(Kenshin y Kaoru caminaron hasta la estación de trenes, no hablaron en todo el camino. Simplemente se sonreían esporádicamente el uno al otro. Cuando llegaron a la estación, Kenshin decidió que era hora de escuchar algo más que el silencio).
Kenshin- Pobre Megumi, no?
Kaoru- Por fin estamos solos, ¿y no se te ocurre nada mejor de que hablar?!!
Kenshin- Disculpe, Kaoru, tiene razón.
Kaoru- (sensibilizada) Es cierto, pobre mujer. Yo en el lugar de ella no sobreviviría.
No es necesaria tanta formalidad ahora.
Kenshin- Perdóneme, es la costumbre de hablarle así.
Kaoru- También me preocupa Sanosuke. Magdalia está muy enferma...
Kenshin- Si, sería muy triste si viniera para tener que volver a Shimabara. O lo que es peor, a Holanda.
Kaoru- O lo que es peor... (silencio. Ambos bajan la cabeza).
Kenshin- Animo, Srta. Kaoru. Estamos acá para despejarnos, o no?
Kaoru- Si, tenés razón, debería dejar de preocuparme. Los tres son niños mayores.
Kenshin- Estuve averiguando las posibilidades en Niigata, el Dr. Gensai tenia razón: hay llanura, montañas y costa. Llegaremos por la zona montañosa, por lo tanto, nuestra primera visita será el Santuario Yahiko.
Kaoru- No olvidemos llevarle algún recuerdo.
(Kaoru se sumerge en el paisaje, ella no ha viajado mucho así que las imágenes de la ventanilla son nuevas. Kenshin la observa, sus expresiones son tan graciosas como siempre. Mientras mira a su esposa, la tristeza se apodera de él repentinamente, otra vez recuerdos, el pasado oculto lo reclama... y otra vez Tomoe... Asi transcurre el viaje, Kenshin se queda dormido, Kaoru lo contempla preocupada. Intuye que los silencios del vagabundo esconden algo.
El tren llega a la estación de Niigata. Kenshin se sobresalta.
Kaoru- dormiste bien?
Kenshin- No, no tanto. Con el movimiento..
Kaoru- Ah, entiendo.
(Kenshin y Kaoru llegan al santuario Yahiko, el lugar transmite una paz increíble).
Kenshin- Bueno, Srta. Kaoru, hemos llegado. No olvidemos llevarle algún recuerdo a Yahiko.
Kaoru- Es cierto. Bueno, a todos hay que llevarles algo... no creo que nos alcance el dinero...
Kenshin- No se preocupe, Srta. Kaoru, ya se me ocurrirá algo simple y simbólico.
Kaoru- ¿No te parece encantadora la soledad de éste lugar, Kenshin? Como si fuéramos los únicos en el mundo... (Kaoru gira maravillada, sólo se oyen sonidos naturales).
Kenshin- Si, si, supongo que habrá algún sacerdote más adentro. (Kenshin se queda pensando, Kaoru se arrodilla y reza. Reza por que la felicidad que siente al ser esposa de Kenshin no se evapore. Agradece a los dioses porque se siente muy afortunada. Kenshin se arrodilla a su lado. Ruega paz mental. Aparecen sentimientos encontrados, dolorosos recuerdos. No pretende olvidar, pero nunca lo contó y ese silencio, esas imágenes reprimidas amenazan ahora más que nunca. Kaoru se pone de pie, Kenshin lo hace casi al mismo tiempo. El sol está cayendo, es hora de buscar algún lugar adonde quedarse).
Kenshin- Hay que buscar lugar en la próxima posada, el cielo se está oscureciendo... me parece que va a llover.
Kaoru- Me pregunto qué estarán haciendo en Tokio?
Kenshin- Deben estar cenando, nosotros tambien deberíamos cenar.
(Los Himura, o debería decir los Kamiya? Llegan hasta la posada más próxima. Allí comparten una cena sustanciosa y se dirigen a la habitación asignada).
Kenshin- Bueno, al fin solos, Srta. Kaoru.
Kaoru- Estuvimos solos desde que partimos, o no?
Kenshin- Pero ahora... es diferente. (Se acerca a su esposa, dejando la ingenuidad de lado. La toma por la cintura y la acerca hacia él).
Kaoru- oro?
(Kenshin la abraza con más fuerza, Kaoru siente una electricidad que la recorre. Besa apasionadamente a su vagabundo... Kenshin se separa lentamente de Kaoru, le desata el cordón del obi del kimono. Kaoru lo ayuda a deshacer el moño, Kenshin contempla los hombros desnudos de Kaoru, luego la mira a los ojos. Se ve vulnerable, dulce. Con sus manos delicadas acaricia el rostro de Kenshin, suaves e inquietas lo va despojando del gi. Las maneras dulces de Kaoru se van transformando en apasionadas, en posesivas cuando recuerda que su hombre es un vagabundo y que a pesar de su reciente promesa de no dejarla... ella teme perderlo. No sabe por qué, pero lo siente a veces distante; absorto en sus pensamientos, lejano y ausente. Pero ahora está a su lado de cuerpo y alma, entregándose completamente. Eso hace que Kaoru se sienta desbordada de felicidad, suaves espasmos se apoderan de su cuerpo, los besos y las caricias se hacen más intensos, la mutua entrega es cada vez más profunda, hasta consumar su amor entre las sábanas de una posada de Niigata).
Kenshin- Te amo Kaoru.
Kaoru- (sorprendida) me dijiste Kaoru!
Kenshin- disculpe, Kaoru-dono.
Kaoru- .
(Se quedan profundamente dormidos. Lo suficiente como para que Kenshin no tenga sueños del pasado. Al otro día se despiertan con el sol de la media mañana. Salen a almorzar a la playa)
Kenshin- la comida está deliciosa.
Kaoru- Claro, es porque te acostumbraste, no? (con malicia) como un sabor exótico?
Kenshin- No, esta vez lo digo de verdad.
Kaoru- Bueno, dejémoslo así. Fue gracias a que la pesca estuvo de tu lado.
Kenshin- Ahá. Ñam Ñam...
(Kaoru toma una caracola de la arena, se la muestra a Kenshin. El sonríe, como aquella vez en la playa. Las caracolas le dan una idea para llevar recuerdos).
Kenshin- Eso! No tenemos que gastar!
Kaoru- Ah?
Kenshin- Desde que llegamos estuve juntando objetos naturales y armando souvenirs... tambien compré algunos frasquitos... al final los recuerdos no nos salieron tan caros. Le voy a sumar a estas cosas caracoles.
Kaoru- Me alegro, entonces lleva ésta. (Le alcanza la caracola que tenía en la mano).
Kenshin- No, ésta me la quedo yo, si me lo permite.
Kaoru- Por supuesto. (Kaoru se pone de pie, juntando los utensilios que emplearon en el almuerzo)
Kenshin- Kaoru-dono!
Kaoru- Si? (Kenshin le alcanza una caracola)
Kenshin- Se la regalo, Kaoru-dono. De recuerdo.
Kaoru- Sabes que la voy a guardar, no? (Kenshin sonríe).
Kenshin- Vamos, que falta mucho por recorrer, Srta. Kaoru.
(El resto del día transcurre entre que reservan los pasajes de vuelta y pasean por Niigata. Los balnearios, valles y demás paisajes son escenario de escenas románticas. Durante el día la recolección de curiosidades y armado de souvenirs desafían la imaginación de cualquiera. Cae la noche y los recién casados tienen que volver. El viaje es largo pero en la mente de Kenshin hay imágenes alegres, la que duerme ahora es Kaoru. Una adolescente babeándose, que lamentable.
Fin del Sexto Acto por Mintaka Himura
Aclaraciones de hoy: caracolas en la playa corresponden al capitulo 95 de la serie de televisión.
