Capitulo 2: Encuentros.

-¡¡BUAAAA!!

-¡Oye idiota! ¿No puedes ir mas lento o hacer, por lo menos, que el caballo salte menos?

-Aaah.

Tres jinetes, en tres caballos, con tres prisioneras amarradas al anca del animal, las cuales no parecen muy felices (bueno si una va llorando, la otra no para de quejarse y una tercera que se limita solo a suspirar, no hay que ser un genio para notar que no están felices). A los pobres hombres ya les empezaba faltar paciencia (cada uno ya tenia una enorme vena hinchada sobre su cabeza)cuando Kia paró de llorar un momento y dijo:

-Tengo hambre ¿No tienes nada para comer?

El sujeto que la llevaba la miró con rabia y sin pronunciar ninguna palabra siguió dirigiendo el caballo.

-No tenias por que mirarme tan feo, bastaba que me dijeras un simple no.

Como Kia había estado llorando todo el tiempo no se había dado cuenta de que Ania estaba en frente de ella, así que penso que podría ser bueno conversar un rato con ella.

-Oye Ania, te llamas Ania ¿cierto?

-Si.

-¿Qué te gusta hacer?

-Dibujar.- Respondió la morena con cierta timidez.

-Y... ¿Dibujas bien?

-Pues... mas o menos.

-Tímida y humilde, todo el perfil de un artista.

-No, yo soy ni humilde y artista.

-Ves, eso lo confirma, las personas suelen negar lo que son, los seres humanos tienden a mezclar lo que sienten con lo que perciben, por lo que no se dan cuenta como son realmente las cosas, por eso siempre cuando hay un problema difícil se busca a personas extrañas ya que ellas son neutrales y no están unidas a ninguna de las causas ¿entiendes?

-No entendí absolutamente nada.

-Ni yo tampoco pero no puedes negar que sonó bonito ja, ja, ja.

-Si, ja, ja, ja.

-¡Y ustedes por que se ríen! ¡Recuerden que por su culpa estamos así!- Gritó Reiya, más enojada por que la estaban ignorando, que por la batalla que perdieron.

-Claro ¿Y quien fue la idiota que se rindió antes de pelear?- dijo Ania con cierto enojo

-Yo creo que las dos tienen la culpa- Pensó Kia recordando la nefasta batalla que perdieron.

"Reiya se dirigía a atacarlos cuando los tres sujetos sacaron de la nada unas enormes espadas casi del tamaño de una casa (bueno la verdad no eran tan enormes, pero igual era bien grandes U).

-Nos rendimos je, je, je.-Dijeron Reiya y Ania con una sonrisa conciliadora. Los tres hombres junto con la joven rubia se cayeron".

-Aah- suspiro Kia. Reiya y Ania ya habían dejado de pelear, como las dos estaban en los extremos de la fila, no se veían, no podían siquiera hacer un duelo de miradas. Así que ambas prefirieron la ley del hielo. A pesar de que Kia estaba muy aburrida penso que lo mejor era no meterse. Pasaron mas o menos 30 minutos cuando la rubia no aguanto más y preguntó:

-¿Adónde vamos?

-Al castillo- contesto el jinete que la llevaba.

-¿Por qué?

-Por que el rey Seth las mando a buscar.

-¿Por qué?

-Qué sé yo, solo soy un simple soldado.-Respondió el hombre ya algo aburrido de tantas preguntas.

Kia tenia aun muchas dudas, pero prefirió no decirlas. Tenia la certeza de que nadie le iba contestar nada. Por lo que siguió el resto del camino en silencio.

La pelirroja era la única que tenia vista hacia a afuera de la fila, pero a ella no le llamaban la atención ni los arboles, ni los extraños animales, ni las islas que flotaban en el cielo. Iba sumida en lo mas profundo de sus pensamientos, cuando vio una cosa blanca con orejas de conejo y una extraña gema roja en su cabeza. La criatura saltaba de un lado para otro gritando un gracioso puu. De repente se quedo estática mirando a Reiya. No fue que esa cosa hablara o que telepáticamente sintiera que alguien le hablara, fue como un pensamiento, un sentimiento nostálgico lejano, un recuerdo olvidado que salió a la luz cuando vio ese animal.

-Bienvenidas, otra vez, legendarias guerreras mágicas- murmuro Reiya, como alguien que repite una frase que le han dicho y no alcanza a comprender su significado.

La joven busca con la mirada y no puede encontrar al conejo con la gema roja. Había desaparecido junto con esas palabras.

-¿Qué fue eso?- se preguntó, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Kia.

-¡Miren eso!

Un enorme cristal flotaba en medio de un prado. El cristal era muy irregular, lleno picos que parecían desafiar al cielo. Parecía estar echo de hielo por su color y sus formas, pero la tempera era demasiado alta como para ser de este material. Era muy hermoso e imponente. Las jóvenes quedaron boquiabiertas al verlo.

-Eso es el castillo.- respondió uno de los hombres sin mucho entusiasmo.

-¿Eso es un castillo?- Dijo Ania, sin todavía poder creerlo.

Los jinetes no respondieron y se acercaron a unos hombres, que por la edad y la forma en que vestían parecían de rango mayor. Al acercarse lo confirmaron, los jinetes les rindieron honores y les hablaron con mucho respeto de las niñas que habían encontrado en el bosque. Uno de los oficiales les pidió verlas. Las jóvenes fueron desatadas y exhibidas ante aquellos hombres. Uno de ellos pareció hacer un gesto afirmativo siendo llevadas de una forma inexplicable al interior del castillo. Ya adentro, fueron conducidas por interminables pasillo, puertas y habitaciones, hasta llegar a un salón donde había varias mujeres de todas las edades, que se veían muy asustadas. Al final del salón, había un hombre de unos 25 años sentado en un sillón bastante lujoso. Era muy bien parecido. Tenia los ojos celestes y el pelo verde, tez clara, y una contextura física media. Su ropa recordaba a la que usaban los príncipes en los cuentos pero tenia un algo que la hacia diferente. A su lado estaba un anciano vestido completamente de verde, cuyo cabello caía junto encima de sus ojos, lo que hacia imposible verlos y por ende saber hacia donde miraba.

-Por si alguna de ustedes no lo sabe.- Dijo el sujeto de pelo verde al mismo tiempo que se ponía de pie.- Yo soy el rey de Céfiro.- Hizo una pausa.- Están aquí por que creemos que entre una de ustedes se esconde una guerrera mágica. Recuerden que todos debemos utilizar el poder nuestra voluntad para mantener la paz en Céfiro. Pero por culpa de Kaos el sistema del pilar ha vuelto y lo único que puede impedirnos derrotarlo son las niñas provenientes del mundo místico.

El anciano se acerco a cada una de las mujeres que se encontraban en la habitación dando una señal negativa. Cuando fue el turno de Kia le dijo disimuladamente al oído -"No te preocupes por lo que pase, apenas anochezca enviare a alguien a que las rescate y las lleve con guru clef, él les dará su magia y le dirá como conseguir sus armas". Kia miró al anciano con incredulidad, este le hizo un guiño, dejando ver los enormes y verdes ojos que poseía detrás de su gruesa chasquilla.

-Ellas son.- dijo el viejo con solemnidad indicando a Kia, Ania y Reiya.

-Entonces serán ejecutadas ahora mismo.- Dijo el rey.

-¿Matarnos?- murmuro Reiya choqueada.

-A mi no me va a mat... - Ania se disponía a propinarle un buen golpe al tipo de pelo verde, pero no alcanzó a dar dos pasos cuando Kia tomo su mano. La morena intento zafarse, pero la rubia no se lo permitió, esta le tomó el brazo y le susurro al oído: -No te preocupes, todo va a salir bien.- Kia sonrió dulcemente y Ania suspiro desistiendo.

-Seth, no creo que sea conveniente matarlas ahora.- dijo el viejo dirigiéndose al rey.

-¿Por qué hechicero?- respondió este.

-Por que aunque las elimináramos ahora, la gente de Céfiro aun tendría miedo. Y su "fuerza de voluntad" seguiría siendo negativa. Por lo que creo necesario reunir a todos los cefirianos y delante de ellos eliminar a las guerreras mágicas.

-Muy bien hoy prepararemos todo y mañana se procederá.- Agregó Seth después de meditarlo un momento.

Ya en la celda, las tres chicas permanecían en silencio, cada una metida en sus pensamientos. La celda en la que estaban era grande, no muy oscura a pesar de que no se colaba mucha luz por los barrotes de una pequeña ventana. Había solo dos camas, en una Kía yacía mirando al techo, mientras Reiya en la otra permanecía sentada con una pierna encima de la cama y la otra colgando con desgano. Ania no había refunfuñado por haber tenido que sentarse en el piso, a ella le daba lo mismo. Acomodo su negro cabello atrás de la oreja, lo tenia muy corto y desflecado. Miró a su alrededor con sus pequeños y verdes ojos que su tez clara impedía que resaltaran. Un aire helado inundó la habitación, tuvo frío. Examinó su ropa, llevaba un buzo verde con franjas de color gris claro a los lados, en estas había unas siglas de color negro. Arriba del polerón del buzo llevada un cortavientos del mismo gris de la franjas laterales que el pantalón. Se sacó la mochila de la espalda, era muy grande y parecía pesar mucho. Estiró los pies, las zapatillas negras que llevaba eran muy cómodas pero de vez en cuando se les hacían pesadas.

-Y pensar que voy a morir aquí con ellas. -Murmuró Ania examinando a sus compañeras de cuarto.

Kía eran mucho más bajita que Ania. Era su pelo era rubio, rizado, medianamente largo y atado en dos coletas dándole un toque medio angelical, medio infantil. A lo que se sumaba su tez clara, sus mejillas coloradas, los grandes y azules ojos que poseía. Su uniforme estaba perfecto, limpio, planchado y todo en su lugar. Consistía en una chaqueta y falda plisada azul, blusa y calcetines blancos (estos con una franja azul en la parte superior) unos zapatos bajos negros y un moño, a modo de corbata, azul con franjas blancas en los extremos. Llevada un bolso negro y no parecía estar muy preocupada por lo que pasara, esto desconcertaba a la morena.

Arg... ¡Yo no puedo morir así!- dijo Reiya mientras pateaba la puerta. Sus ojos rosados echaban llamaradas, mientras que las enormes botas negras que calzaba iban de un lado a otro, llevaba un par de calcetas rojas con una franja negra en el extremo superior, una de ellas le llegaba más arriba de la rodilla, mientras que la otra bajaba un poco más por cada paso que daba. Se soltó un poco más la corbata, que era de un cuadrille rojo con negro igual al de la falda. Llevaba la blusa afuera y un chaleco negro con bordes rojos. No se había sacado la mochila que estaba llena de parches, dibujos, letras, signos y quien sabe que más. Se rascó la cabeza despeinándose más de lo que estaba.

-¿Qué clase de imbécil le habrá dejado el pelo así?- Murmuro entre dientes la joven de ojos verdes refiriéndose a los alborotados mechones frontales cortos y disparejos a más no poder contrastando con una larga melena que caía debajo de la cintura en la parte posterior de la cabeza. Estaba muy pálida (más de lo que ya era) y se le notaba que el revoltijo de ideas en su cabeza la estaban volviendo loca.

-Vamos chicas, el anciano me prometió que vendría a rescatarnos- dijo Kía con un brillo especial en sus ojos.

-¿qué anciano?- preguntó Ania.

-Él que estaba al lado del chico lindo.

-¡ese viejo decrépito!- pronuncio Reiya uniéndose a la conversación.

-bueno... si- contesto la rubia con un poco de duda.

-¿eres tonta o te haces? A que clase de estúpida se le ocurre creerle a alguien que pidió que nos mataran. Acaso no te das cuenta de que lo hicieron solo para que no peleemos. Ahora por la culpa de tu ineptitud, vamos a morir ¿entiendes o tu miserable cerebro no alcanza a comprenderlo? VAMOS A MORIR.

Kia estaba a punto de llorar, las palabras de Reiya calaron muy profundo en su alma e hicieron que de sus ojos brotaran lagrimas. Miró a Ania en busca de apoyo pero ella le contesta una mirada de hielo.

-Perdón- balbuceo con dificultad.

De repente un horrible monstruo destruyendo una de las paredes de la celda. Una figura humana se alzaba en medio de la nube de polvo que empezaba a disiparse. Era un hombre joven.

-¿Quién eres tú?

Continuará...