CAPÍTULO II: Las marcas del cuello.
- Que alguien rompió un cristal?? Que desconsiderados!!
El profesor Dumbledor oía, sin voltear, todos los comentarios que los estudiantes hacían acerca de lo que acababa de ocurrir. Nadie podía creer y, mucho menos disculpar a quien lo había hecho, aunque él sabía perfectamente que muchos de los se reían a carcajadas en su interior.
Todo el colegio ya estaba despierto, algunos todavía bajaban (o subían) de sus salas comunes y otros tantos ya regresaban de ver la cara del presunto delincuente juvenil que, a decir verdad, se notaba más asustado que alguien de esa calaña. Era un hufflepuff, y realmente lo parecía: bonachón y con cara de ser demasiado noble.
- Que mal... yo no lo veo tan culpable – comentó, Hermione.
- Se ve que está asustado – confirmó, Harry.
- Ustedes están mal, no porque sea un hufflepuff no es culpable...
- No lo estoy defendiendo porque sea un hufflepuff, Ron!! Simplemente, creo que hay algo raro aquí.
Harry, Ron y Hermione siguieron con la mirada a la caravana de maestros que rodeaban al joven, seguramente iban a la dirección. La profesora McGonagall se veía decepcionada, mientras que Snape parecía mucho más relajado que de costumbre. Flittwick se abrió paso entre la multitud de curiosos obligándolos a ir al comedor. Poco a poco, los estudiantes hicieron caso y el Gran Salón se fue llenando de murmullos.
Harry se sentó donde costumbre, no despreocupado pero tampoco haciendo un escándalo por el cristal roto como lo hacían Ron y Mione, esbozó una sonrisa al observarlos, sabía que Ron se odiaría a sí mismo si ella se enojaba con él y, si eso sucedía, Hermione tendría una fuerte depresión... pero también sabía que ninguno de los dos llegaría a ese punto, el que cedería, obviamente, sería Ron, terminaría aceptando los puntos de Mione y, en un buen día, hasta la apoyaría. Cruzó los brazos y dejó que la discusión terminara.
- El cristal no se pudo haber roto solo!! Y él era el único que estaba cerca.
- Ya lo sé, pero deberían investigar más, tal vez ahora mismo, alguien que está en este comedor se está riendo por su hazaña.
- Aahh... de acuerdo, deberían investigar más, está bien, pero Nadal sigue siendo sospechoso.
- Eso es obvio...
Los dos voltearon a ver a Harry, pero este desvió la mirada, de lo contrario, no habría podido controlar y disimular el ataque de risa que tenía en el estómago.
Seamus Finnigan llegó al lado de ellos, se veía apesumbrado o algo dormido, ya que tenía la mala costumbre de ser el último en la sala común todas las noches, desde cuarto año.
- Seamus... que mal te ves – dijo, Ron, tomando una tostada.
- Lo sé, no pude dormir bien, siento que la cabeza me estalla.
- Tal vez sería bueno que fueras a la enfermería, con ese dolor no podrás estar bien en clase – Hermione jugueteaba con la tapa del frasco de la mermelada que Ron había destapado.
- Si, creo que será lo mejor.
En cuanto Hermione acabó su frase, Harry se puso blanco de la impresión.
- Diablos!! La enfermería, se me olvidó ir al chequeo – dijo, levantándose de la mesa y corriendo hacia la puerta.
- Espera!! Voy contigo.
Seamus también se levantó y alcanzó a Harry en la puerta.
- Desde cuando tienes esos chequeos? – le preguntó, de repente.
- Eh? Oh, desde quinto, desde...
Harry no quería decirlo no porque le resultara penoso sino porque temía alejar a las personas que le agradaban. Nadie sabía cuánto Harry Potter deseaba no ser Harry Potter. Después de la última prueba del Torneo de los 3 Magos, en la que había ocurrido la muerte de Cedric y su último encuentro cara a cara con Voldemort, Sirius había propuesto el que Harry estuviera controlado médicamente. Pero esa regla no había entrado en rigor hasta la segunda mitad del curso pasado cuando, sin más razón, Harry se desmayaba continuamente, como si de repente sus fuerzas lo abandonaran.
La sra. Pomfrey no había encontrado la fuente de esos desmayos, sin embargo, poco después había desistido. Desde ese momento, Harry tenía que visitarla 2 veces por mes.
- Bueno, ya sabes... – completó su frase.
- Claro.
Seamus no insistió, todo Hogwarts se había enterado de los desmayos de Harry.
Caminaron juntos hasta las puertas de la enfermería. De pronto, Seamus viró a la derecha y miró a Harry de reojo.
- Bueno, aquí te dejo.
- Cómo? No vas a entrar?
- No... ya me siento mucho mejor.
Harry levantó los hombros, Seamus sí se veía mejor, a que asintió con la cabeza y entró.
* * *
- Esto es absoluta y totalmente inaudito!!! Un estudiante con tan mal comportamiento no merece estar en esta escuela, lo sabe, sr. Nadal??
- Pero, yo no...
- No me diga que usted no lo hizo, porque no le creo!!
- Con su permiso, profesor...
- Y usted no lo defienda, Dumbledore!!
El profesor Dumbledore insistió.
- Pero, pudo haber alguien más ahí, hicimos mal en no buscar.
- Bueno, y ahora que quiere que haga?? Perdonarlo porque no sé bien si fue él, aún cuando es el mayor sospechoso que tengo??
Dumbledore asintió con la cabeza.
- No sea ridículo!!
El director Dippet dio un manotazo en la mesa y se levantó de un salto, estaba más enojado que nunca. Nadie se atrevía ni siquiera a hacer ruido para respirar, en esa habitación sólo se oía el leve crujir de los dedos de la profesora Cédifa Banks.
El silencio duró por unos minutos hasta que, al fin, el profesor Dumbledore tomó un respiro hondo y habló de nuevo.
- Podría castigarlo severamente si usted quiere, ponerle trabajo extra, incluso quitarle una buena cantidad de puntos a su casa, pero... no tiene suficientes pruebas para expulsarlo, no cree??
Dippet volteó con la cara roja aún, y Gedeli se hizo para atrás cerrando los ojos: casi podía oír al director diciendo que no le importaban las pruebas y que lo echaría de todas formas.
- Tiene razón, sus padres me pedirían pruebas... sobre todo los Nadal. Ahora, ya que resultó tan buen consejero, Dumbledore, usted pondrá el castigo de puntos, yo le haré saber a este muchachito como debe comportarse, lo que le hace falta es alguien que le enseñe... – dijo, después volteó a verlo con desprecio – deberías ser más como tu amigo, el sr. Riddle.
Y salió azotando la puerta. Gedeli no volvió a abrir la boca, miró al profesor Dumbledore quien tenía el entrecejo fruncido pero no de enojo, sino en una mezcla de preocupación y lamento.
Banks dejó su ensimismamiento y, también sin pronunciar palabra le indicó, con un movimiento de mano, a Ged que la siguiera. Él lo hizo, pero en todo el camino no levantó la cabeza. La profesora lo dirigió por varios pasillos y antes de empezar a bajar una escalera le dijo que la esperara ahí.
Gedeli tenía un maremoto en la cabeza, ni siquiera quería imaginar cuántos puntos le iban a quitar a Hufflepuff y menos lo que los de su casa iban a decir.
- Entonces... acepta??
- Claro, profesora, no hay problema, yo me haré cargo.
- Gracias, sr. Riddle, estoy segura que el profesor Dippet se lo premiará bien – la profesora ahora estaba en frente de Ged – bien, sr. Nadal, será mejor que su comportamiento mejore en las próximas semanas, sino es muy probable que su expulsión se haga realidad.
Cédifa hizo un gesto de disgusto, igual al de Dippet, se despidió de ellos y se alejó por el pasillo. Tom la siguió con la mirada, luego entornó una ceja y miró a Gedeli, quien veía sus propios zapatos.
- Ahora si que la armaste, Ged – dijo, soltando algo parecido a la risa pero contenida.
- Sabes que no fui yo – contestó, aún sin verlo a la cara.
Tom sonrió chueco, dio media vuelta y empezó a bajar las escaleras, llegó a la entrada de la mazmorra, dijo la contraseña ("Veneno de cabra"), entró y se tumbó en un sofá, esperando a que Ged atravesara la puerta, pero él se quedó en el umbral.
- Oh, por favor, no pasa nada, no hay nadie.
Ged gimoteó un poco pero entró, recargándose en el primer escritorio que encontró.
- Y bien, quién crees que fue, entonces?
- Vamos... sabes bien que fuiste tu.
- Yo? Cómo? Yo estaba dentro del castillo cuando pasó todo... en cuyo caso, porque lo aseguras de esa forma?
La voz de Tom era tranquila, pausada y sin complicaciones mientras jugaba balanceando una pierna, Gedeli alzó por primera vez la cabeza.
- Me lo dijeron.
- Ah, si? Quien?
- Eh...- se aclaró la garganta – Ann.
La pierna dejó de moverse, la cara de Tom tomó otro curso, la piel relajada y el aspecto sereno había desaparecido dejando una cara de enojo provocada al oír ese nombre.
- Otra vez con lo mismo!! Es increíble que persistas con eso.
- Pero ella...
- Basta!! Cállate.
Gedeli volvió a bajar la cabeza cuando tuvo un repentino acceso de valentía.
- Ni siquiera puedes creerme... te estoy diciendo la verdad, ella sabe... Ann sabe!!
- Que te calles!!
Tom se avalanzó contra el cuerpo de Ged tratando de tomarlo por la túnica, pero él fue más rápido esquivó las manos y lo sujetó por el cuello, Tom no pudo hacer nada, su amigo era más fuerte, así que, poniendo en práctica lo que mejor sabía, con una mano hizo fuerza en el brazo de Gedeli y con la otra sacó de la bolsa de su túnica la varita que le pertenecía y le apuntó a su "agresor".
- Sabes que por esto podría castigarte, verdad?
Entonces, como si de repente se hubiera percatado de lo que estaba haciendo, Ged lo soltó, temblando.
- Perdón... p-perdóname, Tom.
Tom se alejó un poco, se sacudió las ropas pero al acomodarse la capa, el cuello resintió la sacudida y pudo sentir claramente que algo punzaba en él. Se acercó a un espejo viejo que había en la pared continua y se observó la parte adolorida: del lado izquierdo tenía un óvalo rojo, seguramente causado por la presión de un pulgar zurdo sobre su piel blanca. Las pupilas azules y frías se clavaron en Gedeli.
- Lo siento, Tom... por favor, perdóname, ya no quería, no... no sé que me pasó.
La figura bonachona iba disminuyendo poco a poco hasta casi dejar a alguien menudo y acobardado. Tom dio unos pasos y volvió a sentarse en el sillón, de reojo podía darse cuenta de que las mejillas de Gedeli empezaban a ser humedecidas por pequeñas lagrimitas de desesperación. Volvió a dibujar su sonrisa chueca.
- Me estás decepcionando, Ged. No me consigues lo que te pido, me contradices, respondes idioteces... me agredes – la cabeza de Gedeli estaba más baja que antes – ya no sé si puedo confiar en ti.
- Claro que puedes – contestó, rápido – siempre puedes, hoy... – su voz bajó drásticamente de tono- yo... no te delaté.
- Lo hubieras hecho? –preguntó, Tom, recargando la cabeza para atrás y cerrando los ojos.
- No!! Nunca, nunca... aunque me expulsaran.
Gedeli se sintió mejor cuando Tom hubo cerrado los ojos, dio unos pasos hacía él por detrás del sillón, cuando estaban en interiores, el olor a incienso de Riddle era más fuerte, por lo tanto, a esa distancia ya podía percibirlo.
Tom se movió un poco acomodándose mejor, Ged lo miró detenidamente y logró descubrir la marca roja que le había dejado en el cuello, se reprochó el haberle hecho eso. Se acercó un poco más, estaba seguro que él ya podía sentirlo y una proclamación más amplia de su sonrisa se lo confirmó: no lo estaba rechazando a pesar de que ya estaba muy cerca.
Dudó un poco pero al final se decidió: despacio, muy despacio, sacó la lengua y con ella le consoló el ardor que seguramente le causaba la casi herida. Al principio, no cerró los ojos porque estaba vigilando las reacciones de Tom, pero, muy contrario a lo que hubiera pensado que pasaría en un momento como ese, lo único que hizo fue mover la cabeza hacía un lado par que él pudiera acomodarse mejor. Sintiéndose más seguro, le lamió el cuello más intensamente.
* * *
Harry salió de la enfermería sin ninguna noticia especial, estaba bien y la sra. Pomfrey le dejó ir sin más. Los pasillos ya estaban ocupados, el desayuno había terminado y cada quien se dirigía a sus clases. Harry divisó la cabeza roja de Ron entre la multitud y fue hacia allá.
- Qué pasa?
- Nada, la sra. Pomfrey dice que estoy bien.
- Excelente, porque acabo de ver a Ginny y dijo que te esperan en el campo de quidditch.
- De acuerdo, entonces nos vemos luego.
Ron se despidió con la mano y Harry se fue hacía las puertas para dirigirse al campo de juego y encontrarse con su equipo. Todos ya estaban ahí, los miró de lejos y recordó a sus anteriores compañeros... ya no había nadie de ellos. Ahora, él era el capitán y el más grande, seguía siendo el buscador, por supuesto, pero todos los demás puestos tenían nuevo dueño.
Lo que más le había sorprendido es que, el año pasado, Ginny Weasley había hecho la prueba para entrar en el equipo titular... y lo había conseguido, era una cazadora. Al recordarlo, sonrió, casi nadie podía creer que, al jugar, la pequeña Ginny se convirtiera en una auténtica fiera. Ni siquiera Ron sabía de dónde sacaba tantas fuerzas y por eso, la envidiaba.
- Bien...
- Ah, Harry, la profesora Hooch dijo que entrenáramos más horas porque ya están más cerca las elecciones – dijo, Zachary Punch, el guardián.
- Si, lo sé... pero qué pasará con las clases?
- Nos las darán en otras horas, creo.
Harry hizo un gesto de no darle importancia... aunque si le importaba, la idea de tener clases a deshoras le parecía bastante pesado. Notó que los demás ya estaban cambiados y mientras ellos montaban el vuelo, él se dirigió a los vestidores con la mirada en su equipo, tenía esperanzas en ellos.
- Fíjate!!
La voz de Draco Malfoy le retumbó en las orejas y un empujón lo hizo salir de sus pensamientos.
- Mira por dónde vas, Potter!!
Harry lo miró para contestarle pero se fijó en sus ropas.
- Ustedes no van a entrenar ahorita, nosotros estamos en el campo!! – dijo, mientras Draco mostraba una gran sonrisa.
- No te estaba pidiendo tu autorización, además, si quieres reclamar algo, ve con Hooch, ella, por alguna razón, pensó que no iban a venir.
- Y de dónde habrá sacado esa idea?? – preguntó con tono irónico.
- Mmm. No lo sé.
Tras esa contestación y el andar petulante de Draco, Harry perdió los estribos. Lo tomó de la túnica, lo jaló y lo afianzó por el cuello.
- Fuiste tu!!
- Más te vale que me sueltes!!
Continuó una pelea, hasta que Harry pudo controlar a Draco en el suelo: sujetándolo de nuevo por el cuello e inmovilizando su cuerpo con el suyo.
- Te arrepentirás de esto, Potter, te lo juro.
El tono de Malfoy era pausado y aterrorizante.
Entonces, Harry lo soltó pero no se paró. Comprendiéndose derrotado por esa vez, Malfoy viró la cabeza a un lado, dejando al descubierto las marcas del cuello. Harry las vio y sintió unas tremendas ganas de lamerlas.
Notas:
Gracias a los que leyeron el primer capítulo. Lina Saotome: creo que con este capítulo se ve que si hay algo de yaoi, no?
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