Capítulo 9. Sorpresas desagradables
Harry se tumbó en el sofá y cerró los ojos con fuerza. De lejos sólo se oía el repiqueteo de los tacones de Ginny que bailaba mientras hacía la cena. Una suave melodía también llegaba a sus oídos, pero era el sonido de los tacones lo que le hacía sentirse en casa. Su voz ya no se escuchaba, pero si se hubiese dado la vuelta, podría haberla oído cantar o regañar a Anne por intentar comerse un lápiz de colores. Se sentía tan bien con ellas, como si en realidad fuesen una familia. Si él hubiese sido el padre de Anne, y no ese desgraciado de Malfoy. Se frotó los ojos y se acurrucó más en el sofá. Sí, esa hubiera sido una buena noticia, que Anne hubiese sido su hija, como una vez imaginó, la vez que ella se acercó andando torpemente en sus dos piernas blancas y pequeñas, se abrazó a él y le dijo "Da". Ese día lo recordaría por el resto de su vida. Él llegó a sentir cierta atracción por la pelirroja Weasley, y estaba seguro que con la perseverancia y el cariño forjados por años de amistad hubiesen llegado a ser una familia. Una familia. Algo de lo que Harry había carecido en su vida.
Si Anne hubiera sido una Potter, él se habría asegurado de que ella y su madre hubieran sido felices. Pensó en Ginny y sonrió tristemente. No conocía a nadie tan desgraciado como ella. Quizá muchos habían sufrido más, pero menos tiempo. Ginny pasaba por duras pruebas desde que tenía quince años, y aún no habían terminado.
-Aún no...-
Porque algo le decía que una cosa terrible iba a ocurrir, era una sensación que no lo abandonaba desde hacía días. Pero ella ahora estaba bien, era feliz. No iba a agobiarla con estúpidas tribulaciones que al final no eran más que suposiciones sin ningún fundamento.
-Harry, mamá dice que vayas a ayudarla.
Harry se dio la vuelta y se encontró con los ojos grades y grises de Anne. Estaba tan graciosa con aquellas pequitas esparcidas por la nariz y el pelo recogido en trencitas.
-¿Te gustan?- exclamó la niña cogiendo con sus manos las trencitas- Me las hizo tía Mione.
-¿Ella sabe que la llamas así?
-Sí, pero sólo me deja a mí...Dice que soy su sobrina preferida- sonrió, dejando ver sus pequeños dientes de leche.
Harry sonrió y cogió a la niña en brazos.
-¿Y qué hace tu madre?
-La cena. Pastel de carne y tarta de melaza.
-Mmm, me encanta esos paltos ¿A ti no, Anne?
-Mmm, sí.
Ambos se apresuraron a la cocina y se encontraron con una radiante Ginny.
-Al fin has venido, Harry. ¿Podrías poner la mesa mientras yo me quito la ropa y me pongo el pijama?. Tengo mucho calor.
-Sí, claro- declaró el muchacho- Anne y yo nos encargamos de todo.
Ginny sonrió y le tendió el delantal, que él dejó encima de la mesa.
-Ni loco me pongo eso, Anne- le susurró a la chica cuando su madre se fue.
Anne rió. Tenía la misma risa que su madre, pero sus ojos grises podían relucir y ser fríos como los de su padre. Ginny regresó en un cuarto de hora, con el pelo húmedo cayéndole por los hombros y un camisón verde agua traslúcido. No se dio cuenta de la mirada de deseo que Harry le mandó.
-¿Comemos?-preguntó, al verlo parado mirándola como si fuese la primera vez.
-Claro, claro-
Después de cenar, como casi todos los viernes, se tumbaron en el sofá y se pusieron a ver la televisión muggle, ya que Harry debía estar enterado de todo lo que pasaba en ese mundo, y a Anne le encantaban los dibujos. Parecían una pintoresca familia de clase media: el padre, joven, fuerte, alto, guapo, con una camiseta blanca muy pegada y un pantalón de chándal, tumbado en uno de los límites abrazado a la niña; la hija, con un pijama de algodón celeste hecho por su madre y abrazado con fuerza al padre; y en el otro extremo semitumbada y mezclando sus piernas con los de su marido, la madre, que se miraba con interés las uñas.
Sólo había un problema: Harry no era el marido de Ginny ni Anne era su hija. Y en ese momento volvió a desearlo. Miró a Ginny, que en esos momentos miraba atentamente la televisión.
-Te resfriarás con el pelo así, Gin-le advirtió.
-Hace mucho calor, Harry- se excusó ella- No me resfriaré. Además, apetece mojarse el pelo.
-¿Me lo puedo mojar yo también, mamá?-preguntó Anne.
-¿Y estropearte las trencitas que con tanto cariño te ha hecho tía Herm, Anne?-
La niña se lo pensó un par de segundos y luego negó con la cabeza. Harry y Ginny intercambiaron una mirada cómplice y sonrieron.
De repente sonó el timbre de la puerta y Ginny se levantó cansadamente.
-No vayáis ninguno de los dos-exclamó, al ver que Harry y la pequeña Anne seguían abrazados-Que ya estamos nosotros, ¿verdad pequeño?- exclamó acariciándose el vientre.
Otra vez el timbre.
-¿Quién será?- preguntó Harry en voz alta. Ginny se encogió de hombros.
-Quizá sea algún compañero tuyo.
-Deja, Ginny, ya voy yo-
Se levantó rápidamente y cogió a la pequeña Anne en sus brazos, ya que así ella lo reclamaba y él nunca le decía que no. Ginny los siguió. Cuando abrió la puerta se encontró con la persona a la que menos querían ver esas dos personas: Draco Malfoy. Estaba empapado, como si hubiese estado caminando durante un tiempo por debajo de la lluvia. Pero no llovía. Los cabellos estaban desordenados y la ropa pegada al cuerpo. Se sostenía con una mano en el marco de la puerta y con el otro se agarraba el costado derecho. Cuando levantó la cara, vieron horrorizados que la tenía llena de moratones y que del labio le salía sangre.
-Ginny-susurró.
Ginny se apresuró a cogerlo y al verlo de cerca comprobó lo que tanto temía: estaba herido. Harry soltó a Anne y también se apresuró a tomar a Draco en brazos, justo en el momento en que él se desmayaba.
-¡Draco!-exclamó asustada la muchacha-¿Qué le habrá pasado?
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Tumbados en la cama, ebrios de amor y cansados después de entregarse el uno a otro, Ron y Hermione se acariciaban cariñosamente. Se miraban a los ojos descubriendo cosas ya descubiertas, buscando secretos ya descubiertos, pero con ternura, con tranquilidad, con amor recíproco. Ron dibujaba con sus largos dedos la desnudez de su prometida mientras ella cerraba los ojos disfrutando de sus caricias. Era lo que más le gustaba. Aquella paz sólo encontrada en esos momentos, aquellas caricias dulces y tiernas de niños, aquella felicidad impregnada de amor profundo y sabio. Aquel amor...
-¿Cuándo le diremos a tus padres lo de la boda? Mis padres quieren saber ya la fecha.- la voz de Hermione sobresaltó al pelirrojo, que en ese momento pasaba sus manos por la cadera de la chica.
-No lo sé. Si quieres en la próxima comida familiar. Últimamente no los veo mucho y...-
-Estás seguro ¿verdad?
Ron clavó los ojos azules en los de ella y se acercó aún más hasta que su piel y la de ella no se distinguieron.
-¿Lo dudas?
-No, pero...- Hermione pensaba cada palabra, cada pensamiento- Ya un mes que me lo pediste y no has vuelto a hablar del tema.
-Tampoco nos hemos visto mucho. En el Ministerio casi no se puede respirar y tú tampoco tienes mucho tiempo libre.
-Lo sé, pero...-suspiró y se aferró al pecho de su prometido- Tengo tanto miedo, Ron.
-¿De qué?
-De todo. Tengo miedo de que un día me despierte y no estés a mi lado, miedo de que Ginny no pueda mantenerse sola, miedo de que Harry vuelva a desaparecer, tengo miedo por mis padres, por los tuyos, por...por ti.
-No tengas miedo, Herm. Todo va a salir bien-
Hermione se separó y se enderezó. La sábana blanca dejó de cubrirla y su desnudez fue acariciada por la Luna.
-Eso espero, Ron, eso espero.
Ron se sentó también en la cama, pero la morena se dio la vuelta y se levantó, acercándose a la ventana. Ron intentó impedírselo, pero ella fue más ligera.
-Herm, vuelve a la cama. Vas a resfriarte.
De repente un estallido proveniente del salón. Hermione dio un respingo y cogió la varita, no sin antes ponerse la bata larga que caía en uno de los sillones. Ron también se levantó de un salto y, ocupado en buscar si varita, no vio cómo su prometida se dirigía ya hacia el salón. Cuando se dio cuenta, Hermione había escapado de su ángulo de visión.
-Mierda-masculló.
Salió con sólo unos calzoncillos y la varita empuñada amenazadoramente, pero lo que vio le sorprendió de sobremanera. Hermione, con la bata larga, enfrente de un bulto que no se movía.
-Hermione...¿Quién es?-susurró.
-No sé-y encendió la luz.
Frente a sus ojos apareció la cara de Nimphadora Tonks.
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¡¡¡Hola!!! Siento haber tardado tanto en actualizar, pero he decidido hacer un capítulo movidito y me ha costado encajar las fichas....Espero que os guste y también no tardar mucho en el siguiente.
Besitos a todas y gracias por los reviews....
Fabisa: Bueno, la verdad es que para este has tenido que esperar un poquito más, pero espero que te guste. Sobre Draco, bueno, parece que lo tiene todo perdido con Ginny, pero las cosas pueden cambiar...¿Usará la pena? No lo sé. Y se acerca un nuevo rival, que encima vive con ella y su hija lo adora...Le estoy poniendo las cosas difíciles ¿Eh? Que sufra, por capullo. Eje. Bueno, y en cuando a Blaise e Ivett, a mi esa pareja me encanta, son como Ron y Hermione pero mucho más pervertidos. Un besito muy fuerte.
Azazel-Black: Me honras con lo que me dices, jeje. Espero que te sigan gustando los capítulos. Un besito.
Ginny-Montero: Me alegro que te parezca genial y bueno a mi también me ha pasado eso mucho, lo de menospreciar uno y luego encantarme. Por eso ahora lo leo, jeje. Besos y espero volver a verte.
Black-Ginny: La verdad es que yo opinaba que Harry y Ginny eran la pareja perfecta hasta hace muy poco tiempo, pero desde que me releí el quinto libro, no sé, se me quitaron las ganas de hacer fics sobre ellos. Los leo y algunos me parecen geniales(Matrimonios y Mortífagos o los de Sashira) pero cada vez que me siento a escribir uno, el personaje masculino se va modela
Harry se tumbó en el sofá y cerró los ojos con fuerza. De lejos sólo se oía el repiqueteo de los tacones de Ginny que bailaba mientras hacía la cena. Una suave melodía también llegaba a sus oídos, pero era el sonido de los tacones lo que le hacía sentirse en casa. Su voz ya no se escuchaba, pero si se hubiese dado la vuelta, podría haberla oído cantar o regañar a Anne por intentar comerse un lápiz de colores. Se sentía tan bien con ellas, como si en realidad fuesen una familia. Si él hubiese sido el padre de Anne, y no ese desgraciado de Malfoy. Se frotó los ojos y se acurrucó más en el sofá. Sí, esa hubiera sido una buena noticia, que Anne hubiese sido su hija, como una vez imaginó, la vez que ella se acercó andando torpemente en sus dos piernas blancas y pequeñas, se abrazó a él y le dijo "Da". Ese día lo recordaría por el resto de su vida. Él llegó a sentir cierta atracción por la pelirroja Weasley, y estaba seguro que con la perseverancia y el cariño forjados por años de amistad hubiesen llegado a ser una familia. Una familia. Algo de lo que Harry había carecido en su vida.
Si Anne hubiera sido una Potter, él se habría asegurado de que ella y su madre hubieran sido felices. Pensó en Ginny y sonrió tristemente. No conocía a nadie tan desgraciado como ella. Quizá muchos habían sufrido más, pero menos tiempo. Ginny pasaba por duras pruebas desde que tenía quince años, y aún no habían terminado.
-Aún no...-
Porque algo le decía que una cosa terrible iba a ocurrir, era una sensación que no lo abandonaba desde hacía días. Pero ella ahora estaba bien, era feliz. No iba a agobiarla con estúpidas tribulaciones que al final no eran más que suposiciones sin ningún fundamento.
-Harry, mamá dice que vayas a ayudarla.
Harry se dio la vuelta y se encontró con los ojos grades y grises de Anne. Estaba tan graciosa con aquellas pequitas esparcidas por la nariz y el pelo recogido en trencitas.
-¿Te gustan?- exclamó la niña cogiendo con sus manos las trencitas- Me las hizo tía Mione.
-¿Ella sabe que la llamas así?
-Sí, pero sólo me deja a mí...Dice que soy su sobrina preferida- sonrió, dejando ver sus pequeños dientes de leche.
Harry sonrió y cogió a la niña en brazos.
-¿Y qué hace tu madre?
-La cena. Pastel de carne y tarta de melaza.
-Mmm, me encanta esos paltos ¿A ti no, Anne?
-Mmm, sí.
Ambos se apresuraron a la cocina y se encontraron con una radiante Ginny.
-Al fin has venido, Harry. ¿Podrías poner la mesa mientras yo me quito la ropa y me pongo el pijama?. Tengo mucho calor.
-Sí, claro- declaró el muchacho- Anne y yo nos encargamos de todo.
Ginny sonrió y le tendió el delantal, que él dejó encima de la mesa.
-Ni loco me pongo eso, Anne- le susurró a la chica cuando su madre se fue.
Anne rió. Tenía la misma risa que su madre, pero sus ojos grises podían relucir y ser fríos como los de su padre. Ginny regresó en un cuarto de hora, con el pelo húmedo cayéndole por los hombros y un camisón verde agua traslúcido. No se dio cuenta de la mirada de deseo que Harry le mandó.
-¿Comemos?-preguntó, al verlo parado mirándola como si fuese la primera vez.
-Claro, claro-
Después de cenar, como casi todos los viernes, se tumbaron en el sofá y se pusieron a ver la televisión muggle, ya que Harry debía estar enterado de todo lo que pasaba en ese mundo, y a Anne le encantaban los dibujos. Parecían una pintoresca familia de clase media: el padre, joven, fuerte, alto, guapo, con una camiseta blanca muy pegada y un pantalón de chándal, tumbado en uno de los límites abrazado a la niña; la hija, con un pijama de algodón celeste hecho por su madre y abrazado con fuerza al padre; y en el otro extremo semitumbada y mezclando sus piernas con los de su marido, la madre, que se miraba con interés las uñas.
Sólo había un problema: Harry no era el marido de Ginny ni Anne era su hija. Y en ese momento volvió a desearlo. Miró a Ginny, que en esos momentos miraba atentamente la televisión.
-Te resfriarás con el pelo así, Gin-le advirtió.
-Hace mucho calor, Harry- se excusó ella- No me resfriaré. Además, apetece mojarse el pelo.
-¿Me lo puedo mojar yo también, mamá?-preguntó Anne.
-¿Y estropearte las trencitas que con tanto cariño te ha hecho tía Herm, Anne?-
La niña se lo pensó un par de segundos y luego negó con la cabeza. Harry y Ginny intercambiaron una mirada cómplice y sonrieron.
De repente sonó el timbre de la puerta y Ginny se levantó cansadamente.
-No vayáis ninguno de los dos-exclamó, al ver que Harry y la pequeña Anne seguían abrazados-Que ya estamos nosotros, ¿verdad pequeño?- exclamó acariciándose el vientre.
Otra vez el timbre.
-¿Quién será?- preguntó Harry en voz alta. Ginny se encogió de hombros.
-Quizá sea algún compañero tuyo.
-Deja, Ginny, ya voy yo-
Se levantó rápidamente y cogió a la pequeña Anne en sus brazos, ya que así ella lo reclamaba y él nunca le decía que no. Ginny los siguió. Cuando abrió la puerta se encontró con la persona a la que menos querían ver esas dos personas: Draco Malfoy. Estaba empapado, como si hubiese estado caminando durante un tiempo por debajo de la lluvia. Pero no llovía. Los cabellos estaban desordenados y la ropa pegada al cuerpo. Se sostenía con una mano en el marco de la puerta y con el otro se agarraba el costado derecho. Cuando levantó la cara, vieron horrorizados que la tenía llena de moratones y que del labio le salía sangre.
-Ginny-susurró.
Ginny se apresuró a cogerlo y al verlo de cerca comprobó lo que tanto temía: estaba herido. Harry soltó a Anne y también se apresuró a tomar a Draco en brazos, justo en el momento en que él se desmayaba.
-¡Draco!-exclamó asustada la muchacha-¿Qué le habrá pasado?
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Tumbados en la cama, ebrios de amor y cansados después de entregarse el uno a otro, Ron y Hermione se acariciaban cariñosamente. Se miraban a los ojos descubriendo cosas ya descubiertas, buscando secretos ya descubiertos, pero con ternura, con tranquilidad, con amor recíproco. Ron dibujaba con sus largos dedos la desnudez de su prometida mientras ella cerraba los ojos disfrutando de sus caricias. Era lo que más le gustaba. Aquella paz sólo encontrada en esos momentos, aquellas caricias dulces y tiernas de niños, aquella felicidad impregnada de amor profundo y sabio. Aquel amor...
-¿Cuándo le diremos a tus padres lo de la boda? Mis padres quieren saber ya la fecha.- la voz de Hermione sobresaltó al pelirrojo, que en ese momento pasaba sus manos por la cadera de la chica.
-No lo sé. Si quieres en la próxima comida familiar. Últimamente no los veo mucho y...-
-Estás seguro ¿verdad?
Ron clavó los ojos azules en los de ella y se acercó aún más hasta que su piel y la de ella no se distinguieron.
-¿Lo dudas?
-No, pero...- Hermione pensaba cada palabra, cada pensamiento- Ya un mes que me lo pediste y no has vuelto a hablar del tema.
-Tampoco nos hemos visto mucho. En el Ministerio casi no se puede respirar y tú tampoco tienes mucho tiempo libre.
-Lo sé, pero...-suspiró y se aferró al pecho de su prometido- Tengo tanto miedo, Ron.
-¿De qué?
-De todo. Tengo miedo de que un día me despierte y no estés a mi lado, miedo de que Ginny no pueda mantenerse sola, miedo de que Harry vuelva a desaparecer, tengo miedo por mis padres, por los tuyos, por...por ti.
-No tengas miedo, Herm. Todo va a salir bien-
Hermione se separó y se enderezó. La sábana blanca dejó de cubrirla y su desnudez fue acariciada por la Luna.
-Eso espero, Ron, eso espero.
Ron se sentó también en la cama, pero la morena se dio la vuelta y se levantó, acercándose a la ventana. Ron intentó impedírselo, pero ella fue más ligera.
-Herm, vuelve a la cama. Vas a resfriarte.
De repente un estallido proveniente del salón. Hermione dio un respingo y cogió la varita, no sin antes ponerse la bata larga que caía en uno de los sillones. Ron también se levantó de un salto y, ocupado en buscar si varita, no vio cómo su prometida se dirigía ya hacia el salón. Cuando se dio cuenta, Hermione había escapado de su ángulo de visión.
-Mierda-masculló.
Salió con sólo unos calzoncillos y la varita empuñada amenazadoramente, pero lo que vio le sorprendió de sobremanera. Hermione, con la bata larga, enfrente de un bulto que no se movía.
-Hermione...¿Quién es?-susurró.
-No sé-y encendió la luz.
Frente a sus ojos apareció la cara de Nimphadora Tonks.
//////////////////////////////////////////////////////////////////////////// ///////////////////////////////////////////
¡¡¡Hola!!! Siento haber tardado tanto en actualizar, pero he decidido hacer un capítulo movidito y me ha costado encajar las fichas....Espero que os guste y también no tardar mucho en el siguiente.
Besitos a todas y gracias por los reviews....
Fabisa: Bueno, la verdad es que para este has tenido que esperar un poquito más, pero espero que te guste. Sobre Draco, bueno, parece que lo tiene todo perdido con Ginny, pero las cosas pueden cambiar...¿Usará la pena? No lo sé. Y se acerca un nuevo rival, que encima vive con ella y su hija lo adora...Le estoy poniendo las cosas difíciles ¿Eh? Que sufra, por capullo. Eje. Bueno, y en cuando a Blaise e Ivett, a mi esa pareja me encanta, son como Ron y Hermione pero mucho más pervertidos. Un besito muy fuerte.
Azazel-Black: Me honras con lo que me dices, jeje. Espero que te sigan gustando los capítulos. Un besito.
Ginny-Montero: Me alegro que te parezca genial y bueno a mi también me ha pasado eso mucho, lo de menospreciar uno y luego encantarme. Por eso ahora lo leo, jeje. Besos y espero volver a verte.
Black-Ginny: La verdad es que yo opinaba que Harry y Ginny eran la pareja perfecta hasta hace muy poco tiempo, pero desde que me releí el quinto libro, no sé, se me quitaron las ganas de hacer fics sobre ellos. Los leo y algunos me parecen geniales(Matrimonios y Mortífagos o los de Sashira) pero cada vez que me siento a escribir uno, el personaje masculino se va modela
