Capítulo 8. Besos con chocolate, reuniones y planes.
-¡Ey, Ginny!- la voz de su amigo Daniel Trendmond la sobresaltó.
Estaba sentada en uno de los sillones de espera frente al despacho de Ivett, esperando a que la chica terminara de revisar unos papeles. Esos días el Ministerio estaba envuelto en una crisis de locura por la huida de Azkaban de Pansy Parkinson, no muy peligrosa pero sí algo loca.
-¡Hola Dan!- lo saludó. El chico parecía algo azorado frente a la pelirroja, que lo miraba con una sonrisa dulce y los ojos tristes.
-¿Cómo estás?-
-Bien. Tirando.
-Ivett me contó lo de tu embarazo. Felicidades, aunque no sé si es buena idea el dártelas.
Ginny sonrió aún más y le acarició la mejilla. Aquél chico era tan especial.
-Gracias, Dan.
-Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme. Estaré encantado de poder ayudarte.
-Gracias otra vez- rió. Aquel chico era uno de los pocos que lograba hacerla sonreír cuando más deprimida se sentía.
-¿Esperas a Malfoy?- exclamó con un poco de odio.
-No, a Ivett. Hemos quedado para ir a comer. ¿Por qué no te pasas mañana por casa y hablamos? Anne no deja de hablar contigo y de lo bien que lo pasasteis en la finca de tus padres.
-Estaré encantado. ¿A las cinco?
-Perfecto- en esos momentos Ivett salía de su departamento con un montón de papeles y Ginny rió al ver lo provocativa y llamativa que iba su amiga. Llevaba una minifalda de color amarillo y una camiseta naranja con dibujos extraños en tonos amarillentos. Los tacones altísimos eran de color naranja- ¡Ivett!- se rió al verla- ¿Dónde vas?
-¿No te gusta? Es la última moda. Colores llamativos para esta temporada.
-Sí, pero aún estamos en marzo.
-¿Y?
-Que hace frío- Daniel la miraba con cara de incredulidad.
-¿Y?
-¡Ivett!- Ginny parecía estar entre la histeria y la risa.
-¡Ay, Virgi!- Virgi solía decirle para hacerla rabiar- Eres tú la que deberías animarte y darle un toque de color a tu ropa. ¡Mírate!
Ginny se miró, pantalones negros con pequeñísimas rayas transversales en blanco, camisa blanca abierta hasta el tercer botón, pelo recogido en un bonito recogido y chaqueta a juego.
-Yo la veo bien- dijo Dan después de examinarla con más minuciosidad de la normal.
-¡Tú que vas a ver!-sentenció Ivett, luego se volvió a Ginny- En serio, Gin, debes hacer algo con tu ropa. Toda es demasiado seria, y así no vas a ligar.
-Yo no quiero ligar- susurró la joven.
-¿No le quieres dar un nuevo padre a Anne?
-¿Por qué voy a darle un nuevo padre si ella ya tiene al suyo? Además, tampoco estoy en condiciones de irme pavoneando por ahí con minifaldas teniendo en cuenta que en un par de meses estaré con un tonel.
-No exageres-la contradijo Daniel.
-En el embarazo de Anne llegué a pesar veinte kilos más de los que tenía antes de quedarme embarazada.
-¿Y eso?- exclamó sorprendido.
-Me dio por comer chocolate- de repente se calló y después de pensar durante un par de segundos comentó- Me encantaría volver a comer chocolate.
-Pues vamos, que te invito a comer y después nos vamos a tomarnos la mejor tarta de chocolate de todo el mundo mágico.
-¡Con trocitos de chocolate blanco y nata!- suspiró Ginny con cara de ángel. Daniel pensó que se encontraba deliciosa con aquella carita tan blanca y saludable sonrojándose sólo al pensar en chocolate. O quizá era por su mirada-¡Mucha nata!
-No conocía esa faceta tuya, Gin-rió Daniel, e Ivett le echó una mirada cargada de intención.
-¿Vienes a comer con nosotras, Dan?
-¡Sí, ven!- los ojos de Ginny brillaban como no lo hacían en semanas, y la joven morena se dio cuenta.
-Bueno, yo...la verdad...-
-¿Tienes una cita?- exclamó Ginny- Si es así...
-¡Nooo! Estaré encantada de ir a comer con vosotras.
-Bien- Ginny se colocó al chaqueta bien y añadió- Y yo voy muy a la moda, Ivett.
Y salió de la sala con la cabeza bien alta. Daniel suspiró y ambos la siguieron.
-Es única- susurró el muchacho.
-Pues venga Don Juan, a ver si aprovechas la oportunidad- le contestó su amiga.
Una hora más tarde Ivett se había marchado dejándolos solos. Después de la frugal comida de ese día, sólo compuesta por una ensalada y una pechuga de pollo a la plancha, volvió al Ministerio con las fuerzas renovadas. Al entrar en el despacho se encontró con un muchacho al que no se había tenido que enfrentar a solas desde hacía mucho tiempo.
-Zabini ¿Qué haces aquí?
-Te esperaba. Draco nos ha reunido a todos para ver si podemos descubrir dónde está Parkinson. Te esperamos en su despacho en diez minutos.
-Está bien- pero antes de que se marchara le dijo con todo el descaro que pudo- ¿Todavía andas celoso por lo de la otra noche?
-Yo no estaba celoso.
Ivett la miró con incredulidad y después rió con aquella risa abierta que tanto lo cautivaba. Aquel día estaba tan irresistible, paseándose con la minifalda por todo el departamento, con el nuevo corte de pelo, mucho más corto que cuando estaba juntos, y esas piernas tan largas y bonitas. Y no poder decir que era suya, eso era un castigo, un auténtico castigo.
-Sí, claro-se acercó hasta quedar a menos de un palmo de su cara- Pero debes saber "cariño" que esta guerra la empezaste tu. -Eres tú la que quieres seguir-
-¿Te importa?
-No.
-Entonces tampoco te importará que te bese.
Pero antes de que pudiera decirle algo, ella se acercó y le besó. Un dulce beso en los labios que los dejó más confundidos de lo que ya estaban. Él la agarró de los brazos con fuerza y la miró a los ojos. Esos ojos de tan extraño color, ojos color violeta, que lo cautivaban, que lo fascinaban, que lo enamoraban. Esos labios finos que ahora se abrían con exquisita dulzura y saber y ese pelo cayendo con orden perfecto sobre sus hombros. Blaise se acercó, firme y sereno en su decisión, sus labios ya se rozaban, sólo un poco más...
-Ivett, Malfoy dice que...- era Clarisse, la secretaria de Malfoy. Los miró a ambos por encima de sus gafas de montura rosa fucsia y dejó de mascar aquél chicle interminable que siempre llevaba en la boca- Vaya, bueno, yo...
-Ahora mismo voy, Clarisse- exclamó la chica separándose de Blaise y mirándolo con furia.
-Se lo diré- informó, y cuando hubo cerrado la guerra, Blaise recibió en el estómago un puñetazo de la joven.
-Imbécil ¿Cómo se te ocurre hacer eso?
-La culpa es tuya por no cerrar la puerta-
-¡¿Cómo iba a pensar que se te iba a ocurrir hacer una cosa así?!
-¡Ah! Es decir, que ahora la culpa es mía.
-Por supuesto que sí.
-Claro, como siempre, y yo que estaba pensándome el volver contigo.
-Ni que yo fuera a aceptar- exclamó ella.
Blaise la miró con cara del más absoluto asco y luego exclamó.
-Cinco minutos, Sommers.
Y se fue cerrando de un portazo. Ivett se dejó caer en una de las sillas.
-¿Quién te aguanta, Blaise?-luego reflexionó y dijo- ¿Y quién vive lejos de ti?
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-¿Tu crees en el amor?
A Daniel se le atragantó el trozo de pastel. Miró muy serio a Ginny, que en ese momento lo observaba fijamente, con la melena suelta y el labio inferior cubierto de chocolate. ¡Cómo le gustaría limpiárselo sin necesidad de servilletas!
-¿Por qué no iba a creer?-preguntó el muchacho.
-Yo no creo.
-Eso es por lo que te ha pasado, pero verás como pronto te vuelves a enamorar.
Ginny lo miró un momento, como si estudiara el comportamiento del chico, y luego rió.
-No lo creo.
-¿Tan mala suerte has tenido?
-Bueno, no he tenido muy buena suerte, la verdad.
-¿Lo dices por Malfoy?
-Por Malfoy, y por Harry, y por Dean Thomas, y por Michael Corner, y por Terry Boot...¡Ah! Y John Cass
-¿Todos te dejaron?
-Con Harry ni siquiera tuve una relación. Sólo cariño y amor platónico por mi parte. Era una niña- le explicó- Michael fue mi primer novio, pero tampoco fue nada del otro mundo. La verdad es que me daba bastante asco besarle, pero mis amigas decían que era normal al principio.
-Espero que a mi primera novia no le pasara- sonrió Daniel.
-Eso sólo me pasó a mí- rió Ginny mientras bebía de su taza de chocolate y mordisqueaba una galleta de canela- Después comencé un idilio con Dean Thomas, uno de los chicos más guapos de Griffindor. Era muy bueno y simpático conmigo, pero no estábamos enamorados, y nuestra relación fracasó estrepitosamente. Me dejó después de tres meses saliendo. Terry Boot fue...un pequeño percance de dos meses. Era un gilipollas redomado.
-Vaya colección.
-Sí, pero créeme, ninguno se merece más mi asco que John Cass.
-¿John Cass? Menudo nombre. ¿Quién era?
-Fue un chico que llegó a Hogwarts de intercambio. Como fue de improviso, se le asignó un cuarto en Griffindor. Era un par de años mayor que yo, y además todas estaban coladas por él. Era guapo, inteligente y muy simpático. Comenzamos a salir a principios de mi quinto año y estuve con él hasta finales de ese curso.
-¿Qué pasó?- preguntó Daniel interesado. La tarta, las galletas y el chocolate se enfriaban en la mesa.
Ginny desvió la mirada hacia la ventana. Llovía con fuerza, y el viento agitaba los cristales. Fuera, el viento hacía sonidos extraños entre las ramas de los árboles y la gente corría para refugiarse en algún portal o cafetería. De repente le entró frío al recordar una imagen, sólo una imagen.
-Fue una noche de finales de Mayo- suspiró Ginny sin dejar de mirar por la ventana- Esa noche cumplíamos siete meses, y él consiguió permiso para quedarse con una de las mazmorras de Snape para "hacer prácticas"-Daniel soltó una risita, pero se calló al ver a Ginny pálida- Me citó a las siete, pero yo no pude bajar hasta las siete y media. Cuando llegué estaba furioso, pero lo disimuló bien. Me di cuenta de que esperaba algo de mí y cuando vi una especie de cama en un rincón me asusté. Intenté explicarle que aún no estaba preparada, pero él no me escuchó y se lanzó a besarme.
Ginny calló y suspiró. Bebió un poco de chocolate y volvió a suspirar. Daniel notó como su respiración era irregular y su voz había bajado considerablemente de tono desde que habían empezado a hablar.
-Grité y lloré, pero sabía que nadie me escucharía. Le pegaba y le arañaba, pero era mucho más fuerte que yo y consiguió inmovilizarme...Cuando ya estaba casi desnuda y me creía perdida sentí cómo alguien me lo quitaba de encima. Era Draco.
Daniel estaba con la boca abierta y un trozo de tarta aún en el tenedor.
-¡Vaya!- exclamó sorprendido- es como una telenovela.
-¿Qué?-preguntó la pelirroja desconcertada.
-Nada, nada. Sigue.
-No hay mucho más que contar- en su rostro se dibujó una sonrisa- Draco me llevó a la enfermería después de dejar a John bien atado y con una buena patada en los...tu ya me entiendes- Daniel rió- Cuando mi hermano me vio en ropa interior, semi inconsciente y en brazos de su mayor enemigo, montó en cólera y estuvo a punto de darle una paliza. A partir de ahí Draco y yo comenzamos a conocernos. Y así surgió todo.
-¡Vaya!- volvió a decir el muchacho tocándose de forma inconsciente la perilla-Qué interesante.
-No, si eres la protagonista-rió Ginny tristemente.
-Fuiste muy valiente.
-¿Por qué?
-Por darle una nueva oportunidad a los hombres-Daniel se levantó y le cogió las manos- Pero me gustaría que volvieras a serlo, Gin. Eres demasiado especial como para quedarte sola. Hay muchos hombres que estarían encantados de estar contigo.
-Eso es lo que dice Harry, pero yo no lo creo.
-¿Por qué no?- preguntó clavando sus ojos verdes en los de ella.
-¿Dónde están?- preguntó, juguetona.
-Aquí- se acercó a la joven y la besó. Un suave beso con sabor a chocolate.
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Draco se volvió molesto. Ya era bastante desagradable tener que reunirse a esa hora en vez de comer tranquilo, como para que ahora le dijeran que Daniel Trendmond no se hallaba en el Ministerio. El busca mágico tampoco servía, y Draco sospechaba dónde estaba. Se dio la vuelta y vio allí a sus mejores hombres.
Sentado en primer término, Blaise le lanzaba miradas llenas de intención a Ivett que, sentada enfrente suya, las esquivaba. A sus lados Harry Potter y Padma Patil. Michael Jeremy, Jack Trendmond, el hermano de Daniel, y Cornelia Pugdins. Y la silla vacía de Daniel.
-Jack- dijo con su voz fría y arrastrando las palabras- Cuando veas a tu hermano, dile que se pase por mi despacho.
-Sí, Draco.
-Bien, y ahora vamos a empezar con al reunión. Potter ¿Noticias nuevas?
-No. Angie Maltons me ha informado de que no ha habido movimientos extraños por toda Escocia y Storgins Matters afirma lo mismo desde Gales.
-Pugdins...
Una mujer de unos treinta años, con el pelo muy oscuro y los ojos delineados con negro dándole un aspecto oscuro y no muy pulcro, se llevó una pipa a la boca y aspiró fuertemente. Al expirar, dejó un suave aroma a hierbas en el ambiente.
-Cornelia, apaga eso-exclamó seca Padma-Sabes que soy alérgica- Y en ese momento empezó a toser.
Cornelia la miró con asco y luego se la guardó en el bolso de piel de hipogrifo que tenía colgado.
-En Irlanda tampoco saben nada- afirmó- Y ya sabes cómo son, aunque supieran algo no lo dirían hasta no estar completamente seguros.
Draco sonrió ante la mirada de Cornelia. Era la más experimentada de todo su grupo, el formado por los más jóvenes aurores. Le caía bien aunque su forma de vida no fuera aceptada entre sus compañeros. Si ella quería vivir debajo de un puente para hacer un experimento o quedarse en la oficina, a él le daba igual. Incluso le resultaba práctico.
-Bien, entonces todos estaréis de acuerdo en cerrar el círculo hasta un radio de treinta kilómetros desde Londres-exclamó Draco.
-Personalmente, Draco, creo que Pansy puede estar mucho más lejos de ese radio. Que no haya salido de Inglaterra no quiere decir que no esté más lejos- interrumpió Blaise.
-Entonces ¿Dónde propones, Blaise?- Padma lo miraba con los ojos muy abiertos y una seductora sonrisa en sus labios color carmín.
-En las casas de los antiguos mortífagos-
Hubo un murmullo.
-¡Eso está desfasado!- gruñó Jack, igual a su hermano excepto por la edad, siete años mayor que éste, y la perilla, que éste no llevaba- Tenemos alarmas mágicas en todas las casas, si hubiese algo extraño o algún intruso lo sabríamos.
-¿Acaso crees que Parkinson no sabrá desconectarla?-se le enfrentó Blaise- Pansy no es peligrosa, o al menos eso creemos, pero debo recordarles que ella también mató a una persona la noche de la batalla- Padma, que también era amiga de Anne, y Blaise intercambiaron una mirada-Pansy sabe mucho más de lo que nos figuramos. Era la mejor de Slytherin en Transformaciones y no era mala en Pociones, sobre todo en las de los últimos años...
-Creo que Zabini tiene razón- terció Cornelia mirando a Draco- No sabemos de lo que es capaz Parkinson, y si ha sido capaz de salir de Azkaban...
Draco se acercó a la ventana. Llovía copiosamente.
-Nos reuniremos en un par de semanas. Cornelia, sigue en contacto con los irlandeses, Trendmond y Patil, seguid con lo vuestro. Sommers y Zabini quiero veros estudiando cada uno de los pasos de Parkinson desde que tenía pañales y Jeremy- el muchacho lo miró desde sus gafas de montura demasiado grandes- Ocúpate de que se refuerce la seguridad en todo Azkaban. ¡Vamos!
Todos salieron del despacho y Draco se dejó caer ruidosamente en el sillón. Miró el montón de papeles que tenía que revisar antes de marcharse y suspiró.
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-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Vas a salir con él?
La pregunta no sobresaltó a la chica. Tumbadas en la cama de la morena, las dos chicas observaban cómo Anne pintaba, uno de sus entretenimientos preferidos. La pelirroja se levantó y miró a su hija.
-Hoy he ido a ver a Silvia, la dueña de la Academia de Baile. He presentado mi dimisión.
-¿Te ha puesto muchas pegas?
-No, incluso me ha propuesto que siga después de dar a luz. Dice que está muy contenta con mis clases.
-¡Es estupendo, Gin!
Ginny sonrió y se desperezó. La camisa blanca estaba casi desabrochaba y la camiseta blanca que llevaba debajo le hacía una forma preciosa en el escote. Los pantalones le quedaban estrechos y sintió un ligero temblor al pensar en ello.
-Aún tengo que decírselo a mis padres-suspiró la joven. Notó cómo su amiga le apretaba el hombro con su mano.
-No te preocupes, comprenderán-
Ginny levantó los ojos y los clavó en los de Hermione.
-¿Tu lo crees?
-Sí. Ellos te quieren, Ginny. Es verdad que será duro para ellos, pero deben comprender que es tu vida...y que por encima de todo es tu hijo.
-Si no lo aceptan...
-Lo harán.
-¿Cómo estás tan segura?
-Porque ellos te quieren con locura.
Hermione le sonrió y Ginny no tuvo más remedio que seguirla.
-Y dime ¿Qué tal besa ese Daniel?
-Mmm, no sé...
-Después de haberte casado con el chico que mejor besaba de todo Hogwarts, supongo que él no será nada.
-¿Sinceramente?
-Siempre.
-Bueno, en la escala de 1 al 10 y suponiendo que a Draco le ponemos un 9- Hermione la miró como si estuviera loca- Sí, Hermione, la perfección es demasiado y no valen los decimales.
-¡Ah! Bien, bien-
-Pues, yo le daría un 8 en dulzura, un 7 en pasión y un 7 en...
-¡En general, Ginny!
Ginny sonrió al ver la expectación de su amiga.
-Está bien, está bien. Un 7.
-Vaya, espero que sea mejor en la cama.
Ginny abrió la boca fingiéndose escandalizada y Hermione la imitó. Ginny en un descuido de su amiga, cogió un cojín y se lo plasmó en la cara.
-¡Ey!
Hermione se lo devolvió y así comenzaron una cruenta lucha de almohadas mientras Anne, que había dejado de pintar, las miraba con risas. Crookshanks se enredaba en sus piernecitas. Después de más de una caída de la cama y de reventarse a almohadazos, Ginny y Hermione cayeron rendidas.
-Hermione-
-Mmm-
-Yo también espero que sea mejor en la cama.
Hermione rió.
-Aunque como Draco lo veo difícil-susurró para sí misma.
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-Tenemos que hablar-
-Dime-
-¿Me quieres, Draco?
-¿A qué viene eso, Megan?
-¡Te he preguntado si me quieres!
Draco dejó los papeles y se dirigió a la joven que lo miraba con los ojos refulgentes.
-Quiero saber si vamos a alguna parte. Si somos algo. Ni siquiera vivimos juntos.
-¿Lo necesitas? Creí que eras como yo.
Megan suspiró y miró hacia la ventana. Seguía lloviendo.
-Me voy a París.
Draco levantó la mirada.
-¿Cómo?-no sabía si alegrarse o sentirlo.
-Me han ascendido y Meg me necesita. Además, no creo que a ti te importe mucho ¿No?
-Haz lo que quieras.
-Bien. Entonces, adiós Draco.
Se levantó y lo miró. El muchacho miraba hacia otro lado.
-Sólo quisiera saber si estos meses he significado algo para ti o sólo una diversión en la cama.
El muchacho no respondió.
-Bien.
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¡¡¡Hola!!! No os quejaréis, que no habéis tenido que esperar mucho ¿Eh? Este capítulo es una pequeña compensación por haber esperado tanto. Espero que os guste tanto como a mí. Un besazo a tod@s.
Reviews:
Jeru: ¡Hola! Jeje, como verás, no has tenido que esperar mucho ¿Eh? Espero que te guste este capítulo, porque le he cogido mucho cariño. Me alegra un montón que te guste lo que escribo.
Lucre: ¿Qué tal? Bueno, espero que estés contenta con la pareja que he creado en este capítulo, y también me gustaría que opinaras sobre Ivett y Blaise, porque nadie ha hablado de esos personajes y ya que la chica es un invento mío...Bueno, a ver que te parece. En cuanto a lo de Harry, lo estuve pensando durante mucho tiempo, pero después de leerme el quinto libro vi tan claro que un Harry/ Ginny era imposible que me deprimí. Pero no et preocupes, quizá Harry encuentre también pareja...Besos.
Fabisa: ¡Eeeeyyyy! No has tenido que esperar mucho ¿no? Muchas gracias por dejarme un review...Y espero que sigas leyendo y dejando tus opiniones.
-¡Ey, Ginny!- la voz de su amigo Daniel Trendmond la sobresaltó.
Estaba sentada en uno de los sillones de espera frente al despacho de Ivett, esperando a que la chica terminara de revisar unos papeles. Esos días el Ministerio estaba envuelto en una crisis de locura por la huida de Azkaban de Pansy Parkinson, no muy peligrosa pero sí algo loca.
-¡Hola Dan!- lo saludó. El chico parecía algo azorado frente a la pelirroja, que lo miraba con una sonrisa dulce y los ojos tristes.
-¿Cómo estás?-
-Bien. Tirando.
-Ivett me contó lo de tu embarazo. Felicidades, aunque no sé si es buena idea el dártelas.
Ginny sonrió aún más y le acarició la mejilla. Aquél chico era tan especial.
-Gracias, Dan.
-Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme. Estaré encantado de poder ayudarte.
-Gracias otra vez- rió. Aquel chico era uno de los pocos que lograba hacerla sonreír cuando más deprimida se sentía.
-¿Esperas a Malfoy?- exclamó con un poco de odio.
-No, a Ivett. Hemos quedado para ir a comer. ¿Por qué no te pasas mañana por casa y hablamos? Anne no deja de hablar contigo y de lo bien que lo pasasteis en la finca de tus padres.
-Estaré encantado. ¿A las cinco?
-Perfecto- en esos momentos Ivett salía de su departamento con un montón de papeles y Ginny rió al ver lo provocativa y llamativa que iba su amiga. Llevaba una minifalda de color amarillo y una camiseta naranja con dibujos extraños en tonos amarillentos. Los tacones altísimos eran de color naranja- ¡Ivett!- se rió al verla- ¿Dónde vas?
-¿No te gusta? Es la última moda. Colores llamativos para esta temporada.
-Sí, pero aún estamos en marzo.
-¿Y?
-Que hace frío- Daniel la miraba con cara de incredulidad.
-¿Y?
-¡Ivett!- Ginny parecía estar entre la histeria y la risa.
-¡Ay, Virgi!- Virgi solía decirle para hacerla rabiar- Eres tú la que deberías animarte y darle un toque de color a tu ropa. ¡Mírate!
Ginny se miró, pantalones negros con pequeñísimas rayas transversales en blanco, camisa blanca abierta hasta el tercer botón, pelo recogido en un bonito recogido y chaqueta a juego.
-Yo la veo bien- dijo Dan después de examinarla con más minuciosidad de la normal.
-¡Tú que vas a ver!-sentenció Ivett, luego se volvió a Ginny- En serio, Gin, debes hacer algo con tu ropa. Toda es demasiado seria, y así no vas a ligar.
-Yo no quiero ligar- susurró la joven.
-¿No le quieres dar un nuevo padre a Anne?
-¿Por qué voy a darle un nuevo padre si ella ya tiene al suyo? Además, tampoco estoy en condiciones de irme pavoneando por ahí con minifaldas teniendo en cuenta que en un par de meses estaré con un tonel.
-No exageres-la contradijo Daniel.
-En el embarazo de Anne llegué a pesar veinte kilos más de los que tenía antes de quedarme embarazada.
-¿Y eso?- exclamó sorprendido.
-Me dio por comer chocolate- de repente se calló y después de pensar durante un par de segundos comentó- Me encantaría volver a comer chocolate.
-Pues vamos, que te invito a comer y después nos vamos a tomarnos la mejor tarta de chocolate de todo el mundo mágico.
-¡Con trocitos de chocolate blanco y nata!- suspiró Ginny con cara de ángel. Daniel pensó que se encontraba deliciosa con aquella carita tan blanca y saludable sonrojándose sólo al pensar en chocolate. O quizá era por su mirada-¡Mucha nata!
-No conocía esa faceta tuya, Gin-rió Daniel, e Ivett le echó una mirada cargada de intención.
-¿Vienes a comer con nosotras, Dan?
-¡Sí, ven!- los ojos de Ginny brillaban como no lo hacían en semanas, y la joven morena se dio cuenta.
-Bueno, yo...la verdad...-
-¿Tienes una cita?- exclamó Ginny- Si es así...
-¡Nooo! Estaré encantada de ir a comer con vosotras.
-Bien- Ginny se colocó al chaqueta bien y añadió- Y yo voy muy a la moda, Ivett.
Y salió de la sala con la cabeza bien alta. Daniel suspiró y ambos la siguieron.
-Es única- susurró el muchacho.
-Pues venga Don Juan, a ver si aprovechas la oportunidad- le contestó su amiga.
Una hora más tarde Ivett se había marchado dejándolos solos. Después de la frugal comida de ese día, sólo compuesta por una ensalada y una pechuga de pollo a la plancha, volvió al Ministerio con las fuerzas renovadas. Al entrar en el despacho se encontró con un muchacho al que no se había tenido que enfrentar a solas desde hacía mucho tiempo.
-Zabini ¿Qué haces aquí?
-Te esperaba. Draco nos ha reunido a todos para ver si podemos descubrir dónde está Parkinson. Te esperamos en su despacho en diez minutos.
-Está bien- pero antes de que se marchara le dijo con todo el descaro que pudo- ¿Todavía andas celoso por lo de la otra noche?
-Yo no estaba celoso.
Ivett la miró con incredulidad y después rió con aquella risa abierta que tanto lo cautivaba. Aquel día estaba tan irresistible, paseándose con la minifalda por todo el departamento, con el nuevo corte de pelo, mucho más corto que cuando estaba juntos, y esas piernas tan largas y bonitas. Y no poder decir que era suya, eso era un castigo, un auténtico castigo.
-Sí, claro-se acercó hasta quedar a menos de un palmo de su cara- Pero debes saber "cariño" que esta guerra la empezaste tu. -Eres tú la que quieres seguir-
-¿Te importa?
-No.
-Entonces tampoco te importará que te bese.
Pero antes de que pudiera decirle algo, ella se acercó y le besó. Un dulce beso en los labios que los dejó más confundidos de lo que ya estaban. Él la agarró de los brazos con fuerza y la miró a los ojos. Esos ojos de tan extraño color, ojos color violeta, que lo cautivaban, que lo fascinaban, que lo enamoraban. Esos labios finos que ahora se abrían con exquisita dulzura y saber y ese pelo cayendo con orden perfecto sobre sus hombros. Blaise se acercó, firme y sereno en su decisión, sus labios ya se rozaban, sólo un poco más...
-Ivett, Malfoy dice que...- era Clarisse, la secretaria de Malfoy. Los miró a ambos por encima de sus gafas de montura rosa fucsia y dejó de mascar aquél chicle interminable que siempre llevaba en la boca- Vaya, bueno, yo...
-Ahora mismo voy, Clarisse- exclamó la chica separándose de Blaise y mirándolo con furia.
-Se lo diré- informó, y cuando hubo cerrado la guerra, Blaise recibió en el estómago un puñetazo de la joven.
-Imbécil ¿Cómo se te ocurre hacer eso?
-La culpa es tuya por no cerrar la puerta-
-¡¿Cómo iba a pensar que se te iba a ocurrir hacer una cosa así?!
-¡Ah! Es decir, que ahora la culpa es mía.
-Por supuesto que sí.
-Claro, como siempre, y yo que estaba pensándome el volver contigo.
-Ni que yo fuera a aceptar- exclamó ella.
Blaise la miró con cara del más absoluto asco y luego exclamó.
-Cinco minutos, Sommers.
Y se fue cerrando de un portazo. Ivett se dejó caer en una de las sillas.
-¿Quién te aguanta, Blaise?-luego reflexionó y dijo- ¿Y quién vive lejos de ti?
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-¿Tu crees en el amor?
A Daniel se le atragantó el trozo de pastel. Miró muy serio a Ginny, que en ese momento lo observaba fijamente, con la melena suelta y el labio inferior cubierto de chocolate. ¡Cómo le gustaría limpiárselo sin necesidad de servilletas!
-¿Por qué no iba a creer?-preguntó el muchacho.
-Yo no creo.
-Eso es por lo que te ha pasado, pero verás como pronto te vuelves a enamorar.
Ginny lo miró un momento, como si estudiara el comportamiento del chico, y luego rió.
-No lo creo.
-¿Tan mala suerte has tenido?
-Bueno, no he tenido muy buena suerte, la verdad.
-¿Lo dices por Malfoy?
-Por Malfoy, y por Harry, y por Dean Thomas, y por Michael Corner, y por Terry Boot...¡Ah! Y John Cass
-¿Todos te dejaron?
-Con Harry ni siquiera tuve una relación. Sólo cariño y amor platónico por mi parte. Era una niña- le explicó- Michael fue mi primer novio, pero tampoco fue nada del otro mundo. La verdad es que me daba bastante asco besarle, pero mis amigas decían que era normal al principio.
-Espero que a mi primera novia no le pasara- sonrió Daniel.
-Eso sólo me pasó a mí- rió Ginny mientras bebía de su taza de chocolate y mordisqueaba una galleta de canela- Después comencé un idilio con Dean Thomas, uno de los chicos más guapos de Griffindor. Era muy bueno y simpático conmigo, pero no estábamos enamorados, y nuestra relación fracasó estrepitosamente. Me dejó después de tres meses saliendo. Terry Boot fue...un pequeño percance de dos meses. Era un gilipollas redomado.
-Vaya colección.
-Sí, pero créeme, ninguno se merece más mi asco que John Cass.
-¿John Cass? Menudo nombre. ¿Quién era?
-Fue un chico que llegó a Hogwarts de intercambio. Como fue de improviso, se le asignó un cuarto en Griffindor. Era un par de años mayor que yo, y además todas estaban coladas por él. Era guapo, inteligente y muy simpático. Comenzamos a salir a principios de mi quinto año y estuve con él hasta finales de ese curso.
-¿Qué pasó?- preguntó Daniel interesado. La tarta, las galletas y el chocolate se enfriaban en la mesa.
Ginny desvió la mirada hacia la ventana. Llovía con fuerza, y el viento agitaba los cristales. Fuera, el viento hacía sonidos extraños entre las ramas de los árboles y la gente corría para refugiarse en algún portal o cafetería. De repente le entró frío al recordar una imagen, sólo una imagen.
-Fue una noche de finales de Mayo- suspiró Ginny sin dejar de mirar por la ventana- Esa noche cumplíamos siete meses, y él consiguió permiso para quedarse con una de las mazmorras de Snape para "hacer prácticas"-Daniel soltó una risita, pero se calló al ver a Ginny pálida- Me citó a las siete, pero yo no pude bajar hasta las siete y media. Cuando llegué estaba furioso, pero lo disimuló bien. Me di cuenta de que esperaba algo de mí y cuando vi una especie de cama en un rincón me asusté. Intenté explicarle que aún no estaba preparada, pero él no me escuchó y se lanzó a besarme.
Ginny calló y suspiró. Bebió un poco de chocolate y volvió a suspirar. Daniel notó como su respiración era irregular y su voz había bajado considerablemente de tono desde que habían empezado a hablar.
-Grité y lloré, pero sabía que nadie me escucharía. Le pegaba y le arañaba, pero era mucho más fuerte que yo y consiguió inmovilizarme...Cuando ya estaba casi desnuda y me creía perdida sentí cómo alguien me lo quitaba de encima. Era Draco.
Daniel estaba con la boca abierta y un trozo de tarta aún en el tenedor.
-¡Vaya!- exclamó sorprendido- es como una telenovela.
-¿Qué?-preguntó la pelirroja desconcertada.
-Nada, nada. Sigue.
-No hay mucho más que contar- en su rostro se dibujó una sonrisa- Draco me llevó a la enfermería después de dejar a John bien atado y con una buena patada en los...tu ya me entiendes- Daniel rió- Cuando mi hermano me vio en ropa interior, semi inconsciente y en brazos de su mayor enemigo, montó en cólera y estuvo a punto de darle una paliza. A partir de ahí Draco y yo comenzamos a conocernos. Y así surgió todo.
-¡Vaya!- volvió a decir el muchacho tocándose de forma inconsciente la perilla-Qué interesante.
-No, si eres la protagonista-rió Ginny tristemente.
-Fuiste muy valiente.
-¿Por qué?
-Por darle una nueva oportunidad a los hombres-Daniel se levantó y le cogió las manos- Pero me gustaría que volvieras a serlo, Gin. Eres demasiado especial como para quedarte sola. Hay muchos hombres que estarían encantados de estar contigo.
-Eso es lo que dice Harry, pero yo no lo creo.
-¿Por qué no?- preguntó clavando sus ojos verdes en los de ella.
-¿Dónde están?- preguntó, juguetona.
-Aquí- se acercó a la joven y la besó. Un suave beso con sabor a chocolate.
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Draco se volvió molesto. Ya era bastante desagradable tener que reunirse a esa hora en vez de comer tranquilo, como para que ahora le dijeran que Daniel Trendmond no se hallaba en el Ministerio. El busca mágico tampoco servía, y Draco sospechaba dónde estaba. Se dio la vuelta y vio allí a sus mejores hombres.
Sentado en primer término, Blaise le lanzaba miradas llenas de intención a Ivett que, sentada enfrente suya, las esquivaba. A sus lados Harry Potter y Padma Patil. Michael Jeremy, Jack Trendmond, el hermano de Daniel, y Cornelia Pugdins. Y la silla vacía de Daniel.
-Jack- dijo con su voz fría y arrastrando las palabras- Cuando veas a tu hermano, dile que se pase por mi despacho.
-Sí, Draco.
-Bien, y ahora vamos a empezar con al reunión. Potter ¿Noticias nuevas?
-No. Angie Maltons me ha informado de que no ha habido movimientos extraños por toda Escocia y Storgins Matters afirma lo mismo desde Gales.
-Pugdins...
Una mujer de unos treinta años, con el pelo muy oscuro y los ojos delineados con negro dándole un aspecto oscuro y no muy pulcro, se llevó una pipa a la boca y aspiró fuertemente. Al expirar, dejó un suave aroma a hierbas en el ambiente.
-Cornelia, apaga eso-exclamó seca Padma-Sabes que soy alérgica- Y en ese momento empezó a toser.
Cornelia la miró con asco y luego se la guardó en el bolso de piel de hipogrifo que tenía colgado.
-En Irlanda tampoco saben nada- afirmó- Y ya sabes cómo son, aunque supieran algo no lo dirían hasta no estar completamente seguros.
Draco sonrió ante la mirada de Cornelia. Era la más experimentada de todo su grupo, el formado por los más jóvenes aurores. Le caía bien aunque su forma de vida no fuera aceptada entre sus compañeros. Si ella quería vivir debajo de un puente para hacer un experimento o quedarse en la oficina, a él le daba igual. Incluso le resultaba práctico.
-Bien, entonces todos estaréis de acuerdo en cerrar el círculo hasta un radio de treinta kilómetros desde Londres-exclamó Draco.
-Personalmente, Draco, creo que Pansy puede estar mucho más lejos de ese radio. Que no haya salido de Inglaterra no quiere decir que no esté más lejos- interrumpió Blaise.
-Entonces ¿Dónde propones, Blaise?- Padma lo miraba con los ojos muy abiertos y una seductora sonrisa en sus labios color carmín.
-En las casas de los antiguos mortífagos-
Hubo un murmullo.
-¡Eso está desfasado!- gruñó Jack, igual a su hermano excepto por la edad, siete años mayor que éste, y la perilla, que éste no llevaba- Tenemos alarmas mágicas en todas las casas, si hubiese algo extraño o algún intruso lo sabríamos.
-¿Acaso crees que Parkinson no sabrá desconectarla?-se le enfrentó Blaise- Pansy no es peligrosa, o al menos eso creemos, pero debo recordarles que ella también mató a una persona la noche de la batalla- Padma, que también era amiga de Anne, y Blaise intercambiaron una mirada-Pansy sabe mucho más de lo que nos figuramos. Era la mejor de Slytherin en Transformaciones y no era mala en Pociones, sobre todo en las de los últimos años...
-Creo que Zabini tiene razón- terció Cornelia mirando a Draco- No sabemos de lo que es capaz Parkinson, y si ha sido capaz de salir de Azkaban...
Draco se acercó a la ventana. Llovía copiosamente.
-Nos reuniremos en un par de semanas. Cornelia, sigue en contacto con los irlandeses, Trendmond y Patil, seguid con lo vuestro. Sommers y Zabini quiero veros estudiando cada uno de los pasos de Parkinson desde que tenía pañales y Jeremy- el muchacho lo miró desde sus gafas de montura demasiado grandes- Ocúpate de que se refuerce la seguridad en todo Azkaban. ¡Vamos!
Todos salieron del despacho y Draco se dejó caer ruidosamente en el sillón. Miró el montón de papeles que tenía que revisar antes de marcharse y suspiró.
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-¿Entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Vas a salir con él?
La pregunta no sobresaltó a la chica. Tumbadas en la cama de la morena, las dos chicas observaban cómo Anne pintaba, uno de sus entretenimientos preferidos. La pelirroja se levantó y miró a su hija.
-Hoy he ido a ver a Silvia, la dueña de la Academia de Baile. He presentado mi dimisión.
-¿Te ha puesto muchas pegas?
-No, incluso me ha propuesto que siga después de dar a luz. Dice que está muy contenta con mis clases.
-¡Es estupendo, Gin!
Ginny sonrió y se desperezó. La camisa blanca estaba casi desabrochaba y la camiseta blanca que llevaba debajo le hacía una forma preciosa en el escote. Los pantalones le quedaban estrechos y sintió un ligero temblor al pensar en ello.
-Aún tengo que decírselo a mis padres-suspiró la joven. Notó cómo su amiga le apretaba el hombro con su mano.
-No te preocupes, comprenderán-
Ginny levantó los ojos y los clavó en los de Hermione.
-¿Tu lo crees?
-Sí. Ellos te quieren, Ginny. Es verdad que será duro para ellos, pero deben comprender que es tu vida...y que por encima de todo es tu hijo.
-Si no lo aceptan...
-Lo harán.
-¿Cómo estás tan segura?
-Porque ellos te quieren con locura.
Hermione le sonrió y Ginny no tuvo más remedio que seguirla.
-Y dime ¿Qué tal besa ese Daniel?
-Mmm, no sé...
-Después de haberte casado con el chico que mejor besaba de todo Hogwarts, supongo que él no será nada.
-¿Sinceramente?
-Siempre.
-Bueno, en la escala de 1 al 10 y suponiendo que a Draco le ponemos un 9- Hermione la miró como si estuviera loca- Sí, Hermione, la perfección es demasiado y no valen los decimales.
-¡Ah! Bien, bien-
-Pues, yo le daría un 8 en dulzura, un 7 en pasión y un 7 en...
-¡En general, Ginny!
Ginny sonrió al ver la expectación de su amiga.
-Está bien, está bien. Un 7.
-Vaya, espero que sea mejor en la cama.
Ginny abrió la boca fingiéndose escandalizada y Hermione la imitó. Ginny en un descuido de su amiga, cogió un cojín y se lo plasmó en la cara.
-¡Ey!
Hermione se lo devolvió y así comenzaron una cruenta lucha de almohadas mientras Anne, que había dejado de pintar, las miraba con risas. Crookshanks se enredaba en sus piernecitas. Después de más de una caída de la cama y de reventarse a almohadazos, Ginny y Hermione cayeron rendidas.
-Hermione-
-Mmm-
-Yo también espero que sea mejor en la cama.
Hermione rió.
-Aunque como Draco lo veo difícil-susurró para sí misma.
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-Tenemos que hablar-
-Dime-
-¿Me quieres, Draco?
-¿A qué viene eso, Megan?
-¡Te he preguntado si me quieres!
Draco dejó los papeles y se dirigió a la joven que lo miraba con los ojos refulgentes.
-Quiero saber si vamos a alguna parte. Si somos algo. Ni siquiera vivimos juntos.
-¿Lo necesitas? Creí que eras como yo.
Megan suspiró y miró hacia la ventana. Seguía lloviendo.
-Me voy a París.
Draco levantó la mirada.
-¿Cómo?-no sabía si alegrarse o sentirlo.
-Me han ascendido y Meg me necesita. Además, no creo que a ti te importe mucho ¿No?
-Haz lo que quieras.
-Bien. Entonces, adiós Draco.
Se levantó y lo miró. El muchacho miraba hacia otro lado.
-Sólo quisiera saber si estos meses he significado algo para ti o sólo una diversión en la cama.
El muchacho no respondió.
-Bien.
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¡¡¡Hola!!! No os quejaréis, que no habéis tenido que esperar mucho ¿Eh? Este capítulo es una pequeña compensación por haber esperado tanto. Espero que os guste tanto como a mí. Un besazo a tod@s.
Reviews:
Jeru: ¡Hola! Jeje, como verás, no has tenido que esperar mucho ¿Eh? Espero que te guste este capítulo, porque le he cogido mucho cariño. Me alegra un montón que te guste lo que escribo.
Lucre: ¿Qué tal? Bueno, espero que estés contenta con la pareja que he creado en este capítulo, y también me gustaría que opinaras sobre Ivett y Blaise, porque nadie ha hablado de esos personajes y ya que la chica es un invento mío...Bueno, a ver que te parece. En cuanto a lo de Harry, lo estuve pensando durante mucho tiempo, pero después de leerme el quinto libro vi tan claro que un Harry/ Ginny era imposible que me deprimí. Pero no et preocupes, quizá Harry encuentre también pareja...Besos.
Fabisa: ¡Eeeeyyyy! No has tenido que esperar mucho ¿no? Muchas gracias por dejarme un review...Y espero que sigas leyendo y dejando tus opiniones.
