CAPÍTULO X: El grito.
El cuerpo se balanceaba lentamente de un lado a otro, estaba suspendido en el aire, lejos del alcance de cualquiera, los ojos los tenía desorbitados, clavados en la nada. Por su boca un hilo de sangre bajaba recorriéndole el pecho hasta perderse entre los pliegues de la ropa. Todo el cadáver estaba flácido, los brazos blancos como porcelana caían desprotegidos a los lados al igual que el cabello ondulante por el viento, las uñas estaban sucias, llenas de tierra.
Pero no estaba suspendido... alguien soportaba el peso de aquella masa inerte... alguien que... alguien... con los ojos verdes más penetrantes que hubiera visto jamás, pupilas que parecían cuchillas en medio de aquella desolación. No podía ver más que los ojos pero sabía que estaba diciéndole algo, de pronto todo se volvió negro y un llanto de bebé se oyó a la distancia...
PAF!!
Tom se incorporó rápidamente de la cama, estaba sudoso y la respiración la tenía agitada a tal grado que el pecho le dolía cada vez que el aire llenaba sus pulmones. Miró por todos los rincones de la habitación cuando tiró de las cortinas que colgaban de su dosel. Todos estaban dormidos, pero seguía sintiendo que alguien lo observaba, ¿por qué estaba tan angustiado?. No había motivo. Era su primera noche en Hogwarts después de regresar de vacaciones de Navidad, todo estaba tranquilo... menos él.
Por un momento, deseó que la mazmorra tuviera ventanas, se sentía sofocado y algo le oprimía sobre manera el pecho. Puso una mano sobre éste y se autoconsoló poco a poco, presionando la parte que le dolía. Una sensación extraña lo invadió de pronto y lo orilló a soltar dos lágrimas.
- Ann... – fue el único sonido, además del viento, que se oyó aquella noche.
* * *
Harry bajó la mirada, el viento era fuerte aquella tarde de Invierno y, aunque los lentes lo protegían, sus cabellos negros se inmiscuían por todas partes picándole los ojos. En ese mismo instante deseo no haber sugerido salirse del castillo, en la Biblioteca hubieran estado bastante mejor que ahí.
- No... nada... – respondió.
Notó que la cara de Zabini tomaba una expresión de desilusión, aunque no sabía exactamente por qué.
- O tal vez no te entiendo... – completó.
Blaise lo vio a los ojos preguntando más con ellos que con las palabras que salían de su boca.
- Si llegas a oír algo... puedes... decirme?
Harry notó que su misma expresión había cambiado, esto no era normal, Blaise Zabini, un estudiante de slytherin estaba siendo más que amable con él, y no sólo eso sino hasta un favor le estaba pidiendo. Pensó muy bien qué responderle, percibía que Zabini sabía la forma en que podría reaccionar y el muchacho se estaba arriesgando a ser humillado por un gryffindor.
Harry sonrió sin querer.
- De qué te ríes? – preguntó, algo turbado.
Harry negó con la cabeza.
- Te avisare si oigo algo, pero no sé de qué me estás hablando, podría ser cualquier cosa...
- Ya te dije... algo fuera de lo común.
- Está bien, te diré cualquier comentario raro que escuche en mi casa, de acuerdo?.
- Gracias, Potter.
Zabini sonrió opacamente y, a la vista de Harry, casi tímidamente. Un escalofrío corrió su cuerpo, cuando sus miradas se encontraron en medio de aquella ventisca incontrolable.
Los ojos de Blaise eran de un azul tan profundo que se podía imaginar el fondo del mar en ellos, a su vez los de Harry eran verdes esmeralda, como joyas preciosas iluminando una cueva oscura. Cualquiera que hubiera visto esa escena podría haber distinguido dos rayos luminosos saliendo de cada una de las miradas, chocando y fundiéndose el uno con el otro.
Blaise fue el primero en reaccionar, movió un poco la cabeza y dio dos pasos hacia atrás, al darse cuenta que estaba demasiado cerca de Potter... tanto, que sus narices habían estado a punto de tocarse.
El nerviosismo de Harry se hizo latente y tuvo que toser un par de veces a fallo de pronunciar palabra.
- Debo irme... gracias de nuevo, Potter.
Y Zabini se alejó en dirección del castillo.
* * *
Gedeli recogió los libros mirando extrañado a Tom, era la segunda vez que chocaba contra alguien en el día.
- Te sientes bien? – preguntó, en voz baja.
Tom asintió despacio mientras recibía lo suyo. Entonces fue cuando Ged lo vio, un nuevo cuadernillo negro.
- Y eso?
Tom vio a qué se refería, tomó el librito por el delgado lomo y se lo mostró a su amigo, abriéndolo en la primera página, sólo se leía una frase escrita con tinta hacía poco tiempo, ya que se podía oler aún.
- "T. S. Riddle"? Ya sé que tuyo… pero para qué? No recuerdas que mi padre te dijo que si necesitabas algo...
- Se lo hiciera saber...
- Exacto... porque no me dijiste que necesitabas cuadernos? Podría haberte traído unos de pergamino hechizado contra el deterioro, de Francia... y no muggles. – contestó, examinando el cuadernillo.
En cuanto Gedeli terminó su frase, Tom le arrebató el librito y lo introdujo en una de las bolsas de su túnica, enviándole una mirada molesta a su amigo. Ged se sintió confundido.
- Dámelo, si quieres puedo darte uno de los míos por ahora, puedes tirarlo, así no tendrás que tener nada muggle otra vez.
- Gedeli!! – sentenció, Tom – cierra la boca, quieres? Voy a conservarlo.
Ged asintió con los ojos muy abiertos y los dos prosiguieron su camino hacia Transformaciones.
David dejó las bolsas cerca de la despensa del Internado, como siempre, terminando su rutina de todos los lunes. Estiró los brazos, relajando su espalda tensa por el trabajo del día y por el peso de la carga.
- Ni se te ocurra amodorrarte, David.
- Qué? – dijo, aún sin bajar los brazos, viendo a doña Gertrudis, la cocinera, quien estaba alzando algunos víveres perecederos en el refrigerador oxidado.
- Fairwheater quiere que limpies el patio trasero, por la granizada de ayer está echo un desastre.
- Pero... no es justo, yo ayudo a Boretti toda la mañana. Se supone que alguien más debe hacer las labores de aquí!!
Gertrudis que estaba aún de espaldas, se volteó hacia Riddle con mirada elocuente.
- Y por qué me reclamas a mí? Yo, como tu, jovencito, sólo recibo órdenes y las cumplo... – alzó un dedo hacia él, dándole un toquecito en la nariz – y deberías seguir mi ejemplo más seguido, te ahorrarías muchos problemas... – Gertrudis cambió su mirada por una más animada – y ya puedes bajar los brazos.
Sonrió al ver la expresión de David mirando sus brazos que habían permanecido arriba todo el tiempo. Sin embargo, no los bajó, contempló de nuevo a la doña y alzó una ceja.
- Ya ni siquiera puedo estirarme?
Doña Gertrudis negó con la cabeza sugiriendo que David era un caso perdido y salió de la cocina. David también sonrió y bajó los brazos, su mirada pasó de la puerta de la cocina hasta la mesa destartalada que estaba pegada a una de las paredes del lugar, en ella sólo estaba sentada una joven, picando varias verduras... él la conocía sólo de vista, varias veces le había sonreído a David, y él, por cortesía, le respondía. Sabía que era más chica que él y Tom por dos años, y que había llegado en muy mal estado al Internado, ahí le habían puesto nombre porque no sabía como se llamaba... aunque casi nadie sabía cual era, ya que jamás hablaba.
* * *
Iba aún cansado de las pruebas del TIMO de ese día, y ni siquiera podía pensar en el mañana, sería de descanso pero de estudio a la vez, porque la segunda prueba sería en dos días más. Se tomó el cuello con ambas manos tratando de amortiguar el dolor semejante a cientos de latigazos en el mismo sitio. De pronto, detuvo su caminata. Parpadeó dos veces sin moverse, inclinando después la cabeza hacia la derecha.
Draco hizo un gesto de incomprensión, miró a ambos lados del pasillo y se llevó una mano a la frente torneando los ojos. Se había equivocado de pasillo, había subido un piso más del que debía para tomar el atajo a las mazmorras. Viró y empezó a caminar sobre sus pasos cuando oyó que alguien sollozaba dentro del baño de niñas inservible del segundo piso.
Dudó un poco, qué diablos le importaba si alguien estaba llorando?... pero su curiosidad fue mayor, tal vez era algún hufflepuff idiota a quien podía molestar después. Abrió la puerta y metió la cabeza mirando hacia adentro...
- Ahhh....
Una especie de grito ahogado salió de su boca al ver que estaba cara a cara con Myrtle La Llorona, quien en ese momento se encontraba flotando cerca de los lavabos.
- Niño tonto... vete de aquí o te acusaré.
- Cállate, fantasma inútil.
Draco se regañó a sí mismo por haber sucumbido a su curiosidad y empezó a salir del baño sin dejar de mirar fríamente a Myrtle... entonces otro sollozo se oyó, abrió mucho los ojos puesto que Myrtle seguía ahí parada y sus labios no se habían movido.
Draco subió la mirada hasta el techo mientras otro sollozo se oía. Myrtle por su parte, flotó hasta ahí y comenzó a traspasarlo con la mano.
- Basta!! No puedes llorar cerca de mi baño!! Te lo prohíbo!! Vienes a arruinarme la vida otra vez, verdad?? Vete, vete!!
Entonces fue el acabose, tanto Myrtle como la otra persona que estaba llorando, rompieron en un drama singular tan fuerte que los mosaicos de las ventanas temblaban.
Draco se tapó los oídos lo más fuerte que pudo y salió disparado de ahí.
* * *
El agua se regó por todo el patio entremetiéndose en cada recoveco que podía, enjuagando la tierra y las huellas de mugre.
David se estiró de nuevo, el patio trasero del Internado era un desastre, los granizos habían tirado varias macetas y la tierra había estado regada toda la mañana. A juzgar por lo que veía, Fairweather no se había tomado la molestia de ordenar que no se pasara por ahí a los demás internos, había huellas de diferentes tamaños que llegaban hasta la puerta de la cocina y la del corredor. Además, los más pequeños ya habían tenido su primer descanso y las bolsas de plástico, junto con pequeños pedazos de dulces y marcas pegajosas, estaban regadas por todo el lugar.
Suspiró, ese trabajo le llevaría por lo menos dos horas, miró por la ventana hacia el reloj de pared que había en la cocina. Soltó el aire contenido pasándose una mano por el cabello rojo sangre. Tenía dos opciones: dejarlo para después de la comida, arriesgándose a que Fairweather lo viera y lo sacara a rastras a limpiarlo o... hacerlo y perderse la comida.
Ninguna le gustaba, pero sabía que era mejor perderse una comida a que la directora del Internado le adjudicara uno de sus castigos ejemplares, así que tomó la cubeta con detergente, cloro y aromatizante barato, la escoba, un recogedor de basura y una jerga. Y empezó la faena que lo tendría ahí hasta que la noche empezara a notarse.
Gedeli dejó a Tom en su salón de Transformaciones y empezó a correr para alcanzar a entrar a Pociones. Fue entonces cuando se le ocurrió, regresó lo andado y jaló a Tom por la túnica antes de que éste hubiera puesto un pie en el salón.
- Qué pasa? – preguntó, Tom.
- Ya sé – contestó, Gedelí – se me ha ocurrido de repente, pero puede funcionar.
- De qué hablas?
- El basili...
Tom se adelantó hasta su amigo tapándole la boca antes de que completara su frase. Y lo miró con una clara orden en sus ojos. Ged asintió y Tom lo soltó de nuevo. Ambos corrieron por el pasillo hasta llegar al rellano de la escalera.
- No se me había ocurrido antes, es tan sencillo... pero... no sé si funcione bien. Es una poción, la llaman "De Liriope".
Tom pensó por un momento.
- La ninfa...
Gedelí asintió emocionado.
- Recuerdas lo que nos contó Beans en Historia? Liriope despertó con esa poción... claro, una ninfa diferencia mucho de un bas... de eso que tu y yo sabemos... pero podríamos intentarlo.
- Sabes dónde conseguir la poción? – la mirada suspicaz de Tom daba escalofríos.
- Sé donde conseguir los ingredientes, pero tendremos que prepararla nosotros mismos.
Tom sonrió, se acercó a Ged. Éste se hizo hacia atrás por instinto chocando contra la pared, sentía esperanzas pero a la vez miedo.
Ya muy cerca del rostro de su amigo, Tom susurró un "gracias" casi imperceptible por el oído humano, se retiró y empezó a bajar las escaleras.
Eso era menos de lo que Gedeli quería recibir de Tom pero mucho más de lo que se habría imaginado para ese momento. Suspiró tres veces y también bajó, cuidando antes de que nadie los viera.
Pero su vista lo engañó, alguien los miraba y cuando ninguno de los dos podía oírlo, se río.
David azotó la jerga contra la pared un par de veces para que toda la mugre saliera. Estaba ya rociando el patio con aromatizante.
- Oh... pero si es el divino Riddle.
David miró hacia la puerta de la cocina y torneó los ojos al ver a Norman sacando varias bolsas de basura y un trinche de jardinero bastante viejo. No le contestó y siguió exprimiendo la jerga dentro de la cubeta.
- No me hablas?
David montó la jerga sobre la escoba y se dirigió hacia el último rincón del patio para empezar a secar el agua. Norman dejó su cargamento menos el trinche, dio un vistazo hacia dentro por la puerta del corredor, y se acercó hacia donde estaba David.
- Vamos, si es por lo del otro día... lo siento, a Tom Riddle no lo soporto, es un engreído.
Cuando Norman pronunció la última palabra, David azotó con más fuerza la escoba contra el piso.
- Lo siento – dijo, Norman de nuevo, riéndose – sé que tu y yo... no nos hemos llevado bien por algún tiem...
- Nunca nos hemos llevado bien. – interrumpió, David.
- De acuerdo, nunca... pero quiero que eso cambie.
David dejó escapar varias risas sobre el comentario de Norman y siguió con su quehacer.
- Lo estoy diciendo en serio – repuso, el muchacho gordo.
- Por qué querrías que nos lleváramos bien? No hay ninguna razón por la que debas estar bien conmigo, no tengo dinero, no tengo padres, no soy consentido de Fairweather, al contrario, no soy musculoso y tonto como tus amigos... – David hablaba al mismo tiempo que fregaba el piso una y otra vez.
Alzó el cuerpo y se levantó un poco la playera para limpiarse el sudor. Apenas notó que Norman se había movido cuando ya lo tenía demasiado cerca como para hacer algo.
- Qué diablos haces? – preguntó, un poco asustado al notar que el trinche estaba apuntando hacia su estómago, mientras Norman lo miraba tranquilo.
- Quieres que te diga porque me interesas?
David se pegó a la pared lo más que pudo pero Norman nunca dejó que la distancia entre ellos aumentara, al contrario, disminuyó bastante.
Segundos después, el muchacho gordo estaba lo suficientemente cerca de David como para besarlo, pero no lo hizo, sólo inclinó su cabeza hasta el cuello de él.
- Me gustas, David... me gustas mucho... me gustas mucho más que cualquier otro en este Internado.
David no soportó más, empujó a Norman con todas sus fuerzas haciéndolo tropezar con la cubeta y provocando que el agua sucia se esparciera de nuevo. Entonces, escuchó risas provenientes de la puerta del corredor. Miró hacia ahí y encontró a los demás amigos de Norman, riendo como pocas veces los había visto.
Norman se les unió.
- Así es cómo te dice Tom, David? Así se te acerca en las noches que quiere tener pasión? – dijo burlonamente.
David tenía la quijada trabada del coraje, no podía ni siquiera pensar en un insulto lo suficientemente fuerte para aquella bola de idiotas obesos.
- Dinos, David, qué haces cuándo no está él aquí? Te masturbas?
Riddle se abalanzó con todas sus fuerzas hacia Norman, tenía los puños cerrados y llenos de furia. Logró darle un golpe en la mejilla y tirarlo al suelo, pero sus amigos lo detuvieron. Norman se incorporó del suelo mojado, le dio una patada en las costillas a David que estaba en el firme también, inmovilizado por los otros gordinflones.
- Ni siquiera se te ocurra volverme a tocar, asqueroso gay.
- Señorita Fairweather, señorita Fairweather!! Están golpeando a alguien en el pasillo, señorita Fairweather!!
La pandilla de Norman entró corriendo al edificio, dejando a David aún en el suelo. Dejó pasar unos segundos para levantarse, acomodarse la playera y tomar la escoba de nuevo: Fairweather no oiría ninguna explicación, sólo castigaría a todos. Preparó sus oídos para unos gritos espantosos de parte de la directora cuando lo viera todo mojado y sus brazos también por si en lugar de gritarle prefería llevarlo a rastras y con pellizcos hasta el cuarto de castigos, sin embargo, ninguna de las dos cosas llegó, al contrario, sintió un leve golpecito en la espalda. Se enderezó un poco, con algo de temor y volteó pausadamente esperando aún encontrase con la cara arrugada de Fairweather, pero en su lugar se encontró con la dulce sonrisa de la niña muda.
A David le costó varios minutos reaccionar, pero al final contestó aquella sonrisa.
* * *
Draco llegó corriendo a su sala común, el corazón lo tenía palpitante, pero no sabía por qué, aquellos gritos le habían puesto los pelos de punta... pero casi podía jurar que la razón por la que estaba así eran los gemidos de la persona que no vio, no los de Myrtle.
Se desplomó en uno de los sillones negros.
- Auch...
Se incorporó un poco cuando algo le picó en la pierna. De su bolsillo sacó el dije que se había encontrado hacía algunos días. Lo miró de nuevo, más detenidamente, sin pensarlo mucho, puso el dedo encima de brillante de en medio... en sus oídos el mismo grito se presentó pero cien veces más fuerte. Draco soltó el dije y se tapó los oídos, pero el llanto no se iba.
- Me lo quitaron... me lo quitaron!!
Era una mujer, ahora podía percibirlo, él también empezó a gritar tan fuerte como le era posible... hasta que oyó otra voz, diferente.
- Señor Malfoy, por favor, señor Malfoy.
Dejó de gritar y abrió los ojos asustado. Marius Castoriadis estaba ahí tomándolo de los hombros, tratando de hacerlo reaccionar. Draco tenía la respiración agitada y no podía enfocar bien nada.
Marius lo sentó en el sillón de nuevo.
- Tranquilo... tranquilo... llamaré a la señorita Pomfrey para que venga a revisarte.
- No, no... estoy bien.
Más pálido de lo normal, Draco se levantó y caminó hacia las escaleras que conducían a su dormitorio compartido.
Marius no esperó a que Draco hubiera desaparecido y salió de la sala común de slytherin. Cerró la puerta con cuidado y se alejó por los pasillos hasta llegar al cuarto que le habían asignado, entró y cerró con llave la puerta.
Se despojó de su abrigo, se hincó cerca de la cama y sacó una cajita de metal oscuro, la abrió. Casi al mismo tiempo, sacó de la bolsa de su túnica algo brillante y lo colocó en el interior de la caja.
Sus ojos se abrieron de par en par al ver que el dije que había tomado del suelo de la sala común, concordaba perfectamente con las comisuras y rajaduras del interior. Sonrió.
- Sabía que eras tu... pero cómo es que vives con los Malfoy... – una mirada llena de locura se dibujó en su rostro – Lucius es listo... pero yo soy más.
* Comentarios en los reviews.
Nota: estoy mandando avisos por mail cada que actualizo mis fics, así que si alguien quiere dejármelo en su review, tendrá su aviso.
ERIA RIDDLE: gracias por todos tus comentarios... y por tus preguntas también, me agrada que me pregunten cosas porque así no olvido partes y veo cuales tengo que explicar aún. Nadie había hecho un análisis tan extenso de "La Sangre del Lord" como el tuyo... jaja... gracias.
PALI: gracias por el comentario de las calles... me tardé un poquito más pero en fin, me agrada darle esos toques de realismo. Sobre David, si... esa es mi intención con el personaje... como lo que le pasa esta vez.
ANGIE: es probable que Ged sufra un ataque, tienes razon jajaja... pero todavía falta para la Semana M... me tardo en subir capítulos en estas fechas porque estoy en exámenes de fin de cuatrimestre en la Universidad... me quitan mucho tiempo.
MORYN: ehhh... no te puedo contestar eso!! Jaja... van a pasar muchas cosas para que Tom vaya aprendiendo a odiar más de la cuenta.
GABRIELA: Castoriadis es... una de las tantas conexiones entre pasado y presente, de hecho, ya tengo escrito la mitad del siguiente capítulo y uno de los personajes va a revelar un buen pedazo de la historia de Marius. De hecho esto pensaba publicarlo en el capítulo 4 o 5 pero pensé que quitaría mucho del suspenso para este personaje.
KATHY: creo que este fic empezó un poco liviano para ser angst y quizá nunca llegue a traumarte tanto pero trataré de que si ...jajaja.
