Lo siento tanto. Debería haber subido este capítulo hace mucho y el hecho
es que ya tengo escritos tres más, pero he tenido algunos problemillas y me
ha sido imposible. Muchas gracias a todos los que habéis dejado reviews y
aquí tenéis la visión de Draco...No todo es lo que parece.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Capítulo 2. Todo es tan difícil...
Te observo con cuidado de espía para no tener que cruzar las miradas. Estás quieta, miedosa y fría, sé lo que piensas, te sabes perdida. Tus ojos marrones están perdidos desde hace largo rato y tu pelo cae sin orden ni concierto sobre tus hombros. Aprietas con fuerza el bolso hacia ti, como si fuera un salvavidas del que depende tu vida.
Te miro y un proyecto de sonrisa surca mi cara. No, Draco, no es hora de sonreír. Y no sonrío porque esté feliz, no, no me creas capaz de eso. Sonrió porque aún conservo la facultad de mentirte. Al fin y al cabo ¿Qué es esto? ¿Una mentira? No, si lo fuera lo sabría. La dejo por ella, por ella.
Me miras y bajo la mirada, sé que tienes la facultad de leer mis pensamientos con sólo verme a los ojos y éste no es el momento. Quizá más tarde, más tarde. Me acaricio el pelo casi inconscientemente, sintiendo cómo los nervios se apoderan de mi ser. Siento tu mirada en mi nuca y me pongo más nervioso aún.
¿Cuándo dejé de quererte, Ginny? No lo sé, no lo recuerdo. Quizá hace tiempo, quizá nunca. Sólo sé que un día me levanté y dije...Tengo que hacerlo. Ella llevaba ya tres meses en mi vida, tres meses que me desbarataron como un huracán, arrastrándolo todo a su paso. No sé si debo agradecérselo u odiarla. No, odiarla no. Eso es imposible. Tan imposible como parecer indiferente ante esta situación.
Suspiras. Estás tan lejana. Te marchaste aquella misma tarde, después de mi impactante noticia. "Todo parecía tan perfecto" susurraste antes de abandonar la que durante años había sido nuestra casa. Era cierto.
Y ahora. Ahora todo es tan difícil. Tu casi no me hablas, sólo para discutir. Tus padres y hermanos me miran mal, saben lo que sufres. Yo no encuentro razón a lo que hago, porque hace tan poco te amaba tanto, tanto. Te miro y me sostienes por primera vez en días la mirada por unos segundos hasta que te levantas para mirar hacia la ventana.
Vuelves a sumirte en tus pensamientos y yo en los míos. Lo primero que se me viene a la cabeza en una cabecita rubia con tonos rojizos y unos ojos iguales a los míos. Anne. Está pasándolo tan mal. Ella todo lo palpa, aunque sólo cuente con cuatro años.
¿Qué haré cuando la alejes de mí? ¿Y si me la quedara yo? Sé que no me dejarás, sólo tu tienes la custodia, además ¿Acaso no sería una crueldad arrancarla de tu lado? Pero hay algo que está por encima de mí, algo que da vueltas en mi interior ¿Y si...?
Ginny- susurro bajito para no molestarte, aunque siento cómo das un pequeño salto.
¿Sí?- preguntas. Tu voz suena extrañamente ronca, como salida del fondo de tus entrañas.
Quiero decirte algo antes de...- temo decir esa palabra, es tan odiosa.
...divorciarnos- terminas. Estás nerviosa. No me miras.
Sí- trago saliva. Esto no es fácil y tú tampoco lo haces fácil. Me miras. Tus ojos están tan vacíos, opacos. ¿Soy yo el culpable de ello?
Dime.
Si yo volviera a casarme ¿Anne podría venirse a vivir conmigo?
Me miras por un momento, confundida, como si no pudieras creer mis palabras.
No- eres escueta.
¿Por qué? ¿Dónde te la vas a llevar, entonces?- también sé la respuesta, quizá sólo te lo digo por alejarte de la soledad de tus pensamientos.
A mi apartamento, está claro- comentas.
Gin, por favor- te ruego.
Escúchame bien, Draco, porque lo que voy a decirte no te lo pienso repetir nunca más- suspiras tan bruscamente que no pareces ser tú- Anne está bajo mi jurisdicción por ser yo la que la cuidó durante sus dos primeros años de vida. Está bien que la vayas a ver, pero siempre a mi casa y bajo unas normas. Y como vea que intentas alguna treta contra mí, como intentar acercar a alguna mujer a tu hija, te juro que no vuelves a verla en la vida. Eres tú quien me ha pedido el divorcio, tú quien ha querido todo esto...Por favor, no me lo compliques más.
Callo. Comprendo tu enfado mucho mejor de lo que crees. Decido dejarte en paz y me intereso en un cuadro abstracto que decora la pequeña habitación. Colores rojizos se entremezclan con marrones y blancos en una danza infinita que me recuerda a ti, a ti.
Draco, Virginia, pasad- Susan Bones, nuestra abogada.
Nos miramos. Deseo decirte algo, pero las palabras se atoran en mi garganta. Soy cobarde y orgulloso. Agarras el bolso con furia contenida y entras delante de mí. Aspiro tu aroma, una mezcla entre vainilla, mora y esencia tuya. Tiemblas y una lágrima lucha por salir de tus ojos. ¿Es por mí?
Nos sentamos. Susan comenta cada uno de los puntos del acuerdo.
¿De acuerdo?- pregunta.
De acuerdo- asentimos ambos. Tu voz débil, mi voz demasiado ronca.
Firmamos. Todo tan frío, todo tan extraño. Nos despedimos de Susan y ella te susurra un par de cosas al oído antes de salir. Te espero. Caminamos juntos hacia la calle. El frío nos pega en la cara como una bofetada y tú tiemblas debajo de la capa verde que te cubre.
De repente te paras, te has acordado de algo. Me miras un momento y metes una misteriosa mano en el bolsillo. Sacas un pequeño paquete dorado.
Toma- me dices.
¿Qué es?
La alianza de matrimonio- susurras. Noto cómo una mano invisible se hace hueco en mis entrañas y las llena de vacío.
Quédatela.
No podría.
Me la das y me dices adiós.
La semana que viene iré a ver a Anne. El martes.
Si no estoy yo estará Colin.
¿Colin?-¿Qué hace él ahí?
Sí. Se va a venir a mi piso un tiempo mientras arreglan el suyo.
Vaya.
¿Molesto?
Para nada.
Adiós, Draco. Recuerdos a tu amante.
¿Cómo lo has sabido? ¿Tanto se me notaba? ¿Acaso tú también has representado un papel? No te creo capaz de semejante bajeza. Quiero preguntarte pero tú ya has emprendido la marcha, perdiéndote entre la gente.
Suspiro. ¿Por qué eres tan genial, Gin?
Regreso a casa compungido, tu aparente serenidad me ha asustado. O quizá lo que me ha asustado ha sido el ver que no me eres indiferente. Una mano me roza el cabello y me vuelvo. Allí está ella.
Hola Mary- le digo.
Hola Draco ¿Qué pasa?
Asuntos con Virginia.
Frunce el ceño y aparta con cuidado un mechón que escapa de su coleta tan bien preparada. Sus ojos azules me miran esperando una explicación que nunca llegará, porque mis labios hablan por sí solos sin necesidad de palabras.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Capítulo 2. Todo es tan difícil...
Te observo con cuidado de espía para no tener que cruzar las miradas. Estás quieta, miedosa y fría, sé lo que piensas, te sabes perdida. Tus ojos marrones están perdidos desde hace largo rato y tu pelo cae sin orden ni concierto sobre tus hombros. Aprietas con fuerza el bolso hacia ti, como si fuera un salvavidas del que depende tu vida.
Te miro y un proyecto de sonrisa surca mi cara. No, Draco, no es hora de sonreír. Y no sonrío porque esté feliz, no, no me creas capaz de eso. Sonrió porque aún conservo la facultad de mentirte. Al fin y al cabo ¿Qué es esto? ¿Una mentira? No, si lo fuera lo sabría. La dejo por ella, por ella.
Me miras y bajo la mirada, sé que tienes la facultad de leer mis pensamientos con sólo verme a los ojos y éste no es el momento. Quizá más tarde, más tarde. Me acaricio el pelo casi inconscientemente, sintiendo cómo los nervios se apoderan de mi ser. Siento tu mirada en mi nuca y me pongo más nervioso aún.
¿Cuándo dejé de quererte, Ginny? No lo sé, no lo recuerdo. Quizá hace tiempo, quizá nunca. Sólo sé que un día me levanté y dije...Tengo que hacerlo. Ella llevaba ya tres meses en mi vida, tres meses que me desbarataron como un huracán, arrastrándolo todo a su paso. No sé si debo agradecérselo u odiarla. No, odiarla no. Eso es imposible. Tan imposible como parecer indiferente ante esta situación.
Suspiras. Estás tan lejana. Te marchaste aquella misma tarde, después de mi impactante noticia. "Todo parecía tan perfecto" susurraste antes de abandonar la que durante años había sido nuestra casa. Era cierto.
Y ahora. Ahora todo es tan difícil. Tu casi no me hablas, sólo para discutir. Tus padres y hermanos me miran mal, saben lo que sufres. Yo no encuentro razón a lo que hago, porque hace tan poco te amaba tanto, tanto. Te miro y me sostienes por primera vez en días la mirada por unos segundos hasta que te levantas para mirar hacia la ventana.
Vuelves a sumirte en tus pensamientos y yo en los míos. Lo primero que se me viene a la cabeza en una cabecita rubia con tonos rojizos y unos ojos iguales a los míos. Anne. Está pasándolo tan mal. Ella todo lo palpa, aunque sólo cuente con cuatro años.
¿Qué haré cuando la alejes de mí? ¿Y si me la quedara yo? Sé que no me dejarás, sólo tu tienes la custodia, además ¿Acaso no sería una crueldad arrancarla de tu lado? Pero hay algo que está por encima de mí, algo que da vueltas en mi interior ¿Y si...?
Ginny- susurro bajito para no molestarte, aunque siento cómo das un pequeño salto.
¿Sí?- preguntas. Tu voz suena extrañamente ronca, como salida del fondo de tus entrañas.
Quiero decirte algo antes de...- temo decir esa palabra, es tan odiosa.
...divorciarnos- terminas. Estás nerviosa. No me miras.
Sí- trago saliva. Esto no es fácil y tú tampoco lo haces fácil. Me miras. Tus ojos están tan vacíos, opacos. ¿Soy yo el culpable de ello?
Dime.
Si yo volviera a casarme ¿Anne podría venirse a vivir conmigo?
Me miras por un momento, confundida, como si no pudieras creer mis palabras.
No- eres escueta.
¿Por qué? ¿Dónde te la vas a llevar, entonces?- también sé la respuesta, quizá sólo te lo digo por alejarte de la soledad de tus pensamientos.
A mi apartamento, está claro- comentas.
Gin, por favor- te ruego.
Escúchame bien, Draco, porque lo que voy a decirte no te lo pienso repetir nunca más- suspiras tan bruscamente que no pareces ser tú- Anne está bajo mi jurisdicción por ser yo la que la cuidó durante sus dos primeros años de vida. Está bien que la vayas a ver, pero siempre a mi casa y bajo unas normas. Y como vea que intentas alguna treta contra mí, como intentar acercar a alguna mujer a tu hija, te juro que no vuelves a verla en la vida. Eres tú quien me ha pedido el divorcio, tú quien ha querido todo esto...Por favor, no me lo compliques más.
Callo. Comprendo tu enfado mucho mejor de lo que crees. Decido dejarte en paz y me intereso en un cuadro abstracto que decora la pequeña habitación. Colores rojizos se entremezclan con marrones y blancos en una danza infinita que me recuerda a ti, a ti.
Draco, Virginia, pasad- Susan Bones, nuestra abogada.
Nos miramos. Deseo decirte algo, pero las palabras se atoran en mi garganta. Soy cobarde y orgulloso. Agarras el bolso con furia contenida y entras delante de mí. Aspiro tu aroma, una mezcla entre vainilla, mora y esencia tuya. Tiemblas y una lágrima lucha por salir de tus ojos. ¿Es por mí?
Nos sentamos. Susan comenta cada uno de los puntos del acuerdo.
¿De acuerdo?- pregunta.
De acuerdo- asentimos ambos. Tu voz débil, mi voz demasiado ronca.
Firmamos. Todo tan frío, todo tan extraño. Nos despedimos de Susan y ella te susurra un par de cosas al oído antes de salir. Te espero. Caminamos juntos hacia la calle. El frío nos pega en la cara como una bofetada y tú tiemblas debajo de la capa verde que te cubre.
De repente te paras, te has acordado de algo. Me miras un momento y metes una misteriosa mano en el bolsillo. Sacas un pequeño paquete dorado.
Toma- me dices.
¿Qué es?
La alianza de matrimonio- susurras. Noto cómo una mano invisible se hace hueco en mis entrañas y las llena de vacío.
Quédatela.
No podría.
Me la das y me dices adiós.
La semana que viene iré a ver a Anne. El martes.
Si no estoy yo estará Colin.
¿Colin?-¿Qué hace él ahí?
Sí. Se va a venir a mi piso un tiempo mientras arreglan el suyo.
Vaya.
¿Molesto?
Para nada.
Adiós, Draco. Recuerdos a tu amante.
¿Cómo lo has sabido? ¿Tanto se me notaba? ¿Acaso tú también has representado un papel? No te creo capaz de semejante bajeza. Quiero preguntarte pero tú ya has emprendido la marcha, perdiéndote entre la gente.
Suspiro. ¿Por qué eres tan genial, Gin?
Regreso a casa compungido, tu aparente serenidad me ha asustado. O quizá lo que me ha asustado ha sido el ver que no me eres indiferente. Una mano me roza el cabello y me vuelvo. Allí está ella.
Hola Mary- le digo.
Hola Draco ¿Qué pasa?
Asuntos con Virginia.
Frunce el ceño y aparta con cuidado un mechón que escapa de su coleta tan bien preparada. Sus ojos azules me miran esperando una explicación que nunca llegará, porque mis labios hablan por sí solos sin necesidad de palabras.
