Capítulo 6.Contradicciones

¿Y bien?- preguntó la pelirroja. Llevaba cinco minutos mirando al joven que, aún con la boca abierta y sin saber qué decir, la miraba expectante. Sus ojos reflejaban incredulidad y su pelo caía con gracia por encima de sus ojos tremendamente fríos, incluso para ella. De repente cerró la boca y se mantuvo rígido.

¿Qué vas a hacer?- le preguntó Draco. Ginny arqueó las cejas y frunció el ceño.

¿Tú que crees? Pues seguir adelante. ¿O acaso crees que voy a matar a un hijo mío?

¿Es una de tus tretas para que vuelva contigo? ¿Es que no puedes vivir sin mí?

Pero una fuerte bofetada lo calló. Ginny, con los ojos llenos de lágrimas, salió del despacho con un portazo que retumbó en sus oídos. Un hijo. Otro Malfoy-Weasley para añadir a sus problemas.

Otro hijo que sufriría las consecuencias de la separación de sus padres. ¿Y Ginny? ¿Estaba loca? Lo mejor sería que no naciese, que no viese a su padre sólo los fines de semanas o en vacaciones. Cerró los ojos y se revolvió el pelo como solía hacer cada vez que estaba nervioso. Él sabía que no servía para ser padre, para tener una familia a su cargo y vivir siempre en el mismo lugar, con la misma mujer, esperando el fin de sus días en una hermosa casa, viendo pasar su vida sin nada que hacer. Lo supo mucho antes de casarse con Ginny, mucho antes de que la palabra boda saliera de los labios de la pareja, mucho antes incluso de conocer a la pelirroja.

Pero él sabía que era eso lo que deseaba Ginny. Ella quería una casa, un marido e hijos. Una casa dónde mandar y cuidar de todo lo que amaba, un marido con quien compartir penas y alegrías, e hijos para cuidarlos y criarlos.

Cometió un error al creer que Ginny sería feliz con él. Debió dejarla marchar como muchos años atrás le dijo Harry. "No la harás feliz" exclamó una y otra vez. Pero estaba tan convencido de que lo conseguiría, de que lo cambiaría todo por ella, que no pudo aceptar que Potter tenía razón.

Y el amor se apagó como cuando alguien sopla una vela. La pasión se convirtió en una monotonía que Ginny adoraba y que Draco detestaba. Los dos años lejos de su esposa y de su hija fueron los más excitantes de su vida, siempre al límite, siempre jugando con el peligro. Pero veía cómo Ginny sufría y aunque intentaba calmarla, no lo conseguía. Y cuando volvió y se extinguieron los dos meses de sexo salvaje para recuperar el tiempo perdido, todo era tan aburrido.

Su trabajo, siempre llegada y salida a la misma hora, siempre las mismas caras, siempre las mismas charlas.

Sus amigos y familia, con las discusiones habituales, los roces cariñosos entre Hermione y Ron que casi siempre acababan en broncas que hacían temblar a la Madriguera, las salidas a la playa para que Anne conociese el mar y jugase con la arena.

Y Ginny cada vez más lejana, cada vez más extraña, cada vez más volátil y fugaz... pero igual de hermosa, quizá más. Sus momentos íntimos eran tan extraños y únicos que Draco apenas terminaba uno podía esperar al siguiente. Llegó a tomarle cierta manía a su hija cada vez que separaba a Ginny de él.

Y todo terminó, y llegó ella como un suspiro de agua fresca, una página en blanco, una nueva oportunidad. Y le ofreció su vida a cambio de una noche. Y él hizo lo mismo. Sólo una noche, una noche fuera de sus brazos, fuera del yugo que me ahoga.

Pero lo que no sabía es que aquélla mujer fue la que lo ahogó. Porque no fue sólo una noche, fueron muchas más.

Ginny pronto se dio cuenta, aunque supo disimularlo. No hizo nada por impedirlo, ya había aprendido a guardarse sus sentimientos frente a Draco y a esperar a que él volviera, como siempre pasaba en Hogwarts. Porque él volvería, porque ella sólo era una más que deseaba quitarle su puesto. ¿Fue su culpa? No, no fue su culpa, ella sólo quiso el bien de él, sin importarle cuánto sufrir.

Tampoco reaccionó como él esperaba que lo hiciera cuando el contó lo de Megan. No lloró, no escapó de sus labios un solo reproche, sólo se fue...se fue, dejando su aroma a vainilla en el aire. Aquel aroma.

Draco se levantó y se plantó delante de la chimenea de su despacho, intentando calmar sus nervios. Temblando y con la boca tan seca como los riachuelos en verano llamó a su amigo Zabini y éste se materializó en un par de segundos.

¿Qué pasa, amigo?- exclamó el pelinegro al ver a su amigo en tal estado de nerviosismo.

Ven y te lo cuento ¿Qué tal si nos vamos a beber?-

¿A las doce de la mañana?¿Y Megan?-

Que le den. Tengo que contarte algo muy importante y sin un par de copas no lograré hacerlo.-

Está bien. Espérame, en un par de minutos estoy allí.-

En efecto, en un par de minutos Blaise se materializó en la sala y se acercó a su amigo.

¿Qué pasa Draco?- la respiración desacompasada del rubio preocupaba al moreno, que sentía por aquel joven un gran amor fraternal.

Vamos al "Templex" y te lo cuento.

El Templex era un tugurio único en la parte muggle de Londres. Se componía de una gran sala, alguna vez opulenta, hoy tan desgastada y vieja como los zapatos de un mendigo. En aquella sala habían muchas mesas y una barra muy poco iluminada dónde un viejo y gordo tabernero servía los mejores cócteles de la ciudad. Lo malo era no coger ninguna enfermedad allí.

Pero para Draco y Blaise era una especie de lugar sagrado. Allí habían conocido a muchos amigos extraños que le sirvieron de ayuda en la guerra contra el señor oscuro, y en ese tugurio comenzaron los amores entre Ginny y Draco. Nadie se los imaginaría estar allí. Quizá porque desde que lo había dejado Draco no había querido volver allí, a Blaise le extrañó que el muchacho quisiera ir.

¿Cómo es que me traes aquí?- exclamó el muchacho mientras ambos se sentaban en la barra- ¿No decías que no querías volver a ver esto en tu vida? ¿No dijiste que te traían demasiados recuerdos?

Ahora mismo no me importa nada de eso- explicó el muchacho- Los recuerdos han vuelto.

Haciéndole una señal al tabernero pidió un par de whiskis y se echó el pelo hacia atrás. Se bebió uno de ellos hasta dejarlo por la mitad y su amigo lo imitó.

Hoy ha venido a verme Virginia- comenzó a explicar el muchacho- ¿Y a qué no sabes lo que me ha contado?-

Ni idea.-

Está embarazada.-

¿Qué? ¿De ti?-

Pues claro que de mí, Blaise. ¿De quién va a ser?-

No sé, quizá de otro...- Draco se estremeció al imaginarse a Ginny en brazos de otro. Nunca se había acostado con otro hombre.

No, entonces no me lo hubiese dicho.-

Ambos se quedaron callados durante un rato en el que Draco apuró dos vasos más de whisky. Blaise lo miraba con preocupación.

¿Y qué vas a hacer?-

Lo más justo para ella sería que me desentendiera de todo excepto de darle mi apellido, pero no sé...-

Joder con los Weasley-pensó Blaise en voz alta.

¿Qué?-

Pues que proliferan muy pronto. A ver ¿Cuántas veces se ha quedado Ginny preñada?-

Dos ¿Cuántas van a ser?-

¿Y cuántas veces lo habéis hecho sin protección?-

Dos-

Ahí lo tienes. Imagínate que todas las veces que lo hubieras hecho con la pelirroja hubiese sido sin protección. Dos equipos de fútbol al menos.-

Tómate esto en serio, Blaise. Ahora mismo lo que menos me interesa es pensar en eso.-

Está bien- exclamó compungido el muchacho mientras apuraba su whisky- Ven, te invito a comer. Si no comemos algo pronto cogeremos un coma etílico.

Draco bebió lo que quedaba de su tercer whisky y cogió su chaqueta. De repente se paro en mirar con atención a una joven de cabellos muy elaborados y rizados de color cobre, ojos fríos y extraños y boca pequeña. Parpadeó un par de veces y al darse la vuelta para avisar a Zabini la joven desapareció.

¿Qué te pasa, Draco? Vuelves a estar pálido-

Acabo de ver a Parkinson-

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Ginny llegó hecha un manojo de nervios a su casa. Las últimas palabras de Draco aún le retumbaban en la cabeza. Intentando calmarse se fue a su habitación y se desplomó en su mullida cama de plumas. Se quitó los zapatos y se acomodó mientras escuchaba a Harry tararear una canción en la ducha. Oía su voz, suave y ronca, cantando a coro con la radio mágica, que sólo escuchaba él, y también se escuchaban las gotas de agua estrellarse contra su cuerpo en una cascada infinita. Pensó en el chico y en cómo sería su vida si se hubiese casado con él, como soñaba cuando era pequeña. Seguramente sería tan feliz...Pero no, tuvo que ser Draco quien la liara en zalamerías, quien la amara y le entregara todo lo que ella habían soñado para después romperlo en trocitos, esparcirlos por el suelo y destrozarlos. Eso era lo que había hecho con su corazón.

De repente el sonido de la ducha y de la voz de Harry desaparecieron y el muchacho irrumpió en la habitación con una toalla en la cadera como única vestimenta.

¡Hola! No te he oído llegar, iba a coger mi ropa-

Ha sido horrible- exclamó intentando no llorar. No esperó siquiera a que él le preguntara- Me ha dicho una cosa horrible, creo que no volveré a hablarle en mi vida y...-

Sollozos interrumpieron sus lamentos. Harry se acercó, se sentó a su lado y la abrazó con sus musculosos brazos. Ella en acurrucó en su pecho y aspiró su aroma a jabón, tan diferente al de Draco.

Le odio- susurró la joven- Y me odio a mí misma.

Harry clavó sus ojos verde esmeralda en los de ella, color miel vieja.

Eso nunca, Ginny. Tú no has hecho nada, nada-

No quiero a este niño, Harry-Ginny tembló- Pero no seré capaz de seguir viviendo si aborto. No puedo más.-

Tranquilízate, amor. Yo estoy aquí y te prometo que cuidaré de ti-

Ginny se secó las lágrimas y le echó una mirada rápida al reloj.

Te invito a comer- exclamó la pelirroja intentado no seguir con aquel tema- Vamos a ir a un italiano buenísimo ¿Qué te parece?-

Sólo si te pones lo más guapa que puedas y me sonríes-

Está bien, pero a las cuatro tengo que estar en el trabajo. Antes iremos a ver a Hermione y Ron y así podrás pasar el resto de la tarde con ellos-

Genial. Bien, vamos a vestirnos- Y salió de la habitación.

Ginny se miró en su espejo de luna y pensó que nunca se había visto tan
derrotada. De repente las últimas palabras de Draco llegaron a su mente
"¿Es que no puedes vivir sin mí?" Claro que podía, y lo haría. Ya no más
lágrimas, ya no más maldecirlo y desearlo en las noches. Ahora abriría su
corazón a nuevas aventuras, y quizá a nuevos hombres.

Abrió su armario y buscó entre sus ropas algo sexy y elegante. Un vestido
de corte totalmente asimétrico llegó a su vista. No se lo ponía desde
hacía mucho tiempo. Era color azul pálido y dejaba uno de sus hombros al
descubierto mientras que el otro lo cubría por completo hasta la muñeca.
La falda llegaba por un lado hasta la rodilla mientras que por el otro
terminaban a medio muslo. El escote era algo pronunciado y de zapatos se
puso unos tacones de color madera tan altos que había peligro de que se
matara con ellos. Luego se puso un abrigo largo a juego con el vestido
por encima y se maquilló un poco. Se soltó el pelo y se lo miró
atentamente.

Debería pintármelo. Quizá con un tono más oscuro...-

Estás preciosa así- una voz dura, de hombre, la sorprendió.

¡Ron!-

Sabíamos que estarías aquí y decidimos venir e invitarte a comer-Hermione salió por detrás de mi hermano. Llevaba unos pantalones negros y un jersey azul que dejaba sus blancos y suaves hombros al aire.

¿Qué tal Ginny? Aceptas ¿no?-

Y su mirada, a la vez que la de su hermano, se clavaron en los calzoncillos que había dejado Harry olvidados encima de la cama de Ginny.

¡Ginny!- exclamó con voz chillona Hermione- No sabíamos que estabas con alguien.-

Espero que ese alguien no sea Malfoy, porque como quiera sólo aprovecharse de ti...-

No es Draco, Ron, cálmate. En realidad, es un amigo vuestro. Ha venido a mi casa porque no sabía dónde vivíais-

¿Un amigo nuestro?-

Exacto- Harry, que se había colocado detrás de ellos sin que se diesen cuenta- ¿O ya no os acordáis de mí?-

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La comida tardaba demasiado en llegar, y eso le desesperaba. Nunca se acostumbraría a esperar, eso no estaba hecho para él. Enfrente suya Blaise jugaba con las cucharas e intentaba meter una de ellas en un hueco cercano al vaso. Era, a veces, como un niño chico. De repente la puerta se abrió y dejó paso a una pareja muy acaramelada. Ella era pelirroja, y no contaba más de dieciséis años. Tenía el pelo tan largo que, a pesar de llevarlo peinado en una trenza, éste llegaba hasta la cintura. El joven era un moreno de piel oscura. Ambos sonreían con dulzura y se lanzaban tiernas miradas.

El prototipo de pareja feliz- sonrió socarronamente Blaise.

Draco rió irónicamente, pero para su desgracia los recuerdos volvieron a llenar su cabeza. Y en ellos una pelirroja de risa fresca y caderas sensuales besaba con garbo a un chico de Griffindor. Él era John Cass, y ella Virginia Weasley.

Me recuerdan a tu ex y al tío con el que estaba ¿Quién era...?-

John Cass- exclamó.

¡Ah, sí!- sonrió Blaise- Bueno, aún no me has contado qué es lo que pasó aquella tarde en que casi lo mueles a palos-

No quieras saberlo...- exclamó apretando los puños.

Anda, suéltalo.-

Draco giró la cara y miró a la chica pelirroja, que ahora sorbía un batido de fresa y nata. El muchacho cerró los ojos y oyó la voz melódica y suave de Ginny y su aroma a vainilla. Y un mal recuerdo pasó por su mente.

Demasiado malo como para recordarlo, demasiado duro para volver a sentirlo. Y era un secreto, un secreto guardado durante años en su interior, y en el de la pelirroja.

Es mejor que sigas sin saberlo- suspiró antes de beber un trago de cerveza.

Blaise se encogió de hombros. Había tantas cosas que desconocía de aquel misterioso rubio.

¿Hablarás con ella?- preguntó el moreno.

Sí, esta noche iré a verla. O quizá mañana-

¿Y Megan?-

Puede irse a freír espárragos-

Eres único, Draco- rió Blaise. Había vuelto el Draco que se perdió al conocer a Virginia Weasley.

De repente la puerta se abrió y una joven de cabellos trigueños y ojos almendrados entró acompañada por un joven al que ambos conocieron. De hecho, conocían a las dos personas que acababan de entrar. La joven dirigió su mirada hacia ellos y endureció su mirada, pero se acercó contoneando sus caderas y haciendo sonar el cinturón de hilos y cuentas que llevaba en la cintura.

Hola Zabini, Malfoy- exclamó sonriendo.

Ivett- dijo Draco levantándose y besándole las frías mejillas de la joven- Hola Tredmond-

Hola Ivett. Hola Tredmond-

El muchacho los saludó y se acercó a un camarero para pedir una mesa. Ivett y Blaise se miraban cada uno a los ojos del otro y Draco sonreía divertido. Era conocido por todo el mundo que Blaise e Ivett habían tenido durante meses una relación tempestuosa y que, después de eso, ninguno de los dos habían vuelto a ser los mismos. Ambos eran populares en el trabajo, guapos e inteligentes, pero mientras que ella era mucho más selecta a la hora de salir con alguien, a él no el importaba nada excepto el físico. Lo dejaron poco después de que Draco y Ginny se divorciaran, y este hecho influyó bastante en la decisión del moreno.

Ivett- Daniel había vuelto- Tenemos la mesa lista ¿Vamos?

¿Sales con ese?- exclamó de repente Blaise. Sus ojos lanzaban rayos.

Ivett lo miró con cara de incredulidad, pero acercándose seductoramente al oído le susurró.

Si salgo con él o no, querido- acentuó esas palabra fuertemente- no es de tu incumbencia. Tu así lo quisiste.

Y se marchó del brazo del joven.

Blaise se sentó y tomó un trago de cerveza.

¿Quién se cree que es?- exclamó- ¿Cree que puede jugar conmigo? Creo que es lo que está haciendo- apuntó Draco.

Terminaron de comer y Draco se levantó para ir al servicio. Pasó por al lado de Ivett y Daniel, que conversaban en voz baja, y sólo escuchó unas palabras que le helaron el alma.

Entonces, Daniel ¿Vas a intentarlo con Ginny?-

El asentimiento del joven hizo que se enfureciera aún más. Esta misma tarde, al salir de trabajar, iría a verla.

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Por fin había terminado la clase. Las mujeres que formaban aquella clase eran todas de más de cincuenta años y, a pesar de su edad, eran las peores. Además las náuseas llegaban cada dos por tres. Ahora lo único que deseaba era llegar a su casa, abrazar con fuerza a su hija y dormir. Dormir.

Se metió en el vestuario, ahora vacío, y se desnudó. Se metió en la ducha y comenzó a enjabonarse. Se lavó el pelo y se lo enjuagó para después envolverse en una toalla demasiado pequeña.

Maldita sea- exclamó- Siempre se me olvida traerme la grande-Y aguantándose la toalla con una mano salió de la ducha.

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Debía estar por ahí, al menos eso había dicho la chica de la entrada. Abrió la última puerta y observó con pesadumbre que no estaba allí. Si no estaba en las salas de baile...estaba en los vestuarios. Sin ningún tipo de pudor entró. Estaba demasiado nervioso como para preocuparse en ese momento de ver a alguna mujer desnuda. Escuchó una voz cantando que reconoció como la de Ginny y su voz clara se escuchó:

Maldita sea. Siempre se me olvida traerme la grande-

¿La grande? Draco dio la vuelta al recodo y se encontró a una Ginny un tanto...sexy. El pelo lo tenía mojado, las largas y blancas piernas subidas en el banco de madera mientras se aplicaba una crema, lenta, suavemente.

Virginia- susurró. Esa era la muchacha que recordaba, con su pelo pegado a la cara, sus ojos abiertos, sus largas piernas.

¡Draco!- exclamó intentando taparse un poco- ¿Se puede saber que haces aquí?- exclamó enfadada.

Venía a hablar-

Pues espera a que me vista. Como comprenderás no estoy en posición de hablar-

Tiene que ser ahora-

¿Ahora?- la cara de Ginny se iluminó- ¡Ah! Comprendo, tu querida novia te está esperando- el reproche era latente en su voz.

No es eso-

¿Entonces?-

Draco la miró a los ojos. Hacía demasiado tiempo que no la miraba así, pensó. Demasiadas peleas, demasiados problemas. Y, sin quererlo, se dio cuenta de que seguía siendo aquella muchacha por la que arriesgó la vida. Que el tiempo había pasado, sí, pero que aún guardaba aquella pureza virginal que lo atrapó. Virginal, Virginia. Y deseó volver a poseerla en sí misma, como antes, volver a conocer los más recónditos escondrijos de su anatomía y perderse en las sensaciones que aquella mujer provocaba en él. Sólo con ella dejaba de ser el frío y calculador Malfoy para convertirse en un hombre de carne y hueso.

Ginny esperó la respuesta, pero aquel joven sólo al miraba como si fuese la primera vez que lo hacía. Sin decir palabra se acercó a ella y la besó. Salvajemente, como sólo él sabía hacerlo. Y sin darse cuenta dejó caer la toalla mientras sus manos se perdían en aquel cuerpo al que tanto extrañaba.

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¡¡Hola!! Siento el retraso, pero es que con esto de los exámenes pues me ha sido difícil acercarme al ordenador...Bueno, espero que os guste mucho, y no os quejéis que lo he hecho muy largo ¿Eh? DEJAD REVIEWS...

Jeru: Bueno, aquí tienes el siguiente capítulo. Espero que este final de capítulo te guste tanto como el otro. Creo que no os lo esperabais.

Mish: La verdad es que hay muchas cosas que quisiera desvelar, pero me temo que aún se va a tardar. Por cierto, eh leído un par de ff tuyos y déjame felicitarte ¡¡Están geniales!!