Primera Etapa: Cuando todavía eran niños...
Capítulo No. 1 "Nada en Especial... excepto..."Primera Parte
No! Vete Ripper, ve con tía Marge, no, no me sigas, tía Petunia! Ayúdame, Ripper quiere morderme, tía –Harry corría desesperadamente en el patio, parecía no poder escapar del perro, todo estaba oscuro, era de noche, pero no se podían ver las estrellas... ni la luna; de pronto frente a él, apareció una mujer robusta, grande, tenía la cara colorada y con bigote, no tan poblado... se parecía mucho a tío Vernon... era Marjorie Dursley, más conocida como tía Marge, reía mientras observaba a Harry correr desesperadamente mientras huía del perro- tía Marge, ayúdeme, su perro me persigue, va a morderme!
Ja! Dale un poco de diversión a Ripper niño –dijo tía Marge y diciendo esto se daba la vuelta y desaparecía entre la oscuridad y la niebla.
No, no se vaya –gritaba Harry desesperado- va a morderme! AYÚDEME!
Calla Harry –decía la voz de tía Petunia mientras un fuerte sonido provenía de la puerta de la lacena bajo las escaleras- vas a despertar a mi Dudley y hoy es su cumpleaños!
Harry despertó... había tenido una pesadilla...
Perdón tía Petunia –dijo mientras se restregaba los ojos con ambas manos, luego dijo para sí- fue una pesadilla, una horrible pesadilla como las que siempre tengo –tomó los anteojos de la mesita que tenía a la par de su pequeña cama, apenas y cabía en la lacena que ocupaba como habitación.
Harry tenía apenas cinco años de vida, dentro de pocos días cumpliría seis años, pero hoy era el día en el que su único primo llegaría a cumplir seis años, se esperaba una gran fiesta en su honor.
Harry no tenía reloj como para saber qué tan temprano era, pero aunque tuviera... aún no sabía leer las horas... sus tíos a penas y lo mandaban a recibir clases con una vecina durante una hora por las tardes... Era aún muy temprano.
Come, sobre la mesa he puesto tu desayuno –dijo Tía Petunia al verlo entrar en la cocina.
Harry cogió un cajón con el cual se ayudó para poder subir a su silla en la mesa, era aún muy corto de estatura para alcanzar el soporte por sí mismo. Sobre la mesa había un plato con sopa de lata fría, el pequeño hizo un gesto de asco, pero sabía que no le darían nada más, comió la horrible sopa lo más rápido que pudo y al bajar de la silla y poner un pie en el cajón, éste resbaló botando al pequeño, quien al instante empezó llorar.
Que hagas silencio te he dicho –dijo tía Petunia al escuchar los sollozos de Harry- si despiertas a Dudley voy a castigarte, entendido?
Lo... siento –con una mano se limpiaba las lágrimas, comenzó a dirigirse hacia la puerta de la cocina.
A dónde crees que vas? –preguntó- ya que te has despertado temprano, ayuda aunque sea un poco y corta el césped, quiero que todo sea perfecto en la fiesta de cumpleaños de Dudley –le extendió a Harry unas tijeras especiales para cortar césped y luego continuó elaborando el pastel de cumpleaños de su hijo.
Harry apenas y podía sostener las tijeras con sus dos manitas, le era sumamente difícil poder cortar el césped, por lo tanto, le llevó gran parte de la mañana, el sol le quemaba la cara y la nuca, cuando al fin terminó entró a la casa.
Tan temprano ya estabas vagando? –gruñó tío Vernon al verlo entrar.
Cortaba el césped –respondió Harry completamente agotado.
Vaya! Al fin haces algo útil, ahora sigue haciendo cosas útiles y vete a tu cama, no quiero que rondes por la casa cuando empiecen a venir los compañeros de Dudley –a continuación siguió revisando su periódico.
Hoy es mi fiesta de cumpleaños –salió gritando Dudley desde una alcoba en el segundo nivel, era un niño obeso, apenas y cabía en la ropa que llevaba puesta- Hoy es mi cumpleaños... Papá! En cuánto tiempo vienen mis amigos para celebrar mi cumpleaños? –gritó al llegar a la sala donde se encontraban Harry, aún con las tijeras y tío Vernon.
Dentro de muy poco, Petunia ya casi ha terminado todo, no te preocupes, todo será perfecto –respondió tío Vernon.
Quiero mis regalos! –gritó Dudley a su padre.
No puedo dártelos hasta que sea la fiesta!
Los quiero ahora!
Harry ya no se enteró si Dudley obtuvo lo que quería, cuando empezó la discusión, él se fue a la lacena, cerró la puertecita y se sentó en la esquina de la cama.
Si mis padres no hubieran muerto en ese accidente automovilístico –dijo para sí, unas lágrimas se escaparon de sus brillantes ojos verdes.
La fiesta empezó una hora después y Harry sólo podía escuchar la algarabía que reinaba en la sala, las sonrisas. Al final de la tarde la fiesta ya había terminado y cuando escuchó al último invitado retirarse, salió de la lacena, miró en la sala a Dudley rebosante de felicidad destapando sus presentes, tío Vernon le ayudaba con algunos.
En ese momento estaban destapando una gran caja, en cuyo interior se encontraba un hermoso automóvil de juguete con control remoto, Dudley empezó a jugar con él, al darse la vuelta siguiendo el automóvil vio a Harry mirándolo con ojos maravillados.
Ni creas que te lo voy a prestar –dijo Dudley con una sonrisa burlona, luego siguió jugando.
Al escuchar a Dudley Harry se encaminó a la cocina y allí vio a su tía lavando los platos que se utilizaron en la fiesta. Harry se acercó a ella y tiró de su falda.
Qué quieres? –preguntó tía Petunia al ver al pequeño.
Tía Petunia, no he almorzado aún y me preguntaba si... –estaba nervioso y sus manitas se retorcían en su regazo, miraba a su tía con ojos suplicantes- podrías darme un poco de la torta de cumpleaños de Dudley –finalizó.
Con que eso quieres, no, lo lamento, no quedó para ti, confórmate con ese trozo de pan que está sobre la mesa, llévatelo a la lacena y ya no me molestes... no ves que estoy ocupada –Tía petunia tenía cierto tono de enojo.
Harry obedeció y a duras penas tomó el trozo de pan sobre la mesa... luego se fue a la lacena.
Los día pasaron y llegó el 31 de julio... Harry despertó ese día muy feliz, hoy cumplía seis años. Era aún muy temprano, salió con mucha prisa hacia la cocina.
Porqué te levantaste tan temprano? –inquirió tía Petunia viéndolo de reojo.
Es que... es que hoy es mi cumpleaños –dijo Harry muy feliz.
No esperes una fiesta!
Pero Dudley tuvo una fiesta, yo quiero aunque sea una t...
Calla, no te daremos nada, Dudley puede tener todo porque es mi hijo, tú sólo eres... el... hijo de mi hermana y por desgracia te tenemos acá, así que se más agradecido y deja de molestar –Petunia estaba realmente molesta, cada vez que hablaba de la madre de Harry se molestaba demasiado- vete y no molestes.
Al escuchar la respuesta de su tía, Harry salió corriendo de la cocina y luego de la casa, iba llorando.
La vista se le nublaba por las lágrimas, hasta que tropezó con una piedra en el camino y cayó, no se levantó.
Siempre han sido muy crueles conmigo –sollozaba mientras se incorporaba del pasto- ya tengo seis años y quería una torta.
Por estar llorando no se fijó que había una persona atrás suyo.
Harry miró hacia el cielo, las lágrimas aún se escapaban de sus ojos.
Mamá, Papá, porqué no morí junto con ustedes? No quiero estar en este horrible lugar, no quiero estar aquí... –se detuvo al ver una pequeña mano que le extendía un pañuelo color blanco.
Tómalo –dijo una dulce voz tras él.
Harry la miraba incrédulo, a su lado se encontraba una hermosa niña pequeña con cabello liso y largo, de un color negro azabache, la pequeña sonreía, llevaba puesto un vestido blanco y largo, pero lo que dejó más impactado a Harry fue la cara de la niña... era idéntica a la de él, tenía los ojos de un color verde brillante, sus facciones eran completamente iguales a las de él... lo único que los diferenciaba era el hecho de que ella era una niña y no tenía la cicatriz en forma de rayo que Harry tenía desde pequeño.
No llores –dijo la pequeña sin quitar su hermosa sonrisa ni sus ojos verdes de los de Harry- no todo es tan malo como para desear la muerte, además, desde ahora yo estaré contigo –terminó con una sonrisa.
Como Harry se quedó de piedra al ver a una niña tan, pero tan parecida a él, la pequeña le limpió las lágrimas con su pañuelo, luego de hacer eso dijo:
Me llamo Daleien, pero tu puedes llamarme Leien –sonreía, más al notar que Harry aún estaba como piedra.
