Capítulo10. Enfrentamientos e historias de familia.

Tumbado en la cama de Ginny y con una poción adormecedora en el cuerpo, Draco descansaba por fin tranquilo. A su lado, la pelirroja Weasley le cogía la mano mientras lo miraba, tras haberle curado todas las heridas. Estaba mal, pero al verlo pensaba que estaba peor.

Y ahora, allí solos, Ginny sintió en su pecho una convulsión de llanto. Porque verlo así, tan desvalido y herido le hacía recordar tiempos que deseaba olvidar y que en los últimos tiempos y sin saber por qué, había vuelto con más intensidad a su vida. Se abrazó con una mano y se dio cuenta del frío que hacía. Era como una presencia invisible que helaba la habitación y le hacía sentir escalofríos. Y pensar que hace sólo unas horas había estado tan feliz junto a Dan...Ahora eso parecía lejano, difuso, como si le hubiese pasado a otra persona y ella simplemente hubiese sido mera espectadora.

Se levantó de la silla y se acercó al amplio ventanal que poseía en su dormitorio. Sólo se observaban las farolas deprimentes de su calle y la lluvia fina que como siempre bañaba Londres en aquella dichosa estación.

Suspiró. Harry debía haber vuelto ya. Odiaba encontrarse sola. Desde pequeña, la necesidad de encontrarse rodeada de gente la atosigaba. Sus años de adolescencia condenada a la soledad fueron los más duros y crueles de su vida. El embarazo de Anne, el miedo a Voldemort, la distancia de Draco...Su sensibilidad había aumentado y su capacidad de amar sin ser herida se había secado.

-Ginny- la voz de Draco, quebrada, llegó a sus oídos. Se dio la vuelta y corrió hacia él.

-Draco- el joven apenas podía abrir los ojos- Estoy aquí, estoy aquí.

-Avisa...a...la...orden-susurró-Tonks...está...

Su voz se quebró y cayó desmayado. Ginny se levantó y le besó la frente, que estaba empapada en sudor. Salió de la sala y se acercó a la chimenea, pero antes de que pudiera hacer algo, dos figuras salieron de ella seguidas de otra más a los segundos. Ginny no tardó más que un par de segundos en reconocer a Hermione, Ron y a Tonks, ésta última sin dar señales de vida.

-¡Ron, Herm!-gritó Ginny, y al ver a Tonks ahogó un grito- ¿Qué ha pasado?

-No hay tiempo para preguntas, Gin. ¿Draco está aquí?-preguntó su hermano muy nervioso y examinando cada rincón. Hermione tumbó a Tonks en el sofá y lo imitó.

-Está herido.

-Debemos hablar con él-

-¿No me has escuchado? Está herido. Ahora se acaba de desmayar. Harry ha ido a buscar a Dumbledore y a dejar a Anne...

-¿Dónde está Anne?-la interrumpió Hermione.

-En casa de mi madre, pero ese no...

-Está en peligro, Gin.

-¿Anne? ¿Por qué?

-No podemos explicártelo, pero debéis iros ahora.

-¿Cómo que no? Mira Hermione, me estoy empezando a enfadar.

-Os buscan-dijo su hermano- A ti y a Anne. Debéis iros rápidamente.

-¿Quién?-exclamó desesperada Ginny-¿Quién nos busca?

-Pansy y Lucius. Y no tardarán en encontraros.

-Pero Lucius...-

-Ha escapado.

Ginny sintió que su mundo se le caía encima.

-¿Qué le pasa a Tonks?-dijo, dándose cuenta del estado de la mujer.

-Está muerta-afirmó con crudeza Ron. Hermione asintió con la cabeza.

-¡No!-sollozó Ginny. Ron la balanceó con fuerza.

-¡No es hora de llorar. Hermione te llevará a la nueva guarida. Yo me ocuparé de Draco.

-¿Y Anne?

-Po...Harry la traerá-dijo con rapidez Hermione. Tenía un brillo extraño, como de locura en sus ojos ambarinos.

-Voy a vestirme.

-Yo te llevaré la ropa, Gin. No podemos perder tiempo.

-Está bien- aceptó la joven. Hermione la agarró del brazo y murmuró a la chimenea una dirección desconocida para Ginny.

-Tú primera-sonrió la morena.

Al llegar al lugar que Hermione había nombrado, Ginny no pudo reprimir un escalofrío. Sin duda era la casa más sórdida en la que nunca había estado. Los muebles, antaño antiguos, estaban destrozados, ajados por el tiempo y cubiertos por una espesa capa de polvo. Las telarañas colgaban de las carísimas lámparas y el sonido de ratones se escuchaba por todos los rincones. El sonido de la joven de pelo enmarañado llegando a ese lugar fue lo único que calmó el gorgoteo de las tuberías y el murmurar de las alimañas.

-Hermione ¿Qué hacemos aquí? ¿Seguro que este es el sitio?-preguntó con voz indecisa Ginny.

Una risa sarcástica, que sin duda provenía de las entrañas del infierno, heló su sangre.

-Mira que eres estúpida Weasley-esa voz sólo podía ser de alguien.

Ginny se dio la vuelta y afirmó sus terribles sospechas. Sonriendo de forma triunfante y con un deje de demencia en sus ojos, Pansy Parkinson salía de las sombras.

-¡Tú!-gritó.

-Te dije, hace ya cinco años, que pagarías Weasley. Y esto sólo es el comienzo. Desmaius.

Después, sólo oscuridad.

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Harry, después de dejar a Anne en La Madriguera, fue a avisar a sus amigos. Todos debían estar alertas, porque lo que le había pasado a Draco no era un simple roce. Sin duda ese día tenía guardia, y Lucius y Pansy se habían dado cuenta. Cómo había logrado escapar con vida, era una incógnita.

Le extrañó ver tanta calma, a pesar de que eran las doce de la noche. Fue directamente al dormitorio, temiendo encontrarse en un momento algo incómodo para la pareja y que él no vivía desde hacía tanto... Al entrar, vio un par de lámparas rotas en el suelo. Encendió la luz y se dio cuenta del desorden que había. Una de dos, o finalmente y como pronosticó Ginny al principio de su relación, se habían tirado los trastos a la cabeza, o ahí había algo extraño. Fue al salón y se extrañó también de encontrarlo desierto.

-Hermione-llamó- Ron.

Nada. Silencio. Silencio absoluto. Revisó el cuarto de baño, la cocina, el estudio. Un débil gemido sonó en esa sala. Abrió una de los armarios de caoba que eran el orgullo de su amiga. Estaban allí, desnudos, sangrando, atados de pies y manos. Harry pensó que en ese momento mataría a quienes hubiesen hecho eso.

Los incorporó y los tumbó en su cama. Luego corrió e hizo una poción sanadora mientras mentalmente le daba las gracias a Ginny por habérsela enseñado.

-Por si alguna vez la necesitas con Anne- le había dicho, sin saber que esa poción salvaría a dos de las personas que más quería en ese mundo.

Ginny. Seguramente estaría preocupada por él. Mejor que no supiera.

Fue hacia la despensa y sacó los frascos que tenía Hermione de hierbas mágicas. Sacó todo lo que necesita e intentó calmarse antes de preparar cualquier cosa. Respiró y dejó escapar el aire de sus labios lentamente. Tranquilo, tranquilo.

Comenzó con cuidado y concierto. Dos ramas de esto, tres miligramos de lo otro, cuatro briznas de aquello. Un poco de lo de más allá. Y listo.

Llamó a Dumbledore por la chimenea y le relató lo ocurrido. Éste no se sorprendió, seguramente ya había sido avisado.

-Tranquilo, ahora mandaré a un sanador de confianza.

¡Qué fácil era decir que estuviera tranquilo sabiendo que sus amigos estaban a punto de morir!

Mientras la poción hervía y Dumbledore se ocupaba de todo, Harry se fue a ver a sus amigos. Hermione era la que estaba peor. Sangraba por la nariz, la boca, varias partes del vientre y por el brazo. Su piel era del color de la cera y sus labios estaban amoratados. Intentó calentarla dándole calor con una manta, pero no varió en mucho.

Ron, por su parte, sangraba en algunos lugares algo inconcretos. Piernas, brazos. Se veía pálido y rojo por todos lados.

-Maldita sea- decía sin poder controlar las lágrimas- Maldita, maldita sea.

Una explosión y voces tras ella. Las reconoció. Una de ellas era Charlie. La otra Molly. Sólo ella lograba regañar, chillar y llorar a la vez.

-¡Mis niños!-gritaba- ¡Mis niños!

-¡Mamá, por Merlín!

Pasos que se acercan. En efecto. Ambos con el pijama puesto y muy asustados. Charlie iba acompañado de un maletín.

-Harry-le dijo sin saludar- Hazle un té fuerte a mi madre y tráeme la poción sanadora cuando esté lista la poción la traes.

Harry sacó a la sra. Weasley a la fuerza y la sentó en el sofá. Hizo té y le llevó al poción a Charlie, que en ese momento examinaba con pesadumbre el cuerpo de su hermano.

-Hermione es la que más sangre ha perdido-le confesó con lágrimas en los ojos- No sé si llevarla a San Mungo. Aún en contra de Dumbledore.

-¿Será mejor?.preguntó ansioso Harry.

-No lo sé. No lo creo.

Ya hacía casi una hora que Ginny estaba sola con Draco ¿habría mejorado? ¿Lo echaría de menos? Decidió ir a verla, calmarla, explicarle lo que había pasado y traerse a Draco. Que no le cayera bien no significaba que quisiera matarlo.

Se levantó del sofá verde y dándole un beso en la frente a Molly se despidió.

-No te preocupes, traeré a Ginny.

-Si, por favor, Harry.

La abrazó y se dio la vuelta. Antes de desaparecerse la miró otra vez. Se la veía tan pequeña y poquita cosa en aquella posición.

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Draco se levantó al oír las voces que hablaban con Ginny. No, ella no podía irse. Debían ir a hablar con Dumbledore, él sabría qué hacer. Al ponerse de pie, sintió un dolor inmenso en el costado y en la pierna. Apenas se podía tener en pie. Oyó que unos pasos se acercaban y reconoció el rostro de su ex cuñado.

-¡Ron! ¿Y Ginny?-

-¡Vaya! Parece que te preocupas mucho por ella ¿no?

-Siempre lo he hecho.

-Ya-suspiró y se acercó. Sus ojos brillaban de odio- Te lo dije, Draco, mira que te lo dije, no te vayas con ella, que lo pagarás...

Se dio la vuelta y cerró la ventana.

-¿Ron?-preguntó.

"¡Merlín!" Pensó, "Ya estoy empezando a ver visiones. El pelo de Ron se está volviendo rubio, y sus ojos claros y..."

-Lucius-susurró con voz baja y sibilante.

-Hola Draco.

-¿Dónde está Ginny?

-No quieras saberlo, mejor piensa con quién está.

-¿Con quién?

-Con Pansy, tu querida amiga.

-¿Estás loco? ¡La matará!

-¿Y qué crees que quiero?

-¿Por qué?

-Ya te dije que un día te quitaría todo lo que amas.

-Eres odioso.

Lucius rió echando hacia atrás su rubio pelo. Seguía tan delgado y decrépito.

-¿Te has dado cuenta ya de que todo lo que amas es a Virginia y a esa mocosa?-Draco iba a responder pero Lucius lo calló con un movimiento de varita y lo ató a la única silla que había en la sala- Bien, querido Draco, quizá deba contarte una historia. Corta, muy corta.

"Hace unos treinta años, cuando tu madre y yo estudiábamos en Hogwarts, conocí a una joven increíble. Su nombre, Andrómeda Black. Era la hermana rechazaba de las perfectas Black, Narcissa la hermosa y Bellatrix la valiente. Por entonces estudiaba séptimo y ya estaba a punto de graduarme. Tu madre aún se encontraba en quinto, pero ya había habido acercamientos entre ella y yo. Exactamente fue en uno de esos acercamientos cuando conocía tu tía Andrómeda. No puedo decirte qué fue lo que tanto me atraía de tu tía, ni lo que me hizo enamorarme de ella. Quizá fuesen sus ojos negros y su pelo centelleante. Era más hermosa que Bellatrix y más dulce y graciosa que Narcissa. Además, tenía sólo un año menos que yo.

Sólo había un problema, se declaraba contraria a todo lo que su familia tenía por normas, tales como la limpieza de la sangre. Además, estaba enamorada de un muggle que conoció en vacaciones, tal y como me confesó Narcissa. Un tal Tonks.

Al principio pensé en jugar un poco con ella, como hacía con todas, pero había algo que no me dejaba separarme de ella. Su manera de andar, sus contestaciones insolentes...No lo sé.

El último día de curso, por la noche, me aventuré a ir a su habitación. Sabía que estaba sola por haber tenido problemas con sus padres, ya que una sangre sucia dormía con ella. Como siempre sería ella la que aguantaría las consecuencias."

Draco estaba callado. Se sentía extraño viendo a su padre tan confesor. Le daba miedo pensar en lo que haría después. Le daba miedo imaginar lo que él decía. Y sentía miedo por ella, por Ginny. Por ella....

"Cuando la vi allí, en su cama, tan dulce, tan perfecta, tan hermosa, me dio miedo acercarme y ni siquiera pude besarla o hacer algo de lo que pensaba hacerle. Me alejé como un cobarde porque esa noche, y por primera vez en mi vida, me sentí demasiado poca cosa para ella. En esos momentos ni mi dinero, ni mi físico, ni mis palabras halagadoras y múltiples promesas podrían haber acercado la zanja que nos separaba.

No volví a verla hasta dos años después, en la graduación de Narcissa. Según sabía, había decidido dedicarse a auror, en contra de sus padres. Aún no estaba con nadie, y lo único que le mantenían unida a su familia eran su primo Sirius, con el que tenía una gran compenetración, y su hermana Bellatrix, a la que amaba con locura. Ese día acudió a la fiesta más por su hermana Bella que por los demás.

Nadie la esperaba, y eso se notó en el aire cuando entró, preciosa, con un traje rojo, largo hasta los pies. No estaba tan impresionante como Narcissa, ni tan emperifollada como ninguna de sus primas, pero consiguió llamar la atención. Se acercó a Bellatrix, le besó las mejillas y la abrazó. Bellatrix le devolvió el saludo con frialdad y ella la miró extrañada.

-¿Qué te pasa, Bellatrix?-le preguntó- ¿Por qué no besas a tu hermana?

-Eres una traidora-escupió.

No dijo nada, sólo se retiró cómo si quemara. Miró alrededor y se dio cuenta de lo poco que pintaba en aquella casa. Ya no tenía a su primo Sirius, él ya había huido a casa de Potter, y lo único que le ataba a sus raíces era una hermana de pelo espeso y ojos claros que la miraba de forma acusadora y con asco.

-Pensé que eras como yo, Bella-le dijo- Me has decepcionado. Ya no pertenezco a esta familia.

Y con esa despedida, Andrómeda Black salió de la sala de baile. Muchas miradas curiosas la siguieron y su tía Kate soltó un par de lágrimas por la "pobre oveja descarriada" de la familia.

Yo salí tras ella. Intenté consolarla y en un momento de sentimentalismo le declaré mis sentimientos. Ella dejó claro lo que pensaba sobre mis ideales y yo lo dejé todo por ella durante cinco meses, los mejores cinco meses de mi vida. Nos fuimos a vivir a un apartamento a las afueras de Londres, y fuimos muy felices. Un día, sin previo aviso, vino a verme Narcissa.

Imagínate por un momento a tu madre con dieciocho años, con el pelo casi por la cintura y una sonrisa provocativa en sus labios finos. Con un traje demasiado corto color verde lima y dispuesta a hacer lo que sea porque vuelvas con ella. Porque vuelvas a tener lo que por el día te falta, lo que te carcome cuando Andrómeda se va de casa y te deja solo, pudriéndote en los recuerdos, y éstos sólo se alejan cuando ella, con su perfume a lilas, llega por la noche, con ojeras y una sonrisa, la sonrisa más hermosa de todas.

Lo consiguió. Consiguió todo lo que quiso y más. Me rogó que volviera, y yo lo hice, y dejé atrás a la mujer de mi vida por el dinero, el poder, y la promesa de su hermana.

No vino, como es natural a la boda. Años después, poco antes de que tú nacieras, volvía verla. Paseaba por el Callejón Diagon con una niña de no más de cinco años. Era su hija y de un tal Tonks, el Tonks que la enamoró en el colegio y con quién se casaría tras nuestra separación. El Tonks que disfrutaría el resto de su vida de ella. Ya no era la Andrómeda que yo había conocido, sino una mujer hermosa, de tez pálida y ojos vivaces que sonreía con facilidad y que había engordado lo suficiente para parecer saludable y en forma. Era diferente a sus hermanas, a las que ya no reconocía, a sus primas, con las que no hablaba, y a su madre, de la que se avergonzaba.

Cuando pasé por su lado y la miré, ella me aguantó la mirada, preguntándome en esos segundos todo lo que había aguantado en silencio por no dañar a su marido. Todas esas preguntas sin respuestas, todas esas dudas...

Así que ya ves, hijo mío, lo que puede cambiar una vida sólo por una mujer. No niego que he sido feliz con Narcissa, ella me ha dado mucho, pero también me ha quitado mucho. El día que decidí dejar a Andrómeda, perdí todas las posibilidades de ser feliz, al igual que tú el día que confesaste tus amores con ¿Megan era? Sí, con Megan. Virginia es el centro de tu vida y, aunque lamento que sea una Weasley y todo eso, nunca te lo he impedido, pues yo también lo he vivido. Lástima que tenga que matarla."

Draco palideció aún más. ¿Matarla? No, por favor, no. Matarla no.

-Es una cuestión de honor, de palabra, y yo he de cumplirla-declaró su padre ante las lágrimas de furia de su hijo- Y ahora-cambió su voz melancólica por la dura y rasposa que siempre había tenido-Pagarás por todo lo que has hecho.

Impedimenta!-gritó una voz. Harry Potter, con los ojos fulgurantes de rabia y el sudor cayéndole por las sienes, había desarmado a Lucius Malfoy- ¿Dónde está Ginny?

-Vaya, vaya-dijo con sorna Lucius-Si es nuestro querido Potter, que ha vuelto de su peregrinaje.

-¿Dónde está Ginny?-

-Bueno, a estas horas puede que esté muerta, o con suerte aún viva....para sufrir.

Harry no aguantó y le atacó, pero Lucius fue más rápido y se apartó. Cogió la varita de su hijo y se lanzó a la lucha. Draco, por su parte, sentía que las imágenes de la realidad se entremezclaban con las de la historia que su padre le había contado. Intentaba mantenerse atento por si podía ayudar, pero no podía. La sangre resbalaba pringosa y caliente por su pierna, y él se perdía en un mundo de fantasías y realidades entremezcladas en las que unas palabras resonaban "Me has decepcionado. Ya no pertenezco a esta familia"

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-Y dime Weasley ¿Cuántos años tienes?

-¿A qué viene eso, Parkinson?-luchaba contra las ganas de pegarle una bofetada en su estúpida cara- ¿A qué viene todo esto?

-¿Esto?-rió locamente-No seré yo quién te informe, querida, sino tu flamante suegro.

-¿Malfoy?

-El mismo-tenía ganas de arrancarle a arañazos esos preciosos rizos color sangre ¿Por qué no los tenía ella?-Y ahora te dejo un rato, voy a hacer la cena.

Salió de su vista para que no la notara llorar. Merlín, cómo la odiaba. Era la mujer más horrible del planeta. Odiaba su cuerpo de bailarina, su pelo rojo y sus labios a juego, odiaba su mirada dulce y sarcástica, sus ojos y su aroma. Odiaba todo lo que había hecho que Draco se enamorara de esa pelirroja. Luchaba contra el deseo de pegarle, de arañarle, de matarla.

Pero no, aún no era hora. Todavía no.

Lucius era el único que sabía cómo debía hacerse ¿Por qué no lo había hecho antes? Eso era una incógnita, no se lo había querido explicar.

La miró a través de la rendija. Tan poquita cosa, tan pequeña, tan inútil y estúpida. Con ese camisón que nada le tapaba....Era una zorra.

Se estremeció en su rincón y deseó no haberla conocido en su vida, porque había algo que no le permitía odiarla del todo. Porque había algo que se mantenía unido a sus recuerdos como una advertencia de lo que podría ser si no hubiese elegido el camino de Voldemort.

Una sonrisa dulce penetró en su mente con fuerza, acompañada de un par de ojos azules y de un pelo pelirrojo y cortado a cepillo con muy mal gusto.

Sonrió y sin querer dos lágrimas surcaron sus mejillas finas y pálidas. Se las secó asqueada de ella misma e intentó sobreponerse a sus pensamientos.

Quizá otro día, pero ese no.

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¿Dónde estaba Ginny? ¿Qué eran esas voces que escuchaba? ¿Quién estaba hablando con un interlocutor que no respondía a las preguntas que el otro realizaba.

Un momento ¿Por qué Tonks estaba allí, tirada y como muerta? La levantó sin hacer ruido y comprobó que sus sospechas no eran ciertas. Sólo se encontraba bajo un hechizo que le daba ese aspecto. Una pócima a la que los magos de padres muggles habían apodado como "la Pócima de Blancanieves" aunque no sabía muy bien por qué. Quizá, la próxima vez que viese a Hermione se lo preguntaría.

Dejó a Tonks recostada sobre el sofá y caminó por el pasillo decorado con papel decorativo en tonos amarillentos. Oía una voz que no tardó en identificar y supo rápidamente también a quién hablaba.

Lucius Malfoy ¿Qué hacía Lucius allí? ¿No había sido encerrado en Azkaban? ¿Por eso Draco estaba tan malherido y Tonks envenenada?

Cuando entró, no pudo menos que quedarse asombrado. La escena le pareció grotesca, no por su forma en sí, sino por su contenido. En esos momentos se alegró de haber tenido en su vida a un padre ausente, pero amable y a la vez presente en su corazón. Como un rayo la imagen de su padrino desbocó sus sentimientos, pero no se dejó dominar por ellos. Esto era lo último que debía hacer un buen auror.

Caminó con lentitud mientras oía sus palabras de desprecio hacia su primogénito y único hijo. Vio el horror y la ira en los ojos de Draco, el miedo a algo que escapaba de su mente, pues no era al sufrimiento, sino a otra causa.

Harry levantó la varita en el momento preciso, justo como debía hacerlo un buen auror. Preguntó por la pelirrojo y recibió como respuesta un tono mordaz de parte del patriarca Malfoy. Entonces comenzó el juego.

Malfoy se movía bien, se notaba que llevaba años defendiéndose de los ataques de los mortífagos. Sin embargo, había puntos a su favor. Malfoy le sacaba al menos veinticinco años y además era miembro destacado de su promoción. Las maldiciones volaron por encima de sus cabezas y rompieron los primorosos cuadros que algún artista copió de Rafael y Rubens y que Ginny cuidaba como verdaderos tesoros. Otros se encargaron de la cajita de música que él mismo le regaló a Anne hacía una semana apenas y que, por casualidad, había ido a parar a su masilla de noche. La bailarina del tutú rosa quedó inclinada hacia el lado derecho como si fuese una acróbata y la música sonaba desafinada.

Se dio cuenta del cansancio de su adversario, pero no de su mirada de malicia. No tenía la suficiente experiencia para sospechar que su adversario tenía un as en la manga.

Y lo sacó. Vaya si lo sacó.

-Así que Potter se ha enamorado de la ex de su enemigo...-sonrió mordazmente-Bueno, quizá, al vivir con ella, te la hayas podido follar bien. Y dime ¿Qué tal es en la cama? Debe ser un genio para dejar a mi hijo como lo ha dejado.

No aguantó más y se abalanzó sobre él. Era lo que Lucius se esperaba y, un segundo antes de que se estrellara contra él se apartó. Harry amortiguó un poco el golpe, pero se despidió el tiempo suficiente para que Lucius se precipitara hacia el pasillo.

Lo siguió, pero cuando llegó al salón él ya se había ido. Aún quedaban algunas llamas verdes en la chimenea.

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¡¡Hola!! No sabéis cuánto siento el retraso de este capítulo, pero se me juntaron los exámenes finales con un montón de problemas y falta de inspiración, así que... Bueno, aquí tenéis el capítulo más largo de todos los que he hecho, así que no os quejéis.

SaraMeliss: Siento que no te gusten los pensamientos de Harry, pero no et preocupes que no lo voy a dejar sin pareja. Es que quería que tuviera algunas dudas sobre Ginny aunque quizá sea verdad que la quiere y...Jejeje, la verdad es que aún no se qué hacer, porque también está Daniel y a Ginny no le disgusta en absoluto. Me alegro de volver a leerte y espero hacerlo en este capítulo guapa.

Mish1: Bueno, aquí tienes la respuesta a la mayoría de los interrogantes y me alegro de que te guste. En este capítulo he puesto mucho, espero que te guste tanto como los demás.

Azazel-Black: No te preocupes que Harry no se va a quedar solo, quizá tenga algún rollo con Ginny, pero recuerda que ahora está Daniel y que Anne adora a Harry, al igual que Ginny. Y que viven juntos.

Ginny-Montero: ¡¡¡Gracias!!! No sabes como me alegran tus reviews. A ver si este te gusta tanto.

Fabisa: Pues, si la cosa se está complicando, y después de esto aún más. Gracias por dejar un review, guapa.

Pilika: Aquí tienes la continuación, a ver si te gusta tanto como los otros.

Pame-lita- Pues sí, a nuestro querido Draco no le va a hacer ninguna gracia ver como Harry vive con su hija y su ex y menos lo bien que se llevan. Pero esto pasará después....