, Malfoy? Realmente no ayudan tus comentarios sarcásticos. Ya que me has hecho venir hasta aquí será mejor que me digas de una buena vez qué es lo que tienes en mente. Yo tampoco estoy saltando de alegría por pasar tiempo contigo, así que cuanto antes terminemos, antes te librarás de mi irritante presencia. Sólo deja-de-perder-el-tiempo.

—Creí que habíamos acordado que el que pierde el tiempo aquí eres tú, no yo.

—¡Vete al infierno, Malfoy! —dijo rabiosamente, arrebatándole el pergamino.

Harry le echó una ojeada y se dirigió a una de las estanterías que tenía detrás para coger un libro y comenzar a buscar.

Draco miró con atención lo que hacía Harry y esbozó una pequeña sonrisa que enseguida fue suprimida de su rostro. Era… divertido meterse con Potter. Draco solía observar a las personas atentamente, sus reacciones, sus gestos y su manera de actuar. Era increíble la cantidad de cosas que se podían descubrir de una persona sólo con fijarse en esos pequeños detalles, lo que solía darle ventaja para saber cómo actuar en cada situación.

Hacía mucho tiempo que se había dado cuenta de que Harry era una persona bastante previsible y excesivamente simple. Era casi irrisorio el modo en que se enfadaba a la más leve provocación, y al mismo tiempo la facilidad con que ese enfado era olvidado. Definitivamente no estaba acostumbrado a esconder sus emociones, mucho menos a controlarlas, y en su franqueza recordaba más a un niño pequeño que a al adulto que se suponía que tenía que empezar a ser.

Era tan distinto de sí mismo, siempre comedido y sabiendo cual era su lugar, que cada nueva reacción de Harry lo hechizaba, haciendo que deseara provocarlo más y más para ver ese abanico de reacciones que estaba seguro de que ni siquiera sabía que tenía.

Era poco menos que curioso ver al gran Harry Potter avergonzado por haberse olvidado un simple pergamino y algo para escribir. Quizá hubiese logrado engañar a otra persona que lo conociese menos, pero no a él, que había pasado tanto tiempo de su vida escolar observándolo. Draco sabía que la pobre excusa que había soltado ante su observación no trataba siquiera de ocultar la verdad, sino sólo de darle una réplica para no admitir con su silencio una victoria contundente ante él.

Y se había quedado. A pesar de su bravata y su exasperación, sabía que Harry se quedaría para intentar ayudar, aunque no supiese siquiera qué era lo que tenía que hacer. Había insistido de un modo tan enérgico en participar en el proyecto que Draco sabía que por mucho que lo provocara no iba a dejarlo solo. Probablemente Draco nunca llegaría a entender su forma de actuar, porque por más vueltas que le diese no lograba encontrar una sola razón para que Harry se empeñara en pasar tiempo con quien obviamente detestaba, pero hacía tiempo que había renunciado a entender ciertas cosas de ese Gryffindor en particular. Harry ni siquiera parecía entenderse a sí mismo en ocasiones.

—Ahí no vas a encontrar nada, Potter, no te esfuerces.

—¿Que no me esfuerce? —preguntó girándose bruscamente y cerrando de un golpe el libro que tenía entre las manos—. Ya veo. Quieres que me siente y no haga nada, ¿no? Así, quizá después de un rato, el libro indicado venga a nosotros, ¿es eso?

—No —respondió Draco divertido—. Es obvio que ahí no vas a encontrar nada que nos pueda servir, Potter, porque estás buscando en la sección de pociones curativas, y es evidente que la nuestra no lo es. Así que a menos que estés buscando una poción contra el dolor de cabeza, deberías dejarlo.

Harry lo miró de hito en hito, entrecerrando los ojos, y luego echó una mirada a la estantería de donde había cogido el libro.

—¿Y cómo sabes que no es una poción curativa?

—Todo lo que necesitamos está en este pergamino —Draco cogió la hoja con las instrucciones y la puso frente a Harry—. A ver, utilizando la lógica, que igual es un concepto desconocido para ti, podemos sacar varias cosas de aquí, empezando por analizar el nombre: Hiperódica. Es una palabra compuesta por el prefijo 'hiper', que significa exceso o superioridad, y por 'odica', del latín 'odium', es decir, odio. Sólo con eso reducimos el área de búsqueda a pociones mentales, que son aquellas que interfieren en la cabeza o los sentimientos de una persona. Pero aun podemos reducir más el área de búsqueda si nos fijamos en que es una poción que incrementa el odio, es decir, estimula los sentimientos, los hace mayores. Con esto sólo tenemos que revisar los libros que se encuentren en esta categoría, que no son demasiados.

Draco señaló dos estantes que había en mitad del pasillo, con una sonrisa de suficiencia en la cara. Y su mirada se volvió completamente arrogante cuando añadió:

—Este tipo de desafío nunca lo encontraríamos en la sección prohibida, porque si lo estuviera tendríamos que incumplir las normas para conseguir la información, y creo que de momento no es política de Hogwarts fomentar el delito.

Harry se quedó sin palabras ante la lógica deductiva del Slytherin, y no pudo hacer mucho más que mirarle con la boca ligeramente abierta, aturdido por la cantidad de información que su compañero había extraído de apenas una palabra. A él jamás se le habría ocurrido echarle más de un vistazo al título del proyecto, mucho menos ponerse a deducirlo como si escondiera todos los secretos del universo. Francamente, había ido a la biblioteca con el propósito de empezar a buscar, para seguir al día siguiente, y al otro, hasta que tuvieran la suerte de, por casualidad, encontrar dicha poción y ponerse a trabajar sobre ella. Era consciente de que no era el mejor plan del mundo, pero había estado convencido de que era el mejor que tenían.

Pero con el trabajo de Draco, el análisis lógico del nombre, habían reducido el ala de pociones de la biblioteca —compuesta por varios pasillos con estanterías repletas de libros— a apenas un par de estantes, que seguramente no les llevaría revisar más de un par de horas. Y eso significaba que, cuando salieran por fin de la biblioteca esa noche, ya habrían logrado el primer punto del desafío e irían por delante de todos sus compañeros.

Harry odiaba admitirlo, pero quizá Draco podía resultar ser una ayuda después de todo, y no sólo un incordio parlante al que le encantaba hacerle la vida imposible.

Con un suspiro dejó el libro de pociones curativas en su estante y se dirigió hacia donde ya estaba Malfoy ojeando el primer tomo de 'Pociones que se turban la mente: cómo confundir a amigos y parientes'.

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~oOo~—

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En poco más de una hora ya habían encontrado la poción indicada en varios libros de esa sección, que se encontraban desparramados por encima de la mesa, abiertos por donde se encontraba la referencia al desafío. Algunos detallaban la lista de ingredientes, sin especificar la cantidad necesaria de cada cosa. Otros tenían la lista completa y las cantidades precisas, pero no el modo correcto de preparación, o los minutos exactos que hacían falta para añadir una cosa u otra. También estaban aquellos que eran exclusivamente técnicos, detallando minuciosamente cada ingrediente, cada cantidad o cada segundo que se necesitaba para prepararla, pero estos solían carecer de la explicación sobre los efectos que la poción tenía una vez ingerida. Y luego estaban los que la mencionaban sólo de pasada, como referencia para pociones similares u opuestas.

Harry soltó un suspiro, dejándose caer en una silla, con el último libro del estante que le había asignado Draco. Tenía intención de ojearlo por encima, porque no creía que pudiesen encontrar nada nuevo. Si por él fuera se habrían quedado con el primer libro que mencionase la poción y hubiesen dejado de buscar en ese mismo instante. Pero en cuanto lo sugirió en voz alta, Draco lo había mirado de forma escéptica y Harry casi había podido oír su voz arrastrando las palabras con un 'No hablas en serio, ¿verdad?'.

Justo cuando estaba pasando un dedo por el índice para buscar alguna referencia, un ruido proveniente de su estómago le recordó que todavía no había cenado. Draco levantó la vista ante el sonido, obviamente divertido.

—Controla tu estómago, Potter, si no quieres que la señora Pince nos eche de la biblioteca por armar un escándalo.

Estaba de buen humor, era evidente. Draco se dejó caer frente a Harry, tras depositar su último libro, inservible, en el estante correspondiente.

—No me voy a disculpar por tener hambre. Es culpa tuya que estemos aquí todavía —contestó aburrido, desechando también su libro al no encontrar nada que tuviese que ver con la poción.

Draco no contestó, tan sólo le lanzó otra mirada divertida y cogió el pergamino que había ido llenando de anotaciones, mientras Harry se reclinaba en su asiento, cansado. Tenía la impresión de que habían pasado varios días desde que se había levantado por última vez, porque todos los acontecimientos que recordaba no podían pertenecer a un periodo de tan sólo veinticuatro horas.

Draco volvía a estar concentrado en su tarea, y Harry se permitió observarlo desde su asiento. Repasaba la lista que había hecho durante la búsqueda, y comprobaba con ligeros vistazos algunos de los libros que todavía estaban sobre la mesa, separándolos en dos montones. Se le notaba relajado, lo que probablemente se debía a que estaba haciendo algo que realmente le gustaba. Ojeaba cada libro con delicadeza, intentando no rasgar las páginas que estaban, en muchos casos, viejas y enmohecidas, y se detenía cuando encontraba lo que buscaba, leyendo meticulosamente dos veces antes de poner el libro en uno de los dos montones.

La verdad, Harry siempre había pensado que Draco aprobaba pociones gracias a la parcialidad de Snape a la hora de poner notas, que se basaba más en el color del forro de las túnicas que en las habilidades de cada alumno. Pero tenía que admitir que se había equivocado. Draco era poco menos que el compañero perfecto para el proyecto de pociones. Y aunque Harry nunca lo admitiría en voz alta, reconocer eso ante sí mismo ya era todo un adelanto.

Durante todo el tiempo que habían estado buscando, Draco se había comportado como una persona medianamente normal, dando instrucciones a Harry de vez en cuando, eligiendo tal o cual libro, o diciéndole que anotara algo en su pergamino. Una vez que se habían metido en materia había estado tan concentrado que incluso se había olvidado de insultar a Harry, lo que sin duda constituía toda una novedad.

—… haciendo para tenerlo listo.

Harry parpadeó, perplejo, dándose cuenta de que Draco se estaba dirigiendo a él y que no le había prestado la más mínima atención por estar pensando estupideces.

—¿Perdón? —preguntó, tratando de disimular su distracción y fallando patéticamente.

—Dije —repitió Draco despacio, como si le hablara a un niño muy pequeño—, que será mejor que tu te lleves uno de estos libros —señaló hacia uno de los montones que había frente a él—, para que puedas comenzar la redacción sobre los efectos. Si lo vamos haciendo ya podremos tenerlo listo a tiempo. ¿En qué estabas pensando, Potter?

—Tonterías —respondió, cogiendo el montón que Draco le había indicado para ojear los títulos.

—No hace falta remarcar lo obvio, Potter. Siempre piensas tonterías.

—Entonces no hagas preguntas estúpidas —señaló Harry, devolviéndole la puya.

La hostilidad entre ellos aún era evidente, pero quizá debido al cansancio o quizá debido al hambre, era distinta de lo habitual, menos hiriente y más irónica, como si compartieran bromas en lugar de insultos.

—Estaba dándote la oportunidad de inventarte una excusa. Se llama cortesía, Potter.

—¿El mismo tipo de cortesía que usa Snape cuando le quita sólo diez puntos a Gryffindor en lugar de cien? —ironizó Harry, alzando una ceja al más puro estilo Malfoy.

—Algo así. No intentes entenderlo, es marca de la casa Slytherin.

—Y eso hace que ningún otro ser en el mundo pueda comprender vuestra ironía, ¿verdad?

—Correcto —asintió Draco, mientras se levantaba y cogía dos libros del otro montón—. Inteligencia superior. Un simple Gryffindor nunca podría rivalizar con nosotros en lo que a… cortesía se refiere —añadió marcando de nuevo una sonrisa irónica en su rostro.

—Te equivocas, Malfoy —Harry se levantó también, cogiendo uno de los libros que Draco había seleccionado para él y enviando los otros a su lugar con un movimiento de varita—. Quizá un simple Gryffindor no podría —se giró hacia él y sonrió desafiante antes de añadir—, pero resulta que el sombrero estuvo a punto de mandarme a Slytherin.

—Mientes —dijo Draco, sorprendido, mientras abría los ojos algo más de lo habitual.

—¿Tu crees? —impulsivamente, Harry le guiñó un ojo, sin pararse a pensar en a quién se lo estaba haciendo. En cuanto lo comprendió se dio la vuelta, tratando de disimular el rubor de su rostro, y se dirigió directamente hacia la puerta—. Mañana tendré lista la primera parte de la redacción, Malfoy. Espero que tu hagas la parte del trabajo que te corresponde, porque ya que has querido empezar enseguida, no quiero que nadie nos adelante en este desafío.

Draco no se movió, observando cómo Harry salía de la biblioteca. Se preguntaba vagamente si su compañero habría hablado en serio o solamente se estaba quedando con él. Que el sombrero hubiese tenido la intención de enviarlo a Slytherin no cambiaba nada realmente. Seguía siendo el mismo Harry Potter obtuso, impulsivo y obstinadamente Gryffindor de siempre. Pero ese momento de duda del sombrero, si existió, significaba que Draco no conocía a Harry tan bien como había pensado, que había una parte de él que quizá no había visto. Porque si tenía que calificar a Potter ninguna de las cualidades propias de su casa acudía a su mente.

Y eso no podía más que intrigarlo. ¿Qué más cosas mantendría ocultas Harry a los ojos de todos?

Sonrió, sin darse cuenta, mientras se dirigía hacia la salida de la biblioteca.

Con seguridad, gracias a los desafíos, iba a tener muchas oportunidades de averiguarlo.

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Continuará...


Espero que os haya gustado. Para cualquier duda, comentario o sugerencia, estoy a un review de distancia.

AmalyMalfoy, que bueno que te guste la idea del fic. No sabía si iba a cuajar mucho, pero necesitaba que esos dos pasaran mas tiempo juntos, y fue lo primero que se me ocurrió. Concretar, mmm, no se si concreten mucho, estos chicos parecen no enterarse demasiado, ya verás ya. Gracias por el review.

Nigriv, mi niña, que guay volverte a ver por aquí. En cuanto a los reviews anónimos, ¿como se hace para activar la opción? es que no tengo ni idea. Que te quiero, linda, y lo sabes.

GabyKinomoto, a mi también me encanta esta pareja, me lo pegó una amiga xD. En cuanto a tu pregunta, Harry sí, obviamente Draco no. Eso quedará aclarado en capítulos posteriores, ya lo verás, jejeje

Anny Pervert Snape, eso es exactamente lo que más me gusta de esta pareja. Lo describes a la perfección. Y sí, los capítulos van algo lentos, pero es que no me gusta cambiar la personalidad de los personajes, no bruscamente, al menos. Además, me encantan sus peleas, realmente parecen un "matrimonio agrio" xD

Kendra Duvoa, no creo que se vayan a matar, no por el momento al menos. Ambos están demasiado acostumbrados a discutir ¿o no?, Y soportarse, mmm, creo que no les va a quedar más remedio :P

Besos,

missginni