Nota: Disculpen todos por la tardanza para continuar la historia. Realmente no tengo otra excusa más que, afortunadamente me ha ido bien con mis proyectos de guiones y lamentablemente me he tenido que apartar un poco de mi casa que es donde transcribo las historias. El Fic ya está terminado en manuscrito, no lo he dejado como muchos piensan. Sin embargo, estoy tratando de encontrar tiempos para transcribirlo a la computadora. Lamento mucho que estos meses hayan dejado de leerme, créanme, creo que lo lamento más yo que todos ustedes. Les doy las gracias a todos aquellos que me escribieron a mi mail para que continuara con el fic. Bueno... pues ya estoy de nuevo por aquí y espero que sigan interesados en la historia.

CAPÍTULO XIV: Conectar

Draco se acomodó el cuello de la túnica negra y sintió que su  cuello estaba algo sudoroso. Se asqueó consigo mismo, pero no hizo ni un solo movimiento que delatara dicha reacción. A pesar de las dos agobiantes horas que había tenido que estar parado en ese pasillo, aún podía resistir un poco más, así que simplemente volvió a colocar las manos a los lados de su cuerpo, con movimientos tranquilos y confiados como siempre.  Sus temblores de inquietud fueron tan sutiles que nadie logró notarlos... aunque en realidad, estaba seguro de que el que "Sangre Sucia Granger" estuviera parloteando con todo el mundo había ayudado bastante.

Hermione había estado hablando con Hannah Abbott sobre sabe-Merlín-que de su última semana. Después había dicho algo sobre su blusa, algo acerca de una arruga. Y por último había optado por asomar la cabeza hacia el pasillo e informar quien se acercaba.

Draco metió las manos por entre la túnica del uniforme y, como un acto reflejo empezó a tronarse los delgados y largos dedos, mientras Padma Patil se alisaba los cabellos sueltos de su peinado. Después de dos o tres acomodos diferentes, Padma miró a Hermione.

- Que poción usas para alisarlo? – preguntó, medio agachada, viendo las puntas de un mechón.

- Página 33 del manual de pociones de la biblioteca – contesto, Granger sin mirarla.

Draco se recargó en la pared, pegando la cabeza a está y mirando al techo. Padma estaba enfrente de Hermione, detrás de él, en una especie de formación mal hecha. Movió un poco la cabeza y bajó la vista, entonces se dio cuenta de que había quedado enfrente de Hanna Abbott, quien también se había recargado hacía unos cuantos minutos. Casi sin pensarlo, volteó su cuerpo hacia un lado, dejando apoyado el cuerpo en su hombro.

- El gordo y empolvado? El que está deshojado? – habló de nuevo Patil, dándose por vencida y pasando el mechón por detrás de su oreja.

- Ajá... – Granger hizo un ademán con la mano y volvió a su sitio, enfrente de Padma.

Patil la miró un segundo.

- Y a quién esperas si puede saberse? No se supone que todos deben estar en el Gran Salón?

Draco hizo el mohín de un bostezo, bastante vistoso, y alcanzó a ver que Granger lo miraba con fastidio, lo cual le provocó una vana satisfacción. Sabía que Hermione había captado bien el mensaje: le producía aburrimiento cualquier cosa que viniera de su boca.

Sin disimulo alguno, Draco hizo una mueca de media sonrisa mientras aún sentía la mirada achicada de Granger sobre él.

- A decir verdad, le pedí a Harry que me trajera el apunte de mi discurso.

- Pero si lo ensayamos mil veces! – dijo Hannah – te lo sabes de memoria...

- No quiero equivocarme, no en esta noche.

Draco, después de haber oído "Harry" en la boca de Granger, se había quedado ensimismado. No había pensado en Potter desde hacía más de tres horas, lo que era un record contando lo que había pasado con él el último mes. Por alguna mísera razón, el oír su nombre le había provocado una ligera calma entre todo aquel torbellino. Sin embargo, el temblor de las manos aún no se le iba. Sintió el pequeño cosquilleo que da cuando te percatas que alguien te observa detenidamente. Draco levantó la cabeza y vio que Abbott lo miraba detenidamente, sin embargo, cambió su vista hacia Padma.

Malfoy comenzó a tener conciencia de que tenía el entrecejo fruncido, miró de reojo a Hermione quien seguía parloteando y por extraño que pareciera, le dieron ganas de escuchar de nuevo el nombre de Harry aunque fuera de esa asquerosa sangre sucia. Relajó la cara y puso atención a lo que Granger decía, sin embargo, ya nada tenía que ver con Potter.

- ... después, no sé qué hizo Ginny pero la poción salió volando hacia Sandy Parkinson y la hizo desaparecer, Snape estaba furioso, según dice. Y el pobre Colin tuvo que quedarse con ella a limpiar.

Padma se rió con lo que le pareció a Draco, un sonido sordo y tonto. Se jaló un poco la oreja, volteó su cuerpo, recargándolo de nuevo sobre la espalda y alcanzó a ver que Hannah lo miraba de nuevo. Un ligero ardor estomacal lo atacó de pronto... pero...  ¿por qué? "Diablos, Draco", se regañó mentalmente, tal vez su nerviosismo estaba a tal grado que la mirada de una estúpida Hufflepuff lo minimizaba. Sin encontrar una mejor excusa, decidió hacer lo que mejor se le daba: poner nerviosos a los demás. Relajó los músculos de todo su cuerpo, colocó las manos detrás de él, sobre la pared también. Alzó un poco la cabeza y miró a Hannah directamente, ella sólo atinó a parpadear torpemente y cambiar su campo de visión.

Draco lanzó una sonrisa torcida.

- ¿Qué tanto me ves, tonta? – preguntó sin recelo y con una voz que le salía bastante bien: entre despreciativa, molesta, venenosa... pero increíblemente sensual.

Abbott dio un paso hacia atrás, abrió mucho los ojos y se puso roja. Padma abrió la boca y alzó una ceja, sorprendida, mientras Hermione se cruzaba de brazos.

- Pero que sorpresa! Draco Malfoy no habla pero cuando lo hace es sólo para ofender.

Draco siguió mirando descaradamente a Hannah.

- No te estoy hablando a ti, Granger.

Hermione dio un paso hacia delante.

- Pero Hannah es mi amiga. Mejor sigue callado, te ves más bonito así.

Draco amplió su sonrisa y,  lentamente, cambió su vista hacia Hermione.

- Yo siempre me veo bonito...

Granger abrió la boca con una expresión en la cara de indignación que, en otro momento, le hubiera provocado un ataque masivo de risa a Draco.

- Yo no tengo la culpa de que tu mandadero Potter, no haya cumplido sus deberes, Granger. Así que no te metas en lo que te importa. Le hice una pregunta a Hannah no a ti.

Draco sabía que su excusa para mencionar el nombre que quería no había sido muy buena, ni muy elaborada. Sin embargo, había cambiado la atención hacia la parte final de su frase muy inteligentemente.

Padma contrajo el cuerpo, Hermione abrió más los ojos y Hannah dio un ligero temblor.

- Harry no es mi mandadero, sólo le pedí un favor.

- Si, claro, lo que tu digas...  – Draco se enderezó y salió hacia el pasillo. Estaba harto de oír hablar a esas tres mujeres.

Cuando Malfoy viró la esquina del pasillo, Hermione achicó aún más los ojos.

- No lo soporto! – dijo entre dientes.

Pero Hannah dio un respiro profundo.

- Huele delicioso...

- ¿Qué? – Hermione miró incrédula a la hufflepuff.

Padma dio unos pasitos hacia ella y le tomó las manos.

- ¿Oiste? – dijo, emocionada.

- Si!

Padma puso sus manos sobre la boca.

- Dijo tu nombre!!

Hermione no podía creerlo, en lugar de que Hannah estuviera ofendida por el insulto de Malfoy... estaba emocionada porque había dicho su nombre.

- Si, claro, dijo su nombre después de decirle tonta.

- Pero dijo mi nombre, Hermione... Hannah... me dijo Hannah.

- ¿Y eso que? Es un patán, no viste como te veía... en que tono te habló?

- No es un patán – dijeron al unísono las dos.

Hermione no daba crédito a sus oídos, las había creído más inteligentes.

- Bueno... tal vez es un poco... un poco arisco y huraño pero eso puede cambiar.

- Malfoy? Malfoy nunca va a cambiar, prácticamente, la pedantez la lleva en las venas.

Padma frunció el entrecejo y dio a Hermione una mirada bastante desagradable.

- Porque siempre tienes que verle lo malo al momento, Granger?

Hermione se sintió francamente ofendida, se cruzó de brazos y no volvió a pronunciar palabra.

***

WIIICK!!!

David alzó la cabeza de tenerla recargada en los brazos. El escritorio estaba todo revuelto, al igual que el cuarto. Las cobijas de las camas de los internos estaban regadas por el suelo. Y closet tenía aspecto de haber sido saqueado.

David alzó la vista hacía la ventana y miró, prácticamente lo imposible: una lechuza estaba volando en círculos fuera de ésta.

Titubeó un momento, pero a final de cuentas se acercó y la abrió. La lechuza entró rápidamente y se posó en hombro del muchacho. David, que no estaba acostumbrado a las garras, emitió un gemidito.

El animal estiró la pata en la que traía un sobre atado. David lo retiró como pudo y en cuanto lo hizo, la lechuza emprendió el vuelo, saliendo silenciosamente.

Esperó un momento mientras perdía de vista al animal, y luego, como un mecanismo automático abrió tan rápido la carta que el rasgó el sobre. Sí, era de Tom.

El corazón le latió tan fuerte que pensó que le iba a dar un ataque, Tom le informaba lo de aquella semana especial, le contaba algo sobre un plan extraño para sacarlo de San Charbel que David no entendió muy bien y que tenía algo que ver con un tal Castoriadis.  Le decía también que se verían muy pronto, más pronto que de lo que se imaginaba.

Un retorcijón hizo que David se parara de la cama donde se había sentado para leer el papel. Pronto. ¿Qué significaba pronto?. David soltó el aire que había contenido desde hacía unos segundos. Tamborileo los dedos en el sobre.

Dejó la carta encima del colchón y se pasó ambas manos por el cabello. Hizo un gesto de dolor y las bajó de nuevo, colocando una de ellas sobre su costilla.

El ver a Tom le hacía gran ilusión, el dejar San Charbel por un tiempo le hacía aún más ilusión... pero... y si no podía llegar? Y si... si el castigo de la señorita Fairweather llegaba más allá?

Caminó hasta la silla de la mesa desvencijada, se sentó y cerró un momento los ojos.

Se imaginó la cara de Tom al verlo... ¿cómo sería? Quizá de terror, cualquiera se asustaría. Tal vez era mejor pensar en la forma de que supiera que no iría. Si ese tal Castoriadis iba por él... entonces le diría que no quería ir, que lo dejara en San Charbel, sí, eso sería lo mejor, que Tom no lo viera así. Le daría una pena enorme, además de que no quería que le tuviera lástima.

David abrió los ojos y se encontró de frente con su reflejo en el espejo. Su cara... con un ojo morado, el labio roto y rasguños por doquier.

No, pensó decididamente, Tom no podía verlo así.

Tom se recostó en su cama de dosel, con la cabeza apoyada en los brazos cruzados y soltó un gran suspiro. Sin pensarlo mucho, la línea delgada de su boca se transformó en una sonrisa sincera... de aquellas que hacía mucho no tenía.

Prácticamente todo le había salido bien esa semana, desde haber encontrado a Marius Castoriadis para pedirle ayuda para David, hasta el hecho de que el basilisco de la cámara hubiera despertado y le hubiera obedecido al instante. La lengua parsel no se le había dificultado desde que había descubierto que tenía el don. Sin embargo... no podía negar que había sentido cierto temor de que la serpiente lo atacara.

Su pensamiento volvió por segunda ocasión a David. En esos momentos debería estar recibiendo la lechuza. Se imaginó enseñándole todo Hogwarts... sabía que sería algo tonto, que seguramente al verlo en el lugar que el quería, todas sus reacciones estarían tan llenas de felicidad que no podría controlarse, pero aún así cada vez que se lo imaginaba durmiendo con él en el castillo una gran ola de entusiasmo lo embargaba, no importaba si todo el castillo estaba lleno de muggles, mientras David, su David estuviera recostado sobre la misma cama que ahora...

Tom se incorporó de pronto. Él estaba imaginándose que David podría dormir con él en su dormitorio, sin embargo, el dormitorio contaba con 5 camas más de sus compañeros. Y, a decir verdad, no había preguntado acerca de dónde dormirían los muggles visitantes.

Se mordió un labio y salió de la habitación con pasos agigantados.

***

Harry estaba desesperado. El ensayo de la ceremonia había sido a puerta cerrada y Snape no lo había dejado acercarse a la puerta principal ni tres metros. Después la profesora McGonagall los había mandado a los dormitorios  a arreglarse para bajar dos horas después directos a la entrega de premios.

No había podido ver a Draco durante todo el maldito día y esa angustia de traición mezclada con dolor de cabeza de pensar tanto en el mismo asunto ya lo tenía mal.

Sabía que Ron lo había observado toda la tarde con recelo y con una duda extrema, aunque no decía nada y la parecer se había dado por vencido de que Harry le dijera algo, porque ahora observaba a Hermione que estaba parada al lado de Dumbledore dando las gracias a la gente del Ministerio que había ido y a sus compañeros, sosteniendo una mini escultura de oro de un león rugiendo.

Harry se retorció las manos, algo le pasaba en el estómago. Lo sentía revuelto y a la vez tan lleno que el sólo ver las copas de brindis esparcidas por la mesa le hizo palidecer. No podía ser que estuviera tan nervioso, tenía que calmarse.

Neville Longbottom estaba sentado a su lado. Volteó y habló en un susurro hacía él y Ron.

- Padma Patil se ve muy bonita, verdad? -  dijo, un poco sonrojado.

Ron, que no tenía precisamente muy buenos recuerdos con Padma, asintió sin mucho énfasis.

A Harry le empezó a dar vueltas la cabeza. Miró a Ron asustado... definitivamente esto ya no era normal. Si, era cierto, estaba preocupado por lo que pudiera o no hacer Malfoy pero enfermarse por eso... no era precisamente una reacción que acostumbrara. Con una mano temblorosa alcanzó a jalar el brazo que Ron tenía sobre la mesa. Éste volteó y cuando lo miró hizo una cara de sorpresa, le tomó la mano.

- Te sientes bien, Harry?

Harry tuvo el impulso de molestarse por aquella pregunta. ¿Qué acaso no era obvio que se sentía sumamente mal? Neville también volteó al oír la voz de Ron y Seamus Finnigan hizo un sonido preocupado. El dolor en su cabeza iba en aumento tan rápido que lo hizo empezar a sudar.

- Te ves muy pálido, Harry...

- ... por lo tanto, la serpiente plateada de Slytherin la entregaré con orgullo al señor Draco Malfoy!! – se oyó la voz de Dumbledore.

Harry juntó todo lo que le quedaba de fuerzas y alzó la cabeza. Alcanzó a ver a Draco entrando por una de las puertas anexas pero el dolor lo hizo volver a agacharse. Un sonido de expectación se escuchó a lo largo de las cuatro mesas.

La cicatriz de rayo le ardió tan fuerte que parecía que iba a incendiarse de repente. Harry se la tomó con una mano.

- Te duele? – preguntó expectante, Ron.

Harry no respondió, sentía demasiado dolor para emitir sonido.

- Se siente bien, señor Malfoy?

Harry alcanzó a oír a Dumbledore y al parecer Ron, Neville y Seamus también porque los tres miraron hacia la mesa de enfrente. Harry, aún con la mano en la frente y encorvado por el dolor volteó hacia la misma dirección. Draco estaba enfrente de Dumbledore con ambos brazos rodeando su estómago y una clara expresión de dolor en la cara. El director parecía realmente preocupado por la palidez extrema del muchacho.

A Harry se le nubló la vista, y desenfocó al rubio, ya no veía nada claramente. Las figuras difusas se fueron oscureciendo y desapareciendo en una negrura total... y entonces los vio... aquellos ojos rojos y rasgados, llenos de odio. Entonces sintió el dolor más indescriptible del mundo, mucho más fuerte que la maldición Cruciatus. Parecía que su cabeza se estaba partiendo por la cicatriz. No aguantó más y dio un grito lleno de desesperación y amargura.

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