Notas: en este capítulo rompo con el ritmo que antes tenía, de hecho empecé a romperlo desde el anterior, pero aún así, quisiera aclararlo. No es necesario que lo que pasa en un tiempo sea exactamente al mismo instante que en el otro, después se darán cuenta por qué.

CAPÍTULO V: La Copa Sindafalas.

Harry lanzó un bufido de satisfacción y nerviosismo muy largo, aún no se decidía a pararse de la cama, sentía que las piernas y los brazos estaban llenos de un cosquilleo muy parecido al que inundaba su estómago. Se apretó contra las sábanas lo más que pudo para ver si se calmaba pero era inútil, es más, contradictorio, porque las cosquillas aumentaban al hacerlo. De un tirón, se volteó completamente boca abajo y golpeó el colchón con los dos puños, lo que lo hizo saltar un poco, abrió las palmas separándose de la cama... así se quedó un rato, semi viendo la almohada en la que había dormido. Alzó la mano derecha y se rascó la cabeza, movió sus rodillas hasta quedar hincado, alzó la mano izquierda y se rascó la cabeza. De pronto decidió que sentía demasiado calor y se despojó totalmente de todas las mantas que lo cubrían, alzó la mano derecha y se rascó la cabeza. Se sentó, cruzando las piernas, recargó su codo derecho en una rodilla y la barbilla en la palma, alzó la mano izquierda y se rascó la cabeza. Minutos después, se dio cuenta que tenía frío de nuevo, así que se tapó sólo con la sábana, alzó las dos manos y se rascó la cabeza.

- Diablos!! – dio su quejido muy bajo – maldita resequedad!!

Meneó el cuello y se dio por vencido, no iba a dormir más por mucho que lo intentara, estaba demasiado nervioso y entusiasmado, sin contar que la cabeza le picaba al por mayor por habérsela lavado con jabón y no con el shampoo mágico de siempre. Abrió con cuidado las cortinas de su cama, tomó las gafas y caminó directo hacia el mueble donde guardaba sus ropas (y las de Dudley que aún conservaba), sacó una bata, mas su uniforme de quidditch y lo cerró de nuevo. Iba caminando de puntitas, de regreso a su cama para dejar ahí el uniforme y salir al baño cuando todas las velas empezaron a encenderse. Ron fue el primero el abrir sus cortinas, Harry siguió caminando.

- Ya no tienes que caminar de puntitas, Harry...- le dijo, su pelirrojo amigo.

- Cierto, de hecho no tenías que haberlo hecho desde hace como una hora. – dijo, con algo de rabia Seamus, mientras Harry miraba a todos, confundido.

- Qué? – logró pronunciar.

- Te estuviste moviendo tanto que me despertaste!! – dijo, Neville quien también ya estaba parado, para asombro de todos.

- NOS despertaste – finalizó, Dean, rascándose – diantres!! Aún tengo comezón en la cabeza.

Seamus bostezó y se echó de nuevo en la cama.

- Si... maldito jabón muggle – dijo, revolviéndose el cabello con furia. – por qué tenemos que escatimar gastos?? No le veo el caso.

- Puhe jo shi – dijo, Ron estirándose y en medio de un bostezo descomunal – digo, pues yo si, podría no comer en una semana por ver lo que vamos a ver... además es sólo el shampoo...

Harry dejó su uniforme de quidditch en la cama con las cortinas corridas y ya con paso normal, se dirigió al cuarto de baño.

El agua le daba una sensación de calma, estaba muy caliente como a él le gustaba, las gotitas caían por la espalda, mientras sus piernas estaban sumergidas totalmente. Estaba en un éxtasis casi eterno cuando fue interrumpido por unos monstruosos golpeteos en la puerta.

- Qué?? – gritó, con brusquedad pero sin abrir los ojos.

- Malfoy, llevas ahí una hora!!! Ya estamos todos formados aquí afuera... recuerdas que habemos otros prefectos que tenemos que asearnos también??

Generalmente la voz de Hermione Granger le hacía retumbar los oídos pero cuando realmente se los acribillaba era cuando le gritaba para salir del baño. Desde que lo habían nombrado prefecto de Slytherin (al mismo tiempo que a ella de Gryffindor), hace un año, había decidido que iba a levantarse temprano para poder ser el primero en usar el baño de los prefectos... eso no era algo que agradara ciertamente a los demás, ya que Draco se tardaba, por lo menos, una hora, mientras los demás tenían que congelarse afuera.

- Malfoy!! Me estas oyendo??

Draco dio un largo suspiro combinado con visible molestia.

- Ya voy, Granger!! No tienes que gritar!!

Se levantó lo suficiente para coger la toalla y la bata, en cuanto salió del agua se envolvió con ellas, Draco Malfoy no podía pasar frío nunca. Se pegó bien la bata negra al cuerpo, apretándola con el cinturón y salió secándose el cabello con una toalla pequeña. Se paró en el umbral de la puerta, haciendo una reverencia formal ante Hermione.

- Todo tuyo, Granger.

Hermione musitó un molesto "gracias", pero no terminó de poner un pie dentro del baño cuando salió hecha una furia hacia Draco.

- Malfoy!!

- Y ahora qué quieres?? – respondió, arrastrando las palabras y con fastidio.

- Lo dejaste prácticamente inundado!! Cómo pretendes que nos bañemos así?

- Ese – empezó, con una sonrisa burlona – es SU problema – articuló la última palabra dándole a Hermione un pequeño golpecito en la nariz con su dedo largo y pálido.

Hermione se restregó furiosa la punta de la nariz y se regresó diciendo pestes de Malfoy.

Draco continuó el camino de regreso  a la mazmorra de slytherin, bastante satisfecho por el enojo que había provocado en Granger, pero también pensativo y un poco distraído.

Casi todo el castillo estaba despierto ya, y la mayoría tenía aspecto emocionado. Al pasar junto a un pequeño de primero, Draco pudo oír lo que decía.

- Te imaginas, Andy? Va a ser todo un suceso y nosotros estaremos presentes, no puedo creer que esto sucede en mi primer año, es increíble!!

Malfoy torneó los ojos, cómo era posible que se emocionaran de esa forma, bueno... tal vez era que él había tenido muchísimas oportunidades de ver una demostración de magia como la que iba a ocurrir en unas cuantas horas en el campo de Quidditch. Llegó ala mazmorra de slytherin, tiró la toalla con la que iba secándose el cabello en un sillón cercano a la puerta y entonces lo vio.

- Que diablos? – dijo acercándose a su escritorio... en realidad nada lo hacía notar como suyo excepto que todos sabían que lo era.

Tomó cuidadosamente lo que había atraído su atención, era un dije, un pequeño triangulo con un círculo rodeándolo y un pequeñísimo diamante incrustado en el centro. Lo inspeccionó tocándolo con las yemas y tratando de recordar si lo había visto antes en otro lado. Concentró sus ojos en el diamante... algo extraño pasó entonces, sintió cómo si un brazo invisible la jalara hasta llegar a un cuarto radiante. Las cortinas las tenía de terciopelo negro, la alfombra era verde obscuro y el símbolo del dije estaba colgado en la pared, iluminándolo todo. Extrañamente le resultaba familiar ese lugar, pero no sabía por qué.

- Qué haces, Malfoy?

- Eh? – respondió, dando un respingo y regresando a la realidad en la que se encontraba.

- Que qué haces?

- Ah... Zabini, no te oí llegar.

- De eso ya me di cuenta.

Blaise Zabini también venía del baño, traía los mechones mojados en la cara y una bata igualmente negra, pero con las orillas bordadas de plateado. Draco lo miró mientras se acomodaba mejor el cinturón.

- Que? – preguntó, extrañado, el slytherin.

- Nada... me siento un poco mal.

Dicho esto, Malfoy tomó de nuevo, la toalla y bajó a las habitaciones, llegó a su cama y se botó sin remedio, cuando sintió que todavía tenía algo en la palma de la mano.

- Que extraño... estoy seguro que he visto esto en algún otro lado, pero no puedo recordar en dónde.

Volteó hacia la pared trasera a las camas y vio el reloj de doce manecillas que estaba colgado. Se levantó sobresaltado, ya debería estar desayunando. Rápidamente, se quitó la bata y se vistió con el uniforme de quidditch, cuando estaba arreglándose el cabello, Zabini irrumpió en la habitación, riéndo a carcajadas.

- Qué pasa?

- Bueno... jajaja... es que uno de tus gorilas resbaló y se golpeó en la mesa de centro.

Draco casi ignoró el comentario, porque siguió alisándose con el cepillo. Zabini avanzó hasta su cama, dejó sus toallas y comenzó a cambiarse.

- Sabes? - dijo al fin – deberías considerar la opción de cambiar de amistades.

- Por quienes?

- No lo sé, hay mucha más gente valiosa aquí, no tienes que estar siempre con Crabbe y Goyle.

- Sirven – fue su única respuesta.

- Claro... de guardaespaldas?

- Bueno – musitó, Draco dándose la vuelta y viendo a Blaise – ya que el señor Zabini, quiere ser mi consejero, dígame, con quien sería mejor entablar una amistad?

Zabini termino de abrocharse los botones de la túnica, sonrió para sí mismo, se levantó y enfrentó al rubio.

- Malfoy, Malfoy, Malfoy... no es que quiera ser tu consejero, simplemente... vamos!! Es obvio!!

- Qué es obvio?

- El hecho de que eres mucho más inteligente que esos idiotas, y por lo que todo el mundo se pregunta... por qué sigues con ellos?? – Blaise se acercó más a Draco – ya no eres el minúsculo muchachito pálido que entró a primero, bien podrías defenderte tu solo, o me equivoco?

Draco, para sorpresa de Blaise, bajó un poco la mirada y decidió voltearse y seguir viendo su propio reflejo.

- No me digas que el gran capitán de quidditch de slytherin necesita a esos zoquetes..

- No, ya no los necesito... tal vez tengas razón.

- La tengo.

Malfoy miró de nuevo a Zabini, era el único pelirrojo que no le causaba asco. Muy probablemente era porque su cabello no era igual al de los Weasley, rojo zanahoria, sino más bien rojo sangre. Y combinaba con sus ojos: azules fuertísimo. Sin embargo, la piel blanquísima contrastaba con todo eso.

- Nada mal... – una frase pequeña se le escapó por entre los labios semi abiertos.

- Que no está mal? – preguntó, Blaise.

- Nada... estoy hablando sólo.

*    *    *

Uno de los cepillos de dientes salió volando para estrellarse en un espejo del baño, rebotó y cayó en el lavabo. Un gemido de desesperación salió de las entrañas más atormentadas, y el eco respondió de la misma forma.

- No, no puede ser, no puede...

La agonía de los murmullos era inevitable y prácticamente inaudible, provenían de debajo del lavamanos en el que estaba el cepillo. Alguien se mecía, abrazándose fuertemente y envuelto en una capa negra. Sus lágrimas eran reales, llenas de desesperación, de una angustia que jamás nadie hubiera comprendido. Entonces, el aire se filtro por una rendija, provocando un escalofrío.

- Quien es?

Pero nadie respondió... sin embargo, el viento silbaba fuertemente como queriendo comunicarse con él.

- Quien es? – repitió.

Los sollozos concluyeron, no debía llorar, los hombres no lloran y mucho menos los que saben su futuro. Se limpió la cara con una manga y salió de su escondite. Miró a todos lados con los puños cerrados, como tratando de encontrar de repente una cara sobre la cual abalanzarse. Pero, no había nadie. Sacudió la cabeza y tomó el cepillo dental.

- Tom... – lo dejó de nuevo... esa voz era sepulcral – Tom... no lo hagas... no lo hagas.

Tom se llevó las manos a los oídos tratando de alejar lo más posible el frío inmenso que le provocaba oír su nombre entre esa ráfaga de viento.

- Por favor... no lo hagas, Tom... – continuó.

Sacudió los brazos por enfrente de él. Inmediatamente después, se puso serio, vio su reflejo, se acomodó la capa y se dispuso a salir, ya en el umbral de la puerta se viró y enfrentó a la ráfaga.

- Déjame en paz... no voy a creer las patrañas que me han dicho sobre ti. No voy a creerlas, nunca!!

Y salió con paso firme.

Dos semanas después, el expreso de Hogwarts aminoraba su paso para detenerse en la estación King Cross, en el andén 9 ¾. Cientos de estudiantes vestidos de negro salieron por la plataforma hacia el mundo muggle. Poco a poco iban bajando del tren y recogiendo sus baúles llenos de libros de encantamientos. Gedeli Nadal cogió el suyo pero no atravesó la pared, se quedó unos instantes más observando el tren escarlata... sabía que Tom no se encontraba bien, nunca podría estar bien volviendo al mundo muggle, estas vacaciones de Navidad había tenido la esperanza de quedarse en Hogwarts porque Dippet había propuesto la idea para muchos hijos de padres ocupados que no podían dejar sus asuntos por unos momentos y reunirse con su familia... sin embargo, la opción no había sido concluida para este año porque el profesor Kedraui, el encargado del departamento de Educación Mágica en el Ministerio, no había considerado que Hogwarts estuviera en condiciones de tener toda la época navideña a los alumnos, no importaron todas las cartas de padres ocupados para reclamarle.

Riddle bajó por fin, estaba demacrado y tenía ojeras, cogió su baúl y se dirigió a la barra...

- Estas... bien? – Tom miró a su amigo de soslayo y asintió con la cabeza – ya sabes, si necesitas algo... no dudes en mandarme el recado con Kewl, de acuerdo? Yo la estaré enviando cada semana...

Gedeli, más por impulso que por planeación, abrazó a Tom, éste se estremeció a tal grado que cuando se separaron, todavía tenía cara de confusión. Atravesaron la barra juntos, los señores Nadal ya estaba ahí, Harold Nadal era robusto, igual que su hijo, mientras que la señora Jane era mas bien delgada pero con los mismos ojos inseguros que Ged. Los saludó a todos y ellos respondieron, todos, incluyendo a la hermana menor. Sally estudiaba en Beaxbatons porque en Francia era donde vivían pero Gedeli había insistido en ir a Hogwarts, nadie de la familia había logrado averiguar por qué.

No hubo mucha platica porque los Nadal estaban prestos para irse, así que los compañeros se miraron significativamente y se despidieron.

Ged aún iba pensando en Tom cuando subieron al auto, era muy doloroso separarse de él, extremadamente punzante. Sentía la extraña necesidad de protegerlo, no sabía de qué. Su padre encendió los motores del auto y empezaron a moverse. Sally se sentó a su lado.

- En qué piensas?

- Eh?... en nada...

- Eh... Tom es muy atento, verdad?

- Si... lo es.

- Y... es buen amigo?

- Si...

- Por qué es tan callado?

- Sally, deja de aturdir a tu hermano, viene cansado del viaje.

Ged agradeció mentalmente a su madre por haber intervenido. Cerró los ojos, quería perderse en los senderos del sueño pero algo le hizo abrirlos de nuevo... y una imagen le borró todas las ganas de dormir que tenía: en la banqueta de enfrente estaba una camioneta gris claro, pudo ver que Tom subía a ella, estaba completamente empapado porque el chofer del internado no traía paraguas. Antes de subirse, una señora alta y ancha le daba unas bolsas de plástico, el coche paró por un momento y pudo ver que antes de sentarse, Tom esparcía las bolsas en el asiento, "seguramente no quieren que moje la estúpida camioneta", pensó de manera amarga y deseándole todas las maldiciones que se sabía a la mujer, quien veía de muy mala manera a Riddle. Pero entonces, observó con claridad que entre las ojeras y la cara sombría de Tom se dibujaba una pequeña sonrisa, se desesperó. ¿Por qué diantres sonreía? ¿Qué no iba al lugar más horrendo del mundo? Fue entonces cuando cayó en la cuenta de la verdad, delante de él estaba sentado aquel muchacho de la fotografía. Ged golpeó el vidrio de la ventana con la cabeza, no lo había reconocido de inmediato porque en aquella foto habría tenido escasos 11 años pero ahora, ahora era un muchacho de 16... y considerablemente apuesto. Las entrañas de Gedeli ardieron mientras se alejaba de King Cross.

*    *    *

El campo de Quidditch estaba repleto de almas ansiosas por ver el espectáculo. Cientos de jugadores desfilarían ante sus ojos y, no sólo eso, sino que darían un partido espectacular, la mejor selección de jugadores de Irlanda, Reino Unido, Bulgaria, Francia, España y Portugal contra la de Estados Unidos, Canada, México, Guatemala, Brasil y Argentina. Europa contra América. La llamaban la Copa Sindafalas, ya que éste antiguo mago había sido el de la idea de juntar a los mejores jugadores de los dos continentes y enfrentarlos, sin embargo, era un evento muy especial, porque sólo se realizaba dos años después del Mundial de Quidditch Europeo cada 16 años, siempre se buscaba una escuela para realizar el partido ya que Sindafalas había dicho que los jóvenes eran los que más debían mantener los corajes en alto. El nombrar a una escuela anfitriona de este evento era todo un reconocimiento que se otorgaba sólo a las escuelas cuyos capitanes de los equipos también fueran alumnos destacados.

Los ánimos estaban por las nubes y Hogwarts no se había llenado nunca así, todos los estudiantes habían sido colocados estratégicamente para que ocuparan sólo la mitad de las butacas, ya que reporteros de todo el mundo, personalidades mágicas e invitados también asistirían.

- Cuidado!! Estas aplastando mi pie!!

Ron había ido a apartar lugar junto con Hermione, ambos estaban ansiosos de ver el espectáculo ya que los capitanes de los equipos recibirían a las selecciones.

- Si yo fuera Harry estaría comiéndome las uñas y jalándome los cabellos.

- Lo hará bien...

En el Gran Salón sólo quedaban los capitanes, estaba cada quien en su mesa, demasiado nerviosos como para platicar y demasiado engarrotados como para salir. El desayuno para ellos había sido más tarde debido a que el resto del colegio debía estar listo en las gradas para cuando empezara el evento. Harry tenía la cabeza entre las manos, los codos los tenía apoyados en la mesa, cuando sintió que alguien se sentaba a su lado.

- Nervioso, Potter?

- No más que tu, Malfoy.

- Nervioso, yo?..- Draco se rió cínicamente – no lo dirás en serio, o si?

- No me digas que no lo estás porque lo noto en tu cara.

Malfoy miró a Harry un par de segundos antes de soltar una risita más y salir del salón. Harry tardó un poco más en decidirse pero al fin, salió también. Ambos llegaron a los vestidores del estadio, ahí estaba ya el profesor Dumbledore junto con Snape, McGonagall, Flitwick y Sprout. Todos les desearon buena suerte y salieron, excepto Dumbledore quien se dirigió a los cuatro capitanes.

- Bien, alumnos... les presento al hombre que escogió nuestra escuela como sede de la Copa Sindafalas gracias a ustedes... el señor Marius Castoriadis.

Harry fue el primero en estrechar la mano al señor. Estaba fría y huesuda y sintió un escalofrío que le recorría el cuerpo... al avanzar para saludar a Malfoy pudo percibir su aroma... era extraño, y le recordó la fragancia que penetraba su cabeza cuando, con los Dursley, visitaban a la tía Gertudris en el cementerio.

*Comentarios en los reviews.

SIOBHAN LHUDERL-HIRL: el apellido de David y de Tom es lo que los unió... no estoy segura todavía si después sacaré algo de ahí, por lo pronto es sólo eso. Verdad que si? Los malos siempre tienden a tener muchísima sensualidad.

PALI: humm... bueno, si tienes razón, es bastante repentino y la verdad me da gusto que lo notes, es un punto que tal vez en un par de capítulos más explique... ya que esa proximidad que sienten no es normal, como bien lo mencionas, es mas bien la causa de algo más. Gracias por leerme.

MALAKI: que bueno que te esté gustando... bueno, la idea de esclavo en Ged me pareció bastante atractiva...

LULU POTTER: gracias por leerme y por tus comentarios.