EL COMIENZO DE UN VERANO INTERESANTE

A la mañana siguiente Harry se levantó relativamente tarde comparado con los despertares que tenía en casa de los Dursley y por primera vez desde que comenzaron las vacaciones Voldemort no le había dado una visita nocturna, por lo que Harry supuso que estaba planeando algún ataque. Tranquilamente se vistió con su nueva ropa y bajó a desayunar encontrando a Remus en la cocina leyendo el diario el profeta y bebiendo una taza de té.

- Buenos días dormilón, Parece que se te han pegado las sábanas, ehh – Dijo Remus al verlo bajar por las escaleras somnoliento.

- E tenido una noche tranquila sin visitas de ningún tipo – Dijo simplemente el muchacho mientras que tomaba una de las tostadas que Dobby estaba colocando en la mesa

- ¿Qué vas a hacer hoy? – Preguntó Remus intentado dar conversación al muchacho.

- Pues tenía pensamiento explorar toda la mansión, y después tal vez los alrededores y con un poco de suerte el pueblo – Mientras que comentaba la rutina del día de hoy había tomado el diario el profeta donde mostraba en primera plana los movimientos del ministerio con respecto a Voldemort - ¿Cree el ministerio que podrá ganar una guerra cuando cuenta todas sus tácticas en el profeta? – Expuso una vez leyó por encima los títulos del diario.

- Bueno, realmente todo es una táctica de Fugde por permanecer en el poder, las acciones del año anterior le han hecho perder gran parte del apoyo de la comunidad mágica y ahora está a la desesperada por seguir permaneciendo en el poder, los rumores de su destitución suenan cada vez con más fuerza y lo único que hace es dar manotazos de ahogado intentando mostrar a la comunidad mágica que todavía puede ser un buen ministro.

- ¿Y cuanto tiempo calculas que tarden en expulsarlos del ministerio? – Dijo Harry acabando su desayuno.

- No creo que llegue al principio de curso, los trapos sucios del ministro están saliendo a la luz poco a poco, y el que tuviera de empleados a varios mortifagos y como consejero personal a un mortifago del circulo interno de Voldemort lo están colocando entre la espada en la pared, eso sumando el desprestigio que hizo en tu contra y contra el profesor Dumbledore.

- Interesante, bueno voy a dar una vuelta a la mansión a ver que es lo que veo – Dijo el muchacho levantándose de la mesa y dirigiéndose hacia la salida de la cocina.

- Si quieres te acompaño, ahora mismo no tengo nada que hacer – Por toda respuesta Harry sólo se encogió de hombros dejando que el hombre lobo lo acompañara.

La visita de la mansión que no pudo hacerse en la noche anterior comenzó por el salón - comedor, Harry observó con lujos de detalles todo lo que allí había, para empezar una lujosa chimenea, que rodeaba por varios tapices, en el centro de la sala había una mesa de madera de roble finamente trabajada, por todas las paredes había retratos de antiguos miembros de la familia Potter así como algunos jarrones y adornos antiguos, el siguiente paso que dieron fue un completo gimnasio con todo tipo de maquinarias y pesas para ejercitar todos los músculos.

- Aquí se pasaban tu padre y Sirius casi todas las mañanas de verano cuando Sirius se mudó aquí, según tu padre había que formar un buen cuerpo para hacer que las chicas babearan al verlos.

El siguiente paso que dieron fue hacia un despacho que según las explicaciones de Remus hay era donde su padre realizaba sus deberes del colegio y cuando comenzó a trabajar de auror en esa habitación redactaba sus informes sobre las misiones llevadas a cabo.

- ¿Y esa puerta de ahí adonde lleva? – Preguntó al ver una puerta ubicada entre dos estanterías en la que reposaban algunos detectores de tenebrismo.

- A la biblioteca – Respondió simplemente mientras observaba como el muchacho se acercaba lentamente a la puerta sin ninguna prisa.

Al entrar en la biblioteca, Harry por poco se cae de espaldas al ver una biblioteca casi tan grande como la de Hogwarts, una habitación llena de estanterías que llegaban hasta el techo, con un sinfín de libros todos catalogados. Harry estuvo varios minutos mirando la biblioteca sin querer dar un solo paso con la boca ligeramente abierta.

- Parece que te gusta eh – Dijo un burlón Remus – Y eso que no has visto lo mejor de esta biblioteca.

- ¿Hay más? – Preguntó el muchacho shockeado.

- O claro que hay más, para empezar muchos de estos libros son únicos, algunos escritos a manos por el autor, otros sólo existen copias limitadas en todo el mundo, e incluso por algún lado de esta biblioteca tiene que haber algún libro escrito por los cuatro fundadores cuando todavía se llevaban bien.

- Cuando Hermione se entere de esta biblioteca, la voy a tener todo el día metida aquí y ni siquiera va a querer volver a Hogwarts – Dijo Harry en tono burlón recordando a su buena amiga Hermione.

Siguieron merodeando por la mansión en donde Harry pudo explorar todos los dormitorios que había, que no eran pocos a decir, visitaron algunos de los pequeños salones (cuando digo pequeño más o menos me refiero al tamaño de la mitad de la sala común de Gryffindor), descubrió que en la mansión se hallaban algunos despachos con pinta de no haber sido usados nunca, una sala para la fabricación de pociones, con un sinfín de estanterías en la que se hallaban multitud de frascos con toda clase de ingredientes y varios calderos de diferentes materiales y medidas.

- Creo que me habrás escuchado decir esto unas cuantas veces Remus, pero es la verdad, esto es impresionante – Remus sólo sonrió al ver como con cada habitación que visitaban Harry iba cambiando su mirada.

- Bueno, existen algunas habitaciones secretas por la mansión, al igual que algunos pasadizos para cortar camino, pero me imagino que así tendrás que hacer algo el resto del verano. Bueno creo que voy a ir un rato a la biblioteca si no te importa, hace tiempo que no paso por allí y sinceramente me gustaría echarle un ojo a alguna de esas joyas que tienes allí. Por cierto, Hegwid está en la lechucería que está en la última planta.

- Vale, creo que iré a dar un paseo por los alrededores para reconocer los terrenos

Sin más el joven Potter salió de la mansión, descubriendo que la fuente que vio el día anterior estaba reluciente, con su agua cristalina saliendo a chorros por las bocas de las sirenas. Con forme iba recorriendo el jardín descubrió que Dobby había estado desde muy temprano para dejar la mansión impecable, los árboles parecían invitarte a pasar horas de sueño bajo su sombra, el camino adoquinado ahora parecía dorado. Alejado de la mansión Harry descubrió un estanque realmente hermoso rodeado por unas palmeras, que invitaban a pasar todo el verano allí. Viendo el calor que hacía Harry se descalzó y metió los pies en la fría agua dejando que las tranquilas corrientes se llevaran sus preocupaciones consiguiendo por fin un poco de paz.

Habían pasado ya una semana desde que Harry abandonara la casa de los Dursley y desde entonces fuera a vivir a la mansión de su familia. En el poco tiempo que llevaba en la mansión, Harry había conseguido memorizar todas las habitaciones que allí había, todos los corredores e incluso había encontrado alguna pequeña sala de estar oculta para cualquiera que no conociera que allí estaba.

Su relación con Remus se hacía cada día más estrecha habiendo encontrado en el hombre lobo un perfecto tutor que escuchaba todas sus inquietudes, un tutor con el que reír y con el que estar serio en los momentos de tensión.

Con respecto a Dobby se lo pasaba en grande en la mansión sirviendo a Harry, en menos de 3 días había conseguido lo imposible, dejar la mansión impecable como si nunca hubiera estado desabitada. Al segundo día de estar allí Harry descubrió en el jardín trasero de la mansión una casita de madera, tamaño elfo, en la que encontró todas las comodidades de un elfo y en donde Dobby se había instalado para dormir.

Cuando Harry comenzó a habituarse a la mansión y a comenzar a caer en la rutina, encontró distracción de su mente atormentada en el gimnasio, donde se pasaba horas ejercitando los músculos de su cuerpo. Otra de las cosas que Harry se había aficionado era a leer, cuando no estaba en el gimnasio se pasaba su tiempo libre en la biblioteca leyendo antiguos libros de magia blanca, en los que sin duda Harry encontró grandes hechizos y potentes maldiciones que podrían ser de gran utilidad si pudiera practicarlos para conseguir manejarlos.

- ¿Estás aquí Harry? – Preguntó Remus asomando la cabeza por la puerta de la biblioteca, Harry levantó la vista del pesado libro que tenía entre sus manos para dedicarle una sonrisa al que ahora era su tutor – El profesor Dumbledore y algunos de los de la orden han venido a verte.

- ¿A ocurrido algo? – Preguntó el muchacho rápidamente creyendo que Voldemort había hecho una de las suyas.

- No, tranquilo no debes preocuparte por Voldemort en estos momentos – Dijo el licántropo haciendo un gesto con su mano quitándole importancia al asunto.

Harry marcó la página del libro por la iba leyendo y se levantó del cómodo sillón en el que se encontraba sentado para salir junto a Remus y dirigirse al salón donde lo esperaban Dumbledore y algunos de la orden. Al entrar en el salón Harry vio a Dumbledore sentado junto a McGonagall, Moddy, Tonks, Kingsley, el señor Weasley y Snape que hablaban en susurros que cesaron nada más entrar ambos en el salón.

- Ah, buenos días Harry, ¿Cómo te encuentras? – Harry iba a responder cuando vio las serias caras de algunos de los miembros de la orden.

- Me encuentro perfectamente profesor, y dígame a que viene su visita, porque dudo que sea de cortesía cuando los miembros de la orden aquí presentes tienen esas caras de preocupación.

- Parece que te estás volviendo observador Potter, eso es un signo inaudible que serás en el futuro un excelente auror – Dijo ojo-loco antes que nadie llegara a decir nada – Eso es lo que en estos tiempos debes de tener, Alerta permanente.

- Más bien locura – murmuró por lo bajo Snape ganándose miradas retadoras por parte de Harry y aquellos que lo oyeron

- Gracias señor Moddy – Dijo Harry quitando importancia al asunto y esperando una contestación de porqué las caras de preocupación.

- Siéntese Potter, hay cosas de las que hay que hablar – ordenó Snape con su misma cara de odio especial para Harry.

- Le agradecería profesor Snape, que no diera órdenes aquí – Dijo Harry sin siquiera dirigirle la mirada – por si no se ha dado cuenta estamos en mi casa – Dijo remarcando sus últimas palabras. Harry no obstante se sentó junto a Remus en el sillón que se había apostado el hombre lobo.

- Bien Harry, como veo que ya te has dado cuenta, no estamos aquí por una visita de cortesía – Dijo Dumbledore ignorando la cara de enfado que en esos momentos tenía Snape y las muecas burlonas de los otros hacia el profesor de pociones – Verás ahora que toda la comunidad mágica está enterada del retorno de Voldemort – hizo caso omiso del estremecimiento de algunos de los que allí se encontraban – el ministerio intenta hacer las cosas bien, y una de las cosas que intenta es protegerte, como habrás deducido ya el que ahora no te encuentres en casa de tus tíos a echo que el ministro vuelva a decir unas cuantas cosas en contra de la orden.

- ¿Como cuales si se pueden saber? – Preguntó el joven Potter imaginando lo que a continuación vendría.

- Bueno, resumiendo la discusión que lleve a cabo con el señor ministro sería – Dumbledore hizo una pausa para rascarse la barba para poder pensar con claridad – Fue algo como: Me da igual lo que los padres de ese chico dijeran, has puesto su custodia a manos de un hombre lobo sin siquiera consultar con el ministerio, así que exijo de inmediato que sea entregado su custodia a manos del ministerio ahora mismo, por si no te has dado cuenta es la esperanza para el mundo mágico de volver a vencer al innombrable, por culpa de tu falta de juicio e tenido toda la mañana a toda la prensa haciendo preguntas que no sabía contestar.

El profesor Dumbledore paró de hablar cuando vio que Harry no había intentado interrumpirlo ni una sola vez y al mirarlo vio que tenía los ojos fuertemente cerrados, los puños apretados en la tela de su pantalón vaquero e intentado hacer uso de todo su autocontrol para no ponerse a gritar delante de todos.

- Así que ahora nuestro querido ministro se preocupa de lo que me pase – Dijo con un tono de voz lleno de ironía – Pues si quiere saberlo iré a hacerle una visita al ministerio – Ahora su voz era de una verdadera furia, furia que había echo desbordar su magia haciendo que algunos de los objetos que allí había comenzaran a temblar.

- Harry cálmate o harás que toda la mansión se haga pedazos – Dijo Remus poniendo una mano en su hombro y transmitiéndole su confianza, cuando Harry pareció más calmado habló por primera vez el señor Weasley.

- Eso no sería una opción Harry, si vas al ministerio estoy seguro que Fudge no permitirá que lo abandones – En el tono del señor Weasley se notaba que había un tono de preocupación cosa que Harry hizo que terminara de calmarse.

- No se preocupe señor Weasley, no creo que Fudge quiera volver a saber nada de mí después de mi visita y según lo que me han contado los periodistas estarán todos cerca del ministerio y mi llegada no quedará desapercibida.

- No me gustaría estar en el pellejo de Fudge en estos momentos – susurró Tonks a Kingsley en el oído, recibiendo como una única respuesta un movimiento afirmativo de cabeza del auror.

- Supongo que nada de lo que digamos hará que cambie de idea verdad Potter – Preguntó Minerva McGonagall, recibiendo sólo un movimiento afirmativo de cabeza del muchacho – Entonces si no te importa iré contigo al ministerio mañana en la mañana.

- Gracias profesora – dijo regalándole una sonrisa a su profesora de transformaciones.

Así pues, quedó acordado que la profesora McGonagall y Remus acompañarían a Harry al ministerio para "tener unas palabritas con el ministro", mientras que Dumbledore se encontraría allí junto a Tonks y Kingsley.

- Bueno creo que no queda nada más que decir, no Albus – Dumbledore negó con su cabeza mientras se preparaba para irse – Bien en ese caso Potter estaré aquí mañana a... – No pudo llegar a acabar su frase porque Harry le interrumpió.

- No es necesario que se valla profesora, porqué no se queda en la mansión, así no tendrá que volver aquí el día siguiente – La profesora aceptó encantada el quedarse en la mansión Potter alegando que hacía años que no visitaba tan exquisita construcción.

Al día siguiente Harry despertó recordando perfectamente la conversación llevada a cabo con el profesor Dumbledore y con algunos de los miembros de la orden, la rabia volvió a invadirlo durante algunos segundos al recordar al oportunista ministro y sus colaboradores en lo que lo único que les preocupaba era quedar bien delante del resto del mundo mágico. Con determinación tomó la túnica que había preparado el día anterior, que constaba de pantalones negros, una camisa dorada, la túnica totalmente roja, cosido en el lado izquierdo del pecho el escudo de Gryffindor, la capa de un dorado potente que se abrochaba en un broche con forma de león (para los que hallan visto el señor de los anillos, el broche es igual al que llevan la compañía del anillo, las hojas de Lorien, pero con la forma correspondiente), unas botas de piel de dragón que le llegaban por debajo de las rodillas de color marrón, un cinturón en cuya hebilla llevaba grabado un fénix con las alas extendidas envuelto en fuego, unos guantes de seda de color negro.

Una vez vestido, Harry se miró en el espejo viendo que daba la verdadera imagen que quería dar al llegar al ministerio, ya que entre otras palabras la imagen que daba el niño que vivió era de un miembro de la nobleza mágica sacado de las historias que cuentan los padres a sus hijos para dormir. Una vez listo, bajó a desayunar donde se encontró con la profesora McGonagall y Remus que tomaban una taza de té cada uno en absoluto silencio.

- Veo que quieres llamar la atención cuando llegues al ministerio – Dijo Remus mitad serio mitad broma.

- Esa es la idea, sabes que no me gusta la fama impuesta que tengo, pero si ahora mi fama ha vuelto a los niveles anteriores no pasaré desapercibido en el ministerio, además haré que el ministro desee no haber querido desafiar al "niño que vivió" – Dijo con sarcasmo esto último dejando brevemente a ambos adultos con la boca abierta al oírle hablar de esa forma.

Una vez acabado el desayuno tomaron un trasladador que el profesor Dumbledore había creado el día anterior para no tener que ir a Londres por los métodos muggles, cuando se activó Harry sintió el ya conocido tirón del ombligo mientras giraban en un remolino multicolor. Cuando Harry tocó suelo se encontró en el vestíbulo del ministro, en una simple mirada Harry descubrió que todos los destrozos llevados a cabo por la batalla entre el profesor Dumbledore y Voldemort habían sido restaurados como si nunca se hubiera llevado a cabo tal pelea. La profesora McGonagall se acercó hacia el mostrador que allí se encontraba y se dispuso a mantener unas palabras con la recepcionista que allí se encontraba.

- Harry – El muchacho miró hacia donde Remus miraba descubriendo a una veintena de periodistas apostados en las puertas de los ascensores, algunos escribiendo algo, otros releyendo lo escrito, otros con unas grandes caras de aburrimiento – Esperaremos aquí hasta que llegue el ministro

- De acuerdo.

- ¿Harry de verdad quieres seguir con esto? – Dijo la profesora McGonagall después de volver de hablar con la recepcionista, solo movió la cabeza en señal afirmativa mientras volvía a mirar todo con aspecto ausente, como si lo que allí había no le importara en absoluto.

No tuvo que esperar mucho para que uno de las puertas de los ascensores apareció el ministro Fudge con la cabeza bien alta, rodeados por algunos de sus colaboradores, a un lado se encontraba Dolores Umbridge, Percy y un poco más apartado del grupo se encontraba Amelia Bones que miraba al ministro con una cara digna de ver. De otro ascensor aparecieron varios auror's de los que se encontraban Kingsley y Tonks con sendas caras de curiosidad. Mientras pasaba por las hileras de los periodistas estos se habían puesto en pie bombardeando al ministro con múltiples preguntas sobre las acciones a tomar en contra del innombrable y el paradero de Harry.

- Ah, Harry menos mal que estás bien todos estábamos muy preocupados por ti – Dijo con una estúpida sonrisa intentando quedar bien con los periodistas, cambiando su cara cuando miró a Remus gritó – Arresten al hombre lobo.

Antes que cualquier auror pudiera siquiera hacer el intento de buscar su varita en su túnica, Harry ya había sacado la suya y apuntaba con una cara de odio hacia el ministro.

- Y dígame porqué intenta arrestar a mi tutor – Añadió con odio, los periodistas emocionados escribían todo lo que veían a una velocidad asombrosa – y ya puestos a preguntar, cual es la razón por la que se preocupa por mí cuando el año pasado fui tachado por usted por un maniático y amante de las artes oscuras – El ministro de magia comenzó a sudar al ver que las cosas no salían tal como él lo había planeado.

- No se quien le habrá dicho semejante tontería – El ministerio comenzó a sudar y a lanzar miradas de ayuda a sus colaboradores.

- Vallase a la mierda Fudge – replicó el muchacho con su enfado a flor de piel

- Un respeto Potter, si no te has dado cuenta te estás dirigiendo al ministro de magia – Repuso Fudge realmente enojado – lo único que el ministerio quiere es su seguridad, y lo que no es seguro es que esté con un peligroso licántropo...

- Se lo advierto Fudge, y es mi ultima advertencia insulte a alguien a quien estimo y lo que le haré ni siquiera será legal.

- Disculpa Potter, que tonta soy... – comenzó a hablar Umbridge cara de sapo

- Eso no lo pongo en duda – Cortó rápidamente Harry, la subsecretaria del ministro parpadeó un par de veces al verse insultada pero después siguió hablando como si ninguna interrupción hubiera sido llevada a cabo.

- Pero me a parecido entender que está amenazando abiertamente al ministro de magia – Cuando acabó de hablar puso una de sus estúpidas sonrisas que a Harry le dieron ganas de vomitar.

- ¿Eso le parece una amenaza? – El chico miró al profesor Dumbledore que acababa de llegar para volver a posar su vista en la imitación de mujer que allí se encontraba – Creo que una amenaza en condiciones sería abusar de su autoridad en el colegio amenazando contra un alumno la maldición cruciatus en caso de no decir aquello que quiere oír, Verdad profesora Umbridge – Esto ultimo lo dijo casi escupiéndolo, mientras los murmullos del cúmulo de periodistas y curiosos que se habían acercado comenzaban a mirar amenazadoramente a la subsecretaria.

- Potter, a partir de ahora quedarás bajo vigilancia contaste del ministerio con gente de confianza del ministerio – Ordenó con voz potente Fudge aunque claramente se le veía el nerviosismo al ver como los acontecimientos iban pasando.

- No gracias – Dijo por primera vez Remus – Pero ya hemos comprobado que para usted gente de confianza son mortifagos del circulo interno de Voldemort – Remus en realidad no quería insultar al ministro pero el que lo hubiera llamado peligroso licántropo le había sacado de sus casillas.

- Arréstenlo – Volvió a gritar Fudge señalando a Remus, pero esta vez no solo se vio la varita de Harry apuntando al ministro sino que ahora Remus, McGonagall habían sacado sus varitas.

- Que pretendes con esto Potter - A Fudge le salió una voz chillona que desencajaba con su perfil de ministro serio.

- Fácil, para empezar usted se olvida que existo, a partir de ahora para el ministro Fudge Harry Potter a muerto, por lo tanto no tendrá que volver a preocuparse por él ni nada por el estilo, en caso que tenga que enviarme alguna carta el ministerio como sería el caso de los resultados de mis exámenes MHB y EXTASIS, serán enviados a la jefa de la casa Gryffindor o sea, la profesora Minerva McGonagall aquí presente o al director Albus Dumbledore, también presente. Resumiendo cuentas, no quiero saber nada sobre el ministerio y sus leyes a no ser que sea de mi conveniencia.

- Harry creo que estás exagerando un poco – Dijo Percy mirando asombrado al joven Potter

- Tu mejor ni me hables Weasley, que seas hermano de mi mejor amigo no significa que tengas permiso a dirigirme la palabra, para mí dejaste de ser un Weasley el día que interpusiste tu familia ante el ministerio – En estos momentos la cara de Percy se había vuelto un poema, había pasado de pasar colorado por la vergüenza a roja de ira – Ahora si me disculpan me voy a mi casa.

- No Potter, de aquí no te irás, la custodia de este licántropo queda revocada y pasará tu custodia a cargo del ministerio hasta que cumplas la mayoría de edad.

- Sabes lo que le digo Fudge, que se meta sus leyes por el culo, porque en lo que es respecto a mí y como usted mismo me catalogó el año pasado soy una persona mentalmente inestable y no le gustaría encontrarme enfadado – Iba a girarse para dirigirse con Remus hacia la salida, mientras el ministro veía como la esperanza del mundo mágico volvía a abandonar el ministerio y dejando otra vez al ministerio en silencio sobre su paradero

- De aquí no te mueves jovencito – Gritó Fudge al tiempo que de un rápido movimiento agarró el brazo de Harry. Movimiento equivocado pensaron aquellos que lo conocían y sabía de su carácter desde el curso anterior, y no se equivocaron aquellos que lo pensaron porque antes que nadie pudiera hacer nada Harry le había estampado un tremendo puñetazo en la cara de Fudge partiéndole el tabique nasal.

- Vuelva a tocarme y creerá que Voldemort es un niñito comparado con lo que le haré – Dijo con todo el odio que podía acumular – y no, no estoy del lado oscuro, todo la magia negra la repudio, el dolor que le haré sentir se basará en técnicas muggles.

Sin más se giró hacia Remus confirmándole que ya había acabado de desprestigiar al ministro, al pasar junto al profesor Dumbledore hizo un leve inclinación de cabeza para seguir su rumbo sin mirar en ningún momento para atrás, ya que si lo hubiera echo encontraría a todos los periodistas bombardeando a preguntas a Fugde y a sus colaboradores, Remus llegó junto a Harry riendo a carcajada limpia, aunque paró de reír cuando vio que Harry estaba serio y con el ceño fruncido. Le ofreció la lata con la que habían venido para volver a la mansión.

Al llegar a la mansión Harry dijo que se iba a cambiar y que luego se iría hacia el gimnasio para descargar la tensión que no había podido descargar en el ministerio. Remus después de dos horas estando sólo a que Harry saliera del gimnasio, comenzó a preocuparse así que decidió ir a ver que estaba haciendo, al entrar encontró a Harry golpeando a puñetazos limpios y patadas el saco de boxeo que había colgado. Harry sin sentir la presencia de Remus dejó de golpear al saco y tomando una toalla se limpió el sudor que le recorría por su frente

- ¿Estás más tranquilo? – Preguntó Remus con su rostro bastante serio

- Si, e encontrado que te desahogas mejor golpeando que gritando, así que ni modo – Harry entró en las duchas que tenía el gimnasio y se dio una rápida ducha helada para salir al poco tiempo con sólo unas bermudas.

- Bueno, me imagino que querrás comer algo no – Remus que había estado esperando a que Harry saliera de la ducha preguntó como el que no quiere la cosa.

Cuando acabaron la exquisita cena que había preparado Dobby se sentaron en una de las salas de estar para charlar un poco más que nada porque Remus quería saber como se encontraba Harry en esos momentos.

- Y bien, como te encuentras después de maltratar al pobre saco de boxeo.

- Me encuentro mejor, pero es que el imbécil que tenemos como ministro me saca de sus casillas, y encima el limpia botas de Percy y la sapo Umbridge hablándome como si fuéramos amigos o algo – Harry se tumbó en el sillón en el que estaba y miró atentamente a Remus - ¿Crees que actué correctamente?

- Bueno Harry, no puedo decir que actuaras bien o mal, sinceramente has hecho lo que muchas personas querían hacer desde hace mucho tiempo, si todo lo ocurrido sale a la luz no dudo que la gente comience a desconfiar de Fudge y a pedir su dimisión – Harry sonrió al ver que Remus pensaba igual que él – cosa que en el fondo estaría bien conseguir un ministro que pueda llevar el mando del ministerio en estos días de guerra, pero por otra parte, la destitución del ministro puede ser la señal del detonante para que comience la guerra por parte de los partidarios de Voldemort.

- Entonces actué mal verdad – En la cara del muchacho se había borrado la sonrisa y ahora que lo pensaba bien podría traer como consecuencias la muerte de muchos inocentes.

- No debes pensar en si actuaste bien o mal Harry, al fin y al cabo lo que tu has llevado hoy a sido lo que ocurriría en un futuro, si bien mucha gente pensaba cantarle las cuarenta al ministro, no lo hacían porque todavía tiene mucho poder y seguidores en el ministro.

- Pero... – Harry cada vez se sentía peor por lo que la conversación iba llevando su rumbo.

- No Harry, escúchame, los actos que se llevan a cabo por cada persona son las que mueven el mundo, tu has actuado según has creído conveniente, piensa bien, si Peter no nos hubiera traicionado, cierto tus padres pueden que aún vivieran, pero también es cierto que muchas personas hubieran muerto. El tomó una decisión que le llevó la caída a su señor brindando a miles de personas la oportunidad de vivir.

- Me hablas como si tuviera que agradecer a esa rata que hubiera traicionado a mis padres – El muchacho estaba empezando a enfadarse con las palabras de su tutor.

- NO – Dijo levantando un poco la voz – Nunca me oirás decir semejante cosa – Suavizando la voz y cambiando su mirada a una melancólica se dirigió al joven Gryffindor – Sabes aquí donde me ves soy una de las personas más egoístas del mundo Harry, y eso es debido porque si retrocediera en el tiempo y tuviera que elegir entre la vida de todas esas personas que se salvaron gracias a aquella noche o la vida de tus padres, elegiría la vida de tus padres sin dudarlo un solo momento – No hicieron falta más palabras, Harry se levantó del sillón en el que se encontraba y se dirigió hacia Remus el cual le dio un gran abrazo que duró al menos 10 minutos.

- Sabes estando en el gimnasio he pensado que estaría bien que vinieran los chicos a pasar lo que queda de verano, al fin de cuentas siempre soy yo el que va de visita, estaría bien que vinieran ellos por una vez.

- Te refieres a Ron y a Hermione, verdad

- Y a Ginny, Neville, Luna e incluso los gemelos aunque esos dos me imagino que estarán todo el tiempo en la tienda pero no estaría de mas que se dieran una visita.

- Bueno la casa de los Longbottom, está en la parte mágica del valle, muy cerca de la zona muggle y Luna te refieres a Luna Lovegood – Recibió un movimiento afirmativo de cabeza por parte de Harry– Bueno según tengo entendido, la redacción del quisquilloso se encuentra en la zona comercial del valle, así que me imagino que tu amiga Luna también vivirá en el valle, sólo es cuestión de acercarse a la redacción y preguntar donde vive.

- Estaría bien, así de camino podría conocer un poco mejor el pueblo ya que todavía no e tenido tiempo de conocerlo como dios manda.

- Bueno mañana en la mañana tendré que ir a hablar con la orden y decirles a los chicos si quieren venir claro – Remus hizo un gesto pensativo para después dirigirse otra vez al joven Gryffindor – Bueno el valle siempre a estado protegido con grandes hechizos y escudos protectores a si que si quieres podrías ir tu solo a reconocer el pueblo hasta que yo llegue.

- No estaría mal – Harry mirando su desgastado reloj dio un pequeño bostezo para ponerse en pie – Creo que me voy a la cama, demasiadas emociones en un mismo día – Acercándose una vez más a Remus le dio un gran abrazo, y una vez que se separó de él le dijo con una voz melancólica – Gracias Remus, creo que sin ti ahora mismo estaría en una gran depresión por lo de Sirius – El hombre lobo no contestó nada, en ese momento sobraban las palabras.

A la mañana siguiente Harry se despertó realmente descansado, el tener su mente ocupada todo el día entre charlas con Remus, visitas a la biblioteca y el gimnasio evitaban a Harry caer en la autocompasión y en pensar en Voldemort por lo que todas las noches conseguía poner su mente en blanco y no tener ninguna pesadilla con Voldemort. Cuando bajó a desayunar vestido con uno de sus pantalones nuevos de color negro y una camisa blanca, Dobby ya lo esperaba con un suculento desayuno que Harry devoró en cuestión de segundos.

- Hoy te luciste con el desayuno Dobby – Dijo Harry con una sonrisa al elfo.

- Dobby se alegra que le gusta la comida al amo Harry, señor – El elfo hizo una reverencia en la que casi tocó su nariz en sus rodillas.

- Dobby, deja de llamarme amo Harry, o señor, llámame solamente Harry, me siento incómodo cuando me llamas así.

- Oh, no señor, un elfo doméstico nunca puede llamar a un mago con tanta familiaridad aunque este se lo ordene – Harry vio la batalla perdida en intentar que Dobby le llamara por su nombre – El señor Lupin salió esta mañana temprano amo Harry y me pidió que le entregara esto – De su estrafalaria túnica sacó una cajita alargada que Harry se apresuró a abrir encontrando una fina cadena dorada con un fénix con las alas extendidas.

- Guau, es preciosa, dijo porqué me la dio – Preguntó mirando la cadena con admiración mientras se la colocaba en el cuello.

- Si señor, me dijo que en caso de que hubiera algún peligro usted sólo tenía que apretad la cadena y pensar en algún miembro de la orden del fénix y ellos aparecerían en su búsqueda señor – Harry miró detenidamente la cadena y por un momento pensó que los de la orden seguían pensando que no sabía cuidarse sólo pero después de pensarlo un poco se resigno a llevarla, mas que otra cosa porque la cadena era muy bonita más que por protección.

Cuando Harry salió de la mansión se encontró con un buen día de sol por el que pasear, con su bolsillo repleto de galeones listo para gastar en cualquier cosa que le gustara, lo primero que hizo fue deshacer el camino por el que vino la primera vez con Remus, parándose en cualquier tienda que le viera, al llegar al escaparte de la armería por la que llegó desde el caldero chorreante dos semanas atrás, quedándose extasiado por las armas que allí había, si bien el sólo había empuñado en una única ocasión una espada siempre quiso tener una espada, y allí en esa tienda las había de todas las formas inimaginables, escudos con grandes grabados de diferentes criaturas mágicas y cotas de mallas dignas de reyes.

Cuando consiguió separar su rostro del escaparate se dirigió a la tienda de quidditch observando con verdadera atención el último modelo de escoba que había salido al mercado y que todavía ni siquiera los equipos profesionales usaban. Se trataba de la saeta de hielo, una mejorada de la antigua saeta de fuego, la forma del palo tenía la forma aerodinámica de la saeta de fuego pero este en vez de ser de color negro era de un color azulado transparente como si en realidad fuera echa de hielo, alcanzaba una velocidad de 0 a 300 km/horaen 10 segundos y su sistema de freno mejorado a su anterior versión. Si Harry pensaba que la saeta de fuego era una maravilla esta saeta de hielo era un sueño para cualquier equipo de quidditch.

Paseando por las calles descubrió que también había una tienda en la que vendían ingredientes para pociones y una librería, parecía que había casi las mismas tiendas que las del callejón Diagon aunque estas parecían tener menos productos y ofrecer menos servicios.

Un poco aburrido ya de pasear sólo por el valle, se dispuso a volver a la mansión para ver si Remus había vuelto de dar las noticias, tranquilamente comenzó a recorrer el camino de vuelta, Harry entretenido como iba pensando en sus cosas no se dio cuenta que se había alejado un poco del camino de regreso a la mansión, intentando localizar alguna señal que le indicara la forma de volver el camino de vuelta, dando vueltas por las calles descubrió un gran descampado rodeado con unas vallas de madera a media altura y en el fondo una gran casa, mirando atentamente esa casa que le llamaba tanto la atención, descubrió que en ese descampado cabalgaban una pequeña manada de caballos, que incluso desde lejos parecían ser animales que quitaban la respiración, la curiosidad era mucho para él, no por nada era hijo de un merodeador.

Con gran sigilo saltó la valla y se dispuso a acercarse a la pequeña manada de caballos que allí estaban en estos momentos pastados, casi sin darse cuenta estaba frente a estas hermosas bestias, Harry estaba con la boca abierta, ya que hasta en cierto modo le recordaban a los unicornios, caballos regios, aunque solo uno era completamente blanco y por supuesto no tenían un cuerno, a Harry le llamó uno en especial, un caballo completamente negro, con una estrella de cuatro puntas blanca en su frente, este animal tenía una mirada potente, a simple vista y por los pocos conocimientos que Harry tenía sobre caballos Harry podía ver que era un semental más fuerte que los otros, sus patas y todo su cuerpo mostraba unos músculos en el animal, en definitiva ese animal irradia poder

- Veo que te gusta Nogmarum – Una voz hizo a Harry sobresaltarse y girar rápidamente a quien le hablaba. Detrás de él se encontraba un hombre ya entrado en años, alto y fuerte con el pelo castaño ya con algunas canas y unos ojos negros penetrantes

- Yo, lo siento señor, no era mi intención allanar su propiedad – Dijo Harry nervioso cuando vio que había sido descubierto – Yo.. ya me iba.

- Oh, no te preocupes, todos los jóvenes del pueblo siempre entran a escondidas para ver a mis magníficos caballos, y en especial a Nogmarum, pero que desconsiderado soy mi nombre es Alan Chevala.

- Harry Potter – Harry tomó la mano que le ofrecía el señor Chevala, y la apretó con gusto al ver que el hombre no parecía estar enfadado con él.

- A sí que al final has vuelto al valle – Dijo mirándolo fijamente como aquel que ve a un gran amigo que no desde hace tiempo – Sabes, cuando pasó el fatídico día en que tus padres fueron asesinados casi todas las familias mágicas y muggles que viven en el valle nos reunimos para intentar que alguna de ellas pudiera poder adoptarte pero el ministerio dijo que estabas con unos de tus familiares – Harry miraba a ese hombre con un interés poco visto en él, su confusión tuvo que verse reflejada en su cara porque el hombre se dispuso a explicar – Tus padres eran una de las parejas más querida en el pueblo, cuando tu naciste casi tus padres hicieron una celebración en los terrenos de la mansión Potter en los que asistió todo el pueblo.

Harry intentando que las lágrimas no se les escaparan de sus ojos, volvió a fijar su vista en el potente caballo, Nogmarum según le había dicho el señor Chevala que se llamaba, el hombre tuvo que ver que el chico estaba a punto de echarse a llorar cambió de tema.

- Grandes animales sabes, no existe ningún criadero de caballos como este, estos hermosos animales son los más fuertes que puedas encontrar – Harry miró al hombre para volver a mirar ahora a un pequeño potro que galopaba alejándose un poco de la protección de su madre.

- Son realmente hermosos.

- Lo sé, tu padre era un gran aficionado a los caballos, sabes, incluso me compró en alguna ocasión varios caballos.

- ¿Los vende? – Preguntó Harry con interés

- Bueno, siempre hay algunos que no están en venta ya que son los que uso para la cría, por ejemplo Nogmarum es uno de las mejores crías que e tenido, ya que su abuelo era un cruce entre unicornio y mi mejor yegua, su padre es demasiado salvaje para ser montado, su parte de unicornio lo hace indomable, aunque acepta que se le acerquen y lo cepillen, pero sin duda Nogmarum es un único ejemplar, ya que sólo deja que se les acerquen personas de buen corazón.

- ¿Puedo? – Dijo Harry señalando a tan magnífico animal, sólo recibió un movimiento afirmativo del señor Chevala.

Harry se acercó lentamente al semental que ahora tenía toda su atención, mientras Harry se acercaba el caballo movía su cabeza agitando su crin nerviosamente, al llegar a su altura teniendo especial cuidado de guardar las distancias en caso de que el caballo se encabritara, estiró su mano acariciándole el morro y subiendo hasta llegar a su crin. A lo primero, el caballo se puso tenso, pero poco a poco dejó que Harry siguiera acariciándolo calmándose más y más.

- Parece que le has caído bien Harry – Dijo el señor Chevala con un brillo en sus ojos. En esos momentos el caballo acercó su morro hacia el pecho de Harry oliéndole mientras le daba suaves toques con el morro para instarlo a seguir acariciándolo – Incluso creo que dejaría que lo montaras.

- ¿Puedo montarlo señor Chevala? – Preguntó Harry realmente emocionado.

- Oh si, la verdad es que este caballo no ha dejado que nadie, ni siquiera yo lo montara, pero al parecer creo que ve en ti algo que no ha visto hasta ahora en cualquier persona – Dijo mientras se acercaba y ayudaba a Harry a subir a él. Cuando Harry estuvo montado en su lomo el animal pareció emocionarse ya que antes que cogiendo desprevenido a Harry comenzó a galopar haciendo al joven jinete agarrarse fuertemente a su crin. Cuando el animal paró Harry se bajó de él estando realmente eufórico.

- Guau es increíble la sensación que da, y dice que nadie a conseguido montarse en él antes – Harry estaba acariciando al animal con verdadero interés ya que cuando se había acercado al señor Chevala, Nogmarum lo había acercado y volvía a dar suaves golpes en su pecho llamando su atención.

- Bueno Harry no te sorprendas, al parecer la parte de unicornios que tienen sólo permiten que los monten más de un jinete, son muy pocos los que e vendido que han aceptado ser montados por dos personas diferentes – El hombre miró fijamente al muchacho y después al caballo para agregar después de una larga pausa – Bueno parece que este caballo te a elegido y dudo mucho que deje que alguien lo vuelva a montar si no está contigo así que considéralo como un regalo por mi parte

- No puedo aceptarlo señor Chevala – Las mejillas del muchacho se habían teñido de un ligero color escarlata – Es demasiado.

- Vamos míralo – Harry volvió la vista al semental que ahora mordisqueaba de la manga de su camisa mientras tiraba suavemente de ella – Si no te lo llevas lo más seguro es que se escape y valla a buscarte, créeme no sería la primera vez que me pasa con alguno de estos caballos.

- En cualquier caso señor es mucho, pero me gusta mucho, así que si está de acuerdo se lo compraré – Alan vio el brillo decidido en el muchacho no aceptando el caballo como un regalo así que con un movimiento afirmativo de cabeza, cosa que hizo que el chico hizo dedicarle una gran sonrisa.

- Ven acompáñame – Harry siguió al criador de caballos hacia la casa seguida de cerca por Nogmarum que al parecer no tenía intención alguna de separarse tan rápidamente de Harry. Al entrar el hombre comenzó a rellenar una especie de factura que hizo que Harry firmara – Bueno con esto el dinero se descontará de alguna de tus cámaras.

- ¿Cómo sabe que tengo más de una cámara? – Preguntó el muchacho rápidamente.

- Vamos, aquí en el valle existen pocos secretos y todos los habitantes saben que tu familia siempre a sido una de las más adineradas de toda Gran Bretaña – Haciéndole una señal a Harry guió a Harry a una habitación en el que había todo tipo de monturas y bridas para equipar a los caballos – Bueno como no me has dejado que te regale a Nogmarum al menos déjame que te regale un equipamiento para montar – Harry había abierto la boca para negarse pero la voz del señor Chevala no le dejó continuar – Y no aceptaré un no como respuesta, así que fin de la discusión – Harry vio la batalla perdida en cuanto al equipo para montar.

El señor Chevala iba paseando por todos los estantes en donde tenía diferentes tipos de montura de todo tipo de material y ornamentos, cogía alguna y la alzaba en el aire, lanzaba una breve mirada a Harry y volvía a colocarla en su sitio, siguió con esa rutina hasta que se acercó a una especialmente bonita y lustrosa. Con un gesto de cabeza hizo que Harry lo siguiera, acercándose lentamente a Nogmarum que estaba esperando en la puerta, como si de un arte sumamente importante se tratara comenzó a equipar al semental comenzando por la silla de montar, seguido de las bridas.

- Vamos monta y dime que tal te sientes – Harry hizo lo que el señor Chevala le iba diciendo teniendo especial cuidado, al montarse vio que la silla era bastante cómoda y por los golpes que Nogmarum daba en el suelo con sus cascos se podría ver que estaba deseoso de ponerse a cabalgar.

- Parece echo para mí – Harry todavía con un poco de pavor hizo que el animal se pusiera a andar, cosa que hizo el hermoso semental con la cabeza bien alta de forma orgullosa.

Harry viendo que no parecía tan difícil le insto a que cabalgara un poco más deprisa, conforme Harry hacía que el caballo más deprisa fuera más eufórico se ponía queriendo que el animal corriera más y más era increíble la velocidad que podía llegar a coger ese caballo, viendo que el señor Chevala lo miraba con una sonrisa guió a Nogmarum hacia el hombre y desmontó.

- Valla parece que no está cansado – Harry miró al semental que efectivamente se encontraba como si no se hubiera movido en todo el día

- Esa es una de las cualidades que tienen, su parte unicornio les hace ser excepcionalmente rápidos y resistentes, pero como ya te he dicho Nogmarum es especial, si hicieras correr a todos los caballos que tengo aquí creo que ninguno de ellos podría ganarle, sólo quizás un unicornio podría hacerle sudar, y bueno al ser sólo mitad unicornio su sangre no tiene ninguna propiedad mágica (lo que significa que es roja y no salva a quien la bebe de la muerte).

- Creo que tengo que irme – Dijo Harry consultando su reloj y viendo que era ya entrada la tarde – Remus, mi tutor se enfadará conmigo cuando vea que llevo todo el día fuera y eso si no manda un grupo de rescate en mi búsqueda.

- Es normal que se preocupen por ti, ha sido un placer volver a verte después de tanto tiempo Harry – El hombre le dedicó una sonrisa a Harry de esas que sólo se dan cuando ves a alguien muy querido – Cuida de Nogmarum como estoy seguro de que el cuidará de ti.

Una vez que Harry que Harry montó otra vez el animal se dirigió a trote hacia la mansión deseando con todas sus fuerzas que Remus no se hubiera dado cuenta que llevaba casi todo el día fuera de la mansión, ya que aunque si bien Remus era muy flexible con él y decía que había protecciones por todo el pueblo no le hacía mucha gracia no saber en donde estaba en todo momento. Al llegar a los límites de la mansión vio que en la puerta de la entrada de la mansión había un revuelo de personas cerca de la fuente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca vio que se trataba de muchos miembros de la orden, a parte de Remus se encontraba McGonagall, Dumbledore, los familia Weasley al completo (exceptuando a Percy y a Charlie que estaba en Rumania), Hermione, Moddy, la abuela de Neville, el mismo Neville, Luna, un hombre alto y calvo que supuso que sería el señor Lovegood, Tonks, Kingsley y Snape.

- Podríais haber avisado que venías a cenar – Dijo de forma socarrona Harry cuando vio a la comitiva que lo esperaba y sabía porqué estaba ahí.

- ¡A CENAR!, HARRY JAMES POTTER SE PUEDE SABER DONDE DIABLOS TE HABÍAS METIDO, DIJISTE A IR A DAR UN PASEO POR EL PUEBLO Y QUE PASARÍAS A VISITAR A NEVILLE Y A LUNA NO QUE IBAS A DESAPARECER ASÍ COMO ASÍ – Los gritos de Remus no se hicieron esperar, todos los que lo conocían estaban con la boca abierta ya que no era muy común ver al tranquilo Remus salirse de sus casillas - ¿D"NDE TE HAS METIDO? ¿Y DE DONDE HAS SACADO ESE CABALLO?

- Precisamente entre todos los que pensé que me reclamaría el ir a dar un paseo, pensaba que serías el último en reclamarme algo – Contestó Harry realmente enfadado mientras desmontaba de Nogmarum.

- Eso no es excusa jovencito, no mezcles los términos, nosotros no teníamos a un señor oscuro deseando un descuido para matarte – Remus se había calmado un poco pero no por eso había cambiado la cara de enfado.

- Se supone que me dejaste a Dobby este colgante para saber si estaba en peligro, o sea para tenerme controlado así que no se de que te quejas – Mientras Harry había sacado el colgante de forma de fénix, todos los que allí estaban miraron a Remus con mala cara cosa que hizo al hombre lobo sonrojarse.

- Perdón me había olvidado por completo que te había dado el colgante – Ahora su voz era extremadamente suave y no se atrevía a mirar a nadie de los que allí había a los ojos.

- Sólo a ti se le podría haber ocurrido olvidarse de algo como esto, podría estar en estos momentos hacer algo más importante que estar aquí rodeado de Gryffindor – Y sin más el profesor Snape desapareció de allí con un pequeño estallido.

Pasando unos segundos en el que todos se calmaron, mirándose unos a otros como instando a los otros a hablar, al final fue Dumbledore quien se acercó a Harry que agarraba las riendas de Nogmarum mientras miraba fijamente a Remus sin saber que cara poner si de enfado o diversión.

- Bonito caballo Harry, de donde lo has sacado – Dumbledore miraba al animal para luego acercarse poco a poco y acariciarlo con cautela ya que parecía que el animal estaba un poco nervioso. Harry desvió la atención de Remus que en estos momentos miraba sus zapatos como si fuera la cosa más interesante del mundo para mirar al director de Hogwarts.

- Se lo compré al señor Alan Chevala – Harry resumió brevemente su estancia en la finca del señor Chevala y las cualidades de Nogmarum.

- Esto Harry – Remus ahora susurraba las palabras como temiendo que ahora fuera Harry el que estuviera enfadado con él – Perdona de verdad, es que con los nervios de que te pudiera haber pasado algo me olvide por completo del colgante. Por toda respuesta Harry abrazó a Remus en señal que no importaba y que le agradecía su preocupación.

Cuando Harry se separó de Remus se vio envuelto en otro abrazo, uno que a estas alturas conocía muy bien, ya que la que le abrazaba era la señora Weasley.

- Harry querido, que bien estás, parece que te estás alimentando muy bien – Lanzó una breve mirada a Remus y Harry supuso que cuando se enteró que se quedaría con él que le habría amenazado con que lo alimentara bien – valla estás muy guapo con esas ropas, pero no sería mejor que te cortaras un poco el pelo, parece que te está creciendo demasiado – En este punto Harry sonrió, si bien se lo estaba dejando crecer para taparse la cicatriz mejor y en parte porque había descubierto que con forme más le crecía el pelo más manejable era – parece que estás más alto y más fuerte por lo que veo...

- Ya vasta mamá, nos vas a poner envidiosos de darle más atenciones a Harry que a nosotros – Bromeó Fred haciendo un falso enojo.

- Si sabemos cuando no somos bienvenido - Continuó George limpiándose una lágrima imaginaria

- Niños, dejad de decir tonterías – Dijo el señor Weasley con una sonrisa – Me alegro de verte Harry

- Si nosotros también compañeros, tenemos que contarte como va nuestro negocio – Dijeron al unísono como si estuviera ensayado los gemelos. Poco a poco fueron saludándole todos los que allí había.

- Bueno me imagino que se quedarán a cenar ¿Verdad? – Dijo Harry contento de que estuviera tanta gente querida por él allí, girándose un poco hacia Dumbledore pero sin mirarlo a los ojos añadió como el que no quiere la cosa – Según me dijo Dobby esta mañana, hoy hará de postre un delicioso pastel de limón.

- Oh eso estaría bien – En los ojos del profesor Dumbledore se reflejaron un brillo ansioso que hizo reír a más de uno.

- Dobby, el elfo que liberaste de los Malfoy Harry – Harry miró a los ojos de su amiga Hermione y sabía que ahora venía una charla sobre tener trabajando un elfo doméstico.

- Vamos Hermione, no vallas ahora a darme una charla sobre los elfos, le ofrecí dinero pero el se negó, pero cuando quiere comprar materiales para tejer su ropa me pide el dinero, y tiene un día de descanso a la semana, pero por favor Hermione no me des ahora una charla sobre elfos – Harry esto último lo dijo en tono de broma – Prefiero que Remus siga gritando – Le susurró bajito a los gemelos y a Ron sin que nadie más lo oyera aunque fallando ya que Hermione llegó a escucharlo haciendo un falso enojo, puso una cara indignada para a continuación sacarle la lengua en un gesto infantil que hizo reír a todos

Una vez que los ánimos estuvieron calmados, Harry quitó a Nogmarum todo el equipamiento de montar, pasó su mano por su lomo siendo aceptado por el caballo que movió la cabeza en señal de estar disfrutando y dando un golpe en el suelo con sus cascos

- Vamos Nogmarum, ve a reconocer un poco el terreno – Como si el animal lo entendiera comenzó a trotar en dirección al lago.

- Parece como si te comprendiera – Dijo Ginny mirando como el semental se perdía a lo lejos.

- No es de extrañar, según me contó el señor Chevala su abuelo era un unicornio, así que me supongo que entenderá el idioma de los humanos – Mientras iban hablando se iban adentrando en la mansión dejando el tema del caballo en un segundo plano para que los visitantes observaran con gran interés la mansión y en caso de Ron mirando a su mejor amigo con envidia.

Al llegar al comedor todos se sentaron en la mesa siendo presidida por Harry y a cada lado de él se encontraban sus amigos. Mientras Dobby iba sirviendo la mesa Harry ponía al día a sus amigos de todo lo que llevaba de vacaciones, Ron y Neville en especial se mostraron muy interesados en el gimnasio en el que Harry se estaba ejercitando mientras que las chicas, en especial Hermione y Luna parecían más interesadas en la biblioteca que en cuanto Harry le comentó que en ella había libros únicos Hermione en especial se mostró ansiosa por visitarla. Al final de la cena y tal como Harry había dicho Dobby apareció con una enorme tarta de limón para disfrute de Dumbledore que parecía un niño pequeño comiendo la tarta mientras que la profesora McGonagall lo miraba con desaprobación.

- Sabes Dobby, creo que voy a arrepentirme de dejar que te fueras de Hogwarts, tus pasteles siempre te salen exquisitos – Elogió Dumbledore al elfo doméstico que se puso de un bonito tono escarlata – Bien creo que algunos de nosotros tendremos que irnos al cuartel.

- Portaos bien chicos y no le deis problemas a Remus – La señora Weasley le estaba sermoneando a sus hijos, a lo que ellos respondían con un monótono "Si mama" – Y dejad de decir si mama como me entere que le dais problemas a Remus os la veréis conmigo – Esta última amenaza parece que hizo temblar a los jóvenes Weasley. Por otro lado la señora Longbottom amenaza fervientemente a Neville diciéndole que debía considerarse afortunado al poder quedarse lo que queda de verano en la antigua y ancestral casa de los Potter.

Una vez que Dumbledore, McGonagall, la señora Longbottom, los señores Weasley y todos sus hijos (excepto Ron y Ginny), así como Kingsley y Tonks se hubieron marchado Harry se giró a sus amigos con gran cara de felicidad al poder tener a sus amigos con ellos.

- Vamos, os mostraré vuestras habitaciones – Dijo Harry con una sonrisa como si realmente nunca hubiera tenido problema y fuera un adolescente normal que recibía visitas de sus amigos.

Mientras paseaban por todos los corredores que daban a las habitaciones Harry iba contándoles sobre lo que había descubierto en la mansión, le señaló cual era la habitación de Remus, cual fue la de sus padres, la suya de bebe y la que ahora utilizaba. Comenzó a situar a todos en diferentes habitaciones pero siempre cerca de la suya, quedando Ron y Neville cada uno a un lado de su habitación y las chicas frente a ellos.